domingo, 5 de enero de 2020

ESPERANDO A ELEKTRA


Electra en la tumba de Agamenon – William Blake Richmond - 1874

El próximo día 18 de enero se estrenará en el Palau de les Arts la ópera Elektra, de Richard Strauss, sin duda alguna el acontecimiento lírico de la temporada en la capital valenciana y una cita absolutamente ineludible para cualquier amante del género operístico.

Además, si no estoy equivocado, será la primera vez en la historia que esta ópera se represente en Valencia. Si no es así agradecería la información, pero creo que estamos ante un estreno histórico. El otro día comentaba este hecho con el buen amigo Ernest Gonzàlez, posiblemente una de las personas más documentadas sobre la historia de la ópera en Valencia y autor de un LIBRO imprescindible sobre el tema, y coincidía conmigo en que no tenía conocimiento de que se hubiera representado hasta ahora.

Sea así o no, lo que está claro en cualquier caso es que, como decía antes, Elektra está llamada a ser uno de los grandes acontecimientos operísticos de los últimos años en nuestra ciudad. Por eso quería con estas líneas hacer un llamamiento a todas las personas que suelen frecuentar este blog para que, por favor, no se la pierdan y para que animen a su vez a acudir al Palau de les Arts a quienes quieran vivir una intensísima experiencia musical, vocal y dramática, operística en definitiva, de primera magnitud.

A aquellos aficionados más experimentados y que ya conocen la obra, poco más tengo que decirles, seguro que ya están suficientemente motivados y tan expectantes como yo aguardando el estreno. Por eso mi propósito principal hoy es dirigirme a quienes están comenzando a introducirse en el mundo de la ópera y a quienes, incluso siendo ya seguidores del género de más largo recorrido, tienen cierto reparo a salirse de lo más conocido y a introducirse en terrenos más “difíciles” (con muchas comillas). Mi consejo es que han de perder el miedo cuanto antes, porque cuanto más tarden en hacerlo, más se arrepentirán posteriormente del tiempo perdido.

Richard Strauss
Es normal que cuando uno empieza a aficionarse a la ópera o incluso a la música clásica en general, lo haga atraído por las bellas melodías y los fragmentos más conocidos; pero, en mi opinión, cuando uno de verdad consigue disfrutar plenamente de lo que supone el género operístico y cuando queda para siempre atrapado en él, es cuando se consigue ir un paso más allá, cuando se descubre la magia de la perfecta combinación entre escritura orquestal, vocal y dramática, entre música, canto y teatro, que encontramos en las grandes obras de gente como Wagner, Strauss, Britten, Janacek, Berg… y, por supuesto, también en los mejores Verdi, Puccini, Mozart… pero estos parece que necesitan de menos publicidad para ser apreciados, su música provoca un menor rechazo inicial. Es llamativo que todavía sea habitual escuchar, incluso entre aficionados a la ópera y personas que tienen su abono operístico o sinfónico, que les gustan las obras más clásicas, pero rechazan la “música contemporánea”, refiriéndose a creaciones de gente como Britten, Shostakovich, Schoenberg o el mismo Richard Strauss, que tienen más de un siglo. Parece si como con la llegada del siglo XX el tiempo se hubiera detenido y a partir de ahí musicalmente todo fuera nuevo, raro y rechazable.

No comento todo esto como reproche, sino con rabia, porque a mí me pasó como al que más. En mis comienzos como aficionado también yo me hice caquitas encima con todo lo que sonaba distinto. La primera vez que escuché la Elektra de Strauss fue en una retransmisión radiofónica y no llegué ni al monólogo inicial de la protagonista. Ya en la conversación de las sirvientas que abre la ópera, tras poner cara de imbécil como si hubiera chupado un limón, pensé que si había alguien que se tragara aquello era o porque tenía desconectado el sonotone o porque era un snob profesional; así que, con esa suficiencia que te otorga la ignorancia, le di al off y me puse por enésima vez el casete de mi Don Giovanni favorito.

Bastantes años después me reencontré con Elektra a través de un fragmento que sonaba de fondo, el primer encuentro entre la protagonista y su hermana Chrysothemis, y que me hizo detenerme y dejar lo que estaba haciendo, sorprendido por la fuerza dramática y la expresividad de aquella avasalladora música tan hiriente y tan bella a la vez. Poco tiempo más tarde, cotilleando entre las estanterías de óperas en Dvd de un conocido establecimiento comercial (cuando todavía tenían esas cosas) descubrí la grabación del MET con la Nilsson, Rysanek y Levine y me atreví a comprarla decidido a darle una oportunidad. Me fascinó. Quedé atrapado para siempre por esta obra que contiene todos esos elementos que hacen del género operístico una de las manifestaciones culturales más completas, ricas y satisfactorias que han surgido de la perversa mente humana: una música subyugante que genera y potencia las emociones de la historia que se cuenta; una escritura vocal exigente que, al tiempo que narra, transmite esas emociones de los protagonistas; y una base dramática, un libreto, con enjundia.

Cartel del estreno de Salome 1905
Elektra es la cuarta ópera que escribió Richard Strauss. Se tiende a pensar que es la segunda, tras Salomé, pero antes de esta el compositor muniqués había estrenado Guntram (1894) y Feuersnot (1901), las cuales eran todavía hijas del romanticismo y estaban lastradas por una influencia de Wagner demasiado evidente, que impedía vislumbrar cualquier atisbo de originalidad, motivos por los que fueron un fracaso. En 1905 se estrenaría Salome, su tercera ópera, con una música que sorprendió por su exuberante orquestación y por moverse con naturalidad por la politonalidad, el acentuado cromatismo y el coqueteo con las disonancias; acompañando además a un libreto demoledor, a partir de la traducción al alemán de la obra de teatro homónima de Oscar Wilde. A partir de Salome el nombre de Strauss como compositor de ópera dará definitivamente la vuelta al mundo.

Hugo von Hofmannstahl
El austriaco Hugo von Hofmannsthal estaba considerado a finales del siglo XIX como uno de los más relevantes poetas en lengua alemana de la época, junto a figuras de la talla de Rainer María Rilke. Tras una pequeña crisis personal, se decantará más por la producción dramática, mostrando gran interés por los mitos clásicos y la temática medieval. Así surgirá su obra de teatro Elektra, estrenada en Berlín en 1903 y escrita a partir de la tragedia de Sófocles, en la que hacía más contemporáneo o intemporal el drama clásico y resaltaba los perfiles psicológicos de los personajes, muy en la línea freudiana tan en boga en aquellos momentos. Richard Strauss asistirá a una de las representaciones de la Elektra de Hofmannsthal y, desde el primer instante, percibirá en la obra un material dramático idóneo para una nueva ópera y, como él mismo contaba, reconoció el poderoso crescendo musical que latía en ella; por lo que propuso a Hofmannsthal trabajar juntos para escribir una ópera.

Hofmannstahl y Strauss hacia 1915
Hofmannsthal aceptará colaborar con Richard Strauss y en 1906 iniciarán el trabajo, aunque la ópera no se concluirá hasta finales de 1908, consiguiendo finalmente construir entre ambos una de las obras maestras del género. Esta relación de Hofmannsthal y Strauss constituye sin duda una de las más exitosas colaboraciones libretista-compositor de la historia de la ópera; una colaboración que se mantendría hasta la muerte del escritor en 1929, dando lugar a cinco óperas que son también auténticas joyas: Der Rosenkavalier, Ariadne auf Naxos, Die Frau ohne Schatten, Die ägyptische Helena y Arabella. Y gran parte de su éxito se debe a la calidad literaria incuestionable de los libretos del dramaturgo austriaco, que son, por sí mismos, magníficas obras de teatro.

Annie Krull como Elektra (1909)
El estreno de Elektra tendrá lugar en la Semperoper de Dresde el 25 de enero de 1909 en medio de una enorme expectación nacional e internacional, constituyendo una de las primeras manifestaciones de merchandising operístico, con la ciudad de Dresde inundada de objetos en venta con alusiones a Elektra. Quizás esa expectación fue también en parte la culpable de que el estreno tuviera por el público una acogida tibia tirando a fría y recibiera críticas bastante negativas. Es verdad que hubo algunos críticos con más visión que afirmaron que había sido "un triunfo de la comprensión más aguda del arte" o que “la imaginación del compositor había sacrificado voluntariamente la belleza del sonido a la verdad”, y, afortunadamente, hoy en día la ópera está valorada como merece (recordemos a Stravinsky marcándose aquella boutade de “tras Parsifal sólo se han compuesto dos óperas: Pelléas et Mélisande y Elektra”). Pero lo cierto es que en su estreno se habló mucho del exceso de violencia subyacente, de la maldad de los personajes, de una partitura más extrema, más dura, que la de Salomé, y no se acabó de entender que la orquesta compartiera protagonismo con las voces, no plegándose a ellas, sino incluso poniendo serias dificultades a los intérpretes para hacerse oír.

Y es que la orquesta es la gran protagonista de Elektra. Strauss preparó para la ocasión un foso con 111 músicos que generará un imponente torrente sonoro de enorme riqueza tímbrica, de extremos contrastes entre instantes más oscuros y explosiones líricas, y en el que las exacerbadas emociones del drama se muestran con toda su intensidad; debiéndose destacar la magistral orquestación concebida por el compositor, en una partitura que él mismo decía que había llevado “a los límites de la armonía, de la polifonía psicológica e incluso de la capacidad de asimilación del oído”. Leído esto a fecha de hoy resulta obviamente exagerado, pero lo cierto es que en el momento del estreno la ingente instrumentación y el expresionismo musical de la partitura no acabaron de ser comprendidos del todo, como en esa caricatura de la época que he puesto arriba, en la que se decía que Strauss en lugar de electrizar a su público lo había electrocutado.

El propio Strauss escribió que su estilo de canto tiene el tempo del drama recitado y entra frecuentemente en conflicto con las figuras y la polifonía de la orquesta. En esta ópera esto cobra especial alcance y la escritura vocal, principalmente la de la protagonista, unida a la masa orquestal, coloca a los intérpretes en notables dificultades; aunque, no obstante, cuando estas son resueltas satisfactoriamente, se logra construir un maravilloso paisaje musical y vocal que nos zarandea y nos lanza directamente del oído al corazón todo el dramatismo de la historia que se nos narra.

Producción de Elektra que veremos en Les Arts
La acción se desarrolla en un solo acto, sin interrupciones, en un patio interior del palacio real de Micenas. Las cuatro notas que componen el gran leitmotiv del tema de Agamenón darán inicio a la ópera en la que se desarrollarán una serie de escenas que comenzarán con las sirvientas criticando la vida que lleva Elektra viviendo fuera de palacio con los perros, humillada y abatida desde la muerte de su padre Agamenón; le seguirá el gran monólogo de Elektra que recordará la muerte de Agamenón a manos de su esposa Klytemnestra ayudada por su amante Aegisth, y que espera el regreso de su hermano Orest para vengar al padre dando muerte a los asesinos; tras esto se producirá la primera escena entre las dos hermanas: Elektra, que sólo piensa en la venganza, y Chrysothemis que prefiere pasar página y poder desarrollar su vida como mujer y madre. Le seguirá la espeluznante confrontación entre Elektra y su madre Klytemnestra, la gran escena central que constituye uno de los momentos más impactantes de la ópera, con Strauss zambulléndose sin recato en la atonalidad; vendrá luego una nueva escena con las dos hermanas, donde Chrysothemis transmite la noticia de la presunta muerte de Orest, mientras Elektra intenta convencerla para que sean ellas quienes entonces maten a la madre; se producirá a continuación la llegada de Orest y la maravillosa escena de su reconocimiento por la hermana, el fragmento de mayor lirismo de la ópera; Orest y sus acompañantes entrarán en palacio para dar muerte a Klytemnestra, mientras se produce el encuentro entre Aegisth y Elektra, invitando ésta a aquél para que entre también en palacio donde será asesinado; por último, Chrysothemis instará a la hermana a que se una a la celebración por la muerte de los asesinos de su padre y la ópera finalizará con Elektra llevando a cabo una danza orgiástica y delirante tras la que caerá inerte al suelo.

Iréne Theorin
El papel de Elektra está concebido para una soprano dramática, esto es, para una soprano dotada, generalmente, de un color más oscuro en la zona más grave, casi como una mezzo, de un centro amplio y consistente y de un agudo brillante, punzante y con metal. Se requiere una voz grande y poderosa en todos los registros, capaz de sobrepasar una gran orquesta y de mantener el esfuerzo toda la obra, a la vez que ha de poder mostrarse más lírica e intimista en momentos como la escena del reconocimiento de Orest. Pero además, Elektra ha de saber frasear. Es ineludible que la protagonista, a la vez que cante en esas inclementes tesituras, acentúe con un fraseo intenso, variado y expresivo, las extremas emociones que sacuden a la hija de Agamenón. Se precisa pues también a una buena actriz que, para completar la dificultad del rol, habrá de estar en escena durante toda la obra.

Grandes Elektra han sido Astrid Varnay, Inge Borkh, Birgit Nilsson o la gran Leonie Rysanek; o más recientemente, Nina Stemme, Evelyn Herlitzius o la sueca Iréne Theorin, que será precisamente quien encarne el papel en Les Arts. Es un auténtico lujo poder contar en Valencia con una cantante de primerísima fila, habitual de los principales teatros internacionales, y referencia absoluta actual en papeles tan exigentes como Brünnhilde, Isolde, Turandot o esta Elektra.

Sara Jakubiak
La hermana de Elektra, Chrysothemis, es un papel para una soprano lírica amplia, con cuerpo, casi una spinto, que pueda también hacer frente a la importante barrera sonora que la acompañará en algunas de sus intervenciones, pero cuya voz pueda contrastar suficientemente de la de su hermana. Así, frente a la oscuridad y la obsesión por la venganza y la muerte de Elektra, Chrysothemis ha de transmitir la luz, la esperanza y el deseo de realizarse como mujer y madre. Inolvidables Chrysothemis nos ofrecieron cantantes de la talla de Leonie Rysanek, Lisa Della Casa, Hildegard Hillebrecht, Helga Dernesch o Eva Maria Westbroek. En Les Arts el papel estará desempeñado por la norteamericana Sara Jakubiak, quien parece que lo debutará en nuestra ciudad. Una soprano a quien no he escuchado nunca, pero que viene con buenas referencias y que cantará este mismo personaje próximamente en la ROH londinense.

Doris Soffel
El tercer personaje clave de la ópera es Klytemnestra, la madre de Elektra y viuda y asesina de Agamenón. Lo ideal para el papel es una contralto o una mezzosoprano dramática, aunque suele ser habitual asignar el rol a sopranos o mezzosopranos con fuerte personalidad escénica y sobradas facultades dramáticas en la última fase de sus carreras. Y es que lo principal en Klytemnestra no será tanto la belleza y corrección vocal como las habilidades como actriz y en la intencionada declamación del texto. Recordaremos siempre en este papel a mujeres como Astrid Varnay, Regina Resnik, Brigitte Fassbaender o Waltraud Meier. En Les Arts tenemos el éxito garantizado con la presencia de la muy veterana (supera ya los 70 años) mezzosoprano alemana Doris Soffel, una mujer de una autoridad en escena y un poderío interpretativo difícilmente superables.

Derek Welton
Orest es un papel para barítono o bajo-barítono que, pese a no ser extenso, sí requiere no pasar desapercibido. Se convierte en figura clave de la historia a partir de la escena del reconocimiento y precisa transmitir acentos nobles y autoridad y poderío vocal. Nombres míticos que defendieron esta parte fueron los de Hans Hotter, Kurt Böhme o Dietrich Fischer-Dieskau. En Valencia el papel estará encarnado por el australiano Derek Welton, quien también debuta el personaje en nuestra ciudad y está centrando su carrera en el repertorio germánico, habiendo sido recientemente en Bayreuth un estupendo Klingsor en Parsifal.

Ya es conocido el repelús que los tenores parecían darle al señor Strauss, quien solía reservarles papeles menores o ridiculizados, salvo un par de excepciones. Papel menor y repelente es precisamente el de Aegisth, pensado para tenor lírico o lírico-ligero y que han cantado artistas tan relevantes como Max Lorenz, Set Svanholm, James King o Wolfgang Windgassen. En Valencia tendremos al veterano eslovaco Štefan Margita.

Marc Albrecht
Esta temporada comenzó en Les Arts con una ópera como Nabucco, en la que el coro era su espina dorsal, y que puso aún más en valor a nuestro magnífico Cor de la Generalitat. Ahora nos toca presumir de Orquestra de la Comunitat Valenciana con esta Elektra, una obra en la que, como he dicho antes, la vertiente orquestal es la gran protagonista. Para la ocasión se contará en el foso con la dirección del alemán Marc Albrecht, un especialista en repertorio germánico y que este año ha sido premiado con el Opera Awards 2019 en la categoría de mejor director musical.

Robert Carsen
La producción elegida de la Opéra National de Paris, basada en una coproducción original del Teatro del Maggio Musicale Fiorentino y Tokyo Opera Nomori, contará con otra figura de primera línea, esta vez en el campo de la dirección escénica, el canadiense Robert Carsen, del que esta Elektra será el primer trabajo que pueda verse en nuestra ciudad. Pese a que sé que circula por youtube algún video de esta producción, he decidido que no quiero verlo hasta que lo haga en la sala de Les Arts en directo. El talento dramático de Carsen es innegable y es muy probable que podamos disfrutar de una interesante puesta en escena. En cualquier caso, en obras como esta donde lo principal no es tanto la acción como los sentimientos y psicología de los personajes, yo me conformo con que los directores de escena no molesten.

Había pensado ilustrar esta entrada con diversos fragmentos de video y/o audio de grabaciones celebres de esta ópera, pero finalmente he decidido no hacerlo, principalmente porque el objetivo de haber escrito estas líneas era intentar motivar a quien no conozca la obra a asistir a su representación en directo, y pienso que el auténtico valor y sentido de Elektra se encuentra en su unidad teatral y musical, no en fragmentos aislados que forzosamente va a haber que cortar. Por eso, creo que la mejor forma de enfrentarse a ella es ver en directo su único acto de forma ininterrumpida, siguiendo el texto del libreto y dejándose atrapar por la belleza de su fuerza dramática.

Vuelvo al comienzo de esta brasa inmensa que os he colado como regalo de reyes. Los que no conozcáis Elektra y estéis dudando si ir o no a verla, perded el miedo, olvidad los prejuicios, acudid al Palau de Les Arts los días 18, 21, 24, 27 y 30 de enero y dejaros llevar. Viviréis sin duda una nueva y muy intensa experiencia. Y me atrevo a decir que posiblemente a partir de entonces acabéis amando mucho más la ópera. O igual no… pero lo que es seguro es que, como bien dice la publicidad que se está haciendo desde Les Arts, esta Elektra no dejará indiferente a nadie.

17 comentarios:

  1. Me quito el sombrero ante usted por este post. Y nos veremos en el estreno acompañados por una pareja de amigos a los que convencí y que no sé muy bien como se lo van a tomar, están aún en la etapa Puccini por la que pasé yo renegando de Wagner (!!!!!) ("Es que la música va por un lado y los cantantes por otro!") Hasta que vi la tetralogía y se me abrió un mundo nuevo que me dejó cautivado y que desde entonces no hay para mí música más sublime y que más me llegue el corazón. Elektra he visto alguna y reconozco que es más "dura", pero si está bien interpretada actoralmente es espeluznante, en el buen y mal sentido de la palabra. Disfrutaremos seguro.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Yo creo que viéndola representada, bien cantada y con buena orquesta, aunque resulte algo "rara" al principio no puede no gustar... Seguro que disfrutáis. Nos veremos por Les Arts.
      Un saludo

      Eliminar
  2. Anónimo6/1/20 13:15

    Gràcies, Atticus, per animar-nos a tots, als que tenim entrada i als que encara no l'han comprada, a assistir a Elektra. Tens tota la raó: no hem creuria que ningú s'haja aficionat a l'òpera amb esta òpera o amb Wozzeck. Tots hem entrat a l'òpera amb grandíssimes obres com La traviata o Rigoletto, de tonalisme assumit culturalment. Però la meravella de l'òpera és que, conforme avances, vas obrint la teua comprensió a altres experiències musicals més intenses. Confesse que, quan anunciaren Elektra, vaig entrar en pànic. Amb el pas dels mesos i, gràcies també a la teua perfecta introducció, estic esperant amb autèntica il·lusió.
    D'altra banda, podries haver advertit en l'inici de l'article, fet ús de la teua memòria insultant, sobre la versió en concert que programà el Palau de la Música en 1995, amb Marton y Rysanek. Si no, t'eixirem un muntó de 'listos' dient que ja s'havia fet a València.
    Gràcies, de nou, per totes les paraules de l'article.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, claro, tienes razón... Obviamente me refería a ópera escenificada.
      Gracias por la puntualización, se me había escapado el dato de las versiones en concierto.
      Un abrazo

      Eliminar
  3. Anónimo7/1/20 18:53

    Gracias de nuevo por tús apuntes. Me has animado a ir a verla. Saludos.

    ResponderEliminar
  4. Fantastica entrada, mein lieber Atticus! Ojalá sirva para convencer a los indecisos y haya el llenazo que la ocasión merece. Yo tengo entrada para el martes 21. ¿Nos veremos?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muy optimista sería si creyera que va a haber llenazo. Ojalá. Y no es un problema sólo de Valencia, la última Elektra que vi fue en el Liceu hace 3 años, nada menos que con la producción de Chereau y con Herlitzius, Pieczonka y Meier, una joya vamos, y había muchísimos huecos.
      Espero que nos veamos, sí. Mi intención es ir a tantas Elektra como pueda.

      Eliminar
    2. Felicitats per l'article, Atticus. El meu camí ha estat el contrari. Wagner és la meua preferència seguida per l'Strauss del binomi Salome-Elektra. Encara conserve una caixeta de quiosc amb Nilsson, Solti i DECCA i en vídeo un Wozzeck amb Waltraud Meier joveníssima dirigida per Baremboim. Cal destacar Karl Böhm i els DVD de DG així com la seu integral en DG de Strauss.

      De les obres més "melòdiques" m'agraden les que tenen una estructura simfònica i un libretto de qualitat, com ara Puccini, encara que ja estic fins als nassos que sempre facen operes "faciletes" tots els anys les mateixes per a un públic que, emulant els xiquets, sempre volen vore el mateix i no van més enllà del vist i revist mil vegades.

      Quan faran "La mujer sin sombra","Lady Macbeth del distrito de Mtsensk" o "Moses und Aron" encara que siga en versió concert?

      Per a mi va ser una alegria vore que anaven a representar Elektra i en vaig comprar l'entrada el primer dia que es podia.

      Salut

      Eliminar
    3. Gràcies Pep. La teua trajectòria, en efecte, no és habitual, la ruta sol ser la contrària; però una cosa sí que tinc molt clara, una vegada que enganxes amb Wagner, Strauss, Berg, Xostakóvitx, Britten, Schoenberg... mai t'abandonen. Al revés és fàcil que pugues arribar a cansar-te, sense que això supose rebuig, de les "faciletes", però a aquests altres autors sempre es torna amb l'emoció del primer dia.
      M'ha encantat això de "emulant els xiquets"... no ho havia pensat, però és veritat...
      Una abraçada

      Eliminar
  5. Gràcies a tu i el teu treball. Un crític anglosaxó va dir que les "delícies wagnerianes" es donaven a poc a poc, però que una volta provades són per a tota la vida. I és cert. Jo vaig començar amb "fragments" i no suportava un Tannhäuser complet. Ara quasi me´l sé de memòria i em sap a poc.

    Moltes gràcies per contestar en valencià.

    Pep

    ResponderEliminar
  6. Magnífico artículo.
    La Elektra de Nilsson y Rysanek en el MET es de referencia; y la de Rysanek,Varnay y Fischer-Dieskau en Viena,con Böhm, otro tanto. Hay una más moderna, 2010, de Salzburgo, con Theorin, Meier y Westbroek que también me parece una maravilla. Para mí en la que veremos en les Arts, sólo falta mi adorada Meier como Clitemnestra, pero estoy convencido que será la gran noche de ópera de la temporada, terrible, eso sí; pero no todo van a ser amores y desamores románticos.
    Y por cierto, no sé si fuiste ayer al recital Schubert de Jaroussky: raro oír esos lieder en voz de contratenor, pero cosas más raras se han visto. Ahora, a Fischer-Dieskau no le gana nadie en esas lides.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. A las Elektra que mencionas yo añadiría otra actual que es la de Aix en Provence en 2013 con Herlitzius, Pieczonka, Meier y Petrenko, dirigidos por Esa Pekka Salonen y con la maravillosa creación escénica y sentido dramático del gran Patrice Chereau.
      Fui a Jaroussky y me sonó igual de raro que a todos los presentes, aunque reconozco su elegancia y musicalidad y la belleza con la que hilvanó alguno de los lied. Obviamente Fischer Dieskau juega en otra liga.

      Eliminar
    2. Sí, magnífica también esa Elektra de Aix.

      Eliminar
  7. Estic d'acord amb tu en tot el que has escrit. Jo també sóc fan de la Meier i he tingut ocasió de parlar amb ella. El Schubert de Jaroussky és senzillament ridícul. La comparació amb Fischer-Dieskau deixa al jove contratenor en un lloc ridícul. Això seu és la música barroca, on és excel.lent. Esperem que no el posen a cantar Wotan o Hagen amb la veu de l'Esperit Sant (segons Bach). Haurien d'haver cridat a Matthias Goerne, que ho haguera fill millor que ell.

    https://www.youtube.com/watch?v=hIIU5qomA-4

    No és tan guapo com el francès però té la veu i la tècnica requerida.

    salut

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Goerne es uno de los grandes, claro.
      Christian Gerhaher, otro:
      https://youtu.be/676SuXfsQpE

      Eliminar
  8. Fantástico Goerne! Grácias.

    ResponderEliminar