martes, 5 de enero de 2010

"MADAMA BUTTERFLY" (Giacomo Puccini) - Palau de les Arts - 03/01/10


Esto de asistir a la última función de una ópera tiene de malo que cuando se pone uno a escribir sobre ello ya está todo dicho por voces mucho más autorizadas que la suya (os aconsejo leer al respecto las magníficas crónicas que hicieron en su día Alfredo, Maac, Fernando y Titus). Por el contrario, lo bueno es que ya me han hecho la mitad del trabajo. Así que procuraré no ser demasiado reiterativo sobre lo que ya se ha contado mucho mejor acerca de esta “Madama Butterfly” que anoche puso el punto y final a ocho exitosas representaciones, en las que todos los días se ha vendido el aforo al completo y la sala ha estado llena, a excepción de esos asientos reservados para los invitados VIP que se han visto, una vez más, lamentablemente con demasiados huecos, mientras el contribuyente que les paga el sueldo a los ausentes se ha quedado sin entradas tras hacer horas de cola a la intemperie.

En el público asistente se vio mucho novato, de ese que va a ver "Madama Butterfly" porque es una obra de las “bonitas”, y no sé si fue eso, pero desde luego se apreció un incremento en el nivel de los inoportunos comentarios en voz alta, las estentóreas toses, las sonaduras de narices que retumbaban cual cuerno de Sigfrido, o de un volumen de objetos que caían al suelo, que ni en el terremoto de San Francisco. Mención especial merece el grupito de orientales ubicado en el primer piso, cuya inquietud y permanente movimiento sólo podían ser fruto de una inconsciente ingesta previa de hectolitros de café o de un molesto padecimiento de lombrices intestinales (tres delicias).

Pero, en cualquier caso, nada consiguió impedirnos disfrutar de una noche absolutamente mágica en el Palau de Les Arts, gracias a la maestría de Lorin Maazel, la excelencia de la Orquesta y Coro de la casa y la elegante partitura pucciniana.

La dirección escénica del cineasta polaco Mariusz Trelinski me pareció espléndida, una de las mejores que se han visto en el recinto valenciano, compaginando sabiamente el plano conceptual con el escénico, jugando permanentemente con los colores (rojo, azul, blanco y negro), con una inteligente utilización de los espacios, una cuidada dirección de actores y todo ello envuelto en una propuesta de una belleza plástica asombrosa, a la que contribuyeron de forma esencial la escenografía de Boris Kudlicka, la iluminación de Tomasz Mierzwa y el vestuario de Magdalena Teslawska y Pawel Grabarczyk (¡impresionante el vestido con pamelón Ascot de Mrs. Pinkerton-Lahuerta!). Un bellísimo montaje que fue el perfecto contrapunto para la exhuberancia musical que nos regaló el Maestro.

Lorin Maazel llevó a cabo un ejercicio de dirección orquestal majestuoso, personalísimo, con esos tempi tan lentos que son ya una constante en sus lecturas puccinianas, sin caer en la morosidad musical ni perder la intensidad en ningún momento, dotando al conjunto de una coherencia impecable, mientras degustaba la partitura con paciencia y deleite, saboreando cada nimio detalle y haciéndonos percibir toda la grandeza compositiva del compositor de Lucca. Si se quiere criticar algo podría ser el volumen orquestal impuesto, absolutamente inmisericorde con los cantantes, pero dada la grandeza de lo que estábamos escuchando, todo se perdonaba. El final de la obra que se ofreció es de los que se recuerdan siempre.

Por supuesto que para ese magnífico resultado fue trascendental que Maazel contase con los excepcionales músicos que componen la Orquestra de la Comunitat Valenciana, quienes volvieron a ofrecer un rendimiento inmejorable (nunca me cansaré de elogiar la sección de cuerda), y que, al finalizar, ovacionaron y jalearon unánimemente al veterano Maestro, haciendo patente la comunión existente entre director y orquesta.

Extraordinario, una vez más, estuvo también el Cor de la Generalitat, que permitió que gozásemos del mejor final del II acto de esta obra que he escuchado yo jamás, con un coro interno a bocca chiusa antológico, electrizante, donde el lentísimo tiempo orquestal se vio seguido a la perfección por el trabajo de Francesc Perales y los cantantes a su mando. Bravo por ellos.

En el terreno de los solistas, hubo un nivel aceptable, con alguna voz a destacar.
La guapa ucraniana Oksana Dyka fue una buena Butterfly que hizo gala de un volumen inusitado, logrando proyectar su voz por encima de la masa orquestal que Maazel comandaba sin piedad. Logró unos agudos potentes y metálicos que conquistaron al público, aunque yo eché de menos una mayor dosis de sensibilidad, sobre todo en el primer acto, y una mayor sutileza y regulación de intensidades, porque ese vozarrón incontrolado, unido a su importante envergadura física, hacían poco creíble a la inocente niña de 15 años dispuesta a casarse con el rijoso Pinkerton. Eso sí, su tercer acto fue espléndido, dejando asomar incluso algún grave notabilísimo, y en la escena final estuvo soberbia.

El búlgaro Kamen Chanev fue el tenor de guardia que tuvo que afrontar el papel de Pinkerton ante la ausencia del anunciado Demos Flemotomos. Reconozco que no había oído hablar de él ni en la hoja parroquial del barrio, pero el hombre hizo lo que pudo y, al menos, no fue abucheado como hicieron con sus dos antecesores en el rol. Estuvo potente en el registro agudo y, aunque con algún apuro, consiguió aguantar con dignidad su dúo con Butterfly del acto I, aunque la orquesta se lo comía. Tuvo alguna desafinación, sobre todo al principio, y sus dos “Butterfly” finales parecieron berridos de gamo en celo. Pero, a pesar de todo, no deslució el resultado de conjunto.

Sí me parecieron muy destacables tanto el Sharpless de Gevorg Hakobyan, como, sobre todo, la Suzuki de Marianna Pizzolato, a quien recientemente dediqué una entrada en este blog, que con ciertas limitaciones en su movimiento escénico, mostró una voz bellísima que moduló con un gusto exquisito.

Al final enormes ovaciones para Dyka y Maazel, de un público que salió exultante tras haber disfrutado de un comienzo de año musical ciertamente esperanzador. Esperemos que la cosa siga así.

Os dejo con Maria Callas interpretando el impresionante final "Con onor muore" de "Madama Butterfly" en 1955, bajo la dirección de Karajan:


video de ceb2633


12 comentarios:

  1. Pobre Pinkerton, llamarlo rijoso ! Se supone que tiene 17 años..., jajaja.

    Me alegro que lo disfrutaras, con la fauna variada que habita les Arts incluida ;)

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  2. Gracias por la crónica, y enhorabuena por haber podido disfrutar de un buen espectáculo. Que alguien del Liceu contrate a Trelinski, pues...a ver si de una vez llenan ese escenario de algo que merezca la pena.
    Yo ya no pienso en que los protagonistas de la Butterfly son adolescentes, porque ni la una ni el otro me lo han parecido nunca, cante quien cante.
    Maravillosastupenda la Callas, ohh!!! Gracias!!

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  3. Sabía que te iba a gustar. Qué lástima lo del tenor, tres tenores distintos y por lo que parece ninguno ha dado la talla. Sin embargo, sólo por haber encontrado una soprano que aguanta el tipo ante el aluvión sónico de Maazel y encima canta bien ya se puede considerar un éxito en lo canoro.

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  4. Gracias Atticus, ya veo que el paje se ha estirado un poco y se ha adelantado a la reina Helga trayéndonos el regalito. Totalmente de acuerdo con todo, incluído el análisis vocal de Dyka. Sólo contaros que la composición escénica, el uso de los colores... es la visión que Butterfly tiene del mundo: de ahí esos detalles como la exhorbitante pamela de Kate que, por cierto, debe andar mareada con tanto marido postizo. Evidentemente ya querría haberlo averiguado yo, porque la idea me parece genial, pero ha tenido que venir alguien de "dentro" a decírmelo. ¿Por qué este año no se vende un libretto en condiciones? Pequeños comentarios como éste enriquecen la compresión de la escena y ayuda a no perderse como pato mareado. Y hablando de animales, buenísimo aquéllo de "como gamo en celo", aunque nunca he oído a ninguno, me hago perfectamente la idea. Me impactó tanto el sonido orquestal que hubo algún momento que dejé de oír voces y me sentí embrujada viendo el movimiento de la batuta de Maazel y la respuesta fantástica de la orquesta. Bravísimo por el coro. Y apuntar que he sido de esas que no conoce mecenas alguno que le sirva una entrada de las que no se ocupan y que sufrí la inclemencia de quedarme sin butaca para repetir la jugada. Sería de agradecer que esas entradas se devolvieran a última hora y se ofrecieran al público general que hubiera cubierto los huecos. Que los reyes, o reinas, os sean propicios.

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  5. Ya esperábamos ansiosos tu crónica sobre la mariposa.
    Me ha alegrado leerte denunciando las butacas-ferrari vacías en Les Arts, porque yo soy una de las que intentó ir el día 30 y se quedó sin entradas después de estar más de 3 horas haciendo cola, viendo cómo iban llegando a recoger sus invitaciones los del pelo engominado, con aire autosuficiente... y estos aun fueron a la ópera, aunque se durmieran, lo malo fue los que ni siquiera acudieron, mientras otros muchos no podíamos entrar ni pagando.
    No se trata de que se acabe con el protocolo, pero sí debería estar un poco regulado y, como dice Mimenor, se podría habilitar la posibilidad de que se saque a la venta todo lo no recogido el día antes, por ejemplo.
    Me alegro de que disfrutases.
    Los parias al menos hemos podido vivirlo un poquito gracias a tu crónica.
    Un beso y que los reyes te sean propicios, que seguro que te lo has ganado.

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  6. Como tu dices, tiene ventajas e inconvenientes aquello de asistir a la última representación, pero en cualquier caso, por lo que veo, esta producción ha sido casi, un pleno al quince.
    Me alegro que disfrutaras como lo hicimos nosotros.

    Una crítica divertida llena de ácidas "Atticadas" y con muchos comunes denominadores, incluidos los de las butacas que no encuentran culo de buen asiento.

    Abrazos

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  7. Fantástica crónica, "come d'abitudine".
    Divertida, irónica, sagaz, inteligente, "afrancesada", brillante, minuciosa.
    ¿A qué espera Helga para contratarte para su gabinete de prensa?
    En cualquier caso, el día que el presupuesto de para todo, no estaría mal buscar voces más sugerentes para la taquilla. En un TÍTULO con gancho no pasa nada, la gente va a ver la ópera, pero hay que equilibrar la cosa, ¿no?

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  8. ¡Bravoooo! ¡Bravoooo! Te superas a ti mismo. Estoy de acuerdo con prácticamente todo.

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  9. Kenderina: Aunque tuviera 17, o precisamente por ello, o por lo de Chochosán, pero el caso es que Pinkerton estaba salido perdido. Si la Ciocio tarda un poco más en acceder a yacer con él, se nos zumba al Goro, fijo.

    Mª Teresa: Lamentablemente la falta de talento en la dirección escénica no es algo que afecte sólo al Liceu, por aquí han pasado también algunos sujetos que merecerían haber salido esposados, aunque entiendo que después de vuestro Trovatore estéis especialmente sensibles.

    Titus: desde luego podemos estar contentos a pesar de que los Pinkerton fuesen bastante flojetes. Maazel lo compensó todo.

    Mimenor: Gracias por tu aportación sobre la puesta en escena. Este año los folletillos que reparten en les Arts no pueden ser más cutres. No sé si se trata de falta de ideas o de pasta.

    Lidia: Siento que no pudieras ver la mariposa porque realmente valió la pena. Totalmente de acuerdo contigo respecto a las entradas VIP.

    Alfredo: Tú fuiste el primero en denunciar el tema de los asientos vacíos, así que te va a tocar capitanear la toma de los palcos al asalto...

    Joaquim: Gracias por tus alabanzas de mi crónica, sobre todo por lo de "afrancesada". Yo estoy dispuesto a que me llame Helga, aunque no quiero ni pensar lo que puede llamarme... Coincido contigo en que es deseable un mayor equilibrio entre títulos y artistas.

    Maac: El "practicamente" me temo que igual es por el Sharpless que a tí no te emocionó demasiado...

    Gracias a todos

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  10. Ya se lo comenté a Titus: Siento una envidia macbethiana cuando comentáis el logro que ha resultado ser esta Butterfly comandada por Maazel. Menos mal que, como siempre, tu comentario me llena de satisfacción tanto por lo brillante como por lo hiriente.
    Me voy a escuchar el bellísimo coro a "boca closa" que tanto habéis loado todos.
    Gracias por instruirme deleitándome.

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  11. Anónimo7/1/10 23:38

    Pues sí. Tienes mucha razón, Lorin dirigía el día 3 como si fuese su última vez. Y parece que así será. Se dice que es la última Butterfly que ha dirigido. Es una de sus obras preferidas y la entrega emocional que le supone conducirla es tan grande, que no la va a repetir. Tendríais que haber visto su cara y la expresión de sus manos y su cuerpo. Sobre todo al final de la ópera. Incomparable. Emocionante. A mí se me saltaron las lágrimas sólo con verle en ese estado de entrega. Soy muy afortunado de haber vivido esos momentos.

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  12. Glòria: Siento envidia hasta yo, que estuve presente, pero es de esas ocasiones en que estás disfrutando tanto con la música que te gustaría compartir esa experiencia con mucha más gente.

    Anónimo: No sé si será la primera vez que intervienes, pero en cualquier caso, bienvenido.
    Yo no estuve en las anteriores funciones, pero desde luego la entrega del Maestro el día 3 fue total. No quiero pensar que sea la última Butterfly que dirige porque demostró tener fuerzas para eso y más, y sería deseable que esa experiencia pudiese ser repetida muchas más veces. El final de la ópera con el que nos obsequió ha sido una de las experiencias más intensas que yo he vivido en un teatro de ópera.

    Como dijo el amigo Álvaro a la salida: "y pensar que estuvimos a punto de dejar marchar a este hombre..."

    Gracias Maestro Maazel.

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