lunes, 24 de febrero de 2014

"L'ITALIANA IN ALGERI" (Gioacchino Rossini) - Palau de les Arts - 23/02/14

Ayer, tras las incertidumbres surgidas respecto al futuro del Palau de les Arts después de la cancelación de la ópera Manon Lescaut y la retirada de todo el trencadís de su cubierta, volvió a reanudarse la temporada operística del teatro valenciano, con el estreno de L'Italiana in Algeri, de Gioacchino Rossini.
 
Veremos cómo y cuándo se resuelve finalmente el recubrimiento del hoy patético Pelau de les Arts: si se vuelve a utilizar trencadís, si se pinta, o si algún genio decide que le ponen gotelé o papel pintado de los 70. A mí me da absolutamente igual. Lo importante es que el interior del edificio recupere su actividad a pleno rendimiento y que se garantice la continuidad de nuestro teatro de ópera con espectáculos de buen nivel, como el ofrecido ayer.

-Oye, yo paso ir al tostón ese de la ópera que me sobo
- Ya, y yo. Que vaya Helga.
De momento, el mensaje que se transmitió desde las instancias oficiales no pudo ser peor. Escasísima presencia de representantes políticos autonómicos valencianos. Tan sólo se dejó ver el Conseller de Economía Máximo Buch. El President Fabra debía estar buscando sus vaqueros o comprando el arreglo de cocido antes de ir a la Cridà fallera, pero no apareció. Y de la Consellería de Cultura, ni una mínima representación oficial tampoco que mostrase el apoyo a la reapertura de Les Arts. Una sonrojante vergüenza más, que deja bien a las claras el nulo interés que sienten por la cultura en el gobierno valenciano en general y en el departamento que dirige María José Catalá en particular, quien debería replantearse cambiar de denominación a su Conselleria por la de Fallas y chirigotas populares varias, pues su política tiene de cultural lo que su forma de gobernar de democrática: el nombre.

Entrando ya en materia, creo que pocas personas podrán discutir que, dentro de la producción de Rossini, Il barbiere di Siviglia es una ópera mucho más redonda en todos los sentidos que L’Italiana in Algeri. Sin embargo, cualquier parecido entre el Barbero sufrido la temporada pasada y la Italiana vista ayer, es pura coincidencia, ganando esta última por goleada. A las pruebas me remito, en Il Barbiere yo a los quince minutos ya estaba mirando el reloj y deseando que acabase aquel tostón; anoche, el primer acto de L’Italiana, de una hora y cuarto de duración, se me pasó volando. Y mérito de la obra no es. Hubo ante todo un responsable de que las cosas funcionasen especialmente bien, el director musical Ottavio Dantone, contribuyendo también de manera capital al éxito del conjunto la ágil y efectiva dirección escénica de Joan Font, así como un equipo de cantantes que, pese a sus puntuales carencias, lograron un resultado global muy positivo.

La dirección de escena de Joan Font es sumamente alegre y colorista. A mi juicio, logró el equilibrio justo entre el respeto estricto a lo escrito y el reforzamiento del carácter desenfadado y bufo de la obra, sin exageraciones, con una estética visual muy atractiva, con un vestuario impactante y un juego de luces inteligente. La escenografía es sencilla pero resultona y de efecto directo sobre el espectador, con unos cambios de escenas ágiles, muy bien resueltos, sin dejar que mermase en ningún momento el trepidante ritmo requerido.

La dirección del movimiento de actores se vio bastante trabajada, casi siempre con acciones en diferentes planos, pero sin abusos, sin que llegase a distraer lo secundario de lo principal, únicamente remarcándolo y creando los ambientes necesarios para que la trama fluyera y su carácter cómico no decayese. Por una vez, personajes no existentes en el libreto como el tigre o las acompañantes vestidas de negro, no sólo no molestaban sino que potenciaban el conjunto. Lo único que no me gustó fue el inicio del segundo acto con esos tres personajes en escena haciendo bobadas antes de la salida del director.

Ottavio Dantone retornaba a Valencia, tras la magnífica labor de dirección llevada a cabo la temporada anterior en La Flauta Mágica, para ponerse al frente de la Orquesta de la Comunitat Valenciana y, como ya dije antes, su trabajo anoche fue el principal responsable de que Rossini brillase en el escenario de Les Arts como merece. Tras el Barbero del año pasado, algunas personas me dijeron que habían llegado a la conclusión de que la música de Rossini no les gustaba; ayer algunas de esas mismas personas me confesaron haber redescubierto al compositor de Pésaro gracias, sobre todo, a un trabajo de batuta excelente que le hizo justicia.

Dantone comenzó poniendo las cosas en su sitio con una Obertura excepcional (por cierto, a telón bajado, como Dios manda, sin pretender distraernos de lo que debe primar en esos momentos que es la música). En ella, ya perfiló con sabiduría y precisión milimétrica todos los contrastes de la escritura rossiniana, con un manejo maestro del arte del crescendo.

Impuso un tempo ágil, vivo, alegre, donde la música fluía con naturalidad y se cogía perfectamente de la mano con la acción escénica, en una conjunción sólida que impidió que la tensión decayese un solo instante. Dantone, desde el podio, dirigió todas y cada una de las entradas de los cantantes, atentísimo  a lo que ocurría en escena, cuidando que los volúmenes no tapasen a los intérpretes, pero, al mismo tiempo, sin permitir que la orquesta perdiese la relevancia requerida. Si hubiera de mencionar un fallo, sólo señalaría un cierto desajuste entre escena y foso en el pasaje del coro de pappatacci.

Christopher Bouwman
Ese trabajo exquisito de dirección contó con la inestimable colaboración de una Orquesta de la Comunitat Valenciana inspiradísima, compuesta para la ocasión por apenas 40 miembros, pero que obtuvieron unos sonidos excepcionales. ¡Cuánto echábamos de menos el sonido de esta orquesta!... Detalles como la matizada percusión, la precisión de las cuerdas o la rotundidad de los contrabajos, se unieron a las magistrales intervenciones de Álvaro Octavio a la flauta o Christopher Bouwman al oboe, por cierto, precisamente la semana que se ha anunciado que este último dejará próximamente la orquesta para integrarse en la Suisse Romande. Muy mala noticia.

Merece destacarse también el preciso, y pocas veces valorado en su justa medida, trabajo de José Ramón Martín al clave.

El Cor de la Generalitat, compuesto en esta ocasión únicamente por sus integrantes masculinos, volvió a brindarnos una actuación magnífica, pese a algún desajuste como el ya comentado antes, recordándonos el privilegio que supone poder disfrutar de una agrupación de este nivel. Debe destacarse además su comportamiento en escena, desenvuelto y divertido, potenciando el tono giocoso de la obra. Además, como en tantas otras ocasiones, se percibía que ellos mismos se lo estaban pasando fenomenal.

Junto a la presencia de Dantone al frente de la orquesta, el mayor aliciente para mí de esta producción se centraba en la presencia en Valencia de la mezzosoprano Silvia Tro Santafé, en el papel de Isabella. Y no me defraudó en absoluto. La cantante valenciana tiene una voz de bello timbre y amplio registro, con un centro consistente, unos graves de peso y audibles y una zona aguda luminosa y timbradísima. Su canto estuvo caracterizado por una extrema musicalidad, pureza en el fraseo y un exquisito gusto a la hora de manejar el instrumento, como hizo en “Per lui che adoro”, con unas medias voces y matices preciosos. Solventó las coloraturas con limpieza y precisión y firmó un “Pensa a la patria” muy meritorio. Por hacerle un reproche, quizás por la perfección técnica y corrección canora demostrada, acabase resultando un tanto fría o distante, pero ante una ejecución de semejante nivel, ya quisiera yo muchas frialdades así.

Antonino Siragusa interpretó el complicado papel de Lindoro. El tenor italiano es un auténtico especialista en partituras rossinianas y se maneja con estilo, soltura y arrojo en las complicadas trampas escritas por el maestro de Pésaro. Estuvo muy valiente toda la noche, moviéndose como pez en el agua entre las agilidades y por el registro más agudo. Su voz, aunque de tonalidades blancuzcas, tiene volumen y cuerpo, algo no muy habitual en los tenores ligeros rossinianos, el problema es que las sonoridades son excesivamente craneales y nasales, con algún deje gatuno, y su fraseo algo tosco, tendiendo a dejar sonidos abiertos, todo lo cual afeaba un tanto el resultado final que, no obstante, sólo puede considerarse positivo.

Tras la desaparición del barítono Erwin Schrott del cartel de L'Italiana in Argeli a diez días del estreno, de la que ya hablé en este blog y sobre la que desde Les Arts siguen sin pronunciarse, el papel de Mustafá fue asumido ayer por el desconocido bajo turco Burak Bilgili. La voz es bonita, con resonancias de auténtico bajo, aunque paradójicamente carecía de graves, o, al menos, no le resultaban audibles, probablemente por una mala técnica de emisión. Le faltó un punto más de autoridad vocal, pero escénicamente estuvo impecable dotando al personaje de la vis cómica imprescindible, cuidando mucho la intención en su fraseo, pese a algún problema de dicción. Creo que la nota final también debe ser positiva.

Más flojo me resultó Giulio Mastrototaro como Taddeo. Es innegable que estuvo divertido y entregadísimo en escena, pero vocalmente no hace falta ir demasiado lejos para encontrar mejores defensores del rol.

Los cantantes del Centre de Perfeccionament Plácido Domingo Anabel Pérez Real (Elvira), Cristina Alunno (Zulma) y Germán Olvera (Haly), cumplieron con corrección, destacando igualmente por su buen comportamiento en escena.

La sala volvió a mostrar demasiados huecos en un estreno (los pisos 3 y 4 estaban prácticamente vacíos), pero el público asistente, aunque no destacó por su calor, se veía que se lo pasaba bien. Al finalizar se ovacionó a todos los intervinientes y a la dirección escénica de Joan Font, que recogió unánimes aplausos y bravos.

Como siempre, parece que me toque a mí lo más selecto de la sociedad valenciana en mis inmediaciones. Ayer, un ser presuntamente homínido, nos deleitó a todos con su estulticia y embrutecimiento. Comenzó por entrar y salir de su butaca, molestando a toda la fila, unas 4 ó 5 veces antes de comenzar la representación. No contento con eso, nada más iniciarse la obertura enchufó el móvil y se puso a consultar las novedades de facebook tarareando mientras la música y molestando con sus graznidos y la luz del teléfono a todos los presentes. Llegué a pensar que no estaba mirando nada, sino que lo único que quería era iluminar sus facciones para que viésemos lo guapo que era, pero claro, deseché la idea al vislumbrar sus rasgos, propios de un cruce antinatura entre Boris Karloff y un King Kong alopécico. Redondeó su actuación comentando a gritos con sus compañeros de butaca (que por cierto debían ser del mismo zoo porque le entendían sus rebuznos y le reían las gracias) lo que ocurría en escena. A los insistentes chisteos y reproches de muchos de nosotros, respondía con chulería y haciendo más ruido, provocándonos también después al encenderse las luces.

Yo les pediría a los chicos y chicas que vigilan la sala que tratasen de controlar mejor este tipo de comportamientos y se tomasen las medidas oportunas para expulsar del teatro a esta gentuza que no sabe respetar unas normas mínimas de convivencia.

En fin, nos quedaremos con que la temporada operística se ha reanudado y confiaremos en que la cosa se mantenga. Y ya puestos hoy a hacer peticiones, hare otra:

Por favor, señoras y señores del gobierno valenciano y otras instancias competentes, un día de estos que estén ustedes ya aburridos de jorobar al ciudadano busquen en el diccionario (ese libro gordo que tienen sin desprecintar en la estantería) el significado de la palabra pensar y pónganla en práctica. Es gratis e incluso gratificante. Al principio puede que sea un poco doloroso poner en movimiento la neurona atrofiada y hasta es posible que se les escape algún cuesquete del esfuerzo, pero después se acostumbra uno a razonar y hasta tiene su gracia.

Piensen. Hagan lo posible por mantener una actividad musical y operística de nivel en este teatro. Tienen lo principal: la sala y unos cuerpos estables de relevancia internacional. Da igual que el exterior del edificio tarde en recuperar el lustre de los años del pelotazo, lo importante es que se siga ofreciendo en el interior una oferta cultural de primer rango que va mucho más allá de ser, como piensa el President del arreglo de cocido, un divertimento para ricos. No es cierto. Es un activo cultural de la sociedad valenciana que contribuirá a tener mejores y más formados ciudadanos… Aunque también es verdad que igual, precisamente eso, es lo que no les interesa a ustedes.


video de PalaudelesartsRS

 

viernes, 14 de febrero de 2014

HELGA, NO NOS MIENTAS...

Últimamente, desde este blog no han sido pocas las veces que he alabado la forma en que, desde la dirección del Palau de les Arts, léase Helga Schmidt, se está afrontando la situación preocupante en la que se encuentra el teatro de ópera valenciano. Sin embargo hay cosas que no cambian.

Siempre he criticado la pésima gestión que se ha venido llevando a cabo en cuanto a la relación del teatro con su público. El secretismo, la desinformación y el desprecio a quienes nos dejamos en Les Arts el poco dinero que tanto nos cuesta ganar, han sido las señas de identidad del coliseo valenciano desde su inauguración. En la última temporada se había mejorado un poco en ese apartado y, aunque ha seguido habiendo movimientos de programas y repartos inesperados, al menos se ha ido informando al público. Pero han vuelto a las andadas.

La última pifia de la casa ha sido la desaparición del cartel de L'Italiana in Algeri, apenas a diez días del estreno y con gran parte de las entradas vendidas, del protagonista masculino anunciado desde agosto, el barítono  Erwin Schrott. Ha ocurrido sin previo aviso, como siempre, y sin anuncio alguno de cancelación. Simplemente, de repente, se ha esfumado su nombre del reparto, como si el mismo Houdini hubiese pasado por el Palau de Calatrava, y han aparecido los de Simón Orfila, Burak Bilgili y Ricardo Seguel.

Ahora habrá quien diga que eso pasa en todos los teatros, que los cantantes también tienen derecho a ponerse enfermos o a que surjan imprevistos, que yo soy muy exigente y bla, bla, bla... Pues no. En la mayoría de los teatros, si pasa, se informa, y se explican las causas. Por supuesto que puede ocurrir un imprevisto a pocos días de la representación y tener que proceder a la sustitución de un artista, pero se informa. Aquí no. En Les Arts, incluso, han sido habituales las cancelaciones a meses vista del estreno, lo cual más que imprevistos indicaban mala gestión y estafa al aficionado. Y esto parece que es lo que ha vuelto a ocurrir en esta ocasión.

Como aquí el blogero Atticus es así de puñetero, le he preguntado directamente al Sr. Erwin Schrott qué había ocurrido para que no estuviese presente en las funciones de Valencia, y esta es la respuesta que he recibido del equipo de Erwin Schrott a través de facebook esta misma mañana: (reproduzco literalmente)

"El Palau le propuso a Erwin Schrott el papel hace algún tiempo, pero Erwin no aceptó ya que tiene su calendario ocupado en ese periodo. Sin embargo, recién se enteró que su nombre figura en el cartel de Valencia. Erwin Schrott nunca aceptó la propuesta, así como nunca se firmó contrato con Valencia por esa producción o cualquier otra durante ese periodo".

Eso en mi pueblo se llama estafar al aficionado. Esto no pasa en los teatros serios. Y aquí me temo que ya ha ocurrido demasiadas veces. Se han vendido las entradas anunciando a Erwin Schrott, al cual no tenían contratado, y, cuando queda una semana para el estreno, se cambian los nombres del reparto y aparece Burak Bilgili, que será buenísimo, no digo yo que no, pero le conocerán en el Kebab Omar de Estambul.

Ya puestos a hacer el sinvergüenza, anuncie usted una temporada 2014-2015 de campanillas, con Netrebko, Alagna, Kaufmann, Stemme, Barenboim… haga caja y luego que canten los chavales del Centre de Perfeccionament, así por lo menos nos hace usted felices unos meses y se asegura vender todas las localidades.  

Muy mal, doña Helga. Eso es hacer trampitas. ¿Ahora nos tenemos que creer que Zubin Mehta va a ser el director titular; que vamos a tener un Festival del Mediterrani con Kunde, Monastirska o Lindstrom; que se está cerrando la próxima temporada... o está usted jugando de farol?.

No estaría mal dar una bonita explicación, porque si no, perderás definitivamente toda la credibilidad. Aunque me imagino que, ni aunque sea San Valentín, vas a querer hablarle a tu público que tanto te quiere.... qué pena.


miércoles, 12 de febrero de 2014

RECITAL DE MARÍA JOSÉ MONTIEL Y LUISA DOMINGO - Palau de la Música de Valencia - 11/02/14

Los que tenemos la inmensa suerte de disfrutar con la música clásica y asistir regularmente a óperas, conciertos y recitales, sabemos que hay días, muy pocos pero inolvidables, en los que, sin saber muy bien por qué, surge la magia y se vive el Arte (con mayúscula) en estado puro.

Hay veladas en las que la comunión entre intérprete y público es total, en las que la separación entre el patio de butacas y el escenario no existe, y el cantante, o el músico, parecen estar a solas contigo, cada vez más cerca de ti, cada vez más dentro de ti, convertidos en perfecto vehículo portador de las emociones que, hace muchos años, un compositor sentado en su mesa de trabajo quiso transmitir mediante las notas que garabateaba en una partitura.

Hay tardes, como la de ayer, en las que uno llega a pensar que es imposible alcanzar mayor grado de perfección y belleza mediante el sonido de la voz humana y la pulsación y caricia de las cuerdas de un arpa.

La mezzosoprano madrileña María José Montiel y la arpista valenciana Luisa Domingo, ofrecieron ayer en el Palau de la Música de Valencia un espectacular recital, dentro de la programación de la Sociedad Filarmónica de Valencia, que guardaré para siempre en mi memoria. Una primera parte dedicada a mélodie y ópera francesa, y una segunda a canción española más dos piezas en portugués de Jayme Ovalle y Ernesto Halffter, componían un programa sabiamente construido, que, unido a la siempre cálida y bella voz de la Montiel y el virtuosismo de Domingo, hacía presagiar que pasaríamos una estupenda tarde. Pero se consiguió mucho más.

Es habitual en un recital de este tipo que haya altibajos, que aparezcan momentos en los que la cabeza se te vaya a otra parte, que desees que llegue cuanto antes ese tema que tanto te gusta, que te distraiga hasta el vuelo de una mosca... Lo que no es normal es que desde que suene la primera nota hasta que salgas de la sala, estés con los pelos de punta por la emoción; que la gente se ponga en pie a mitad de recital para aplaudir y bravear durante minutos la ejecución de un aria, como pasó con el "Mon coeur s'ouvre a ta voix" de Samson et Dalila; que en la primera canción ya haya gente con lágrimas en los ojos; que ni la señora del sonotone desajustado y el papel de caramelito tamaño paella gigante de Galbis, pese a los múltiples intentos de desconcentrarte, lo consiga... Y todo eso ocurrió ayer.

Los que me conocéis y seguís el blog, sabéis que soy un enamorado de la voz de María José Montiel, a la que admiro como cantante y estimo como persona. Por eso sé que algunos pensarán que estoy exagerando mis alabanzas. Pero también sé que los que ayer estuvieron en el recital posiblemente opinen que me estoy quedando corto y que mi torpe escritura no alcanza a describir la intensidad de las emociones sentidas.

Y todo esto hay que valorarlo todavía más teniendo en cuenta el tipo de espectáculo del que estamos hablando. Un recital de canciones con el acompañamiento de un instrumento es una prueba de fuego para cualquier intérprete. Ahí el artista tiene que despojarse de todo artificio y la voz queda desnuda, dejando en evidencia cada virtud, pero también cada defecto o imprecisión en su manejo. Si a eso le añadimos que el instrumento acompañante era un arpa, la dificultad técnica se multiplica, pues el cantante carece en ocasiones de apoyo y la riqueza en armónicos del arpa complica más la afinación.

Todo eso no fueron inconvenientes para que María José Montiel llevase a cabo una actuación impecable, técnicamente perfecta, ofreciendo además un recital de canto valiente, por derecho, auténtico. Su voz carnosa y enorme llenaba cada rincón de la sala en los fortes y posiblemente hiciese saltar el poco trencadís que quede en el cercano edificio de Les Arts, pero esa voz tan grande era domada y regulada al servicio de la expresividad, con una sensibilidad exquisita.

Las medias voces que se escucharon ayer fueron de antología, "a la antigua", como apuntaba mi compañero de butaca. Auténticas medias voces, no el típico "cantar bajito", perfectamente recogidas, templadas, en frases largas, afinadísimas y con una regulación del aliento milimétrica. Los pianísimos fueron audibles hasta el último soplo de aire; la precisión en la colocación de cada nota, irreprochable; y la claridad en la emisión, así como su articulación y dicción, admirables. Una magistral exhibición técnica, pero siempre al servicio de la belleza del resultado, no del lucimiento personal. No hubo ni un sólo toque efectista en busca del aplauso fácil. Allí sólo mandaba la belleza musical y la Montiel fue su instrumento perfecto.

Luisa Domingo nos ofreció unas adaptaciones para arpa interesantísimas, acompañando en su justa medida a la voz, envolviéndola en perfecta armonía y enfatizando las emociones del texto con virtuosa ejecución.

Personalmente, me quedo con la primera parte del recital. Creo que con la música francesa lució más la voz de María José Montiel, que está llamando a gritos debutar Dalila o Charlotte (Werther). Que alguien se lo diga a Helga, ya.

El momento cumbre de la noche posiblemente se viviera, como ya apunté antes, con el "Mon coeur s'ouvre a ta voix", de Samson et Dalila de Saint Saëns. Absoluto derroche de expresividad y presencia escénica. Dibujando perfectamente cada matiz del texto. Fue sublime cómo cogió la primera nota de "Samson! Samson! Je t'aime!", y enormemente sensual como se deslizaba la voz mientras las manos hacían lo propio en "Verse-moi, verse-moi l'ivresse!".

Pero no menos emocionantes resultaron el "Connais-tu le pays", de la ópera Mignon de Ambroise Thomas que abrió el concierto, o las mélodies subsiguientes de Hahn y Debussy, con un refinamiento exquisito en la ejecución que se repetiría en esos dos temas de Massenet que precedieron a un descanso que nadie en el patio de butacas quería que llegara.

De la segunda parte destacaría especialmente el susurro poético que desprendió esa Nana de las Siete canciones populares de Falla. En "Azulão", de Ovalle, nos brindo algunas de las mejores frases de la noche, con un control del fiato y la respiración apabullantes. Y el programa terminaba con el "Fado (Ai que linda moça)" de Halffter, sentidísimo, enhebrado con la sensibilidad a flor de piel y que finalizó con las dos intérpretes con lágrimas en los ojos y abrazadas.

Tras el delirio final del público, la propina no se hizo esperar. Una Habanera de Carmen sin tonterías. Descarada y sensual, pero sin perder la elegancia que requiere su canto. La sala pedía más, pero el síndrome de Stendhal estaba ya llamando a la puerta, e igual que tras una buena cena, el secreto está en no llegar a saciarse. El público salió emocionado y las artistas también.

Esa es la magia. Decía al principio que hay ocasiones en que ésta surge sin saber muy bien por qué, y entonces se vive el Arte en estado puro. Haré una corrección. Ayer sí supimos por qué: porque allí había dos artistas inmensas que nos ofrecieron generosas todo el fruto de su sacrificio y esfuerzo personal a lo largo de los años, con el único objetivo de hacernos un poco más felices, haciéndonos disfrutar de una maravillosa música exquisitamente ejecutada. Y a fe mía que lo lograron.

Gracias a la Sociedad Filármonica de Valencia por esta iniciativa. Y, sobre todo, gracias, María José y Luisa. No tardéis en volver.

martes, 11 de febrero de 2014

SE OFRECE A ZUBIN MEHTA LA DIRECCIÓN MUSICAL DE LES ARTS

Hace apenas quince días desde que saltó la noticia en algunos medios acerca de que el nombre del sustituto de Omer Meir Wellber, como director titular de la Orquesta de la Comunitat Valenciana, se estaba dilucidando entre ocho candidatos, todos ellos valencianos y jóvenes, tal y como era el deseo expresamente manifestado de la Consellera de Cultura, María José Catalá.
 
Ya dije en su momento, y lo sigo pensando, que esa noticia no era más que una filtración interesada, dentro del pulso estratégico que se está manteniendo entre la dirección de Les Arts, básicamente su Führerintendant Helga Schmidt, y el gobierno valenciano, con conceptos claramente opuestos acerca de cuál vaya ser el rumbo que deba tomar el Palau de les Arts en los próximos años.

La opción de los directores valencianos siempre me pareció una idiotez. Y lo digo dejando claro que me parece perfecto que el próximo director musical de Les Arts pueda ser valenciano y joven, sobre todo si estamos hablando de músicos extraordinariamente solventes como la mayoría de los que aparecían en ese listado, alguno de los cuales, incluso por simpatía personal, me encantaría que pudiesen ver recompensado su esfuerzo y dedicación de muchos años con un nombramiento de esa categoría.

Castellano y Catalá. Cultura valenciana
Pero lo que siempre he criticado es que, desde instancias políticas absolutamente ignorantes en el ámbito musical (sí, en este también), se pueda condicionar el futuro de una orquesta de primer nivel internacional como la nuestra, exigiendo que el director tenga que presentar la partida de nacimiento para darle el visto bueno. Por supuesto que podrá ser valenciano y joven, pero en absoluto deberá serlo por decreto. Sobre todo cuando el que sea joven responde únicamente a, digámoslo claro, que sea más barato; y el que sea valenciano, a la pueblerinez de poder afirmar, senyera (con franja y coronada) en mano que, frente a proyectos derrochadores y extranjerizantes, están defendiendo “lo nuestro”. Lo cual no está mal, pero lo nuestro hay que empezar a potenciarlo y defenderlo con criterio, desde abajo, en esos niveles educativos y formativos que se están cargando precisamente desde esa misma Conselleria.  

Hoy la prensa local ha vuelto a animar el debate publicando una nueva noticia en este culebrón, afirmándose directamente que es el maestro Zubin Metha quien  se perfila como futuro director musical de Les Arts. Probablemente esto no sea sino la respuesta estratégica de comunicación desde Ca Helga a las anteriores informaciones, pero a mí me ofrece mucha mayor credibilidad, a la par que me alegra sobremanera.

No concibo que esta noticia se haya lanzado sin el conocimiento previo de Zubin Mehta, defensor declarado de Helga Schmidt y de su proyecto, al que se encuentra vinculado desde el inicio. De hecho, en el propio texto se afirma que se ha lanzado ya la propuesta oficial al director indio desde el coliseo valenciano. Otra cosa será que él quiera aceptar, en las condiciones actuales que vive el teatro, sin unas mínimas garantías tanto económicas como de proyecto de futuro. Pero lo cierto es que la situación en la que nos quedaríamos, tampoco diferiría mucho de la actual, ya que hasta ahora, desde el ostracismo al que se condenó a Wellber en su última temporada, está siendo Mehta quien de alguna forma está llevando a cabo el papel de director titular, con una presencia asidua y una especial cercanía y complicidad con los músicos. Valga como ejemplo la reciente gira por China y la venta del made in Les Arts que está realizando.

Esta información debe relacionarse con la aparecida también hace poco, y que ya comenté en el blog, en la que se anunciaba la programación del Festival del Mediterrani de este año, con la presencia de Zubin Mehta de nuevo al frente de la Orquesta de la Comunitat Valenciana, lo cual apoya de alguna forma la verosimilitud de la noticia de hoy.

Si finalmente se acabase confirmando, la diferencia básica respecto a la situación actual sería que nos garantizaríamos una cierta estabilidad, si es que esta palabra cabe en el vocabulario de Les Arts, y que el maestro Mehta seguiría viniendo por aquí. Ello originaría automáticamente mejores expectativas respecto al nivel de los espectáculos que podrían programarse y, lo que es más importante, en relación al perfeccionamiento y crecimiento de una orquesta en la que podrían evitarse deserciones y asegurarse el mantenimiento de la alta calidad de la misma, lo cual debería ser el objetivo primordial de las mentes pensantes que hayan de adoptar decisiones en esta materia.

Porque esa es la cuestión. ¿Cuál es el proyecto de futuro que se tiene? Hay quien es consciente de que el gran activo que se ha logrado en el Palau de les Arts es el tener unos cuerpos estables, orquesta y coro, de primer nivel internacional, auténtico patrimonio cultural cuya protección y mejora deberían ser la prioridad de quien quiera que dirija los destinos de nuestro teatro de ópera.

Por el contrario, hay quien pensaba en su momento que lo principal era hacer la falla más grande del mundo llena de trencadís y ahora les importa una chufa tirar por la borda de la nave de Calatrava el dinero derrochado y los resultados artísticos conseguidos, con tal de vender que la culpa de todo lo malo que ocurre es de Helga y de algún complot entre Zapatero y una colonia de marcianos que gobernaron esta Comunidad antes de la crisis, que se empeñaron en llenar el escenario de Les Arts de gordos carísimos que pegaban gritos, pero que ellos lo solucionarán todo dándole a la gente espectáculos baratos y populares, con bandas de la tierra, músicos locales, tunos y presentaciones de fallas.

Es otra opción.

Zubin Mehta explicando al President Fabra el proyecto de futuro de Les Arts,
mientras éste piensa en si Esther habrá comprado ya el arreglo de cocido o no