lunes, 4 de agosto de 2014

EL MILAGRO DE HELIANE

"Wasserschlangen" - Gustav Klimt - 1907 - Colección privada

Últimamente tengo este blog bastante desatendido y ahora que llegan vacaciones y voy a tomarme unos días de descanso alejado de wifis, tampoco podré pasar por aquí mucho. Así que, al menos, he pensado en dejaros en buena compañía.

De Erich Wolfgang Korngold (1897-1957) ya he hablado en varias ocasiones en este blog. Es un compositor por el que siento absoluta devoción, tanto en el terreno de las bandas sonoras para el cine, donde es una de sus figuras referenciales, como en el campo sinfónico, el lied o en el operístico, que es al que quería referirme hoy aquí brevemente.

Korngold compuso a lo largo de su carrera cinco óperas, de las cuales la más famosa, sin duda, es Die tote stadt (La ciudad muerta). A mí, personalmente, me encanta Die tote stadt, pero siempre he mantenido que la mejor composición operística de Erich Korngold posiblemente sea Das wunder der Heliane (El milagro de Heliane), consideración en la que coincido con el propio Korngold que pensaba que esta era su obra más relevante. Sin embargo, ni tuvo éxito en su estreno ni ha llegado a introducirse en el repertorio internacional.

Cuando Korngold comenzó a escribir, en 1923, Das wunder der Heliane, contaba tan sólo 27 años pero ya era un compositor de enorme popularidad. Hay que recordar que fue todo un niño prodigio que había estrenado su primera obra a los once años, y que en 1920 había alcanzado una gran repercusión internacional con el estreno de Die tote stadt que fue un indiscutible éxito. Pero cuando en 1927 se estrenó en Hamburgo Das wunder der Heliane, no obtuvo la acogida esperada.

Siempre se ha comentado que este relativo fracaso fue hijo de su tiempo. Un primer cuarto de siglo XX en Viena, donde el público estaba acostumbrándose a nuevos lenguajes musicales que representaban lo “moderno”, mientras que cualquier devaneo con la melodía o la armonía de corte más clásico era rechazado por los espectadores y, sobre todo, por la crítica.

Eso podría justificar la frialdad de la respuesta del público en la fecha de su estreno, pero no que a día de hoy siga siendo una ópera prácticamente desconocida, escasísimamente representada y de la que apenas existen grabaciones. Y ello pese a que su calidad no es merecedora en absoluto de esa postración en el olvido a la que ha sido condenada. Su hermana mayor Die tote stadt sí ha corrido mejor suerte y, aunque tampoco es que esté presente de forma habitual en los teatros de ópera, sí es representada de vez en cuando.

Las razones de ese olvido pueden ser varias. Se dice que es complicado encontrar voces que puedan afrontar con éxito una partitura vocal terriblemente exigente, pero ahí está, por ejemplo, Wagner representándose sin heldentenores. También se afirma que es muy difícil de escenificar, pero bien sabemos que a los registas actuales les chupa un pie la fidelidad al libreto y con unos cuantos ratoncitos te montan un Lohengrin. E igualmente se comenta, y esto puede que sí sea una causa de mayor peso, el lastre que supone para la obra un argumento bastante disparatado. Aunque ahí tenemos Il Trovatore perviviendo sano como una manzana…

El libreto de Das wunder der Heliane es obra de Hans Müller, quien ya colaborase con Korngold en otra ópera, Violanta, y con él se pretende huir de cualquier atisbo de realismo. La acción se ubica en una época indeterminada y en un país imaginario, regido por un tirano (El Gobernante) que no consigue ganar el amor de su esposa Heliane (el único personaje al que conoceremos por su nombre). Un extranjero que ha llegado al país intentando llevar la alegría al pueblo sometido, es encarcelado por ello y condenado a muerte. La noche anterior a su ejecución entra Heliane en la celda y, ante la petición del extranjero de que le permita una última visión de la belleza, le deja tocar su pelo, le muestra sus pies y finalmente queda desnuda ante él. El extranjero, que lógicamente se pone burrote, le suplica que se entregue a él, pero ella no accede. Al ser sorprendida por su marido desnuda en la celda, Heliane es llevada a juicio.

Heliane niega haber cometido adulterio y al ser llamado el extranjero a declarar, éste se quita la vida para no testificar contra Heliane. El Gobernante decide someter a su mujer a una prueba ante Dios y el tío cachondo le dice a Heliane que si es inocente haga que el extranjero vuelva a la vida. Ella sigue negando el adulterio aunque acaba reconociendo ante la plebe que amaba al extranjero. En ese momento suena un trueno y el cadáver del extranjero surge del féretro redivivo, Heliane corre hacia él, pero su esposo le clava una espada en el pecho y ella muere. El extranjero bendice al pueblo y hace que desaparezca el poder del tirano y junto con Heliane emprenden un viaje, unidos por el amor, hacia las puertas del cielo.

La trama es digna de ser resultado de una sesión de cata de LSD, pero óperas con libretos curiosos las hay a cientos. Aunque en este caso es verdad que, además de la inconsistencia del argumento, éste tampoco tiene muchas lecturas posibles. Es un simbolismo bastante simple y vacío, con poca acción dramática y demasiadas ideas abstractas. Pero lo importante en esta ópera, como en tantas otras, es la música. Y la belleza de la partitura de Das wunder der Heliane es incuestionable.

La riqueza y exuberancia orquestal siempre ha definido las composiciones de Korngold, pero en Das wunder der Heliane da todavía una vuelta más de tuerca, jugando sabiamente con los tempi, las texturas y explorando al máximo todas las posibilidades de los recursos orquestales y vocales. Se ha afirmado, no sin razón, que si Wagner, en Tristan und Isolde, retrasaba las resoluciones armónicas para mantener la tensión erótica, Korngold no se guarda nada en el tintero y toda la partitura derrocha sensualidad en una orgía musical de principio a fin.

Korngold navega por las fronteras mismas de “la modernidad”, pero sin atreverse a zambullirse de lleno en las pantanosas aguas del atonalismo, sorprendiéndonos de pronto con pasajes donde la melodía en su forma más clásica reluce con esplendoroso brillo. Hay quien dice que la música de las óperas de Korngold es un cruce bastante hábil entre Richard Strauss y Puccini. Y algo de eso hay.

Pero voy a dejar ya la palabrería para proponeros escuchar algunos fragmentos de Das wunder der Heliane, confiando en que, si no la conocéis, os guste e incite vuestra curiosidad a descubrir más a fondo la obra de este gran compositor.

Aunque la ópera no suela representarse, el aria de Heliane del acto II, “Ich ging zu him”, es algo más conocida, al ser una pieza que no es raro encontrar en recitales y que algunas sopranos como Renée Fleming no dudan en incorporarla a su repertorio. El fragmento se corresponde con el momento en que Heliane comparece ante el tribunal acusada de adulterio y defiende su inocencia. Yo he optado hoy por traer aquí mi interpretación preferida, que es la que lleva a cabo la mítica soprano alemana Lotte Lehmann:


video de FiDiTanzer528

A continuación os dejo otros tres fragmentos que corresponden a la única versión grabada de la ópera completa que conozco, la que corre a cargo de la Orquesta Sinfónica de Radio Berlín bajo la dirección de John Mauceri, con las voces protagonistas de la soprano búlgara Anna Tomowa-Sintow, como Heliane, y el muy mejorable tenor John David de Haan como El extranjero. Como curiosidad, en papeles menores aparecen el gran Nicolai Gedda o un joven René Pape.

Comenzaré por los dos primeros minutos de la obra, con una preciosa intervención del coro y una música cien por cien Korngold, de esa que muchos pretenden desacreditar diciendo que suena demasiado a banda sonora cinematográfica, lo cual no sé por qué tiene que ser malo:


video de youyousensen

Aquí os dejo también el maravilloso interludio que da paso al acto tercero. Nuevamente toda la exuberancia orquestal y belleza melódica de Korngold en estado puro:


video de MrRobuso

Y dejo de daros ya la paliza. Termino con la espectacular escena final donde el coro se convierte en un personaje más y la música se desborda en este cierre de ópera absolutamente emocionante:


video de john smith