martes, 19 de abril de 2011

GALINA VISHNEVSKAYA CANTA GLINKA

"Retrato del compositor Mikhail Glinka" - Ilya Repin - 1887

El compositor Mijaíl Glinka (1804-1857) está considerado como el precursor del nacionalismo musical ruso. Su importancia en el devenir de la música clásica rusa, a la que dotó de personalidad propia, es indudable y algún compositor como Tchaikovsky llegó a compararle con el mismo Mozart.

Su ópera “Una vida por el Zar” (1836) marca un antes y un después en la música de su país, al ser la primera que introduce elementos del folclore autóctono, apartándose de los cánones marcados por las fuertes influencias reinantes provenientes de Italia, Alemania o Francia, centrándose además en una temática puramente rusa, al narrar la invasión del país por los polacos en 1613, siendo su protagonista el pueblo, y el héroe de la historia un vulgar campesino. La ópera obtuvo un importante éxito popular pese a que sectores próximos a la Corte imperial calificaron la composición de “música propia de un cochero”, ante el desprecio de Glinka que manifestó que “el pueblo es más importante que sus señores”.

Luego vendría su obra más famosa “Ruslán y Ludmila” (1842), basada en un poema de Pushkin, donde además de los componentes folclóricos también incluiría motivos fantásticos y reminiscencias a la música oriental. Esta ópera tendrá una influencia decisiva en el surgimiento definitivo de la Escuela Nacionalista Rusa, comandada por el llamado “Grupo de los Cinco” (Modest Mussorgsky, Nikolai Rimsky-Korsakov, Alexandr Borodin, Tsesar Kui, y Mili Balakirev).

Su frase: “La música la crea el pueblo y los compositores sólo la arreglamos” es clarificadora de la importancia que otorgaba al componente folclórico y popular en la formación del estilo musical ruso y a su deseo de acercar la música a sus orígenes, eliminando la identificación de ésta como algo exclusivo de las clases adineradas.

A partir de 1845 viajó por España en varias ocasiones, interesándose por las tradiciones y el folclore español, con especial atención por el flamenco, lo que le llevaría más tarde a componer obras como sus “Oberturas Españolas”, la “Jota Aragonesa” o “Recuerdos de una noche de verano en Madrid”. Durante una de esas estancias en nuestro país, parece que su mujer podría haber aprovechado para contraer matrimonio en Rusia con otro señor, incurriendo en bigamia y dejando al pobre Glinka adornado como el papá de Bambi.

Glinka fue posiblemente el primer compositor ruso en obtener una importante proyección internacional fuera de sus fronteras y hoy es conocido entre nosotros fundamentalmente a través de las dos óperas citadas, pero su producción musical, sin ser especialmente vasta, cuenta con numerosas piezas para piano, páginas orquestales, óperas, ballet, música de cámara y algunas canciones.

Una de estas canciones es la que me ha llevado a hablaros hoy aquí de este compositor. Se trata de “Elegía”, una de las primeras composiciones de un joven Glinka, que apenas contaba 21 años, y que escribió tomando para ello un poema de Evgeny Baratynsky. El propio Glinka parece que era dado a interpretar esta canción en fiestas y reuniones en cuanto tenía ocasión y sus improvisados oyentes quedaban encantados, alababan su creación y le animaban a dedicarse de lleno a la composición, cosa que hizo.

La pieza todavía muestra algunas influencias de la música de salón que se hacía en Europa y, pese a no presentar los rasgos más característicos de sus obras de madurez, ya tiene un inconfundible “aroma” ruso, constituyendo un melodioso y apasionado lamento, lleno de desgarrada melancolía y al mismo tiempo de elegancia y distinción, que desprende una belleza incuestionable.

Es verdad que la interpretación en que la escuché por primera vez, que es la que he traído hoy aquí, también hace mucho. Se trata de la que lleva a cabo, de forma insuperable, otra rusa legendaria, la soprano Galina Vishnevskaya, a quien podemos escuchar acompañada al piano por su marido, el también ruso y legendario Mstislav Rostropovich:


video de fleur192

No he podido encontrar la traducción al castellano del texto de la canción, y aunque mis clases particulares de ruso con la Netrebko van progresando, no me atrevo todavía a hacer la mía propia, así que os dejo su transcripción inglesa:

O do not tempt me needlessly:
Affection lost cannot return.
How foreign to the broken-hearted
Are all the charms of bygone days!
I can no longer trust thy promise;
I have no longer faith in love;
And cannot suffer once again
To be deceived by phantom visions.

Do not augment my anguish mute;
Say not a word of former gladness.
And, kindly friend, o do not trouble
A convalescent's dreaming rest.
I sleep: how sweet to me oblivion:
Forgotten all my youthful dreams!
Within my soul is naught but turmoil,
And love shall wake no more for thee.


6 comentarios:

  1. precisamente estoy leyendo a Pushkin, supongo que se conocieron.
    La pieza es preciosa.
    Rostropovich también pianista!
    No creo que aprendas mucho ruso con doña GRRR-Schrott, pero si canta Ludmila en tus audiciones, te lo perdono.

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  2. Большое спасибо и поцелуй для Анны

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  3. Pues sí, Kalamar, parece que Pushkin y Glinka se conocieron y fueron amigos.
    Y no creas, con Anna se aprende un montón, consigue que se le preste mucha atención.

    José Luis: Спасибо за ваш комментарий. Анна посылает тебя поцелую

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  4. Vishnevskaya es una debilidad para mí, me encanta como cantaba esta mujer.

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  5. Pues ya somos dos, amigo Titus.

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  6. Mu bonico.
    Como siempre, nostalgia y tristeza a flor de piel y ella con la voz y el sentimiento preciso para transmitirlo.

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