lunes, 25 de junio de 2012

"TRISTAN UND ISOLDE" (Richard Wagner) - Palau de les Arts - 23/06/12


El pasado sábado 23 de junio, mientras toda España estaba pendiente de cómo los de La Roja derrotaban al gabacho y se acababan ya para siempre todos los males del país, el Palau de les Arts de Valencia estrenaba la última de las óperas programadas en el V Festival del Mediterrani. En esta ocasión el coliseo valenciano volvía al repertorio wagneriano con la representación de una de las obras maestras del genio de Leipzig, “Tristán e Isolda”. Eso sí, en el infecto Auditorio superior de Les Arts y en versión concierto. Bueno, sería más correcto decir: "versión semi escenificada con atriles, para solistas, coro, orquesta y fuegos de artificio".

Desde este blog vengo denunciando permanentemente que desde la dirección de Les Arts sigan empeñados en programar óperas en un recinto que no reúne unas mínimas condiciones acústicas. Este hecho no nos lo hemos inventado cuatro raritos con una especial sensibilidad en las orejas, sino que todos los músicos o cantantes con los que he tenido ocasión de hablar del tema han coincidido en calificar la acústica del Auditori como pésima e indigna del nivel que pretende tener el teatro.

Desde que el Palau de les Arts inició su actividad, las óperas en versión concierto se han venido representado en el Auditori, pese a disponer de una sala principal de excelente acústica. Con la crisis y los recortes económicos, este tipo de versiones han ido adquiriendo una mayor importancia dentro de la temporada y cada vez son más las ocasiones en que nos vemos obligados a visitar el maldito Auditori.

Últimamente, parece que en Les Arts han adquirido conciencia de que a los aficionados nos gustan poco las óperas en versión concierto y la propia Intendente Helga Schmidt ha anunciado que en las próximas temporadas, pese a la crisis, habrá menos representaciones de este tipo.

Todo esto probablemente sea lo que ha originado que, a última hora, deprisa y corriendo, hayan decidido que, en lugar de ofrecer “Tristán e Isolda” en versión concierto tal y como estaba previsto, se haya ideado una pequeña escenografía, iluminación y movimiento escénico para animar un poco la cosa. Los propósitos de la idea son buenos y el trabajo realizado aceptable, pero los resultados me han parecido lamentables.

Y es que, señora Schmidt, es verdad que nos gustan poco las óperas en versión concierto, pero lo que menos nos gusta de todo es que sigan utilizando el Auditori. Ese es el principal problema. La propuesta presentada el sábado, si hubiera tenido lugar en la sala principal, con cada cosa en su sitio: la orquesta en el foso y los solistas y coro en el escenario, hubiera estado hasta bien, pero lo ocurrido en el Auditori el sábado fue una absoluta vergüenza.

Se ubicó a la orquesta, compuesta para la ocasión por alrededor de un centenar de músicos, ocupando la totalidad del escenario, habilitando la zona superior a éste, destinada habitualmente al coro, para la colocación de una plataforma con barandilla, que asemejaba la proa de un barco, como espacio escénico en el que se desarrollaba la actuación de los cantantes. Esto originó varios problemas.

El primero y principal es que en la mitad baja del Auditori, que es la zona de mejor acústica, al estar las butacas al nivel de una orquesta wagneriana y los cantantes a un nivel superior y detrás de aquélla, costaba oir las voces, que eran tragadas por la orquesta pese a que el maestro Mehta procuraba moderar los volúmenes. Era como escuchar una ópera de Wagner desde el foso orquestal. Por el contrario, en la parte media-alta del recinto, se escuchaban mejor las voces solistas, pero al ser la zona de peor acústica, la conjunción con la orquesta era igual de mala que siempre.

Otro de los problemas es que a los espectadores de las butacas de las primeras filas centrales del Auditori, Zubin Mehta y los músicos les tapaban parcialmente la visión de la zona habilitada para los cantantes.

Otro más, fue que al coro no le quedaba sitio disponible, por lo que cuando tenían que intervenir salían por una puerta lateral a la carrera, haciendo ruido, y se ubicaban apiñados junto a un extremo de la orquesta, volviendo a desaparecer, tras sus intervenciones, corriendo y haciendo más ruido.

Por otro lado, el haber improvisado la versión escenificada a última hora motivó que se mezclasen cantantes que se sabían el papel de memoria, con otros como Jay Hunter Morris (Tristán) y Eike Wilm Schulte (Kurwenal) que, confiados en que se trataba de una versión de concierto, no se lo debían haber aprendido y tenían que recurrir a leer la partitura en el atril. Así que, en el espacio escénico creado para la ocasión, había 3 ó 4 atriles estratégicamente situados que motivaron momentos francamente chocantes, más propios de una película de los Hermanos Marx que de una ópera seria.

Por ejemplo, en el momento en que Kurwenal da muerte a Melot, Eike Wilm Schulte salió disparado desde el atril a coger la espada, simulando que se la clavaba de medio lado a Melot, volviendo de nuevo corriendo a todo correr al atril para continuar cantando con sus gafas de presbicia puestas, con lo que en lugar de un valiente caballero salvando el honor de su señor, parecía un torero cobardica que pinchase al morlaco de mala manera y huyese despavorido al burladero. También, en el dúo de amor del segundo acto, Jay Hunter Morris estaba más pendiente de la partitura que de Isolda, trocándose ese maravilloso momento de pasión desbordada, en lo que asemejaba una pareja hastiada de su relación, tomando la fresca en la puerta de casa, con ella lanzándole incendiarias frases de amor, mientras Tristán leía los deportes en el periódico.

Para que la charlotada fuese completa, avanzado el tercer acto comenzaron a oírse unos extraños sonidos que parecían denotar que el timbalero se hubiera tomado dos copas de más y estuviese aporreando el instrumento cuando no tocaba. Pero, lejos de eso, se trataba de un castillo de fuegos artificiales, intuyo que dedicados al triunfo de La Roja, que cada vez se hacían más audibles, gracias al excelente aislamiento acústico del aborrecible Auditori, y que a punto estuvo de interferir el Liebestod final de Isolda. Un director con menos miramientos que Mehta creo que hubiese arrojado la batuta y se hubiese marchado al bar a tomarse un copazo.


Lo peor de todo es que nada de esto fueron imprevistos irremediables, porque nada hubiera ocurrido si desde un principio se hubiera planificado escenificar la obra y se hubiese representado la misma (en concierto o escenificada) en la sala principal. Pienso que esto ha sido la gota que colma el vaso de la paciencia de cualquier músico o  aficionado respecto al Auditori, y, como soy demasiado ingenuo, confío en que sea el detonante definitivo para que no se vuelva a programar ni una ópera más en ese despreciable recinto.

Me he alargado demasiado con estas reflexiones previas que creo que debía efectuar, así que procuraré ser breve en cuanto al resto.

La propuesta escénica que se ha improvisado, y que por cierto ni siquiera se han dignado publicar en la web de Les Arts, ha corrido a cargo de personal del propio teatro, siendo Alex Aguilera el responsable de la dramaturgia, Antonio Castro de la iluminación y Manuel Zuriaga de la escenografía. Como dije antes, el planteamiento es de circunstancias y muy sencillo, más cercano a una función de taller de ópera que de una representación de primer nivel, pero creo que, dados los condicionantes, su trabajo se debe calificar de positivo, aunque los resultados, por los motivos ya comentados, hayan sido espantosos.

Zubin Mehta llevó a cabo una dirección muy solvente y efectiva, con algunos momentos más conseguidos (a mí me lo pareció el preludio del tercer acto) y otros menos (el dúo de amor del segundo). Estuvo como siempre atentísimo a los cantantes, al tiempo que lograba extraer unos sonidos bellísimos de la orquesta, pero se mostró bastante irregular en el mantenimiento de la tensión, pecando quizás su lectura de falta de hondura en muchos pasajes. No obstante, el resultado de conjunto a mí no me desagradó en absoluto. Bien es verdad que a ello contribuyó decisivamente el óptimo rendimiento de todas las secciones de la fantástica Orquestra de la Comunitat Valenciana, que brilló como suele ser costumbre, pero en esta ocasión con una partitura que es además toda una piedra de toque para calibrar el auténtico nivel de una agrupación orquestal, con destacadas intervenciones solistas del concertino Serguéi Ostrovski, de Itamar Ringel a la viola, Francisco Javier Ros al clarinete bajo, Cristopher Bouwman al oboe, Joan Enric Lluna al clarinete, Guiorgui Anichenko al violonchelo y, por supuesto, de la espléndida actuación del solista de corno inglés, Simon Sommerhalder, al comienzo del acto tercero. Sólo por escuchar esta orquesta valió la pena la charlotada.

El Cor de la Generalitat vio muy lastrada su actuación, vocalmente impecable, por su imposible ubicación escénica y por las características propias de ese recinto, cuyo nombre me asquea volver a repetir, que hacía que los coros internos apenas se escuchasen.

Jennifer Wilson parece haber perdido parte de la brillantez en el agudo que mostrase como Brünnhilde en el Anillo de Les Arts de hace unos años y su Isolda pecó de frialdad y de cierta monotonía, pero, yo no sé explicar por qué, a mí me gusta. Dentro de sus límites, le aprecié una mayor implicación dramática que en otras ocasiones estando bastante mejor en los momentos líricos que en la maldición, y su Liebestod he de confesar que me gustó.

Con el Tristán de Jay Hunter Morris tuve sensaciones encontradas. Le hubiera tirado piedras en el segundo acto y al final acabé aplaudiéndole. El pobre hombre tiene una voz más fea que las chaquetas de Ángela Merkel, con una nasalidad propia del pato Donald y algunos sonidos abiertos y arrastrados horrendos, pero por otra parte se preocupa permanentemente de matizar y ofrecer expresividad, aunque sea con falsetillos, y, sobre todo, se marcó un tercer acto muy meritorio, de gran intensidad dramática, sobreviviendo dignamente a la terrorífica partitura.

Lo mejor de la noche en el terreno vocal vino de la fantástica Brangäne que modeló Ekaterina Gubanova, con unas Advertencias en el segundo acto de auténtico ensueño; y del rey Marke de un sorprendente Liang Li, al que habíamos escuchado como Ferrando en “Il Trovatore” y que superó todas las expectativas, mostrando un fraseo incisivo, poderío vocal y luciendo toda la nobleza y dolor que exige el personaje.

Excelentes también el Kurwenal de Eike Wilm Schulte y el Marinero de Mario Cerdá. Y muy correctos Karl-Michael Ebner como Melot, Jesús Álvarez como Pastor y Josep Miquel Ramón como Timonel.

El público no llegaba a llenar la sala, pero no había una mala entrada para coincidir con partido internacional, apreciándose una gran presencia de espectadores foráneos. Pese a los despropósitos vividos, la grandeza de la música de Wagner, el buen hacer de Mehta y la orquesta y el esfuerzo de los intérpretes, motivaron enormes ovaciones que no decayeron ni en los saludos de los responsables de la escenificación, saliendo el público francamente contento, aunque todos los comentarios girasen en torno a los fuegos artificiales y la indecente acústica e insonorización de esa cosa que llamaron Auditori en lugar de Juan Vicente, que ya dije en una ocasión que hubiera quedado mucho más propio.

Señora Schmidt: Escarmienten de una vez. Esto no tiene justificación alguna. Ya han logrado hacer el ridículo internacional y dudo mucho que el maestro Mehta esté precisamente contento con lo acontecido el sábado. Los aficionados hemos llegado al límite de nuestra indignación. Damos por buena la penitencia sufrida, pero, por el amor de Wagner, no vuelvan a representar ni una ópera más en el Auditori, déjenlo para Julio Iglesias y sus fiscales que llevarán amplificación; pero las óperas (en versión concierto, escenificadas o con charlotada pirotécnica) en la sala principal.

AQUÍ podéis leer la crónica de maac.


video de infopera


19 comentarios:

  1. Nibelungo25/6/12 23:19

    Fantástica crónica!!!
    Profunda e hilarante :-)

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  2. Jajajajajajajajajajajaja
    Te voy a regalar cuando nos veamos un diccionario de epítetos lacerantes cervantinos, porque creo que con el auditori se te van acabando los de la RAE. Al final voy a dar por buena la lumbalgia...
    Gubanova es maravillosa!!! Pero con el pobre Morris te has pasado tres pueblos... lo de las chaquetas de la Merkel es demasiado!!! jajajajajajajaj

    Fantástica crónica, gracias y enhorabuena :)

    Un besito

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  3. illicopresto26/6/12 02:08

    Como son las cosas, los gustos y las percepciones. Por mi parte, tengo que decir que me ha encantado. La única pega, es que por momentos Mehta cubría a los cantantes.
    No me creo absolutamente que se haya improvisado. Llevo más de dos meses sabiendo que harían una versión escenificada en el auditori.
    De allí que no excuso ni al barítono ni al tenor y mucho menos al coro.
    Aún así, tampoco me molestó mucho.
    Lo lamentable, para mi, ha sido la traca del castillo que montaron en el Hemisfèric hacia el final de la ópera.
    Claro, también tengo que decir que si lo hubieran montado en la sala principal, otros "gallos" cantarían.
    Un saludo,
    I.P.

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  4. Coincido totalmente con tu crónica. A pesar de las charlotadas (no has comentado cómo murió Kurvenal: arreglándose la chaqueta e intentando ponerse cómodo) salí contento. Creo que Jennifer Wilson tuvo una actuación muy meritoria, más aún teniendo en cuenta las circunstancias en que tuvo que cantar. No sólo no estaba la orquesta en el foso, es que estaba delante de los cantantes.
    El que no me gustó nada fue el tenor Jay Hunter Morris que no fue capaz de superar esas condiciones, costaba oirle en el tercer acto, y que además tiene un timbre de voz feísimo.
    Me gustaron mucho E. Gubanova y Liang Li. Este último fue el que más emoción me transmitió.

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  5. Por fin una crónica que no pone a Wilson a los pies de los caballos. Aún así, todos coincidís en el desgaste de su voz por los extremos, y esa es una noticia que no me gusta nada, ya que eso es precisamente lo que me más gustaba de ella, su voz, y especialmente sus agudos.

    Menos mal que no pude asistir, con todo lo que estáis contando sobre la dichosa semiescenificación o como se llame, creo que me habría dado algo.

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  6. frankopolo26/6/12 20:16

    A mi parecer, a pesar de todos los pesares que tán bién has explicado (y con gran sentido del humor ¡eso que no decaiga!) fué un Tristán absolutamente recomendable (claro que era el primero en mi vida y no iba a ser muy exigente). En la zona media-alta el sonido era realmente bueno, con una orquesta sensacional "para variar", y los cantantes e incluso el coro, a pesar del trajín que se traían, con un buen rendimiento general, excepto el Jay Morris en el tercer acto que me pareció algo cansado. Lo peor fué lo de la traca, (¡éramos pocos y parió la abuela! que diría alguien) o sea, no tenemos bastante con los problemas internos del "infecto" auditori, como para que encima nos ataquen desde fuera.
    Resumiendo, creo que ha sido un buen final del Festival del Mediterrai y ahora a poner velas a todos los santos que conozcáis para que el año que viene tengamos otra temporada y otro festival y que por lo menos se mantenga el nivel

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  7. Eso, tanto quejarse de algo que estuvo francamente excelente. Ya es cuestión de gustos lo de las voces, la versión del maestro, etc. Pero para mi, les Arts nos ha ofrecido un espectáculo de muy alto nivel. Creo que nos quejamos por nada y no nos damos cuenta realmente lo que tenemos.
    Haber hecho un Tristán e Isolda en versión de concierto con los cantantes abajo sería un suicidio y seguro que más de uno estaría poniendo a Frau Schmidt a parir. He tenida la mala experiencia de oir Le Cid y era pura y llamamente imposible de oir a los cantantes.
    Repito, es una despedida excelente este Tristán e Isolda con la versión escenificada (nunca entenderé eso de "semi-escenificada") en el infame auditori. Que podían haberlo hecho en la sala principal, por supuesto que sí. Pero no lo hicieron.
    Partiendo de esa base, lo que el equipo de escena han hecho, me parece excepcional, contando el limitado espacio que han tenido.
    Como soy un wagneriano reprimido, volveré a repetir el dia 28 para ver si salgo de una vez del armario. Y esta es la ocasión perfecta.
    Grüss!!
    Pablo R. H.

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  8. Yo estoy de acuerdo en CASI todo contigo. Me parecen exagerados y divertidos tus calificativos sobre el Auditori. Yo las veces que he ido no he notado nada exageradamente mal: una vez me tocó en la parte de arriba y es cierto que me llegaba una reverberación por detrás un poco extraña...
    De todas formas tampoco entiendo por qué no hacen estas funciones en la sala principal, no lo entiendo.
    De acuerdo en el lío que se llevaba alguno de los cantantes que no se sabían el papel, las dos muertes últimas fueron patéticas.

    Musicalmente lo único que me chirrió un tanto fue el tenor en el último acto, pero es que señores, Wagner lo escribió para matar literalmente al Tristán que se atreviera a interpretarlo, y en este caso casi lo consiguió.
    A parte de esto, diré que todo lo demás fue de primera. Yo no soy un entendido, soy simplemente un aficionado aunque ya tengo mis criterios y mi gusto. Pero conmigo venía un amigo veterano en estas lides y se maravillaba de que en Valencia pudiéramos disfrutar de este nivelazo, empezando por la orquesta y acabando con Zubin Mehta, o al revés.
    Y es que lo mejor es sumergirse en espectáculo y disfrutar.
    Saludos y enhorabuena por la asociación (por cierto, el link falla, ¿no?)

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  9. Se me ha olvidado comentar que al final con la muerte de Isolda simplemente: lloré.
    Debo ser una de las personas más cursis de este mundo pero no lo puedo evitar. ;-)

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  10. Nibelungo: Gracias. Mañana nos vemos.

    Papagena: Maldita lumbalgia. Se te echará de menos. Creo que te hubiera gustado a pesar de todo. Y, por favor, cuando vengas no te olvides del diccionario.

    illicopresto: Que Mehta tapase a los cantantes no fue culpa suya, sino de la erronea ubicación de los cantantes.
    No entiendo que si habían decidido hace meses hacer la obra escenificada no lo hayan anunciado en la web y sigan sin hacerlo, ninguneando el trabajo de Aguilera and cia.

    César: Morris tiene un timbre horrible, pero el acto tercero que se marcó fue de gran mérito.
    Tienes razón, la muerte de Kurwenal y la de Tristan fueron patéticas.

    Titus: La Wilson a mi me gusta, pero al menos el día del estreno sus agudos fueron menos espectaculares que en el Anillo y me dio la impresión de que se está desgastando. Aun así tuvo momentos muy buenos.

    frankopolo: Que Morris llegase agotado al final de ese tercer acto criminal es normal. Lo raro es que no llegase muerto.
    Ojalá la temporada próxima tuviese el nivel de este Festival.

    Pablo: El espectáculo es de alto nivel, pero eso no quita que considere que debo criticar aquello que pienso que se ha hecho mal y que fácilmente se podía hacer mejor. Y me refiero a la utilización del Auditori y la ubicación de los artistas.
    Yo al menos no hubiese puesto a parir a la Intendente si hubiese colocado a los cantantes debajo, porque creo que es lo que se debía haber hecho.
    Gracias por tu comentario.

    Peritoni: El nivel de este Tristán e Isolda es muy bueno, eso no se pone en duda. Y tienes razón respecto a Morris, sobrevivir a este tercer acto merece mi reconocimiento.
    No creas que eres tan cursi. Yo también he llorado en más de un Liebestod, y en algún preludio del acto III... aunque esta vez no.

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  11. Para nada me creo que la situación de los cantantes fuera errónea. Abajo, frente a la orquesta es muchísimo peor y a Le Cid perpetrado recientemente me refiero. Igual con una orquesta de menor volumen puede que sea mejor, pero con la "mega" orquesta de Tristán, imposible. Si no fuera así, el maestro Mehta no lo hubiera permitido, al fin y al cabo, el que "manda" en una ópera o concierto, musicalmente (y como suena) es su responsabilidad. Al maestro Mehta difícilmente se le pasa algo por alto y nadie, pero absolutamente nadie le mete goles sin su consentimiento.
    Si este Tristán se hizo así, ha sido bajo su beneplácito.
    Respecto al ninguneo de Aguilera e cia., mucho me temo que no es la primera ni la última vez. He tenida la oportunidad de trabajar en un montaje suyo y la señora intendente ni se ha dignado en ir a verlo. Y eso que ha sido un éxito rotundo. El que más en la Sala Martín y Soler, donde no tuvieron que regalar entradas a nadie para llenarla ya que todas las localidades se han agotado antes del estreno.
    Hoy volveré al infame auditorio superior para disfrutar de este tan polémico y criticado Tristán.
    Sin querer hacerle la pelota a nadie, a mi particularmente, me ha encantado y también me ha emocionado muchísimo. Prefiero mil veces la versión presentada aquí que una en concierto. Además de oír mejor a los cantantes he disfrutado mucho con la producción de Aguilera & cia.
    N.B. La orquesta sonó excesivamente fuerte el día del estreno y no es culpa de la ubicación de los cantantes si no de los volúmenes de la orquesta.
    Un saludo respectuoso.
    JMZ.

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  12. Querido Atticus, queridos todos,
    vuelvo ahora de la representación del Tristan en el Palau de les Arts. Quienes hayamos estado hoy podremos discutir muchas de las cosas ya tratadas. Pero lo que más quisiera saber es cómo se llama el trombón que desafinando ha estropeado el acorde Tristan del final de la ópera.

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  13. JMZ: Estoy de acuerdo en que no es fácil meter un gol a Mehta y que la ubicación de los cantantes debía contar con su beneplácito, pero sigo pensando, después de haber vuelto hoy a Tristán, que no es la óptima para esa sala. En la segunda mitad del recinto las voces se oyen bien y la orquesta reverbera, en la mitad baja las voces son tapadas por la orquesta y en las primeras filas los cantantes son tapados visualmente por el director y los músicos. Creo que eso, lo haya aprobado Mehta o no, no es de recibo, sobre todo cuando alguien ha comprado una entrada cara hace meses para estar cerca de las voces (no es mi caso).
    Pero es sólo mi opinión. Si un director como Mehta o un profesional (como intuyo que eres) piensan lo contrario, el equivocado seré yo.
    Tanto el día del estreno como hoy he observado que Mehta ha estado especialmente insistente en ordenar bajar la intensidad del sonido de la orquesta en muchos pasajes, por lo que sigo pensando que no le es achacable el que los cantantes hayan quedado tapados en ocasiones.
    Yo también prefiero una versión como la trabajada por Aguilera que una en concierto e incluso que muchas propuestas escénicas de algunos lumbreras.
    Gracias por tu visita y tu comentario, espero poder contar con tu participación en más ocasiones.

    Mazeppa: Ha habido un par de pifias importantes, una de ellas la que tú comentas, pero desde mi punto de vista, el altísimo nivel de la orquesta esta noche compensa puntuales despistes.

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  14. Todos sabéis una barbaridad y hacéis que no me arrepienta de haber viajado a Valencia.
    Pero, me hago una pregunta, Atticus. ¿Qué T und I te ha gustado más, este último o el que viste en la ROH no hace tantos años?

    Saludos!

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  15. Glòria: Sin ninguna duda, éste. Eso sí, me quedo con la Isolda de Stemme y el Marke de Salminen.
    La producción de Londres fue nauseabunda, de lo peor que he visto. Y Jay Hunter Morris no es mi Tristán de referencia ni mucho menos, pero mejor que Heppner galleando, sí.
    Con la Orquesta ha habida más igualdad. Me pareció excelente la versión de Pappano y muy buena la de Mehta, pese a sus altibajos, pero me quedo con la orquesta de Les Arts.

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  16. Ya sé que no es precisamente un comentario de última hora pero quiero hacerlo ya que estuve en la segunda función y aquel Tristán me impresionó profundamente. Yo estaba en las primeras filas y era verdad que los cantantes salían malparados con la ubicación pero, tal y como comentaste, era como escuchar un Tristán en el foso de la orquesta de Les Arts y la experiencia me gustó, me encantó. Magníficos matices de las cuerdas que nunca había percibido, el color de aquel corno inglés clavado en mi cerebro, . . . a mí sí que me gustan las versiones concierto aunque tampoco me gusta el auditori pero ver a Mehta volar junto a la magnífica orquesta de la que (todavía) disfrutamos fue algo místico.
    De los solistas casi no me acuerdo.
    ;-)

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  17. Ya sé que no es precisamente un comentario de última hora pero quiero hacerlo ya que estuve en la segunda función y aquel Tristán me impresionó profundamente. Yo estaba en las primeras filas y era verdad que los cantantes salían malparados con la ubicación pero, tal y como comentaste, era como escuchar un Tristán en el foso de la orquesta de Les Arts y la experiencia me gustó, me encantó. Magníficos matices de las cuerdas que nunca había percibido, el color de aquel corno inglés clavado en mi cerebro, . . . a mí sí que me gustan las versiones concierto aunque tampoco me gusta el auditori pero ver a Mehta volar junto a la magnífica orquesta de la que (todavía) disfrutamos fue algo místico.
    De los solistas casi no me acuerdo.
    ;-)

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  18. Pues recién llegado de Bayreuth de escuchar a la mejor orquesta y coro wagnerianos del mundo, tengo que decir que me siento muy orgulloso de nuestra orquesta y coro y me reafirmo en su excelente nivel. Espero que podamos seguir disfrutando de su calidad durante muchos años y que la torpeza e inconsciencia de algunos politiquillos cortos de miras no tire a la basura este valor cultural que tenemos.

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  19. Amén.
    Misma sensación después de escuchar orquesta y coro de bayreuth en el Liceo. Vaya pedazo de coro y orquesta que tenemos. ¡¡Que no los tiren por tierra!!

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