Enorme expectación anoche en el Palau de
les Arts para asistir al estreno de La
forza del destino, de Giuseppe Verdi,
la ópera que abría el VII Festival del
Mediterrani y que suponía el regreso al foso valenciano del maestro Zubin Mehta. El ambiente era el de las
grandes noches, rozando el lleno, y se cumplieron todas las expectativas, con
unos resultados artísticos sobresalientes que hicieron que acabara todo el
teatro puesto en pie, absolutamente enardecido, ante una Forza que creo que, hoy por hoy, es difícilmente superable. Una
noche mágica, sin duda, que, hasta a los más pesimistas, nos ha subido el ánimo
bastantes enteros.
Especialmente emocionante resultó el
recibimiento que el público tributó al maestro Mehta, brindándole un cerrada ovación con numerosos bravos nada más pisar el foso, en una evidente
muestra de que el aficionado valenciano sabe apreciar y agradecer lo mucho que
el director indio está haciendo para que en nuestra ciudad podamos seguir
disfrutando de ópera de primera categoría. La intensidad de las ovaciones en
cada salida de Mehta y que todo el
público se pusiese en pie como movido por un resorte en cuanto se sumó a los saludos
finales, era un claro grito de “maestro, no se vaya”.
Muchas caras conocidas en el patio de
butacas, desde Joan Matabosch a María José Montiel. Y también nos
alegró ver de nuevo al mando a la Intendente Helga Schmidt, quien
parece encontrarse ya mejor tras el accidente que sufriese en Viena. En el
palco nos obsequió con su presencia la Consellera de Cultura y recién nombrada
nueva portavoz del gobierno valenciano, María
José Catalá, a quien este nuevo cargo le va pintiparado, con lo que le
gusta a esta señora figurar y darle al pico. La pena es que no haya aprovechado
para dejar la cartera de Cultura en manos de alguien con más ganas e ideas para
defender la ópera de calidad en Valencia de lo que ella hasta ahora ha
demostrado.
45 minutos antes de iniciarse la
representación tuvo lugar, por primera vez en el Palau de les Arts, una breve
charla introductoria a la ópera, que corrió a cargo de Íñigo de Goñi, miembro de la Asociación Amics de l’Òpera i de les Arts de la Comunitat Valenciana. Estas
charlas se repetirán todos los días de función, tanto de La forza del destino como de Turandot,
en la sala de espera ubicada en el vestíbulo principal. Ayer la sala se llenó
en pocos minutos y hubo mucha gente que tuvo que quedarse fuera. Está previsto
que, a partir de ahora, esta Asociación se encargue de ofrecer este servicio a
los espectadores con entrada para las diferentes representaciones de la
temporada.
Ante la ausencia de recursos económicos en
Les Arts, para la dirección de escena se ha vuelto a apostar por encargar una
producción propia a Davide Livermore,
director artístico del Centre de
Perfeccionament, y responsable de anteriores propuestas interesantes como
las de La Bohème o el Otello del año pasado.
El resultado final de su trabajo creo que
ha sido muy positivo. Y mucho más si valoramos que en este caso no se trata de
una concepción genial de algún regista
iluminado que cuenta con cheque en blanco, sino de una propuesta marcada por la
necesidad de ahorrar recursos. Para ello, se ha contado con el vestuario de Mariana Fracasso, la iluminación de Antonio Castro y las videocreaciones de
D-Wok S.R.L., así como con el intenso
trabajo de todo el equipo del teatro, reciclándose y aprovechando material de
otras producciones.
La escena se ha trasladado a los años de la
Segunda Guerra Mundial con una estética claramente cinematográfica, con
múltiples guiños cinéfilos. Nada más comenzar la obra, la obertura es
acompañada por unas proyecciones que nos van adelantando lo que va a suceder a
modo de tráiler fílmico, con muchas referencias al cine negro, pero también a
algunos planos míticos de Eisenstein
o del expresionismo alemán. Esta obsesión de los directores de escena por tener
que “entretenernos” mientras suenan las oberturas, parece no tener solución.
Los
pájaros
de Alfred Hitchcock tiene un papel
importante, con esos cuervos agrupándose en el tendido eléctrico anunciando el
fatal destino, tanto en el primer acto antes de la muerte del Marqués de Calatrava, como en el duelo
final entre don Álvaro y don Carlos.
La producción, en conjunto, creo que
funciona bastante bien y la traslación temporal no molesta en absoluto. Desde
el punto de vista estético me resultó enormemente sugerente, sobre todo gracias
a un uso de la iluminación muy inteligente, aunque el abuso del color rojo para
resaltar la maldad acabe por cansar.
Me parece muy de agradecer que la
escenografía y los movimientos de los cantantes estén pensados para procurar
que destaque el trabajo de estos, dando preeminencia a las voces, no a la
egolatría del regista. No en vano Livermore fue cocinero antes que
fraile, en este caso cantante antes que director escénico, y eso se nota. Eso
sí, algunos cambios de escena fueron excesivamente largos y en el del tercer
acto se improvisó un bochornoso concurso de toses estentóreas entre parte del público
que, aunque parece que a algunos les hizo mucha gracia, a otros, incluido Mehta, no tanto.
También destacaría en el aspecto positivo,
como suele ser habitual en las propuestas de Livermore, una trabajada dirección de actores y del movimiento
escénico que, aunque haya cosas que gusten menos, como algunos bailecitos o las
posturitas de los frailes al grito de maledizione!,
denota seriedad, estudio y sentido del drama.
Es verdad que hubo algunas proyecciones que
me parecieron grotescas, como las de los angelotes, pero en general consiguen
un buen resultado, contribuyendo a resaltar ambientes y acentos psicológicos,
siempre con esa reminiscencia cinematográfica presente.
Es inevitable que en toda transposición
temporal de la puesta en escena de un libreto haya discordancias y
anacronismos, pero en esta ocasión la cosa no chirriaba más que en momentos puntuales,
como las referencias a carruajes o caballos o, sobre todo, esas espadas
transformadas en pistolas.
Pese a todos los peros que se le quieran
poner, lograr, con los reducidos medios de los que se disponía, unos resultados
de este nivel, que superan con mucho el de costosas y horrorosas producciones,
es merecedor de un fuerte aplauso como el que fue brindado ayer a Livermore y todo su equipo al finalizar
la función.
Tras el martirio conceptual y de ejecución
que supuso la dirección musical de Manuel
Galduf en Maror, el regreso del
maestro Mehta al frente de la Orquestra de la Comunitat Valenciana,
nos ha despertado de aquella pesadilla que algunos parecen seguir empeñados en
desear que sea el futuro que nos espere. El maestro Mehta nos ha devuelto el mágico sonido de nuestra orquesta, volviendo
a hacer brotar la belleza y la emoción del foso valenciano.
Y es que si por algo se caracterizó la
labor del director indio fue por, una vez más, lograr hacer brillar como nadie la
orquesta, con un equilibrio extraordinario entre secciones y un control
absoluto de cuanto ocurría en el foso y en escena. La Obertura fue dirigida con
mano maestra, aunque yo eché de menos una pizca más de garra e intensidad, si
bien a cambio se obtuvo un lirismo de muchos quilates. El pulso dramático no
decayó en ningún momento y en los momentos más íntimos la belleza sonora se
desplegaba con apabullante insolencia, como en el inolvidable y electrizante
pianísimo de las cuerdas que puso el broche final a una noche en la que
volvimos a reencontrarnos con la mejor versión de la Orquestra de la Comunitat Valenciana. Gracias, maestro Mehta.
Entre las intervenciones solistas, hay que
destacar la magistral actuación de Joan
Enric Lluna en el solo de clarinete introductorio al aria de don Álvaro con el que se inicia el
tercer acto, donde, a su ya conocido virtuosismo en la ejecución, se unieron
una sensibilidad y lirismo estremecedores. También tuvieron intervenciones muy
destacadas el concertino, Serguéi
Ostrovski, así como fagots, arpa y percusión.
El coro en esta obra se convierte en un
protagonista más y adquiere una relevancia de primer orden. Y ayer el Cor de la Generalitat dio una de las
más grandes lecciones de profesionalidad y dignidad artística que se han visto
en este teatro. Posiblemente no haya sido la noche en que ha sonado más
contundente y poderoso, pero obtuvo unos resultados magníficos, tanto en el
apartado dramático, con una permanente actividad en escena, como en el vocal, y
esto pese a no a haber dispuesto de los refuerzos que la obra requería,
teniendo que hacer frente a una partitura de estas dimensiones con la plantilla
que ha quedado tras el maldito ERE. Bravo, chicos y chicas
Es proverbial la dificultad de montar esta
obra con garantías en el apartado vocal, porque realmente se precisa de unos cantantes
de primer nivel, dispuestos a afrontar unas exigencias extremas. Y en este
sentido ayer tuvimos la suerte de contar con una pareja protagonista
inigualable, estratosférica, acompañada por otros intérpretes de muy buen nivel
y absolutamente entregados.
Comentaba ayer junto a un amigo que tenemos
la firme convicción de que Gregory Kunde
es extraterrestre. Si el año pasado ya nos dejó absolutamente anonadados con su
espectacular Otello, lo de ayer nos
convenció definitivamente de que, o no es de este planeta, o este tipo se dopa.
No sé si se meterá placenta de yegua o se tomará la pócima dominguina de Plácido,
pero esto no es normal. Anoche se paseó por el terrorífico papel de don Álvaro con una (aparente) facilidad
insultante y una belleza canora incontestable.
A sus 60 años cumplidos, el tenor norteamericano
sigue luciendo un timbre deslumbrante y apenas aparecieron fugazmente síntomas
de cansancio. Sus agudos continúan siendo cañonazos, bien colocados, timbrados,
luminosos y ricos en color. Pero no sólo nos conquisto luciendo poderío en el
agudo. En el dúo solenne in quest’ora
matizó y recogió la voz con una sensibilidad mayúscula. Cuajó un recitativo La vita e inferno all'infelice, intenso
y sentido, y la subsiguiente aria del tercer acto, O tu che seno agli angeli, fue majestuosa, desplegando un lirismo apabullante,
con una elegante línea, heredera de la mejor técnica belcantista. La ovación al finalizar el aria fue larguísima (Nucci hubiese bisado tres vendettas). Además, su entrega dramática
en todo momento fue soberbia y pude ver con mis prismáticos como en la última
escena, mientras Leonora moría en sus
brazos, las lágrimas resbalaban por sus mejillas.
Pero si Kunde nos dejó boquiabiertos, Liudmila
Monastirska acabó de desencajar nuestra mandíbula, ofreciéndonos una
extraordinaria Donna Leonora. Desde
luego, si algo no admite discusión es el poderío vocal de la cantante
ucraniana. Un auténtico tsunami sonoro que hace que se estremezcan los
cimientos del edificio de Calatrava
(el arquitectillo, no el marqués). Pero esa tremenda fuerza vocal no impide que
adorne su canto con un gusto exquisito y algunos detalles preciosos,
consiguiendo hilvanar unas medias voces de muy bella factura. Obviamente en
esta faceta no consigue la perfección y delicadeza de, por ejemplo, Agresta, pero domar de esta manera ese
vozarrón es muy meritorio. También la afinación se puede resentir puntualmente,
pero el resultado final fue de una inmensa belleza e intensidad dramática.
Otro de sus puntos débiles es su
ininteligible pronunciación italiana, aunque, sin embargo, su sentido del canto
verdiano es espléndido. Las medias voces mostradas en la vergine degli angeli y el dominio técnico, capacidad expresiva y
variedad de matices del aria Pace, pace
mio Dio, en la que supo colorear todas las emociones y cambios de ánimo de
la página, junto a la fuerza e intensidad que derrochó toda la velada, llevaron
a su Leonora a obtener un triunfo sin
paliativos.
El joven barítono italiano Simone Piazzola juega en otra división.
Indudablemente su don Carlo es digno
de aplauso, pero ya en la liga de los terrenales. Posiblemente se haya topado
con un rol demasiado dramático y yo le encontré más cómodo como Germont en la Traviata que inauguró la temporada, aunque hay que reconocer que
sacó adelante la prueba con éxito. Parecía un poco reservón al comienzo y a la
voz le falta un mayor peso y mejor técnica de emisión, pero en la segunda mitad
de la obra es donde tiene que lucirse y al menos consiguió no desentonar
demasiado en sus dúos con el marciano Kunde.
Su exclamación finalmente! en el
duelo fue un derroche de fiato y
poderío. Como actor no es precisamente Laurence
Olivier, pero no se le puede negar su entrega y buenas intenciones.
La mezzosoprano Ekaterina Semenchuk tuvo que hacer frente a uno de los papeles más
ingratos de la historia de la ópera, como es el de Preziosilla. Ingrato, porque hay pocas personas que no acaben
odiando toda la escena del Rataplán,
auténtico ejemplo de cómo quebrar la intensidad dramática de una obra, y además
de eso el rol se mueve por terrenos bastante agudos para una mezzo, pero la cantante rusa supo sacar
adelante la papeleta aceptablemente bien en la vertiente vocal y destacando en
el apartado interpretativo.
El bajo danés Stephen Milling interpretó al Padre
Guardiano con tremenda solvencia y una incontestable contundencia en el
registro grave, aunque mostrase algún apuro en la zona alta de la tesitura.
El papel de Fra Melitone fue interpretado por Roberto de Candia, después de que cayese del cartel el
anunciado Valeriano Lanchas, quien parece que no habría cumplido las
expectativas del maestro Mehta. De Candia llevó a cabo una correcta
actuación en la que se echó a faltar un mayor punto de comicidad y desenvoltura
escénica.
En los papeles
menores, volvió a destacar la bella voz de Mario Cerdá, esta vez como Trabuco. También estuvieron muy
correctos In-Sung Sim como Marqués de Calatrava, Cristina Alunno (Curra), Aldo Heo (Cirujano)
y Ventseslav Anastasov en el papel de Alcalde.
El público, que
llenaba prácticamente por completo la sala principal de Les Arts, premió con
largos aplausos las principales intervenciones de los protagonistas a lo largo
de la obra y, al acabar ésta, la locura colectiva se adueñó del teatro, con
apoteósicas ovaciones y torrente de bravos para Gregory Kunde, Monastirska
y el maestro Mehta, quien, como he dicho antes, pudo ver como toda la
platea se ponía en pie braveándole al subir al escenario.
Esta ópera, que tiene fama de gafe, ayer no
se olvidó tampoco de hacer de las suyas, y parece que uno de los miembros del
coro sufrió un accidente al caer por uno de los huecos que simulaban ser
trincheras. Afortunadamente las últimas informaciones apuntaban a que el incidente
no ha tenido graves consecuencias y desde aquí le mando al afectado todo mi
ánimo y apoyo, y espero que se recupere cuanto antes.
Señora Catalá,
espero que haya tomado usted nota de lo acaecido anoche. Yo, desde luego, no
confío nada en su sensibilidad musical, pero creo que hasta su oreja se debió
dar cuenta de la gran diferencia que hay entre los experimentos culturartsistas de cuota valenciana y el
Espectáculo Operístico, con mayúsculas, como el que se vivió ayer.
Por si acaso, los aficionados tenemos que
seguir peleando con todos los medios a nuestro alcance para impedir que la
necedad y pueblerinismo de algunos/as echen a perder todo esto cometiendo un
crimen irreversible contra nuestro patrimonio cultural. De momento, tenemos la
obligación de llenar el teatro todos los días para apoyar al maestro Mehta, a nuestra orquesta y coro, y a
unos artistas de primer nivel. Y encima disfrutar como locos…
Siento no haber podido llegar a la charla de intruducción, pero llegué a Valencia con el tiempo justo de recoger las entradas. Estoy completamente de acuerdo contigo, fué una noche mágica.
ResponderEliminarLo importante es que pudieses llegar a tiempo de vivir una enorme noche de ópera. De estas ya hay pocas.
EliminarUn saludo
Yo disfrute como un enanp, y cuandio sali estaba flotando.
EliminarDe todas maneras el papel de Preciosilla que ha mi me gusta mucho no lo vi favorecido en el montaje.
El area del ultimo acto que canta Leonora me parecio casi tan maravillosa como la del anyo pasado del Ave Maria de Agresta.
Espero poder verla otra vez.
Rafa
Creo que podemos estar muy contentos de haber asistido a una función de ópera de las que se viven en contadas ocasiones.
EliminarEl papel de Preziosilla yo lo veo bastante complicado de favorecer, pero es cierto que no es el que se ve más trabajado.
Efectivamente el Pace, pace mio Dio fue glorioso.
Yo si puedo no me perderé ni una función.
Gracias por comentar.
Un abrazo
Como siempre, tu crónica aguda y clarividente, solo añadir que, para el que quiera conocer un poco más de cerca al extraterrestre tenor, el 9 de junio hay un encuentro con Kunde, de libre acceso, en el propio Palau de Les Arts.
ResponderEliminarPor supuesto, yo desde luego no me lo pienso perder y pienso llevarme en el bolsillo un pedazo de kriptonita para ver si de verdad es humano o no.
EliminarSí, una noche gloriosa y memorable. Ante estos "milagros", la Sra. Catalá debe pensar que si con tan poco se consigue tanto, aún hay margen para apretar las tuercas. La califican de "joven promesa del PPCV" y tendrá que seguir haciendo méritos.
ResponderEliminarLa crónica, como siempre, estupenda.
Gracias, Miguel.
EliminarEsta señora no va a dejar de hacer méritos hasta que consiga ser Califa en lugar del Califa...
No des ideas, por Dios, que capaces son de seguir apretando.
Un saludo
Completamentge de acuerdo en todo contigo.
ResponderEliminarUna noche de esas redondas!
Lo del concurso de toses era para sacar una ametralladora y quedarse solo.
Si acaso mi único pero - aparte del rompe climax del rataplán- fue la tendencia al desafino de la soprano cuando intenta apianar ese poderío vocal que tiene.
Por lo demás fue todo una maravilla de noche, ojalá no nos lo quiten nunca. Mis amigos asilvestrados por el fútbol (es broma) dicen que cómo es posible que aguantemos cuatro horas en el teatro, que ellos ni por un partido de fútbol de los buenos aguantarían... yo les digo que sigan con su Paquito el Chocolatero y la Bomba, mientras nosotros flotamos en por el espacio durante unas horas...
Bueno, pues a lo mejor si se enteran de que Mehta cuando hay fútbol informa de los resultados, igual se animan a hacer el esfuerzo.
EliminarY si no, ellos se lo pierden... No tienen por qué ser mundos incompatibles.
Un abrazo
Una estupenda noche que te hace reconciliarte con el género, sobre todo después de paceder ciertas cosas capitalinas poco ortodoxas en lo vocal. Yo creo que me dejaron algo afectado del oído los zambombazos made in Kunde/Monastirska (grita mucho el tenor, proclamaba una señora). Que me den más gritos así. Un placer saludaros!
ResponderEliminarIgualmente Arian, siempre es un placer reencontrarnos.
EliminarYo también quiero muchos gritos así... jajaja...
Esas debían ser las mismas señoras que un día de Otello comentaban (refiriéndose a unos pianísimos increíbles de Agresta) que no les gustaba cuando la soprano cantaba bajito.
Solo unas lineas para agradecer al Sr.de Goñi la excelente "charla introductoria". Me pareció perfecta en forma y fondo. Dos posibles mejoras de orden menor: una sala con mas capacidad (desconozco si existe esta posibilidad en el Palau) y un pequeño turno de preguntas, quizá dos o tres por parte de los asistentes.
ResponderEliminarGracias a Vd, por su asistencia y por sus palabras, las cuales ya he transmitido a Íñigo de Goñi.
EliminarLo de la sala tiene difícil arreglo, debido a que, una vez más, el Sr. Calatrava no ha pensado en la funcionalidad de lo construido, sino en su propio lucimiento. No hay ninguna sala mejor.
Está el Aula Magistral, pero a mi juicio es demasiado grande y está en exceso apartada de la sala. Ya veremos. La decisión corresponde a Les Arts.
En cuanto a las preguntas, tiene razón. Estaría bien acortar algo la charla y dar opción a preguntas.
Gracias por su aportación
Excelente crónica para una gran velada de ópera, y eso que yo creo que La Forza no es precisamente una ópera fácil (por lo menos para mí no lo era, y digo "era" porque a partir de ahora la meto en el repertorio y seguro que la voy a escuchar más). Incluso me fijé que en la zona en que estaba (3ª piso) apenas se oían los habituales cuchicheos, caramelos, móviles, etc. que tanto molestan. Vamos, que la gente estaba tan alucinada como lo estaba yo. Había momentos en que no se oía ni respirar (me refiero a cuando la representación estaba en marcha, no a los cambios de escena, claro está). O sea, ese es el camino: calidad por encima de todo y dejar trabajar a Dª Helga que, a pesar de todos los pesares, a mí me parece que es la que más sabe de esto a 200 km. a la redonda que nos podamos encontrar. Saludos Atticus y continúa informándonos como lo haces.
ResponderEliminarAunque hubo móviles y ruidos indeseados, especialmente el concierto de toses del entreacto, es cierto que hubo más silencio que en otras ocasiones.
EliminarEs normal, no siempre se puede ver a un marciano en escena...
La calidad, aunque cueste más, reporta más beneficio, en todos los ámbitos. La lástima es que la calidad donde más escasea es en la clase política con capacidad de decidir.
un abrazo
¡Hola! Atticus: Decirte que mañana te haré un pequeño comentario de lo que me pareció ayer la ópera, pues ahora no tengo tiempo. He entrado para comentarte que no me parece nada elocuente el uso que le das a la palabra "pueblerinismo". Te he de decir que soy de pueblo hasta la médula, y que no me parece correcto para el lenguaje que utilizas normalmente el uso tan despectivo que le das a ese término. Te agradecería que rectificases y no hagas uso un tanto generalizado de menosprecio de ese vocablo, que necios de ciudad haberlos haylos. Gracias de antemenao.
ResponderEliminarNecios de ciudad hay a montón.
EliminarNo pretendo justificarme porque posiblemente tengas razón, por lo que, en cualquier caso, si te has sentido molesto, te pido disculpas; pero sí quiero decirte que, cuando he empleado el término, no pretendo menospreciar a la gente de pueblo, sino describir la cortedad de miras y el inculto localismo de algunas personas, independientemente de que sean de una aldea o de la capital.
Nuevamente te pido disculpas y procuraré evitarlo en el futuro.
Gracias por tu comentario, y espero tu opinión sobre la función.
Un abrazo
Otra vez se me echa el tiempo encima. Más o menos ya está todo comentado, y la verdad que pudimos disfrutar de una de las mejores óperas de la temporada. Al principio no me pude hacer con Gregory Kunde, aunque estuvo genial, creo que fue de menos a más, sin embargo Liulmila Monastirska me encantó en todo momento, me puso los pelos como escarpias. En cuanto a la maravillosa Orquestra, me deleitó la elegancia y bien hacer de la arpista.
EliminarLo que no me gustó nada fue el pataleo que sufrimos en el tercer piso por parte de los amigos y familiares de Don Álvaro.
Tampoco me gusto el hecho de que las proyecciones para los del 3º se viesen a mitad, supongo que sería por cuestión de espacio, pero si los de abajo pagaron 135€ y nosotros 95€, creo que nos merecíamos algo más.
En fín, quitando algún pequeño detalle, la verdad que disfrutamos de una gran obra con una grandiosa representación.
Muchas gracias por tus disculpas y sinceridad, siempre imaginé que no estaba puesto de mala fé, pero suena tan mal en ese párrafo que no me pude reprimir.
EliminarSaludos.
El papel de don Álvaro es endiablado y es normal que se administren fuerzas al principio. Lo de Monastirska es expediente X, tiene fuerzas para todo. De hecho parece que cantó en todos los ensayos, hasta el antepiano, a plena voz.
EliminarGracias por dejar tu opinion
Atticus tu crónica magistral, como siempre. Un placer conocerte y te pido disculpas por mi abordaje.
ResponderEliminarLa charla introductoria estuvo genial, pero el recinto resulto muy pequeño.
A los Festivales del Mediterráneo dirigidos por el genial Z. Metha siempre hemos asistido y nos ha parecido lo mejor y La forza del Destino ha sido un espectáculo de Ópera fantástico, una noche memorable debido a su preciosa partitura musical, la magistral dirección de Zubin Metha, con esa Orquesta tan acompasada con los cantantes, ese clarinete tan fantástico, el oboe, los coros y el conjunto de voces excelentes. Estoy de acuerdo con todos los del foro: fue una noche de ópera para recordar
Totalmente de acuerdo, Pepa. Una noche imborrable.
EliminarFue un placer conocerte y me encantó que me abordaras, la pena fue no tener mas tiempo para conversar con más tranquilidad. Espero que haya mas oportunidades.
Creo que sin lugar a dudas ha sido lo mejor de la temporada.
ResponderEliminarTodos han estado a un gran nivel, pero escuhar a Gregory Kunde de nuevo, tras el Otello del año anterior, ha sido uno de los placeres que la vida te regala de vez en cuando.
Cuando estaba escuhando la obertura ya se intuyó que sería una gran noche.
Mientras escuchaba pensé que fue un acierto haber programado esta opera despues de Marrror.
Habrá sido capaz la Consellera de apreciar la diferencia, tanto a nivel de la orquesta como de los cantantes?
Si no ha sido capaz, al menos creo que puedo escuchar la ovación a Metha durante toda la noche.
Bueno Atticus, gracias por tu crónica y esperamos con ilusión el concierto de mañana. Alli nos vemos
Me atrevo a contestarte, Salva. La Catalá no se dio cuenta de la diferencia, y si lo hizo se lo callará y dirá que vaya temporada buena con Maror y la Forza.
EliminarLa ovación igual se pensó que era para ella... Es así de humilde.
El concierto de Mehta de dentro de unas horas se presume que puede ser otro de los acontecimientos de la temporada.
Allí estaremos.
Un abrazo
Acudí a la representación de ayer 5. Para empezar diré que, a mi parecer, es una ópera que sin una dirección, interpretación orquestal y vocal de gran nivel sería muy dificil de soportar por su duración, el dramón argumental y los largos numeritos de galería ( véase el rataplán ). Y en eso no hubo peligro. Excepcional la Leonora de Monastirska, que me recordaba mucho a Rosalind Plowright. Kunde muy bien, aunque pasó algún apurillo con notas que se le quedaban estrechas de emisión. Muy bien Piazzola que, a mi entender, no recibió
ResponderEliminarlas ovaciones que merecía. Muy bien también Milling y Lanchas así como el resto del elenco.
Milagroso lo que hace Mehta al que escuché el día anterior en el auditori. Nivelazo en el Zarathustra (es zoroastrista, si no me equivoco), sólo deslució el uso de un órgano litúrgico. Preciosa la suite del Rosenkavalier y qué decir de los Vier letzte Lieder (a pesar de la acústica de la sala).