martes, 7 de febrero de 2012

"IOLANTA" (Piotr Ilich Tchaikovsky) - Palau de les Arts - 31/01/12


Hace ya una semana que tuvo lugar, en el mal llamado Auditorio del Palau de les Arts, la representación de la ópera “Iolanta”, de Tchaikovsky, en versión concierto. Mis obligaciones laborales, preciado tesoro hoy en día, me han impedido hasta ahora traer aquí mis impresiones sobre una función que quería reseñar, aunque fuese brevemente, por el buen nivel de lo escuchado.

Me hacía mucha ilusión ver esta “Iolanta” ya que es una obra por la que siempre he sentido especial debilidad. Indudablemente, dentro de las óperas de Tchaikovsky no está al nivel de un “Eugene Oneguin” o de “La Dama de Picas”, pero musicalmente es bellísima, con algunos fragmentos realmente inspirados. El libreto ya es otro cantar, pues, pese a las sesudas interpretaciones que se han venido queriendo hacer de esta historia, a mí siempre me ha parecido un cuento de hadas bastante tontainas.

El que se representase en versión concierto me motivaba más bien poco, pero después de haber asistido apenas tres días antes al “Don Giovanni” escenificado con la deleznable dirección de Jonathan Miller, aquello no podía ser peor. Y efectivamente, no sólo no fue peor, sino que hubo bastante más movimiento y expresividad en la versión en concierto de “Iolanta” que en la gélida defecación mental con la que nos ha estafado Miller. Y los cantantes, pese al poco espacio existente, procuraron moverse y actuar en función de lo que cantaban, lo cual hicieron además con notable entrega y fuerza expresiva.

Esta representación respondía a un acuerdo de intercambio entre el coliseo valenciano y el Teatro Real de Madrid, por lo que Coro y Orquesta no fueron los titulares de Les Arts, sino los del teatro madrileño (Coro Intermezzo y Orquesta Sinfónica de Madrid), bajo la dirección del griego Teodor Currentzis.

Me gustó bastante el trabajo de batuta llevado a cabo por Currentzis, quien hizo una lectura muy detallista y meticulosa de la partitura de Tchaikovsky, a la que consiguió dotar de notable aliento lírico, logrando transmitir toda la emoción y tensión requeridas, cuidando las dinámicas y estando siempre extraordinariamente pendiente de los cantantes, ajustando los volúmenes de la orquesta a las características de éstos.

En contra de Currentzis tan sólo señalaría el hecho, que parece haber sido decisión suya, de que, poco antes del final de la obra, se haya incluido un coro a capella de Querubines perteneciente a otra obra de Tchaikovsky, “La Liturgia de San Juan Crisóstomo”. Independientemente de la mayor o menor belleza del fragmento, me pareció que es un pegote que rompe completamente la tensión dramática sin venir a cuento.

La Orquesta Titular del Teatro Real rindió a un buen nivel, especialmente las maderas, aunque resultó inevitable echar de menos las voluptuosas y precisas sonoridades a las que nos tiene acostumbrados la Orquesta de la Comunitat Valenciana.

Otro tanto puede decirse del Coro Intermezzo respecto al Coro de la Generalitat, aunque ofrecieron unas muy buenas prestaciones, especialmente en el pegote de “La Liturgia de San Juan Crisóstomo” incluido justo antes del final.

El nivel de los solistas vocales fue, en líneas generales, muy notable. La protagonista femenina fue la soprano Ekaterina Scherbachenko, quien supo infundir al personaje de Iolanta toda la inocencia y candidez requeridas, luciendo una voz lírica, de bello timbre, a la que tan sólo hay que reprochar su cortedad en el registro agudo donde pasó más de un trance comprometido.

Destacó por méritos propios el bajo ruso Dmitri Ulianov en su papel de rey René, contundente vocalmente y derrochando expresividad, alcanzando las más altas cotas de emoción de la noche en su apasionada aria.

El barítono Maxim Aniskin, como Robert, encandiló al público con su potencia y entrega; como también hizo el veterano bajo Sir Willard White, como Ibn-Hakia, pese a que acuse el paso de los años.

El complicado rol de Vaudemont fue encarnado por el tenor checo Pavel Černoch, quien compensó sus carencias con una inteligente técnica y apasionada ejecución.

Muy correctos todos los secundarios, destacando la mezzosoprano rusa Ekaterina Semenchuk, con una zona central de indudable belleza. Semenchuk parece ser precisamente la Azucena anunciada en Les Arts para “Il Trovatore” que podremos ver en junio, papel muy exigente para el que me da un poco de miedo después de haberle escuchado algunos graves de camionero bastante feos.

Como era de esperar en una versión concierto un día laborable y con una ópera no demasiado popular, el aforo del infame Auditorio presentaba bastantes huecos. No obstante, el público presente, entre quienes se pudo ver a Gerard Mortier y a la soprano Anna Samuil, tuvo un comportamiento irreprochable, mucho más silencioso y respetuoso que de costumbre y se mostró eufórico al final, ovacionando largamente con fuerza a todos los participantes, especialmente a los miembros del Coro, escuchándose a la salida comentarios muy elogiosos de la, hasta entonces para muchos de ellos desconocida, obra de Tchaikovsky.

Es curioso que, en lo que llevamos de temporada, dos de los mejores momentos vividos han tenido lugar en versiones concierto, esta “Iolanta” y “Ariadne auf Naxos”. Eso no es fruto de la bondad de este tipo de versiones frente a las escénicas, sino del gran nivel musical que han tenido y lo poco que las puestas en escena presentadas hasta ahora han contribuido a elevar la calidad de los espectáculos escenificados. Es más, horrendos engendros mentales como el “Don Giovanni” de Jonathan Miller, son capaces de hundir una obra maestra. Pero la solución no es hacer más versiones concierto, sino contratar registas medianamente serios y competentes.

Para finalizar os dejo con dos fragmentos de "Iolanta". En primer lugar podemos escuchar la interpretación que hace el gran Nicolai Ghiaurov del aria del rey René:



video de guadalupe8311

Y termino por hoy con el bellísimo dúo entre Iolanta y Vaudemont, en la interpretación que llevaron a cabo Anna Netrebko y Piotr Beczala el pasado año en Salzburgo:


video de kurmachev

3 comentarios:

  1. Por no haber organizado bien mi agenda tuve que perderme esta Iolanta y no sabes cómo lo siento. Es una ópera que no conozco muy bien y no se suele programar habitualmente. Ocasión perdida. Para más inri estuvo bien. En todo caso me alegro de que disfrutarais.

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  2. Yo también lamento no haber podido asistir, pero me alegro mucho de que te gustase. y suscribo tus palabras cuando hablas de las versiones concierto y las buenas y malas puestas en escena. No me gustan las versiones concierto, y aún menos si se cambia una sala de excelente sonoridad por otra tan deficiente como el auditorio de Les Arts.

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  3. Maac y Titus: Se os echó de menos y la verdad es que estuvo francamente bien.
    Sólo falló, como siempre, la repugnante acústica de este excremento calatravil al que en lugar de llamarle Santi, como su papá, le llamaron Auditorio, para mofa, befa y chirigota del mundo entero...
    Y la sala principal vacía...

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