miércoles, 23 de noviembre de 2011

"LA CENERENTOLA" (Gioachino Rossini) - Palau de les Arts - 22/11/11


Por primera vez en la breve historia del Palau de les Arts, con el estreno anoche de “La Cenerentola”, se representaba una ópera de Gioachino Rossini en la sala principal del teatro valenciano donde, hasta ahora, se había reservado la producción del compositor de Pésaro a la pequeña sala Martin i Soler y a cantantes del Centre de Perfeccionament Plácido Domingo.

El hecho de que el estreno fuese un martes y que ayer estuviese lloviendo intensamente durante todo el día en la ciudad, contribuyó decisivamente (quiero pensar) a dejar de nuevo los asientos de Les Arts con muchos huecos, estando los pisos altos prácticamente vacíos. En conjunto poco más de media entrada (más Rappel). También pudo verse en el patio de butacas a Carlo Goldstein, el joven asistente de Omer Wellber que, por enfermedad de éste, le sustituyó a última hora en el “Boris Godunov” del pasado domingo, obteniendo un importante e inesperado éxito.

La producción de “La Cenerentola” presentada ayer fue concebida originalmente a finales de los 90 por el reputado regista Luca Ronconi para el Festival de Pésaro, donde se ha convertido en una de sus obras emblemáticas. La dirección de escena de Ronconi, a pesar de los años, conserva bastante frescura y resulta visualmente atractiva, aunque también presenta algunos puntos débiles.

La casa de Don Magnífico es una estancia llena de muebles apilados en diferentes niveles, lo que, si bien permite que en las intervenciones de conjunto la colocación de los cantantes favorezca una mejor distribución de las voces, exige a los intérpretes moverse por el escenario con riesgo de pegarse un buen batacazo. El palacio del príncipe está representado por una habitación de suelos de mármol rodeada de chimeneas, a una de las cuales llega Angelina para asistir al baile transportada por los aires por una cigüeña, en uno de los momentos más espectaculares de la producción.

La transición entre los dos ámbitos escenográficos se lleva a cabo mediante el izado y descenso, a la vista del público, de la plataforma sobre la que se asienta el decorado que representa la casa de Don Magnífico, bajo la cual está el palacio del príncipe. Esto origina largas interrupciones entre cuadro y cuadro, lo que lastra a mi juicio la agilidad de la propuesta, aunque sirva para hacer exhibición de la maquinaria escénica del teatro.

Ronconi ha acentuado con la dirección de actores la vertiente cómica del libreto, con una notable preocupación por remarcar los diferentes caracteres de los personajes, los cuales se ven aún más resaltados por el maquillaje y vestuario, éste por cierto bastante horrible.

En conjunto, una propuesta efectiva y divertida que no llega a entusiasmar, pero que tampoco me parece merecedora de los dos o tres abucheos aislados que se llegaron a escuchar al finalizar la función.

En el apartado musical, el joven director italiano Michele Mariotti debutaba anoche al frente de la Orquesta de la Comunitat Valenciana y he de decir que a mí me gustó. Su lectura de la página quizás no sonase todo lo rossiniana que uno imagina a priori, pero el vuelo lírico que imprimió me pareció más que interesante, alcanzando algunos momentos bellísimos donde la técnica contrapuntística del compositor de Pésaro pudo disfrutarse gracias a la batuta de Mariotti y los excelentes músicos a su cargo, pese a que los solistas vocales no ayudaban mucho, como en el quinteto del primer acto ”Nel volto estatico”. Mariotti marcó atento y con precisión las entradas de los cantantes, y resultaba curioso verle vocalizar el libreto, de principio a fin, mientras dirigía. Es verdad que hubo algunos desajustes y cierto descuido de la tensión en momentos puntuales, pero el conjunto de su dirección me pareció muy notable.

Una vez más fue todo un lujo poder escuchar a la Orquesta de la Comunitat Valenciana rindiendo a un altísimo nivel y, como me comentó un amigo en el entreacto, es inevitable cada día que pasa hacerse la pregunta: ¿cuánto puede durar esto con la que está cayendo? Esperemos que todo el tiempo posible, porque es una gozada poder disfrutar del increíble sonido de esa sección de cuerda que llega a hacer irrelevante casi cualquier referencia anterior que se tenga, o de esas flautas y clarinetes que también destacaron anoche especialmente.

El otro gran pilar de nuestro teatro de ópera, el magnífico Cor de la Generalitat, limitado en esta ocasión a su sección masculina, pese a algún fugaz despiste en el segundo acto ofreció también unas prestaciones dignas de aplauso.

Fue una auténtica pena que el buen rendimiento de orquesta y coro no se viera acompañado por un reparto solista homogéneo que brillase al mismo nivel y, aunque todos pusieron mucha voluntad, el resultado fue muy desigual.

La mezzosoprano Serena Malfi dio vida a la protagonista, Angelina, en lo que suponía su debut en España. Al alzarse el telón fue difícil no acordarse de Cecilia Bartoli por el aspecto físico de la cantante y el color oscuro de la voz con el que afrontó sus primeras notas, pero lamentablemente la comparación con la Bartoli acabó ahí, en breves segundos. La voz de Malfi tiene algunos acentos interesantes en la zona media, pero es muy pequeña, lo que unido a una emisión entubadísima, que parece provenir de la misma nuca, y a su incapacidad de proyectar adecuadamente, hace que quede tapada permanentemente por orquesta, coro y compañeros de reparto. Si la hubiesen sustituido por un muñeco de José Luis Moreno en los concertantes, el efecto hubiera sido el mismo, ella movía la boca pero daba igual que cantase o que mascase chicle. Su rondó final “Nacqui all’ affanno… non piú mesta” fue un cúmulo de despropósitos, agudos calados unos y capados los más, graves eructados, la expresividad de un berberecho cocido, coloratura tramposa, y adornos… los del pelo. Una Angelina francamente decepcionante.

Lo mejor de la noche en el plano solista vino de la mano del tenor ruso Dmitri Korchak, que ya nos enamorase con su Lensky de la pasada temporada y que anoche, aunque no estuvo al mismo nivel, volvió a destacar por encima de sus compañeros de reparto. Su preciosa voz, bien timbrada y rica en armónicos corrió luminosa por la sala. Comenzó un tanto frío, con algún agudo abierto y tirante, pero llegó al final pletórico y en su “Si, ritrovarla io giuro” dio toda una lección de potencia y elegancia belcantista, pese a que las agilidades no sean su fuerte.

Paolo Bordogna fue un Don Magnífico irreprochable en cuanto a lo actoral, con su punto justo de exageración, sabiendo dotar al rol del carácter bufo que requiere, con una interpretación soberbia en lo gestual y en el movimiento escénico. Vocalmente comenzó fatal, desafinando directamente y con dificultades en la emisión, pero poco a poco fue yendo a más y estuvo estupendo en su aria del acto segundo, ayudado siempre por su apabullante dominio de las tablas con el que se metió al público en el bolsillo desde el primer momento.

El barítono Mario Cassi, a quien ya hemos tenido ocasión de escuchar en Les Arts en algún papel como el Valentín de “Fausto”, fue un Dandini lastimoso. El joven cantante italiano puede que dé el pego en algún otro repertorio, pero anoche demostró estar absolutamente negado para el belcanto rossiniano, con ostensible falta de fiato, incapacidad técnica para moverse por las agilidades que exige la partitura, escuchándose todas sus respiraciones cual rebuznos y con continuas pérdidas de impostación. Una auténtica pena porque el papel de Dandini tiene gran importancia y deslució notablemente el conjunto.

El bajo coreano Simon Lim también se encuentra lejos de ser el Alidoro ideal. Tampoco pudo con la coloratura y producto de ello fue que en su aria del acto primero hubo un momento en que perdió a la orquesta produciéndose un evidente desajuste que se corrigió enseguida. Su voz tiene algunas bonitas resonancias en la zona media, pero carece todavía del suficiente peso en la zona grave.

Las dos hermanastras encarnadas por Cristina Faus y María José Moreno cumplieron con corrección, mostrando evidentes limitaciones cuando se escuchaban sus voces en solitario, pero conjuntándose sin embargo ambas a la perfección, sonando preciosas en los dúos.

El público de ayer se mostró bastante frío, no sé si por la humedad que reinaba en el exterior o porque tampoco les estaba gustando mucho el espectáculo, y al final tan sólo fue clamorosa la ovación dedicada a Paolo Bordogna, con fuertes aplausos también para Korchak, Malfi y la orquesta, pero que fueron extremadamente cortos de duración, finalizando antes de bajarse el telón y encenderse las luces, ante cierta perplejidad de todos los que estaban en el escenario. La dirección escénica de Luca Ronconi, representada por su adaptador Ugo Tessitore, fue objeto de generalizados aplausos de cortesía y, como dije antes, de un par de abucheos aislados.

Me gustaría poner de manifiesto, a quien corresponda, que el ruido que se escucha últimamente en la sala principal de Les Arts proveniente del sistema de aire acondicionado está alcanzando unas proporciones muy molestas y el zumbido persistente se oye desde cualquier punto del teatro en cuanto el nivel de la música es bajo.

Por otro lado también quisiera dejar constancia, una vez más, de mi inútil queja por las estúpidas traducciones al castellano de los libretos en la subtitulación, donde siguen obsequiándonos con giros y expresiones “actuales” como: “que se te pasa el arroz” o “me quedo de pasta de boniato”, pretendiendo (supongo) acercar el texto a los más jóvenes o hacerse los graciosillos, pero consiguiendo únicamente sonrojar al público, al que parece que toman por imbécil.

No quiero finalizar sin hacer referencia a un par de noticias de las que tuvimos conocimiento anoche. En primer lugar se ha hecho ya oficial, muy lamentablemente, que Riccardo Chailly no dirigirá en Les Arts la ópera “Ariadne auf Naxos”, de Richard Strauss, prevista para mediados de diciembre, al estar siendo objeto el director italiano de pruebas cardiológicas que le han obligado a cancelar todos sus compromisos para el próximo mes. Ahora queda en manos de la dirección del teatro valenciano decidir si cancela definitivamente la representación, la pospone o busca a otro director con garantías, cosa que en las fechas en que nos encontramos me parece harto difícil.

Por otro lado, ya se van confirmando parte de los repartos previstos para las funciones del Festival del Mediterrani. Para “Il Trovatore” se anuncia que Jorge de León estará acompañado por la soprano italiana María Agresta y por el barítono Sebastián Catana. En “Medea”, Violeta Urmana asumirá el papel protagonista, anunciándose a María José Montiel como Neris, Ofelia Sala como Glauce, y del elenco masculino nada se sabe aún. Y para “Tristán e Isolda” la protagonista femenina será Jennifer Wilson, con Ekaterina Gubanova como Brangane y el barítono británico James Rutherford, intuyo que como Kurwenal.

Veremos en qué queda todo al final.

jueves, 17 de noviembre de 2011

"SILENT NOON" - RALPH VAUGHAN WILLIAMS

"Bendita Doncella" (detalle) - Dante Gabriel Rosetti - 1875 - Fogg Art Museum.


Al igual que supongo que les pasará a otros muchos aficionados a la música clásica, mi primer contacto del que soy consciente con las obras del compositor inglés Ralph Vaughan Williams (1872-1958), vino de la escucha, en el mítico programa Clásicos Populares, de su “Fantasía sobre un tema de Thomas Tallis”, una música que luego volvería a redescubrir unos años después como motivo principal de la banda sonora de la película de Gonzalo Suárez “Remando al Viento”.

Y, por cierto, una de las cosas que siempre me ha llamado la atención de este compositor es cómo pronuncian su nombre sus paisanos (algo así como Reif Vonn Uiliams) lo que me ha proporcionado más de un equívoco en alguna tienda de discos londinense.

Ralph Vaughan Williams es universalmente conocido, sobre todo, por su producción sinfónica, pero en el terreno de la canción cuenta también con un importante número de obras, habiendo escrito a lo largo de su vida alrededor de ochenta, algunas de ellas merecedoras de una mayor repercusión, especialmente fuera de las fronteras de las islas británicas donde sí han alcanzado cierta popularidad.

El interés de Vaughan Williams por la canción no se limitó a dar rienda suelta a su creatividad con esas composiciones, sino que además fue un recopilador casi compulsivo de canciones populares inglesas y se habla de su afición a viajar por los pueblos de la campiña en busca de nuevas piezas que añadir a su colección.

En 1904, Vaughan Williams escribe el ciclo para voz y piano “The House of Life”, integrado por seis canciones que compuso a partir de la colección de sonetos del mismo título que escribiese el poeta y pintor prerrafaelita londinense Dante Gabriel Rosetti (1828-1882). El soneto XIX de esa colección es el titulado “Silent Noon”, y sobre sus versos Vaughan Williams compondría la segunda de las canciones del ciclo “The House of Life”, que es la que quería traer yo hoy al blog, y que constituye una de las más célebres y bellas de cuantas escribió, siendo la única canción del ciclo en ser publicada e interpretada con anterioridad y de forma independiente a éste.

En esta creación de Vaughan Williams, el compositor no trata tanto de transcribir en frases musicales los versos de Rosetti, describiendo lo que allí se va narrando, cuanto de transmitir al oyente emociones. En concreto la sensación de paz y comunión con el ser amado y la naturaleza que se desprende del poema, para hacernos partícipes, junto a sus protagonistas, de ese momento imborrable en que la felicidad interior de los amantes encuentra su marco perfecto en el silencioso y reposado mediodía.

La versión que he elegido es una de mis favoritas y corresponde a la grabación que hiciese en 1952 la genial Kathleen Ferrier junto al pianista Frederick Stone. La belleza de la oscura y peculiar voz de la contralto británica y su desbordante expresividad hacen difícil encontrar una interpretación más emocionante de esta preciosa canción de Vaughan Williams:


video de andigrim007

"SILENT NOON" (Mediodía Silencioso)
Your hands lie open in the long fresh grass,
The finger-points look through like rosy blooms:
Your eyes smile peace. The pasture gleams and glooms
'Neath billowing skies that scatter and amass.
All round our nest, far as the eye can pass,
Are golden kingcup fields with silver edge
Where the cow-parsley skirts the hawthorn hedge.
'Tis visible silence, still as the hour glass.
Deep in the sunsearched growths the dragon-fly
Hangs like a blue thread loosened from the sky: -
So this winged hour is dropt to us from above.
Oh! clasp we to our hearts, for deathless dower,
This close-companioned inarticulate hour
When twofold silence was the song of love.
----------------
Tus manos están abiertas en la larga y fresca hierba,
las puntas de tus dedos parecen brotar como flores rosadas.
Tus ojos sonríen en paz. Los pastos relucen y se oscurecen
bajo las ondulantes nubes que se dispersan y agrupan.
Alrededor de nuestro nido, hasta donde el ojo alcanza,
hay campos dorados de caltas, con bordes plateados
donde el perifollo bordea el seto de espino.
El silencio es visible, inmóvil como el reloj de arena.
En lo profundo de los brotes que buscan el sol
la libélula cuelga como un hilo azul lanzado del cielo.
De igual modo, esta hora suspendida gotea sobre nosotros.
¡Oh! Aferrémonos a nuestros corazones, para recibir esta dote inmortal,
esta hora inarticulada en compañía,
cuando el silencio de los dos era una canción de amor.

domingo, 6 de noviembre de 2011

"BORIS GODUNOV" (Modest Mussorgsky) - Palau de les Arts - 05/11/11


Ayer, por fin, en una noche más fría de lo esperado, dio comienzo la temporada de ópera 2011-2012 en el Palau de les Arts de Valencia con el estreno de la obra de Modest Mussorgsky “Boris Godunov”, una de las composiciones emblemáticas del género operístico ruso.

Lamentablemente se vieron demasiados huecos en la sala principal de Les Arts para ser la función de inauguración de la temporada. Faranduleo de todo a cien, politiqueo y gorrones varios no faltaron, claro, con la presencia en el palco por vez primera del nuevo President de la Generalitat, Alberto Fabra, y una corte de carguitos y pelotas que le seguían permanentemente, entre ellos la consellera de Cultura Lola Johnson.

Pero, como decía antes, lo más preocupante fue ver más asientos vacíos de lo que es normal en un estreno de comienzo de la temporada, y esa es la peor noticia posible en la situación actual de incertidumbre sobre su futuro en que se encuentra el teatro valenciano. Y encima, en una obra que no es de las más fáciles y con tanto gorrón poco cultivado, tras el descanso los vacíos aumentaron.

Pero bueno, entrando ya en lo importante, esta coproducción del Palau de les Arts con la Fondazione Lirico Sinfonica Petruzzelli e Teatri di Bari y con el Teatro Regio di Torino, inauguró precisamente también la pasada temporada en este último. La versión ofrecida en Les Arts, como ya sucediera en Torino, es la original concebida por Mussorgsky en 1869, omitiendo por tanto el bellísimo acto polaco introducido en 1872, aunque se ha añadido el cuadro del bosque de Kromy con el que finaliza esa versión de 1872, pero intercalada antes del cuadro de la muerte de Boris. En cualquier caso, para conocer más sobre las versiones de “Boris Godunov” y sobre la obra misma, os recomiendo pasar por el blog de maac, de quien también os recomiendo leer la estupenda crónica que ha hecho de este estreno y que podéis ver aquí.

La dirección escénica e iluminación han corrido a cargo del director de cine ruso Andréi Konchalovski. Se caracteriza su puesta en escena por una escenografía de Graziano Gregori muy escueta, apenas unas plataformas móviles inclinadas que consiguieron algunos efectos visuales interesantes, como la caída final del trono a la muerte de Boris o la salida de éste en la escena de la coronación, y tan sólo unos pocos objetos de mobiliario que servían para distinguir en medio de tal sobriedad escénica los distintos espacios físicos en que se desarrollan los cuadros de la obra. Se ha dejado que lo primordial sea la música, el canto y la expresión de las emociones, el mundo interior de los personajes, siendo el vestuario realista de Carla Teti el único vehículo que nos remite a la época y lugar en que se desenvuelve la acción, sirviendo también para marcar las diferencias sociales existentes en la población de la Rusia zarista.

La espléndida iluminación ayuda también a remarcar la carga emocional de las situaciones que viven los personajes y proporciona algunos sugerentes juegos de luces y sombras, como ese gran momento en que el trono de Boris proyecta su larga sombra sobre el escenario.

Todo eso es importante en una obra con una carga psicológica tan fuerte como es esta, pero requiere, además, de unos intérpretes sólidos en el aspecto expresivo, y sobre todo de una dirección de actores coherente y trabajada. Y precisamente en ese punto creo que es donde la propuesta de Konchalovsky convence definitivamente. Se aprecia un consistente trabajo actoral con los cantantes, que resulta especialmente significativo en los movimientos de las masas corales, habiéndose extraído toda la potencialidad teatral del coro, con la dificultad añadida en este caso de su abultado número de componentes y de tener que actuar entre plataformas móviles. Todas estas circunstancias están resueltas con maestría y posiblemente la experiencia cinematográfica del director ruso haya tenido mucho que ver en el innegable éxito que obtuvo ayer la dirección escénica.

Omer Wellber ha iniciado su primera temporada como titular de la dirección musical de Les Arts con una auténtica prueba de fuego como es “Boris Godunov”. El israelí cuenta con una baza importantísima a su favor como es la de tener bajo sus órdenes a una agrupación excepcional como la Orquestra de la Comunitat Valenciana y con una partitura como la de Mussorgsky llena de fuerza dramática de principio a fin, y es indudable que con esos mimbres el cesto no podía ser demasiado malo. Es verdad que dio la impresión el israelí de comenzar un poco perdido y su dirección me pareció por momentos más rutinaria que intensa, pero en conjunto creo que pasó la prueba con nota, sabiendo mantener la tensión dramática y con momentos en los que hizo brillar especialmente a la orquesta, como la escena de la coronación. Mantuvo en todo instante una impecable conexión entre foso y escena y yo le criticaría un cierto descontrol en el abuso de decibelios, que tapó a los solistas en no pocas ocasiones.

Los movimientos que ha habido en la Orquestra de la Comunitat Valenciana durante estos meses entre temporada y temporada, afortunadamente no parecen haber menguado la excelencia de la agrupación, que ayer volvió a maravillar con la exquisitez de su sonido, con una sección de cuerda que sigue estando en estado de gracia y donde quiero destacar a las violas que tuvieron un par de intervenciones de auténtico lujo. Igualmente merecen destacarse las actuaciones solistas del oboe de Christopher Bouwman y la flauta de Álvaro Octavio.

El nunca suficientemente alabado Cor de la Generalitat tenía aquí una obra propicia para el lucimiento, donde el pueblo ruso se convierte en el auténtico protagonista de la ópera, y lo consiguió con creces, y ello pese a que en esta ocasión la prueba se complicaba más, tanto por la complejidad del idioma, como por esa escenografía móvil que exigía una atención permanente al movimiento escénico. Un empaste impecable, con la rotundidad que exige la partitura, y una actuación teatral excelente fueron claves para que lograsen transmitir de forma idónea el lamento y la rabia de un pueblo ruso permanentemente oprimido.

Las mismas alabanzas las hago extensivas a los jóvenes integrantes de la Escolania de la Mare de Déu dels Desemparats y de Pequeños Cantores de Valencia, que llevaron a cabo una labor magnífica.

En una ópera como “Boris Godunov”, donde se incide tanto en lo más íntimo de la personalidad del personaje principal, se requiere un cantante que sea capaz de transmitir con su voz todas las emociones, sabiendo combinar la vertiente más humana del mandatario y su atormentado remordimiento, con su crueldad y ambición. El bajo Orlin Anastassov quizás sea demasiado joven para el papel, pero esa no es su principal carencia, lo cual además compensa con su impresionante envergadura física. Es verdad que el búlgaro tiene una voz realmente bonita, de acentos claramente eslavos, y es un estupendo cantante que hizo un notable trabajo para acentuar los matices del papel, pero su timbre es posiblemente más claro de lo deseable y le falta claramente rotundidad vocal, especialmente en la zona más grave, presentando problemas para proyectar adecuadamente, por lo que, lamentablemente, en muchos momentos se vio tapado por la orquesta y eso en un Boris es imperdonable. No obstante, su rendimiento fue bueno y, hoy por hoy, quitado René Pape, no se me ocurren muchos más nombres que pudieran mejorar el resultado.

El tenor austriaco Nikolai Schukoff, que ya me sorprendiese muy favorablemente como Narraboth en la “Salome” de hace dos temporadas, fue un Grigori (falso Dmitri) de muchos quilates. Su potente voz lírica, de gran belleza, corría con facilidad por la sala y se imponía a la orquesta. Fue una lástima la supresión del acto polaco, porque allí hubiera tenido territorio para lucirse mucho más.

El veterano Vladimir Matorin, con una voz ya no tan fresca como antaño, pero conservando sus resonancias de auténtico bajo ruso y un gran volumen, compuso un Vaarlam excepcional, ayudado además por una interpretación magnífica como actor.

Excelente también fue la actuación de Ilona Mataradze como Xenia, deleitándonos con una preciosa voz cristalina que adornó con unos soberbios matices. Somos ya muchos los que pensamos que esta cantante merece papeles de mayor envergadura.

Aunque las voces infantiles no son precisamente mi debilidad, agradecí en este caso que el papel de Fiódor fuese interpretado por un niño contralto, Iván Khudyakov, en lugar de por una cantante femenina travestida.

El resto de solistas, como el Pimen de Alexánder Morozov o la Posadera de Nadezhda Serdiuk se mantuvo en un buen nivel. Emilio Sánchez, como de costumbre, mejor como actor que como cantante; más flojete me pareció Andréi Zorin como el Idiota, pero al fin y al cabo, haciendo de idiota no desmerecía demasiado; y caso aparte fue Konstantín Plúzhnikov, un deplorable Shúyski, que me hizo dudar de si realmente era un tenor profesional o un payaso del circo instalado actualmente frente al Palau de les Arts que se había colado allí de rondón.

Fuertes ovaciones premiaron la actuación de todos los artistas, siendo especialmente reconocidos Matorin y Anastassov. Patética era la imagen que presentaba el patio de butacas cuando los escasos cinco minutos de aplausos estaban finalizando, pues apenas una veintena de personas quedaban en la platea.

Una de las primeras en salir a la carrera fue la concejala de cultura y presidenta del Palau de la Musica de Valencia, Mairen Beneyto, quien por cierto no dejo de juguetear con su teléfono móvil durante toda la función molestando con su luz, y las prisas en salir de allí desde luego no serían por encontrar un taxi, pues tenía su coche oficial esperando fuera, igual que el resto de carguetes, lo cual, aprovecho para decir, que me parece vergonzoso e irritante con la que está cayendo.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

ME PONGO COLORADO CUANDO TE MIRO (I)


Con este título quiero iniciar hoy una serie de entregas en las que iré dando a conocer, con suficiente distancia entre una publicación y la siguiente para permitir nuestra recuperación cerebral, algunos videos en los que artistas consagrados del mundo de la ópera nos sorprenden perpetrando actuaciones sonrojantes, bien por dedicarse a hacer cosas que no son precisamente las suyas o porque se acompañan en sus interpretaciones por quien no deben, dejando así una tacha indeleble en su historial sin que sepamos muy bien a qué se ha debido semejante incursión en las profundidades del Averno: ¿a la falta de dinero?, ¿a agentes sádicos y despiadados?, ¿a apuestas perdidas en una noche de borrachera?, ¿a traumatismos craneoencefálicos?...

Desde ya os digo que las autoridades sanitarias desaconsejan el visionado de estos videos de un tirón sin ansiolíticos a mano y lo prohíben directamente a personas con enfermedades del sistema nervioso o con oído absoluto.

No hay duda de que uno de los habituales de esta sección será el siempre admirado Plácido Domingo, quien, en su versatilidad artística, ha incurrido en múltiples ocasiones en cosas que no le hacían ninguna falta y que han coloreado inevitablemente las mejillas de sus admiradores. Ahí está por ejemplo este video del tema de Manuel Alejandro “Soñadores de España”, toda una leyenda, grabado por el tenor madrileño junto a Julio Iglesias. Sobran las palabras:


video de NECA1629

Rolando Villazón no necesita tampoco muchas compañías para sacarnos los colores por menos de nada, pero si encima se une al espeluznante Andrea Bocelli y a esa especia de ovejita lucera llamada Katherine Jenkins para maltratar “Non ti scordar di me” (No me olvides), de Ernesto de Curtis, los resultados son dignos del título de la canción. Efectivamente se hace difícil olvidarnos de esto:


video de lovinthe80s1

Luciano Pavarotti es otro cantante que tiene material para protagonizar él solito esta sección. Ya lo iremos viendo, pero para ser el primer día podemos empezar disfrutando de esta actuación al lado de Barry White en “You’re the first, the last, my everything”. Se le ve completamente fuera de lugar, tenso y parece decir ¿quién me mandaría a mí…?. En la salida de los inmensos cantantes a escena no se sabe si van a cantar o a protagonizar un combate de Pressing Catch:


video de tonyontele

Si uno se empeña en actuar con su pareja aunque esta tenga la musicalidad de una ameba sorda, pues le puede pasar lo que a Dmitri Hvorostovsky en este dúo de “La Viuda Alegre” de Franz Lehar. El ruso no comienza tampoco muy bien, la verdad, pero cuando entra en acción su esposa Florence, la vergüenza ajena se adueña de la sala y ellos allí, tan contentos y enamorados mientras el mundo se hunde a su alrededor:


video de MARISOLDELMONACO

Y es que lo de ir por ahí con la familia tiene estas cosas. Aquí tenemos también una actuación de la gran Montserrat Caballé con su hija Montserrat Martí. Pero eso no es lo peor, sino que ambas además están acompañadas por Al bano, y todos juntitos se lanzan con el “Ave María” de Gounod, y claro, pasa lo que pasa. Afortunadamente el video se corta antes del final:


video de PugliaLiveNet

Y voy a finalizar por hoy este festival del horror con mi querida Anna Netrebko, que lamentablemente tampoco se libra de la vergüenza ajena. Para ejemplo valga este suculento video en el que la soprano rusa acompaña a ese ser vivo con orejas y de fino estilismo (curiosa mezcla entre tertuliano de La Noria, Pumuki y José Luis Rodríguez “El Puma”), que se hace llamar Philip Kirkorov, interpretando (o lo que sea) esa cosa que pretende ser una canción llamada “La Voz”. Dicen que el video tardó dos meses en montarse (intuyo que por el irremediable fallecimiento de los sucesivos montadores) y que tuvo que grabarse en un solo día por los muchos compromisos de los cantantes (aunque supongo que el mayor compromiso sería el de Netrebko de salir corriendo de allí cuanto antes). El resultado final no tiene desperdicio… bueno, más bien todo él es puro desperdicio:


video de kirkorovofficial