El pasado sábado tuvo lugar en el Palau de les Arts la última de las representaciones de “Rigoletto”, la ópera de Giuseppe Verdi con la que ha comenzado la temporada operística 2012-2013 en el teatro valenciano.
Respecto a cuanto comenté con motivo del estreno, pocas cosas más puedo decir de la producción presentada en Les Arts después de haber asistido a un par de funciones más. Lo único que se salió un poco del guión fue la sustitución a última hora del Rigoletto anunciado para la representación del día 24, el mongol AmartuvshinEnkhbat, por el barítono polaco Andrzej Dobber. Me consta que las malas prestaciones de Enkhbat como Monterone en las funciones previas han tenido mucho que ver en esa decisión. Pero el cambio tampoco fue para tirar cohetes, Dobber mostró una voz potente, pero poco más. El pobre hombre estuvo además perdidísimo en escena, sin duda debido a la ausencia de ensayos.
Por lo demás, es verdad que los desajustes entre foso y cantantes han ido disminuyendo respecto al día del estreno, pero Wellber ha seguido atropellando a los solistas y demostrando bastante poca maña en los concertantes. Y es que, como dije con ocasión del estreno, mi mayor desencanto con esta ópera inaugural ha venido de la mano del director titular de la Orquestra de la Comunitat Valenciana, que ha llevado a cabo una labor muy decepcionante y de escaso color verdiano.
Precisamente en relación con estos comentarios sobre las esencias de Verdi, y gracias al amigo Paco, miembro de Amics de l’Òpera i de les Arts de la Comunitat Valenciana, tuve la ocasión de conocer unos videos cuya existencia reconozco que ignoraba, y con los que he pasado dos horas y media enormemente instructivas y divertidas, por lo que he decidido traerlos al blog para compartirlos con todos los que paséis por aquí y os pueda interesar.
Se trata de una charla sobre la ópera “Rigoletto” ofrecida por el gran director Riccardo Muti, en el año 1994, en el Aula Magna de la Universidad Comercial Luigi Bocconi de Milán. Por aquel entonces Muti era director musical en el Teatro alla Scala e iba a estrenar una versión de esta ópera de Verdi caracterizada por el escrupuloso respeto a lo escrito originariamente en la partitura por el compositor de Busseto. Más que una charla es toda una clase magistral y, sobre todo, un show entretenidísimo protagonizado por un señor tan serio como Riccardo Muti que, sin embargo, es un excelente comunicador, enormemente apasionado y con un gran sentido del humor.
Muti hace aquí un profundo y detallado análisis de “Rigoletto” y justifica el haber limpiado la partitura de agudos y florituras al no estar escritas por Verdi, pese a que se hayan convertido en habituales tras muchos años en los que se ha impuesto el lucimiento personal de los cantantes frente al rigor musical. Muti no critica estas otras versiones y reconoce que incluso pueden haberse logrado momentos muy bellos, pero, como repite reiteradamente, eso no es Rigoletto, “è un'altra cosa”(es otra cosa).
Como decía antes, los dos videos tienen una duración total de dos horas y media, y están sin subtitular, en su versión original en italiano, pero creo que se entiende todo sin demasiados problemas y os garantizo que el tiempo se pasa volando con el showman Muti en todo su esplendor. Podría comentar aquí mil cosas acerca de todo cuanto dice el Maestro, pero creo que lo mejor es dejarle que sea él quien hable (y cante):
Unos días después de esta charla, se estrenaba en La Scala el “Rigoletto” dirigido por Riccardo Muti, con Renato Bruson como Rigoletto, Roberto Alagna como Il Duca, Andrea Rost como Gilda, Dimitri Kavrakos en el papel de Sparafucile y Mariana Pentcheva como Maddalena. La producción era la misma que se ha podido ver estos días en Les Arts, con dirección escénica de Gilbert Deflo.
Pese a que había serias dudas acerca de cómo reaccionaría el público milanés ante una versión poco habitual de esta ópera, fue todo un éxito. Y aquí está el video íntegro de aquel “Rigoletto”:
Y por fin, se levantó el telón... Tras muchas incertidumbres, la temporada de ópera en Valencia ha comenzado con relativa normalidad. No sabemos cómo acabará la cosa, pero de momento ayer se dio el pistoletazo de salida a un ejercicio operístico que se aventura movidito.
Finalmente, las protestas de los trabajadores del Palau de les Arts frente a los incumplimientos de la empresa de los acuerdos laborales pactados a principios de año y ante el ERE que les van a aplicar, se concretaron en una ruidosa concentración en la explanada de acceso al teatro, tras una pancarta en la que se leía 'Sin nuestro trabajo no hay cultura', y el reparto al público asistente de unas hojas informativas con sus reivindicaciones. Se había planteado a la empresa la iniciativa de leer un manifiesto antes de comenzar la representación, pero parece ser que desde la Conselleria de Cultura se opusieron a la propuesta. Ante esa negativa, el maestro Omer Meir Wellber tuvo un bonito gesto cuando subió al podio para iniciar la interpretación de la obra, al coger el manifiesto de los trabajadores y durante unos segundos hacer como si lo estuviera leyendo al público pero permaneciendo en silencio. Finalizados estos instantes, parte del público, principalmente de los pisos altos, prorrumpió en aplausos y hubo algún grito a favor de la cultura.
El paro de dos horas que se había anunciado para la función del próximo martes se ha desconvocado, aunque para las siguientes representaciones se estará a lo que decida una próxima asamblea de trabajadores. En principio la noticia sería para alegrarse si ello respondiera a una decisión libre de los empleados de Les Arts o a un posible acuerdo con la empresa, pero parece que se debe más a una fuerte presión unilateral por parte de ésta. En fin, ya veremos como acaba la cosa…
Si queremos que la actividad del Palau de les Arts se mantenga, los primeros que habremos de responder seremos los espectadores, demostrando con nuestra asistencia que la continuidad de la actividad operística en nuestra ciudad tiene razón de ser. Y el aspecto que mostraba ayer la sala no era especialmente halagüeño. Había una buena entrada, pero siendo inicio de temporada, con una obra tan popular como “Rigoletto” y un sábado por la tarde, lo lógico era que se hubiese podido llenar. Esperemos que en las próximas representaciones, donde los precios de las localidades serán más baratos que en el estreno, mejore la asistencia de público.
Nosvolvió a obsequiar con su ausencia el President Fabra, al que está claro que le interesa menos la ópera que a mí el Reggaeton. Tampoco vi a la Consellera de Cultura con apellido de sheriff de spaguetti-western, que, si realmente no fue a dar la cara en un día como este, demostraría una vez más lo grande que le viene el cargo. Sí estaba por allí el Vicepresidente Císcar, la Delegada del Gobierno y algunos otros carguillos autonómicos de medio pelo, así como la Intendente Helga Schmidt. También se vieron algunas caras conocidas del mundo del espectáculo como el tenor Jorge de León o el ex portavoz del PP en las Cortes Valencianas, Rafael Blasco, actualmente imputado por seis delitos.
Mucho se venía hablando en los medios de comunicación locales acerca de la espectacularidad de esta producción de “Rigoletto” del Teatr Wielki de Varsovia, creada originariamente por el belga Gilbert Deflo hace casi veinte años para La Scala, donde es todo un clásico que se representa periódicamente desde entonces (estos días sin ir más lejos). Desde luego la producción es espectacular. Una grandiosa escenografía ocupa ampliamente, en altura y profundidad, la caja escénica del teatro valenciano, mostrando los diferentes ambientes en los que se va desarrollando la acción, siempre dejándonos la sensación de que lo que se pretende sobre todo es apabullar al espectador visualmente, como con el palacio del Duca que parece casi una catedral. Lo mismo ocurre con el vestuario de la oscarizada Franca Squarciapino, de un barroquismo y colorido ciertamente irreprochables. Menos cuidada me ha parecido la iluminación de Stanislaw Zieba, que pienso que podría haber dado mucho más juego en combinación con el resto de elementos escénicos.
Sin embargo, esa grandiosidad de la escenografía origina un serio inconveniente al haberse unido a los recortes de personal en Les Arts, y para cambiar los decorados se tarda un tiempo excesivo. Francamente, tres intermedios de media hora cada uno en un “Rigoletto” es una exageración y rompe completamente el ritmo de la obra. Que a los 15 minutos de comenzar ya haya un descanso de 30 minutos, me parece imperdonable.
Junto a este derroche escenográfico y de vestuario, la propuesta de dirección escénica de Deflo, adaptada para la ocasión por Beata Redo-Dobber, no me pareció nada del otro mundo y no creo que aporte mucho, más allá de epatar visualmente. El manejo de la dirección de actores y los movimientos en escena son bastante simples. La escenografía pienso que está bien concebida para lograr que la acción fluya natural y eficazmente a los ojos del espectador, pero los cantantes y coro estuvieron bastante estáticos y la resolución de algunas situaciones como la entrada del Duca en el patio de la casa de Rigoletto o el tropiezo de éste con Borsa, me resultaron casi de función de colegio.
Así pues, desde el punto de vista visual la producción deja forzosamente una sensación viejuna pero, en conjunto, satisfactoria. Y es especialmente recomendable para aquellos que se enfrenten por vez primera a esta página de Verdi, pues todo se cuenta, más o menos, como marca el libreto, con un atractivo estético añadido incuestionable.
Lo que más me decepcionó ayer fue la dirección musical de Omer Meir Wellber. El israelí transmitió muy poco aliento verdiano. Dejó de lado cualquier esencia purista de la partitura y fue a su bola. Lo malo es que eso se lo pueden permitir genios como su antecesor Maazel, que, dentro de sus particularidades, te pueden maravillar con los resultados obtenidos, pero no quienes, como Wellber, carecen luego de coherencia en su lectura. Volvió a hacer, como en “Tosca”, una interpretación, a mi juicio, caprichosa de los volúmenes y dinámicas, y llevó a cabo una labor de batuta tan atropellada como sus gestos, poniendo en serios apuros a todos los intérpretes. Lo peor ya no fue que con los tempi veloces que imponía arrollase a los cantantes, sino que además demostró su incapacidad para, en esos momentos, controlar la situación y coordinar foso y voces. Ayer, sin embargo, no fue tan inclemente con el volumen como en otras ocasiones, apreciándose un intento de ajustar el mismo a los cantantes, pero cuando moderaba volúmenes se perdía tensión y, lamentablemente, el color orquestal se difuminaba y el alma que debe impregnar los sonidos que surgen del foso no se encontraba por ningún lado.
Lo anterior no quiere decir que las prestaciones de la Orquestra de la Comunitat Valenciana no hayan sido óptimas en cuanto a ejecución, porque sí lo han sido, pero más por la maestría de los atriles que por la labor del director. Impresionantes resultaron los sonidos del cello solista de Guiorgui Anichenko en el encuentro entre Rigoletto y Sparafucile, o la maravillosa conjunción de la sección de cuerdas al completo en la entrada de Rigoletto en busca de su hija secuestrada, o las flautas en el “Caro Nome”, o todas las intervenciones de Pierre Antoine Escoffier con el oboe.
Muy bien estuvo también la banda interna formada por alumnos del Conservatorio Profesional de Valencia, bajo la dirección de Ricardo Casero; así como los músicos en escena de la Fundación Desarroya.
En cuanto al Cor de la Generalitat, compuesto en esta ocasión por sus integrantes masculinos, sufrieron también el atropellamiento de Wellber y hubo algunos desajustes, aunque vocalmente su actuación fue óptima.
Ha de destacarse que miembros de Ballets de la Generalitat intervinieron por vez primera en una función en el Palau de les Arts, en concreto en el acto primero.
El reparto vocal a priori no presentaba grandes nombres y responde a la época de vacas flacas que nos toca atravesar. Aquí es donde un buen gestor tiene que demostrar su valía y, con menos recursos, saber sacar adelante una programación que mantenga un nivel de suficiente calidad, porque contratar a las grandes estrellas con talones firmados en blanco lo sabríamos hacer casi cualquiera. Personalmente, yo soy partidario de que los recursos que pueda haber se centren en mantener a toda costa la Orquesta y Coro que son hoy ya un referente internacional y en traer buenas voces, sean más o menos populares. Y la inversión en costosas producciones, la mayoría de las veces infumables, debería ser algo secundario.
El mayor aliciente de un reparto vocal bastante desconocido se centraba en el Rigoletto de Juan Jesús Rodríguez, quien nos dejó muy buenas sensaciones el pasado mes de junio cuando sustituyó a última hora el día del estreno de “Il Trovatore” a Sebastián Catana como Conde di Luna, obteniendo un éxito considerable. Pero Rigoletto son palabras mayores. Y creo que el barítono onubense pasó la prueba con nota. A mí desde luego me gustó mucho. Rodríguez tiene una voz cálida, plena, bien colocada, muy homogénea y con auténtico timbre baritonal. Rigoletto es un papel que conoce bien y que seguro que irá perfeccionando. Debutó con él en Jerez y también lo ha cantado en teatros como Parma, Torino o Tenerife. Ayer demostró una entrega absoluta, hilvanando un fraseo con todo el color verdiano del que carecía el acompañamiento orquestal. Su “Cortigiani” resultó emocionante, en la “Vendetta” dio el agudo final y lo mantuvo con potencia, y se marcó un “Pari siamo” notable, con intencionado fraseo y espléndido legato. En el aspecto negativo hay que decir que Rodríguez ofreció a lo largo de la noche poca variedad de matices, y su interpretación quizás no acabase de transmitir la pluralidad de pasiones que convergen en el poliédrico personaje, resultando algo plana en el aspecto dramático.
Erin Morley, en el papel de Gilda,fue otra de las triunfadoras de la noche. La soprano norteamericana es un jilguerillo, de voz pequeña, clara y con estrecho vibrato, que llevó a cabo una buena actuación, con una emisión segura tanto a voz plena como en las medias voces. A mí me gustan las Gilda con voces de más peso, sobre todo para afrontar la parte final de la obra, pero he de reconocer que el “Caro Nome” estuvo excelentemente cantado, con unos trinos de manual y una coloratura nítida y precisa. Es verdad que sus graves carecen de cuerpo, pero esto en una Gilda importa poco.
Iván Magrì, como el Duca, me gustó bastante menos. El tenor siciliano mostró un incuestionable poderío y brillantez en los agudos y una emisión potente, pero su línea de canto se presentaba descuidada y poco refinada, con un centro aquejado de un vibratillo cuasi caprino. Hacía esfuerzos por matizar y apianar, pero entonces perdía la impostación. En “Parmi veder le lagrime” dejó en evidencia sus problemas de fiato y sus respiraciones a destiempo deslucieron su fraseo. El pobre ni siquiera tuvo oportunidad de ser aplaudido tras “La donna è mobile” ya que Wellber no hizo la paradinha estratégica para permitirlo. Por cierto, a este chico nos lo vuelven a colocar esta temporada en “I due Foscari”.
Paata Burchuladze está actualmente en un estado vocal bastante lamentable y su Sparafucile transmitió la maldad del personaje más a base de tablas que de rotundidad canora.
Adriana Di Paola fue una Maddalena de escasa relevancia. Es verdad que el personaje no tiene un gran protagonismo, pero en el último acto tiene que tener la suficiente entidad vocal como para no pasar inadvertida en el cuarteto ni destrozarlo y ayer Di Paola no lo logró.
El jovencísimo bajo mongol (de Mongolia) AmartuvshinEnkhbat, comoMonterone, lanzó su maldición desde el centro del escenario, pero su voz, con una emisión cuasi anal, parecía provenir de las entrañas mismas de la tierra. Lo malo es que en la función del día 24 está anunciado que encarnará el papel de Rigoletto.
En general todos los secundarios estuvieron bastante correctos, especialmente Marina Pinchuk, Mario Cerdá y Miguel Ángel Zapater.
El público de nuevo volvió a iniciar los aplausos de los finales de acto con muchísima antelación a que la música dejase de sonar. Hay quienes deben estar mirando toda la representación el telón para en cuanto lo vean descender un centímetro empezar a dar palmas. Eso sí, luego esos mismos suelen ser los que salen a la carrera de la sala. Al final hubo ovaciones para todos los artistas, aunque con especial intensidad para Juan Jesús Rodríguez y Erin Morley. También fue aplaudida la dirección de escena, saliendo a saludar una mujer rubia (supongo que la directora de la reposición Beata Redo-Dobber) quien se volvió como loca en el escenario, adelantando por su cuenta para que saludasen, casi a empujones, sin ningún criterio, a quien pillaba más a mano, ahora Monterone, ahora Gilda, ahora un Paje, ahora Wellber... Sólo faltó ver entrar a una pareja de mocetones con batas blancas y que se la hubiesen llevado con una camisa de fuerza.
Bueno, pues la temporada 2012-2013 en el Palau de les Arts ha dado comienzo. Ya veremos si, con la colaboración de todos, se puede conseguir que además la podamos finalizar con normalidad y puedan encararse temporadas futuras sin este ambiente de incertidumbre y provisionalidad que se vive ahora mismo.
El próximo sábado día 10, por fin, se iniciará la temporada de ópera 2012-2013 en el Palau de les Arts de Valencia, con el estreno de “Rigoletto”, de Giuseppe Verdi, que contará con la dirección musical de Omer Meir Wellber en una producción del Teatro Wielki de Varsovia, con direccion escénica de Gilbert Deflo, escenografía de Ezio Frigerio y vestuario de Franca Squarciapino. Por cierto, esta misma producción se estrena hoy y se representará durante los próximos días en el Teatro alla Scala de Milán. Para ir preparando el evento os recomiendo pasar por la web de Amics de les arts i de l’òpera de la Comunitat Valenciana y leer la interesante entrada que han colgado.
Mientras llega el ansiado inicio de esta incierta temporada, hoy se ha anunciado en la web de Les Arts, por sorpresa, como es práctica habitual en el teatro valenciano, que el próximo jueves día 8, alumnos del Centre de Perfeccionament Plácido Domingo llevaran a cabo, en la Sala Martín i Soler, la interpretación de algunos fragmentos de las óperas que integran la programación de esta temporada, en una iniciativa denominada “Ven a la ópera”. Se han previsto dos representaciones de unos 45 minutos de duración cada una, a las 19.30 y 21 horas. La entrada será gratuita y podrán recogerse las localidades en taquillas a partir de las 10.30 horas de mañana, día 7, hasta agotarse el aforo.
En concreto, los fragmentos que se interpretarán por los cantantes y pianistas del Centre de Perfeccionament serán: “Zu Hilfe!, Zu Hilfe!” y “Der Hölle Rache” de “La Flauta Mágica”, de Mozart; “Un dì, se ben rammentomi… Bella figlia dell’amore” de “Rigoletto”, de Verdi; “Largo al Factotum” de “El Barbero de Sevilla”, de Rossini; “O Soave Fanciulla” de “La Bohème”, de Puccini; y “Tu al cui sguardo onnipossente” de “I due Foscari”, de Verdi.
Por otra parte, también se ha anunciado que, únicamente ese mismo día 8, dentro de la promoción “Les Arts per a tots” los poseedores del Carnet Jove, el Carnet Internacional de Estudiante (ISIC), el título de Familia Numerosa y las personas en situación de desempleo o con un grado de minusvalía igual o superior al 33%, podrán adquirir entradas con un descuento del 50% para cualquiera de los días de función de “Rigoletto” en cualquier zona del recinto. Para las siguientes óperas que se vayan estrenando se establecerán también los respectivos días en que se puedan adquirir localidades con los beneficios de esta promoción.
Bueno, pues seguiremos esperando que llegue el sábado y, de aquí a entonces, a los de Les Arts todavía les queda tiempo para darnos alguna sorpresa de las suyas. Ya veremos cómo se desarrollan los acontecimientos el día del estreno, porque el patio está bastante revuelto, como consecuencia de la nefasta gestión de la política cultural en esta desgobernada Comunitat Valenciana. Ahora son los trabajadores del Instituto Valenciano de la Música, incluyendo a los miembros del Cor de la Generalitat, los que parece que podrían estar planteándose algún tipo de protesta; y, que yo sepa, sigue vigente la convocatoria de paros que anunciaron los trabajadores de Les Arts para los días en que haya representación, con lo que los horarios de las funciones podrían verse modificados notablemente. Visto el panorama y por si acaso, habrá que llevarse la cesta de picnic y unas mantas… Qué pena. Y mientras tanto la Consellera con apellido de sheriff de spaguetti-western sigue en activo y cobrando el sueldo.
Pues hablando de caraduras y de “Rigoletto”, aquí os dejo con un Duca de Mantua de auténtico lujo, para mí el más grande que ha existido, don Alfredo Kraus, interpretando el inicio del acto tercero, el recitativo y cavatina“Ella mi fu rapita… Parmi veder le lagrime”. Imposible cantarlo mejor:
video de ilpiugrandetenore
Y ahora vamos a volver a escuchar a Alfredo Kraus en el mismo fragmento, pero esta vez con los comentarios de Ricardo de Cala, Fernando Argenta y AraceliGonzález, en aquel imprescindible programa radiofónico que fue “Clásicos Populares” y que tanto nos enseñó a algunos:
"Cartel de Don Juan Tenorio" – Salvador Dalí - 1949 - Nueva York
Cuando yo era un tierno infante y llegaban estas fechas, todos sabíamos lo que íbamos a ver en la única televisión que había: “Don Juan Tenorio”. La obra de teatro de José Zorrilla (1817-1893) se asomaba puntualmente a las pantallas de los hogares españoles, sí o sí, y no había actor o actriz de la época que no pasase por calzarse las mallas de Don Juan o los hábitos de Doña Inés si quería hacerse un nombre en el mundillo.
Reconozco que a mí el Tenorio me gustaba y siempre esperaba con cierta dosis de ilusión la cita anual con los versos de Zorrilla, aunque también admito que a la larga podía llegar a cansar… Pero vamos, considero que no hay color entre celebrar la festividad de difuntos con cierto recogimiento, buñuelos de viento, visita al cementerio y viendo una buena representación de “Don Juan Tenorio” (lo cual por cierto cada vez es más complicado dado el mayoritario nivel actual de los actores españoles formados en imbéciles teleseries) o tener que soportar a hordas de zangolotinos ebrios invadiendo nuestras calles vestidos de mamarracho y haciendo honor a su disfraz con sus actitudes, sin ni siquiera saber pronunciar jalogüin. Es triste, pero debe ser prueba inequívoca de que me he hecho mayor…
Pero bueno, a raíz de esta reflexión he pensado en traer al blog a Don Juan para conmemorar estas fechas a la vieja usanza, aunque esta vez ciñéndome a su faceta musical, y no con la intención de hacer aquí ningún profundo análisis ni erudita disertación, sino únicamente quisiera aprovecharlo como excusa para dejar algunos fragmentos de buena música.
Monumento a Don Juan
Pza. Refinadores (Sevilla)
Desde que en 1630 Tirso de Molina (1579-1648) publicase su obra teatral El burlador de Sevilla y convidado de piedra, introduciendo por primera vez a Don Juan Tenorio (aunque hay quien defiende la autoría de Andrés de Claramonte), han sido innumerables las representaciones que en las diferentes vertientes artísticas ha tenido la figura de Don Juan, tanto en la literatura, como en la pintura, el cine o, por supuesto, en la música.
Si en este último aspecto nos centramos, no creo que haya muchas dudas para concluir que la ópera “Don Giovanni”, de Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791), es la manifestación más relevante que la música ha ofrecido del seductor español. Fue estrenada en Praga el 29 de octubre de 1787 y Mozart contó para la creación de esta obra maestra con la imprescindible colaboración del libreto escrito por Lorenzo da Ponte, quien a su vez se basó en El burlador de Sevilla de Tirso de Molina. Pues nada, de esto ya no hay más que decir que no sepáis, así que, por si os apetece, aquí os dejo enterito un “Don Giovanni” histórico, el del Festival de Salzburgo de 1954, con la dirección musical de Wilhelm Furtwängler y nombres míticos como Cesare Siepi, Elisabeth Grümmer, Lisa Della Casa o Anton Dermota:
video de dormirosol
Unos cuantos años antes de que la ópera de Mozart subiese a los escenarios, Christoph Willibald Gluck (1714-1787) había compuesto ya la música para un ballet basado también en la figura de Don Juan, aunque en esta ocasión la fuente no sería directamente la obra de Tirso de Molina, sino “Dom Juan ou Le Festin de Pierre”,la versión que escribiese Molière en 1665 basándose en aquella. El “Don Juan” de Gluck sería estrenado en Viena el 17 de octubre de 1761. Esta es una obra a la que, pese a odiar el ballet, le tengo gran cariño, pues una grabación de la misma fue mi premio en uno de los concursos del añorado programa de RNE “Clásicos Populares”. Aquí podemos escuchar uno de sus fragmentos más conocidos, la Danza de los Espectros y las Furias que cierra el ballet y acompaña la muerte de Don Juan, y que sería posteriormente utilizada por Gluck en su ópera “Orfeo y Eurídice”. La versión elegida corre a cargo de Il Giardino Armonico, dirigido por Giovanni Antonini:
video de RachelPortman
En 1787, el mismo año en que Mozart estrenaba su “Don Giovanni” en Praga, pero ocho meses antes, Giuseppe Gazzaniga (1743-1818) subía al escenario del Teatro Giustiniani di San Moisè de Venecia “Don Giovanni o sia Il convitato di pietra”, una ópera en un acto que había compuesto con libreto de Giovanni Bertati, basada en la obra de Tirso de Molina y con enormes coincidencias con el libreto que Da Ponte escribiese para Mozart, aunque bastante más breve. Aquí podemos escuchar el aria del catálogo en la voz del bajo italiano Ferruccio Furlanetto que interpreta a Pasquariello, el equivalente al Leporello mozartiano, acompañado por la doña Elvira de la soprano Luciana Serra:
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El 20 de junio de 1822, se estrenaba en Barcelona “Il dissoluto punito, ossia Don Giovanni Tenorio”, una ópera en dos actos compuesta por el catalán Ramón Carnicer i Batlle (1789-1855). La autoría del libreto no está clara, hay quien lo atribuye a Giovanni Bertati que ya escribiese el Don Giovanni de Gazzaniga, aunque otras fuentes apuntan al propio Carnicer como autor del texto tras haber adaptado el escrito por Da Ponte para Mozart. Quienes han escuchado completa la obra de Carnicer (que lamentablemente no es mi caso) coinciden en afirmar que es de una gran belleza y que son innegables sus influencias rossinianas, con vocalidades y melodías puramente belcantistas. Aquí os dejo la Obertura del Don Giovanni Tenorio de Carnicer, en la que podemos escuchar una referencia musical expresa a la ópera de Mozart:
video de LaArsinoelV
El 11 de noviembre de 1889 se estrenaba en Weimar el poema sinfónico “Don Juan”, compuesto por un joven Richard Strauss (1864-1949), bajo la dirección del propio compositor. La obra constituía el tercer poema sinfónico que escribía y su primer gran éxito internacional, y su música ya apuntaba los rasgos inconfundibles del genial compositor alemán. Strauss se baso para ello en la visión de la historia de Don Juan escrita por el poeta alemán Nicolaus Lenau. A continuación podemos escuchar este “Don Juan” de Richard Strauss, en una interpretación de 1984 de la Berliner Philharmoniker dirigida por Herbert von Karajan:
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El 24 de febrero de 1909, apenas un mes antes de morir, el compositor valenciano Ruperto Chapí (1851-1909) estrenaba con gran éxito en el Teatro Real de Madrid otra particular visión del mito de Don Juan. Se trata de la ópera en tres actos “Margarita la Tornera”, sobre un libreto escrito por Carlos Fernández Shaw, basado en una historia de José Zorrilla del mismo título, que a su vez tomó elementos de leyendas populares, y que ya apunta personajes y rasgos que luego se repetirían en el popular “Don Juan Tenorio”. Casi podría calificarse de un borrador de ese Tenorio que escribiría cuatro años más tarde. Aquí podemos ver y escuchar un fragmento de “Margarita la Tornera” con Plácido Domingo en el papel de Don Juan Alarcón y la soprano portuguesa Elisabete Matos como Margarita:
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Estas son algunas referencias musicales al mito de Don Juan. Hay bastantes más, pero como muestra creo que puede valer. En cualquier caso, por si alguien se ha quedado con más ganas de Don Juan aquí os dejo al genuino “Don Juan Tenorio” de José Zorrilla, en una adaptación televisiva dirigida por Gustavo Pérez Puig en 1966 para el legendario espacio Estudio 1, con el protagonismo de Francisco Rabal y Concha Velasco (entonces Conchita), acompañados por un extraordinario elenco de secundarios. Que ustedes lo disfruten si tienen a bien y si prefieren disfrazarse de zombie, no me lo cuenten: