El sábado tuvo lugar en el Palau de les Arts el estreno de “La flauta mágica”, de Wolfgang Amadeus Mozart, la última ópera de la temporada oficial del teatro valenciano. Faltará todavía ese ansiado “Otello” en junio, en el Festival del Mediterrani, pero que estemos a primeros de abril hablando ya del final de una temporada que comenzó en noviembre y que se ha compuesto de escasos cinco títulos, es bastante triste y el mejor ejemplo de la complicada situación de pura supervivencia que se vive actualmente en el mundo de la ópera en general y en nuestro Palau de les Arts en particular.
Quedándonos con lo positivo, merecería destacarse que, al menos, la entrada que presentaba el sábado la sala principal de Les Arts era bastante buena, en contraposición con los paisajes desolados de los últimos estrenos. Aunque, por algunos comentarios escuchados y por el seguimiento de la venta de entradas en la web del teatro, me temo que el lozano aspecto de la platea y pisos altos respondiese a un regalo masivo de localidades en los últimos días.
La producción ahora presentada de la última ópera de Mozart, procede del Teatro Regio de Parma y cuenta con la dirección escénica de Stephen Medcalf. Si en el reciente Barbero hablábamos de una escenografía excesiva, casi asfixiante, en esta ocasión hemos pasado al extremo opuesto y en un escenario completamente vacío se desarrolla toda la trama.
Como mobiliario escénico tan sólo se cuenta con seis objetos colocados en la boca del escenario (en dos grupos de tres, claro, para respetar la simbología masónica que atraviesa toda la obra) que permanecen allí durante toda la función, acercándose los cantantes a por ellos cuando forman parte de la acción: la flauta, el carillón, el retrato de Pamina (en realidad un marco), un puñal, una vara y una manzana. En definitiva una absurdez bastante importante. Esa ausencia absoluta de atrezzo es suplida con unos efectistas juegos de luces de Simon Corder y con un conjunto de acróbatas-bailarines que, en inverosímiles posturas, forman la serpiente, las fieras, el árbol, los pájaros, las puertas… y van componiendo los diferentes ambientes y escenarios en los que se desarrolla la trama.
Dada mi congénita aversión a los danzarines y los mimos, cuando empezó la cosa me temí lo peor, aunque reconozco que el trabajo llevado a cabo por los encargados de representar esas mamarrachadas fue impecable, tanto desde el punto de vista gimnástico como coreográfico, y la verdad es que no entorpecían demasiado a los cantantes ni distraían en exceso de lo principal. El resultado fue que, conforme avanzaba el espectáculo, confieso que me fui sintiendo más cómodo con la propuesta planteada, que acabó por merecer mi valoración general positiva pese a sus innegables defectos.
Entre los principales reproches que se pueden hacer al trabajo de Medcalf se encuentra sin duda la entrada en escena de la Reina de la Noche, transmutada en lo que un principio me pareció un pulpo plateado con peinado de Marge Simpson, pero que luego identifiqué como una estrella. Visualmente, junto a los gigantes del segundo acto, creo que fue uno de los momentos más impactantes de la noche, pero obligar a una cantante a tener que afrontar un papel tan exigente vocalmente como este, haciendo equilibrios sobre la riñonada de unos tipos con monos negros que la sujetaban, es un disparate que denota una ignorancia supina de lo que es cantar ópera y muestra un preocupante desprecio hacia los artistas, que, aunque les pese a los registas, son lo fundamental de este espectáculo.
No obstante hay momentos estéticamente bellos y visualmente efectivos, como los ya mencionados o el comienzo del segundo acto mostrando a Sarastro y la Reina de la Noche como dos caras de una misma realidad, pero si no te conoces de memoria el libreto, esa ausencia absoluta de elementos escenográficos pueden despistarte un poco, como le pasaba a un jovenzuelo, no lo suficientemente alejado de mi asiento como para que no me molestase, que no dejaba de pedir explicaciones sobre lo que ocurría a su desesperada madre.
Como ya he dicho antes, pese a todo, acabé con buenas sensaciones, e igualmente debió ocurrirle a la mayor parte del público que premió con unánimes aplausos a los responsables de la dirección escénica. Yo opté por guardar silencio.
Ignoro quién será el culpable, pero, aunque me quede solo en esta cruzada, vuelvo a manifestar mi indignación y vergüenza ajena ante esos guiños graciosillos, populacheros y propios de espectáculos de variedades a lo Juanito Navarro, como introducir palabras en valenciano (Adeu, Visca) o que Papageno se ponga a silbar “El Gato Montés”.
En el foso, al frente de la Orquestra de la Comunitat Valenciana, se situaba el italiano Ottavio Dantone, quien considero que llevó a cabo una muy buena y sutil labor de batuta. Se evidenció un equilibrio fantástico entre secciones, con una articulación orquestal en la que funcionaba el conjunto como un engranaje perfecto en el que todo estaba en su sitio y en la medida justa, y donde cada detalle de la partitura era destacado con minuciosidad y sorprendente relevancia. Eso no quita para que se hiciesen presentes algunos desajustes con la escena, propios de todo estreno, que fueron más notorios en las intervenciones de la Reina de la Noche.
El propio Dantone se encargó de hacer sonar el carillón de Papageno, ejecutando él mismo el Glockenspiel “amablemente cedido” por el Palau de la Música (según se indicaba en el programa de mano). No sé yo cuán amable habrá sido la cosa tal y como están las relaciones.
Entre los músicos de la orquesta, como no podía ser de otra forma tratándose de esta obra, destacó el protagonismo de la flauta de Álvaro Octavio, magistral como de costumbre.
Excelente también, una vez más, ese lujo que es el Cor de la Generalitat que, pese a no tener un especial protagonismo en esta ópera, en las ocasiones en las que tuvo que intervenir impresionó por su empaste, claridad, equilibrio y volumen.
En el apartado de los solistas las cosas no fueron tan positivas, aunque se mantuvo un nivel medianamente digno que hizo que el conjunto no se resintiese en exceso. Uno de los principales problemas vino derivado de que una propuesta escénica como esta, de escenario vacío, exige unos cantantes con gran expresividad y buenas dotes de actores. Y aquí hubo importantes carencias.
El Tamino del tenor sueco Daniel Johansson me gustó poco. Comenzó fatal, desafinado, desfiatado a la tercera frase y con una emisión sucia, opaca y muy atrás que afea notablemente un canto que debe ser brillante y luminoso y de tintes heroicos. Aquí la heroicidad sólo estaba en los oyentes. Afortunadamente, se fue entonando un poco conforme avanzaba la representación, mostrando volumen y algunos agudos notables, pero su hieratismo, frialdad y falta absoluta de expresividad, dejaron a un príncipe Tamino que apenas pasó de lacayo.
El barítono austriaco Thomas Tatzl, como Papageno, mejoró un poco en el apartado actoral, estando algo más desenvuelto en escena que Tamino, pero también le daba por pararse para cantar, desluciendo su actuación. En general estuvo correcto, aunque le falta peso y empaque vocal.
También falto de envergadura vocal en los graves se mostró el coreano In-Sung Sim como Sarastro, aunque cumplió dignamente en un rol complicado.
La que más me convenció fue la Pamina de la soprano italiana Grazia Doronzio que, pese a algunas destemplanzas en la zona aguda, hizo un uso inteligentísimo y elegante de las medias voces, exhibiendo un buen legato. Me pareció bellísimo su dúo con Papageno del primer acto, gracias también a Dantone y su sabio manejo de la orquesta.
La Reina de la Noche de la alemana Mandy Fredrich se vio muy perjudicada, como ya he dicho antes, por la imbecilidad escénica de tener cantar su primer aria, en equilibrio, subida a los lomos de dos pseudo fureros. Su timbre es bonito y cantó la primera parte del aria con mucho gusto, pero cuando llegaron las agilidades lo pasó mal, perdiendo a la orquesta y respirando donde no tocaba. En “Der Hölle Rache”, ya con los pies en el suelo, mejoró un poco la cosa, alcanzando los sobreagudos con precisión, pero la parte de agilidades se le seguía resistiendo y tuvo una calada que combinó con un piano un tanto extraño.
Bastante peor me pareció el Monotastos de Loïc Felix, quien sin embargo se movía por escena con muchísima soltura. No destacó demasiado Helen Kearns, en el breve y agradecido papel de Papagena. Sí me gustaron más Nathan Berg como el Orador, así como Mario Cerdá como Sacerdote.
Bastante bien estuvieron las tres damas, Jinkyung Park, María Kosenkova y Romina Tomasoni. Y excelentes resultaron los Tres Muchachos interpretados por adolescentes solistas del Tölzer Knabenchor. Yo no soy precisamente fan de las voces blancas, pero reconozco que estuvieron increíblemente bien, tanto en lo vocal como en el movimiento escénico. Me pareció un detalle de mal gusto que no figurasen sus nombres en el programa de mano.
Un público bastante frío sobre todo en el primer acto, y en el que volvió a ser notoria la presencia de numerosos niños y jóvenes, acabó ovacionando a todo el elenco con fuerza. Muchas veces he criticado que se comenzara a bajar el telón antes de que finalizase la música, y en las últimas óperas ya no lo hacen, sino que apagan la luz al acabar aquella, con lo que ya no hay que sufrir a los que tienen prisa en iniciar los aplausos. Pero es que el sábado ni siquiera bajaron el telón tras los saludos finales, así que cuando los artistas tuvieron ya bastante, se fueron yendo del escenario a su bola. Espero que no hayan despedido al encargado de bajar el telón por mi culpa…
Quisiera hacer también un llamamiento para que los chicos y chicas acomodadores y cuidadores de puertas hagan menos ruido durante las funciones, pues a veces molestan más ellos con sus pasos y el crujir de sus sillas metálicas, que los tosedores y los señores del caramelito. Igualmente me gustaría que sus jefes les recuerden la regla de que una vez comenzada la función no puede entrar la gente en la sala, porque el sábado, a mitad de obertura, se permitió el paso de dos tardones, con el agravante de que sus sitios habían sido ocupados por otros avispados con peor ubicación y el ruido y desconcierto que se organizó fue importante.
Bueno, pues la temporada se ha acabado. Ahora ya sólo nos resta esperar a “Otello” y que los órganos de gobierno de Les Arts se dignen a anunciar el contenido previsto de la próxima temporada, si es que hay contenido previsto y si es que va a haber próxima temporada. Hace tiempo se dijo que la temporada 2013-2014 se abriría con la reposición del Anillo wagneriano, pero pensar que esa previsión va a cumplirse, parece ahora mismo ciencia ficción. De momento, lo único que se sabe es que el musical “Los Miserables” ocupará la sala principal del 21 de noviembre al 22 de diciembre. Confío en que no sea con eso con lo único que nos quedemos el año próximo. Ah, no, que también está anunciado Raphael…
video de PalaudelesartsRS
video de PalaudelesartsRS
El Tamino de Johansson me hizo temer lo peor, pero la cosa fue mejorando por su parte y con la Pamina de Doronzio. La verdad es que después del fiasco del Barbero, esto fue un poco de aire fresco, sin llegar a vendaval, gracias a la dirección de Dantone y a la puesta en escena que me resulto sugerente. Tus comentarios marginales no tienen desperdicio.
ResponderEliminarCuando Johansson empezó a cantar, no se sabía si era Tamino o la serpiente que se había comido a Tamino... Afortunadamente luego mejoró y es verdad que la impresión de conjunto fue buena, sobre todo gracias a un Dantone muy inspirado.
EliminarNada que ver con el soporífero Barbero.
Un saludo
Nosotros no tenemos esta ópera en el abono, y desgraciadamente no tenemos pensado ir. Así pues nos queda un concierto y el Otello ya en verano. Qué temporada más corta.....(¡y da gracias!)
ResponderEliminarMe parece muy interesante tu entrada, me dan ganas de romper la hucha, y como siempre muy bien contado todo...como si hubiera estado... ;-)
La temporada ha pasado volando, una lástima. Pero como dices tú: y gracias.
EliminarSi rompes la hucha y te animas ya me cuentas.
un abrazo
Gracias por tu reseña. Y por supuesto que no estás solo en lo de los guiños populacheros. Particularmente me repugnan los guiños "valensianets" que ya parecen inevitables: si ya me asco que las autoridades valencianas sean tan farsantes con el tema lengua valenciana, que además ensucien con ello la ópera me resulta vomitivo.
ResponderEliminarLos guiños populacheros sobran, sean valensianets o no. Y aunque algunos rían estas presuntas gracias no tienen ningún sentido.
EliminarМашенька, поздравляю с добрым словом рецензии на выступление!!!
ResponderEliminarEso mismo pensaba yo
EliminarAyer turno G y bueno ya esta todo dicho ( ese adeu sobraba )
ResponderEliminarno diero un encuesta a los abonados al inicio de la función al parecer para mejorar y saber nuestra opinión
sinceramente no creo que sirva de nada
Saludos
Yo siempre confío en que esas cosas se usen adecuadamente y valgan para algo. Incluso en un lugar tan insensible tradicionalmente a la opinión del espectador como el Palau de les Arts. Siempre hay tiempo para cambiar y hacer las cosas mejor.
EliminarUn abrazo
Hola.
ResponderEliminarPor cierto, el anónimo de más arriba te decía algo así como "felicidades por tus buenas palabras en la revisión de la actuación".
No, no sé ruso pero Google Translator te ayua a tener una idea de otros idiomas. ;-)
Sí, lo había probado, pero creo que las felicitaciones no eran para mí. Posiblemente para una de las damas de la reina, María Kosenkova.
EliminarEn la función de ayer no funcionó el marcador digital simultáneo del libretto. Pitadas al inicio cuando se anunció por megafonía. Ver un singspiel de tres horas sin enterarte de nada fue duro para muchos. Eso unido a que la puesta en escena era un auténtico "coñazo" a no ser que supieras bien la obra no te enterabas de nada (si estabas en el bosque, en el templo...); si alguien pretendía aficionarse a la ópera con esta producción unido al fraude de las pantallas dichas..... después de haber visto 15 operas en Valencia fue la primera vez que ví a gente irse sin ver el final. El Coro y la orquesta fantásticos.
ResponderEliminarSí, ya me habían comentado lo sucedido ayer. Espero que fuese un problema puntual y en las futuras funciones esté solucionado.
EliminarDesde luego la puesta en escena no ayuda precisamente a entender lo que ocurre en el libreto, así que sin subtítulos, si no te sabes la historia al dedillo, acabas perdido.
¿alguien sabe cómo se puede poner una queja a Les Arts por lo de las pantallas de ayer?
ResponderEliminarLo más oportuno sería ir allí y solicitar la hoja de reclamaciones.
EliminarTambién puedes enviarles un correo con la queja, aunque, en este caso, si te contestan imagino que será "a lo Cantinflas" y eludiendo sus responsabilidades.
Yo reclamaría. No te han prestado los servicios que ofrecen.
Yo solicité una hoja de reclamación en el descanso de la función. La rellené y entregué en el guardarropa. Allí me la sellaron y se quedaron con una copia.
EliminarPosteriormente entregué el resto de hojas en el PROP más próximo.
Esta semana he recibido contestación del Palau (supongo que referida a la hoja que ellos se quedaron) pidiendo disculpas, argumentando que no era obligación de ellos, etc. etc. Me ofrecen otra función menor a cambio.
Cuando reciba la contestación oficial de Consumo alegaré en contra de los argumentos que ha esgrimido el Palau.
Yo creo que debemos presentar la reclamación y que lo puedes hacer aunque sea ahora.
Saludos.
Totalmente de acuerdo contigo. Así es como se deben hacer las cosas.
EliminarUn saludo
(I)
ResponderEliminarAyer 23 asistí. Después de la cargante puesta en escena del Barbero nos fuimos justo al lado contrario. Aunque al principio me dejó un poco frío y escamado por los saltimbanquis, tengo que decir que me fue gustando cada vez más. Tenebrista, concisa y figurativa, dejaba el protagonismo a la música.
Los solistas: el Tamino de Johansson hubiera sido ideal si no fuera por el escaso volumen de su emisión. En el trío con Sarastro y Pamina despareció tapado por el coreano que tuvo que apianar ostensiblemente.
Correctas las tres damas, aunque mejor la tercera. Bien el Papageno de Tatzl, pero como a Johansson, se hubiera agradecido más volumen. La reina de la noche de Fredrich tuvo una primera aria que resultó bastante desastrosa. Poco "doliente" en la primera parte, cosa achacable en principio a una voz aguda de coloratura, al llegar al "du, du.." etc donde empezan los fuegos artificiales, la cosa se derrumbó. A pesar del evidente "ritardando" de Dantone para facilitarle las cosas, no hubo agilidad y las coloraturas se quedaron en intenciones. Posiblemente, como comenta Atticus, cantar a caballito no ayude mucho a apoyar las notas. Lo que no entiendo es que siendo ya la cuarta representación continúen sin solventar ese fallo o que la Sra. Fredrich no se haya negado al número de
circo. La Pamina de Doronzio fue de lo mejor de la representación. La escena del segundo acto donde se intenta suicidar y es salvada por los tres genios fue bellísima. Increíbles los tres niños solistas del reputado coro de Bad-Tölz. Afinación, emisión y ¡volumen! que algunos cantantes adultos no conseguían. El Sarastro de Sim no llegó a convencerme. Es un papel de bajos profundos y majestuosos, cosa que no llegó, aunque solventó la papeleta. Discreta la Papagena de Kearns en su corto papel vocal, aunque bien en escena como la vieja. Flojísimo vocalmente el Monostatos de Félix, yo diría que lo peor del reparto. Bien el resto de personajes secundarios.
Con todo la representación mejoró mucho en el segundo acto. La Reina de la Noche demostró
que podía acercarse al papel en su segunda aria, Tamino siguió en su línea, aunque tuvo momentos en que casi convence.
Dantone, como especialista en repertorio antiguo y barroco, rebuscó en el tejido polifónico. Tuvo aciertos aunque, para mí, quizás exageró en los reguladores en algún momento. No hubo desajustes llamativos en la representación. Muy bien orquesta y coro.
Equilibrio de voces y conjunto, pero quizás un poco débil para la envergadura del coliseo. Aunque busquemos la historicidad, no estamos en un teatrito rococó como el del estreno de Don Giovanni en Praga. Particularmente pensaba que estoy perdiendo oído, hasta que la intervención de los niños me quitó un peso de encima.
Y sí, como siempre los toques de mal gusto como el silbar las notas del pasodoble del Gato Montés por Papageno.
El aforo a rebosar. Extraño comportamiento del público. Muy frío, parecía como si no fuera con ellos lo que pasaba en la escena, como si no entendieran nada de nada. Silencio absoluto tras cada número del primer acto. La cosa cambió, aunque no mucho, en el segundo.
(II)
ResponderEliminarEl aria de Tamino, que sigue a la presentación del retrato de Pamina por parte de las tres damas, fue cantada con gusto, legato y expresividad por Johansson, eso sí poco volumen por parte del heldentenorcito, pero uno de sus mejores momentos. Pues nada silencio absoluto e injusto a mi parecer. Bueno, silencio absoluto exceptuando las consabidas toses, los dos o tres carraspeos de un señor que debía estar en algún piso del lateral izquierdo, que fueron de escándalo delictivo, y de una señora de la platea alta que manejaba el abanico con el mismo garbo y ruido que si hubiera estado en un tendido de sol de plaza de las Ventas. Eso por citar sólo algunas cosas. Bochornoso.
En lo tocante a la dicción del alemán, pues hubo de todo. Incómoda la subtitulación en lo alto del escenario. Parece que se ha estropeado el sistema de las butacas.
Con todo, una representación positiva y una música de la que sólo Mozart es capaz.
Por supuesto, y como siempre, son pareceres personales y aplicables a esta representación
que no tiene por qué, afortunadamente, parecerse a ninguna otra.
Caramba, Lluis, gracias por tu exhaustiva crónica que comparto prácticamente al cien por cien.
EliminarDe volumen no anduvo nadie especialmente sobrado, salvo Pamina y los muchachos, pero en el caso de Tamino creo que era más un problema de técnica de emisión. Una voz muy trasera y gutural que, sin embargo, se desenvolvía con cierta solvencia en las partes de más bravura.
Lo de los sobretítulos es preocupante. Lleva toda la pinta de que vayan a optar por dejarlo así. No entiendo que en una semana no sean capaces de solucionarlo. Y menos todavía entiendo que no se dignen dar un miserable aviso escrito o por megafonía. El desprecio al público sigue siendo marca de la casa.
Gracias de nuevo, Lluis, por tu participación
De nada Atticus. Gracias a ti por tu estupendo blog, como siempre.
EliminarEs verdad que algunas notas del tenor se le quedaban atrás o en la garganta. Seguramente no quiso exponerse demasiado para no evidenciar su emisión irregular como parece que pasó en el estreno. Pero su timbre, para mi, era apropiado para el personaje y hasta bello si me apuras.
Lo del sistema de titulación no me preocupó mucho por conocer bastante bien la obra (en este caso). Otra cosa será Otello. Espero que lo solucionen para entonces y esperemos que podamos escribir maravillas verdianas.
Saludos a ti y a todos los que participan en el blog.
El problema del sistema de sobretítulos parece ser que es muy serio. S'ha trencat del tot. Y no se si habrá pasta para arreglarlo. Yo estuve el martes en platea muy cerca del escenario y mis cervicales lo notaron.
ResponderEliminarEn cuanto a la representación a mí sí me gustó el Sarastro de Sim, con el problema de sus graves y ese tic que tiene de tocarse la nariz antes de empezar a cantar. Y la cuestión del oído, la verdad es que también me afectó, tal vez por estar situado tan cerca de la orquesta, al Johansson, a la Dorozio y al Félix había momentos en que tuve que hacer un esfuerzo de atención, que no me sucedió en absoluto con las tres damas o con los tres niños (que desde luego estuvieron fantásticos.
También me gustó mucho Tatzl por la frescura que imprimió a su Papageno, pero desde luego, lo del gato montés... creí que era el politono de algún movil
Pasta desde luego no habrá. Pero espero que busquen alguna solución. Los sobretítulos son habituales en muchos teatros, pero son incómodos desde platea y laterales y te impiden elegir la opción de leer la versión original.
EliminarNo tenías que haberme dicho lo de Sim, volveré el martes y ahora voy a estar todo el rato mirándole la nariz, jajajaja...
Pues sí, si s'ha trencat del tot, la cosa parece bastante grave
ResponderEliminarVaya... pues estamos apañados
EliminarTemporada próxima¨
ResponderEliminar- La Traviata
- La Walquiria
- Manon Lescaut
- Simon Bocanegra
- Norma
y otro título a determinar.
Festival del Mediterráneo:
- Elektra y
- La fuerza del destino
Gracias por la información.
EliminarHay de todo, pero espero que se confirme, aunque sólo sea por la Valquiria y Elektra.
Alguna de las que mencionas estaban en casi todas las quinielas (Traviata y Boccanegra).
A mí me había dicho un pajarito que igual programaban Walkiria para el festival. Pero parece ser que no ha sido posible.
ResponderEliminarBueno, pero si se representa en la temporada no estará mal. Además, parece garantizado que no será Wellber quien dirija esa Valquiria.
EliminarSi hay un director solvente y un reparto aceptable, yo me conformo.
Walquiria y LA Traviata las dirige Metha, al igual que las 2 del Festival del Mediterráneo
ResponderEliminarOjala sea así. La producción de La Walkiria, en principio, iba a ser la del anillo de la Fura. Dirigiendo Metha es casi garantía de que las voces serán de primera. Tengo ganas de saber quién será Violeta.
EliminarEspero que la Violeta sea mejor que la última que trajeron...
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