sábado, 31 de diciembre de 2011

FELIZ 2012

"La Esperanza II" - Gustav Klimt - 1907 - Moma New York

Últimamente tengo el blog más abandonado de lo que sería mi intención, pero en una fecha como la de hoy no quería pasar de largo sin, al menos, pararme un instante para desearos a todos que, durante el año que comienza dentro de unas horas, seáis todo lo felices que os podáis permitir.

Yo, por mi parte, me conformaría con quedarme como estoy, que ya estaría bien. Y, como soy bastante inconsciente, todavía tengo la esperanza además de que, un día de estos, nuestros gobernantes se darán un buen golpe en la cabeza y se percatarán de que los recortes en política cultural son un gravísimo error de consecuencias irreparables a medio y largo plazo.

En fin, os reitero mis mejores deseos para todos vosotros y os dejo con la magia del señor Richard Strauss y su lied “Morgen”, un tema que a mí, personalmente, me llena de paz y bienestar cada vez que lo escucho. Bueno, cada vez que lo escucho bien cantado, claro. Tan bien como, por ejemplo, lo hacía Elisabeth Schwarzkopf acompañada por el violín de Edith Peinemann y la London Symphony Orchestra dirigida por George Szell:


video de Holtzloeffelz


Morgen (Mañana)
Y mañana brillará de nuevo el sol,
y por el sendero que recorreremos
la felicidad de nuevo nos envolverá
en el seno de esta tierra embriagada de sol…
Y hacia la extensa playa de olas azuladas
descenderemos lentamente en silencio,
mudos nos miraremos a los ojos
y sobre nosotros caerá el silencio de la felicidad…

Que así sea… ¡Feliz 2012!

martes, 20 de diciembre de 2011

"ARIADNE AUF NAXOS" (Richard Strauss) - Palau de les Arts - 16/12/11

Una de las citas más esperada por mí de la presente temporada del Palau de Les Arts era la ópera “Ariadne auf Naxos”, de Richard Strauss, que se ha representado finalmente los pasados 16 y 18 de diciembre. La verdad es que mi ilusión había bajado muchos enteros cuando, primero, se anunció que se ofrecería en versión concierto, después canceló Riccardo Chailly por problemas médicos y se comunicó que sería sustituido por Sir Andrew Davis, y, por último, sin previo aviso y sin una mísera nota explicativa, como suele hacer las cosas Helga Schmidt, la soprano Adrianne Pieczonka también caía del reparto, anunciándose en su lugar a una desconocidísima Amber Wagner. Para rematar el asunto, las geniales mentes pensantes de Les Arts decidieron, una vez más, que la representación tuviera lugar en su impresentable Auditorio en lugar de en la sala principal.

Pues bien, pese a todo lo anterior, lo primero que tengo que reconocer es que he vivido dos veladas memorables de Ópera con mayúsculas, y ni el repugnante sonido del Auditorio ni la ausencia de escena consiguieron disminuir el enorme disfrute de la música de Strauss en manos de unos músicos y cantantes sensacionales.

De la dirección de Sir Andrew Davis esperaba que fuese correcta y poco más, pero lo cierto es que la labor llevada a cabo por el veterano director inglés resultó excelente. Quizás no alcance la chispa de genialidad de otras ilustres batutas, pero no le hizo ninguna falta. Consiguió que la Orquestra de la Comunitat Valenciana, reducida para la ocasión a poco más de una treintena de componentes, brillase como en las mejores noches, haciendo refulgir, como merece, la maravillosa partitura de Richard Strauss. Sonó a orquesta de cámara cuando así se requería, mientras que en otros pasajes, como el impresionante dúo final, la agrupación orquestal parecía estar engrosada por un centenar de músicos. Davis realizó un esmerado y meticuloso trabajo de dirección donde todo sonaba cuando y como debía sonar, aunque en algunos instantes hubiese sido preferible controlar un poco el volumen. Estuvo muy atento en todo momento a los cantantes, marcando sus entradas con precisión e incluso interactuando con ellos desde el podio. La complicidad del director con sus músicos era también evidente y quedó plenamente de manifiesto al finalizar la representación, momento en que éstos le tributaron una cariñosa y sentida ovación.

Todas las secciones orquestales estuvieron impecables, destacando por su virtuosismo cada uno de los atriles solistas que tuvieron ocasión de lucimiento, debiéndose reseñar en este apartado la maestría del joven concertino Serguéi Ostrovski.

Que la Orquesta de la Comunitat Valenciana ofrezca unas excelentes prestaciones siempre es una buena noticia, aunque, afortunadamente, ya no es una sorpresa. Lo que sí constituyó una sorpresa enorme, al menos para mí, fue el nivel vocal ofrecido por los cantantes, sobre todo por la soprano Amber Wagner, que llegaba a Les Arts como una perfecta desconocida para interpretar el papel de Primadonna y Ariadna y se marcha de aquí con la rendida admiración de todos los que tuvimos la suerte de escucharla en directo.

Nada más afrontar sus primeras frases en el Prólogo ya pudimos apreciar la belleza de una voz ancha, cálida, esmaltada, homogénea y de gran volumen que además moldeaba con un gusto exquisito, pero sería durante la exigente segunda parte cuando todo el potencial del instrumento de la Wagner nos cautivaría incondicionalmente. Su “Es gibt ein Reich” fue todo un recital de canto en el que exhibió una técnica portentosa y una abrumadora capacidad expresiva, vocal y gestual. Demostró gran control del fiato y un fraseo inmaculado que adornó con deslumbrantes matices. Acometió notas en pianísimo con apenas un hilo de voz, aumentando la intensidad del sonido gradualmente sosteniendo el mismo golpe de aliento en un progresivo crescendo hasta inundar la sala con un volumen espectacular. Su dúo final con el Baco de Nikolai Schukoff y la orquesta a pleno rendimiento, es de los que se tarda mucho tiempo en olvidar.

Creo que hemos tenido la fortuna de presenciar los primeros pasos de una mujer que me atrevo a aventurar que esté llamada a ocupar un lugar de honor en el mundo de la ópera durante los próximos años. Y en el momento en el que su registro grave adquiera un poco más de envergadura y perfeccione aún más su técnica podemos encontrarnos ante una soprano de referencia.

El tenor austriaco Nikolai Schukoff tuvo que hacer frente al diabólico papel de Tenor/Baco. Decir que acabó la representación sin romper la voz ya sería todo un mérito, pero es que además llevó a cabo una actuación que considero muy meritoria y, por momentos, brillante, aunque al final pasase sus apuros, cercanos a la defecación, y todavía tenga algunas cosas que pulir.

Julia Bauer también tuvo una destacada actuación en otro papel complicado como es el de Zerbinetta. Su voz, delgada, blanquecina y desprovista de esmalte, no me resulta especialmente grata. Es verdad que adquiere más valor en la zona alta, pero con tendencia al chillido. Pese a esto, debo reconocer que la ejecución de su aria fue estupenda, consiguiendo, gracias también a la paradinha estratégica de Andrew Davis, una fuerte ovación a su finalización.

Me gustó bastante la mezzosoprano Cecelia Hall como El Compositor. Su voz me pareció francamente bonita, con un registro central luminoso y aterciopelado. Presentó ciertas carencias en la zona grave y los agudos sonaron ocasionalmente hirientes, pero su musicalidad, exquisita línea de canto y profunda expresividad, compensaron sobradamente sus limitaciones.

Existía gran expectación por presenciar el retorno a nuestra ciudad del barítono Carlos Álvarez, en el papel de Maestro de Música, tras el prolongado periodo en que una grave enfermedad le ha mantenido apartado de los escenarios.

Me resulta enormemente satisfactorio poder decir bien alto que el cantante malagueño nos sorprendió a todos muy favorablemente, mostrando un estado vocal aparentemente estupendo. Es verdad que el papel no es excesivamente largo y que en su tramo final se le vio un poco forzado, pero exhibió potencia y musicalidad y fue un auténtico placer volver a reencontrarse con la nobleza de timbre de uno de los mejores cantantes que ha dado este país y al que deseo que muy pronto pueda retomar plenamente su carrera. De momento, en una sorpresa más de Helga (esta vez agradable), nos han anunciado de repente que, el próximo 15 de enero, Carlos Álvarez volverá a Les Arts para interpretar un recital de zarzuela.

Del resto del reparto destacaría a Nikolái Borchev como Harlekin, con bonito timbre y maneras de liederista, y al Brighella del tenor británico Barry Banks, muy solvente en lo vocal y sobresaliente en su interpretación. Notable actuación también de Vicenç Esteve como Maestro de Danza y Scaramuccio, y de Sandra Ferrández como Eco.

El público aplaudió calurosamente a todos los artistas y a la salida se podía palpar la emoción de las grandes noches, coincidiendo la gran mayoría en alabar la calidad de lo escuchado y en manifestar su sorpresa y admiración por la interpretación de Amber Wagner, a quien, por cierto, tuve oportunidad de saludar personalmente, pudiendo comprobar su simpatía y sencillez.

Desde luego es una soprano a seguir de cerca. A ver si Helga se anima y consigue que la podamos disfrutar por aquí más a menudo. Si no es así, por si hay alguien interesado os diré que tiene previsto cantar la Sieglinde de “La Valquiria” en junio del próximo año en Frankfurt.

martes, 13 de diciembre de 2011

DOBLE RACIÓN DE "ROMEO Y JULIETA" Y UN RECITAL DE PIANO


La acumulación de eventos musicales a los que asistir el pasado fin de semana en Valencia, ha motivado que no haya tenido tiempo para dejaros aquí mis impresiones sobre todo lo visto y oído estos días. Así que, aunque sea con cierto retraso, quisiera al menos hablaros de la doble ración de “Romeo y Julieta” ofrecida en el Palau de les Arts y de un estupendo recital de piano que tuve ocasión de presenciar el domingo.

“ROMEO Y JULIETA” (Héctor Berlioz) – Auditorio del Palau de les Arts – 09/12/11

El director ruso Valeri Gergiev acudía de nuevo a Les Arts tras haberse puesto al frente de la Orquestra de la Comunitat Valenciana en el estreno de la temporada 2009/2010 con “Les Troyens” de Berlioz. En esta ocasión la cita de Gergiev con el público valenciano era doble, por un lado dirigió a la agrupación titular de Les Arts en otra obra de Berlioz, su sinfonía dramática “Romeo y Julieta”; y al Ballet y Orquesta del Teatro Mariinski de San Petersburgo en una de las dos funciones programadas de otro “Romeo y Julieta”, en este caso el de Prokófiev.

Respecto al “Romeo y Julieta” compuesto por Héctor Berlioz, la dirección de Les Arts cometió dos errores de peso. En primer lugar, publicitarlo en su página web dentro del apartado “óperas”, con lo que gran parte del público que no conocía la obra se encontró con la sorpresa de que aquello de ópera tenía lo que Helga de top model, y no fueron pocos los comentarios que se escucharon, durante y tras la representación, extrañados ante la escasa parte cantada de aquella presunta ópera.

El segundo de los errores, de consecuencias mucho más graves, fue llevar el espectáculo a ese almacén de patatas de diseño que es el inaudible auditorio de Les Arts. Lo hemos dicho ya cientos de veces, pero como no nos hacen ni caso y somos muy pesaditos, seguiremos insistiendo: Por favor, dejen ya de utilizar el Auditorio para representaciones musicales y péguenle fuego en presencia de la Alcaldesa y la Fallera Mayor. Es unánime el clamor del público. Tienen una sala principal de excelente acústica que puede ser usada también para los conciertos, recitales y óperas en versión concierto y no existe justificación alguna para seguir condenando este tipo de eventos a ese recinto de incomodísimo acceso y donde el sonido tan sólo es medianamente aceptable en menos de un cuarto de las localidades de la sala.

A pesar de luchar contra todos esos elementos, la verdad es que los resultados musicales de este “Romeo y Julieta” fueron espléndidos. Valeri Gergiev llevó a cabo un trabajo de dirección impecable, equilibrado, de ritmo ágil, lleno de matices, con una fuerza lírica apabullante, extremadamente romántica pero sin empalago, y logrando que la riqueza orquestal de la partitura de Berlioz se desplegara en plenitud, gracias también a una ejecución soberbia de todos y cada uno de los atriles de la Orquestra de la Comunitat Valenciana, que cuando están bajo las órdenes de directores de auténtica primera fila, y no las últimamente tan habituales “prometedoras batutas emergentes”, mejoran clarísimamente sus prestaciones.

Siempre puede ser injusto, con unos resultados globales tan buenos, destacar nominalmente sólo a algunos miembros de la orquesta, pero, francamente, me lo parecería más no reseñar el virtuosismo y pulcritud que mostraron todas las trompas, Joan Enric Lluna al clarinete, Luisa Domingo al arpa o un magistral Pierre Antoine Escoffier al oboe.

De los componentes del Coro de la Generalitat cualquier cosa que pueda decir suena ya redundante, pero una vez más volvieron a hacernos disfrutar de su excelencia y a conseguir que sigamos viviendo ese sueño en el que lo excepcional es tan habitual que nos parece lo normal. E incluso se aprecian mejoras, porque no sé si esta temporada lo he manifestado ya en alguna ocasión, pero vengo teniendo la sensación de que la cuerda de tenores ha mejorado sensiblemente. Hubo algunos instantes sublimes, pero el Coro Fúnebre de Julieta fue uno de esos momentos que tardarán mucho tiempo en olvidarse. El mérito del Coro esta vez ha debido ser mucho mayor, además, al tener que descifrar sin diccionario (deditos-castellano/castellano-deditos) el incomprensible lenguaje dígito-gestual de Gergiev cuando les marcaba las entradas.

Los solistas vocales elegidos para la ocasión tuvieron muy poca oportunidad de lucimiento. Pero Kenneth Tarver mostró frescura y agilidad con un bonito timbre lírico lígero; Mijail Petrenko, pese a carecer del peso y consistencia de un auténtico bajo, exhibió un fraseo intencionado y de gran musicalidad; y la mezzosoprano rusa Ekaterina Gubanova fue todo un lujo para los apenas cinco minutos en que pudimos extasiarnos con una voz privilegiada, bellísima, que rezuma calidez y potencia y que manejó con un gusto exquisito, aportando mil y un matices. Yo no pude evitar pensar por un momento lo que podía haber sido el “Boris Godunov”, recientemente ofrecido en Les Arts, con un acto polaco en que Gubanova hubiera compartido protagonismo con Nikolai Schukoff… Una gozada.

“ROMEO Y JULIETA” (Serguéi Prokófiev) – Palau de les Arts – 11/12/11


A pesar de mi reconocida aversión al ballet, que es algo de lo que no me enorgullezco en absoluto y sufro como particular limitación, esta vez no dudé demasiado en acudir a la función programada con dos grandes motivaciones para ello: la genial partitura de Serguéi Prokófiev, que me parece inspiradísima, y la posibilidad de escuchar la versión que de la misma ofrecía Valeri Gergiev al frente de la emblemática Orquesta del Mariinski.

Esta segunda expectativa se frustró pronto, ya que, cuando tenía ya las entradas compradas para el día 11, Helga nos regaló uno de sus afamados cambios de programa por el morro, y la actuación de Gergiev se limitó a la función del día 10, fecha para la que, además de no disponer de localidad, tenía previsto asistir al cine a ver la retransmisión de “Faust” desde el MET con Jonas Kaufmann y René Pape, como así hice y por cierto disfrutando un montón.

Así que me tuve que conformar con escuchar a la Orquesta del Mariinski dirigida por el batutero reserva de la casa, Alexei Repnikov, y la verdad es que no me acabó de convencer. Su dirección me pareció bastante ruda, áspera, estridente en muchas ocasiones y muy poco atenta al detalle, a excepción de algunos pasajes como el despertar de Julieta o el lamento de Romeo donde se atisbaron destellos de esa orquesta de renombre que es la agrupación de San Petersburgo.

Bueno, que es… o que ha sido, porque, sinceramente, después de haber escuchado 48 horas antes a la Orquesta de la Comunitat Valenciana (y eso que fue en el infecto auditorio), la comparación era sonrojante. El primer acto me pareció flojísimo, con múltiples desajustes en el foso, sonidos sucios y mala coordinación con el escenario. La cosa fue mejorando de ahí al final, pero el resultado quedó bastante lejos del nivel al que nos tiene acostumbrados nuestra orquesta.

La producción y coreografía presentada es la misma que en 1940 estrenase la obra en el Mariinski. Y eso se nota. Los decorados pintados tienen su gracia y son interesantes los ágiles cambios de escenografía, pero el conjunto desprendía más ranciedad que el salón-comedor de Sara Montiel.

De las coreografías y los bailarines no quiero decir nada porque mi ignorancia absoluta en el género me impide hacer juicios de valor, aunque mi impresión personal es que los bailarines, siendo buenos, tampoco eran el recopetín, pues fueron numerosos los movimientos a destiempo con la música o la falta de sincronización en las coreografías de grupo. De todas formas seguro que estoy equivocado porque el público aplaudió muchísimo y todos comentaban lo bonito que había sido todo.

Hombre, desde luego, prefiero mil veces antes este “Romeo y Julieta”, aunque sólo sea por la música, que el infumable y soporífero “Don Quixote” que vi este verano en Londres y del que os hablé aquí.

Como en casa Helga siempre hay algo para protestar, quisiera mencionar algo que me llamó poderosamente la atención y que no alcanzo a comprender. Y es que esta vez no han salido a la venta las entradas de visión reducida de 4º piso (15 euros) estando vacío todo el lateral y parte de los hombros de ese piso. Y esas localidades quedaron desocupadas al mismo tiempo que mucha gente se quedó en la calle sin poder comprar entradas para ninguna de las dos funciones, al haberse agotado a las pocas horas de haber salido a la venta. Yo seré muy cortito, pero no lo entiendo.

RECITAL DE PIANO - Pablo García-Berlanga - Ateneo Mercantil de Valencia – 11/12/11


No quisiera finalizar este post de hoy sin hacer una breve referencia al estupendo recital que ofreció el domingo por la mañana el pianista Pablo García-Berlanga (Valencia 1986).

Comenzó el concierto con dos páginas mozartianas, la Fantasía en do menor KV 475 y la Sonata en do menor KV 457. Pese a ponerse de manifiesto una cierta rigidez inicial, poco a poco la impecable ejecución, caracterizada por el virtuosismo y precisión de la digitación, fue llenándose además de espíritu, configurando una interpretación intensa y muy emotiva.

Lo mejor del recital vino a continuación, con tres de los Preludios (Libro 1) de Claude Debussy: “La fille aux cheveux de lin”, “La sérénade interrompue” y “La chatédrale engloutie”, donde llevó a cabo, especialmente en la última pieza, una delicadísima lectura, conmovedora, llena de madurez y comprensión de la escritura del compositor francés, que yo particularmente hacía mucho tiempo que no escuchaba con tal grado de belleza.

La segunda parte comenzó con las siete Fantasías opus 116 de Johannes Brahms, unas piezas en las que García-Berlanga supo revelar sutilmente todo el colorido y fuerza expresiva de la partitura, sin perderse dentro de la compleja densidad de la escritura brahmsiana, siendo revelador en este sentido la claridad de la exposición que presentó el pianista en el Capriccio Allegro Agitato que cierra la obra.

Y el concierto finalizó con tres fragmentos del “Romeo y Julieta” de Serguéi Prokófiev, poniendo auténtico broche de oro con una interpretación de Capuletos y Montescos que fue todo un ejemplo de precisión y riqueza dinámica.

Una calurosa ovación, de un público por cierto bastante ruidoso y molesto durante todo el recital, premió con justicia la labor de un joven pianista que está llamado a alcanzar muy pronto merecidos éxitos internacionales.

martes, 6 de diciembre de 2011

"LAS BODAS DE FIGARO" (W. A. Mozart) - Teatro Martin i Soler - Palau de les Arts - 05/12/11


El pasado lunes tuvo lugar en la sala Martín i Soler del Palau de les Arts de Valencia la primera de las dos funciones (la siguiente será el día 10) de la cita de este año con los jóvenes artistas que ultiman su formación musical en el Centre de Perfeccionament Plácido Domingo. En este caso se ha elegido para ello la celebérrima ópera de Wolfgang Amadeus Mozart "Le nozze di Figaro" ("Las bodas de Fígaro", que no “La Noche de Figaro” como me espetó sin rubor alguno una amable señorita de las taquillas del teatro valenciano).

En la parte positiva hay que empezar reseñando que por vez primera esta temporada se han agotado las localidades. Es verdad que el aforo de la Martín i Soler es muy inferior al de la sala principal, pero desde hace una semana ya no había entradas disponibles y eso es una buena noticia. En primera fila se encontraban varios cargos de Les Arts, entre ellos la Intendente Helga Schmidt (por cierto con el mismo atuendo de siempre, que digo yo que en ropa no debe gastarse precisamente el abultado sueldo).

También estaba Justo Romero, a quien se denomina “dramaturgo del Palau de les Arts”, pero cuya ocupación estos últimos años, huérfanos de libretos, comentarios en los programas y actividades complementarias, es un enigma mayor que las líneas de Nazca. En esta ocasión Romero también firmaba como “comisario” de la exposición Detalls Magistrals, ubicada en el foyer, y que no es sino una recopilación de fotografías de los ensayos de esta producción, junto a otras cuantas de una histórica representación en La Scala con Mirella Freni y Wladimiro Ganzarolli (esposo de Helga Schmidt, fallecido el año pasado).

Este estreno suponía el debut del legendario bajo-barítono italiano Ruggero Raimondi al frente del Centro de Perfeccionamiento, tras haber sustituido a Alberto Zedda. Raimondi, como director de interpretación y escena del Centro, ha sido el encargado de la dirección escénica de la producción presentada, que contaba además con el apoyo del vestuario de Begoña del Valle y la iluminación de Antonio Castro.

La escenografía apenas consistía en unos cuantos elementos rescatados probablemente de anteriores producciones: un tendedero en el primer acto, un biombo y una chaise longue en el segundo, unas cuantas sillas en el tercero y un seto en el último. Con estos escasos, pero eficaces, elementos para ubicar la acción, el trabajo de Raimondi se ha centrado por completo en la dirección de actores y el movimiento escénico, y el resultado obtenido a mí me ha parecido magnífico.

Siempre que existe una buena comprensión del libreto y un trabajo serio en la faceta dramática, la austeridad escenográfica no tiene por qué lastrar el conjunto. Raimondi en este caso ha trabajado fundamentalmente la expresividad de los intérpretes, tanto en el plano vocal como en su gestualidad, donde se pudieron ver muchos detalles que reforzaban los perfiles de los personajes y facilitaban el seguimiento de la acción. Se ha sabido potenciar además la vertiente cómica del libreto sin caer en la exageración y, como decía, el resultado obtenido me parece muy positivo.

La dirección musical corrió a cargo de Andrea Battistoni, quien también debutaba al frente de la Orquestra de la Comunitat Valenciana. El joven director italiano llevó a cabo un trabajo de batuta enérgico, muy vivaz, con tempi por momentos apresurados en exceso, echándose en falta una mayor minuciosidad y reposo, sobre todo en los fragmentos más líricos. En general la labor de Battistoni me pareció más rutinaria que brillante. Durante toda la obra, el foso estuvo plenamente al servicio de los cantantes, ocupando un segundo plano demasiado evidente y sólo en instantes puntuales despuntaba el auténtico potencial de la agrupación orquestal, con algunos sonidos exquisitos comandados por el auténtico terciopelo que brotaba de los violines.

Álvaro Octavio en la flauta, Cristopher Bouwman al oboe, Joan Enric Lluna al clarinete y Francisco Cerpa en el fagot destacaban en una última fila de la orquesta que cumplió con calidad excelente en todas sus intervenciones. También pudo destacar el polaco Rafal Jezierski al cello.

Tengo que hacer constar respecto a la Orquesta algo que me llamó la atención y es que vi a varios de sus componentes, en distintos momentos, bostezando, con la mirada perdida y con una importante sensación de aburrimiento. Cosa que no es nada habitual en estos músicos.

El Coro del Centro de Perfeccionamiento rindió a un gran nivel, tanto en lo que respecta al comportamiento escénico como prestando siempre el soporte vocal adecuado.

El bajo milanés Andrea Mastroni, en el papel de Figaro, fue el único de los cantantes que no pertenecía al Centro de Perfeccionamiento y la verdad es que estuvo muy por encima del resto de sus compañeros. Posee Mastroni una voz grave y profunda de muy bello color, riqueza tímbrica y sobrado volumen. Lástima que en los extremos de la tesitura el instrumento pierda consistencia y sobre todo en la zona aguda presente serias carencias. Sus mejores prestaciones vocales tuvieron lugar en el acto cuarto, sobre todo en el recitativo y aria “Tutto è disposto… Aprite un po' quegli' occhi”, donde ofreció algunos detalles de buen bajo mozartiano, y aunque tuvo alguna dificultad con el fiato, supo resolverla con inteligencia ajustando el fraseo.

En lo que respecta al resto de solistas, todos ellos integrantes del Centre de Perfeccionament Plácido Domingo, lo primero que se debe destacar es su gran entrega vocal y escénica. En su faceta de actores estuvieron todos espléndidos, cuidando el lenguaje gestual y moviéndose en escena con gran soltura y naturalidad, dibujando con sutileza los perfiles de sus personajes.

En el plano vocal ya hubo un poco de todo. Los que seguís este blog sabéis que cuando hago las crónicas de estas funciones de los alumnos del Centro de Perfeccionamiento evito incidir en los aspectos negativos de los jóvenes cantantes. Y así lo haré también en esta ocasión, obviando cualquier comentario crítico, deseando que vayan evolucionando en su preparación y ajustando sus voces a sus posibilidades reales, aunque algunos de los que pudierais estar presentes en esta función concluyáis, con razón, que soy demasiado blando.

Helen Kearns fue una Susanna pizpireta y con gran desparpajo escénico que en lo vocal destacó sobre todo en el aria del cuarto acto “Deh, vieni, non tardar” donde apuntó algunos matices con sensibilidad.

Isaac Galán, como El Conde, me gustó más que en otras ocasiones, y Diana Mian, en el rol de La Condesa, brilló especialmente en los recitativos, estando mejor en “Dove sono i bei momento” que en “Porgi, amor, qualche ristoro” y toda la noche cuidó el uso de reguladores y las medias voces con mucho gusto.

Me agradó especialmente la Barbarina de Brigitta Simon y también presentaron detalles interesantes Alessia Nadin, como Cherubino, y Jesús Álvarez como Don Curzio, éste último con unos incomprensibles zapatones 7 tallas más grandes que la suya.

Mario Cerdá (Don Basilio) lució un atractivo timbre ligero, y de la Marcellina de Adriana Di Paola poco más podría decir aparte de que tiene unos ojos muy bonitos.

Pero como decía antes, lo que debe destacarse es la gran entrega de todos los cantantes y su enorme implicación dramática, que compensaba las limitaciones vocales que pudieran presentar. Y así lo entendió el público que llenaba la sala que premió a todos los intérpretes con cálidas ovaciones que fueron especialmente sonoras para Diana Mian.

No quisiera finalizar sin hacer otra de mis famosas quejas que acaban flotando en el éter sin que nadie haga ni puñetero caso. En esta ocasión mi protesta va dirigida al servicio de taxis a la salida de las representaciones en Les Arts. Yo no suelo ir en este transporte público, pero constato día tras día como pasan muchos minutos desde que finalizan las funciones hasta que empiezan a aparecer taxis por allí y, poco más tarde, cuando no queda ya nadie por los alrededores, las colas de taxistas charlando y echándose un cigarrito a la puerta de Les Arts superan la docena. Pero en fin, se ve que el fubol y Valencia son asín.

jueves, 1 de diciembre de 2011

SIR ANDREW DAVIS SUSTITUYE A CHAILLY EN "ARIADNE AUF NAXOS"


Según se ha sabido hoy, parece que será finalmente el director británico Sir Andrew Davis el encargado de sustituir a Riccardo Chailly al frente de la Orquesta de la Comunitat Valenciana en las funciones programadas para los próximos días 16 y 18 de diciembre, en el Palau de les Arts de Valencia, de la ópera de Richard Strauss “Ariadne auf Naxos”, en versión concierto.

Tras la decepción que sufrimos la pasada semana, al enterarnos de que problemas de salud volvían a impedir que pudiésemos ver a Chailly dirigiendo en Les Arts, algunos nos temimos lo peor y se especuló seriamente con la posibilidad de que incluso se cancelasen las representaciones previstas de “Ariadne auf Naxos”, dado lo cercano de las fechas del espectáculo y la dificultad de encontrar a un director disponible con garantías en tan breve plazo.

El veterano Sir Andrew Davis es actualmente director musical de la Lyric Opera de Chicago, donde precisamente estos días se encuentra dirigiendo esta ópera de Richard Strauss, finalizando allí sus compromisos el día 11 de diciembre y estrenando en Valencia el 16.

Davis es un director todoterreno que, en principio, parece asegurar un trabajo de batuta más eficaz que brillante, pero contando con una orquesta como la titular del coliseo valenciano, la elegancia y exuberancia de la maravillosa partitura de Strauss tienen presencia asegurada, aunque hayamos de padecer la infame acústica de esa cosa parida por Calatrava a la que decidieron llamar Auditorio para confundir al personal.

En cualquier caso, si definitivamente se confirma la presencia de Sir Andrew Davis en Valencia y que no se cancelan las representaciones de “Ariadne auf Naxos”, habremos de reconocer que, una vez más, Helga Schmidt y sus chicos habrán hecho bien los deberes en el plano artístico. Lástima que en su gestión administrativa interna y en la relación con el abonado y el público en general no sean igual de competentes.

Y finalizo hoy con este video perteneciente a los Proms de este año 2011, donde podemos ver a Sir Andrew Davis dirigiendo a la BBC Symphony Orchestra en un breve fragmento del poema sinfónico de Richard Strauss "Till Eulenspiegels":


video de Radio3Video

miércoles, 23 de noviembre de 2011

"LA CENERENTOLA" (Gioachino Rossini) - Palau de les Arts - 22/11/11


Por primera vez en la breve historia del Palau de les Arts, con el estreno anoche de “La Cenerentola”, se representaba una ópera de Gioachino Rossini en la sala principal del teatro valenciano donde, hasta ahora, se había reservado la producción del compositor de Pésaro a la pequeña sala Martin i Soler y a cantantes del Centre de Perfeccionament Plácido Domingo.

El hecho de que el estreno fuese un martes y que ayer estuviese lloviendo intensamente durante todo el día en la ciudad, contribuyó decisivamente (quiero pensar) a dejar de nuevo los asientos de Les Arts con muchos huecos, estando los pisos altos prácticamente vacíos. En conjunto poco más de media entrada (más Rappel). También pudo verse en el patio de butacas a Carlo Goldstein, el joven asistente de Omer Wellber que, por enfermedad de éste, le sustituyó a última hora en el “Boris Godunov” del pasado domingo, obteniendo un importante e inesperado éxito.

La producción de “La Cenerentola” presentada ayer fue concebida originalmente a finales de los 90 por el reputado regista Luca Ronconi para el Festival de Pésaro, donde se ha convertido en una de sus obras emblemáticas. La dirección de escena de Ronconi, a pesar de los años, conserva bastante frescura y resulta visualmente atractiva, aunque también presenta algunos puntos débiles.

La casa de Don Magnífico es una estancia llena de muebles apilados en diferentes niveles, lo que, si bien permite que en las intervenciones de conjunto la colocación de los cantantes favorezca una mejor distribución de las voces, exige a los intérpretes moverse por el escenario con riesgo de pegarse un buen batacazo. El palacio del príncipe está representado por una habitación de suelos de mármol rodeada de chimeneas, a una de las cuales llega Angelina para asistir al baile transportada por los aires por una cigüeña, en uno de los momentos más espectaculares de la producción.

La transición entre los dos ámbitos escenográficos se lleva a cabo mediante el izado y descenso, a la vista del público, de la plataforma sobre la que se asienta el decorado que representa la casa de Don Magnífico, bajo la cual está el palacio del príncipe. Esto origina largas interrupciones entre cuadro y cuadro, lo que lastra a mi juicio la agilidad de la propuesta, aunque sirva para hacer exhibición de la maquinaria escénica del teatro.

Ronconi ha acentuado con la dirección de actores la vertiente cómica del libreto, con una notable preocupación por remarcar los diferentes caracteres de los personajes, los cuales se ven aún más resaltados por el maquillaje y vestuario, éste por cierto bastante horrible.

En conjunto, una propuesta efectiva y divertida que no llega a entusiasmar, pero que tampoco me parece merecedora de los dos o tres abucheos aislados que se llegaron a escuchar al finalizar la función.

En el apartado musical, el joven director italiano Michele Mariotti debutaba anoche al frente de la Orquesta de la Comunitat Valenciana y he de decir que a mí me gustó. Su lectura de la página quizás no sonase todo lo rossiniana que uno imagina a priori, pero el vuelo lírico que imprimió me pareció más que interesante, alcanzando algunos momentos bellísimos donde la técnica contrapuntística del compositor de Pésaro pudo disfrutarse gracias a la batuta de Mariotti y los excelentes músicos a su cargo, pese a que los solistas vocales no ayudaban mucho, como en el quinteto del primer acto ”Nel volto estatico”. Mariotti marcó atento y con precisión las entradas de los cantantes, y resultaba curioso verle vocalizar el libreto, de principio a fin, mientras dirigía. Es verdad que hubo algunos desajustes y cierto descuido de la tensión en momentos puntuales, pero el conjunto de su dirección me pareció muy notable.

Una vez más fue todo un lujo poder escuchar a la Orquesta de la Comunitat Valenciana rindiendo a un altísimo nivel y, como me comentó un amigo en el entreacto, es inevitable cada día que pasa hacerse la pregunta: ¿cuánto puede durar esto con la que está cayendo? Esperemos que todo el tiempo posible, porque es una gozada poder disfrutar del increíble sonido de esa sección de cuerda que llega a hacer irrelevante casi cualquier referencia anterior que se tenga, o de esas flautas y clarinetes que también destacaron anoche especialmente.

El otro gran pilar de nuestro teatro de ópera, el magnífico Cor de la Generalitat, limitado en esta ocasión a su sección masculina, pese a algún fugaz despiste en el segundo acto ofreció también unas prestaciones dignas de aplauso.

Fue una auténtica pena que el buen rendimiento de orquesta y coro no se viera acompañado por un reparto solista homogéneo que brillase al mismo nivel y, aunque todos pusieron mucha voluntad, el resultado fue muy desigual.

La mezzosoprano Serena Malfi dio vida a la protagonista, Angelina, en lo que suponía su debut en España. Al alzarse el telón fue difícil no acordarse de Cecilia Bartoli por el aspecto físico de la cantante y el color oscuro de la voz con el que afrontó sus primeras notas, pero lamentablemente la comparación con la Bartoli acabó ahí, en breves segundos. La voz de Malfi tiene algunos acentos interesantes en la zona media, pero es muy pequeña, lo que unido a una emisión entubadísima, que parece provenir de la misma nuca, y a su incapacidad de proyectar adecuadamente, hace que quede tapada permanentemente por orquesta, coro y compañeros de reparto. Si la hubiesen sustituido por un muñeco de José Luis Moreno en los concertantes, el efecto hubiera sido el mismo, ella movía la boca pero daba igual que cantase o que mascase chicle. Su rondó final “Nacqui all’ affanno… non piú mesta” fue un cúmulo de despropósitos, agudos calados unos y capados los más, graves eructados, la expresividad de un berberecho cocido, coloratura tramposa, y adornos… los del pelo. Una Angelina francamente decepcionante.

Lo mejor de la noche en el plano solista vino de la mano del tenor ruso Dmitri Korchak, que ya nos enamorase con su Lensky de la pasada temporada y que anoche, aunque no estuvo al mismo nivel, volvió a destacar por encima de sus compañeros de reparto. Su preciosa voz, bien timbrada y rica en armónicos corrió luminosa por la sala. Comenzó un tanto frío, con algún agudo abierto y tirante, pero llegó al final pletórico y en su “Si, ritrovarla io giuro” dio toda una lección de potencia y elegancia belcantista, pese a que las agilidades no sean su fuerte.

Paolo Bordogna fue un Don Magnífico irreprochable en cuanto a lo actoral, con su punto justo de exageración, sabiendo dotar al rol del carácter bufo que requiere, con una interpretación soberbia en lo gestual y en el movimiento escénico. Vocalmente comenzó fatal, desafinando directamente y con dificultades en la emisión, pero poco a poco fue yendo a más y estuvo estupendo en su aria del acto segundo, ayudado siempre por su apabullante dominio de las tablas con el que se metió al público en el bolsillo desde el primer momento.

El barítono Mario Cassi, a quien ya hemos tenido ocasión de escuchar en Les Arts en algún papel como el Valentín de “Fausto”, fue un Dandini lastimoso. El joven cantante italiano puede que dé el pego en algún otro repertorio, pero anoche demostró estar absolutamente negado para el belcanto rossiniano, con ostensible falta de fiato, incapacidad técnica para moverse por las agilidades que exige la partitura, escuchándose todas sus respiraciones cual rebuznos y con continuas pérdidas de impostación. Una auténtica pena porque el papel de Dandini tiene gran importancia y deslució notablemente el conjunto.

El bajo coreano Simon Lim también se encuentra lejos de ser el Alidoro ideal. Tampoco pudo con la coloratura y producto de ello fue que en su aria del acto primero hubo un momento en que perdió a la orquesta produciéndose un evidente desajuste que se corrigió enseguida. Su voz tiene algunas bonitas resonancias en la zona media, pero carece todavía del suficiente peso en la zona grave.

Las dos hermanastras encarnadas por Cristina Faus y María José Moreno cumplieron con corrección, mostrando evidentes limitaciones cuando se escuchaban sus voces en solitario, pero conjuntándose sin embargo ambas a la perfección, sonando preciosas en los dúos.

El público de ayer se mostró bastante frío, no sé si por la humedad que reinaba en el exterior o porque tampoco les estaba gustando mucho el espectáculo, y al final tan sólo fue clamorosa la ovación dedicada a Paolo Bordogna, con fuertes aplausos también para Korchak, Malfi y la orquesta, pero que fueron extremadamente cortos de duración, finalizando antes de bajarse el telón y encenderse las luces, ante cierta perplejidad de todos los que estaban en el escenario. La dirección escénica de Luca Ronconi, representada por su adaptador Ugo Tessitore, fue objeto de generalizados aplausos de cortesía y, como dije antes, de un par de abucheos aislados.

Me gustaría poner de manifiesto, a quien corresponda, que el ruido que se escucha últimamente en la sala principal de Les Arts proveniente del sistema de aire acondicionado está alcanzando unas proporciones muy molestas y el zumbido persistente se oye desde cualquier punto del teatro en cuanto el nivel de la música es bajo.

Por otro lado también quisiera dejar constancia, una vez más, de mi inútil queja por las estúpidas traducciones al castellano de los libretos en la subtitulación, donde siguen obsequiándonos con giros y expresiones “actuales” como: “que se te pasa el arroz” o “me quedo de pasta de boniato”, pretendiendo (supongo) acercar el texto a los más jóvenes o hacerse los graciosillos, pero consiguiendo únicamente sonrojar al público, al que parece que toman por imbécil.

No quiero finalizar sin hacer referencia a un par de noticias de las que tuvimos conocimiento anoche. En primer lugar se ha hecho ya oficial, muy lamentablemente, que Riccardo Chailly no dirigirá en Les Arts la ópera “Ariadne auf Naxos”, de Richard Strauss, prevista para mediados de diciembre, al estar siendo objeto el director italiano de pruebas cardiológicas que le han obligado a cancelar todos sus compromisos para el próximo mes. Ahora queda en manos de la dirección del teatro valenciano decidir si cancela definitivamente la representación, la pospone o busca a otro director con garantías, cosa que en las fechas en que nos encontramos me parece harto difícil.

Por otro lado, ya se van confirmando parte de los repartos previstos para las funciones del Festival del Mediterrani. Para “Il Trovatore” se anuncia que Jorge de León estará acompañado por la soprano italiana María Agresta y por el barítono Sebastián Catana. En “Medea”, Violeta Urmana asumirá el papel protagonista, anunciándose a María José Montiel como Neris, Ofelia Sala como Glauce, y del elenco masculino nada se sabe aún. Y para “Tristán e Isolda” la protagonista femenina será Jennifer Wilson, con Ekaterina Gubanova como Brangane y el barítono británico James Rutherford, intuyo que como Kurwenal.

Veremos en qué queda todo al final.

jueves, 17 de noviembre de 2011

"SILENT NOON" - RALPH VAUGHAN WILLIAMS

"Bendita Doncella" (detalle) - Dante Gabriel Rosetti - 1875 - Fogg Art Museum.


Al igual que supongo que les pasará a otros muchos aficionados a la música clásica, mi primer contacto del que soy consciente con las obras del compositor inglés Ralph Vaughan Williams (1872-1958), vino de la escucha, en el mítico programa Clásicos Populares, de su “Fantasía sobre un tema de Thomas Tallis”, una música que luego volvería a redescubrir unos años después como motivo principal de la banda sonora de la película de Gonzalo Suárez “Remando al Viento”.

Y, por cierto, una de las cosas que siempre me ha llamado la atención de este compositor es cómo pronuncian su nombre sus paisanos (algo así como Reif Vonn Uiliams) lo que me ha proporcionado más de un equívoco en alguna tienda de discos londinense.

Ralph Vaughan Williams es universalmente conocido, sobre todo, por su producción sinfónica, pero en el terreno de la canción cuenta también con un importante número de obras, habiendo escrito a lo largo de su vida alrededor de ochenta, algunas de ellas merecedoras de una mayor repercusión, especialmente fuera de las fronteras de las islas británicas donde sí han alcanzado cierta popularidad.

El interés de Vaughan Williams por la canción no se limitó a dar rienda suelta a su creatividad con esas composiciones, sino que además fue un recopilador casi compulsivo de canciones populares inglesas y se habla de su afición a viajar por los pueblos de la campiña en busca de nuevas piezas que añadir a su colección.

En 1904, Vaughan Williams escribe el ciclo para voz y piano “The House of Life”, integrado por seis canciones que compuso a partir de la colección de sonetos del mismo título que escribiese el poeta y pintor prerrafaelita londinense Dante Gabriel Rosetti (1828-1882). El soneto XIX de esa colección es el titulado “Silent Noon”, y sobre sus versos Vaughan Williams compondría la segunda de las canciones del ciclo “The House of Life”, que es la que quería traer yo hoy al blog, y que constituye una de las más célebres y bellas de cuantas escribió, siendo la única canción del ciclo en ser publicada e interpretada con anterioridad y de forma independiente a éste.

En esta creación de Vaughan Williams, el compositor no trata tanto de transcribir en frases musicales los versos de Rosetti, describiendo lo que allí se va narrando, cuanto de transmitir al oyente emociones. En concreto la sensación de paz y comunión con el ser amado y la naturaleza que se desprende del poema, para hacernos partícipes, junto a sus protagonistas, de ese momento imborrable en que la felicidad interior de los amantes encuentra su marco perfecto en el silencioso y reposado mediodía.

La versión que he elegido es una de mis favoritas y corresponde a la grabación que hiciese en 1952 la genial Kathleen Ferrier junto al pianista Frederick Stone. La belleza de la oscura y peculiar voz de la contralto británica y su desbordante expresividad hacen difícil encontrar una interpretación más emocionante de esta preciosa canción de Vaughan Williams:


video de andigrim007

"SILENT NOON" (Mediodía Silencioso)
Your hands lie open in the long fresh grass,
The finger-points look through like rosy blooms:
Your eyes smile peace. The pasture gleams and glooms
'Neath billowing skies that scatter and amass.
All round our nest, far as the eye can pass,
Are golden kingcup fields with silver edge
Where the cow-parsley skirts the hawthorn hedge.
'Tis visible silence, still as the hour glass.
Deep in the sunsearched growths the dragon-fly
Hangs like a blue thread loosened from the sky: -
So this winged hour is dropt to us from above.
Oh! clasp we to our hearts, for deathless dower,
This close-companioned inarticulate hour
When twofold silence was the song of love.
----------------
Tus manos están abiertas en la larga y fresca hierba,
las puntas de tus dedos parecen brotar como flores rosadas.
Tus ojos sonríen en paz. Los pastos relucen y se oscurecen
bajo las ondulantes nubes que se dispersan y agrupan.
Alrededor de nuestro nido, hasta donde el ojo alcanza,
hay campos dorados de caltas, con bordes plateados
donde el perifollo bordea el seto de espino.
El silencio es visible, inmóvil como el reloj de arena.
En lo profundo de los brotes que buscan el sol
la libélula cuelga como un hilo azul lanzado del cielo.
De igual modo, esta hora suspendida gotea sobre nosotros.
¡Oh! Aferrémonos a nuestros corazones, para recibir esta dote inmortal,
esta hora inarticulada en compañía,
cuando el silencio de los dos era una canción de amor.

domingo, 6 de noviembre de 2011

"BORIS GODUNOV" (Modest Mussorgsky) - Palau de les Arts - 05/11/11


Ayer, por fin, en una noche más fría de lo esperado, dio comienzo la temporada de ópera 2011-2012 en el Palau de les Arts de Valencia con el estreno de la obra de Modest Mussorgsky “Boris Godunov”, una de las composiciones emblemáticas del género operístico ruso.

Lamentablemente se vieron demasiados huecos en la sala principal de Les Arts para ser la función de inauguración de la temporada. Faranduleo de todo a cien, politiqueo y gorrones varios no faltaron, claro, con la presencia en el palco por vez primera del nuevo President de la Generalitat, Alberto Fabra, y una corte de carguitos y pelotas que le seguían permanentemente, entre ellos la consellera de Cultura Lola Johnson.

Pero, como decía antes, lo más preocupante fue ver más asientos vacíos de lo que es normal en un estreno de comienzo de la temporada, y esa es la peor noticia posible en la situación actual de incertidumbre sobre su futuro en que se encuentra el teatro valenciano. Y encima, en una obra que no es de las más fáciles y con tanto gorrón poco cultivado, tras el descanso los vacíos aumentaron.

Pero bueno, entrando ya en lo importante, esta coproducción del Palau de les Arts con la Fondazione Lirico Sinfonica Petruzzelli e Teatri di Bari y con el Teatro Regio di Torino, inauguró precisamente también la pasada temporada en este último. La versión ofrecida en Les Arts, como ya sucediera en Torino, es la original concebida por Mussorgsky en 1869, omitiendo por tanto el bellísimo acto polaco introducido en 1872, aunque se ha añadido el cuadro del bosque de Kromy con el que finaliza esa versión de 1872, pero intercalada antes del cuadro de la muerte de Boris. En cualquier caso, para conocer más sobre las versiones de “Boris Godunov” y sobre la obra misma, os recomiendo pasar por el blog de maac, de quien también os recomiendo leer la estupenda crónica que ha hecho de este estreno y que podéis ver aquí.

La dirección escénica e iluminación han corrido a cargo del director de cine ruso Andréi Konchalovski. Se caracteriza su puesta en escena por una escenografía de Graziano Gregori muy escueta, apenas unas plataformas móviles inclinadas que consiguieron algunos efectos visuales interesantes, como la caída final del trono a la muerte de Boris o la salida de éste en la escena de la coronación, y tan sólo unos pocos objetos de mobiliario que servían para distinguir en medio de tal sobriedad escénica los distintos espacios físicos en que se desarrollan los cuadros de la obra. Se ha dejado que lo primordial sea la música, el canto y la expresión de las emociones, el mundo interior de los personajes, siendo el vestuario realista de Carla Teti el único vehículo que nos remite a la época y lugar en que se desenvuelve la acción, sirviendo también para marcar las diferencias sociales existentes en la población de la Rusia zarista.

La espléndida iluminación ayuda también a remarcar la carga emocional de las situaciones que viven los personajes y proporciona algunos sugerentes juegos de luces y sombras, como ese gran momento en que el trono de Boris proyecta su larga sombra sobre el escenario.

Todo eso es importante en una obra con una carga psicológica tan fuerte como es esta, pero requiere, además, de unos intérpretes sólidos en el aspecto expresivo, y sobre todo de una dirección de actores coherente y trabajada. Y precisamente en ese punto creo que es donde la propuesta de Konchalovsky convence definitivamente. Se aprecia un consistente trabajo actoral con los cantantes, que resulta especialmente significativo en los movimientos de las masas corales, habiéndose extraído toda la potencialidad teatral del coro, con la dificultad añadida en este caso de su abultado número de componentes y de tener que actuar entre plataformas móviles. Todas estas circunstancias están resueltas con maestría y posiblemente la experiencia cinematográfica del director ruso haya tenido mucho que ver en el innegable éxito que obtuvo ayer la dirección escénica.

Omer Wellber ha iniciado su primera temporada como titular de la dirección musical de Les Arts con una auténtica prueba de fuego como es “Boris Godunov”. El israelí cuenta con una baza importantísima a su favor como es la de tener bajo sus órdenes a una agrupación excepcional como la Orquestra de la Comunitat Valenciana y con una partitura como la de Mussorgsky llena de fuerza dramática de principio a fin, y es indudable que con esos mimbres el cesto no podía ser demasiado malo. Es verdad que dio la impresión el israelí de comenzar un poco perdido y su dirección me pareció por momentos más rutinaria que intensa, pero en conjunto creo que pasó la prueba con nota, sabiendo mantener la tensión dramática y con momentos en los que hizo brillar especialmente a la orquesta, como la escena de la coronación. Mantuvo en todo instante una impecable conexión entre foso y escena y yo le criticaría un cierto descontrol en el abuso de decibelios, que tapó a los solistas en no pocas ocasiones.

Los movimientos que ha habido en la Orquestra de la Comunitat Valenciana durante estos meses entre temporada y temporada, afortunadamente no parecen haber menguado la excelencia de la agrupación, que ayer volvió a maravillar con la exquisitez de su sonido, con una sección de cuerda que sigue estando en estado de gracia y donde quiero destacar a las violas que tuvieron un par de intervenciones de auténtico lujo. Igualmente merecen destacarse las actuaciones solistas del oboe de Christopher Bouwman y la flauta de Álvaro Octavio.

El nunca suficientemente alabado Cor de la Generalitat tenía aquí una obra propicia para el lucimiento, donde el pueblo ruso se convierte en el auténtico protagonista de la ópera, y lo consiguió con creces, y ello pese a que en esta ocasión la prueba se complicaba más, tanto por la complejidad del idioma, como por esa escenografía móvil que exigía una atención permanente al movimiento escénico. Un empaste impecable, con la rotundidad que exige la partitura, y una actuación teatral excelente fueron claves para que lograsen transmitir de forma idónea el lamento y la rabia de un pueblo ruso permanentemente oprimido.

Las mismas alabanzas las hago extensivas a los jóvenes integrantes de la Escolania de la Mare de Déu dels Desemparats y de Pequeños Cantores de Valencia, que llevaron a cabo una labor magnífica.

En una ópera como “Boris Godunov”, donde se incide tanto en lo más íntimo de la personalidad del personaje principal, se requiere un cantante que sea capaz de transmitir con su voz todas las emociones, sabiendo combinar la vertiente más humana del mandatario y su atormentado remordimiento, con su crueldad y ambición. El bajo Orlin Anastassov quizás sea demasiado joven para el papel, pero esa no es su principal carencia, lo cual además compensa con su impresionante envergadura física. Es verdad que el búlgaro tiene una voz realmente bonita, de acentos claramente eslavos, y es un estupendo cantante que hizo un notable trabajo para acentuar los matices del papel, pero su timbre es posiblemente más claro de lo deseable y le falta claramente rotundidad vocal, especialmente en la zona más grave, presentando problemas para proyectar adecuadamente, por lo que, lamentablemente, en muchos momentos se vio tapado por la orquesta y eso en un Boris es imperdonable. No obstante, su rendimiento fue bueno y, hoy por hoy, quitado René Pape, no se me ocurren muchos más nombres que pudieran mejorar el resultado.

El tenor austriaco Nikolai Schukoff, que ya me sorprendiese muy favorablemente como Narraboth en la “Salome” de hace dos temporadas, fue un Grigori (falso Dmitri) de muchos quilates. Su potente voz lírica, de gran belleza, corría con facilidad por la sala y se imponía a la orquesta. Fue una lástima la supresión del acto polaco, porque allí hubiera tenido territorio para lucirse mucho más.

El veterano Vladimir Matorin, con una voz ya no tan fresca como antaño, pero conservando sus resonancias de auténtico bajo ruso y un gran volumen, compuso un Vaarlam excepcional, ayudado además por una interpretación magnífica como actor.

Excelente también fue la actuación de Ilona Mataradze como Xenia, deleitándonos con una preciosa voz cristalina que adornó con unos soberbios matices. Somos ya muchos los que pensamos que esta cantante merece papeles de mayor envergadura.

Aunque las voces infantiles no son precisamente mi debilidad, agradecí en este caso que el papel de Fiódor fuese interpretado por un niño contralto, Iván Khudyakov, en lugar de por una cantante femenina travestida.

El resto de solistas, como el Pimen de Alexánder Morozov o la Posadera de Nadezhda Serdiuk se mantuvo en un buen nivel. Emilio Sánchez, como de costumbre, mejor como actor que como cantante; más flojete me pareció Andréi Zorin como el Idiota, pero al fin y al cabo, haciendo de idiota no desmerecía demasiado; y caso aparte fue Konstantín Plúzhnikov, un deplorable Shúyski, que me hizo dudar de si realmente era un tenor profesional o un payaso del circo instalado actualmente frente al Palau de les Arts que se había colado allí de rondón.

Fuertes ovaciones premiaron la actuación de todos los artistas, siendo especialmente reconocidos Matorin y Anastassov. Patética era la imagen que presentaba el patio de butacas cuando los escasos cinco minutos de aplausos estaban finalizando, pues apenas una veintena de personas quedaban en la platea.

Una de las primeras en salir a la carrera fue la concejala de cultura y presidenta del Palau de la Musica de Valencia, Mairen Beneyto, quien por cierto no dejo de juguetear con su teléfono móvil durante toda la función molestando con su luz, y las prisas en salir de allí desde luego no serían por encontrar un taxi, pues tenía su coche oficial esperando fuera, igual que el resto de carguetes, lo cual, aprovecho para decir, que me parece vergonzoso e irritante con la que está cayendo.