viernes, 8 de octubre de 2010

"ONE TOUCH OF VENUS". KURT WEILL EN BROADWAY


Se cuenta que, poco después del ascenso de Hitler al poder, Kurt Weill declaró que lo que estaba ocurriendo en su país era tan horrible que no duraría más allá de dos meses. Desde luego como adivino no se ganaba la vida el hombre, pero para podérsela seguir ganando como músico tuvo que emigrar tras conocer por un amigo que la Gestapo había ordenado su detención. Luego de pasar un tiempo en París y Londres, Weill acabará instalándose en Estados Unidos en septiembre de 1935.

Tras sus colaboraciones en Alemania con Bertolt Brecht de la que surgieron algunas de sus principales composiciones, como “La Ópera de Tres Peniques”, “Ascenso y caída de la ciudad de Mahagonny” “Happy End” o "Los Siete Pecados Capitales", Weill llega a Nueva York junto a Lotte Lenya, donde fue recibido por los hermanos Gershwin y entra en contacto con el Group Theater, un colectivo teatral del que formaban parte gente como Lee Strasberg, John Garfield o Elia Kazan.

En esta etapa americana, el compositor da un cierto giro a su obra y se acerca a un estilo más próximo al musical de Broadway, llegando a colaborar con letristas tan reputados como Ira Gershwin o Alan Jay Lerner. Gran parte de la crítica menospreció el trabajo de Weill en el terreno del musical y de la canción americana, considerando que había abandonado su frescura, originalidad y carga política, adaptándose demasiado fácilmente a los cánones y exigencias de Broadway. Sea como fuere, lo cierto es que sus composiciones de este periodo gozaron de un importante éxito y algunas de sus canciones se convirtieron en auténticos estándares del jazz y la música popular.

Pero sería de la única colaboración de Weill con el letrista Ogden Nash, de donde surgiría uno de sus principales trabajos de estos años, el musical “One Touch of Venus”, basado en la novela “The Tinted Venus” de Thomas Anstey Guthrie. El libreto, obra de Ogden Nash y S.J. Perelman, cuenta la historia de una valiosa estatua de la diosa Venus que cobra vida cuando un inocente barbero desliza en su dedo el anillo de compromiso destinado a su prometida. Ella le toma por su libertador y amante y él es acusado del robo de la estatua, surgiendo mil enredos.

En 1948, Hollywood hizo su propia versión de la obra con una discreta película dirigida por William A. Seiter, titulada en España “Venus era mujer”, eliminándose la mayoría de los temas compuestos por Weill y cuyo principal aliciente fue contar para el papel protagonista con una Ava Gardner guapa hasta doler que fue doblada en las canciones por Eileen Wilson.

“One Touch of Venus” fue estrenada en el teatro Imperial de Nueva York el 7 de octubre de 1943, con dirección escénica de Elia Kazan, quien apenas un año antes había obtenido un clamoroso éxito dirigiendo la obra de teatro “The Skin of Our Teeth”, de Thornton Wilder, con Tallulah Bankhead como protagonista.

Marlene Dietrich, a quien Kurt Weill había conocido en Alemania, fue la elegida para encarnar el papel de Venus en el estreno, pero cuando leyó el libreto definitivo, con frases como: “el amor es el sonido triunfal de un somier”, calificó el mismo como “demasiado sexy y vulgar” y abandonó los ensayos provocando la cólera de Weill.

Tras la renuncia de Dietrich y el rechazo mostrado por otras candidatas, el papel de Venus le fue ofrecido finalmente a Mary Martin, que fue quien acabó estrenándolo, obteniendo unas críticas muy favorables por su interpretación y viendo catapultada definitivamente su carrera como artista de Broadway, que se consagraría luego con obras como “South Pacific”, “The Sound of Music” o “Peter Pan”. Como curiosidad, apunto que Martin era la madre del actor Larry Hagman (inolvidable J.R. en “Dallas”).

La obra llegó a superar las 500 representaciones y el tema “Speak Low” se convirtió rápidamente en su melodía más conocida, traspasando las fronteras de Broadway, y grabándose numerosas versiones del mismo por los principales intérpretes de la canción americana y el jazz.

Ogden Nash escribió la letra de la canción incluyendo al comienzo, a sugerencia de Kurt Weill, un verso de Shakespeare, perteneciente al Acto II de “Much Ado About Nothing” (Mucho Ruído y pocas Nueces): “Speak low if you speak love”.

Aquí podemos escuchar “Speak Low” en las voces que estrenaron “One Touch of Venus” en Broadway, Mary Martin y Kenny Baker:



video de varadero 1839

A continuación es Ute Lemper quien nos trae su versión de "I'm A Stranger Here Myself", el primero de los temas que canta el personaje de Venus en la obra, en el que la diosa del Amor, que ha cobrado vida, se sorprende de lo mucho que ha cambiado el concepto del amor en 3.000 años y se pregunta si será algo pasado de moda:



video de isabelrivaud

Y ahora, con un estilo muy diferente, podemos escuchar a la mezzosoprano sueca Anne Sofie Von Otter, acompañada por la NDR Sinfonieorchester dirigida por John Elliot Gardiner, interpretando otra de las canciones de “One Touch of Venus”, en esta ocasión “My Foolish Heart”, donde Venus se muestra angustiada pensando que ha perdido su magia y su encanto y se pregunta por las contradicciones del amor:



video de HaydnFan1732

Finalizo este nuevo post dedicado a Kurt Weill con otra de las infinitas versiones que existen de “Speak Low”. Me ha costado elegir, pero voy a optar por esa magia especial que siempre imprimía a sus interpretaciones la señora Billie Holliday:



video de alxdSilva

No obstante, por si a alguien aún le quedan ganas de más “Speak Low”, pinchando en sus nombres podéis escuchar también las versiones de Sarah Vaughan (fantástica), Mario Lanza, Jane Morgan, Frank Sinatra, Mina, Judy Garland y… ¡el propio Kurt Weill! (con un acento realmente curioso).

10 comentarios:

  1. ¿Y si l'Ava hubiera tenido un poco más de voz? ¿Te lo imaginas?
    A Weill se lo cargaron vilmente cuando se comercializó y dejo "corromper" por el show bussines, pero chico, quién tiene talento, lo tiene y ya sea en la etapa cabaretera berlinesa, como en los glamurosos anuncios luminosos de Times Square, fue un genio.

    ResponderEliminar
  2. Ava tenía la voz suficiente para pedirse otra copa y con eso bastaba.
    El linchamiento a Weill por "comercializarse" es muy injusto. No sólo porque sus creaciones para Broadway tengan una calidad incuestionable, sino porque además yo nunca he creído que se dejase seducir por la comodidad de adaptarse a los cánones del gusto americano, más bien pienso que vio en el teatro musical una vía de evolución natural de su propia experimentación musical, y recaló allí como destino natural. Si se hubiese quedado en Europa posiblemente la evolución hubiera sido distinta, pero siempre he pensado que su inmersión en Broadway no fue por ir a lo fácil, sino por descubrir un campo que le permitió llevar su música hacia donde él quería.
    Luego el tema de los libretos ya sería otro cantar (nunca mejor dicho).

    ResponderEliminar
  3. La verdad es que Brecht en Broadway no cuadraba demasiado y a McCarthy seguro que lo hubiesen gustado los libretos

    ResponderEliminar
  4. Sí, a McCarthy le hubiera encantado tener por allí a Brecht.

    Imagínate, Brecht llegando a NY con Mahagonny bajo el brazo y juntándose con Elia Kazan que luego delató hasta a la gata de su portera...

    ResponderEliminar
  5. Pues será que tengo alma de crítico, pero yo creo que comparando su etapa berlinesa y su etapa americana sí que se nota un bajón de calidad.

    ResponderEliminar
  6. Dejando claro que a mí me gusta más su etapa alemana, yo no creo que haya un bajón de calidad, sino un cambio de rumbo. Weill se zambulle en el musical de Broadway y su música se impregna del estilo y los sonidos del género, pero no creo que su calidad sea inferior, aunque perdiese originalidad.

    ResponderEliminar
  7. Bueno, son distintas formas de decir lo mismo. Pierde frescura y por tanto el resultado es menos interesante, ya que en esta música la frescura es algo imprescindible. No pierde técnica compositiva, pero si sólo nos importase la técnica nos pasaríamos el día escuchando Bach, que está aaños luz del Weill berlinés y del Weill americano.

    ResponderEliminar
  8. A mí el Weill de Alemania y el de Broadway siempre me parecen dos compositores distintos. Mientras el Weill alemán es duro y demoledor, el de Broadway es un elegante melodista que bien podría no llamarse Kurt Weill.
    Ocurre también que cuando trabaja con Brecht, la carga social es muy importante. Nada que ver, por ejemplo, con esta Venus de canciones hermosas e intimistas y bailables en la penumbra.
    Crónica estupenda as always, Atticus. Me ha gustado descrubrir que Shakespeare es el autor de la franse Speak low if speak love. Ya dice Bloom en El canon occidental que Shakespeare está detrás de todo com un gran hacedor.
    ¡Saludos!

    ResponderEliminar
  9. En mi opinión el Weill de Broadway creo que nos da una idea del que hubiera sido en Alemania con el paso de los años, pues también se habría visto influenciado por las nuevas tendencias procedentes de EEUU. Es cierto que en sus composiciones alemanas está el Weill rompedor, diferente, el creador de un estilo supercopiado, pero la evolución de su música en Norteamérica no pierde un ápice de calidad y dificultad y quien quiera comprobarlo no tiene más que escuchar "The firebrand of Florence" (1945-musical muy próximo a la ópera, por orquestación, concertantes, etc.)o la ópera "Street Scene"(1947).

    Pero no hace falta recurrir a ejemplos tan claros de calidad y dificultad. Si se escucha la partitura de "Knickerbocker Holiday" atentamente(1938-con un argumento de auténtica mala l...) oirá unas piezas hijas de las alemanas y sumamente difíciles de interpretar, a pesar de que las más fáciles son para mí las mejores: esa maravilla de música y letra que es "September song" (en boca del personaje histórico Peter Stuyvesant) y la deliciosa "It never was you" que arreglada a su voz cantaba Judy Garland magistralmente en su último film ("I could go on singing"-1963)y que ya anteriormente había incluído en recitales.

    "One touch of Venus" es quizás su partitura más comercial, pero no por ello despreciable y yo creo que Broadway salió ganando con Mary Martin en lugar de Marlene Dietrich, ya que aún no poseyendo su belleza y con un mentón pronunciado por la dentadura postiza que llevaba desde hacía años (y tantas situaciones cómicas llegó a producirle), su voz era de una grandísima calidad, si bien no demasiado potente. Para arreglar lo que la naturaleza no le había dado, la vistieron, maquillaron y peinaron a semejanza de Rita Hayworth, pero más bien parecía una suave parodia de ella.

    No nos olvidemos tampoco de la producción de Weill "Lady in the dark" (1941), uno de los musicales más originales producidos en Broadway y el primero que ha dado origen a un estudio literario sobre su composición, creación escénica, casting y estreno.

    Los argumentos de toda su producción norteamericana no son en absoluto banales y la mayoría son lo suficientemente comprometidos como para inquietar al público estadounidense y máxime teniendo en cuenta que el período de su creación comprende de 1935 a 1950, años sumamente difíciles de guerras y denuncias políticas.

    Los dos últimos títulos de Kurt Weill para Broadway: "Love life"(1948-con un argumento nada convencional) y la comprometida "Lost in the stars" (1949-con el primer Porgy Todd Duncan) demuestran una vez más las ansias de evolución del compositor alemán, incluso en Broadway.

    Es una lástima que no pudiera concluir la partitura de "Huckleberry Finn" porque seguro que hubiera sido interesantísimo comprobar como un compositor alemán se introducía en las raíces musicales de un ambiente tan sumamente americano como el de la novela de Mark Twain.


    Yo, Atticus, soy un grandísimo admirador de Weill y aún valorando
    como corresponde sus composiciones alemanas sigo admirando su producción norteamericana, disfrutando tanto con una como con otra.

    COLBRAN

    ResponderEliminar
  10. Bueno, pues Colbran ha explicado con meridiana claridad lo que yo intentaba decir respecto a la pérdida o no de calidad de la obra de Weill. Gracias por tu, como siempre, instructivo comentario.
    Es verdad, como dice Glòria, que el peso de los libretos de Brecht era mucho y su carga social e implicación política no estuvieron presentes de forma tan potente en la etapa americana de Weill, aunque como bien ha apuntado el maestro Colbran, eso no quiere decir que fueran banales o rechazables.

    ResponderEliminar