sábado, 30 de junio de 2012

AVANCE SOBRE LA TEMPORADA 2012-2013 EN LES ARTS


Ayer tuvo lugar en el Palau de les Arts la primera de las dos jornadas de puertas abiertas en lo que han dado en bautizar como “Nit a les Arts”, un recorrido en el que se da a conocer, a grandes rasgos, los entresijos técnicos y artísticos del coliseo valenciano. La invitación de una buena amiga permitió que me acercase a vivir una experiencia que me atrevo a calificar como una buena iniciativa de cara a intentar atraer nuevo público operístico, aunque hay cosas que se podían haber hecho un poco mejor.
Se colocaron unos asientos  para el público en el escenario, donde una voz en off explicaba el funcionamiento de la maquinaria escénica y se proyectaban algunos videos, de una calidad bastante mala, con imágenes de distintas óperas representadas a lo largo de la historia del teatro. Luego, alumnos del Centre de Perfeccionament Plácido Domingo acompañados al piano por José Ramón Martín, interpretaron unos fragmentos de óperas de las que posteriormente hablaré, aunque pienso que hubiese sido mejor en este instante haber llevado al público a los asientos de la sala y que los cantantes ejecutasen sus piezas de cara a ésta, para conseguir una mejor proyección de sus voces.
Finalizado este trámite, te dejaban suelto por otros espacios de Les Arts como el hall, donde había una exposición del vestuario utilizado en algunas producciones; las terrazas superiores, donde se había instalado un bar chill out, y el Restaurante Los Toros o la cafetería de la octava planta, donde había actuaciones musicales.
Ya digo que no me parece mal este tipo de iniciativas para acercar la actividad operística al ciudadano que no frecuenta el género y todo lo que se haga en esta línea es positivo.
De cualquier forma, si he querido hacer esta reseña en el blog ha sido sobre todo porque, aunque en Les Arts todo es posible, si no nos han engañado a los asistentes, podemos tener ya una idea de por dónde puede ir la próxima temporada operística valenciana. Y es que, como presentación a la actuación de los cantantes del Centre de Perfeccionament, la voz en off anunció que se iban a interpretar algunos fragmentos de “óperas que podrán verse en este teatro la próxima temporada 2012-2013”.
Bueno, pues si aceptamos que esto es verdad, cosa que ya digo que con Les Arts es mucho aceptar, la próxima temporada podría estar integrada por títulos como “Rigoletto” de Giuseppe Verdi, que ya se sabía que será el que abra la temporada. De Verdi también se han cantado fragmentos de: “Nabucco”, “Falstaff” y “Otello”. Mucho Verdi parece, y Verdi del bueno, para conmemorar el centenario de su nacimiento. Sin embargo, no han aparecido fragmentos de “I due Foscari”, ópera también de Verdi que parecía claro que podría venir el año próximo, con Plácido Domingo cantando otro papel para barítono, el de Francesco Foscari.
Lo de “Otello” hace tiempo que se venía comentando y se hablaba de que el protagonista podía ser Jorge de León, pero, hace unas semanas, en un encuentro con el tenor tinerfeño programado dentro de las actividades del recientemente finalizado V Festival del Mediterrani, De León manifestó expresamente: "Dudo de hacer Otello ahora. No tengo una decisión clara para un papel tan complicado. Hay otros roles que quiero debutar, como Calaf; pero Otello es complicado. No quiero tener prisa de momento, quiero tener más experiencia. En este momento lo veo muy difícil". Pues nada, ya veremos.
Otras obras de las que se han interpretado fragmentos y que se supone que podrían venir a Les Arts son: “La Bohème”, de Puccini; “Los cuentos de Hoffmann”, de Offenbach; y “La Flauta Mágica”, de Mozart.
Si se confirman estos títulos, nos encontraremos con un abono interesante pero que dejaría de lado el riesgo para apostar claramente por los grandes títulos con tirón popular, buscando incrementar la asistencia de público. De cualquier forma, antes de hacer ninguna valoración esperaremos a que la Intendente Helga Schmidt haga pública en los próximos días la programación oficial  del Palau de les Arts para la temporada 2012-2013.

lunes, 25 de junio de 2012

"TRISTAN UND ISOLDE" (Richard Wagner) - Palau de les Arts - 23/06/12


El pasado sábado 23 de junio, mientras toda España estaba pendiente de cómo los de La Roja derrotaban al gabacho y se acababan ya para siempre todos los males del país, el Palau de les Arts de Valencia estrenaba la última de las óperas programadas en el V Festival del Mediterrani. En esta ocasión el coliseo valenciano volvía al repertorio wagneriano con la representación de una de las obras maestras del genio de Leipzig, “Tristán e Isolda”. Eso sí, en el infecto Auditorio superior de Les Arts y en versión concierto. Bueno, sería más correcto decir: "versión semi escenificada con atriles, para solistas, coro, orquesta y fuegos de artificio".

Desde este blog vengo denunciando permanentemente que desde la dirección de Les Arts sigan empeñados en programar óperas en un recinto que no reúne unas mínimas condiciones acústicas. Este hecho no nos lo hemos inventado cuatro raritos con una especial sensibilidad en las orejas, sino que todos los músicos o cantantes con los que he tenido ocasión de hablar del tema han coincidido en calificar la acústica del Auditori como pésima e indigna del nivel que pretende tener el teatro.

Desde que el Palau de les Arts inició su actividad, las óperas en versión concierto se han venido representado en el Auditori, pese a disponer de una sala principal de excelente acústica. Con la crisis y los recortes económicos, este tipo de versiones han ido adquiriendo una mayor importancia dentro de la temporada y cada vez son más las ocasiones en que nos vemos obligados a visitar el maldito Auditori.

Últimamente, parece que en Les Arts han adquirido conciencia de que a los aficionados nos gustan poco las óperas en versión concierto y la propia Intendente Helga Schmidt ha anunciado que en las próximas temporadas, pese a la crisis, habrá menos representaciones de este tipo.

Todo esto probablemente sea lo que ha originado que, a última hora, deprisa y corriendo, hayan decidido que, en lugar de ofrecer “Tristán e Isolda” en versión concierto tal y como estaba previsto, se haya ideado una pequeña escenografía, iluminación y movimiento escénico para animar un poco la cosa. Los propósitos de la idea son buenos y el trabajo realizado aceptable, pero los resultados me han parecido lamentables.

Y es que, señora Schmidt, es verdad que nos gustan poco las óperas en versión concierto, pero lo que menos nos gusta de todo es que sigan utilizando el Auditori. Ese es el principal problema. La propuesta presentada el sábado, si hubiera tenido lugar en la sala principal, con cada cosa en su sitio: la orquesta en el foso y los solistas y coro en el escenario, hubiera estado hasta bien, pero lo ocurrido en el Auditori el sábado fue una absoluta vergüenza.

Se ubicó a la orquesta, compuesta para la ocasión por alrededor de un centenar de músicos, ocupando la totalidad del escenario, habilitando la zona superior a éste, destinada habitualmente al coro, para la colocación de una plataforma con barandilla, que asemejaba la proa de un barco, como espacio escénico en el que se desarrollaba la actuación de los cantantes. Esto originó varios problemas.

El primero y principal es que en la mitad baja del Auditori, que es la zona de mejor acústica, al estar las butacas al nivel de una orquesta wagneriana y los cantantes a un nivel superior y detrás de aquélla, costaba oir las voces, que eran tragadas por la orquesta pese a que el maestro Mehta procuraba moderar los volúmenes. Era como escuchar una ópera de Wagner desde el foso orquestal. Por el contrario, en la parte media-alta del recinto, se escuchaban mejor las voces solistas, pero al ser la zona de peor acústica, la conjunción con la orquesta era igual de mala que siempre.

Otro de los problemas es que a los espectadores de las butacas de las primeras filas centrales del Auditori, Zubin Mehta y los músicos les tapaban parcialmente la visión de la zona habilitada para los cantantes.

Otro más, fue que al coro no le quedaba sitio disponible, por lo que cuando tenían que intervenir salían por una puerta lateral a la carrera, haciendo ruido, y se ubicaban apiñados junto a un extremo de la orquesta, volviendo a desaparecer, tras sus intervenciones, corriendo y haciendo más ruido.

Por otro lado, el haber improvisado la versión escenificada a última hora motivó que se mezclasen cantantes que se sabían el papel de memoria, con otros como Jay Hunter Morris (Tristán) y Eike Wilm Schulte (Kurwenal) que, confiados en que se trataba de una versión de concierto, no se lo debían haber aprendido y tenían que recurrir a leer la partitura en el atril. Así que, en el espacio escénico creado para la ocasión, había 3 ó 4 atriles estratégicamente situados que motivaron momentos francamente chocantes, más propios de una película de los Hermanos Marx que de una ópera seria.

Por ejemplo, en el momento en que Kurwenal da muerte a Melot, Eike Wilm Schulte salió disparado desde el atril a coger la espada, simulando que se la clavaba de medio lado a Melot, volviendo de nuevo corriendo a todo correr al atril para continuar cantando con sus gafas de presbicia puestas, con lo que en lugar de un valiente caballero salvando el honor de su señor, parecía un torero cobardica que pinchase al morlaco de mala manera y huyese despavorido al burladero. También, en el dúo de amor del segundo acto, Jay Hunter Morris estaba más pendiente de la partitura que de Isolda, trocándose ese maravilloso momento de pasión desbordada, en lo que asemejaba una pareja hastiada de su relación, tomando la fresca en la puerta de casa, con ella lanzándole incendiarias frases de amor, mientras Tristán leía los deportes en el periódico.

Para que la charlotada fuese completa, avanzado el tercer acto comenzaron a oírse unos extraños sonidos que parecían denotar que el timbalero se hubiera tomado dos copas de más y estuviese aporreando el instrumento cuando no tocaba. Pero, lejos de eso, se trataba de un castillo de fuegos artificiales, intuyo que dedicados al triunfo de La Roja, que cada vez se hacían más audibles, gracias al excelente aislamiento acústico del aborrecible Auditori, y que a punto estuvo de interferir el Liebestod final de Isolda. Un director con menos miramientos que Mehta creo que hubiese arrojado la batuta y se hubiese marchado al bar a tomarse un copazo.


Lo peor de todo es que nada de esto fueron imprevistos irremediables, porque nada hubiera ocurrido si desde un principio se hubiera planificado escenificar la obra y se hubiese representado la misma (en concierto o escenificada) en la sala principal. Pienso que esto ha sido la gota que colma el vaso de la paciencia de cualquier músico o  aficionado respecto al Auditori, y, como soy demasiado ingenuo, confío en que sea el detonante definitivo para que no se vuelva a programar ni una ópera más en ese despreciable recinto.

Me he alargado demasiado con estas reflexiones previas que creo que debía efectuar, así que procuraré ser breve en cuanto al resto.

La propuesta escénica que se ha improvisado, y que por cierto ni siquiera se han dignado publicar en la web de Les Arts, ha corrido a cargo de personal del propio teatro, siendo Alex Aguilera el responsable de la dramaturgia, Antonio Castro de la iluminación y Manuel Zuriaga de la escenografía. Como dije antes, el planteamiento es de circunstancias y muy sencillo, más cercano a una función de taller de ópera que de una representación de primer nivel, pero creo que, dados los condicionantes, su trabajo se debe calificar de positivo, aunque los resultados, por los motivos ya comentados, hayan sido espantosos.

Zubin Mehta llevó a cabo una dirección muy solvente y efectiva, con algunos momentos más conseguidos (a mí me lo pareció el preludio del tercer acto) y otros menos (el dúo de amor del segundo). Estuvo como siempre atentísimo a los cantantes, al tiempo que lograba extraer unos sonidos bellísimos de la orquesta, pero se mostró bastante irregular en el mantenimiento de la tensión, pecando quizás su lectura de falta de hondura en muchos pasajes. No obstante, el resultado de conjunto a mí no me desagradó en absoluto. Bien es verdad que a ello contribuyó decisivamente el óptimo rendimiento de todas las secciones de la fantástica Orquestra de la Comunitat Valenciana, que brilló como suele ser costumbre, pero en esta ocasión con una partitura que es además toda una piedra de toque para calibrar el auténtico nivel de una agrupación orquestal, con destacadas intervenciones solistas del concertino Serguéi Ostrovski, de Itamar Ringel a la viola, Francisco Javier Ros al clarinete bajo, Cristopher Bouwman al oboe, Joan Enric Lluna al clarinete, Guiorgui Anichenko al violonchelo y, por supuesto, de la espléndida actuación del solista de corno inglés, Simon Sommerhalder, al comienzo del acto tercero. Sólo por escuchar esta orquesta valió la pena la charlotada.

El Cor de la Generalitat vio muy lastrada su actuación, vocalmente impecable, por su imposible ubicación escénica y por las características propias de ese recinto, cuyo nombre me asquea volver a repetir, que hacía que los coros internos apenas se escuchasen.

Jennifer Wilson parece haber perdido parte de la brillantez en el agudo que mostrase como Brünnhilde en el Anillo de Les Arts de hace unos años y su Isolda pecó de frialdad y de cierta monotonía, pero, yo no sé explicar por qué, a mí me gusta. Dentro de sus límites, le aprecié una mayor implicación dramática que en otras ocasiones estando bastante mejor en los momentos líricos que en la maldición, y su Liebestod he de confesar que me gustó.

Con el Tristán de Jay Hunter Morris tuve sensaciones encontradas. Le hubiera tirado piedras en el segundo acto y al final acabé aplaudiéndole. El pobre hombre tiene una voz más fea que las chaquetas de Ángela Merkel, con una nasalidad propia del pato Donald y algunos sonidos abiertos y arrastrados horrendos, pero por otra parte se preocupa permanentemente de matizar y ofrecer expresividad, aunque sea con falsetillos, y, sobre todo, se marcó un tercer acto muy meritorio, de gran intensidad dramática, sobreviviendo dignamente a la terrorífica partitura.

Lo mejor de la noche en el terreno vocal vino de la fantástica Brangäne que modeló Ekaterina Gubanova, con unas Advertencias en el segundo acto de auténtico ensueño; y del rey Marke de un sorprendente Liang Li, al que habíamos escuchado como Ferrando en “Il Trovatore” y que superó todas las expectativas, mostrando un fraseo incisivo, poderío vocal y luciendo toda la nobleza y dolor que exige el personaje.

Excelentes también el Kurwenal de Eike Wilm Schulte y el Marinero de Mario Cerdá. Y muy correctos Karl-Michael Ebner como Melot, Jesús Álvarez como Pastor y Josep Miquel Ramón como Timonel.

El público no llegaba a llenar la sala, pero no había una mala entrada para coincidir con partido internacional, apreciándose una gran presencia de espectadores foráneos. Pese a los despropósitos vividos, la grandeza de la música de Wagner, el buen hacer de Mehta y la orquesta y el esfuerzo de los intérpretes, motivaron enormes ovaciones que no decayeron ni en los saludos de los responsables de la escenificación, saliendo el público francamente contento, aunque todos los comentarios girasen en torno a los fuegos artificiales y la indecente acústica e insonorización de esa cosa que llamaron Auditori en lugar de Juan Vicente, que ya dije en una ocasión que hubiera quedado mucho más propio.

Señora Schmidt: Escarmienten de una vez. Esto no tiene justificación alguna. Ya han logrado hacer el ridículo internacional y dudo mucho que el maestro Mehta esté precisamente contento con lo acontecido el sábado. Los aficionados hemos llegado al límite de nuestra indignación. Damos por buena la penitencia sufrida, pero, por el amor de Wagner, no vuelvan a representar ni una ópera más en el Auditori, déjenlo para Julio Iglesias y sus fiscales que llevarán amplificación; pero las óperas (en versión concierto, escenificadas o con charlotada pirotécnica) en la sala principal.

AQUÍ podéis leer la crónica de maac.


video de infopera


jueves, 14 de junio de 2012

"MEDEA" (Luigi Cherubini) - Palau de les Arts - 12/06/12

El pasado martes 12 de junio, el Palau de les Arts de Valencia acogió el estreno del segundo de los espectáculos operísticos enmarcados dentro del V Festival del Mediterrani que se está desarrollando en el coliseo valenciano. Se trata de una nueva producción de la ópera “Medea” del italiano Luigi Cherubini (1760 – 1842).
"Medea" es una ópera en tres actos con libreto original en francés de François-Benoît Hoffmann, basado en la tragedia del griego Eurípides y en los textos de Séneca y el francés Corneille. En el Palau de les Arts se ha optado por ofrecer su versión en italiano con recitativos cantados, que fue la que popularizara a mediados del siglo pasado la inolvidable Maria Callas, quien hizo de la protagonista de esta obra uno de sus personajes emblemáticos.
De hecho, si “Medea” se representa tan poco dentro de los circuitos operísticos habituales, es entre otras cosas por la dificultad de encontrar sopranos que asuman y estén capacitadas para sacar adelante un papel de una exigencia terrible, con una envergadura dramática enorme, donde lo principal no es tanto la belleza del canto como la fuerza interior del personaje que es necesario saber transmitir, fundamentalmente a través de los intensos recitativos que pueblan la partitura. Y en esta ocasión esa cantante se ha encontrado y se llama Violeta Urmana.
Gerardo Vera es el responsable de la dirección escénica de esta producción, utilizando como base escenográfica elementos del montaje que también ha servido para "Il Trovatore" que se está ofreciendo en el presente Festival. Eso, que tanto reparo me causaba en un principio, al final ha resultado no ser tan malo y, dados los tiempos de recortes que vivimos, no me parece una mala opción, siempre que se le ponga un poco de interés a la cosa, como aquí ha ocurrido, y lo encuentro preferible a versiones en concierto o a costosos montajes en los que se pague más por el nombre del responsable (Saura, Miller...) que por su trabajo efectivo que luego acaba denotando pura sequía mental.

Lo principal en esta obra es el componente dramático y el conflicto psicológico interior de los personajes. Por eso, a la hora de abordar este trabajo no es tan importante la descripción pormenorizada del espacio físico en el que se desarrolla la acción, como ofrecer un marco adecuado que no confunda ni despiste al espectador y que posibilite que el drama fluya naturalmente y que las pulsiones humanas que nutren el texto puedan verse amparadas y reforzadas por el elemento escénico. Y, desde mi punto de vista, así ocurrió con el montaje ideado por Gerardo Vera, que, en conjunto, me gustó mucho.

Hay que dejar claro que, aunque se utilicen elementos de la escenografía utilizada en “Il Trovatore”, los espacios y ambientes creados son completamente distintos y, a diferencia de aquél, se facilita mucho más en esta “Medea” el movimiento de los cantantes y coro. También me dio la impresión de que se había trabajado más la dirección de actores. Y muy efectista, aunque un punto gore, fue la aparición final de los niños muertos y ensangrentados

La iluminación de Juan Gómez-Cornejo vuelve a jugar un importante papel, con el predominio del rojo para acentuar el sentimiento de venganza que va creciendo en la protagonista. El vestuario atemporal de Alejandro Andújar cumple su función de forma efectiva. Y en las creaciones videográficas de Álvaro Luna hubo un poco de todo: me pareció impactante la imagen del cráneo de carnero, aunque acabó por ser repetitiva su aparición cada vez que se mencionaba el vellocino, se crearon algunos efectos estéticamente atractivos con las imágenes del mar y me desagradó el momento del caballo sobre las aguas.

En lo musical, el maestro Zubin Mehta, que cogía por vez primera la batuta para dirigir la partitura de Cherubini, volvió a ofrecernos una lección más de portentosa técnica de dirección, sobria y eficaz al tiempo que intensa, cargada de tensión, estando muy atento en todo momento a los cantantes, cuidando los volúmenes y las dinámicas y posibilitando que cada matiz de lirismo, de arrebatado dramatismo y los toques heroicos, quedasen perfectamente remarcados por la música que surgía desde el foso. Un gran trabajo.

Los músicos de la Orquestra de la Comunitat Valenciana rindieron al óptimo nivel que nos tienen acostumbrados y, aunque esta vez por mi posición en la sala no pude identificar a los solistas, deben destacarse las sensacionales intervenciones del fagot, oboe y flauta, así como la percusión en la introducción al acto III.

El Cor de la Generalitat puso de nuevo en evidencia que nos encontramos ante el mejor coro operístico de España, con una actuación soberbia, tanto en el terreno vocal como en el movimiento escénico. Los coros internos resultaron impresionantes, sobre todo en la escena de la boda, y magistral fue su intervención junto a Jasón en los momentos finales de la obra. La excelencia de su actuación quedó plasmada en los saludos finales, cuando el maestro Mehta se fundió en un emocionado abrazo con el director del Coro, Francisco Perales.

La soprano Violeta Urmana debutaba el exigente papel protagonista. Sólo por el hecho de haber dado el paso para afrontar el reto en nuestro teatro ya merece todo nuestro reconocimiento, pero es que, además, lo hizo llevando a cabo una actuación fabulosa, en la que fue yendo de menos a más, consiguiendo emocionar a la platea con la contundencia de su interpretación desde el momento mismo en que salió a escena. La tirantez de los agudos, sobre todo en la primera mitad de la obra, no deslució en absoluto el derroche interpretativo de la cantante lituana, a la que se le exigía transmitir emociones y lo hizo con creces. Sus graves fueron contundentes y su fraseo incisivo y cargado de intencionalidad, logrando hacer creíble todo el devenir psicológico del personaje, sabiendo matizar cada faceta del mismo. Una Medea de muchos quilates.

Si impresionante resultó la entrega dramática de Urmana, no le anduvo a la zaga la llevada a cabo por la mezzosoprano María José Montiel encarnando a su sirviente Neris. La recientemente galardonada  como mejor cantante de ópera en los Premios Líricos Teatro Campoamor de Oviedo, se mostró espléndida en el aspecto dramático y magistral en lo vocal, luciendo un instrumento potente, cada vez más sólido y redondo, que controla con altísimas dosis de sensibilidad. Especialmente emocionante fue su interpretación del fragmento de mayor lucimiento que tiene el personaje, el recitativo y aria “Medea, O Medea!... Solo un pianto”, donde la cálida voz de Montiel se fundió mágicamente con el bellísimo sonido del fagot, adornando su canto la madrileña con una exquisita gama de matices y obteniendo a su finalización una atronadora, larguísima y muy emocionante ovación.

La soprano valenciana Ofelia Sala no me acabó de gustar como Glauce. Reconozco que estuvo bien técnicamente, metida en estilo y con entrega interpretativa, pero aparecen en su voz unas feas oscilaciones que deslucen mucho el resultado, incluso el del conjunto en los concertantes. También tuvo alguna entrada a destiempo que espero que vaya corrigiendo conforme avancen las funciones.

Bastante bien estuvo el tenor ruso Serguéi Skorojodov, en el papel de Jasón, quien exhibió unas facultades notables, con una voz clara y bien timbrada con la que se movió con solvencia por terrenos francamente complicados.

Una agradabilísima sorpresa fue para mí el bajo Dmitri Beloselski, como Creonte, luciendo una potentísima voz profunda de auténtico bajo, con nobleza tímbrica, que casi pedía a gritos cantar un Boris. Tan sólo se le podría reprochar que a veces su fraseo quedase algo descuidado.

Correctos en lo vocal y con muy buen comportamiento escénico estuvieron también los alumnos del Centre de Perfeccionament Plácido Domingo, Leonard Bernad, Brigitta Simon y Hagar Sharvit en sus breves intervenciones.

Al caer el telón, una enorme ovación premió la salida a escena en solitario de una Violeta Urmana muy emocionada. También fueron espectaculares los bravos a María José Montiel y Zubin Mehta, y en esta ocasión hubo aplausos unánimes hasta para la dirección de escena, poniéndose así punto final a otra extraordinaria noche de ópera que únicamente tuvo el punto negro de la baja asistencia de público. Lamentablemente, el aspecto que presentaba la sala principal de Les Arts estaba muy por debajo de lo que un espectáculo de tal nivel merecía. Muchísimos huecos, pese a que en las últimas horas hubo repartos apresurados de entradas para minimizar la debacle.

También tuvimos ausencia casi total de autoridades, apenas una Consellera, el presidente del Consejo Juridico Consultivo, la concejala de Cultura y algún condenado por la trama Gürtel. Ignoro si fue debido a que todavía no se han recuperado de ese rescate europeo que se vende como si nos hubiese tocado la lotería, o a que esta vez no venía la reina. Eso sí, si hubieran saltado al escenario veintidós señores en calzones pateando un balón, nos hubiera visitado hasta el presidente Rajoy.

En cualquier caso, vuelvo a animar desde aquí a todos los aficionados a la música a que se acerquen estos días al Palau de les Arts a ver una obra poco habitual, pero interesantísima, con un reparto vocal, músicos y coro de auténtico lujo.

AQUÍ podéis leer también la estupenda crónica de maac.

AQUÍ podéis acceder a la página de Amics de l'Òpera i de les Arts de la Comunitat Valenciana, donde se irán recopilando los enlaces a todas las críticas que se vayan publicando de esta "Medea".


video de PalaudelesartsRS

miércoles, 6 de junio de 2012

AMICS DE L'ÒPERA I DE LES ARTS DE LA COMUNITAT VALENCIANA


"El pasado viernes 1 de junio de 2012, un grupo de aficionados a la ópera, llenos de esperanza e ilusión, nos reunimos en la pasarela de acceso al Palau de les Arts de Valencia para formalizar la constitución de una asociación cultural independiente y sin ánimo de lucro, cuyo objetivo principal es el de apoyar la actividad operística en el Palau de les Arts y en toda la Comunitat Valenciana, movidos por nuestra confianza en la capacidad de la sociedad civil para asociarse y para convertirse en un instrumento activo de progreso mediante la reivindicación de sus intereses, con la íntima convicción de que la ópera, la música y la cultura en general, enseñan al ser humano a pensar, haciéndolo más libre.

La asociación Amics de l'Òpera i de les Arts de la Comunitat Valenciana (AOA_CV) quiere ser un punto de encuentro para los aficionados, promoviendo la difusión y el conocimiento de la actividad lírica, impulsando la participación de la sociedad valenciana en dichas actividades y reivindicando la asignación de recursos públicos suficientes a nuestras instituciones culturales para la promoción de la ópera, acordes a la relevancia que esta disciplina artística ha alcanzado en los últimos años en la Comunitat Valenciana.

En definitiva, se trata, por un lado, de canalizar nuestras aspiraciones de forma efectiva, consiguiendo que la voz del aficionado sea escuchada; y por otro, de apoyar a nuestras instituciones culturales para que guíen su actividad por criterios técnicos y artísticos y puedan conseguir los recursos necesarios para alcanzar logros significativos en el ámbito operístico.

Momento de la firma de los Estatutos de la Asociación

Por ello, animamos a todos los amantes de la ópera a que, desde este momento, se unan a nosotros en este proyecto, para lo cual tan sólo tienen que visitar la web de la AOA_CV (www.amicsopera.org), en la que se recoge toda la información necesaria para asociarse y desde donde se irán reseñando puntualmente las actividades que se vayan programando".


video de bokaay