Ópera 1 después de Helga.
Tras inundarse los últimos días los medios de difamación, digo manipulación, digo información, con noticias y chismes del Palau de les Arts nada edificantes, ayer, por fin, volvió a ser un estreno operístico el principal protagonista en el coliseo valenciano.
Había curiosidad por saber si la nefanda consellera Catalá asomaba el morro por el recinto operístico, en esta noche de estreno posterior a la presunta destitución (parece que no está formalizada) de Helga Schmidt como Intendente, y por saber si el público de Les Arts le iba a mostrar de algún modo su agradecimiento ante lo bien que, según El Mundo, está gestionando este tema y en general la política cultural de la Comunidad. Pero no pudo ser.
Parece ser que la señora consellera no asistió al estreno porque se hallaba en el acto de exaltación de la fallera mayor infantil de Valencia 2015. Chúpate esa. Con eso se dice todo. Quien sí estuvo fue Davide Livermore, el nuevo director artístico o Intendente o lo que sea del Palau de les Arts. Y es que nadie, ni la prensa cercana a la consellera, parece aclararse acerca del alcance del nombramiento del italiano, que se dice que tampoco está todavía formalizado.
Algo sí me gustaría decir de Livermore antes de entrar en el análisis puramente operístico de lo vivido ayer. Este hombre, como director escénico y responsable del Centre de Perfeccionament, ha demostrado muchas cosas. Como director artístico o Intendente, o ambas cosas, del Palau, creo que lo único que se puede decir de él hasta ahora es que habla mucho. Le plantan un micrófono delante y, como buen latino hiperactivo, larga todo lo que le viene a la cabeza, con buena intención, sin duda, pero me da la impresión de que sin calibrar demasiado el que sus palabras van a ser analizadas hasta la última coma. Pienso que en estos momentos debería mostrarse más cauto y centrarse en organizar su trabajo y sus planes de futuro, sin necesidad de contarnos todo lo que se le pase por la testa. Hemos pasado de una gestión casi secreta a un exceso de información que, además, muchos están utilizando con aviesas intenciones. Pero mira, una de las cosas que podría hacer es hablar con Potenciano y con su amiga Catalá para ver si pagan a los cantantes que actuaron en el inicio de temporada, porque si no, al final, entre unas cosas y otras, aquí no va querer venir a cantar ni Leonardo Dantés.
El aspecto que presentaba la sala fue bastante parecido al de estrenos anteriores, con huecos en platea y los pisos altos con más asientos vacíos que ocupados, y eso que me consta que en los últimos días se han repartido gratuitamente un importante número de entradas, cosa que, por cierto, si Helga continuase siendo la Intendente, hoy habría sido, por supuesto, portada de El Mundo. Este reparto de última hora, en las circunstancias que vivimos actualmente en el teatro, no me parece inocente y creo que responde al propósito de que se transmita la falsa imagen de que sin Helga todo va mejor. Pero bueno, esto es otro tema que da para mucho y ya habrá ocasión de ir comentando.
Jonathan Miller firma la dirección escénica de esta producción del Maggio Musicale Fiorentino, si bien en Valencia ha sido Rodula Gaitanou la encargada de dirigir esta reposición. Curiosamente, tuve la oportunidad hace casi tres años de ver en Londres una Carmen, representada en el pub King’s Theatre, con una dirección escénica de Gaitanou muy interesante. Por el contrario, el recuerdo de Jonathan Miller en Les Arts no puede ser peor. Su Don Giovanni creo que ha sido una de las mayores inmundicias de dirección escénica que han pasado por Valencia, posiblemente sólo superada por la Carmen de Saura.
Además del pésimo recuerdo del responsable de esta puesta en escena, las primeras imágenes que habían circulado de la misma mostraban una especie de casa 13 rue del Percebe que también me hicieron rememorar otra desafortunada dirección escénica, como fue la de Damiano Michieletto para El barbero de Sevilla.
Pues bien, pese a ir tan predispuesto contra lo que me iba a encontrar en escena, he de empezar por manifestar que considero en esta ocasión un acierto el trabajo de Miller y Gaitanou, con sus defectos, pero de un gran impacto visual, muy efectista y adecuado para el desarrollo de la acción, percibiéndose además un importante trabajo de dirección de actores con los solistas, al contrario de lo que ocurriese en Don Giovanni, donde sólo las escenas con el coro y figurantes presentaron algún interés.
El decorado representa una gran casa de muñecas en tres alturas, con tres estancias en cada una de ellas, donde cada detalle está estudiado al extremo, y en ese escenario único se desarrollará toda la trama. Al iniciarse la representación, tras la obertura, la gran casa se abre para enseñarnos su interior, entornándose las puertas en la última escena que se desarrollará delante de aquélla.
La principal crítica que debe hacerse de la propuesta de Miller es que la proyección de las voces no se ve precisamente favorecida, al estar encajonadas en esta escenografía que además se halla alejada del foso. Cuando en la última escena el tenor y la soprano cantan delante de la casa junto al foso, la voz por fin les corría libremente y daba la impresión de que se las hubieran amplificado.
Los intérpretes van exageradamente maquillados, como si fuesen muñecos o personajes de la comedia del arte italiana, y con un vestuario de época, clásico, que acentúa esa sensación de casa de muñecas, la cual se potencia todavía más con los movimientos de algunos personajes al final, como si fuesen autómatas. Lo que no entiendo es por qué esa visión clásica es absurdamente rota con la aparición de los sirvientes con paquetes de compras de Gucci, Prada, etc.
La iluminación juega un papel esencial creando ambientes en las diferentes estancias, especialmente en el crepúsculo de la segunda escena del tercer acto, originariamente desarrollada en el jardín y aquí delante de la casa de muñecas, donde se consigue un efecto de gran belleza y que favorece la intriga burlesca del episodio.
Los movimientos de los intérpretes están trabajados con inteligencia y gran sentido de la acción dramática, de forma muy adecuada al ritmo fluido y ligero de la partitura donizettiana. Los personajes están bien definidos en sus rasgos principales, con sentido del humor, pero sin caer en la excesiva exageración bufa que los ridiculice demasiado y haga poco creíbles.
Con ocasión del estreno en Florencia de esta producción, Jonathan Miller abrió esa boquita que tiene, especialista en soltar sandeces (recordemos aquel revelador “a mí no me gusta la ópera” que espetó en una entrevista con motivo de su Don Giovanni), diciendo a propósito de su propuesta para Don Pasquale que “en la vida somos como marionetas guiadas por una maquinaria interna, de ahí la casa de muñecas, metáfora del cuerpo y la vida”. La mamarrachada es sublime, digna de aparecer en facebook con la jeta de Paolo Coelho, pero tengo que reconocer que, en mi opinión, nos encontramos ante un trabajo de regia coherente y solvente que me hace reconciliarme en buena medida con Jonathan Miller.
Lo mejor de la noche, en cualquier caso, estuvo en el foso. Al frente de la Orquestra de la Comunitat Valenciana, volvimos a tener a un muy buen director. El milanés Roberto Abbado, a quien es inevitable que en todas las crónicas se aluda a su condición de sobrino del desaparecido genio Claudio Abbado, pero que es digno de reconocimiento por méritos propios. Méritos que ya se dejaron ver con los primeros compases, plenos de brío y garra, de una lectura de la obertura absolutamente antológica.
Ese nervio y fuerza en la dirección se mantuvo durante toda la noche, evitando que decayese la tensión en ningún momento. Jugó con las dinámicas de manera fantástica y, como él mismo había reconocido en la prensa los últimos días, compensó la densidad de la orquestación donizettiana mostrando un cuidado exquisito hacia las voces, lo que no evitó, sin embargo, que éstas quedasen superadas por la orquesta en momentos puntuales, pero no tanto por culpa de la dirección como por una escenografía que no ayudaba, y por la liviandad de alguna de ellas. En los concertantes se dejó ver también el control de batuta de un director extraordinario que durante toda la noche consiguió hacer surgir del foso unos sonidos mágicos, transparentes, como hacía mucho tiempo que no se escuchaban.
Si mañana anunciase el verborreico Livermore que Abbado, ya que está por aquí, se va a quedar de director titular, no sería yo quien protestase.
Mención especial merece entre los músicos el solista de trompeta que acompañó el aria de Ernesto. Lamentablemente, por mi posición no pude ver quién era, así que agradecería la información. (Era Rubén Marqués)
El Cor de la Generalitat tiene una escasa intervención en esta obra, pero nuevamente estuvieron a la altura de las exigencias escénicas y vocales, mostrándose solvente y divertido en el tin, tin di qua, ton, ton di là y magnífico en su actuación dramática como la nueva servidumbre de Don Pasquale tras su falso matrimonio.
El veterano Michele Pertusi se conoce al dedillo el personaje de Don Pasquale que ha convertido en uno de sus referentes. El bajo italiano es un experto en el género y se muestra perfecto en estilo, con un fraseo lleno de sapiencia belcantista. Supo moderar la vertiente cómica del papel, sabiendo ofrecer también el aspecto más entrañable del mismo. La voz es amplia, generosa, aunque acusa cierto desgaste. No comenzó demasiado bien y en su primer encuentro con Malatesta presentaba más tintes barítonales que de bajo y algunos problemas de emisión, por lo que el registro grave perdía contundencia y se me hacía difícil identificar quién de los dos cantaba. Poco a poco se fue yendo arriba y culminó una buena actuación.
Uno de mis grandes alicientes para ver este Don Pasquale estaba en la Norina de la jovencísima soprano norteamericana (26 años) Nadine Sierra, de quien había escuchado grandes elogios pero no su voz. Y no me defraudó. Quizás me sorprendió que me esperaba una voz más carnosa, con más presencia, más cercana a una lírica que a una ligera, pero no fue así. La voz es de soprano ligera, e hizo gala de una técnica magnífica. Marcó trinos, adornos y todas las exigencias de la partitura, y tan sólo mostró apuros en la coloratura de su aria de entrada, aunque debió ser algo puntual, pues en los actos siguientes estuvo impecable. Exhibió un portentoso control de la respiración y se permitió algunos reguladores de bella factura. En el apartado escénico estuvo entregadísima y divertida y supo dibujar vocalmente con maestría la doble cara del personaje.
Un sobresaliente Doctor Malatesta fue también el que nos ofreció el barítono polaco Artur Rucinski, a quien ya tuvimos en Les Arts como Lescaut en Manon y como Eugene Onegin en la temporada 2010/2011. Tiene una voz pesada, no especialmente bonita y con emisión algo atrasada, pero cantó extraordinariamente bien, con una implicación escénica también encomiable. Ofreció un canto ligado y fraseo intencionado, y culminó de forma sensacional las agilidades endiabladas del Aspetta, aspetta. Por todo ello me sorprendió muchísimo enterarme de que había cantado con un resfriado fortísimo y que a punto estuvo de salir a escena en la segunda parte, para sustituirle, el cover previsto.
Completaba el cuarteto protagonista el ruso Maxim Mironov, un tenor de tintes rossinianos, con facilidad en el agudo y dominio del registro de cabeza, aunque con una vocecita blanquecina, con vibratillo, de poca enjundia, que transmitía fragilidad. Sin embargo cantó con exquisito gusto, ligando el fraseo con elegancia, y tan sólo se echo en falta algún matiz que hubiera hecho brotar la chispa de la emoción dotando de mayor expresividad al personaje.
El público, al menos en la zona en la que yo me encontraba se comportó con bastante corrección toda la noche y las principales intervenciones de los solistas fueron premiadas con aplausos durante la representación. Al finalizar, la respuesta fue cálida, ovacionándose a todos los participantes, incluida la dirección escénica de Jonathan Miller y Rodula Gaitanou, aunque sin el entusiasmo de las grandes noches. Sí hubo una especial acogida hacia la labor de la orquesta y su director, y entre los solistas el más aplaudido sin duda fue Artur Rucinski.
Bueno, pues hasta aquí mi crónica de esta primera ópera sin Helga. Ojalá en los próximos días la situación se vaya normalizando y sólo lo musical sea noticia en el Palau de les Arts. Aunque conociendo a nuestra consellera y a su diario oficial, lo dudo.
Y desde aquí aprovecho para animaros a todos a asistir a un espectáculo muy divertido y de gran calidad musical. De verdad que vale la pena.
Magnífica y divertida crónica..no estoy de acuerdo (como ya he puesto en "Cantan ellas") que el timbre de Rucinski no sea bonito..pero ;como también he apuntado, es cuestión de gustos. Estoy contigo en que deben dejar en paz a Livermore, porque efectivamente le encanta hablar. Lo digo sin maldad, pero como bien dices , todo lo que salga de su boca se analiza y es para volverse loco. Que no acudiera la consellera, por mi parte fue un alivio, ya que asistimos a una noche maravillosa de ópera con un elenco de primera y un director sublime. Gracias por tu asistencia y objetividad.
ResponderEliminarGracias a ti por compartir aquí tu opinión y, sobre todo, por tu profesionalidad y la de todos/as tus compañeros/as.
EliminarHola Atticus, en general me gustó la obra y los interpretes. Abbado muy bien.
ResponderEliminarMe sorprende como dices que te gustó el espacio escénico cuando dices, y coincido, que al "colocarles" en el suelo oímos otra cosa.....
Me resultó muy interesante y sorprendente la voz del trenor, parecía antigua como si saliese de un gramófono.., la soprano muy bien, tiene futuro.
Creo qué ha sido uno de los repartos más interesantes y mejor escogidos para lo qué vamos a poder ver en adelante.
Demosle un plazo de confianza a Livermore.
Un abrazo.
Eduardo.
Pues sí Eduardo, me gustó estéticamente la propuesta de Miller y su trabajo en la dirección de actores, pero fallaba respecto a las voces.
EliminarLivermore tiene toda mi confianza, pero debería ser más prudente en sus declaraciones.
Un abrazo y gracias por pasar por aquí.
Hola Atticus! Muchísimas gracias por tus magníficas crónicas. Me encanta leerlas antes de ir a verlo, ya que yo no entiendo tanto de musica, pero disfruto de la ópera como un niño. Así que el próximo jueves 5 me toca disfrutar.
ResponderEliminarPorcierto, el trompeta solista es Rubén Marqués. Lo sé porque,hoy comiendo con unos amigos que fueron ayer al estreno,y entre comentarios y opiniones ha salido el tema del solo de trompeta (dicen que fue precioso).
Un saludo, y no dejes de escribir en este blog ;-)
Gracias a ti por la información. En efecto, el solo de trompeta fue espectacular.
EliminarPues nosotros no lo tenemos en el abono, pero haremos patria e iremos creo que mañana martes. Ya te contaré.
ResponderEliminarMuchas gracias por la crónica, prefiero ir con algo de información y más en este caso en el casi siempre coincidimos en todo.
Un saludo.
Pues, si vas, espero que nos dejes tu opinión.
EliminarUn abrazo
És veritat el que diu vosté senyor Atticus. Tenim al Livermore eixe fins en la sopa. D'ací a no res ho tindrem cantant algun paper en alguna òpera. Arriben a ser pesats, ell i els seus seguicis de llepa culs. I segons em van comptar, és un enfila. Que déu ens agarre confessats.
ResponderEliminarLivermore merece un margen de confianza y creo que hay motivos fundados para poder ser optimistas.
EliminarGracias por la crónica. En términos generales mejor que Manon Lescaut. Antes de empezar se anunció que Germán Olvera cantaría el rol de Malatesta. Estuvo muy bien y fue el más aplaudido. Muy bien el coro y la orquesta. Ya firmaría este nivel en Norma y Nabucco.
ResponderEliminarEl nivel musical fue extraordinario y Olvera hizo frente a un reto complicadísimo de manera más que digna.
EliminarHola, Atticus. Sóc l’amic i company de treball del que sempre demana vi Santa Rosa. M’he animat a escriure per a agrair-te el teu blog, del qual m’he fet assidu i incondicional lector. Vull felicitar-te per la perspicàcia de totes les opinions i, fins i tot, quan es tracta d’observacions més òbvies, ningú com tu les expressa amb tant encert. La meua dona i jo hem adoptat l’hàbit de no llegir la teua crònica fins que no anem a veure l’obra perquè no ens condicionen les teues consideracions que tant respectem. El dia 3 de febrer anàrem a Don Pasquale –sabem que tu també– i només arribar a casa llegírem impacients la teua crítica del dia de l’estrena (el 31 de gener). Cal dir que, a poc a poc, anem aprenent i és una satisfacció que els teus comentaris reforcen, moltes vegades, les nostres apreciacions. Et dec un dinar per la teràpia d’autoestima. Aquesta ocasió no ha sigut una excepció. Però, per a entretindre’ns en les converses en què tant ens agrada perdre el temps als aficionats, volem defensar que li augmentes un puntet al tenor Mironov i li l’abaixes a Pertusi. Mironov ens va parèixer un tenor molt de l’escola russa. La nostra filla, que ja té tretze anys i també comença a comprendre açò de l’òpera, deia que li feia vindre al cap el gran Lemeshev (serà el Lemeshev que acabava de passar calamitats al setge de Leningrad, per la poca potència ho dic). Mironov ens paregué un cantant elegant, de bell timbre, molt apropiat a l’obra, i que feia el seu paper sense crits i sense estridències. Si paregué que tenia poc volum en Povero Ernesto és, com tu molt ben dius, per la inapropiada posició en l’escenari. Els escenaris gratacels són molt espectaculars però no són els millors per a la faceta cantora. Quant cantà la romança del jardí, en el prosceni, semblava un altre. Des de la meua localitat vaig veure com alguna violinista tancava els ulls i somreia plàcidament mentre se l’escoltava. I el duet posterior, el millor de la nit. És cert que la seua actuació va ser un poc inexpressiva però, tenint en compte que els artistes representaven joguets d’una casa de nines, ens paregué adequada i feia el contrapunt de la soprano Sierra, que es movia saltarina o, en alguns moments, com una nina de caixeta de música. Bona direcció dramàtica, per tant. La meua dona i jo apostàrem que Mironov no agradaria al públic. A l’eixida paràrem l’orella i, efectivament, abans de quinze segons, qui caminava davant de nosaltres comentava que no li agradà el tenor perquè no arribava a les notes agudes (!). Segurament volia dir que no les emetia amb la potència d’un spinto, que, no ens enganyem, és el tipus de tenor que agrada a la majoria del respectable valencià: uns bons pinyols de Nino Bravo o del meu ídol Juan Bau. Pel contrari Pertusi, almenys el dia 3, ens paregué decebedor. Malament en el primer acte, millor en el segon i esgotat en el tercer. Quan un baix no arriba a les notes greus o les emet inaudibles, sent el protagonista, no mereix elogi. I quant al fiato, no hi havia manera que acabara al mateix temps que els altres cantants quan Abbado donava l’ordre, perquè ell ja havia posat fi a la nota pel seu compte. Se li aplaudí perquè escènicament estigué bé i els espectadors tenim tendència a premiar els actors que fan més gràcia en les òperes bufes. En canvi, l’aplaudiment a Mironov fou un poc fred, encara que no siberià, i vaig témer, per un segon, que es mostrara discomformitat. Demanem la teua benedicció, o penitència, si no estàs d’acord.
ResponderEliminarJajaja... Como diría Carlos Jesús: benditoseai... Yo te pediría que vuelvas más a menudo a dejar tus comentarios divertidos e inteligentes, aunque sea sin inmerecidas alabanzas.
EliminarMe ha encantado tu presentación como "l’amic i company de treball del que sempre demana vi Santa Rosa" Jajaja... Identificado quedas sin ninguna duda.
Bueno, pues ya que preguntas mi opinión sobre Pertusi y Mironov te la daré.
Pertusi ayer estuvo más flojo vocalmente que en el estreno y acabó fatigado. En la parte más positiva destacaría sus recitativos y la italianidad que imprime al personaje.
En cuanto a Mironov. Lo primero que tengo que decir es que efectivamente merecía más aplauso del obtenido, sobre todo teniendo en cuenta que cantó enfermo y, de no haber sido porque no había tiempo para encontrar suplente, hubiera cancelado. Así que mérito doble.
El comentario que escuchaste acerca de que no alcanzaba las notas agudas, con todos mis respetos, es una idiotez. En el agudo se mueve con comodidad este tenor, aunque ayer omitió el agudo final (inteligentemente si estaba enfermo).
El mayor o menor volumen, especialmente en un tenor ligero, no es un defecto, sino una característica de la voz más. Tienes razón en que aquí suelen triunfar vozarrones, aunque sean poco refinados, pero ayer el señor que tenía yo detrás estaba enloquecido con Mironov y no hacía más que repetir, qué maravilla, qué maravilla....
Mironov cantó con muchísimo gusto y elegancia, especialmente en la serenata y dúo.
Si a tu hija de 13 años le recuerda a Lemeshev, merece premio. Es verdad que hay rasgos que pueden recordarle, pero Mironov es mucho más ligero y su vocecilla, aparte del volumen, es frágil, liviana, etérea... y, fundamental: sin la capacidad de regulación y matices que tenía Lemeshev. Mironov peca de escasa expresividad, aunque como dices, con esta puesta en escena, casi queda bien.
Bueno, espero que podamos comentar todo esto pronto delante de unos vinos 8aunque no sean Santa Rosa).
Un abrazo
El agudo final que omitió fue en E se fia che ad altro oggetto
EliminarGràcies, Atticus, per les teues explicacions. Quant a les 'inmerecidas alabanzas', t'assegure que no hi ha adulació. Crec que hauries de passar a col·laborar en els mitjans periodístics. Desafortunadament, ja no es pot parlar de vertadera crítica musical en la premsa diària. Quasi tot són notes de premsa de gabinets d'alts càrrecs polítics i dels mateixos teatres, que es publiquen els dies de les estrenes. Els diaris de València les reprodueixen per omplir i no treballar, i el resultat només és publicitat. Si hi ha morbo, s'ha anegat d'aigua el teatre o no va la maquinària, aleshores sí, notícia. Però de la funció en si rarament es diu res de bo. Pense que d'àixò no necessite benedicció perquè estaràs d'acord. Hi ha, però, benemèrits, com tu mateix, que supliu aquesta deficiència dels mitjans amb el vostre esforç desinteressat i ens el regaleu als altres aficionats. No sóc l'únic que té paraules de gratitud en este blog, només cal repassar els comentaris.
ResponderEliminarUna abraçada de la meua família. Pensem tornar a alguna de les últimes funcions a veure si ja s'han recuperat tots els cantants del refredat. Les òperes de febrer...
Pues gracias nuevamente por tus palabras. Críticas sí hay en la prensa de Valencia, César Rus, Brotons o Rosa Solá siguen escribiendo, aunque es verdad que muchas veces sus mismos diarios anteponen la nota de prensa del estreno, dejando la crítica relegada a unos días después y con muy breve espacio.
EliminarSi vas el 11 nos veremos por allí. Lo que no sé es si se recuperarán los cantantes, porque la cosa parece ir a peor: el cover de Rucinski, Germán Olvera, también ha caído y hoy ha vuelto a cantar Rucinski. A este paso saldrá también a cantar Livermore...
Un abrazo
Estuve en la representación del día 5. En general me gustó mucho la puesta en escena con inspiración en los personajes de la commedia dell'arte. Excelente la orquesta y sus
ResponderEliminarsolistas y el director. Abbado hizo un gran trabajo. Lo controlaba todo, cosa que puedo asegurar, pues me encontraba a un metro escaso de él. Por cierto, tiene un gran parecido físico con su difunto tío.
Se nota que Michele Pertusi conoce el personaje. Otra cosa es el resultado. Tuvo momentos muy buenos, pero en los pasajes de agilidad su voz no salía. En el dúo inicial con Malatesta retrasaban y era tapado por Rucinski. Fue el desaujuste más notorio. También es verdad que los inicios suelen ser más problemáticos hasta que la voz se "calienta". Su buena actuación en escena no suplió las carencias vocales y estas carencias se notaron a la hora de los aplausos, tanto entre la representación como en la ovación final.
Rucinski mostró unos poderosos medios, una voz muy bella y gran gusto para el canto. En fin, nada que no haya dicho ya Atticus. Merecida ovación al final de la representación.
Maxim Mironov hizo de su Ernesto un personaje postizo, un poco frío con respecto al resto de cantantes y puesta en escena. Le faltó chispa. Mostró una voz ligera y con poco color en los actos I y II. En el final del aria del segundo acto " Cercherò lontana terra" se fue a octava alta -no sé si por picardía o porque esté escrita así- con una emisión forzada y algo fea. Mejoró en gran medida en "su" aria del III acto "Com'e gentil", mostrándose más lírica, con más metal en el centro, que se completó con un impagable dúo con Nadine Sierra "Tornami a dir". En cuanto a técnica- fraseo, legatto etc - nada que objetar, muy bien.
De Nadine Sierra, pues suscribo lo dicho por Atticus. Muy bien en escena, muy en el papel. Su voz me recordaba a veces a la de Reri Grist. Casualmente va a cantar Zerlina en la temporada 2015-16 en Paris, papel que hizo, en su época, la soprano antes mencionada, espero que con mejores resultados. Impecables sus coloraturas en la escena final de esta gran ópera neo-belcantista.
Pues sólo puedo decirte, Lluis, que estamos completamente de acuerdo.
EliminarGracias por compartir tus impresiones.
Al final fuimos el martes tres.
ResponderEliminarConfirmo que coincidimos práticamente en todo lo que dices en tu crónica.
La soprano me encantó, y es jovencísima! Creo que le espera uuna larga y fructifera carrera.
El sustituto, Olvera, empezó realmente flojo, lo que me hizo temer un desastre, pero luego se recuperó y la verdad es que lo hizo de una forma más que digna.
Lo peor de la noche el público, luego leí en twitter que había algunos alumnos de instituto invitados o algo así. Además de los maleducados de siempre que se levantan y se van cuando los demás empezamos a aplaudir.
Por cierto, que como no la teníamos en el abono compamos las entradas aparte y por ser abonados nos hicieron un 50% de descuento! Repetiremos.
Un saludo.
Yo estuve también el martes y es verdad que hubo un importante follón de público en algún piso, además de la consabida asistencia del coro de tísicos de L'Horta Sud.
EliminarEl descuento de 50% como abonado sería porque las comprarías el mismo día de la representación. Descuento que tienen también otros colectivos (jubilados, carnet jove, etc) y todo el público desde dos horas antes de la función.
Un saludo y gracias por volver a contárnoslo
Bueno, pues ya que habláis del respetable ( algunas veces ) diré que el jueves estuvo bastante silenciosa la sala con niveles de toses bastante tolerables y comedidas. Eso sí, tuvimos en el segundo acto un móvil que estuvo sonando ¡ 3 Veces ! con el consiguiente pitido de SMS con la llamada perdida. Y encima cerca del escenario. Que siempre tenga que pasar vergüenza ajena por culpa de algún descerebrado/a. Es lamentable.
EliminarGracias Atticus por tus comentarios. Comentarte que acabamos de llegar de la sesión de hoy (8-2-15) y decierte que nos ha encantado. Aparte de los elogios generalizados que haces sobre al obra, hacer una mención especial a Maxim Mironov, fue de menos a más, pero cuando cantó "Com'e gentil" nos han saltado las lágrimas. Emocionante.
ResponderEliminarAtticus: Te agradecería si me pudieses conseguir el video de Maxim Mironov "Com´e gentil" de ayer 8-2-15 o me dijeses en que dirección de internet lo puedo encontrar. Ha sido y será una versión a tener en cuenta. Gracias de antemano.
ResponderEliminarPues lamento defraudar tus expectativas, Vicente, pero no tengo ni idea de cómo conseguir el video. Para empezar, habrá de ser pirata, ya que durante la representación está prohibido efectuar grabaciones, y no tengo noticia de que se haya colgado.
EliminarLo siento.
Aunque me alegro de que os haya gustado y que hayas venido a comentarlo aquí.
Un abrazo
Poco que añadir a tu magnífica crónica y comentarios del resto de aficionados: excelente nivel musical y dignísmo plantel de cantantes, sobre todo en la última escena, la que se desarrolla fuera de la casita de muñecas. En ese momento, además de mejorar evidentemente la proyección de las voces, me da la impresión, al ser como unas baldosas gigantes comparándolas con las del interior de la casa, que los personajes son como unos auténticos muñequitos moviéndose de acá para allá, (produciendo un efecto así como Gulliver o El increíble hombre menguante), y cerrando la ópera de manera fantástica. Saludos Atticus y resto de foreros.
ResponderEliminarHola frankopolo, coincido contigo, el efecto del último cuadro creo que está francamente conseguido.
EliminarUn saludo, a ver si nos vemos pronto
Hola Atticus. Intentaré concretar la pregunta. Era comentario general y se lee en varias opiniones de tu blog que a los cantantes se les escuchaba mucho mejor fuera de sus casitas (gigantescas) de muñecas..... ¿Por qué no sacarlos más de ahí? La pregunta es si sabes quién tiene poder para decidir esto....el director escénico/artístico o el musical? Y segundo me gustaría saber tu opinión sobre la general sobreescinificación en el mundo de la ópera.... Donde muchas veces ayuda a la dramaturgia y otras muchas tiraniza... Se me ocurren más observaciones sobre los diferentes estilos/miradas que aparecen en Don Pasquale pero exceden al espacio de este blog. ENHORABUENA POR EL BLOG. ES ABSOLUTAMENTE DIDÁCTICO PARA LOS QUE NO ENTENDEMOS Y UN GRAN PLACER LEERLO. ÁNIMO Y SIGUE CON ÉL, POR FAVOR. :-)
ResponderEliminarAnte todo, gracias por tus palabras sobre el blog.
EliminarPues la decisión de que los cantantes tengan que actuar dentro de la casa y no salgan más de ahí, obviamente es del director escénico. Cosa distinta es que alguno.
Respecto al excesivo peso de la escena sobre la ópera, básicamente estoy de acuerdo en que, en muchas ocasiones, se da demasiada trascendencia a directores de escena ególatras con poco sentido de la dramaturgia y menos aún de la ópera... Pero este tema daría para una tesis.
Un abrazo
Muchas gracias por tus, como siempre, acertadísimos comentarios. Yo estuve anoche y solo diré una cosa: disfruté. Mucho. Y en el tercer acto llegué a emocionarme. Y eso es algo que hoy en día se agradece. Un cordial saludo.
ResponderEliminarGracias a ti por tu comentario. Yo estuve ayer también y francamente fue una función bastante redonda.
ResponderEliminarUn saludo