sábado, 28 de junio de 2014

ANUNCIO DE LA TEMPORADA 2014/2015 DEL PALAU DE LES ARTS

La última representación hoy de Romancero Gitano, ha puesto el punto final a la programación del VII Festival del Mediterrani y con ello a una convulsa temporada operística 2013/2014, marcada de forma clara por el relevo, todavía sin resolver, del director musical y la polémica suscitada este último mes por la decisión del maestro Zubin Mehta de no aceptar ese nombramiento.

Este final de temporada ha coincidido con la reunión ayer del Patronato de la Fundación Palau de les Arts, aprobando la programación del próximo ejercicio operístico en el coliseo valenciano y con una rueda de prensa de Zubin Mehta en la que éste ha explicado claramente sus motivos para que haya rechazado hacerse cargo de la dirección musical del mismo, apuntando con el dedo a la falta de apoyo económico y de compromiso político en garantizar la continuidad de un proyecto que pueda mantener unos niveles de calidad acordes a la relevancia artística que ha conseguido el teatro en estos últimos años.

El anuncio de la programación de la temporada 2014/2015 no ha ofrecido ninguna sorpresa respecto a los rumores que ya circulaban hace tiempo, aunque quizás la sorpresa sea en sí misma que, al menos, hay una previsión de programación, que, dado cómo están las cosas, no es poco. Luego, como suele ser costumbre en esta casa, ya veremos cuánto se parece la previsión al resultado final.

La mini temporada propiamente dicha comenzará en diciembre, ya que antes el Palau se supone que estará ocupado con el montaje de Los miserables que ya se ofreció la pasada temporada, y que tanto gustó al refinado paladar musical de nuestro, todavía, President de la Generalitat. Digo que se supone porque, según las últimas informaciones, tampoco está claro que vaya finalmente a reponerse, dadas las pobres expectativas de venta de entradas. Lo cual tendría todavía más guasa.

Antes de diciembre, no obstante, tendremos la primera mamarrachada del año con la participación de la Orquestra de la Comunitat Valenciana y el Cor de la Generalitat en una coproducción entre el engendro CulturArts y el Palau de les Arts, de la zarzuela El rey que rabió, de Ruperto Chapí, que, como se ve que no hay bastante espacio en Les Arts, se representará en el Teatro Principal y bajo la dirección de Enrique García Asensio (miembro por cierto del Patronato de Les Arts y que muestra tan poca lucidez cuando reflexiona sobre el futuro de esta institución cultural como cuando dirige). La verdad es que, viendo ese prólogo de temporada, es como para salir corriendo, sobre todo si consideramos que ese podría ser el futuro que algunos o algunas desean para la ópera en Valencia.

Durante el mes de noviembre parece que habrá diversos conciertos, de esos con los que luego nos rellenan el abono y nos hace tanta ilusión. No hay datos de momento al respecto, aunque uno de ellos está previsto que lo dirija el valenciano Gustavo Gimeno.

La temporada en Les Arts se abrirá en diciembre (¡qué chuli, como en La Scala!), tal y como estaba previsto con la ópera Manon Lescaut, de Giacomo Puccini, que no pudo representarse un año antes por la caída del trencadís y la nefasta e injustificada decisión del conseller Buch de proceder al cierre temporal del teatro. En el foso agitará la batuta con frenesí, frente a los músicos que todavía queden en nuestra orquesta, Plácido Domingo.

El cantante madrileño seguirá siendo protagonista de este inicio de temporada, pero esta vez, afortunadamente, sobre el escenario, asumiendo el papel de Vidal en la zarzuela Luisa Fernanda, sustituyéndole Jordi Bernàcer al frente de la Orquestra de la Comunitat Valenciana, en la producción que pudo verse hace unos años en el Teatro Real con dirección escénica de Emilio Sagi.

En enero vendrá un Don Pasquale, de Donizetti, del que no se ha adelantado dato alguno; y en marzo aparece la que posiblemente sea la joya de la temporada, Norma (¡por fin Bellini llega a Les Arts!), con la dirección musical de Gustavo Gimeno y un elenco del que tampoco se han dado datos, aunque por los mentideros de la casa circulan algunos nombres relevantes. La temporada se cerrará, en principio, con una de las más populares óperas de Verdi, Nabucco, sin que se conozca nada más por ahora.

Habrá que esperar a que en las próximas semanas se faciliten más datos acerca de producciones, directores e intérpretes; pero, en cualquier caso, es evidente que lo anunciado no es motivo de especiales alegrías, más allá, repito, de que, al menos, haya alguna previsión de futuro. Es una temporada de mera supervivencia, con títulos populares y que no exigen orquestas muy grandes, sin asumir el más mínimo riesgo en la programación.

No obstante, viendo las situaciones que se han vivido estas últimas semanas y todo lo que se lleva ya arrastrando desde hace muchos meses, me voy a permitir trasladar desde aquí mi pública felicitación y agradecimiento a la intendente Helga Schmidt, a quien tanto he criticado en otras ocasiones por muchos motivos, por seguir manejando el timón con serenidad y sin perder el rumbo a pesar de todo, consiguiendo cuadrar una nueva temporada en medio del temporal, con todas las pegas que se le quieran poner, pero que es mejor alternativa que la opción de cierre del teatro que ha sido estos días algo más que una mera especulación, sabiendo que además este nuevo ejercicio operístico también nos ofrecerá, seguro, sorpresas agradables.

De cualquier modo, el anuncio de la temporada no soluciona los males que seguimos teniendo, el principal de ellos el económico del que derivan todos los demás, siendo prioritario evitar como sea que la mejor orquesta de España siga desangrándose con la marcha de más músicos. Ya dijo el otro día el maestro Mehta en su despedida que había firmado 12 cartas de recomendación para algunos de ellos.

Mientras todo esto ocurre, los responsables políticos de esta Comunidad siguen ofreciendo nuevas muestras de su incapacidad. Han pretendido engancharse al apoyo popular recibido por el maestro Mehta, manifestando que ellos también deseaban que éste asumiese la dirección musical de Les Arts, pero sin hacer nada para favorecerlo, limitándose a decir que apoyaban las declaraciones del director exigiendo mayor apoyo al gobierno del Estado.

Un presidente de la Generalitat o una consellera de cultura con una mínima dignidad no pueden decir esto sin sonrojarse. Su obligación es, si realmente creen en ello, luchar políticamente y exigir de forma activa el aumento del apoyo económico del gobierno central, así como la integración de éste en el Patronato.

También me ha parecido vergonzoso que, después de conocer que una de las quejas del maestro Mehta era el que ni siquiera habían hablado con él, no se hayan dignado a llamarle hasta el penúltimo día del director en Valencia, en que se reunió con el señor ese que dice ser el presidente de la Generalitat; habiéndose conocido también que la consellera Catalá podría haberse visto con Mehta brevemente ayer, justo antes de partir. Como siempre llegando tarde y haciendo el ridículo en nombre de los valencianos.

Lo más importante en estos próximos meses será ver si asistimos a la lenta descomposición del proyecto, o bien a una apuesta seria de apuntalamiento y revitalización del mismo, con compromisos económicos y artísticos, a corto y medio plazo, que permitan la continuidad de una programación operística de calidad en Valencia.

jueves, 12 de junio de 2014

"TURANDOT" (Giacomo Puccini) - Palau de les Arts - 11/06/14

Muchas veces he criticado determinados comportamientos del público habitual del Palau de les Arts. No me estoy refiriendo a los universales móviles, caramelitos, toses… (ayer tuvimos un horroroso pajarito de WhatsApp en pleno pianísimo); sino al pasotismo, la desidia y el desinterés con el que en numerosas ocasiones se ha asumido el maltrato recibido, tanto el procedente de los gestores del teatro, como de las administraciones públicas suministradoras de fondos, fondillos o paupérrimas propinas.

Pero ayer por la noche, cuando volvía a casa después del estreno de Turandot, me sentía, sobre todo, muy orgulloso de ese mismo público que durante toda la velada mostró un comportamiento ejemplar, manifestando, expresa y ruidosamente, su apoyo a un proyecto cultural de relieve internacional y el rechazo hacia la ignorancia y la soberbia de nuestros gobernantes.

Después de que se conociese la noticia hace una semana, de que el maestro Mehta rechazaba el ofrecimiento de ser el director musical titular de la Orquestra de la Comunitat Valenciana y que se desvincularía del Festival del Mediterrani, en los diferentes medios de prensa, blogs, foros y corrillos de aficionados, no se comentaba otra cosa. Todo el mundo hablaba del tema con enorme preocupación. Bueno, todo el mundo, no. A modo de irreductible gala, la señora Consellera de Cultura y Portavoz del gobierno valenciano, María José Catalá, ha tenido el cuajo de permanecer todo este tiempo callada y aparentemente inactiva, y, por todo comentario, tan sólo dijo que cuando acabase el Festival ya se estudiaría cómo quedaría el asunto.

En el post que escribí en este blog el pasado viernes, terminaba diciendo que “si la señora Consellera tiene la cara de volver a Les Arts para el estreno de Turandot el día 11, igual no estaría de más que escuchase y viese cómo el público rechaza expresamente su labor y apoya al maestro Mehta. No lo dije convocando a las masas a la revolución, simplemente manifesté lo que a mí me gustaría que pasase. Y pasó.

En toda la semana, después de saber que Zubin Mehta se había quejado de no haber sido ni siquiera escuchado, no se dignó la señora recibirle ni hacer una declaración pública contándonos algo, aunque fuese mentira… Siguió encerrada en su inframundo y, claro, la gente reaccionó.

Ayer, efectivamente, tuvo la cara de ir al estreno de Turandot, y encima entró en la sala a hurtadillas, cuando estaba ya casi en penumbra. Pero un débil abucheo empezó a escucharse y muchos aficionados se volvieron hacia el palco descubriendo a la Consellera allí aposentada, con lo que comenzaron los gritos de dimisión, fuera, sinvergüenzas y muchos abucheos. En ese instante, diez o doce pelotas repeinados, que posiblemente teman irse a la cola del Servef a partir de mayo, comenzaron a aplaudir, lo que tuvo un efecto inmediato; casi la totalidad del teatro abucheó y grito ruidosamente a la Consellera Catalá durante varios minutos.

Apenas instantes después, hacía entrada en el foso el maestro Zubin Mehta, quien fue recibido por el público puesto en pie con una estruendosa y larga ovación y gritos de Bravo y Quédate. Estos se repetirían todos los finales y comienzo de acto. Especialmente, poco antes de comenzar el tercero, cuando una voz gritó: “Zubin, no te vayas”. De nuevo toda la sala se puso en pie y permaneció ovacionando y braveando a Mehta durante casi cinco minutos, llegando a encenderse las luces. Al final de la representación, cuando el maestro subió al escenario, su salida fue acompañada por otra reacción similar acompañada de una lluvia de papelitos lanzados desde los pisos altos, conteniendo mensajes como: “Gracias maestro Mehta”, “no te vayas”, “políticos ignorantes” y “Maestro Mehta, quédese”. El director leyó uno de estos papeles, se lo llevó al corazón e hizo un signo notorio de agradecimiento hacia el público. Más de un cuarto de hora de ovaciones puso el perfecto punto final a una noche cuajada de emociones extra musicales… pero también musicales, claro.


video de MrRobuso

No sé si será por todo lo que está rodeando estas funciones, pero ayer Zubin Mehta hizo sonar a las joyas de la corona, Orquestra de la Comunitat Valenciana y Cor de la Generalitat, con una fuerza y un poderío increíbles. Haciendo ostentación. Parecía que en ese juego de símbolos y gestos que estaba desarrollándose en el teatro, el maestro hubiera pensado: hoy hasta el más tontito se va a enterar de la calidad que tienen los cuerpos estables de este teatro.

La belleza del sonido obtenido de la orquesta fue excelsa. El colorido y riqueza de matices y texturas que logró el maestro indio nos dejó absolutamente emocionados. Yo tengo ya unas cuantas Turandot escuchadas desde que tengo orejas y os puedo asegurar que ayer descubrí algunas facetas de la partitura que pocas veces me habían llamado la atención. Hubo un férreo y efectivo control de batuta, una asombrosa claridad, sentido del ritmo y fuerza dramática. Los pasajes más íntimos fueron abordados con desbordante lirismo y delicadeza extrema, como el maravilloso acompañamiento al “signore ascolta”. Pero cuando había que darle al forte, Mehta ponía el turbo y allí no había prisioneros, con el coro y orquesta al límite de volumen y de notas mantenidas. ¿Efectismo?, quizás; pero los resultados fueron apasionantes e inolvidables.

La orquesta estaba también viviendo una jornada muy especial y no defraudó en absoluto. Todos sus integrantes estos días merecen nuestro total apoyo. Es a ellos a quienes no queremos perder. Zubin Mehta es el mago y quien sabe extraer lo mejor del grupo, pero sobre todo es el medio para asegurarnos que estos músicos permanezcan aquí. Ayer hubo sobresalientes intervenciones en todas las secciones, metales, percusión, cuerdas, maderas… Se lució notablemente el concertino Guiorgui Dimchevski y Francisco Varoch con el flautín; pero querría destacar a dos músicos que brillaron especialmente y que son dos de los que ya han anunciado que, lamentablemente, no continuarán en la orquesta la próxima temporada, Guiorgui Anichenko al violoncello y Christopher Bouwman al oboe.

El Cor de la Generalitat ha conseguido ya agotar mi repertorio de elogios. Con menos refuerzos de los requeridos y sometidos a unas exigencias extremas, consiguieron ofrecernos nuevamente una lección magistral de canto coral operístico y actuación dramática, aunque sufriésemos por ellos en esos finales de acto larguísimos en agudos inacabables en fortísimo que marcó el maestro y que aguantaron de forma excelente. Pero no sólo mostraron fuerza y rotundidad, sino también una sensibilidad exquisita en momentos como el “Liù bontà”.

Un fuerte aplauso merece también la Escolanía de la Mare de Déu dels Desamparats, que obtuvo el reconocimiento expreso del maestro Mehta, al situar a los niños junto a él en los aplausos finales.

En el terreno vocal, tenía muchas expectativas ante la soprano estadounidense Lise Lindstrom, pero no puedo ocultar que me defraudó bastante. Esperaba más de ella después de haber leído algunos comentarios y viendo que interpreta el papel en los principales teatros internacionales. Pero, dentro de mantenerse en un nivel alto, no acabó de convencerme. Comenzó nerviosa y destemplada y fue mejorando progresivamente. Es indudable su dominio de la zona alta de la tesitura, con unos agudos bien proyectados que son puros estiletes, poderosos, acerados y brillantes, aunque también es verdad que en algún momento rozase el chillido. El problema vino básicamente de una zona grave desguarnecida, donde la voz perdía toda consistencia y se hacía inaudible.

Por otro lado, transmitió una gran frialdad, que para el personaje de la princesa de hielo tampoco es que le venga tan mal, pero hay cantantes que mantienen ese distanciamiento al mismo tiempo que su voz te atrapa y emociona. Ella no lo consiguió. Me gustó bastante más vocalmente en el tercer acto, donde la voz pareció haberse asentado más, pero continuó transmitiendo la misma frialdad que antes de los enigmas y eso que le dio un piquito De León.

A Jorge de León creo que poco más se le puede pedir. Podrá gustar más o menos, pero su entrega fue absoluta. Se vació con un Calaf arrojado, valiente y que recibió a porta gayola todas las diabólicas exigencias de la partitura. También dio la impresión de comenzar algo nervioso, con algún despiste y con un centro que mostraba una emisión demasiado oscilante, mejorando algo conforme avanzó la representación. Su fraseo, ya lo conocemos, no es especialmente refinado, pero introdujo algunos matices y detalles de buen gusto. Donde no se le puede discutir raza y poderío es en una zona aguda en la que se encuentra cómodo y donde nos ofreció una exhibición sin parangón, con un calderón larguísimo al finalizar el nessun dorma que hizo estallar a la platea.

La Liù de Jessica Nuccio tuvo una virtud por encima de todas y es que consiguiésemos disociar ese personaje en esta producción con la inefable Voulgaridou de infausto recuerdo. Obviamente la joven soprano italiana no es tampoco la Caballé, pero cantó con suma delicadeza y se marcó algunos pianísimos notables.

El bajo Alexánder Tsymbalyuk es un viejo conocido en Les Arts donde ya ha representado este papel de Timur en anteriores temporadas. Nuevamente volvió a impresionar por su potente voz y su timbre bellísimo de auténtico bajo, aunque con esa característica sonoridad eslava que me hacía ver en él más a Boris Godunov que al padre de Calaf.

Muy acertados y entregados en la vertiente escénica los ministros Ping, Pang y Pong, interpretados por Germán Olvera, Valentino Buzza y Pablo García López, gustándome más este último en el apartado vocal.

El ilicitano Javier Agulló volvió a asumir el rol de Altoum y de nuevo con prestaciones alejadas de las deseadas, contribuyendo a ello también el estar cantando al fondo del escenario y con una dirección escénica de juzgado de guardia. No me gustó tampoco el Mandarino de Ventseslav Anastasov. Por el contrario, sí me parecieron muy acertadas las breves intervenciones de Carmen Avivar y Jacqueline Squarcia, como due ancelle.

En cuanto a la dirección escénica del director de cine chino Chen Kaige, de cuya reposición se ha encargado Allex Aguilera, poco nuevo hay que decir. Ya la conocemos sobradamente pues es la tercera vez que se repone esta producción. Es una propuesta que agrada especialmente a los amantes de las versiones tradicionales y estéticamente vistosas. Tiene su punto kitsch y basa toda su fuerza en el poder visual del colorido vestuario y en una escenografía de corte muy clásico. En el apartado de dirección de actores los estrechos espacios no dan mucho juego al coro y tampoco es un terreno en el que se haya hecho algo especialmente relevante, salvo en los personajes de Ping, Pang y Pong, en los que sí se ha cuidado la actuación dramática y pienso que con éxito. También me resulta atractiva su escena inicial del segundo acto.

En lo peor, siguen estando las absurdas banderitas del coro, el estilete del verdugo danzarín y sobre todo ese personaje de Altoum convertido en un idiota ebrio y con Parkinson.

El teatro estaba lleno hasta la última butaca y se espera que sea así en las dos funciones que restan, donde está ya todo vendido a excepción del 5% reservado para el día de la representación. La noche empezó caldeada con el abucheo a la Consellera y acabó pletórica, con una de las más largas ovaciones de este teatro y la entrañable lluvia de papelitos.

No sé si esta reacción del público servirá finalmente para algo. Lo que es seguro es que el no hacer nada nunca sirve para nada. De momento hoy la señora Consellera se ha dignado abrir esa boca de portavoz que tiene y nos ha obsequiado con su melodioso timbre sopranil. Pero unas cuantas bobadas han vuelto a adornar sus breves declaraciones, como que: el Consell se compromete a mantener el gasto en el coliseo para que Mehta se quede (el año pasado se comprometió a aumentarlo y bajó); que respetan la decisión de Mehta motivada por su agenda y otras circunstancias (sí, otras sin importancia como la falta de compromiso de ustedes en un proyecto de futuro y de calidad o que ni siquiera le habían recibido para hablar con él); que la Intendente planifica la programación con mucha antelación (esto será un chiste de humor negro… planificará, pero no puede cerrar nada hasta bien entrado el verano por la incertidumbre presupuestaria a la que la someten); o que siempre prefiere que sean los profesionales quienes gestionen esos asuntos y que la política debe dar un paso atrás. Mire usted, pues no. Para mantener este proyecto tenían ustedes que haber dado muchos más pasos adelante y ofrecer todo el apoyo necesario para mantener este activo cultural que, pese a todo, su ignorancia parece que les sigue impidiendo vislumbrar.

Hoy, Joaquín Guzmán ha escrito en ABC un artículo que me parece una de las reflexiones más lúcidas y acertadas que se han hecho estos días sobre el tema. Podéis leerlo AQUÍ, pero os dejo ahora los últimos párrafos que me parecen especialmente relevantes y clarificadores:

“Mehta por sí sólo no fue el principio, el durante, ni el fin. La marcha de Mehta es el síntoma. Es evidente que al gran maestro se le tiene devoción pues ha permanecido fiel a nuestro teatro desde que este se inauguró, pudiendo ir donde quiera ganando mucho más dinero. A Mehta se le adora por ser quien es, pero también por lo que representa y por lo que su marcha supone. La reacción del público estos días, que corre como un reguero por las redes sociales de medio mundo, es también por temor. Temor a que un proyecto de gran cultura que la ciudad y los aficionados han hecho suyo sea arrebatado por la falta de sensibilidad y la ignorancia política.

La sensibilidad se tiene o no se tiene (qué le vamos a hacer), pero a pesar de carecer de ella, se puede gobernar muy bien con conocimientos. El proyecto de calidad en Les Arts es viable económicamente pues sus réditos directos y sobretodo indirectos son más que evidentes para una ciudad de clara proyección turística. Pero también lo es culturalmente por el poso que va dejando en la ciudad y en sus ciudadanos.

Con proyectos como el Palau de Les Arts, un IVAM como lo fue, del Palau de la Música, un San Pio V del que sentirse orgullosos, no avergonzados, se crece en todos los sentidos y la Comunidad Valenciana madura, y se desarrolla. De ambas cosas creo mucha gente les pueden hablar con más propiedad que yo. Piensen seriamente en ello, reflexionen sobre lo que hay detrás de esas protestas. Qué es lo que realmente el ciudadano está reclamando. Y si carecen de conocimientos para valorar estas cosas (no se puede saber de todo por muy político que se sea), asesórense, que no cuesta nada. Y rectifiquen.”

Así sea. De momento quedan los últimos tres días de óperas y dos semanas de actividades diversas. Procuraremos disfrutarlo por lo que pueda venir. El sábado, por cierto, quien viene es la, todavía, Reina, a este coliseo que lleva su nombre. Amiga personal de Mehta, no estaría de más que nos echase una mano.


viernes, 6 de junio de 2014

ZUBIN MEHTA NO ACEPTA LA DIRECCIÓN MUSICAL DE LES ARTS


La prensa ya ha hecho pública la noticia de que Zubin Mehta ha declinado la oferta que se le realizó desde la dirección del Palau de les Arts para ser el director titular de la Orquestra de la Comunitat Valenciana, a partir del próximo año, en sustitución de Omer Meir Wellber.

El propio Mehta comunicó ayer su decisión a los músicos de la orquesta, tras la segunda de las funciones de La forza del destino, adelantándoles que tampoco continuará su vinculación con Les Arts en próximas ediciones (si es que las hay) del Festival del Mediterrani.

Todo eso me ha sido además confirmado directamente por fuentes de la propia orquesta, desde donde ya me advierten que se espera la huida generalizada de muchos de sus componentes si esto no se evita.

La noticia, lamentablemente, no es que nos coja por sorpresa, viendo la cortedad de miras, la desidia e incompetencia que han venido acreditando quienes dicen regir la política cultural de esta Comunidad y no han demostrado estar a la altura ni de organizar con éxito un torneo de parchís (valenciano, por supuesto); pero no por ello me deja de indignar y entristecer.

Estaba claro que después de que el año pasado el President Fabra tomase el cabello impunemente al maestro Mehta, prometiéndole un apoyo a Les Arts que nunca se ha hecho realidad, y después de comprobar éste cómo la situación está cada vez peor, con EREs cercenando plantilla, con giras a China suspendidas, sin saber el presupuesto con el que se va a contar, etc; lo más normal es que Mehta dijese no.

Pero he de confesar que al recuperar estos últimos días las sensaciones de los mejores tiempos de gloria vividos en este teatro, con esta maravillosa Forza del destino que estamos teniendo el privilegio de disfrutar, habiéndonos reencontrado con el mejor sonido de nuestra orquesta y viendo la cariñosa acogida del público valenciano al maestro Mehta, tenía una mínima confianza de que éste pudiese darnos una enésima oportunidad, volviendo a apostar para evitar que se eche a perder este enorme activo cultural que todos saben apreciar menos quienes nos gobiernan.

Pero no ha sido así, la insensibilidad de la Consellera Catalá y su equipo ha quedado en evidencia para siempre. Si después de estar presente en el estreno del Festival, no fue capaz de salir de allí corriendo a firmar el compromiso de Mehta, es que no merece el puesto que tiene.

La ambición política de esta mujer es de sobra conocida y le encantaría quedar para la posteridad como la primera mujer presidenta de la Generalitat. No sé si al final lo conseguirá o no. Del grado de sabiduria o idiocia de los ciudadanos dependerá. Pero lo que sí es seguro es que va a pasar usted a los anales de la historia política valenciana, señora Catalá, como la responsable de la desaparición de la mejor orquesta que ha habido en España y la aniquiladora de un teatro de ópera de primer nivel.

Se habla mucho confundiendo derroche con inversión en cultura, y seguro que ahora empezarán a llover las campañas diciendo que es que Mehta es un pesetero, cuando lo único que ha ocurrido es que se ha cansado ya de ver la falta de compromiso de los responsables políticos con un proyecto en el que prime la defensa de la calidad.

Aquí el único derroche auténtico vendrá cuando todo el dinero, esfuerzo y recursos que se han dedicado a construir esta joya cultural que poseemos (y no me refiero al edificio, claro) no haya valido para nada.

Ahora no tengo ni tiempo, ni ánimo, ni fuerzas de ahondar más en el tema y desarrollarlo como merece, pero todo llegará. De momento tendríamos que plantearnos que nuestra voz como aficionados debería oírse y si la señora Consellera tiene la cara de volver a Les Arts para el estreno de Turandot el día 11, igual no estaría de más que escuchase y viese cómo el público rechaza expresamente su labor y apoya al maestro Mehta.

Qué pena.

domingo, 1 de junio de 2014

"LA FORZA DEL DESTINO" (Giuseppe Verdi) - Palau de les Arts - 31/05/14

Enorme expectación anoche en el Palau de les Arts para asistir al estreno de La forza del destino, de Giuseppe Verdi, la ópera que abría el VII Festival del Mediterrani y que suponía el regreso al foso valenciano del maestro Zubin Mehta. El ambiente era el de las grandes noches, rozando el lleno, y se cumplieron todas las expectativas, con unos resultados artísticos sobresalientes que hicieron que acabara todo el teatro puesto en pie, absolutamente enardecido, ante una Forza que creo que, hoy por hoy, es difícilmente superable. Una noche mágica, sin duda, que, hasta a los más pesimistas, nos ha subido el ánimo bastantes enteros.

Especialmente emocionante resultó el recibimiento que el público tributó al maestro Mehta, brindándole un cerrada ovación con numerosos bravos nada más pisar el foso, en una evidente muestra de que el aficionado valenciano sabe apreciar y agradecer lo mucho que el director indio está haciendo para que en nuestra ciudad podamos seguir disfrutando de ópera de primera categoría. La intensidad de las ovaciones en cada salida de Mehta y que todo el público se pusiese en pie como movido por un resorte en cuanto se sumó a los saludos finales, era un claro grito de “maestro, no se vaya”.

Muchas caras conocidas en el patio de butacas, desde Joan Matabosch a María José Montiel. Y también nos alegró ver de nuevo al mando a la Intendente Helga Schmidt, quien parece encontrarse ya mejor tras el accidente que sufriese en Viena. En el palco nos obsequió con su presencia la Consellera de Cultura y recién nombrada nueva portavoz del gobierno valenciano, María José Catalá, a quien este nuevo cargo le va pintiparado, con lo que le gusta a esta señora figurar y darle al pico. La pena es que no haya aprovechado para dejar la cartera de Cultura en manos de alguien con más ganas e ideas para defender la ópera de calidad en Valencia de lo que ella hasta ahora ha demostrado.

45 minutos antes de iniciarse la representación tuvo lugar, por primera vez en el Palau de les Arts, una breve charla introductoria a la ópera, que corrió a cargo de Íñigo de Goñi, miembro de la Asociación Amics de l’Òpera i de les Arts de la Comunitat Valenciana. Estas charlas se repetirán todos los días de función, tanto de La forza del destino como de Turandot, en la sala de espera ubicada en el vestíbulo principal. Ayer la sala se llenó en pocos minutos y hubo mucha gente que tuvo que quedarse fuera. Está previsto que, a partir de ahora, esta Asociación se encargue de ofrecer este servicio a los espectadores con entrada para las diferentes representaciones de la temporada.

Ante la ausencia de recursos económicos en Les Arts, para la dirección de escena se ha vuelto a apostar por encargar una producción propia a Davide Livermore, director artístico del Centre de Perfeccionament, y responsable de anteriores propuestas interesantes como las de La Bohème o el Otello del año pasado.

El resultado final de su trabajo creo que ha sido muy positivo. Y mucho más si valoramos que en este caso no se trata de una concepción genial de algún regista iluminado que cuenta con cheque en blanco, sino de una propuesta marcada por la necesidad de ahorrar recursos. Para ello, se ha contado con el vestuario de Mariana Fracasso, la iluminación de Antonio Castro y las videocreaciones de D-Wok S.R.L., así como con el intenso trabajo de todo el equipo del teatro, reciclándose y aprovechando material de otras producciones.

La escena se ha trasladado a los años de la Segunda Guerra Mundial con una estética claramente cinematográfica, con múltiples guiños cinéfilos. Nada más comenzar la obra, la obertura es acompañada por unas proyecciones que nos van adelantando lo que va a suceder a modo de tráiler fílmico, con muchas referencias al cine negro, pero también a algunos planos míticos de Eisenstein o del expresionismo alemán. Esta obsesión de los directores de escena por tener que “entretenernos” mientras suenan las oberturas, parece no tener solución.

Los pájaros de Alfred Hitchcock tiene un papel importante, con esos cuervos agrupándose en el tendido eléctrico anunciando el fatal destino, tanto en el primer acto antes de la muerte del Marqués de Calatrava, como en el duelo final entre don Álvaro y don Carlos.

La producción, en conjunto, creo que funciona bastante bien y la traslación temporal no molesta en absoluto. Desde el punto de vista estético me resultó enormemente sugerente, sobre todo gracias a un uso de la iluminación muy inteligente, aunque el abuso del color rojo para resaltar la maldad acabe por cansar.

Me parece muy de agradecer que la escenografía y los movimientos de los cantantes estén pensados para procurar que destaque el trabajo de estos, dando preeminencia a las voces, no a la egolatría del regista. No en vano Livermore fue cocinero antes que fraile, en este caso cantante antes que director escénico, y eso se nota. Eso sí, algunos cambios de escena fueron excesivamente largos y en el del tercer acto se improvisó un bochornoso concurso de toses estentóreas entre parte del público que, aunque parece que a algunos les hizo mucha gracia, a otros, incluido Mehta, no tanto.

También destacaría en el aspecto positivo, como suele ser habitual en las propuestas de Livermore, una trabajada dirección de actores y del movimiento escénico que, aunque haya cosas que gusten menos, como algunos bailecitos o las posturitas de los frailes al grito de maledizione!, denota seriedad, estudio y sentido del drama.

Es verdad que hubo algunas proyecciones que me parecieron grotescas, como las de los angelotes, pero en general consiguen un buen resultado, contribuyendo a resaltar ambientes y acentos psicológicos, siempre con esa reminiscencia cinematográfica presente.

Es inevitable que en toda transposición temporal de la puesta en escena de un libreto haya discordancias y anacronismos, pero en esta ocasión la cosa no chirriaba más que en momentos puntuales, como las referencias a carruajes o caballos o, sobre todo, esas espadas transformadas en pistolas.

Pese a todos los peros que se le quieran poner, lograr, con los reducidos medios de los que se disponía, unos resultados de este nivel, que superan con mucho el de costosas y horrorosas producciones, es merecedor de un fuerte aplauso como el que fue brindado ayer a Livermore y todo su equipo al finalizar la función.

Tras el martirio conceptual y de ejecución que supuso la dirección musical de Manuel Galduf en Maror, el regreso del maestro Mehta al frente de la Orquestra de la Comunitat Valenciana, nos ha despertado de aquella pesadilla que algunos parecen seguir empeñados en desear que sea el futuro que nos espere. El maestro Mehta nos ha devuelto el mágico sonido de nuestra orquesta, volviendo a hacer brotar la belleza y la emoción del foso valenciano.

Y es que si por algo se caracterizó la labor del director indio fue por, una vez más, lograr hacer brillar como nadie la orquesta, con un equilibrio extraordinario entre secciones y un control absoluto de cuanto ocurría en el foso y en escena. La Obertura fue dirigida con mano maestra, aunque yo eché de menos una pizca más de garra e intensidad, si bien a cambio se obtuvo un lirismo de muchos quilates. El pulso dramático no decayó en ningún momento y en los momentos más íntimos la belleza sonora se desplegaba con apabullante insolencia, como en el inolvidable y electrizante pianísimo de las cuerdas que puso el broche final a una noche en la que volvimos a reencontrarnos con la mejor versión de la Orquestra de la Comunitat Valenciana. Gracias, maestro Mehta.

Entre las intervenciones solistas, hay que destacar la magistral actuación de Joan Enric Lluna en el solo de clarinete introductorio al aria de don Álvaro con el que se inicia el tercer acto, donde, a su ya conocido virtuosismo en la ejecución, se unieron una sensibilidad y lirismo estremecedores. También tuvieron intervenciones muy destacadas el concertino, Serguéi Ostrovski, así como fagots, arpa y percusión.

El coro en esta obra se convierte en un protagonista más y adquiere una relevancia de primer orden. Y ayer el Cor de la Generalitat dio una de las más grandes lecciones de profesionalidad y dignidad artística que se han visto en este teatro. Posiblemente no haya sido la noche en que ha sonado más contundente y poderoso, pero obtuvo unos resultados magníficos, tanto en el apartado dramático, con una permanente actividad en escena, como en el vocal, y esto pese a no a haber dispuesto de los refuerzos que la obra requería, teniendo que hacer frente a una partitura de estas dimensiones con la plantilla que ha quedado tras el maldito ERE. Bravo, chicos y chicas

Es proverbial la dificultad de montar esta obra con garantías en el apartado vocal, porque realmente se precisa de unos cantantes de primer nivel, dispuestos a afrontar unas exigencias extremas. Y en este sentido ayer tuvimos la suerte de contar con una pareja protagonista inigualable, estratosférica, acompañada por otros intérpretes de muy buen nivel y absolutamente entregados.

Comentaba ayer junto a un amigo que tenemos la firme convicción de que Gregory Kunde es extraterrestre. Si el año pasado ya nos dejó absolutamente anonadados con su espectacular Otello, lo de ayer nos convenció definitivamente de que, o no es de este planeta, o este tipo se dopa. No sé si se meterá placenta de yegua o se tomará la pócima dominguina de Plácido, pero esto no es normal. Anoche se paseó por el terrorífico papel de don Álvaro con una (aparente) facilidad insultante y una belleza canora incontestable.

A sus 60 años cumplidos, el tenor norteamericano sigue luciendo un timbre deslumbrante y apenas aparecieron fugazmente síntomas de cansancio. Sus agudos continúan siendo cañonazos, bien colocados, timbrados, luminosos y ricos en color. Pero no sólo nos conquisto luciendo poderío en el agudo. En el dúo solenne in quest’ora matizó y recogió la voz con una sensibilidad mayúscula. Cuajó un recitativo La vita e inferno all'infelice, intenso y sentido, y la subsiguiente aria del tercer acto, O tu che seno agli angeli, fue majestuosa, desplegando un lirismo apabullante, con una elegante línea, heredera de la mejor técnica belcantista. La ovación al finalizar el aria fue larguísima (Nucci hubiese bisado tres vendettas). Además, su entrega dramática en todo momento fue soberbia y pude ver con mis prismáticos como en la última escena, mientras Leonora moría en sus brazos, las lágrimas resbalaban por sus mejillas.

Pero si Kunde nos dejó boquiabiertos, Liudmila Monastirska acabó de desencajar nuestra mandíbula, ofreciéndonos una extraordinaria Donna Leonora. Desde luego, si algo no admite discusión es el poderío vocal de la cantante ucraniana. Un auténtico tsunami sonoro que hace que se estremezcan los cimientos del edificio de Calatrava (el arquitectillo, no el marqués). Pero esa tremenda fuerza vocal no impide que adorne su canto con un gusto exquisito y algunos detalles preciosos, consiguiendo hilvanar unas medias voces de muy bella factura. Obviamente en esta faceta no consigue la perfección y delicadeza de, por ejemplo, Agresta, pero domar de esta manera ese vozarrón es muy meritorio. También la afinación se puede resentir puntualmente, pero el resultado final fue de una inmensa belleza e intensidad dramática.

Otro de sus puntos débiles es su ininteligible pronunciación italiana, aunque, sin embargo, su sentido del canto verdiano es espléndido. Las medias voces mostradas en la vergine degli angeli y el dominio técnico, capacidad expresiva y variedad de matices del aria Pace, pace mio Dio, en la que supo colorear todas las emociones y cambios de ánimo de la página, junto a la fuerza e intensidad que derrochó toda la velada, llevaron a su Leonora a obtener un triunfo sin paliativos.

El joven barítono italiano Simone Piazzola juega en otra división. Indudablemente su don Carlo es digno de aplauso, pero ya en la liga de los terrenales. Posiblemente se haya topado con un rol demasiado dramático y yo le encontré más cómodo como Germont en la Traviata que inauguró la temporada, aunque hay que reconocer que sacó adelante la prueba con éxito. Parecía un poco reservón al comienzo y a la voz le falta un mayor peso y mejor técnica de emisión, pero en la segunda mitad de la obra es donde tiene que lucirse y al menos consiguió no desentonar demasiado en sus dúos con el marciano Kunde. Su exclamación finalmente! en el duelo fue un derroche de fiato y poderío. Como actor no es precisamente Laurence Olivier, pero no se le puede negar su entrega y buenas intenciones.

La mezzosoprano Ekaterina Semenchuk tuvo que hacer frente a uno de los papeles más ingratos de la historia de la ópera, como es el de Preziosilla. Ingrato, porque hay pocas personas que no acaben odiando toda la escena del Rataplán, auténtico ejemplo de cómo quebrar la intensidad dramática de una obra, y además de eso el rol se mueve por terrenos bastante agudos para una mezzo, pero la cantante rusa supo sacar adelante la papeleta aceptablemente bien en la vertiente vocal y destacando en el apartado interpretativo.

El bajo danés Stephen Milling interpretó al Padre Guardiano con tremenda solvencia y una incontestable contundencia en el registro grave, aunque mostrase algún apuro en la zona alta de la tesitura.

El papel de Fra Melitone fue interpretado por Roberto de Candia, después de que cayese del cartel el anunciado Valeriano Lanchas, quien parece que no habría cumplido las expectativas del maestro Mehta. De Candia llevó a cabo una correcta actuación en la que se echó a faltar un mayor punto de comicidad y desenvoltura escénica.

En los papeles menores, volvió a destacar la bella voz de Mario Cerdá, esta vez como Trabuco. También estuvieron muy correctos In-Sung Sim como Marqués de Calatrava, Cristina Alunno (Curra),  Aldo Heo  (Cirujano) y Ventseslav Anastasov en el papel de Alcalde.

El público, que llenaba prácticamente por completo la sala principal de Les Arts, premió con largos aplausos las principales intervenciones de los protagonistas a lo largo de la obra y, al acabar ésta, la locura colectiva se adueñó del teatro, con apoteósicas ovaciones y torrente de bravos para Gregory Kunde, Monastirska y el maestro Mehta, quien, como he dicho antes, pudo ver como toda la platea se ponía en pie braveándole al subir al escenario.

Esta ópera, que tiene fama de gafe, ayer no se olvidó tampoco de hacer de las suyas, y parece que uno de los miembros del coro sufrió un accidente al caer por uno de los huecos que simulaban ser trincheras. Afortunadamente las últimas informaciones apuntaban a que el incidente no ha tenido graves consecuencias y desde aquí le mando al afectado todo mi ánimo y apoyo, y espero que se recupere cuanto antes.

Señora Catalá, espero que haya tomado usted nota de lo acaecido anoche. Yo, desde luego, no confío nada en su sensibilidad musical, pero creo que hasta su oreja se debió dar cuenta de la gran diferencia que hay entre los experimentos culturartsistas de cuota valenciana y el Espectáculo Operístico, con mayúsculas, como el que se vivió ayer.

Por si acaso, los aficionados tenemos que seguir peleando con todos los medios a nuestro alcance para impedir que la necedad y pueblerinismo de algunos/as echen a perder todo esto cometiendo un crimen irreversible contra nuestro patrimonio cultural. De momento, tenemos la obligación de llenar el teatro todos los días para apoyar al maestro Mehta, a nuestra orquesta y coro, y a unos artistas de primer nivel. Y encima disfrutar como locos…