viernes, 11 de febrero de 2011

ROBERT SCHUMANN: "DICHTERLIEBE".

“Mujer al sol de la mañana” - Caspar David Friedrich

El año pasado se conmemoró el bicentenario del nacimiento de Robert Schumann (1810-1856). El año terminó y no le dediqué en este blog al compositor alemán ni una miserable referencia, así que, aunque fuera de plazo, hoy he pensado en subsanar esta omisión.

Lo cierto es que Schumann nunca se ha encontrado entre mis compositores preferidos. No es que no me guste, ni mucho menos, pero a veces encuentro su obra de un romanticismo tan exacerbado que me resulta empalagoso e incluso desaconsejaría directamente su escucha a diabéticos. Pero es indudable que cuenta con obras bellísimas y, una vez venzo la pereza que me suele acompañar al inicio, es difícil no disfrutar con sus composiciones.

Una de las obras que me acaba reconciliando siempre con Schumann es “Dichterliebe” (Amor de Poeta), que constituye la Opus 48 del compositor, posiblemente su ciclo de canciones más conocido y una de las cumbres del lied romántico alemán.

Fue escrito entre mayo y junio de 1840, uno de los periodos de mayor creatividad del músico y el mismo año en que contrajo matrimonio con Clara Schumann. La obra concebida para voz solista y piano, está constituida por 16 lieder creados libremente sobre otros tantos textos del poeta Heinrich Heine. Estos poemas pertenecen a la serie de 65, más un prólogo, que escribió Heine bajo el título de “Lyrisches Intermezzo”.

Aunque el ciclo ha sido interpretado por todo tipo de voces, parece que originariamente Schumann escribió la partitura para soprano. De hecho, el compositor dedicó su “Dichterliebe” a la cantante Wilhelmine Schröder-Devrient, una famosa soprano alemana de la época que, sin embargo, hoy es más conocida por sus compatriotas gracias al libro presuntamente autobiográfico que se le atribuye (publicado en España como “Memorias de una cantante alemana”) donde narra con todo lujo de detalles las variadas y extravagantes aficiones sexuales de su juventud, convirtiéndose el libro con el paso del tiempo en una de las obras más apreciadas de la literatura erótica germana.

En “Dichterliebe”, Schumann consigue dotar a su música de la extrema sensibilidad de los textos de Heine y engrandece la poesía contenida en ellos, sabiendo extraer todo su potencial musical, ajustando, cuando considera preciso, los versos a las necesidades de su partitura para obtener la línea melódica deseada. Pocos compositores hasta entonces habían logrado una unión tan íntima entre música y poesía. Aquí la poesía musical de Heine y la música poética de Schumann, se funden en un todo indisoluble, enriqueciéndose mutuamente.

Este ciclo nos habla fundamentalmente del amor. Del amor en toda su extensión y desde todas sus perspectivas, desde el enamoramiento inicial, pasando por la plenitud de la dicha alcanzada, la desilusión, la nostalgia y un final donde se vislumbra el reproche y la resignación ante el amor perdido y ante la misma muerte, pero que no está exento de un pequeño atisbo de esperanza. Pese a las diferencias que podemos encontrar entre los 16 lieder, el ciclo está dotado de una unidad dramática estructural y un carácter cíclico que va mucho más allá de ser una simple sucesión de canciones temáticas.

Para lograr transmitir toda la profundidad musical y poética de estos lieder se exige un intérprete que aúne sensibilidad y riqueza de matices con fuerza expresiva y autoridad vocal. Muchos han sido los y las cantantes que han puesto su voz a este ciclo. Yo hoy quería traer aquí una pequeña muestra de algunas interpretaciones de estos lieder en voces muy distintas.

Comienzo con el que posiblemente sea el más grande liederista de nuestra época, el barítono alemán Dietrich Fischer-Dieskau. El cantante, con la belleza de su timbre baritonal, su impoluta dicción y una asombrosa riqueza dinámica, consigue transmitir de manera maestra el apasionado intimismo de la obra de Schumann. A continuación podemos escucharle en el Festival de Salzburgo de 1956, acompañado al piano por Gerald Moore, interpretando los seis primeros lieder del ciclo:


video de FiDiTanzer528

Ese mismo año 1956 y también en el Festival de Salzburgo, el gran bajo italiano Cesare Siepi, acompañado por el piano de Leo Taubmann, interpretaba el lied número 7 del ciclo: “Ich grolle nicht” (No guardo rencor). No era Siepi precisamente un especialista en lied alemán, pero aquí su poderosa y oscura voz, junto a la enérgica música de Schumann, consiguen reflejar el dramatismo de la pérdida del amor y la rabia del despechado:


video de sprichbeeke

Seguidamente podemos escuchar a un tenor, nada menos que a Fritz Wunderlich, acompañado al piano por Hubert Giesen, interpretando el lied número 8: “Und wüßten's die Blumen, die kleinen” (Si las florecillas supieran), en un auténtico derroche de expresividad y sensibilidad:


video de Hypercheiria

Es ahora otro barítono, Thomas Quasthoff, extraordinariamente acompañado por Hélène Grimaud, quien canta el lied nº 10: “Hör' ich das Liedchen klingen” (Escucho el sonido de la cantinela), una breve pero bellísima muestra del saber hacer del cantante alemán que transmite toda la nostalgia y dolor de la página:


video de medicitv

Finalizo con una voz femenina interpretando los tres últimos lieder del ciclo. Se trata de la soprano estadounidense Barbara Bonney, acompañada por el piano de Malcom Martineau,en una actuación en directo en el Châtelet parisino en 2001:


video de lyricholic

Si queréis escuchar el ciclo completo en la voz del tenor Mark Padmore y el piano de Kristiaan Bezuidenhout y ver todos los textos traducidos, podéis acudir aquí, a la entrada que dedicó recientemente Maac en su blog a esta obra de Schumann.

6 comentarios:

  1. Me ha encantado tu homenaje¡¡¡ :-)
    Más vale tarde que nunca ;-)

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  2. qué ganas de leer las memorias de la Guillermina. Precioso post, Atticus, además Wunderlich (lo adoro) i Siepi estan soberbios!

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  3. Precioso, variado, bueno, bonito y barato, pero al lado de lo de Quasthoff (y Grimaud!) lo demás parecen frivolidades. Impresionante. Y no me gusta nada el morbo ni decir esto, pero la malformación de Quasthoff, en este video, te acaba de dar la puntilla. No por pena ni conmiseración, desde luego, sino porque añade una nota de cruel realismo a una interpretación ya tan emotiva que... una pasada.

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  4. Me resulta un compositor difícil pero me encantan sus Escenas de infancia y este precioso Dichterlieber al que dedicas este precioso post.
    Dieschau y Wunderlich están soberbios y no sorprende. A Siepi le he descubierto una forma de cantar que no le conocía.
    Hay que agradecer a Schumann su ayuda a Brahms, su empeño en que Schubert no compusiera sólo para sus amigos. Y yo, muy romántica, pienso en su amor por Klara y en su desdichada muerte de alienado.
    Gracias, Atticus.

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  5. Donde dije "Dichterlieber" debí decir "Dichterliebe". Sorry.

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  6. Santi: Me alegra que te haya gustado. Espero contar con tus comentarios en más ocasiones.

    Kalamar: Wunderlich también es una de mis debilidades. Las presuntas memorias de Guillermina las tienes editadas en La Sonrisa Vertical.

    José Luis: La verdad es que Quasthoff le pone una intensidad enorme, pero hombre, tanto como frivolidades no parecen interpretaciones tan exquisitas como las de Fischer-Dieskau o Wunderlich... Bueno, ya sé que era una exageración.

    Glòria: Para mí también ha sido una sorpresa esta faceta de Siepi.
    Coincido completamente contigo en que, a pesar de no resultarme un compositor cercano, hay que reconocerle muchos méritos en la historia de la música, entre otros los que mencionas. Sin duda.

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