lunes, 18 de noviembre de 2013

GRACIAS, MAESTRO MEHTA

El pasado sábado 16 de noviembre tuvo lugar en el Palau de les Arts la última de las funciones programadas de La Valquiria, de Richard Wagner. Con ello, además, se ponía punto final a la presencia en el foso operístico valenciano del maestro Zubin Mehta esta temporada, en la que hemos tenido el privilegio de tenerle al frente de la Orquesta de la Comunitat Valenciana, en el plazo de un mes, nada menos que en siete funciones de La Traviata y cuatro de La Valquiria. Toda una demostración de resistencia física y lucidez mental a sus 77 años.

Tenemos la suerte de contar con una de las mejores orquestas operísticas de Europa y en manos de grandes directores aún se crece más. Estos días hemos podido corroborarlo con estas dos obras maestras de Verdi y Wagner, donde la belleza de los sonidos surgidos del foso ha alcanzado cotas mágicas. La lectura que ha hecho Mehta de estas páginas podrá ser más o menos discutible (a mí el primer acto de Valquiria me ha parecido excesivamente lento), pero lo que no puede cuestionarse es su maestría en la dirección de orquesta y voces, y su capacidad para lograr unos resultados globales brillantísimos, de primer nivel internacional.

Hasta ahora teníamos la fortuna de saber que llegaba el mes de junio y el Festival del Mediterrani nos traía de vuelta al maestro indio, quien nos ha hecho disfrutar de momentos inolvidables, como el legendario doble Anillo de 2009, Salomé, Fidelio, Medea o el increíble Otello de este mismo año. Pero, aunque nada se ha dicho oficialmente, todo apunta a que este próximo 2014 no habrá Festival del Mediterrani, ya que tendrá lugar un cierre temporal del Palau de les Arts de junio a septiembre, derivado del reciente acuerdo alcanzado entre la dirección del teatro y los representantes de los trabajadores, a cambio de reducir los despidos inicialmente previstos y no integrarse en el engendro CulturArts.

Eso hace que no sea descabellado pensar que Zubin Mehta no vaya a volver por aquí en bastante tiempo. Ojalá me equivoque, pero la difícil situación económica del coliseo valenciano no induce precisamente al optimismo, sobre todo si tenemos en cuenta el incomprensible trato que sigue dispensando a Les Arts la Administración del Estado, con una aportación irrisoria en comparación con otros teatros, una mayor discriminación en los recortes aplicados y manteniendo su negativa, no sé si voluntaria o inducida, a incorporarse a los órganos de gobierno de la Fundación. Y a eso hay que añadir la incapacidad manifiesta que está demostrando el gobierno autonómico para remediar o aliviar esta situación. Todo se queda en poner caritas monas y excusarse en la falta de dinero. Dinero que, por cierto, sigue habiendo para el Valencia C.F., para derribar el patrimonio del Cabañal o para contrataciones públicas que hay que firmar con la pinza en la nariz.

Los buenos gestores se demuestran precisamente cuando las cartas vienen mal dadas. Y aquí de lo que se trata principalmente, antes que nada, es de saber si hay proyecto cultural o no. Si existe o no voluntad política de defender la cultura operística y de pelear para que los extraordinarios resultados artísticos que se están obteniendo en el Palau de les Arts tengan unas contraprestaciones adecuadas que garanticen su continuidad como un activo cultural a proteger. El propio Zubin Mehta lo explicaba bien clarito en una reciente entrevista en El País, en la que volvía a demostrar mucha más sensibilidad e implicación en este proyecto que la de nuestros cargos públicos.

Coincido plenamente con unas reflexiones que hacía también ayer en este sentido el amigo Maac en su blog. Pero la verdad es que la cosa no pinta nada bien, tenemos demasiado inculto, zoquete e irresponsable gobernándonos.

Aunque, bueno, de momento lo que hemos disfrutado estos días no nos lo quita nadie. Con eso al menos nos consolaremos. Yo nunca le estaré suficientemente agradecido al maestro Zubin Mehta y a los músicos de la Orquesta de la Comunitat Valenciana por estas veladas maravillosas en las que me han permitido disfrutar de la belleza de la música de Verdi y Wagner en todo su esplendor apenas a 15 minutos de mi casa. Muchas gracias.

Y, como diría Wotan: Leb wohl!, maestro. Vuelva pronto, por favor.



video de MrRobuso

lunes, 11 de noviembre de 2013

"LA TRAVIATA" CON SONYA YONCHEVA

Finalmente, ayer 10 de noviembre, en la sexta función de las siete previstas de "La Traviata", de Giuseppe Verdi, que se está representando en el Palau de les Arts de Valencia, pudimos tener a la pareja de cantantes que se anunció en su momento que iba a protagonizar todas las representaciones.

Luego vinieron cancelaciones, cambios sin previo aviso, sustituciones en plena función, anuncios de nuevos cantantes que no llegan a venir… Sólo en el papel de Alfredo, tras seis representaciones, han pasado ya por los carteles o el escenario de esta Traviata, otros tantos tenores (el anunciado cuando se dio el avance de la temporada, Stefan Pop, que ni llegó a aparecer; Ivan Magrì que oficialmente iba a protagonizar todas las funciones, pero cantó el primer acto y el aria y cabaletta del segundo el día del estreno y se retiró por lesión en plena función; Nikolai Schukoff, que cantó desde un atril en el proscenio lo que restaba de Traviata en el estreno; Aquiles Machado, que fue anunciado para el 24 de octubre, pero luego cantó también la del 29; Saimir Pirgu, que teóricamente iba a cantar las funciones del 29 de octubre y 2 de noviembre, pero no llegó a venir; e Ismael Jordi que protagonizó las representaciones del 2 y 7 de noviembre).

Pues, como decía, anoche por fin pudo verse en escena a la pareja inicialmente prevista: Ivan Magrì como Alfredo y la búlgara Sonya Yoncheva como Violetta. Sólo voy a comentar aquí brevemente mis impresiones sobre estos dos cantantes, ya que acerca de la escena, orquesta y resto de intérpretes, me remito a mis anteriores crónicas que podéis ver aquí y aquí, no variando anoche nada sustancialmente respecto a lo que ya dije entonces, destacando una Orquesta de la Comunitat Valenciana sobresaliente bajo la dirección de un Zubin Mehta al que muy pronto empezaremos a echar de menos.

De Ivan Magri ya dije, con ocasión del accidentado estreno, que sus descoordinaciones con el foso fueron numerosas y que yo considero que no es el papel más adecuado para él, pero que debería juzgársele cuando cantase en condiciones. Bueno, pues ayer se supone que lo hizo y mi valoración no puede ser buena. En la parte positiva hay que reseñar su entrega y valentía, afrontando con arrojo las partes más exigentes de la partitura y subiendo sin temor a los extremos más agudos de la tesitura.

Pero su ingrato timbre metálico y unas enormes carencias técnicas, así como una reiterada tendencia a la desafinación y los numerosos fallos en sus entradas perdiendo a la orquesta (pese a no quitar ojo del maestro Mehta), dieron como resultado una actuación en general deficiente, que culminó agotado, perdiendo la impostación y no dando ni una nota en su sitio en un “Parigi o cara” de huir. Como actor se mostró también muy limitado, no sé si debido a su lesión, pero lo cierto es que tuvo menos movilidad y expresividad que un clik de Famobil. En algún momento llegué a pensar que los achuchones y meneos que le daba la Yoncheva en escena iban encaminados a ver si se le reproducía la lesión cervical y le cambiaban el galán para la última función.

Y es que ese paupérrimo Alfredo fue una auténtica lástima después de haber escuchado a unos estupendos Schukoff, Machado, o Ismael Jordi (de este último lo digo por referencias, ya que no pude asistir personalmente a ninguna de sus dos funciones), y sobre todo teniendo junto a él a un pedazo de Violetta como fue Sonya Yoncheva.

La verdad es que tras las magníficas prestaciones que ofreció los días anteriores la joven siciliana Jessica Nuccio, era unánime la sensación de que mucho iba a tener que esforzarse la Yoncheva para hacernos olvidar a aquélla. Pero, aunque sé que habrá opiniones para todos los gustos, conmigo lo consiguió enseguida. Y no sólo porque sea un bellezón.

Personalmente, su voz me cautivó. Es fresca, grande, de enorme volumen y proyección, muy homogénea, con un centro rico y denso, y unos agudos redondos y luminosos. Hizo gala de un buen control de la respiración que le permite hilvanar un fraseo ligado e intencionado. Su fuerza dramática es arrolladora y su actuación escénica conmovedora e impactante, pese al escaso tiempo que habrá tenido para ensayar.

En el aria y cabaletta del primer acto se le vio más justita, pero sin llegar a patinar en ningún momento. Sus dos siguientes actos, especialmente el segundo, fueron de una intensidad dramática desbordante, llevando a cabo un dúo con Germont sensacional y culminando con un “Amami, Alfredo” muy emocionante.


video de MrRobuso

Es verdad que, aunque sí reguló intensidades y se marcó un “Alfredo, Alfredo di questo core” notable, se echa en falta una mayor capacidad de matización que jugase con filados y pianísimos, pero domar ese pedazo de voz no debe ser tarea sencilla. No obstante, a mi juicio, es una extraordinaria Violetta, a la que me voy a quedar con las ganas de ver en escena con un Alfredo que pudiera estar mínimamente a la altura.

El público, que llenaba la sala principal de Les Arts por completo, estuvo muy frío toda la noche, gélido. Parece que costaba iniciar cada aplauso. Incluso al final de la cabaletta del tenor en el segundo acto, ante el silencio del respetable el maestro Mehta se volvió hacia los presentes y dijo: “Bravo, ¿no?”, comenzando entonces una tibia ovación. Eso sí, al finalizar la representación la catarata de bravos a Sonya Yoncheva y a la orquesta fue espectacular.

Bueno, pues ya sólo queda una representación, el próximo miércoles 13, de esta accidentada Traviata. Yo aconsejaría, a quien pueda acudir, que se acercase a la venta de última hora para conseguir entrada y escuchar en directo a Sonya Yoncheva. Además, igual, con un poco de suerte, hasta cancela Magrì.
 

lunes, 4 de noviembre de 2013

"LA VALQUIRIA" (Richard Wagner) - Palau de les Arts - 03/11/13


Anoche tuvo lugar el estreno de la segunda ópera de esta temporada en el Palau de les Arts. Todo un plato fuerte. Nada menos que “La Valquiria”, de Richard Wagner, en la premiada coproducción del teatro valenciano con el Maggio Musicale Fiorentino que ya pudimos ver aquí en 2007 y en los dos Anillos de 2009.

Inicialmente estaba previsto que esta temporada se hubiese inaugurado precisamente con una nueva reposición del ciclo de El Anillo del Nibelungo completo, pero las estrecheces económicas han motivado que hayamos tenido que conformarnos únicamente con la segunda de las óperas del ciclo. No obstante, gracias a aquella previsión inicial y a que el maestro Zubin Mehta había reservado fechas en su agenda para haber dirigido aquí la tetralogía, hemos podido disfrutar de su batuta en las dos primeras óperas de la temporada, “La Traviata” y “La Valquiria”, con sendos homenajes a Verdi y Wagner en el año en que se conmemora el bicentenario del nacimiento de estos dos compositores, y en ambos casos con unos resultados musicales magníficos.

Existía gran curiosidad entre los aficionados por comprobar si, tras los incidentes acaecidos en el estreno de “La Traviata” con la sustitución del tenor Ivan Magrì en plena representación por Nikolai Schukoff, en esta ocasión nos esperaba alguna otra sorpresa, como que apareciese cualquiera de los seis tenores anunciados hasta ahora en Traviata en casa de Hunding conquistando a Sieglinde; o que saliese alguna de las dos Violetta entonando los guerreros “Hojotoho” reservados a Brünnhilde. Pero, afortunadamente, esta vez transcurrió todo sobre el escenario sin artistas invitados.

Donde también hubo pocos invitados esta vez fue en los palcos reservados a autoridades. Si en el estreno de “La Traviata” pudimos ver a un aburrido President de la Generalitat con una corte considerable de compañeros de desgobierno y pelotas varios, esta vez la presencia de politiquillos locales fue mínima. Se ve que Wagner les da miedo. No sé si es que les recordará a la Merkel o que, como decía Woody Allen, no quieren que les entren ganas de invadir Polonia y llenar Varsovia de puentes de Calatrava.

Pero bueno, entrando ya en el análisis concreto de lo acaecido, empezaré por decir que el resultado final de conjunto me pareció espléndido y, aunque ahora pueda entrar a criticar algunos aspectos concretos, quiero dejar claro que salí enormemente satisfecho del teatro y, pese a que haya cosas mejorables, ya quisieran, por ejemplo en Bayreuth, contar con un nivel así ahora mismo.

La dirección de escena ya conocida de Carlus Padrissa y La Fura dels Baus presenta los defectos y virtudes comentados en su momento. Entre los primeros, el exceso de gente en ocasiones trajinando en el escenario, los ruidos que se producen y una dirección de actores más bien pobre, centrándolo prácticamente todo en el impacto visual de la propuesta. Pero claro, esta fuerza visual es tan grande que, sobre todo en las dos primeras óperas del ciclo que se prestan más a ello, se compensan aquellos puntos flacos.

Sin embargo, de toda la tetralogía es esta la entrega en la que el trabajo furero es más comedido, llegando en algún pasaje, como el monólogo de Wotan, al minimalismo puro, lo cual creo que es un acierto pues concentra el interés donde se debe. No deja de ser en cualquier caso una lectura muy clásica, perfectamente ajustada al libreto y en perfecta consonancia con los sonidos surgidos del foso.

Siguen pareciéndome muy interesantes algunos detalles, como la evolución del personaje de Sieglinde, a quien Siegmund no sólo enamora, sino que además la humaniza, ayudando a que camine erguida; o el impactante comienzo del tercer acto; así como el simbolismo de Wotan-sol y Fricka-luna.
Anoche, en el momento en el que Siegmund extrae la espada del fresno o se despistó el director de escena en sus instrucciones o el propio Nikolai Schukoff, pero el caso es que sacó la espada a la carrera, sin el mínimo esfuerzo, como si la cogiese de un mostrador de El Corte Inglés.

Como ya ocurriese en su día, lo que menos me gusta de esta producción es el vestuario de Chu Oroz. Me sigue pareciendo horroroso.

Pero lo más grande de la noche, a mi juicio, tuvo lugar en el foso. La Orquesta de la Comunitat Valenciana, dirigida por el maestro Zubin Mehta, se convirtió en protagonista absoluta de la velada, con unos sonidos maravillosos que hicieron justicia a la genial partitura de Richard Wagner.

La versión ofrecida por Mehta es mucho más lírica que dramática y comenzó con un primer acto en el que ralentizó los tempi y se recreó quizás demasiado en esa vertiente lírica, dejando un poco abandonada la garra y fuerza que también deben estar presentes, llegando al límite mismo de dejar que el motor se calase y decayese la tensión. En los siguientes dos actos, sin embargo, disfrutamos de una lectura más fluida e intensa, con un dominio magistral de la técnica de batuta al servicio del drama escénico, en la que la precisión, la transparencia y la claridad se impusieron definitivamente.

Cuidó muchísimo a los cantantes. En ocasiones en exceso, pero es que las limitaciones de algunos, especialmente de Wotan, obligaban a bajar considerablemente el volumen de la orquesta si se pretendía que se le escuchara en algunos momentos, y aun así varias veces quedaron tapados.

En cualquier caso, el maestro Mehta extrajo de la orquesta todo su potencial, que es mucho, logrando unos sonidos de enorme belleza y haciéndose visibles muchos detalles de orquestación que normalmente pasan inadvertidos. Yo no recordaba una versión de La Valquiria donde las maderas tuviesen tal protagonismo. Los fagots estuvieron inspiradísimos toda la noche y las intervenciones solistas de Joan Enric Lluna al clarinete y Cristopher Bouwman en el oboe, fueron de ensueño. Toda la sección de cuerda fue seda pura, debiéndose destacar el papel de la cuerda grave desde el primer compás de la obra hasta el final, con unos contrabajos de lujo y una belleza en los cellos, comandados por Guiorgui Anichenko, difícil de olvidar. También la percusión estuvo sobresaliente. En los metales, trombones y trompetas en concreto, se apreciaron algunos pequeños problemas que no merecen ni reseñarse ante las exigencias de la partitura.

Muy bonito el detalle final del maestro, que espero que no suene a despedida, de subir con toda la orquesta al escenario. Fueron los grandes protagonistas de la velada y merecían este reconocimiento.

En cuanto a los cantantes, del Wotan de Thomas Johannes Mayer me habían hablado regular y, desgraciadamente, mi impresión tras escucharle no es mucho mejor. Pese a lo cual, he de reconocer que en el largo monólogo de Wotan del acto II, que es la prueba del algodón para cualquier cantante que pretenda asumir el rol, la variedad del fraseo y los acentos de Mayer fueron notables. Como también fue muy destacable su matización y las frases ligadas en “Der Augen leuchtendes Paar". Pero su voz me parece insuficiente para el personaje, careciendo del peso y autoridad requeridos en la zona grave y central, y sobre todo de volumen, forzando la emisión y llegando extenuado a los adioses.

En el primer “Leb wohl” Mayer entró a destiempo y luego tuvo que ir a la carrera para no perder a la orquesta, y en la invocación a Loge la voz estaba ya a punto de quebrarse. No me gustó nada su intervención en la muerte de Hunding, donde, lo que debe ser apenas un golpe de aliento y desprecio con el que el dios fulmina a aquél, se convirtió en un chillido que intuyo que hizo fenecer a Hunding del susto más que nada. Pese a todo, la actuación del barítono alemán fue digna y llena de entrega, y comparado con el Wotan que cantó en Bayreuth este verano, este hombre es Hans Hotter.

Jennifer Wilson nos asombró a muchos con su Brühnnilde en sus primeras visitas a Les Arts, con un instrumento privilegiado y unos agudos potentes, luminosos y precisos. El tiempo ha pasado y el brillo deslumbrante en la zona alta ya no es el mismo, mostrando algunos puntuales apuros con algún chillido un tanto feo. Sin embargo, a cambio, ha ensanchado más la voz y ha ganado  en autoridad y expresividad. A mí me sigue gustando mucho esta Brühnnilde.

Nikolai Schukoff, ya regresado de París después de haber conquistado a Violetta  desde el atril en el estreno de La Traviata, compuso un buen Siegmund, mostrando una voz grande y firme, con mordiente, que superaba casi siempre cómodamente la ingente orquesta wagneriana y con algunos momentos en que se preocupó de regular y matizar. Pero nos encontramos con un problema habitual en el repertorio wagneriano actual, el cantante austriaco no es un tenor heroico o heldentenor, sino un tenor lírico valiente y su voz no es homogénea. En la parte superior del registro no acaba de alcanzar el brillo que requiere un Siegmund, y en zonas centrales y graves parece querer dotarla artificialmente de una anchura que no tiene. Algo con lo que debería tener cuidado pues posiblemente esté forzando en exceso el instrumento y eso se acaba pagando.

La norteamericana Heidi Melton, a quien no había escuchado anteriormente, tiene una voz fresca y luminosa, de bello timbre, con un registro agudo solvente, y compuso una Sieglinde casi irreprochable, aunque no consiguió electrizar al público en sus intervenciones, faltándole algo más de garra y pasión en el fraseo. O quizás fuese que teníamos todavía muy reciente el huracán arrebatado que fue Eva María Westbroek en 2009. No obstante, me gustó bastante más en su intervención del tercer acto, donde la encontré mucho más expresiva.

Aunque también parecía difícil poder olvidar el impresionante, malvado y profundo Hunding que ofreciese en su día el gran Matti Salminen, Stephen Milling logró sacar adelante el reto con enorme suficiencia. Su voz de auténtico bajo se mostró imponente y amedrentadora, su fraseo muy cuidado, y su actuación escénica fue magnífica, salvo en el momento de la muerte, donde parecía más preocupado en colocarse bien y no partirse la crisma que en expirar.

La interpretación que más agradablemente me sorprendió fue, curiosamente, la del antipático personaje de Fricka, a cargo de la austriaca Elisabeth Kulman que culminó una actuación excelente, con una bella voz aterciopelada y potente, y sabiendo imprimir al personaje la autoridad que requiere, derrochando expresividad con un fraseo de acentos intensos.

En las Valquirias Bernadette Flaitz, Julia Borchert, Pilar Vázquez, Nadine Weissmann, Eugenia Bethencourt, Julia Rutigliano, Patrizia Scivoletto y Gemma Coma-Alabert hubo un poco de todo, pero en términos generales estuvieron muy correctas.

Frente al lleno prácticamente completo que caracterizó el estreno de “La Traviata”, ayer había demasiados huecos. La platea superaba por poco los tres cuartos de aforo, pero los pisos superiores estaban con muchísimos asientos vacíos. Hubo también algunas deserciones en los intermedios, pero los que se quedaron ovacionaron como se merecía a todos los intervinientes en el espectáculo, especialmente a Mehta y a la orquesta. Por parte de la dirección de escena no salió ningún miembro de La Fura dels Baus, sino Allex Aguilera, perteneciente a la plantilla de Les Arts y encargado de la dirección de esta reposición, recibiendo también los aplausos del público.

Hay todavía muchas localidades disponibles para las siguientes tres funciones de “La Valquiria”. Parece que la mención de la palabra Wagner y la larga duración de sus óperas sigue asustando a una gran parte de los aficionados, y es una lástima, porque el espectáculo vale la pena y es una excelente manera, tanto para acercarse a la producción del genial compositor alemán, como, sobre todo, para disfrutar de nuestra orquesta, que en pocas obras podrá sonar mejor que en esta y que no sabemos lo que nos va a durar tal y como están las cosas.

Aunque si cualquier ser racional con orejas, de quien pudiese depender poner los medios necesarios para el mantenimiento de la Orquesta de la Comunitat Valenciana, estaba presente, no debería ser preciso plantear ningún otro argumento para convencerle. El problema es que encontrar seres racionales entre quienes nos gobiernan es casi más complicado que hallar un cover para Alfredo en Les Arts.