Arthur Edward Drummond Bliss fue un compositor inglés nacido en Londres en 1891. Estudió en la Universidad de Cambridge y culminó su preparación musical en el londinense Royal College of Music, entablando contacto con músicos de la talla de Vaughan Williams o Gustav Holst. Poco después sirvió como oficial de infantería en la Primera Guerra Mundial, contándose que marchó a las trincheras llevándose su gramófono y sus partituras debajo del brazo. Lo que no dicen es dónde acabó su equipaje musical cuando le vieran aparecer de semejante guisa sus superiores.
Finalizada la guerra se dedica de lleno a la composición, mostrando un interés inusitado por todo lo que oliese a modernidad. Sus obras de este periodo se caracterizan por su frescura e innovación, como “Rhapsody” una pieza para soprano, tenor, flauta, corno inglés, cuarteto de cuerda y contrabajo, donde la voz no tiene texto, sino que vocaliza una sola sílaba, o “Rout”, una partitura para soprano y orquesta de cámara cuyo texto también consiste en vocalizaciones y sílabas sin sentido. La influencia de compositores del otro lado del Canal como Ravel, Stravinsky o Milhaud se hace presente en la obra de Bliss que supone una clara ruptura con la tradición musical de las islas británicas hasta entonces.
En 1922 estrena, con dirección de Edward Elgar, una de sus obras más famosas y singulares, “A Colour Symphony”, su primera gran composición orquestal, donde intenta describir musicalmente los diferentes colores, correspondiendo cada movimiento a uno de ellos (Púrpura, Rojo, Azul y Verde). Parece que la inspiración la obtuvo a partir de un libro de heráldica en el que se detallaban los conceptos simbólicos asociados a cada color. Aquí podemos escuchar la particular lectura musical que del color púrpura hace Bliss en el primer movimiento de la Sinfonía. La interpretación corre a cargo de la Royal Philharmonic Orchestra dirigida por Sir Charles Groves:
video de bartje11
En 1928 Bliss dedica su “Pastoral: Lie Strawn the White Flocks” a Elgar, un compositor por el que mostraba una nada oculta admiración, pudiendo apreciarse a partir de ese momento una evolución en su música que va abandonando los terrenos más experimentales y atrevidos de sus primeros trabajos para orientarse hacia construcciones más conservadoras de claras influencias románticas. En esta fase se encuadraría por ejemplo su “Música para Cuerda”, interpretada por vez primera en el Festival de Salzburgo en 1935, y algunas composiciones para ballet como “Checkmate”, del que podemos ver seguidamente el fragmento del duelo entre la reina negra y el caballero rojo:
video de vaimusic
En 1934, el productor británico de origen húngaro Alexander Korda se puso en contacto con Bliss para encomendarle la creación de una banda sonora para la película “Things to come” (La Vida Futura), que iba a ser dirigida por William Cameron Menzies con guión de H.G. Wells. En ella se avanza la visión de lo que podría ser la evolución del mundo, desde el entonces futuro 1940, durante los siguientes cien años. Algunos aspectos narrados en el film se quedaron en mera ciencia ficción, pero otros, como el anticipo de lo que luego sería la Segunda Guerra Mundial y el sufrimiento para la población, resultaron casi proféticos. Con el paso del tiempo y la proliferación posterior de películas del género, “Things to come” ha quedado relegada a una inocente fantasía utópica de Wells, aunque sus indudables valores la han convertido en un film de culto para cinéfilos.
Pero además de los méritos estrictamente cinematográficos que pueda tener la película, la banda sonora compuesta por Arthur Bliss tiene una relevancia que debe ser destacada. Con el advenimiento del cine sonoro, los diálogos y las canciones adquirieron un enorme protagonismo en detrimento de la banda sonora, que solía estar compuesta por música reciclada de otras películas o por fragmentos de música clásica. En Estados Unidos, Max Steiner, con su trabajo para “King Kong” (1933), dará un nuevo y decisivo giro en este campo, creando una partitura original adaptada a la acción, que acompaña la misma y evoluciona con ésta, remarcando y potenciando las sensaciones que transmiten las imágenes.
En el cine europeo será Bliss, con “Things to come”, quien poco después hará lo mismo, con una partitura llena de fuerza que se fue construyendo al mismo tiempo que se iba escribiendo el guión y que se adaptaba a las imágenes en función del montaje final, consiguiendo una innovadora y perfecta conjunción entre lo narrado y la música de fondo. La originalidad del trabajo de Bliss se pone de manifiesto ya en los títulos de crédito iniciales donde se deja constancia de que la música ha sido compuesta específicamente para la película por Arthur Bliss.
A continuación podemos escuchar una selección de los temas de la banda sonora de "Things to come" interpretados por la National Philharmonic Orchestra dirigida por el genial Bernard Herrmann:
video de collectionCB
Otra de las películas en las que colaboró Bliss fue “César y Cleopatra” (1945), dirigida por Gabriel Pascal sobre la obra homónima de George Bernard Shaw, una obra entrañable por la que siento un gran cariño y que no me resisto a visionar de vez en cuando, que cuenta con un reparto encabezado por Claude Rains (César), Vivian Leigh (Cleopatra) y Stewart Granger (Apolodoro) y en la que un jovencísimo Roger Moore, con apenas 17 años, intervenía fugazmente como soldado romano. Bliss acabó abandonando el proyecto y la banda sonora de la película fue finalmente compuesta por el francés Georges Auric, autor de algunas bandas sonoras memorables, como la de la película dirigida por John Huston “Moulin Rouge” (1952).
Aunque cuando dio comienzo la Segunda Guerra Mundial Bliss se encontraba en los Estados Unidos, en 1941, con la contienda en pleno apogeo, retornó a Londres, donde fue nombrado director musical de la BBC. Allí incluyó la idea de emisiones temáticas, y creó algunos programas de gran éxito como “Music in our Time” o “This week’s Composer”.
En 1950 fue nombrado Sir y poco después Master of the Queen’s Music, componiendo numerosas obras para acontecimientos relacionados con la Casa Real, como la música de la investidura de Carlos de Inglaterra como Príncipe de Gales en 1969.
Sir Arthur Bliss falleció en Londres en 1975 y hoy está reconocido como uno de los más prolíficos y polifacéticos compositores británicos del siglo XX.
Finalizada la guerra se dedica de lleno a la composición, mostrando un interés inusitado por todo lo que oliese a modernidad. Sus obras de este periodo se caracterizan por su frescura e innovación, como “Rhapsody” una pieza para soprano, tenor, flauta, corno inglés, cuarteto de cuerda y contrabajo, donde la voz no tiene texto, sino que vocaliza una sola sílaba, o “Rout”, una partitura para soprano y orquesta de cámara cuyo texto también consiste en vocalizaciones y sílabas sin sentido. La influencia de compositores del otro lado del Canal como Ravel, Stravinsky o Milhaud se hace presente en la obra de Bliss que supone una clara ruptura con la tradición musical de las islas británicas hasta entonces.
En 1922 estrena, con dirección de Edward Elgar, una de sus obras más famosas y singulares, “A Colour Symphony”, su primera gran composición orquestal, donde intenta describir musicalmente los diferentes colores, correspondiendo cada movimiento a uno de ellos (Púrpura, Rojo, Azul y Verde). Parece que la inspiración la obtuvo a partir de un libro de heráldica en el que se detallaban los conceptos simbólicos asociados a cada color. Aquí podemos escuchar la particular lectura musical que del color púrpura hace Bliss en el primer movimiento de la Sinfonía. La interpretación corre a cargo de la Royal Philharmonic Orchestra dirigida por Sir Charles Groves:
video de bartje11
En 1928 Bliss dedica su “Pastoral: Lie Strawn the White Flocks” a Elgar, un compositor por el que mostraba una nada oculta admiración, pudiendo apreciarse a partir de ese momento una evolución en su música que va abandonando los terrenos más experimentales y atrevidos de sus primeros trabajos para orientarse hacia construcciones más conservadoras de claras influencias románticas. En esta fase se encuadraría por ejemplo su “Música para Cuerda”, interpretada por vez primera en el Festival de Salzburgo en 1935, y algunas composiciones para ballet como “Checkmate”, del que podemos ver seguidamente el fragmento del duelo entre la reina negra y el caballero rojo:
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En 1934, el productor británico de origen húngaro Alexander Korda se puso en contacto con Bliss para encomendarle la creación de una banda sonora para la película “Things to come” (La Vida Futura), que iba a ser dirigida por William Cameron Menzies con guión de H.G. Wells. En ella se avanza la visión de lo que podría ser la evolución del mundo, desde el entonces futuro 1940, durante los siguientes cien años. Algunos aspectos narrados en el film se quedaron en mera ciencia ficción, pero otros, como el anticipo de lo que luego sería la Segunda Guerra Mundial y el sufrimiento para la población, resultaron casi proféticos. Con el paso del tiempo y la proliferación posterior de películas del género, “Things to come” ha quedado relegada a una inocente fantasía utópica de Wells, aunque sus indudables valores la han convertido en un film de culto para cinéfilos.
Pero además de los méritos estrictamente cinematográficos que pueda tener la película, la banda sonora compuesta por Arthur Bliss tiene una relevancia que debe ser destacada. Con el advenimiento del cine sonoro, los diálogos y las canciones adquirieron un enorme protagonismo en detrimento de la banda sonora, que solía estar compuesta por música reciclada de otras películas o por fragmentos de música clásica. En Estados Unidos, Max Steiner, con su trabajo para “King Kong” (1933), dará un nuevo y decisivo giro en este campo, creando una partitura original adaptada a la acción, que acompaña la misma y evoluciona con ésta, remarcando y potenciando las sensaciones que transmiten las imágenes.
En el cine europeo será Bliss, con “Things to come”, quien poco después hará lo mismo, con una partitura llena de fuerza que se fue construyendo al mismo tiempo que se iba escribiendo el guión y que se adaptaba a las imágenes en función del montaje final, consiguiendo una innovadora y perfecta conjunción entre lo narrado y la música de fondo. La originalidad del trabajo de Bliss se pone de manifiesto ya en los títulos de crédito iniciales donde se deja constancia de que la música ha sido compuesta específicamente para la película por Arthur Bliss.
A continuación podemos escuchar una selección de los temas de la banda sonora de "Things to come" interpretados por la National Philharmonic Orchestra dirigida por el genial Bernard Herrmann:
video de collectionCB
Otra de las películas en las que colaboró Bliss fue “César y Cleopatra” (1945), dirigida por Gabriel Pascal sobre la obra homónima de George Bernard Shaw, una obra entrañable por la que siento un gran cariño y que no me resisto a visionar de vez en cuando, que cuenta con un reparto encabezado por Claude Rains (César), Vivian Leigh (Cleopatra) y Stewart Granger (Apolodoro) y en la que un jovencísimo Roger Moore, con apenas 17 años, intervenía fugazmente como soldado romano. Bliss acabó abandonando el proyecto y la banda sonora de la película fue finalmente compuesta por el francés Georges Auric, autor de algunas bandas sonoras memorables, como la de la película dirigida por John Huston “Moulin Rouge” (1952).
Aunque cuando dio comienzo la Segunda Guerra Mundial Bliss se encontraba en los Estados Unidos, en 1941, con la contienda en pleno apogeo, retornó a Londres, donde fue nombrado director musical de la BBC. Allí incluyó la idea de emisiones temáticas, y creó algunos programas de gran éxito como “Music in our Time” o “This week’s Composer”.
En 1950 fue nombrado Sir y poco después Master of the Queen’s Music, componiendo numerosas obras para acontecimientos relacionados con la Casa Real, como la música de la investidura de Carlos de Inglaterra como Príncipe de Gales en 1969.
Sir Arthur Bliss falleció en Londres en 1975 y hoy está reconocido como uno de los más prolíficos y polifacéticos compositores británicos del siglo XX.
Está bastante bien, aunque echo en falta unos cuantos despertadores.
ResponderEliminarCoincido en que está bien, pero yo echo en falta el ruido de las palomitas del vecino y a Elizabeth Taylor, que no sabía yo que La vida futura fuera tambien de romanos.
ResponderEliminarpues a mi me parece una música excelente y el post, Atticus, tan interesante como siempre. Estoy descubriendo compositores para cine gracias a tí, de música grandilocuente y colorista, acorde a esas películas fabulosas.
ResponderEliminarTitus: Los despertadores se los llevó todos Lou Harrison para hacer no se qué mojiganga y evitar que se durmiera su audiencia.
ResponderEliminarJosé Luis: La Vida Futura no va de romanos, pero es verdad que los hombres del futuro llevan unas pintas entre Locomía y senador romano.
Kalamar: Me alegra saber que a tí también te va gustando descubrir compositores de bandas sonoras. Seguiremos en ello.