martes, 10 de agosto de 2010

SCHIPA ALLA NAPOLITANA


El blog se va a tomar unas pequeñas vacaciones. Espero no tardar demasiado en estar de nuevo por aquí y comentaros algunas cosas de mi excursión a tierras salzburguesas.

Mientras tanto os dejo en buenas manos, en este caso en buena voz. Nada menos que con Tito Schipa cantando algunas canciones napolitanas, cosa que hacía francamente bien.

En primer lugar, podemos escucharle interpretando "Maria Marì" de Eduardo de Capua:



video de fraluy

A continuación, Schipa borda la bellísima "Senza nisciuno", de De Curtis:



video de macciboma

Ahora podemos oirle interpretar la celebérrima "Marechiare" de Paolo Tosti:



video de reduxmisc

Y por último, os dejo con una de mis preferidas, "Dicitencello Vuje", de Rodolfo Falvo. ¡Hasta pronto!:



video de joseca2878

miércoles, 4 de agosto de 2010

DOS ARIAS DE STEFANO DONAUDY

"Taormina con el Etna" - Carl Rottman


Vuelvo a traer al blog a uno de esos compositores que, pese a haber gozado en su momento de cierta fama, hoy son prácticamente desconocidos por la mayoría de los aficionados. En este caso se trata de Stefano Donaudy (1879-1925).

Nacido en Sicilia, hijo de padre francés y madre italiana, comenzó muy joven sus estudios musicales, centrándose sobre todo su labor como compositor en la música vocal, contando en su haber con varias óperas que hoy permanecen en el más absoluto olvido. Precisamente, el fracaso cosechado por la última de ellas, “La Fiamminga”, estrenada en Nápoles
en 1922, fue lo que llevó a Donaudy a abandonar para siempre la composición, falleciendo tres años más tarde en la capital de la Campania.

Pero si por algo es hoy conocido Donaudy es por el conjunto de canciones que agrupó bajo el título “36 Arie di stile antico”, algunas de las cuales han continuado siendo interpretadas hasta nuestros días. Se trata de unas composiciones muy sencillas, en las que fluye naturalmente la exquisita elegancia de sus melodías, llenas de sensibilidad, y que en ocasiones parecen más próximas a la música renacentista o a la barroca que al romanticismo de finales del siglo XIX, y de ahí su nombre. Para ellas contó Stefano con los textos escritos por su hermano, Alberto Donaudy, quien presenta en estas pequeñas piezas una poesía clara y directa que se convierte en el perfecto complemento de la melodía.

“Vaghissima sembianza” se dice que fue compuesta por Donaudy cuando apenas tenía 13
años, siendo numerosos los artistas que la han interpretado desde que se hiciese popular a raíz de la grabación que de ella hizo Enrico Caruso en 1920. En lugar de traer hoy la voz del auténtico Caruso, he optado por elegir la grabación que de este tema hizo en 1959 Mario Lanza, el cantante norteamericano que dio vida precisamente a Enrico Caruso en la inolvidable película de 1951 “El Gran Caruso”, un film que fue el “culpable” de aficionar a la ópera a algunos ilustres cantantes como Carreras o Domingo, y a toda una legión de actuales apasionados por el género, como el amigo Colbran, quien además escribió el pasado año en el blog de Joaquim una memorable reseña de Mario Lanza que os recomiendo leer aquí:



“O del mio amato ben” es probablemente la más famosa de las composiciones de los hermanos
Donaudy y un buen ejemplo de ese eclecticismo entre romanticismo y “música antigua” del que hizo gala el compositor siciliano en estas obras. El comienzo de la pieza recuerda vagamente algunas arias de Vivaldi o Caldara, para, posteriormente, ir evolucionando en un estilo más próximo a la música que le era contemporánea y que no está tan lejos de un Puccini, por ejemplo, sin que esa extraña conjunción resulte incoherente, complementándose perfectamente y constituyendo un vehículo sumamente eficaz para expresar toda la cálida emoción que se encierra en el texto.

Para escuchar esta pequeña joya de Donaudy, he elegido la grabación que hizo en 1935 Claudia Muzio, una cantante por la que siento confesada predilección y que, a la hora de derrochar sensibilidad y contenida pasión con su matizado fraseo, era única:




¡Ay! de mi bien amado he perdido el encanto!
Lejos está de mis ojos
quien me era gloria y orgullo.
Ahora por las silenciosas habitaciones
siempre le busco y llamo
con el corazón lleno de esperanzas...
Pero busco en vano, llamo en vano.
Y el llorar me es tan querido,
que sólo de llanto nutro el corazón.
Me parece, sin él, triste cada lugar.
La noche me parece el día;
el hielo me parece fuego.
Si a veces espero
darme cura,
sólo me atormenta un pensamiento:
pero, sin él, ¿qué haré?
Me parece así la vida
cosa vana sin mi amado.