domingo, 23 de septiembre de 2012

WILHELM KIENZL. UN COMPOSITOR OLVIDADO



Wilhelm Kienzl (1857-1941) fue un músico, director de orquesta y compositor austriaco que gozó de una gran popularidad en los últimos años del siglo XIX y principios del XX, gracias sobre todo a su ópera “Der Evangelimann” (El Predicador), y que sin embargo apenas es hoy conocido y muy raramente es interpretada su música.

Kienzl nació en la pequeña localidad de Waizenkirchen, pero cuando apenas contaba tres años de edad su familia se mudó a Graz, ciudad que él siempre consideró como  la suya y en la que estudió violín, piano y composición, aunque posteriormente completaría su instrucción en otros lugares como Praga, Munich o Viena.

Wilhelm Kienzl era un wagneriano convencido. Así, se tiene noticia de que asistió al estreno de la tetralogía “El Anillo del Nibelungo” que tuvo lugar en 1876, en la primera edición del Festival de Bayreuth, y durante toda su vida fue un asiduo de este Festival. Llegó a conocer personalmente a Richard Wagner, escribió diversos estudios sobre él y su obra y fue una de las personas que tras el fallecimiento del compositor acompañó su féretro desde Venecia hasta Bayreuth.

Este wagnerianismo de Kienzl se refleja también en su música, con enormes influencias del maestro de Leipzig, pudiéndose enmarcar claramente dentro del romanticismo germánico post wagneriano, en la línea de otros compositores contemporáneos suyos como Engelbert Humperdinck (1854-1921), quien sin embargo, a diferencia de Kienzl, sí ha conseguido que su obra (sobre todo “Hansel y Gretel”) perviva en el repertorio.

En su producción destacan especialmente las diez óperas que escribió, así como casi un centenar de lieder, que en su momento gozaron también de gran popularidad, y numerosas obras para piano y orquesta de cámara.

Como decía antes, la obra más famosa de Wilhelm Kienzl es su ópera “Der Evangelimann” (El Predicador). Al igual que su admirado Wagner, Kienzl se encargó también de escribir el libreto, basado en este caso en unos sucesos reales acaecidos en la población austriaca de Hellerhof. Estrenada en Berlín el 4 de mayo de 1895, tuvo un enorme éxito de crítica y público y fue alabada por personajes de la talla de Gustav Mahler o Richard Strauss. A principios del siglo XX se había convertido en una de las óperas más representadas, figurando en el repertorio de muchísimos teatros de todo el mundo, e intérpretes de primera línea como Kirsten Flagstad o Richard Tauber la cantaron en escena. No obstante, tras la Segunda Guerra Mundial desapareció prácticamente de la programación operística y tan sólo se ha representado en contadísimas ocasiones, casi siempre en Austria.

La obra es un melodrama romántico caracterizado por su sencillez e inspiración melódica, que cuenta con bastantes influencias de la música popular. El fragmento más conocido de “Der Evangelimann” es el aria que canta el tenor en el segundo acto: “Selig sind, die Verfolgung leiden" (Bienaventurados los que sufren persecución). En su momento llegó a ser una melodía de moda en toda Centroeuropa y, aunque la ópera completa no haya sido apenas objeto de grabaciones, sí que muchos tenores han optado por incluir este bello fragmento en discos o recitales.

Aquí podemos escuchar este “Selig sind, die Verfolgung leiden" en la voz del tenor húngaro Sándor Kónya, acompañado por las voces del Münchner Chorbuben y de la contralto Ursula Boese como Magdalena:


video de Diapasondoro

Tras el éxito de “Der Evangelimann”, los teatros y el público solicitaban nuevas composiciones de Kienzl. Éste se dedico por completo a una ópera basada en el cervantino “Don Quijote” en la que tenía depositadas muchas esperanzas, pero que lamentablemente fue un fracaso. Sin embargo, en 1911 estrenaría en Viena otra ópera, “Der Kuhreigen”, con la que volvió de nuevo a obtener un importante éxito que llevaría la obra a los principales escenarios operísticos.

Aquí podemos escuchar el final del primer acto de “Der Kuhreigen”, en la inconfundible voz del gran Fritz Wunderlich:


video de willworkforwages

Conforme pasaban los años, Kienzl era más consciente de que sus composiciones quedaban lejos de las corrientes vanguardistas que, poco a poco, estaban revolucionando el panorama musical y, al mismo tiempo, reconocía que él hacía la música que quería hacer, pero no quería tampoco convertirse en un producto anticuado. Quizás estás contradicciones, unidas a problemas de salud sufridos a principios de los años 30 del pasado siglo, hicieron que Kienzl dejara de componer.
 
A partir de ese momento, sobre todo tras el paréntesis de horror de los años de guerra, las obras de Kienzl dejaron de interpretarse y actualmente, fuera de Austria, su producción permanece injustamente en el olvido.

Finalizo este post de hoy con otro momento de “Der Evangelimann”, en este caso es el aria de Magdalena que abre el acto II: Johannes schläft… O schöne Jugendtage” (Johannes duerme… Oh, bellos días de juventud). La interpretación esta vez corre a cargo de Herta Töpper, una contralto austriaca precisamente nacida en Graz:


video de Addiobelpassato

Y yo cada vez que escucho ese fragmento no puedo evitar acordarme de esto:


video de kri306

2 comentarios:

  1. Pues sería anticuado pero bien que lo fusilaron los de la Cenicienta.

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  2. A mi me parece que está fusilado y rematado... aunque siempre puede haber sido casualidad.

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