sábado, 27 de marzo de 2010

"LA VIDA BREVE" y "CAVALLERIA RUSTICANA" - Palau de les Arts - 25/03/10


La del jueves fue una noche inolvidable. Otra de esas mágicas veladas que hemos podido vivir en el Palau de les Arts por obra y gracia del Maestro Lorin Maazel. Y van ya unas cuantas. Es un auténtico privilegio el poder disfrutar como lo estamos haciendo en Valencia de la genialidad sin parangón de este hombre. Sabemos que próximamente dejará la dirección musical del coliseo valenciano, por lo que cada ocasión de escucharle se valora doblemente y procuramos aprehender esos momentos absolutamente mágicos que produce su genio y que sabemos que permanecerán para siempre en nuestra memoria.

Se estrenaba en Les Arts el programa doble compuesto por “La Vida Breve” de Manuel de Falla y “Cavalleria Rusticana” de Pietro Mascagni. Lo primero que he de decir es que me parece un enorme acierto de programación el emparejar estas dos obras que, aunque a primera vista parezca que no tengan más semejanzas que su corta duración, combinan perfectamente, al constituir dos visiones mediterráneas distintas sobre una temática similar centrada en el amor, los celos y el engaño.

Ambas se presentaban con la dirección escénica de Giancarlo del Monaco. La de Cavalleria era la conocida producción del Teatro Real de hace unos años, que me sigue pareciendo una solemne estupidez, mientras que la dispuesta para la obra de Falla era una producción original del Palau de les Arts que me resultó francamente interesante.

Los primeros minutos de “La Vida Breve” no me acababan de convencer. La permanente iluminación roja, dos enormes muros móviles por todo decorado y la protagonista continuamente retorciéndose en escena, me producían un agobiante desasosiego, pero conforme avanzaba la obra todo cobraba sentido. Salud, la protagonista, se siente atrapada en un mundo obsesivo del que no puede salir pese a ser consciente de su fatalismo. La realidad de lo que ocurre se mezcla con los sentimientos, los temores, las pesadillas y el mundo interior de Salud. El segundo acto, además de fantásticamente resuelto, con una inteligente mezcla en escena de lo que ocurre y lo que siente Salud, me pareció muy bello estéticamente, con un círculo formado por los asistentes a la boda y la sombra de unos ventiladores incidiendo sobre el mismo. Quizás sólo sobrase ese detalle de la salida a escena de la cantaora crucificada que olía demasiado a gratuita provocación.

Me gustó mucho también el vestuario ideado por Jesús Ruiz, destacando el detalle de la entrada del Coro durante la pesadilla del intermedio, embozados en negros ropajes que, cuando empieza la fiesta, se transmutan en vistosos trajes camperos y vestidos de faralaes, contribuyendo a acentuar el contraste entre la realidad y el oscuro destino de Salud.

Si “La Vida Breve” se desarrollaba dominada por el rojo, la propuesta escénica de “Cavalleria Rusticana” lo estaba por el blanco (sólo faltaba el azul para completar la trilogía de Kieszlowski). Toda la obra se desenvuelve en un único decorado compuesto por enormes bloques de mármol blanco en lo que parece ser una cantera. Ya en su día no me gustó y ahora me sigue pareciendo una escenografía fea y absurda, sin que la dirección de actores contribuya a dotar de sentido a semejante idiotez, que alcanza la culminación cuando se presenta una procesión de Domingo de Resurrección con un Cristo con la cruz a cuestas, propio de Viernes Santo. No entiendo tampoco por qué es Mamma Lucia quien cierra la ópera, en vez de una corista, con el "Hanno ammazzato compare Turiddu". Pero, en fin, seguro que Del Monaco sabe lo que quería decir con todo eso y algún día nos lo explicará a los más torpes con su verbo fácil.

En el apartado musical quiero empezar destacando la nueva muestra de perfección que dieron los cuerpos estables de Les Arts. La Orquestra de la Comunitat Valenciana estuvo impecable, y si siempre suena bien, cuando el Maestro Maazel coge la batuta alcanza cotas difícilmente superables. Los cellos volvieron a emocionarme especialmente, con un par de breves solos de Rafal Jezierski antológicos.

El Coro de la Generalitat también alcanzó la perfección, tanto teatral como musicalmente, en ambas obras. El “Innegiamo” que ofrecieron en Cavalleria fue absolutamente inolvidable. Tan sólo hay que reseñar en el aspecto negativo, aunque no es algo achacable a ellos, que los coros internos del comienzo de “La Vida Breve” apenas se escuchaban. Sin duda la escenografía en forma de caja cerrada y el volumen implacable que Maazel imponía a la orquesta influyeron mucho en eso, pero, sabiéndolo, hubiese sido deseable un reforzamiento del Coro. Claro que aquí nos topamos también con la decisión de doña Helga Schmidt de recortar drásticamente este año la contratación de refuerzos para el Coro. Sin embargo, sí que se veían figurantes, que son más baratos, haciendo bulto junto a los miembros del Coro. No me parece de recibo que los recortes económicos recaigan en aspectos como éste que van en detrimento del resultado musical. Antes que eso puede usted ahorrar, doña Helga, en esos infectos canapés que se venden en los entreactos, o en el chorro de invitaciones que se reparten para que luego queden sus butacas vacías.

En cuanto a las voces solistas en "La Vida Breve", el papel protagonista de Salud recayó en Cristina Gallardo-Domâs. Por fin, actuó en Les Arts, tras las últimas cancelaciones en Turandot y Faust de la pasada temporada. Yo tenía bastante miedo ante lo que nos pudiese deparar su actuación. Sus últimas intervenciones y su delicado estado de salud no llamaban precisamente al optimismo, pero he de decir que me sorprendió muy agradablemente. Se mostró en una aparente perfecta forma física a pesar de estar todo el tiempo en escena. Vocalmente lució sobrada de volumen y con mucha seguridad en los agudos. Su voz sigue teniendo la conocida tendencia al chillido, vibrato acusado e inconsistencia en la zona grave, pero en este papel esas carencias se convirtieron en virtudes, contribuyendo a acrecentar el dramatismo del personaje.

Jorge de León tuvo una correcta actuación como Paco, pero no me pareció destacable, aunque el papel tampoco daba mucho juego, y no es descartable que estuviese reservándose para el magnífico Turiddu que ofreció posteriormente.

María Luisa Corbacho destacó como la Abuela, y Felipe Bou como el Tío Sarvaor, cumpliendo dignamente el resto del reparto.

Mención especial merece la excelente intervención del guitarrista Juan Carlos Gómez Pastor y la cantaora Esperanza Fernández, esta última flamenquísima, de voz contundente y sentida, llena de matices, y con un comportamiento dramático inmejorable.

Por lo que respecta a los solistas que intervinieron en “Cavalleria Rusticana”, la pareja protagonista resultó sobresaliente. Anna Smirnova presentó un canto acerado y temperamental, absolutamente metida en estilo, derrochando intensidad dramática y arrolladora pasión. Su voz, de enorme volumen, tiene un timbre que no me resulta del todo agradable y cuenta con el lastre de un acusado vibrato, pero en esta ocasión, igual que comentaba antes con Gallardo-Domâs, eso jugaba a favor del dramatismo del personaje.

Jorge de León constituyó para mí la sorpresa de la noche. Su Turiddu me pareció excelente. El tinerfeño tiene una voz grande, potentísima, en la que se suele echar de menos una mayor dosis de sensibilidad, pero Turiddu no precisa sensibilidad, requiere potencia, resistencia y técnica, de todo lo cual anduvo sobrado, aguantando perfectamente los tiempos lentísimos impuestos por Maazel. Es un cantante que tiene todavía mucho que trabajar y aprender, pero este papel le va como anillo al dedo.

Gevorg Hakobyan, fue un muy buen Alfio y María Luisa Corbacho estuvo espléndida como Mamma Lucia. Natalia Lunar discreta como Lola.

Pero todo lo anterior fue secundario. Lo verdaderamente importante de la noche fue el Maestro Maazel. Fue él quien hizo que la velada se convirtiese en un acontecimiento imborrable. Yo le miraba en el atril y me preguntaba si lo que movía en su mano derecha era realmente una batuta o una varita mágica. Es asombroso escuchar los sonidos que logra este hombre extraer de la orquesta cuando dirige.

Maazel ofreció una lectura de la obra de Falla, muy acorde con la propuesta escénica de Del Mónaco, potenciando los aspectos más pesimistas y oscuros de la partitura. Desbordándose la brillantez orquestal en la danza nº 1 del segundo acto, donde el maestro, pese a sus 80 años cumplidos, dirigió con inusitada vehemencia sobre el atril.

En “Cavalleria Rusticana” la genialidad de Maazel aún fue más lejos, retardó los tiempos hasta el límite (sobre todo en el momento del brindis “Viva il vino spumeggiante”), consiguiendo que cada sonido y detalle de la partitura refulgiesen como nunca, y todo ello sin perder la intensidad dramática ni caer en el vacuo efectismo.

El Intermedio de Cavalleria es uno de los momentos más bellos de la historia de la ópera, pero con la varita de Maazel se llegó aún más lejos, convirtiéndose en algo sublime, cercano al concepto mismo de divinidad. ¿Es exagerado?, pues sí, pero es que es imposible describir de otra forma lo que nos hizo sentir el Maestro.

Esa noche, en mi insomnio originado por la emoción, recordé lo que en su día dijese Bruno Walter de Von Bülow: "He visto en su rostro la luz de la inspiración y la energía, he sentido la potente fuerza de sus gestos, notado la atención y devoción de los músicos... Vi súbitamente claro que era él quien creaba la música, quien había transformado cientos de intérpretes en su propio instrumento”.

Como decía al principio, sabemos que, mientras el Alzheimer nos respete, momentos mágicos como los vividos el jueves permanecerán para siempre en nuestra memoria. Y somos felices de saber que algún día podremos decir: “yo escuché en directo el Intermedio de “Cavalleria Rusticana” de Maazel, y todos nos envidiarán.

Me hubiera gustado traer el audio de ese momento, pero el proveedor habitual se ve que quedose también en éxtasis y no cumplió, así que me he tenido que conformar con un video del Maestro dirigiendo en 2007 a la Symphonica d’Italia. No es lo mismo, ni mucho menos, pero bueno, para compensar a los que hayáis tenido la paciencia de leer hasta aquí, puede valer. ¡Pero haced ya el favor de sacar entradas para verlo en directo!:


video de supersupercucciolino

Podéis leer también las crónicas de Alfredo y FLV-M

18 comentarios:

  1. Qué cronica Sr. Finch, qué bien hecha y qué acertada. No dejas nada por decir. Qué bien traída la cita de Bruno Walter, de esos genios capaces de crear, de construir con la música, de hacer de la orquesta su instrumento para expresar lo que hechos quieren de forma magistral y única.

    Me ha gustado mucho eso de "yo escuché el Intermedio de la Cavalleria Rusticana de Maazel" solo que yo no he dejado pasar los años, he enviado un email a todos mis amigos para decirles: por favor, no os lo podeis perder, si lo escucháis lo recordareis siempre.
    Gracias Sr. Finch por contarlo tan rebien.

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  2. Una musica muy bella, Atticus.
    Y tu cronica como siempre,¡chapeau!

    No creo que exageres cuando dices que Mazel rozó la divinidad.
    Es justo no escatimar en elogios cuando la ocasión lo merece, y por lo que cuentas esta fue una de ellas.
    Me alegro de que hayas disfrutado tanto el jueves.

    Besitos

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  3. ¡Qué ganas de ir! Si ya estaba espectante, después de leer tu crónica, tan detallada como es habitual, aún lo estoy más. Y pensar que no me toca hasta dentro de un mes...

    Me parece muy fuerte lo de contratar figurantes en vez de refuerzos de coro, en temas como ese nunca habría que ahorrar.

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  4. Assai, yo incluso podré decir algo mejor todavía: "yo escuché el intermedio de la Cavalleria Rusticana de Maazel AL LADO DE ASSAI, y braveamos como posesos".
    Qué bien lo pasamos.

    Tag, no, si exagerar sí que exagero, pero ha sido la única forma que encontraba para intentar describir el conjunto de sensaciones vividas. Si puedes ir no te defraudará.

    Titus, lo de los refuerzos del Coro es lamentable. Una obra como Cavalleria casi exigía ese aumento
    del coro, y vista la escenografía de la Vida, más aún. Hay tantas cosas donde podrían ahorrar menos gravosas para la calidad del espectáculo, que resulta indignante.

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  5. Don poseso, gracias por la crónica, braveasteis tanto que yo tuve que permanecer callado, pa qué malgastar voz si no se me va a escuchar, no no, vosotros dos no necesitáis refuerzos.

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  6. Dado que siento envidia de cómo está escrita esta crónica así como de su contenido, no puedo evitar dejar constancia de que: Yo escuche este Intermezzo en Orange el pasado verano dirigido con las manos por un fragmento de historia de la música del siglo XX: Georges Pretre. Indescriptible en aquel marco incomparable, sí, sí "marco incomparable" que constituía el hermoso teatro romano, el compacto silencio del numeroso público y el leve, invisible mistral.
    À mourir, Mr. Atticus.

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  7. Acabo de llegar de ver este programa doble en le Palau y tenía que contarlo a alguien, ha sido uno de los momentos más emocionantes de mi vida, ese Intermezzo... sólo diré la frase dicha por un espectador al romper la emoción del momento en un aplauso atronador ¡Bravo, Maestro!

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  8. Ohhhhh...qué maravilla!!! Sigo haciendo mis gestiones y lo mismo asomo el hociquillo por allí porque esto tiene una pinta estupenda.

    Magnífica crónica, me alegro mucho de cuánto disfrutaste :-D

    Besotes, muaaaak!!!

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  9. Maac, incluso en algún momento creo que te alejaste de puntillas como diciendo "yo no conozco a estos energúmenos"... ja, ja...

    Glòria, si te creías que me ibas a dar envidia con Pretre y Orange... lo has conseguido... no está nada mal lo que cuentas, mistral incluido.

    Cuba, yo también he estado allí hoy y he vuelto a vivir la magia sin igual que ha creado Maazel. Nada más salir ya estoy contando los días para la siguiente. Y De León ha estado hoy genial.

    Papagena, haz lo posible por venir porque vale la pena. Espero que podamos vernos.

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  10. La Cavalleria de Maazel también me hizo salir de "Les Arts" montado en la nube. Es inevitable que pensemos en la marcha del director como si se tratara de una cuenta atrás, nos está dejando algunas perlas que a mí me harán añorarlo mucho (Parsifal, Turandot, Butterfly, Cavalleria . . . )
    Coindicimos en muchísimas apreciaciones, en los solos de cello, evidentemente en el intermedio (requiere pin de "yo estuve allí"), en el inneggiamo (especialmente bonito si cerrabas los ojos), en Gevorg Hacobyan como un Alfio muy destacable (este señor ya cantó en Les Arts recientemente un magnífico Sharpless) y en Anna Smirnova como una Santuzza de garantías. Sin embargo en La Vida Breve mi apreciación no es tan favorable. Me parece infame que los coros del inicio de la obra no se oyeran.¿Pocos refuerzos de coro? ¿Pésima situación del coro detrás de un paredón que no lo pasa ni Sergei Bubka? ¿exceso de volumen de la orquesta? llámese X pero los coros no se oyen.
    Los proveedores ya no son lo que eran.

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  11. Todas las circunstancias que comentas, Alvaro, influyen en que los coros no se oigan. Lo lamentable es que no se adopten medidas para solventarlo.

    Por lo demás a mí la obra me gusta, tanto la puesta en escena como la lectura de Maazel.
    También es verdad que tú no eres demasiado "fallero"...

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  12. A mí también me gusta la obra, lo de mi fobia fallera es una leyenda urbana y en cualquier caso tiene que ver con otros ruidos, no precisamente con los de D. Manuel.
    Es simplemente que -aparte del tema coros- me pongo el cd que tengo en casa y me gusta más que la interpretación de Maazel (cosa que no me pasa con Cavalleria)
    : - )

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  14. Bueno, bueno... como está el patio, de pronto me imagino a los Corleone ocupando esos asientos, (otrora vacios) esperando morir, esta vez de FELICIDAD!!

    El 17, moriré con ellos y si resucito, te lo contaré.

    Una crónica magnífica en todos los aspectos.

    Abrazos, Alfredo

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  15. Ya me gustaría a mí, Alfredo, que aunque fueran los Corleone se ocupasen esos asientos de protocolo. Los dos días que he estado no ha sido así.
    Y por lo de morir tranquilo, que la música de Mascagni en manos del Maestro resucita a un muerto.

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  16. Después de una noche de resurrección casi en vela provocado por la excelencia musical, también me vengo a tu espacio a liberar reflexiones y emociones. Atticus, exacta y maravillosa crónica, como siempre. Ratificándome en casi todo lo dicho, tengo que incidir en la inteligencia de elegir estas obras tan aproximadas en su espíritu y tan distantes en lo musical, a pesar de que el verismo rebosa por todas partes. El in crescrendo desde los primeros acordes de La vida breve al final espectacular, platillos incluídos de Cavalleria, musicalmente entendidos, es sublime.
    Sólo destacar algún elemento: el vestuario y la iluminación de la obra de Falla es absolutamente elegante y maravillosa, aunque me sobra tanta teta apretá de Salud. Y el ventilador del final llegó a molestarme. Un elemento anacrónico que no sé si pretende airear la infidelidad, agobiar, o simplemente fastidiar. Pasando a la ya conocida escenografía de Cavalleria, feota, hay algo que no entiendo. Los protagonistas, desde lejos, no destacan por ningún detalle de iluminación o de vestuario, es cierto que forman parte del pueblo, pero se agradecería algún cañón de luz o elemento similar que a mi se me escapa para ensalzar los dúos y ciertos momentos musicales. En cuanto al rollo Pasión, quiero pensar que la Cruz que sale al final de la procesión es la del Cristo resucitado, es una cruz alzada... pero ésto es una visión positiva para animar al personal.
    Qué decir de la dirección: NO SE VAYA SR. MAAZEL. Le queremos. Ese intermezzo que no quería que acabara nunca, maravilla de las maravillas. Dios le conserve muchísimos años más en ese estado de gracia. El principio de la cuerda y los metales de Cavalleria, impecable, no tanto como la obertura de La vida breve. Jorge de León, bravo, bravo, y viva la cantera española. Trabajar bien dirigido y tiene un futuro sin límites. Smirnova, vaya pedazo de voz bella, a veces difícil de afinar, pero absolutamente comprensible con ese volumen y dificultad de la partitura. Estuvo magnífica. Se me olvidaba la cantaora. Tal cual una profesional del canto clásico, afinada, ajustada, siguiendo la batuta sin dudas, fantástica.
    En cuanto al coro, con sus momentos absolutamente memorables, también me pareció impresentable que los internos de La vida breve resultaran como una especie de rumor en el que no se intuía ni por asomo la cercanía de la fragua. Y además se evidenciaba demasiado los dos planos, el orquestal y el coral que creo que nunca había sentido en Les arts. También resultó fuera de lugar que los figurantes de Cavalleria, inteligentemente colocados de espalda al público, no dijeran ni mu, mientras los coristas se esforzaban en dar notas sobreagudas, que por los tempi del Maestro, debió resultar una tarea ingente para los mismos. Aunque la producción venga con el requerimiento de "x" figurantes, ambas obras necesitan más coro y esperemos que ésto no se repita para la próxima Aida que nos tienen prometida.
    Y como siempre, agradezco vuestra compañía y comentarios personales que hacen que disfrutemos y compartamos en directo todas las emociones.

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  17. He asistido a la función del Sábado y lo he pasado bastante bien pese a muchas cosas que me han disgustado. El asunto de la diferencia de planos sonoros en el principio de "La vida breve" no es banal. Liberar a Maazel de toda responsabilidad en el resultado de lo que el público oía sería lo mismo que llamarle sordo, por el exceso de brío de los metales, o el feísimo timbre de la percusión que "imita" la fragua. En su –dicen– primer enfrentamiento con esta obra de Falla hubo muchas otras carencias. Por ejemplo: su incapacidad de hacer que el ballet "patease" y palmeara, a tempo, los ritmos de la danza.
    Algunas cosas que hizo en "Cavallería"son, aunque opinables, difícilmente justificables: El comienzo de la obertura mf, en vez de piano; el tiempo esperpénticamente lento del aria de Alfio. De hecho una cierta lectura general morosa, bien cierto que llena de detalles.
    Bien, Maazel es Maazel, y bendito sea poder ponerle alguna pega.
    El que no tiene remedio es el caballero Del Mónaco y sus elecciones sadoreligiosas. Ya había padecido su "rusticanidad" en Madrid. Me parece imbécil convertir al "simpático" carretero en un jayán armado, y prefiero no hablar de procesiones, pero aseguro que traer el duelo a escena, delante de Mamma Lucía y Santuzza es "ammazzare" a Mascagni y su libretista. Lo que ha hecho con "La vida breve", arrastrando a Salud, de un lado para otro por el escenario, durante todo el cuadro de la boda, es de juzgado de guardia.

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  18. Mimenor: Veo que tal y como yo imaginaba te entusiasmó el Sr Maazel. Coincido en todo lo que dices, y respecto a Aida seguiremos con nuestra fe inquebrantable en que Les Arts pueda aprender de sus propios errores, aunque hasta ahora nos haya demostrado que no es así.
    Contraten más coros de refuerzo y menos figurante mudo. El espectáculo lo agradecerá.

    Marta: Bienvenida al blog.Gracias por tu comentario.
    Yo no pretendo liberar a Maazel de responsabilidad en el exceso de volumen que tapa a los coros internos, como tampoco libero a la escenografía cerrada que impide la correcta proyección del sonido a la sala, pero vistas las propuestas de las direcciones musical y escénica lo que no se puede es dejar que sea el público y el espectáculo quienes lo paguen, pudiendo contratar coro de refuerzo como se ha hecho en otras muchas ocasiones.
    Respecto a Cavalleria está claro que Maazel lleva los tiempos al límite de lo sostenible y es normal que origine controversia. A mí en cualquier caso me pareció su lectura absolutamente genial y consiguió hacer que la sala rebosase emoción, de ahí que hable de genialidad y no de fallida egolatría.

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