Cinco meses y medio después (que se dice
pronto) de que Davide Livermore presentase
su dimisión como director artístico del Palau de les Arts, parecen darse por
fin los primeros pasos efectivos para intentar empezar a enderezar el rumbo del
teatro valenciano. El conseller de Cultura Vicent
Marzà anunció ayer en rueda de prensa que el próximo lunes tendrá lugar la
reunión constitutiva del nuevo Patronato de la Fundación Palau de les Arts que,
a su vez, anunciará las bases de la convocatoria del concurso para la
contratación del nuevo director artístico de la casa.
La primera buena noticia es que se anuncia
una Presidencia del Patronato desvinculada de cargos políticos y con una
intensa relación con el mundo de la cultura y el mecenazgo en nuestra ciudad,
en la persona de Susana Lloret, vicepresidenta
y directora general de la Fundación Per Amor a l’Art. Esa apertura del
Patronato a la sociedad civil se completa además con la introducción de otras
cinco personas más como son: la ex ministra de Cultura y patrona del Teatro
Real, Carmen Alborch; Isabel Muñoz, que fue directora del
Centro de Investigación Príncipe Felipe; José
Remohí, del Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI); Rafael Juan, empresario; y el presidente
de la Asociación Amics de l'Òpera i de les Arts de la Comunitat Valenciana, Pablo Font de Mora.
Esto sin duda es una noticia que invita al
optimismo de quienes, entre los que me incluyo, llevamos años abogando por un
Patronato menos político. El problema es que, aunque se ha dado entrada a esas
personas, los miembros del Patronato que lo son en función de sus cargos
políticos, aumentará respecto a la anterior composición, pasando de 8 a 12, o
sea doblando el de “representantes de la sociedad civil”. Entre estos cargos
políticos se quieren reservar dos asientos al Ministerio de Cultura, a ver si
alguna vez se digna mirar hacia Valencia más allá de para venir a la playa a chupar cabezas de gamba, y
se animan a integrarse en Les Arts y a aumentar el actualmente insultante apoyo
económico al teatro. Del antiguo Patronato parece que cae también la única
persona que no era cargo político, el director del Cor de la Generalitat, Paco
Perales, lo cual es una lamentable noticia, pues se pierde una de las voces
más sabias de la música valenciana y los músicos dejarán de estar representados.
Por supuesto que esta estructura, al menos
sobre el papel, es infinitamente mejor que lo que había, pero permitidme que muestre
cierta desconfianza inicial. Si de verdad esa apertura a la sociedad del órgano
de gobierno de la Fundación se hace efectiva y la sociedad civil tiene voz
decisiva en los acuerdos del Patronato, entonces estaremos en la buena senda;
ahora bien, no me gustaría nada que esta nueva estructura no fuese más que una
renovación del desgastado maquillaje de los representantes políticos en Les
Arts y al final solo sirviese para dar una apariencia de apertura y transparencia
a unas decisiones en la misma línea que las que se han venido adoptando
poniendo en peligro el futuro del teatro. Espero fervientemente que no sea así.
Y será obligación de esas seis personas que se incorporarán al Patronato permanecer
vigilantes para que no les tengan sólo de comparsas. Por otra parte, habrá que
ver cuál va a ser la composición definitiva de otro órgano, la Comisión
Ejecutiva, que será la que efectivamente vaya marcando el rumbo de la gestión.
Otra buena noticia anunciada ayer es el
nombramiento de Plácido Domingo al
frente de una nueva Comisión de Mecenazgo de Les Arts. Es motivo de enorme satisfacción
que este gran artista decida seguir implicándose personalmente en el futuro de
nuestro teatro pese a todo lo que ha caído. Pocos perfiles más apropiados habrá
desde luego para buscar apoyos económicos nacionales e internacionales a la
ópera en Valencia que el maestro Domingo,
a quien le deseo mejor fortuna en esta singladura que la que tuvo Helga Schmidt cuando le vendieron la
moto de dirigir el mecenazgo del teatro.
Y también pienso que es una buena noticia la
confirmación de Francisco Potenciano
como director gerente.
Respecto al concurso que se pretende
convocar para la contratación del nuevo director artístico, espero que a partir
del lunes, cuando se anuncien las bases del mismo, se despejen algunas de las
muchas dudas que todavía existen sobre este proceso selectivo. De momento ya es
un hecho constatado que no se han cumplido los plazos previstos y en junio no
habrá todavía nombramiento. Dice el conseller que “hemos avanzado todo lo rápido que hemos podido, pero estas cosas
requieren su tiempo”, una gran frase que pasará a los libros de politología
y que en realidad quiere decir “dije una
fecha a pitopito porque no tenía ni puñetera idea de lo que cuesta montar un
tinglado de estos”.
Y otra cosa que no entiendo o no ha
explicado bien Marzà es que, después
de anunciar una convocatoria pública, imagino que con unos méritos a valorar,
hable de que el proceso será confidencial.
Entiendo que quiera avisar a posibles concursantes de que no van a ir
pregonando quién se va presentando (cosa que conociendo el percal tampoco me atrevería
yo a asegurar, cuando de hecho ya se están filtrando algunos nombres), pero
espero que si se empeñan en establecer unos baremos (que siempre me ha parecido
una estupidez), se haya de ser escrupulosamente transparente a la hora de
justificar por qué se elige a Pepe y no a Juan.
Bueno, a partir del lunes veremos cómo va
evolucionando la cosa. Más allá de las dudas, como decía al comienzo, lo
principal es que parece empezar a desbloquearse la situación, lo que es
fundamental para evitar que la imagen del teatro siga dañándose, y que algunas
de las líneas que se apuntan no tienen mala pinta. Pondremos una vela a San
Judas Tadeo.
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