miércoles, 11 de mayo de 2011

EL MÁGICO JARDÍN DE KLINGSOR

Jardines de Villa Rufolo – Ravello - Italia

“El mágico jardín de Klingsor ha sido encontrado”. Esa fue la frase que escribió Richard Wagner el 28 de mayo de 1880 en el libro de registro de visitantes ilustres de Villa Rufolo, en Ravello, una pequeña población de la región italiana de Campania a la que había acudido acompañado de Paul von Joukowsky, un pintor amigo de un hijo de Goethe, que había conocido al compositor pocos meses antes en Nápoles y que acabaría siendo quien diseñaría los decorados para el estreno de “Parsifal”.

Hay distintas versiones acerca de la auténtica influencia que la visión de los jardines de Villa Rufolo tuvo en la versión final de la genial ópera wagneriana. Encontramos desde quien sostiene que la belleza del lugar inspiró directamente al compositor la creación misma de todo el acto II, que se desarrolla en el castillo y jardines encantados de Klingsor; hasta quien afirma que la obra ya estaba prácticamente ultimada y que la frase escrita por Wagner no pasaba de ser más que una cortés muestra de lo mucho que le había gustado ese enclave.


Lo cierto es que Wagner comenzó la composición de “Parsifal”, en la residencia que le había sido cedida en Zurich por Otto von Wesendonck, en abril de 1857 (el día de Viernes Santo si nos atenemos a lo escrito por el propio compositor en su autobiografía “Mein Leben”). Wagner interrumpiría y retomaría la composición en varias ocasiones, hasta que en 1877 se dedicó ya de lleno a ella hasta su estreno en 1882.

Todo indica que cuando Wagner llegó a Ravello el diseño de “Parsifal” difería poco de su versión definitiva, al menos en lo esencial, por lo que no resulta muy creíble que el impresionante acto II se reescribiese a partir de la visión de Villa Rufolo. No es descartable que algún elemento concreto de la obra pudiera retocarse como consecuencia de esa visita, pero lo más razonable parece ser que la influencia del lugar se limitase en su caso al diseño de la escenografía de ese acto II. De hecho, se dice que fueron los dibujos de los jardines que hizo Paul von Joukowsky mientras visitaba Villa Rufolo junto a Wagner, los que llevaron a éste a encargarle el diseño del vestuario y decorados de su ópera.

Así que no sé cuál sería la trascendencia real que tuvo Ravello en Wagner para la creación de su “Parsifal”, pero lo que sí es indiscutible es la influencia que esa historia ha tenido sobre la localidad: calles con el nombre del compositor, establecimientos de lo más variopinto (bares, librerías, hoteles, agencias turísticas) que se llaman Klingsor, Wagner o Parsifal, un festival de música que se celebra todos los años en los jardines de Villa Rufolo en una terraza sobre el acantilado y referencias a la visita wagneriana en todo folleto turístico que se precie.


131 años después de que el genio de Leipzig llegase a Ravello, quise aprovechar mi escapada a la Costa Amalfitana para acercarme yo también a Villa Rufolo. Y la verdad es que la visita valió la pena, aunque nadie me pidiese firmar en el libro de ilustres visitantes ni me surgiese la inspiración para dedicarle a Helga un mísero pasodoble. Pero la experiencia de pasear por ese recinto en un momento en que estaba casi vacío, disfrutando de las increíbles vistas de la costa que se tienen desde los jardines, con la inmensidad del mar al frente, escuchando en mi Ipod el segundo acto de "Parsifal", mientras una fina lluvia comenzaba a caer, fue una vivencia inolvidable y, con o sin la intervención de Klingsor, realmente mágica.



Para finalizar, como no podía ser de otra forma, os dejo con la escena de las muchachas-flor del segundo acto de “Parsifal” de Richard Wagner, en la interpretación de la Orquesta del Festival de Bayreuth dirigida por el legendario Hans Knappertsbusch en 1962, con el tenor americano Jess Thomas como Parsifal y unas muchachas-flor de lujo: Gundula Janowitz, Anja Silja, Else-Margrete Gardelli, Dorothea Siebert, Rita Bartos y Sona Cervená:


video de thehappymonkey

8 comentarios:

  1. No tenía yo en la memoria esta historia sobre Villa Rufolo y Parsifal, me ha encantado leerla, todavía más por haberlo hecho de la mano- batuta- de mi adorado Kna.
    Feliz regreso.

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  2. Nibelungo11/5/11 16:26

    Preciosas fotos.
    La primera podría ser perfectamente la versión mediterránea de un cuadro de Caspar David Friedrich.
    Y mejor música.

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  3. No conocía esta historia. Me han encantado los paisajes. Si no inspiraron a Wagner bien podrían haberlo hecho, a él y a otros muchos. Tu recreación con el Ipod emitiendo parsifal bajo finas gotas de lluvia da envidia...pero celebro que hayas disfrutado.
    Saludos, Atticus!

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  4. Parece inevitable acordarse de Montsalvatge y Montserrat, y del fenómeno Hemingway :-)

    Pero coincido con la envidia de Gloria y si hay ocasión procuraré copiar (también) la experiencia.

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  5. Maravilloso paisaje, pero fíjate que nunca podria asociarlo a la música wagneriana y menos a la música de Parsifal, pero la historia bien merece la pena y tu nos la has contado de maravilla.
    ¿Debes tener más material para sucesivos posts, no?
    Los esperamos con impaciencia.

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  6. Me alegro de que os pasarais bien en el jardín de Klingsor. Quien iba a decir que Klingsor era paisano de Zitronella y Clementina.

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  7. Muy buenas,

    Hermosa locación, me gusta mucho este jardín.

    Saludos,

    sombrillas de brezo

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  8. Saludos, Todo pasa por una razón, bienvenido al blog.

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