Ayer se estrenó en el Palau de les Arts una nueva producción de Il Corsaro de Verdi, una obra que no es nada habitual verla representada. Baste decir que su estreno en España se produjo en el Liceu en versión concierto en el año 2004 y no sería escenificada en nuestro país hasta el año 2010 en Bilbao. Fuera de nuestras fronteras tampoco es frecuente su presencia en los teatros de ópera, así que ya sólo por eso la cita con esta poco conocida composición verdiana presenta un indudable interés.
Reconozco que a priori me hacía bastante poca ilusión, sobre todo después de mi anterior experiencia en Les Arts con la inaguantable Il Mondo della luna de Haydn. Pero bueno, el caso es que al final la experiencia no fue tan mala como la del tostón lunero; para empezar su duración es casi una hora inferior a aquella, lo que ayuda mucho, y, sin ser tampoco el recopetín, aquí todo fluye mejor. La obra es todavía un Verdi primerizo, muy deudor del belcantismo, con cánones encorsetados donde el genio del compositor no se plasma aún en toda su intensidad, pero reconozco que cuenta con algunos momentos destacables como pinceladas que apuntan ese particular estilo con el que alcanzará poco después las cimas de la ópera italiana.
En cualquier caso, su mayor lastre, a mi juicio, es un libreto bastante idiota, con unos personajes más planos y estereotipados que Pierre Nodoyuna y Penélope Glamour. Más allá de los valores literarios que sin duda contendrá la obra The Corsair de Byron, en la que se basa la ópera, la adaptación del libreto de Piave y la historia en sí me parecen bastante memas y con buenas dosis de pesadez.
Para la ocasión se ha decidido apostar por una producción propia que se ha coproducido con la Opéra de Monte-Carlo, encargando la dirección escénica a la alemana Nicola Raab, quien ya pasó por Les Arts hace 6 años con la Thaïs de Massenet. Como suele ser habitual en los trabajos de Raab, el atractivo visual de la puesta en escena pretende ser el principal protagonista, dejando un poco más descuidado el apartado dramatúrgico. Ayer la propuesta escénica no me convenció en ninguna de sus facetas y no debí ser el único descontento pues en los saludos finales se escucharon no pocos abucheos.
Raab opta por plantear la historia como una fantasía del propio Lord Byron mientras escribe The Corsair. De ahí que el personaje de Corrado-Byron esté prácticamente todo el tiempo en escena. Esa idea inicial, aunque esté más vista que Verano Azul, no deja de tener cierto interés e incluso llega a funcionar por momentos, aunque son más los pasajes en los que este planteamiento conduce a situaciones absurdas e incomprensibles si no conoces el libreto al dedillo, cosa que no creo que sea habitual en una obra tan poco representada como esta, como esa pelea de Corrado contra nadie mientras a su espalda Seid cae muerto y se levanta reiteradamente; o que Medora en el primer acto ya se chupe el veneno que acabará con su vida en el tercero.
La acción se desarrolla la mayor parte del tiempo en dos planos, el más cercano al espectador sería el de Byron mientras crea su obra y comprueba cómo evoluciona la historia y los personajes; y tras él se desarrolla el drama que surge de su mente, en otra dimensión. Al final, la muerte de Corrado será planteada como el atrapamiento de Byron en ese plano de su propia creación mental. Esta distinción de planos se aprecia bastante bien en el aria de Medora y el posterior dúo, cuando ella parece atrapada tras unos velos de plástico sin que pueda acceder, pese a intentarlo, al “mundo real”. En otros momentos de la representación la distinción de estos mundos paralelos se limitará a plantar a Corrado-Byron mirando la escena. Al final todo se queda en una buena idea que no acaba de funcionar. Lamentable fue, por ejemplo, el resultado del aria de Medora, haciendo cantar a la soprano desde el fondo del escenario y tras los plásticos colgantes, mientras en primera línea el tenor nos obsequiaba con un ruidoso concierto de rotura de papeles muy bonito.
El punto fuerte de la propuesta, que se supone es el visual, tampoco me gustó. Las proyecciones alla Livermore no aportaban nada y la estética del harén de Seid, que supongo pretendía rememorar el orientalismo de la pintura del XIX (Delacroix, Ingres, Fortuny…), se convirtió en un espectáculo viejuno y kitsch hasta empachar. Aquello parecía una función de colegio (de pago) o la tienda de Souvenirs Mohamed del Gran Bazar. Esos turbantes, babuchas, dorados… Para un Rossini bufo le hubieran ido al pelo, pero en un Verdi pretendidamente dramático chirriaban demasiado. Pocas cosas más patéticas y ridículas he visto últimamente que el presunto disfraz de derviche de Corrado del acto segundo. ¿Qué costaba haberse acercado a un Todo a 1€ del barrio y buscar algo menos risible que envolver al protagonista en una alfombra de mercadillo playero y plantarle un minúsculo fez?
Y en la dirección de actores la producción presentada alcanza ya la matrícula de honor del despropósito haciendo dejación absoluta de funciones, con un planteamiento plano donde, a partir de dos o tres ideas, el resto se deja a la buena de Alá. El colmo de la inoperancia se puso de manifiesto con el movimiento del coro. Vaya diferencia entre el exhaustivo trabajo al que tuvo que hacer frente la agrupación en el reciente Peter Grimes, con esta pantomima en la que las únicas indicaciones parecían ser: “coro a escena - coro fuera de escena”, haciéndoles avanzar por unos pasillicos estrechos, cantar desde la trasera y quedarse todos más quietos que el peluquero de Puigdemont.
En definitiva, pienso que nos encontramos ante una fallida propuesta escénica, rancia, fea, que dificulta seguir la ya de por sí absurda historia, que no favorece el apartado musical y que descuida la vertiente dramática.
De la dirección musical se ha encargado Fabio Biondi. Llamó mucho la atención desde el anuncio de la temporada que el director italiano, centrado en otros repertorios, afrontase un Verdi, por mucho que hablemos de un Verdi primitivo. Biondi, siempre dispuesto a buscar autenticidad en las interpretaciones, ha sorprendido esta vez a la platea de Les Arts subiendo el foso casi a la altura del escenario para, según ha afirmado, encontrar una relación fónica entre orquesta y voces que esté más cercana a lo que podía encontrarse el espectador del siglo XIX. Además de subir el foso, Biondi ha variado la disposición de los atriles, ubicando en el centro a chelos y contrabajos, a la derecha madera, metales y percusión, y a la izquierda violines, violas y arpa. Cuando vi la original elevación del foso pensé que podría haber voces damnificadas, pero claro, no contaba con el hipogrito huracanado de Fabiano y Dyka. Quizás lo que ocurrió fue lo contrario, que se enteró Biondi de que cantaban estos dos vozarrones y subió la orquesta para que pudiéramos escucharla.
Al final, pese a las dudosas previsiones, me gustó bastante el resultado orquestal obtenido por Biondi. Está claro que la obra no es precisamente el colmo del refinamiento y la complejidad, pero dirigió con brío y buen pulso, remarcando con sensibilidad los instantes más líricos y consiguiendo un equilibrio muy notable. Enorme delicadeza mostró, por ejemplo, en el acompañamiento en pizzicato a la muerte de Medora. Trabajó con gusto las dinámicas y logró que la puntual mala disposición escénica de los cantantes no afectase al conjunto. Contó además con otra noche especialmente inspirada de los músicos de la Orquestra de la Comunitat Valenciana que supieron dejar detalles de su valía, como el clarinete de Tamás Massànyi en la obertura, el arpa en el aria de Medora, las flautas en el aria de Gulnara, el oboe de Christopher Bouwman en la entrada de Medora del tercer acto o el increíble sonido de los chelos, comandados esta vez por Arne Neckelmann, en la introducción orquestal a la segunda escena del acto tercero, a mi juicio, junto al Eccomi prigioniero! subsiguiente, el momento más bello, con diferencia, de esta ópera.
Volvieron a brillar sin reparos los miembros del Cor de la Generalitat pese a las majaderías escénicas que ya he comentado, a su breve participación en la obra y a pillarles este Corsaro en pleno proceso de reivindicaciones y protestas por la inaceptable precariedad laboral a las que les tiene sometida la administración autonómica desde hace años. Fantásticos los chicos en el coro de corsarios inicial y muy bien las chicas tanto en el coro de odaliscas, como en la escena final, en esa especie de coro de Morticias en el que les convirtió la regia.
Uno de los mayores reclamos de esta producción era la presencia como Corrado del tenor norteamericano Michael Fabiano, un cantante con presencia en los principales teatros de ópera desde sus inicios y que saltó especialmente a la fama tras ganar el premio Richard Tucker de 2014. Yo le he visto en algunas ocasiones en retransmisiones desde el MET y nunca me había acabado de convencer del todo. Ayer en directo me gustó más. Lo primero que llama la atención es el impresionante volumen que derrocha y su facilidad de emisión, con una bonita voz de tenor lírico que luce especialmente en el centro, cálida, clara, limpia y mostrando una valentía a prueba de bomba, afrontando el riesgo sin importarle las consecuencias, cosa que se agradece. Quizás flaquea un poco en la zona más aguda, así como con alguna puntual desafinación; pero el resultado general de Fabiano fue muy notable y conquistó sin reservas al público valenciano. A mí también, pero no fue quién más me gustó.
La gran sorpresa de la noche para mí fue la Medora de la impronunciable soprano Kristina Mkhitaryan. Belleza vocal y cautivadora presencia física caracterizaron una actuación impecable en un papel que, pese a su corta participación, bordó. Su timbre de sonoridades claramente eslavas, la riqueza expresiva y la sensibilidad mostrada tanto en su aria como, especialmente, en toda la última escena, me llegaron a recordar, perdóneseme la herejía, a la joven Netrebko. Me gustaría volver a ver a la joven cantante rusa en un papel de mayor extensión para corroborar mis impresiones.
A Oksana Dyka ya la conocemos bien en Valencia después de pasar por Les Arts como Butterfly y Tosca en 2009 y 2010. Vozarrón desaforado y temperamento siguen caracterizando a la soprano ucraniana a la que, sin embargo, he encontrado con un cierto desgaste que no sé si será consecuencia de haber estado frecuentando papeles de mayor peso de lo que su voz lírica aconsejaba. El recital de chillidos que nos ofreció ayer la Dyka fue digno de un Marathon Matrimoniadas. El poderoso agudo que posee queda muy deslucido con esta tendencia al grito y un timbre cada vez más hiriente, así como con el feo empleo de portamentos, como hizo ayer en su aria. Algo más moderada estuvo en la segunda parte, donde incluso apuntó un par de regulaciones, pero he de confirmar con Les Arts si finalmente sus gritos acabaron con toda la cristalería de la cafetería o quedó alguna copa sana.
El barítono italiano Vito Priante fue el encargado de dar vida al repelente y políticamente incorrecto personaje de Seid que, por si fuese poco, ayer fue obligado a vestir de mamarracho salido de una filà de moros de 8ª regional. Cumplió bien su cometido, aunque su escueto volumen e inconsistente emisión, con tendencia a cantar padentro, deslucía un papel que debe imponer un poco más de autoridad y que devino inaudible en gran parte de los concertantes. Además, vocalmente al lado de Dyka era como Mini yo con Pau Gasol. Se hacía muy difícil de creer que aquella tremenda odalisca de grito suelto estaba sojuzgada por este Pachá.
Bien el Giovanni de Evgeny Stavinsky y dignas de mención las breves intervenciones de los miembros del Cor de la Generalitat Ignacio Giner, Antonio Gómez y un estupendo Jesús Rita. Es de agradecer que para estos pequeños papeles se utilicen las buenas voces que tenemos en nuestro coro, en lugar de acudir, como se ha hecho tantas veces, a ignotos cantantes, generalmente italianos, fruto de paquetes (con perdón) 2 x 1 de agentes listillos.
La sala principal de Les Arts presentaba ayer un aspecto más que bueno, de lo cual me alegro, aunque internamente me siga entristeciendo que el nombre de Verdi, aunque sea en una operita como esta, venda más que una joya como Peter Grimes. En el casi lleno de ayer también influyó que el resto de funciones se van a desarrollar en plenas semanas Santa y de Pascua y algunos abonados optaron por cambiar su entrada al estreno. Se aplaudieron prácticamente todos los chimpún con bravos, bravi, brave y fervor de fan, aunque, curiosamente, al llegar el descanso los aplausos no pasaron de una tibieza que rozó la frialdad. Al finalizar la función hubo algo más de entusiasmo, especialmente con el tenor; y, como ya he comentado, se escucharon sonoros abucheos a la dirección de escena.
Se ha anunciado oficialmente que la función del próximo día 8 será retransmitida en streaming a través de www.OperaVision.eu con la colaboración de la Agencia Valenciana de Turismo y el canal Mezzo. Yo, en cualquier caso, como siempre, os animo a acudir en directo y a disfrutar de las cosas buenas que también tiene esta ópera, con dos voces muy notables y algunos momentos musicales destacables. Además es una oportunidad de conocer una obra muy inusual y, total, si no os gusta, al fin y al cabo estamos en semana de Pasión.
Una crónica estupenda, enhorabuena. Coincido con la mayoría, la verdad. Medora me pareció perfecta, y un pianissimo suyo al principio de la última escena me dejó sin palabras.
ResponderEliminarOksana Dyka estuvo mucho mejor en la segunda parte. No entiendo mucho de música pero había escuchado el aria de Gulanara y, me pareció que arrasó (en el mal sentido) con ella. Priante me gustó mucho, la verdad. Quizá le faltaba como dices, un poco de volumen para imponer un poco más, pero me encantó durante toda la función, sobretodo en su segunda aria.
La idea Nicola Raab me pareció muy interesante. Y creo que funciona muy bien tanto para el inicio y el final, como en la escena en la que Gulanara libera a Corrado. El problema (más allá de la dirección y el segundo acto entero) creo que es demasiado compleja como para asimilarla en una sola función al mismo tiempo que tratas de seguir una historia nueva para la mayoría. A pesar de que explicaba el programa un poco la idea, muchísima gente ni lo leyó, y creo que parte del abucheo se debió a que el público no seguía la trama. El asesinato del Seid personalmente me gustó, pero mucha gente ni lo entendió.
En fin, creo que el resultado es muy positivo y ojalá que ponemos volver a disfrutar de Fabiano y Mkhitaryan de nuevo en el Palau.
Más allá de las particulares impresiones de cada uno respecto a la puesta en escena, pienso que no sólo es un posible problema de comprensión de la idea que pretendía transmitir Raab. Hay elementos negativos (la estética, la nula dirección de actores y de movimiento escénico) que pienso que no son fallos de concepto.
EliminarGracias por tu comentario y por dejarnos tu opinión.
Gràcies per una crònica tan encerada i completa. Ja no cal dir res més. Fas molt bé de recomanar l'assistència perquè, a pesar que la direcció escènica i l'escenografia són fallides, l'espectacle musical és francament bo. Si haguren sigut simplement correctes, Il corsaro seria una magnífica continuació de la temporada després de Peter Grimes. Però, mala sort, els creadors s'han entestat en fer una versió en què t'obliguen a fer un doctorat sobre Byron per entendre l'acció i que et dificulta l'audició i visió de cantants i cor. Algú em pot explicar quan salva el corsari a l'esclava del foc i com s'escapen, quantes vegades mor el turc i si el xic mor al final o no. L'he vista dos voltes i encara no ho tinc clar.
ResponderEliminarDoncs sí. La direcció escènica, amb molt bones intencions, acaba sent fallida; però lo principal és lo musical i el nivell és bastant bo. Potser el millor siga prescindir d'intentar comprendre els invents escènics i centrar-se en la música
EliminarComentari a banda: veig que encara estàs emprenyat amb Il mondo della luna. Vull defendre'l perquè la impressió que vaig traure dels comentaris que sentia a la gent era que ho havìen passat bé. Em paregué el contrari del Corsaro, que una direccioó escènica molt estudiada i un bon treball musical feren molt agradable l'obra, a pesar de la, en fases, anodina música i les dificultats de fer riure amb un llibret del XVIII, per molt que siga de Goldoni. Jo cada vegada disfrute més de les produccions del Centre de Perfeccionament. Veure coses poc habituals o insòlites pel triple d'una entrada de cine és un privilegi. Més Mondos! Una abraçada, Atticus.
ResponderEliminarIl mondo m'ha marcat, sí... Reconec que és una qüestió personal i que la majoria de la gent va eixir contenta, encara que gràcies fonamentalment a l'estupend treball de Sagi.
EliminarUna abraçada
Fui ayer a Il Corsaro; después de haber visto una producción de 2012 en Busseto y de haber leído algunas críticas que no animaban a ello precisamente.
ResponderEliminarLa de Atticus, como tantas veces, es por momentos desternillante, y creo que acertada.
Musicalmente pienso que hay mucho Verdi es esta obra; ya había escrito 12 óperas previamente; la vuelta al belcantismo que se escucha en muchos pasajes debe tener alguna explicación que se me escapa; voy a re-ver la serie "La vida de Verdi" a ver si hay alguna pista.
El libreto...otro tostón infumable hoy en día, como tantos de tantas óperas de tantos compositores. Desde luego el poema original de Byron es infinitamente superior.
Dado que por tema esta ópera se presenta, lo poco que se representa, como "una de piratas", con sus mástiles, cabos mil, espadachines y odaliscas después, creo que la idea inicial de la puesta en escena es brillante, intenta darle a la historia la enjundia que le quita el libreto, siguiendo la idea generalizada de que es un poema autobiográfico. Y sí, necesita que el público se haya leído el comentario del programa para no ir totalmente perdido (comentarios oídos en el intermedio daban risa por absurdos)
Sin embargo el desarrollo no cuadra por falta de dinamismo y fuerza dramática; hay ideas sueltas, pero no de conjunto, no aparece el romanticismo por ningún lado, las proyecciones orientalistas no aportan nada; la escenografía cuadriculada no funciona, aunque a mí sí me gustó cómo se resuelve el primer acto y el último cuadro, con ese punto onírico de los velados en azul y la difuminación de la realidad con la ficción, Byron escribiendo o delirando (es lo que tiene el opio)
Vocalmente creo que merece la pena sólo por escuchar a Fabiano y a Kristina Mkhitaryan, soberbios ambos: la potente y preciosa voz de Fabiano, perfectamente regulada; la delicadísima interpretación de Mkhitaryan, no exenta de fuerza dramática.
De Oksana Dyka, como Gulnara, no se puede decir casi nada bueno; salvo unas frases en el último cuadro que moduló y "cantó", su timbre chillón resulta desagradable. No consigo comprender cómo se le aplaudió en varias arias y en los saludos, aunque cierto es que menos que a Corrado y a Medora; yo llegué a taparme las orejas en 2 o 3 ocasiones para que no me perforara los tímpanos (literal)
El Coro y la Orquesta estuvieron magníficos, como casi siempre; en varias ocasiones me enderecé en mi asiento para ver a Neckelmann sacando magia de su chelo.
La dirección de Biondi me pareció bastante acertada, una sorpresa dado lo que suele aburrirme el pobre como director, sea con su Europa Galante o con cualquier otro conjunto (dejo fuera su última dirección e interpretación de los Brandenburg del mes pasado)
Para concluir puedo decir que no me arrepentí de haber salido del sofá ayer por la tarde, incluso que salí del teatro mejor de lo que me esperaba.
Coincido contigo en que la idea de la puesta en escena es bastante buena, el problema es que se queda en eso, en una idea que no se desarrolla adecuadamente y acaba siendo un desastre. Ahora bien, prefiero mil veces estos trabajos fallidos con ideas, con fondo, con planteamiento; que las tomaduras de pelo como las que nos brindó el señor Saura con aquella horrenda Carmen.
EliminarGracias por tu interesante comentario.
Això que dieu Juan i Atticus no té rèplica possible, i ho compartisc. Però mai hem de perdre de vista que l'òpera és teatre, musical, però teatre. Si no, faríem les òperes en concert i ja aniria bé. Un director d'escena no pot exigir a la gent que llija una explicació abans de veure l'obra. Això ja és una prova del fracàs. En l'assaig general no hi ha programa. Segur que molta gent no entengué el plantejament. Seré tonto, però des del segon pis, lluny, no vaig caure que era Byron fins que no encengué els papers i es cremà l'harem. La controvèrsia és benvinguda.
EliminarEl montaje y la escenografía parecieron un despropósito, pero lo de Corrado haciendo ruidos mientras la preciosa aria de Medora bate todo lo imaginable
EliminarEuardo
Los ruiditos de Corrado demuestran el poco respeto a la música y al espectador de una puesta en escena que sólo parece que busque lucirse.
EliminarPor supuesto que la ópera es teatro y que una mala dirección artística te destroza una representación. Y claro que esta propuesta escénica es un error, por fea y por ir dirigida a "iniciados" precisamente en una ópera que casi nadie conoce.
Ahora bien, dicho eso, creo que la idea como tal es interesante si la hubiera sabido plasmar y desarrollar sin necesidad de hacer un máster en Byron.
Yo sólo espero que llegue el Fausto de Berlioz y ver qué da de sí Celso Albelo.Por cierto,sé que es mucho pedir pero en Covent Garden hace ya tiempo que publicitan la próxima temporada.Llamadme lo que queráis pero si en vez de tanto Plácido Domingo siguiera el maestro Mehta...nunca perdonaré a Català:aunque no sea la única a la que reprochar una gestión desastrosa nadie le quitará el mérito de ser la primera en no ver más allá de sus narices y pensar que era el maestro el que tenía que ir detrás de ella(presuntuosa sin bagaje cultural ni intención de tenerlo)
ResponderEliminarY comparo Valencia con Londres porque hubo una época en que la mirada de los teatros europeos proyectaba su atención en Valencia por lo que se supone que se estaba gestando ...
Catalá hizo un daño enorme e irreparable a este teatro, que va mucho más allá del affaire Mehta. Su necio orgullo y su incompetencia absoluta marcaron un rumbo desnortado que, lamentablemente, sus sucesores tampoco parecen saber enderezar.
EliminarY no, no pides mucho. En cualquier teatro serio ya tienen la temporada anunciada. Aquí ni siquiera dan noticia alguna del Paella Got Talent ese que quieren montar para la elección de director artístico.
Una pena
hoy la he visto en operavision.eu, donde está disponible fins a l'octubre. Gracias por la hermeneútica escenográfica porque no había pillado ni papa, me parecia algo así por el arte por el arte i res mes, no sabía a que venía tant de tinta i paper... desgradablemente sorprendia al oir la voz de la oksana dyka, crinadera y con pito... el Priante en la versión grabada se oye bien evidentemente. Saludos. A ver si Joaquím ens posa concurset aquest estiu!!! Pepa MG
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