El pasado martes 12 de junio, el Palau de les Arts de Valencia acogió el estreno del segundo de los espectáculos operísticos enmarcados dentro del V Festival del Mediterrani que se está desarrollando en el coliseo valenciano. Se trata de una nueva producción de la ópera “Medea” del italiano Luigi Cherubini (1760 – 1842).
"Medea" es una ópera en tres actos con libreto original en francés de François-Benoît Hoffmann, basado en la tragedia del griego Eurípides y en los textos de Séneca y el francés Corneille. En el Palau de les Arts se ha optado por ofrecer su versión en italiano con recitativos cantados, que fue la que popularizara a mediados del siglo pasado la inolvidable Maria Callas, quien hizo de la protagonista de esta obra uno de sus personajes emblemáticos.
De hecho, si “Medea” se representa tan poco dentro de los circuitos operísticos habituales, es entre otras cosas por la dificultad de encontrar sopranos que asuman y estén capacitadas para sacar adelante un papel de una exigencia terrible, con una envergadura dramática enorme, donde lo principal no es tanto la belleza del canto como la fuerza interior del personaje que es necesario saber transmitir, fundamentalmente a través de los intensos recitativos que pueblan la partitura. Y en esta ocasión esa cantante se ha encontrado y se llama Violeta Urmana.
Gerardo Vera es el responsable de la dirección escénica de esta producción, utilizando como base escenográfica elementos del montaje que también ha servido para "Il Trovatore" que se está ofreciendo en el presente Festival. Eso, que tanto reparo me causaba en un principio, al final ha resultado no ser tan malo y, dados los tiempos de recortes que vivimos, no me parece una mala opción, siempre que se le ponga un poco de interés a la cosa, como aquí ha ocurrido, y lo encuentro preferible a versiones en concierto o a costosos montajes en los que se pague más por el nombre del responsable (Saura, Miller...) que por su trabajo efectivo que luego acaba denotando pura sequía mental.
Lo principal en esta obra es el componente dramático y el conflicto psicológico interior de los personajes. Por eso, a la hora de abordar este trabajo no es tan importante la descripción pormenorizada del espacio físico en el que se desarrolla la acción, como ofrecer un marco adecuado que no confunda ni despiste al espectador y que posibilite que el drama fluya naturalmente y que las pulsiones humanas que nutren el texto puedan verse amparadas y reforzadas por el elemento escénico. Y, desde mi punto de vista, así ocurrió con el montaje ideado por Gerardo Vera, que, en conjunto, me gustó mucho.
Hay que dejar claro que, aunque se utilicen elementos de la escenografía utilizada en “Il Trovatore”, los espacios y ambientes creados son completamente distintos y, a diferencia de aquél, se facilita mucho más en esta “Medea” el movimiento de los cantantes y coro. También me dio la impresión de que se había trabajado más la dirección de actores. Y muy efectista, aunque un punto gore, fue la aparición final de los niños muertos y ensangrentados
La iluminación de Juan Gómez-Cornejo vuelve a jugar un importante papel, con el predominio del rojo para acentuar el sentimiento de venganza que va creciendo en la protagonista. El vestuario atemporal de Alejandro Andújar cumple su función de forma efectiva. Y en las creaciones videográficas de Álvaro Luna hubo un poco de todo: me pareció impactante la imagen del cráneo de carnero, aunque acabó por ser repetitiva su aparición cada vez que se mencionaba el vellocino, se crearon algunos efectos estéticamente atractivos con las imágenes del mar y me desagradó el momento del caballo sobre las aguas.
En lo musical, el maestro Zubin Mehta, que cogía por vez primera la batuta para dirigir la partitura de Cherubini, volvió a ofrecernos una lección más de portentosa técnica de dirección, sobria y eficaz al tiempo que intensa, cargada de tensión, estando muy atento en todo momento a los cantantes, cuidando los volúmenes y las dinámicas y posibilitando que cada matiz de lirismo, de arrebatado dramatismo y los toques heroicos, quedasen perfectamente remarcados por la música que surgía desde el foso. Un gran trabajo.
Los músicos de la Orquestra de la Comunitat Valenciana rindieron al óptimo nivel que nos tienen acostumbrados y, aunque esta vez por mi posición en la sala no pude identificar a los solistas, deben destacarse las sensacionales intervenciones del fagot, oboe y flauta, así como la percusión en la introducción al acto III.
El Cor de la Generalitat puso de nuevo en evidencia que nos encontramos ante el mejor coro operístico de España, con una actuación soberbia, tanto en el terreno vocal como en el movimiento escénico. Los coros internos resultaron impresionantes, sobre todo en la escena de la boda, y magistral fue su intervención junto a Jasón en los momentos finales de la obra. La excelencia de su actuación quedó plasmada en los saludos finales, cuando el maestro Mehta se fundió en un emocionado abrazo con el director del Coro, Francisco Perales.
La soprano Violeta Urmana debutaba el exigente papel protagonista. Sólo por el hecho de haber dado el paso para afrontar el reto en nuestro teatro ya merece todo nuestro reconocimiento, pero es que, además, lo hizo llevando a cabo una actuación fabulosa, en la que fue yendo de menos a más, consiguiendo emocionar a la platea con la contundencia de su interpretación desde el momento mismo en que salió a escena. La tirantez de los agudos, sobre todo en la primera mitad de la obra, no deslució en absoluto el derroche interpretativo de la cantante lituana, a la que se le exigía transmitir emociones y lo hizo con creces. Sus graves fueron contundentes y su fraseo incisivo y cargado de intencionalidad, logrando hacer creíble todo el devenir psicológico del personaje, sabiendo matizar cada faceta del mismo. Una Medea de muchos quilates.
Si impresionante resultó la entrega dramática de Urmana, no le anduvo a la zaga la llevada a cabo por la mezzosoprano María José Montiel encarnando a su sirviente Neris. La recientemente galardonada como mejor cantante de ópera en los Premios Líricos Teatro Campoamor de Oviedo, se mostró espléndida en el aspecto dramático y magistral en lo vocal, luciendo un instrumento potente, cada vez más sólido y redondo, que controla con altísimas dosis de sensibilidad. Especialmente emocionante fue su interpretación del fragmento de mayor lucimiento que tiene el personaje, el recitativo y aria “Medea, O Medea!... Solo un pianto”, donde la cálida voz de Montiel se fundió mágicamente con el bellísimo sonido del fagot, adornando su canto la madrileña con una exquisita gama de matices y obteniendo a su finalización una atronadora, larguísima y muy emocionante ovación.
La soprano valenciana Ofelia Sala no me acabó de gustar como Glauce. Reconozco que estuvo bien técnicamente, metida en estilo y con entrega interpretativa, pero aparecen en su voz unas feas oscilaciones que deslucen mucho el resultado, incluso el del conjunto en los concertantes. También tuvo alguna entrada a destiempo que espero que vaya corrigiendo conforme avancen las funciones.
Bastante bien estuvo el tenor ruso Serguéi Skorojodov, en el papel de Jasón, quien exhibió unas facultades notables, con una voz clara y bien timbrada con la que se movió con solvencia por terrenos francamente complicados.
Una agradabilísima sorpresa fue para mí el bajo Dmitri Beloselski, como Creonte, luciendo una potentísima voz profunda de auténtico bajo, con nobleza tímbrica, que casi pedía a gritos cantar un Boris. Tan sólo se le podría reprochar que a veces su fraseo quedase algo descuidado.
Correctos en lo vocal y con muy buen comportamiento escénico estuvieron también los alumnos del Centre de Perfeccionament Plácido Domingo, Leonard Bernad, Brigitta Simon y Hagar Sharvit en sus breves intervenciones.
Al caer el telón, una enorme ovación premió la salida a escena en solitario de una Violeta Urmana muy emocionada. También fueron espectaculares los bravos a María José Montiel y Zubin Mehta, y en esta ocasión hubo aplausos unánimes hasta para la dirección de escena, poniéndose así punto final a otra extraordinaria noche de ópera que únicamente tuvo el punto negro de la baja asistencia de público. Lamentablemente, el aspecto que presentaba la sala principal de Les Arts estaba muy por debajo de lo que un espectáculo de tal nivel merecía. Muchísimos huecos, pese a que en las últimas horas hubo repartos apresurados de entradas para minimizar la debacle.
También tuvimos ausencia casi total de autoridades, apenas una Consellera, el presidente del Consejo Juridico Consultivo, la concejala de Cultura y algún condenado por la trama Gürtel. Ignoro si fue debido a que todavía no se han recuperado de ese rescate europeo que se vende como si nos hubiese tocado la lotería, o a que esta vez no venía la reina. Eso sí, si hubieran saltado al escenario veintidós señores en calzones pateando un balón, nos hubiera visitado hasta el presidente Rajoy.
En cualquier caso, vuelvo a animar desde aquí a todos los aficionados a la música a que se acerquen estos días al Palau de les Arts a ver una obra poco habitual, pero interesantísima, con un reparto vocal, músicos y coro de auténtico lujo.
Me alegro de que el estreno fuese un éxito artístico y lamento que no lo fuese también de asistencia.
ResponderEliminarGracias por la crónica. Ya que lo tengo muy complicado para asistir a estas funciones, contar con cronistas de lujo como maac y tú es una excelente forma de permanecer informado.
Titus, si pudieses escaparte esta semana la ocasión realmente lo merece.
ResponderEliminarEntiendo, por tu estupenda crónica, que debo adquirir rápidamente esta ópera de la que sólo conozco algún aria.
ResponderEliminarCon afecto, Atticus!
Hola chaval,van por ahí unas nominaciones para dar a conocer blogs interesantes y yo, como me habían seleccionado, he pensado que el tuyo es el más de todos. Se llama Liebster blog. Te lo enlazo en facebook
ResponderEliminarGlòria: Con o sin rapidez, pero creo que es una ópera muy interesante y merece la pena adentrarse a conocerla. Aunque lo más aconsejable es verla en directo, con un reparto vocal y musical que que esté a la altura de las exigencias dramáticas de la obra... por ejemplo el que está actualmente en Valencia.
ResponderEliminarOhvintageshop: Gracias por acordarte de mí. Yo como ya premié en su día (entre otros a tu blog), paro ya la cadena.
Excelente crítica y no menos excelente blog. El detalle de los niños ensangrentados saliendo de la cochiquera me pareció de un mal gusto impropio de la belleza de la música. (He intentado postear antes no sé si saldrá repetido)
ResponderEliminarGual Maldé: El detalle de los niños le da un punto gore quizás excesivo. La obra es ya de por sí suficientemente dramática. Pero también te reconozco que el primer día me desagradó y en las siguientes funciones no me ha parecido tan mal.
ResponderEliminarGracias por tu visita y tu comentario.