El Palau de les
Arts inauguró oficialmente anoche la temporada operística 2015/2016, décima
temporada de abono del joven coliseo valenciano, con un programa digno del
acontecimiento, la magnífica Macbeth,
de Giuseppe Verdi, con el protagonismo de una figura como Plácido
Domingo. Y lo cierto es que se vivió una emocionante noche de ópera.
Este año se ha
hecho algo menos larga la espera con los espectáculos ofrecidos en la
pretemporada, pero aún así había una gran expectación ante el inicio del nuevo ejercicio
operístico y ello se tradujo en un lleno casi completo de la sala principal,
que presentaba el rutilante aspecto de las grandes ocasiones.
Eso sí, si en la Bohème que abrió la pretemporada fue
notable la presencia de representantes políticos, ayer, en el estreno oficial
de temporada, no se dejó ver ninguno de los principales responsables
autonómicos o municipales; ignoro si porque la campaña electoral les tiene muy
ocupados o porque la temporada a precios normales no la consideran digna de
apoyo. En cualquier caso, vuelve a ser muy triste que, sea cual sea el color de
las instituciones políticas, siga quedando patente su ignorancia y la falta de
respaldo político a la ópera en general y a este proyecto cultural que debería
ser una de las joyas de la corona de la cultura en España.
La producción de Macbeth presentada ayer es del Teatro
dell'Opera di Roma y el Festival de Salzburgo, donde se estrenó en 2011, y
cuenta con la dirección de escena concebida por el prestigioso regista alemán Peter Stein y
dirigida en esta reposición por el italiano Carlo Bellamio. La versión presentada
es la de 1865, sin el ballet y sustituyendo el coro final por la escena final
de la de 1847, con el aria de Macbeth
“Mal per me che m'affidai”.
La propuesta es
absolutamente clásica y fiel al libreto, con un vistoso vestuario de época de Anna
María Heinreich que pone cierto contrapunto colorista a una escena tan
oscura como la historia que se nos narra. A mí particularmente me agotan ya
estas oscuridades escénicas que obligan al espectador a estar a veces, como si
viese el Canal Plus codificado, haciendo ímprobos esfuerzos para enterarse de
lo que ocurre en escena. Supongo que se ahorrará factura de luz, lo cual viene
muy bien, pero cansa. Y, dicho esto, tengo que reconocer que los juegos de
luces de Joachim Barth constituyen uno de los grandes valores de esta
puesta en escena.
La escenografía
es mínima y la sensación de vacío en escena está presente toda la
representación. Quizás el problema venga de ser una producción pensada para un
espacio tan peculiar como la Felsenreitschule de Salzburgo, con su decorado
natural excavado en la roca. Pero aquí tan sólo enmarca la acción un fondo que
cambia de color a la par que las emociones en el drama, mientras que la parte
del escenario más próxima a la orquesta está ocupada por un suelo en pendiente
que vuelve a poner a prueba las habilidades equilibristas de coro y solistas.
De las
innovaciones más conseguidas de esta propuesta me parece el haber representado
a las tres brujas con tres bailarines que mueven los labios y actúan, mientras componentes
del coro femenino prestan su voz disfrazadas de bosque, consiguiendo un
resultado visual y dramático espectacular. Algo similar ocurrirá con los
sicarios encargados de dar muerte a Banco
y su hijo, que serán representados por 4 bailarines, mientras cantan el papel los
componentes del coro masculino ocultos con capas negras que parecen representar
un bosque petrificado.
También me gustó
la resolución, siempre complicada, de la escena de las apariciones,
consiguiendo un efecto visual impactante. Al menos desde platea, porque desde
los pisos altos quedarán demasiado evidentes los trucos escenográficos.
Me sorprendió la
escena de la batalla final, con unos espadachines que hicieron un trabajo
buenísimo, muy alejado del ridículo chocar de espadas de función fin de curso
que suele ser tan habitual.
Lo que menos me
convenció de esta puesta en escena es una dirección de actores muy primaria,
por no decir inexistente. Parece que se haya centrado todo el trabajo en los
efectos escénicos, descuidando los movimientos de cantantes, sin que se aprecie
una labor de dirección que potencie la dramaturgia, pareciendo más bien que la
mayoría de las veces se les ha dejado sueltos en escena a su buen o mal hacer.
Me llama la
atención que después de que este teatro optase por nombrar a dos directores
titulares de la orquesta de la casa (Roberto Abbado y Fabio Biondi),
más un director principal invitado (Ramón Tebar), ninguno de los tres
sea el designado para ocupar el foso en la función que abre la temporada. El
encargado ayer de tomar la batuta al frente de la Orquestra de la Comunitat
Valenciana fue el húngaro Henrik Nánási, quien ya dirigiese la
temporada pasada, con un resultado extraordinario, El castillo del
duque Barbazul, de Bartók.
Pero claro, una cosa es un húngaro dirigiendo Bartók y otra los
peculiares acentos que exige Verdi; así que fui con cierta prevención ante
lo que pudiese ofrecernos Nánási y he de decir que, para mi muy grata
sorpresa, me pareció uno de los mejores trabajos de dirección de los últimos
años en este teatro.
Los primeros
compases fueron ejecutados a un ritmo trepidante que hicieron temer unos tempi acelerados en exceso, pero no fue
así. Nánási supo incluir las dosis requeridas de cada ingrediente para
que la tensión dramática y la emoción estuviesen presentes en todo momento,
honrando la partitura con acentos de puro sabor verdiano y llevando a cabo un
control milimétrico de cuanto se desarrollaba en foso y escena. Supo extraer las
mejores prestaciones de una orquesta que volvió a maravillar a lugareños y foráneos,
con algunos matices espectaculares. Mostró autoridad en el control de los
concertantes y cuidó a los cantantes con pulcritud, administrando sabiamente los
volúmenes orquestales. Me pareció una dirección sobresaliente.
Toda la Orquestra
de la Comunitat Valenciana sonó anoche con la brillantez deseada. Estupendas fueron las intervenciones de arpa y corno inglés, pero es de
justicia destacar especialmente la labor de los vientos, donde además tuvimos la gratísima
sorpresa del retorno de Christopher Bouwman, quien con su oboe hizo trío
de lujo junto a Joan Enric Lluna al clarinete y la flauta de Álvaro
Octavio, de quien se comenta que pueda abandonar la orquesta para ir a la ONE,
lo que sería una pérdida irreparable para nosotros.
Pero sí de
sobresaliente puede calificarse la labor orquestal, el trabajo derrochado ayer
por el Cor de la Generalitat merece matrícula de honor. Uno de los principales
protagonistas de esta ópera, sin duda, son las brujas, y anoche las componentes
femeninas del coro que cantaban el papel tuvieron un protagonismo capital,
realizando una espectacular exhibición vocal y escénica que algunos tardaremos
tiempo en olvidar, con el mérito añadido de tenerse que mover por el escenario
camufladas como arbustos. También la sección masculina tuvo ocasión de lucirse,
mostrándose imponente ya desde su primera intervención acompañando a Macbeth, hasta el magnífico momento de
los sicarios. Y todo el coro al completo nos maravilló en los dos concertantes
que cierran los dos primeros actos, pero, sobre todo, en un Patria oppressa memorable que inundó de
emoción el Palau de les Arts. Jamás había escuchado yo este fragmento tan
excelentemente cantado y con un acompañamiento orquestal tan bello como el que
proporcionó Nánási. Para mí fue el momento mágico de la noche.
Uno de los
alicientes principales de este Macbeth
lo constituye la presencia en el papel protagonista del incombustible Plácido
Domingo. Una presencia que ya roza lo sobrenatural cuando sigue
incorporando a su repertorio nuevos papeles y, sobre todo, cuando hace menos de
dos meses pasaba otra vez por el quirófano, haciéndonos temer a todos una
previsible cancelación de sus compromisos en Valencia. Pero, parece ser, que
sigue sin descubrirse la kriptonita que le haga doblar la rodilla a este
hombre.
El problema es
que, aunque él se vea hecho un machote y con fuerzas para asumir nuevos retos,
es obvio, y cada vez más evidente, que está al límite. En toda la primera parte
me lo hizo pasar fatal. La falta de fiato
era alarmante, dificultando el fraseo ligado. Daba la impresión de estar
extenuado y, en cuanto el tempo
orquestal se aceleraba y parecía que se le escapaba la orquesta, personalizaba
el fraseo comiéndose palabras y saltándose notas. En el concertante final del
primer acto me resultó inaudible y su pronunciación durante toda la velada fue
bastante deficiente, presentando además numerosos lapsus de texto, pese a
contar con apuntador, cuya concha (con perdón) rondaba en cuanto podía.
Pero si algo no
se le puede negar a Domingo es su entrega, su dominio de las tablas y
una fuerza dramática absolutamente ejemplar, como también lo es su autoridad
vocal y una belleza tímbrica que perdura milagrosamente. Enhebró algunas frases
bellísimas, rotundas e impregnadas del mejor sabor verdiano. En la segunda
parte fue a mejor, con una escena de las apariciones muy notable y,
especialmente, con dos arias finales “Pietà,
rispetto, amore” y “Mal per me che
m'affidai”, que fueron toda una lección de sentido dramático.
La verdad es que
tuve toda la noche sentimientos muy encontrados con él y escuchándole en “Pietà, rispetto, amore” no pude evitar
pensar que al comienzo de la velada era casi piedad y lástima lo que estaba
sintiendo hacia él; que, pese a todo, su categoría dramática y su entrega eran
dignas del mayor de los respetos; y que, finalmente, había acabado por caer
rendido y enamorado del gran artista que, una vez más, nos demostró ser.
El bajo Alexander
Vinogradov en el aria de Banco
cantó con legato e intención, con una
voz oscura y rotunda, aunque con una emisión sucia y, como diría el amigo Titus, ogresca.
El tenor italiano Giorgio
Berrugi cumplió en el breve papel de Macduff con voz de color atractivo y bellos perfiles, luciéndose
especialmente en su bellísima aria “Ah,
la paterna mano”, con un canto bien ligado, pero sobraron un par de apuntes
veristas que no venían a cuento.
Fabián Lara fue un correcto Malcom. Destacables en papeles menores estuvieron Federica Alfano, apuntando
incluso un pianísimo en el cuarto acto, y Lluis Martínez. Cumplieron
también sobradamente Boro Giner, Pablo Aranday y Juan Felipe
Durá. Y fueron estupendas las intervenciones de los dos niños de la Escolanía de la Mare de Déu dels Desamparats, Josep de Martín y Héctor Francés.
Como decía al
comienzo, la sala principal presentaba un lleno casi completo, con bastante
presencia de público foráneo, pudiéndose ver incluso vestidos típicos más
propios de Salzburg que de la costa mediterránea. Plácido tenía sus fans
y su “Pietá, respeto, amore” fue
ovacionada larga y justamente. Al final de la representación hubo emocionados
aplausos para todo el elenco, especialmente para Semenchuk, Domingo,
coro y orquesta. La dirección de escena fue acogida con tibios aplausos y con algún
abucheo aislado pero ruidoso.
Bueno, pues hasta
aquí mi crónica del estreno de la temporada valenciana. Estos días que en la
prensa no dejamos de leer como presumen otros teatros de ópera por tener a Leo
Nucci o Juan Diego Flórez, creo que podemos decir bien alto y con
orgullo: pues aquí tenemos al Cor de la Generalitat y sólo por disfrutar
de su profesionalidad ya vale la pena chuparse todas las funciones de este Macbeth.
Leo tu crónica y coincido en muchas cosas, aunque en otras discrepo también. Pero antes que nada, comparto la indignación por la ceguera política con este teatro, ya sea de un bando o de otro. La ausencia de representantes resulta dolorosa incluso para foráneos como yo, ya que deja patente el escaso interés por la cultura de la clase dirigente. Se puede entender los recortes en presupuesto, los malabarismos de programación (casi haciendo la competencia al coliseo milanés con el estreno oficial de temporada), pero no el desprecio a un teatro de ópera que posee los mejores cuerpos estables de este país.
ResponderEliminarMe ha hecho gracia lo del hartazgo por las “oscuridades escénicas”, es una sensación que me queda tras haber visitado numerosas ocasiones Les Arts, aunque quizá sea una visión muy parcial, junto con la escasez de elementos de escenografía, que también es propia de otras tantas producciones que he visto en este teatro. Para disculpar, quizá esta ópera se presta a ciertas oscuridades, pero tal economía de medios es llamativa en esta ocasión. Me gustó mucho el vestuario junto con algunos hallazgos que has comentado tales como la recreación de las brujas, que es una escena importante, pero el vacío era notorio y algunos elementos escénicos eran directamente cutres (la estancia del rey, el bosque) o extemporáneos (proyección de retratos de reyes y reinas). Me dejó muy frío y se escuchó algún abucheo al final.
Sobre lo musical, comparto la solidez de la dirección y la seguridad de Semenchuk para afrontar este difícil papel, se le podrán reprochar cosas pero dio la talla. Sin embargo, en la escena de sonambulismo me decepcionó. Estuvo sobreactuada vocalmente y no transmitió ese estado de gran tensión contenida y alucinación que es como yo entiendo esta parte, aunque aquí tampoco ayudó el director. Sobre el resto del elenco no protagonista comparto tus apreciaciones. Luego ya viene el caso Domingo. Aquí el problema es que hay para hablar de su interpretación hay que evitar dos palabras clave, “barítono verdiano”, y eso ya es todo un caso tratándose de Macbeth. Creo que es difícil comentar su actuación sin condescendencia y eso me parece un arma de doble filo. Condescendencia que incluye alabar sus tablas, lo que fue y ya no es, cierto color del timbre, etc. Me parece lógico y, abordar el caso, muy leñoso, así que no profundizo más.
Yo pienso también que Semenchuk flaqueó precisamente en su gran escena y, además de los agudos fallidos o rehusados, le sobró desgarro y le faltó contención.
EliminarEn cuanto a Domingo, sabes que hablamos en el descanso y yo estaba horrorizado. Creo que tienes toda la razón en lo que dices, si analizamos su actuación como barítono verdiano hay que suspenderle sin compasión; pero no es la condescendencia lo que me lleva a hacer mi crónica en los términos en los que la he hecho, sino que de verdad me conquistó finalmente. Será su fuerza escénica, su carácter vocal, sus trazas de cantante de vieja escuela... no sé, pero consiguió que me olvidase de lo todo lo malo.
Es cierto que si, en lugar de ser una figura como Domingo, fuese un cantante desconocido, le habríamos degollado en la plaza pública.
El fenómeno Domingo no tiene parangón y desde luego es controvertido. Yo lo digo claro, creo que debería dejar la escena ya, con honor, y no esperar a un mayor declive. Y seguir luciendo su timbre y su fuerza en recitales o pequeños papeles.
Hola! Qué bien poder disfrutar de una nueva entrada tuya. Lo primero, agradecer como nos tratas siempre,pero esta vez me he emocionado. No puedo ser objetiva y tampoco puedo saber qué llega al público después de tanto trabajo estudio y ensayos. Aún así tuve buenas sensaciones al escuchar las reacciones de los asistentes. Otra vez agradecer al público de les Arts por la entrega y el reconocimiento hacia nosotros ( fue muy muy emocionante Patria Oppressa pero más escuchar los bravos y aplausos). Bueno, después de esta introducción estoy de acuerdo con la magnífica interpretación y sonido de la orquesta de la Comunitat Valenciana. Y de Nánási coincido en todo, yo también tenía curiosidad después de verle en Bartók pero ha superado todas mis expectativas. Desde mi perspectiva tiene un gesto claro musicalidad y nos ayuda siempre. Magníficos los bailarines haciendo de brujas y la figuración con una batalla espléndida. De los solistas ya lo has dicho todo y estoy de acuerdo. Ahora esperemos que la magia del estreno siga el resto de las funciones. Por último gracias por tu crónica y la pena es que no haya otra entrada hasta Sansón. Espero que disfrutes de las siguientes representaciones que asistas.
ResponderEliminarGracias, como siempre a vosotros, Dulce. Es un honor y un privilegio teneros como coro.
EliminarLo del patria oppressa fueron palabras mayores. Entre Nánási y vosotros conseguisteis uno de los instantes más mágicos que se han vivido en ese teatro, hasta el punto de arrancar bravos y aplausos en un momento en el que no es habitual, pero la emoción era muy grande.
Enhorabuena una vez más.
Ah, y espero que antes del Sansón sí haya alguna entrada más.
Estupenda crónica, Atticus. Queda poco por decir, si tuviera que puntuar, le daría el sobresaliente al coro y el notable a la dirección musical. Ellos protagonizaron para mi los momentos más emocionantes de la noche. Sobre el resto, coincido con tu opinión y con el acertado comentario de Golaud.
ResponderEliminarSobre la ausencia de representación política, lo triste es que ha quedado patente que no se trata de una cuestión de color político, sino de la clase de políticos que tenemos en nuestra Comunitat.
Pues con la tristeza nos quedamos, Assai. Y como la esperanza no nos la quita nadie, confío en que aparezca alguna persona sensata que valore esto y lo defienda y promocione como merece.
EliminarBss
Hola a tots. Sobre això que comentes, Atticus, de l’absència de polítics, es trobava a la sala el secretari autonòmic de Cultura. Crec que és suficient presència. Personalment, preferisc que no hi vagen polítics si no han pagat la seua entrada. El suport dels polítics a la cultura i a l’òpera s’ha de fer des dels despatxos cada dia, no anant-hi un dia a retratar-se. No tornem a aquelles llotges plenes de peperos gorrons amb entrada gratis i tiquet del bufet incorporat. M’agradaria veure el conseller en una butaca de la platea com un espectador més i que es dedicaren les llotges de vips a col•lectius que no tenen accés a l’òpera per causes socials. La missió del nou govern -i dubte que ho tinguen clar- seria acabar amb el prejuí que l’òpera és un privilegi d’uns pocs que es paga amb diners públics L’òpera, a més d’una necessitat cultural, és un motor econòmic i un atractiu turístic. Aprofite per a comentar que en l’estrena havia gran quantitat d’espectadors estrangers i notable presencia de japonesos. Salutacions.
ResponderEliminarJo no tinc cap interès especial que els polítics ocupen les llotges de Les Arts, però crec que en una inauguració de temporada operística haurien d'haver estat presents els principals responsables polítics autonòmics i municipals, com el van estar en iniciar-se la pretemporada.
EliminarÉs la meua opinió.
Salutacions
Me alegro de leer tu crónica, primero porque siempre es un placer leerte y segundo porque parece que el día 20, que es cuando voy a ver este Macbeth, me espera un gran espectáculo. Muy de acuerdo con tu último párrafo, qué orgullo poder presumir de unos cuerpos estables como los nuestros que siempre rinden a un altísimo nivel. Si además vienen estrellas, como Domingo, perfecto, pero si no, la calidad siempre está asegurada por nuestra orquesta y nuestro coro.
ResponderEliminarEsa es la clave, Titus, orquesta y coro. Y aquí, una vez más, se salen.
EliminarEsperando coincidir con vuecencia.
Estimados, siento discrepar, pero ayer sí que hubo representante político en el estreno de MacBeth, nada menos, que la concejala de Cultura del Ayuntamiento de Valencia, Glòria Tello Company, por lo que la información que se presenta en este blob es errónea. Se vería contratar antes la información.
ResponderEliminarAdjunto fotos en la que se puede ver a la concejala en el centro de la primera imagen. Podréis comprobar su veracidad en la página de Facebook de dicha concejala.
Gracias y saludos,
http://es.tinypic.com/r/6s9jxz/9
http://es.tinypic.com/r/29din1t/9
Gracias por la informacion, Grauer.
EliminarTe aseguro que me alegra enormemente tener que rectificar. Y rectifico. Si estuvo Gloria Tello, eso le honra y le agradezco que haya acudido. Yo no la vi, ni he leído en ninguna crónica que acudiese, pero es obvio que estuvo. Y la verdad es que la concejala Tello suele estar siempre donde debe.
Un abrazo. Disculpas y gracias por la.información.
Además de Gloria Tello y el secretario autonómico de cultura estuvo también el director musical de Culturarts, cargo recien nombrado y poco conocido.
EliminarY es muy sintomático que alguien como Plácido Domingo, que no es precisamente de izquierdas (ha apoyado al PP públicamente y estuvo a punto de ser candidato a alcalde de Madrid)haya declarado que el cambio político en la Generalitat le ha sentado muy bien al Palau de Les Arts.
A ver, Juan. Leonardo Marqués, recién nombrado subdirector de Música es (o ha sido hasta su nombramiento) coordinador técnico del Cor de la Generalitat, con lo cual es normal que estuviera presente.
EliminarPor cerrar mi opinión sobre el tema:
Me parece estupendo que hayan acudido Glòria Tello (concejala de Cultura) y Albert Girona (secretario autonómico de Cultura), pero sigo pensando que la cita merecía que la primera línea política (President, Alcalde, Conseller) hubieran estado presentes.
Pero bueno, no es más que mi particular opinión, que es la misma que cuando gobernaba la derecha.
Ah! Al alcalde Ribó le he visto a menudo en el Palau de la Música cuando aún no lo era, y ahora también ha aparecido en varias ocasiones; la anterior sólo iba cuando además de música había algo que commemorar y se largaba en el descanso; como también hacía y hace la Beneyto: ella se va y Almazán se queda.
EliminarIba a puntualizar cuando el ordenador se ha reiniciado sólo. Quería decir que te doy toda la razón, Puig, Marzal y Ribó debían haber estado.
EliminarEl alcalde Ribó estuvo viendo Macbeth el viernes 11.
EliminarY en cuanto a la ópera en sí, coincido con casi todo lo dicho por Atticus, pero creo que ha elevado demasiado a Domingo; tuvo fallos de todo tipo y en los duos la mezzo se lo comió. Ha sido uno de los mejores, pero ¿no sería mejor dejarlo aquí, o como mucho hacer recitales con piezas ajustadas a sus posibilidades actuales? Ya no puede cantar como tenor, ha perdido, por la edad,los agudos; y no es barítono, le faltan graves; aún tiene una franja media aceptable con notas deliciosas y mucho oficio, muchísimo, pero...públicos y críticos más exigentes, o menos mitómanos, como hace nada en Alemania y con este mismo papel, lo han puesto a caldo. El aria final, recuperada de la primera versión de Verdi, no la cantó, la "dijo", su carácter de despedida de la vida hace que hasta así resultara emocionante, eso es buen hacer, sabiendo como sabe él mismo que su instrumento ya no da para más, es ley de vida.
ResponderEliminarPara mí lo mejor, por este orden fue la orquesta (cuasi perfecta) y su director(magnífico las 2 veces que ha estado aquí),la mezzo Semenchuk (con algún agudo tirante sobre todo en su primera intervención, pero que fue creciéndose conforme avanzaba el drama) y el Cor, que esta vez sí, salvo algún exceso de volumen puntual, supo ajustarse; para mí era preocupante su tendencia al grito en las últimas actuaciones.
El vestuario de época para mí es un acierto, ya estoy cansado de ver soldados nazis en casi todo lo que se hace de Shakespeare en teatro y en ópera; Y que no haya cartón piedra también es de agradecer; se puede montar una escenografía eficaz con poco; eso sí, un punto más de luz se agradecería.
El día 12 tenemos "Silla" de Händel, con Fabio Biondi a la batuta; por lo que he leído ha hecho una magnífica labor de recuperación de esta obra, pero por lo oído en su concierto inaugural de pretemporada (y otras muchas veces en el Palau de la Música con Europa Galante) me temo el aburrimiento, porque él es así.Veremos...
Pues muchas gracias por tu fundamentada opinión.
EliminarBásicamente estoy de acuerdo en cuanto dices de Domingo y creo que siempre será mejor una retirada digna que un final que empañe una carrera ejemplar, pero de él depende valorar sus condiciones y del público o la crítica no engañarle. Yo he dicho lo que honestamente pienso. Su actuación como barítono verdiano no puede ser aprobada, como artista pienso que sí, y sigue habiendo gente a la que esto le compensa. A mí a veces.
Respecto a Biondi, veremos el 12.
Un saludo
Gracias a ti por tu trabajo y tu blog.
EliminarTras salir del estreno espero impaciente tu comentario de "Silla".
ResponderEliminarCreo que hubo de todo: bueno, regular, malo y malísimo; pero ya puntualizaremos con calma.
El 11 nos tocó el turno de Macbeth y estoy muy de acuerdo con vuestros comentarios sabios y acertados.
ResponderEliminarLa puesta en escena no me disgustó del todo después de ver la del el día 6 en Rigoletto en Madrid, que es de verdadera pena. A veces pienso que si Verdi presenciara tanta fealdad y desatino disfrazado de innovación a más de uno lo correría a gorrazos. (Es mi punto de vista)
Atticus, su explicación previa a la opera fantástica ¡Gracias!
Por cierto el Señor Ribó, alcalde de Valencia, estaba en la ópera con su mujer como uno más, sin fotos, sin periodistas, sin coche oficial y al salir dirección parking como todo el mundo. Algo ha cambiado en Valencia para bien.
Gracias a ti Pepa por tu amabilidad.
EliminarYo respetaré a aquel político y/o partido que consiga una financiación razonable para el palau de les arts. Mientras tanto me da igual que vayan al palco o al gallinero, que vengan en carroza o en valenbici...todos son lo mismo.
ResponderEliminarYo creo que no todos son iguales, en absoluto. Aunque en el ámbito cultural valenciano todavia está por ver si hay alguien que haga algo por defender Les Arts como merece.
EliminarHola a todos,
ResponderEliminarAyer 14 estuve en la función de Macbeth. Tengo que decir que, en general, la puesta en escena me gustó. Sobre todo en la escena(s) de las brujas.
Coincido bastante en lo ya comentado por Atticus. También decir que Domingo, que es muy inteligente para disfrazar sus carencias, está en franca decadencia lo que es lógico para su edad aunque haya vuelto a su voz de barítono.
Dirigió pícaramente sus esfuerzos al primer y al cuarto acto. En el segundo y tercero apenas se le oía. La Semenchuk tuvo una buena noche a mi entender y Vinogradov también brilló con sus poderosos medios vocales. En cuanto a los cantantes del centro, pues hubo de todo. Otra cosa es que las voces sean más o menos adecuadas para Verdi.
La orquesta muy bien, la dirección también y el coro, si quitamos ciertos momentos de excesivo volumen, un lujo.
Gracias por dejar tu comentario, Lluis.
EliminarDomingo es un pillo de primera y usa todos los trucos inventados, pero con gran estilo.
Un saludo.
Hola. Estuvimos anoche en la última representación. La verdad es que fue una noche redonda. No hubo nada que desentonara o rechinara. No íbamos a ver Macbeth de Verdi, íbamos a ver a Macbeth de Plácido. O sea, sabemos que no es un barítono pero como tú bien dices esa carencia se suple con creces. Habrá puristas que puedan dejar a un lado a la estrella y se sientan decepcionados por su interpretación, pero creo que para la gran mayoría su actuación fue en su conjunto espectacular.
ResponderEliminarEn lo positivo coincido en todo contigo y por poner nota negativa en algo, la puesta en escena demasiado parca y la propia ópera en sí, que a mí particularmente, quitando algunos pasajes, no me parece que esté a la altura de otras del mismo compositor.
Un saludo.