domingo, 29 de enero de 2012

"DON GIOVANNI" (W.A. Mozart) - Palau de les Arts - 27/01/12


A finales de 2006, el Palau de les Arts de Valencia vivió uno de los momentos más complicados de su corta historia al producirse el hundimiento de la plataforma central del escenario, lo que motivó que la producción de “Don Giovanni”, que estaba a punto de estrenarse, tuviera que hacerlo con una puesta en escena que se vendió como “de circunstancias”, y que era poco más que una versión en concierto.

El pasado viernes, cinco años después de aquellos acontecimientos, se ha estrenado la reposición de esta producción de “Don Giovanni”, con la dirección escénica, concebida por el prestigioso Jonathan Miller, por fin pudiendo brillar en todo su esplendor. Pero, lamentablemente, lo único que brilló el viernes en Les Arts fue el enorme collar que lucía Rappel en el patio de butacas, porque la creación de Miller es una tomadura de pelo en toda regla que muy poco se diferenciaba de lo que se vio en 2006.

La ‘fabulosa’ escenografía que no pudo lucirse en aquella ocasión no son más que tres oscuras fachadas de mansiones con numerosas puertas y ventanas; un enorme espacio vacío en el centro del escenario a modo de plaza donde se desarrolla toda la acción, ya sea el jardín, un patio, el salón de la casa de Don Giovanni o el cementerio; y dos bancos en cada uno de los extremos del escenario. No existe ni un solo cambio en la escenografía, y ese estatismo en los decorados tampoco se compensa con una iluminación sugerente que pueda crear distintos ambientes. Nada. Espacio vacío, la luz justa y a cantar.

Llegados a ese punto, el desastre sólo podía salvarlo una inteligente, o por lo menos adecuada, dirección de actores. Pues tampoco. Todo el trabajo de Miller en este sentido parece haberse centrado en la escena del baile de máscaras, donde se ve una cierta preparación y hay unos movimientos mínimamente estudiados. El resto es de llorar. Miller se empeña en colocar a los cantantes siempre que puede quietos y a ser posible sentados en los bancos de los extremos del escenario, no sé si por pura incompetencia o para fastidiar al espectador de los laterales. En todos los miembros del elenco solista se percibía un importante estatismo en escena que sólo podía responder a las instrucciones del ingenio de Miller. El colmo llegó en la escena del banquete, cuando la presunta pugna final entre la estatua del Comendador y Don Giovanni, más bien parecía una foto para la prensa en la escalera de La Moncloa entre Rajoy y Zapatero. Los dos personajes completamente quietos chocando sus manos sin mover un músculo, mientras Leporello, por supuesto, permanecía también quieto sentado en el banco del extremo del escenario, para variar.

La concepción es absolutamente clásica y respetuosa del libreto, eso sí. La única innovación aportada por Miller es la inclusión al finalizar la escena del banquete, mientras Don Giovanni desciende a los infiernos, de una especie de mujeres zombis que se supone serán las almas de las féminas ultrajadas por el conquistador. No me parece mal la cosa, pero,  vamos, que ese sea todo el bagaje de su propuesta es vergonzoso.

Dejando aparte la infumable dirección escénica de Miller y yendo a lo puramente musical, tengo que decir que todo se movió en un nivel de corrección muy aceptable, pero curiosamente el resultado de conjunto resultó frío, soso y rozó siempre los límites del aburrimiento, lo cual, hablando de una obra maestra como “Don Giovanni”, es un crimen. Posiblemente Jonathan Miller tuvo mucho que ver en eso, pero creo que Zubin Mehta tampoco consiguió que la emoción de la música de Mozart acabase de prender en la sala.

La primera impresión que me produjo la dirección de Mehta fue la de desconcierto. Los primeros compases de la obertura fueron lentísimos y parecían augurar un “Don Giovanni” alla Maazel, pero inmediatamente después el tempo se aceleraba y se escuchaba un Mozart lleno de brío y frescura y hasta con cierto apresuramiento. A lo largo de toda la obra se repitieron momentos donde de repente se echaba el freno a la orquesta y los tempi se ralentizaban para volver luego a acelerarse, produciéndome una personal sensación de incoherencia en la lectura que se estaba ofreciendo de la partitura mozartiana.

En la parte positiva, tengo que consignar algunos pasajes donde la excelente labor de técnica de dirección de Mehta consiguió extraer unos sonidos de la orquesta verdaderamente increíbles, escuchándose algunos detalles que la mayoría de las veces pueden pasar desapercibidos, especialmente en maderas y cuerdas. En lo negativo, destacaría los numerosos instantes de falta de sincronía entre el foso y la escena, que quiero pensar que tan sólo fueron producto de pocos ensayos con los solistas. En conjunto, algunos momentos sublimes se vieron empañados por una lectura que me pareció incoherente, muy irregular y con un notable decaimiento de la tensión dramática en muchos pasajes.

La Orquesta de la Comunitat Valenciana cumplió su trabajo con enorme corrección, con un Joan Enric Lluna al clarinete sencillamente soberbio, como también lo estuvo el siempre acertado Alvaro Octavio a la flauta.

Los miembros del Coro de la Generalitat, aunque no tienen en esta obra demasiadas opciones de lucimiento, también mantuvieron su habitual nivel de excelencia.

En el apartado de los solistas, se ha conseguido reunir un joven reparto bastante homogéneo, donde no hubo nada extraordinariamente malo, pero tampoco nada especialmente genial.

Lo mejor, a mi juicio, el Don Ottavio que compuso el tenor ruso Dmitri Korchak, quien protagonizó el momento de mayor emoción de toda la noche con su aria “Dalla sua pace”, que dibujó con una sensibilidad enorme, haciendo un inteligente uso de las medias voces y exhibiendo un legato espléndido.

Estupendo estuvo también el bajo ucraniano Alexánder Tsymbalyuk como El Comendador, haciendo absoluta ostentación de su profunda y enorme voz que provocaba el temblor de los asientos de la sala, y ofreciéndonos una escena del banquete sobresaliente en lo vocal.

Me gustó bastante la Zerlina de la joven italiana Rosa Feola, así como la Donna Anna de la rusa Anna Samuil, aunque esta última tuvo en su contra una deficiente pronunciación y unos agudos, la mayoría de las veces, chillados.

Muy bien el Leporello de David Bizic, pero habría que escucharle en otra producción con otros directores escénico y musical, porque la mamarracha puesta en escena de Miller le llevaba a estar siempre sentado, hasta en el aria del catálogo, donde además la dirección lentísima de Mehta le deslució su mejor momento.

Correcto sin más el Masetto de Simon Lim. Y en cuanto al protagonista, el bajo barítono italiano Nicola Ulivieri, me dejó cierto sabor agridulce. No hizo nada especialmente mal, tiene una voz bonita, cantó con buen gusto, pero mostró grandes carencias de expresividad, numerosos desajustes con la orquesta y creo que le falta fuerza vocal y autoridad escénica para este papel.

Lo peor, lamento decir que fue la Donna Elvira de Sonia Ganassi. La mezzosoprano italiana era uno de los mayores alicientes que encontraba yo en el reparto a priori y sin embargo me defraudó muchísimo. No sé si es que tendría algún problema puntual, pero desde luego mostró algunos preocupantes signos de decadencia vocal propios de cantantes de bastante más edad que la suya. Sus graves eran inexistentes, su fiato escasísimo y la línea de canto horrorosa. Es verdad que en la difícil aria “Mi tradì, quell'alma ingrata” tuvo sus mejores prestaciones, y expresivamente quizás fuese la mejor de todo el reparto, pero los problemas ya mencionados deslucieron mucho el resultado final.

El público que prácticamente llenaba las butacas de Les Arts se mostró bastante frío toda la noche, pero al final supo estar a la altura y premió con cálidos aplausos a la orquesta y a todo el elenco solista, destacando una gran ovación a Alexánder Tsymbalyuk, y tributó algunos merecidos abucheos a Jonathan Miller.

Supongo que eso igual es lo que esperaba el director británico, después de haber declarado esta pasada semana que la ópera no le interesaba nada, que era un coñazo y que pensaba que el público que llenaba las butacas de los teatros de ópera tan sólo buscaba lucir las pieles. No sé si lo dijo para provocar o no, pero es impresentable que haga semejantes declaraciones cuando luego lo que ofrece sobre el escenario es de encefalograma plano. Si al menos nos hubiera sorprendido con alguna genialidad, le aguantaríamos su majadería, pero, encima, demostrándonos su incompetencia, lo mínimo que le podía pasar era llevarse el abucheo que se le propinó.

Así que confío fervientemente en que cumpla lo que decía este sujeto en sus declaraciones, cuando afirmaba que espera no volver a trabajar en la ópera. Hágalo señor Miller, la gente a la que sí nos gusta ese coñazo se lo agradeceremos.


No os perdáis las estupendas crónicas de Titus, Maac y FLV-M.

miércoles, 18 de enero de 2012

ME PONGO COLORADO CUANDO TE MIRO (II)


Tras el arrollador éxito mundial de la primera entrega, vuelvo de nuevo con esta sección que, aunque por el título pueda llamar a confusión, no está dedicada a contarnos las andanzas del Conseller de Hacienda de la Generalitat Valenciana, José Manuel Vela, a quien no hay que confundir con su hermano, Jorge Vela, actual director del Instituto Valenciano de Finanzas imputado en el asunto Palma Arena. El Conseller lleva gafas y su hermano no.

Es fácil pensar que el título del post iba dedicado al Conseller Vela, porque pocas cosas más sonrojantes están ocurriendo en esta Comunidad que la actuación de este sujeto, que, sin vergüenza alguna, está comandando los salvajes recortes y despidos que afectan a los trabajadores públicos, después de llevar 16 años ocupando un lugar protagonista en el área de Hacienda del gobierno valenciano y, por tanto, siendo uno de los responsables directos de los desmanes económicos y presupuestarios que han llevado a la Comunidad Valenciana a la situación crítica en la que se encuentra hoy.

Pero no, esa es otra historia que más que colorados nos pone negros. Estas entregas del blog sólo intentan recoger algunos despropósitos videográficos en los que artistas consagrados del mundo de la ópera nos sorprenden con apariciones que nos ruborizan, bien por hacer cosas que no son precisamente las suyas o porque se hacen acompañar en sus interpretaciones por quien no deben.

Por ejemplo, si Anna Netrebko decide salir cantando el brindis de “La Traviata” con el inefable Andrea Bocelli, ya se imagina uno que va a ocurrir un traviaticidio y se acabará con las mejillas más coloradotas que Sir John Falstaff después de trajinarse una botella de whisky. Y es que Bocelli nos obsequia con su afinado canto y no siguiendo a la orquesta ni por equivocación:


video de vito10vito

Yo no sé por qué la han tomado algunos especialmente con Mozart y su “Là ci darem la mano”, de “Don Giovanni”, para protagonizar múltiples versiones de lo más espeluznante. Como esta que nos ofrece el gran Luciano Pavarotti, en una de sus galas benéficas, acompañado por Sheryl Crow:


video de MoreSherylCrow

O todo un clásico, esta otra versión de “Là ci darem la mano” que ofrecieron en su día Angela Gheorghiu y el señor Sting, quien no parece que vaya a ser precisamente el próximo heldentenor de Bayreuth:


video de ClassicalRelated

Nuestro siempre admirado (en otras lides) Plácido Domingo no podía dejar de visitar la sección. En este caso marcándose un bolerazo como este “Sabrá Dios”, cosa que hay que reconocer que lleva a cabo con bastante dignidad. En lo auditivo, me refiero. Porque el video que le han hecho, propio de karaoke viejuno, es de los que te suben los colores. Al pobre tenor madrileño me lo sacan con una pinta que no sabe uno si es que está en pijama en la terraza de su casa de la playa mientras se le seca el Farmatint, o va disfrazado de personaje de 'Los Soprano'. Y luego, a mitad de video, luce pecholobo, para acabar de rematar:


video de holograficbrilliant

Y finalizo el castigo de hoy con un plato fuerte. Otra vez Angela Gheorghiu, en esta ocasión atreviéndose con “Siboney”, del cubano Ernesto Lecuona. La siempre finísima cantante rumana, con unas transparencias de vértigo, se desmelena y llega a mover las caderas de manera acompasada y hasta a hacer palmas y todo. Todo un despendole. Eso sí, después de ver las caritas y meneítos de Angelita y escuchar su impecable dicción de la lengua castellana, uno acaba más colorado que su vestido. Por si alguno se despista con el ombligo de la Gheorghiu y no entiende lo que canta, me he permitido transcribirlo a continuación:


video de e2ul
Sibonaaay, coote quieno
yo me muero pel tuamoooor.
Sibonaaay aansuponga
la milpusso sulsussaaaar
Fiijaateeee que te quiero
Que teto dostesoro
Elesu baladíííí
Sibonaaay, amalgullo del tu alno pienso iiinnnn

Siboneeeee de mi sueño citó esa pena de mi foooaaas
Siboneeeee si no vienes ma voy damoooor
Siboniiii queee mi sueño espera conansi unalaaaay
Siboniiii, si no vienes me moriré damaaaar
On el eco de mi canto de cristaaaal

Siboniiiiiii aaaaaaaoooooaaaao aa aaa aaaooooo
Oeleco de mi cano de quisaaaaar
Dame leche esmaletra del ruuudaaaa
cooodeeeeguaal aaaaaaa aaaaaa aaaaaaaaa AAAAAAAAAAA

martes, 10 de enero de 2012

"THE ARTIST"


Ya hace bastante tiempo que se ha estrenado en España la película “The Artist”, dirigida por el francés Michel Hazanavicius. Mucho se ha escrito ya sobre ella, tanto a favor como en contra, lo cual es un fiel indicador de que no nos encontramos ante un film más de relleno de la programación, sino ante un producto que, al menos, nos presenta una propuesta diferente, lo cual, en los parámetros en los que se mueve la industria cinematográfica actual, ya es todo un acontecimiento.

Yo no había podido verla hasta ahora y la verdad es que no tenía intención de escribir sobre ella, precisamente porque se ha dicho ya casi todo, pero tras finalizar la película y encenderse las luces, decidí que algún comentario tenía que hacer en el blog, aunque sólo fuese para dejar pública constancia de que hacía muchísimo tiempo que no vivía en una sala de proyección el sabor del auténtico cine clásico.

Y es curioso que hable de autenticidad cuando nos encontramos ante un trabajo cuya característica principal parece ser la ‘imitación’ que hace de las películas mudas del Hollywood de los años 20. Pero la autenticidad a la que me refiero es otra, es la de las emociones que suscita.

En pleno auge del cine en 3D, los efectos digitales y la realidad virtual, que se cuele en primera fila de la cartelera una película francesa, muda y en blanco y negro, ya es algo a tener en cuenta. Desde luego valor hay que tener para lanzarse a ese ruedo con semejante propuesta bajo el brazo, y por eso, en este caso, la primera felicitación ha de ir a los productores del film, encabezados por Thomas Langmann, que han apostado por algo distinto a lo que inunda actualmente las pocas salas que quedan y que suelen ser productos de rentabilidad inmediata pero que no van más allá del cine de usar y tirar.

La historia que se nos cuenta no es especialmente original. Las relaciones entre George Valentin (Jean Dujardin), que ha llegado a ser la gran estrella del cine mudo, pero se niega a adaptarse a la llegada del sonido, por lo que acaba apartado de los platós y sin trabajo; y Peppy Miller (Bérénice Bejo), una joven aspirante a actriz a la que él promocionó, que se convierte en la nueva diva del cine sonoro.

El recuerdo de “Cantando Bajo la Lluvia” o “Ha Nacido una Estrella” es inevitable, al igual que hay clarísimas referencias a “Sunset Boulevard” o “The Thin Man”, y pequeños guiños a otros muchos filmes como “Ciudadano Kane” o “The Crowd”, pero lo principal no es la mayor o menor originalidad de la historia de fondo, por otra parte más previsible en su desarrollo que un discurso de Rajoy, sino el homenaje a la magia del cine clásico que contiene y la apariencia formal que se ha elegido para contarla, consiguiéndose un resultado final donde cada fotograma es una explosión de poesía y sensibilidad, cine en estado puro, donde las emociones de los personajes traspasan la pantalla de forma natural y auténtica, logrando un feliz reencuentro con todo aquello que a muchos de nosotros nos hizo, hace ya demasiado tiempo, caer enamorados para siempre del placer de ver películas en una sala oscura.

En los tiempos del cine mudo, la falta de diálogos llevaba a que el peso de la transmisión de las emociones de los personajes a la platea recayese, en primer término, en una labor de dirección precisa, donde cada plano tiene una razón de ser y es determinante para dotar de fuerza y fluidez el ejercicio de narrativa visual; luego, en unas interpretaciones de los actores donde el gesto tiene que suplir la ausencia de diálogo hablado; y, después, en unas bandas sonoras que ‘dirigían’ de algún modo las sensaciones del espectador. "The Artist" recupera estas reglas fundamentales sin las que el conjunto no sería creíble.

Tenemos un sensacional elenco de actores y actrices entre los que es de justicia destacar el estupendo trabajo que lleva a cabo Jean Dujardin, sumergiéndose en las raíces mismas de la técnica interpretativa para dar todo un recital de expresividad gestual y complicidad con el espectador. La encantadora Bérénice Bejo le da adecuada réplica, igual que un puñado de secundarios de lujo (John Goodman, James Cromwell) y algún ilustre cameo (Malcolm McDowell) que acaban de redondear el resultado.

Ludovic Bource ha construido una banda sonora en la que los estados de ánimo de los personajes son remarcados hábilmente por una partitura donde lo primordial no es tanto la mayor o menor belleza de la misma (de todo hay), como su efectividad.

Tan importante o más que la música son también los efectos sonoros (excepcional la secuencia de la pesadilla) y el uso que de los silencios hace el realizador, Michel Hazanavicius, dándoles un papel activo que incide de manera directa en las emociones del espectador.

La labor de Hazanavicius ha sido impecable en todos los aspectos, cuidando al máximo cada detalle de la producción, cada encuadre, los juegos de luces y sombras, cada movimiento de cámara, potenciando los perfiles de los personajes y su devenir psicológico, de forma que, pese a lo artificiosa que pueda ser la criatura, nos sintamos naturalmente atrapados en una historia excepcionalmente narrada que huele a palomitas, a sesión continua, a acomodadores con uniforme y linterna, y nos traslada al pasado envolviéndonos en la magia del arte cinematográfico durante hora y media.

Un escalofrío recorrió mi espina dorsal cuando, por unos instantes, en los que la sala se encontraba en un inhabitual silencio, no sólo en la pantalla, sino entre un público absorto en lo que en ella pasaba, recuperé un sonido lejano que hacía muchísimos años que yo no escuchaba en un cine, como es el del proyector.

No quisiera terminar estos comentarios sin hablar algo más acerca de algunos guiños que también pueden encontrarse en la banda sonora compuesta por Ludovic Bource. Así, el compositor incluye algunas alusiones más o menos veladas a Chaplin o Porter, transcripciones de Ellington o Livingston, o una versión del “Pennies from Heaven” de Johnston y Burke. Y, al mismo tiempo, hay otras referencias más sutiles como la inclusión de un pequeño pasaje del ballet “Estancia” del argentino Alberto Ginastera, en concreto de este fragmento titulado “La Danza del Trigo”, que podemos escuchar aquí en la interpretación de la Simon Bolivar Youth Orchestra dirigida por Gustavo Dudamel:


video de imsleepyanddead

Aunque, sin duda, el homenaje musical más evidente se produce cuando se cuelan en la partitura, en una secuencia rebosante de emoción, los acordes del bellísimo “Tema de Amor” compuesto para la película “Vértigo”, de Alfred Hitchcock, por el genio de Bernard Herrmann, quien a su vez se inspiró en el wagneriano “Tristán e Isolda”:


video de satriani04

En un momento dado, mientras sonaba el piano ejecutando uno de los fragmentos más conseguidos de la partitura, no pude evitar acordarme de Johannes Brahms y su lied “Sapphische Ode”. Pensé que sería una tontería mía, pero después, escuchando en casa el corte correspondiente de la banda sonora, me percaté de que el tema se titula “Comme une rosée de larmes” (Como un rocío de lágrimas) lo cual tiene mucho que ver con la letra del poema de Hans Schmidt que musicó Brahms.

En primer lugar podemos escuchar el tema de la banda sonora de Ludovic Bource titulado “Comme une rosée de larmes”:


video de CharlieFnE

Y a continuación el lied de Johannes Brahms “Sapphische Ode”, en la interpretación de la mezzosoprano argentina Bernarda Fink acompañada por Roger Vignoles al piano:


video de operazaile

Rosas corté por la noche en el oscuro jardín;
más dulces que nunca exhalaron de día su aroma;
pero las ramas, agitadas,
generosas esparcieron rocío, mojándome.
También me embelesó el aroma de los besos
que por la noche cogí del ramo de tus labios;
pero también a ti, agitado el ánimo igual que ellas,
te rociaron las lágrimas.

Para finalizar os dejo con el trailer de “The Artist” con el consejo de que, si alguno no la habéis visto todavía, acudáis al cine con el espíritu abierto y dispuestos a disfrutar de buen cine. Es casi imposible no salir con espíritu optimista y con ganas de llegar a casa bailando claqué:


video de iELCARTEL

jueves, 5 de enero de 2012

NOCHE DE REYES

“La Cabalgata de los Reyes Magos” – Benozzo Gozzoli -Palazzo Medici Riccardi – Firenze

Esta noche es Noche de Reyes. Una ocasión única para revivir de nuevo la magia de la infancia y obtener el mejor regalo posible, que no es otro que descubrir, en los ojos muy abiertos de un niño, esa brillante mirada cargada de emoción y de una esperanza que mañana culminará con la ilusión desbordada de ver sus deseos cumplidos, en mayor o menor medida, al encontrarse con los regalos que les hayan dejado los Reyes Magos.

La verdad es que sus Majestades de Oriente trabajan esta noche una barbaridad. Yo no sé qué condiciones tendrán firmadas estos tíos en el “Convenio Colectivo de Reyes Magos, Santos Nicolases y Regaladores Varios”, pero el caso es que en unas pocas horas y a lomos de camello, lo cual a la par que poco práctico es incomodísimo, visitan a hurtadillas y en absoluto silencio todos los hogares de España, de Garrucha a Corcubión, acarreando paquetones que contienen todo tipo de regalos. Y ahora, con los recortes por la crisis y los Iphone, los Ipad, los Ibook, los Ipod y esas moderneces chiquiticas, aún la cosa tendrá un pasar; pero antes, con ordenadores de sobremesa, bicicletas de montaña y balones de reglamento, el suplemento de peso en Ryanair lo pagaban fijo… Y, por si faltaba poco, hasta tienen que ir cargados con carbón para los cabroncetes que se han portado mal, que ya son ganas de cargar...

Pero bueno, aunque se peguen hoy el palizón, también es cierto que el resto del año nadie sabe muy bien a qué se dedica esta gente. Más o menos como sus regios colegas constitucionales de latitudes más cercanas, pero con la diferencia de que los Magos estos deben tener una familia política más presentable, porque llevan aguantando en el cargo desde los tiempos del emperador Augusto y nadie les ha cuestionado todavía su derecho a lucir la testa coronada.

Aunque, claro, hay que reconocer que el trío oriental se lo monta bastante mejor, y, en lugar de arramblar con el dinero público para pegarse la vida padre a nuestra costa, han cogido la sana costumbre de dejarnos todos los años, tal noche como la de hoy, algún regalito. Y, vale, a veces meten la pata, como el Baltasar llevándole mirra a una criaturita que no sabía decir ni ajo, o como cuando nos dejan esa camisa horrible que no se la pondría ni Toni Genil pasado de sangría en una fiesta retro; pero, hombre, el detalle se agradece.

En fin, de momento mientras aguardamos ilusionados la llegada de los tres Reyes Magos y nuestro encuentro con la camisa de Toni Genil, he querido traer a este blog, en el que la ópera siempre ocupa un lugar principal, a tres importantes reyes operísticos.

Comenzando por el más antiguo de los tres, podemos escuchar al rey Mitrídates VI, también conocido como Mitrídates el Grande, monarca del reino del Ponto, en la península de Anatolia, durante los siglos primero y segundo antes de Cristo, a quien Wolfgang Amadeus Mozart le dedicó su ópera “Mitridate, re di Ponto”, una obra compuesta por el genio salzburgués cuando apenas contaba 14 añitos. El regio personaje es encarnado aquí por el tenor norteamericano Rockwell Blake, quien nos interpreta el aria “Se di lauri il crine adorno”, cumpliendo con enorme solvencia las exigencias endiabladas con las que el travieso adolescente Mozart envenenó la partitura:


video de coloraturafan

El siguiente monarca que nos visita es Macbeth, rey de Escocia durante el siglo XI y protagonista de la celebérrima tragedia de William Shakespeare en la que se basó la ópera de Giuseppe Verdi del mismo nombre. En esta ocasión es un barítono, el italiano Piero Cappuccilli, quien da vida al rey de Escocia, y nos ofrece una sentida interpretación verdiana del recitativo y aria del acto IV “Perfidi!… Pietà, rispetto, amore”:


video de ziropera

Y, por último, tenemos aquí a un paisano nuestro, nada menos que el rey Felipe II, en la que posiblemente sea la intervención más emblemática de su personaje en la ópera “Don Carlo”, de Giuseppe Verdi, el aria “Ella giammai m’amo” que he decidido traer en la voz del gran bajo búlgaro Nicolai Ghiaurov, en una interpretación perteneciente a la Gala Tucker del año 1996, cuando el cantante tenía ya 67 respetables años:


video de Onegin65

Bueno, espero que la noche de reyes os sea propicia. Y ya que sus Majestades de Oriente están acostumbrados a ir cargados y se van a ir de vacío, yo casi les propondría que se lleven encima del camello a todos estos gobernantes valencianos, tan simpáticos ellos, que no tiemblan ni se sonrojan al recortar salvajemente salarios y derechos de los trabajadores para tapar los agujeros en las cuentas públicas originados por sus propios desmanes y derroches desvergonzados.