Ayer tuvo lugar en el Palau de les Arts el estreno de La Damnation de Faust, de Héctor Berlioz, la última ópera de la temporada en su sala principal (el próximo domingo se estrenará en el Auditori La Clemenza di Tito, de Mozart, en versión semi escenificada). La principal noticia de este estreno es, sin duda, que el mismo se llevó a cabo sin que tengamos que reseñar ninguna incidencia ajena a lo puramente musical, ya que, finalmente, se desconvocó la huelga anunciada por el Cor de la Generalitat.
Eso no quiere decir que el problema se haya solucionado, ni mucho menos. Sus justas reivindicaciones continúan sin ser atendidas por la administración autonómica. Sigue sin haber un compromiso claro y por escrito que garantice la estabilidad de la plantilla y la consolidación de los puestos de trabajo que llevan desempeñando desde hace entre 15 y 30 años. La traición del sindicato FSP-UGT, obrando por la espalda y por motivos que algún día se conocerán, ha sido en primera instancia la causa de una desconvocatoria que ha venido seguida de la expresa voluntad de los miembros de la agrupación de dar una oportunidad más a la negociación, aceptando participar en una comisión de seguimiento junto a representantes de la empresa y la administración y posponiendo posibles acciones de protesta y huelga al inicio de la pretemporada si todo sigue igual.
No voy a ahondar más en este tema de momento. No quiero remover las heces con el viento en contra, prefiero dejar que las negociaciones sigan su curso en el ámbito en el que han de desarrollarse y no contribuir a que el ambiente pueda enrarecerse más. Es decir, justo lo contrario de lo que hizo recientemente el secretario autonómico de Cultura, Albert Girona, con unas impresentables declaraciones, indignas de un representante público, que lo único que hacen es dejar en evidencia que su imprudencia es aún superior a su ignorancia.
El caso es que estaba previsto que el Cor de la Generalitat protagonizase las crónicas de este estreno y finalmente así acabará siendo, aunque no por haber ejercido su derecho a la huelga, sino por protagonizar una de las actuaciones más memorables de un coro en un teatro de ópera que ha vivido quien esto escribe, convirtiéndose por los méritos de su propia valía en los indiscutibles triunfadores de la noche. Por supuesto sin que ninguno de los chupatintas, bocachancla y mequetrefes mentales varios que se permiten cuestionar y poner en riesgo la supervivencia del Cor estuviese presente. Aunque en su descargo hay que decir que televisaban el apasionante Irán-España y en À Punt se programaba un nuevo capítulo de “Açò és un Destarifo”.
Decía antes que La Damnation de Faust y La Clemenza di Tito van a ser los dos últimos espectáculos de la temporada. Y hay algo que me ha llamado la atención. La Clemenza se va a interpretar en el aborrecible Auditori en versión semi escenificada (en principio iba a ser en versión concierto) y Damnation escenificada y en la sala principal, cuando lo cierto es que La Clemenza es una ópera que nació con el objeto de ser escenificada y La Damnation es una cosa extraña. Berlioz la calificó como leyenda dramática y en múltiples ocasiones se representa en versión concierto, y es que el componente sinfónico de esta obra tiene mayor peso que el dramático. Quizás hubiera sido más lógico que la programación se hubiese hecho al contrario, pero me alegro enormemente de que no haya sido finalmente así, pues eso nos ha permitido disfrutar de la maravillosa música de Héctor Berlioz sin las distorsiones de la imposible acústica del Auditori.
Para la ocasión se ha presentado una nueva producción del Palau de les Arts en colaboración con el Teatro Regio di Torino y el Teatro dell’Opera di Roma, donde precisamente abrió la temporada 2017/18. La puesta en escena la firma el italiano Damiano Michieletto, de quien en este teatro ya se han visto bastantes trabajos; algunos mejores, como L’elisir d’amore o La scala di seta, y otros claramente fallidos, como Il Barbiere di Siviglia. La producción estrenada ayer obtuvo recientemente el reconocimiento de la crítica italiana obteniendo el premio Franco Abbiati al mejor espectáculo de 2017.
Hace unos días tuve la oportunidad de asistir a unos minutos de uno de los ensayos de esta Damnation de Faust y una de las primeras cosas que pensé fue que la puesta en escena concebida por Damiano Michieletto iba a ser fuertemente abucheada. Pero al final me equivoqué. Es verdad que hubo algunos abucheos, pero en absoluto el rechazo generalizado que yo imaginaba. Está claro que Michieletto decide aquí arriesgar fuerte y apuesta por dar una visión muy particular del mito de Fausto. Ya Berlioz, a su vez, ofreció en esta obra su personal lectura del Fausto de Goethe, eliminando el inicial pacto del protagonista con el diablo para lograr la juventud y llevándolo al final como forma de salvar el alma de Marguerite, o ambientando el inicio en Hungría en lugar de Alemania, entre otras cosas. Michieletto va aún más allá y transforma a Faust en un adolescente traumatizado por la muerte de su madre y objeto de bullying por sus compañeros que intenta suicidarse y que se agarra al amor de Marguerite como tabla de salvación frente a su sufrimiento.
La escenografía corre a cargo de Paolo Fantin, el vestuario de Carla Teti y la iluminación de Alessandro Carletti. Toda la acción se desarrolla en un mismo espacio escénico y el coro estará permanentemente presente en escena, sentado en un graderío por encima de los cantantes. El protagonista en la propuesta de Michieletto es claramente Méphistophélès, quien también estará casi siempre en escena, presencialmente o en proyecciones, con un comportamiento histriónico que recuerda bastante al de presentadores de reality show, donde su punto de vista será mostrado además mediante las imágenes que graba sobre el escenario un cámara portando una steadycam.
Visual y estéticamente hay que reconocer lo impactante de una producción que no puede dejar indiferente a nadie. El blanco luminoso predominante hasta el tramo final y la frialdad de la iluminación me recordaban un poco la estética del 2001 de Kubrick. Los momentos de amor junto a Marguerite trasladarán a Faust a su particular Paraíso que será mostrado con la proyección del cuadro del mismo título de Lucas Cranach el Viejo mientras Méphistophélès contempla la escena transmutado en serpiente, en uno de los instantes a mi juicio más logrados. Otros momentos que me parecieron muy positivos fueron el del coro celestial que salva a Faust del suicidio tras la brutal escena de bullying y que se ilustrará con los recuerdos de éste junto a su madre celebrando un cumpleaños; o la escena de la cabalgada a los infiernos y el Pandemonium, pese al aspecto de bolsas de basura gigantes en movimiento; o la Apoteosis de Marguerite final.
Es verdad que hay cosas que funcionan menos o alguna provocación un tanto gratuita, aunque creo que, en conjunto, los aspectos positivos pesan más que los negativos y yo me lo pasé especialmente bien. Reconozco que puede haber espectadores que se sientan molestos o desconcertados y un poco perdidos, pero en mi opinión hay ideas y sentido dramatúrgico e incluso creo que se consigue dotar de una cierta unidad narrativa a una obra que no puede presumir precisamente de tener un armazón dramático especialmente consistente. Además, algo que me parece incuestionable es el enorme trabajo de dirección de actores (cantantes y figurantes), cuidado hasta el último detalle, y ya sólo por eso el abucheo resultaría injusto.
Aspectos que considero negativos de la propuesta de Michieletto son: el ruido que se organiza en escena más de una vez perjudicando la música y, en general, que creo que pretende contar demasiadas cosas y quizás en ese afán de mostrar todas las lecturas y subniveles que ve el regista en la historia, se le ofrece un exceso de información visual al espectador en forma de claves que acaban por saturarle, haciendo que en lugar de centrarle le enreden más y le distraigan del apartado musical. Dicho eso pienso que en sucesivas visiones la propuesta puede ir ganando y el espectador descubriendo nuevos detalles. A mí sí me gustó.
La dirección musical corrió a cargo de Roberto Abbado, quien tras la marcha de Biondi se ha quedado ya como director titular en solitario de la Orquestra de la Comunitat Valenciana, pero esta va a ser la única ópera que dirija esta temporada, algo ciertamente chocante. No obstante, la próxima no va a salir del foso más que para aliviar vejiga porque está previsto que asuma la dirección de 3 de las 5 óperas que se representarán en la sala principal.
La labor de Abbado ayer me pareció bastante destacable. Es verdad que con esta orquesta y este coro y la espléndida orquestación de Berlioz, era complicado que la cosa saliese demasiado mal. Abbado ayer se lo pasó teta, se le veía en el foso disfrutar con la obra que estaba dirigiendo. Hubo incluso momentos en los que daba la impresión de que tanto se emocionaba que alguna entrada se retrasaba o el tempo variaba. En cualquier caso creo que hizo un trabajo relevante, mantuvo el pulso y la tensión y consiguió que la partitura brillase como merecía. Aunque en ese resultado intervino y mucho la calidad de los músicos de la orquesta, destacadísimos del primero al último. Excelentes los metales, la percusión, una cuerda descomunal, con mención para la solista de viola, y unas maderas que lo bordaron con unas inspiradísimas flautas y Pierre Antoine Escoffier y Ana Rivera en oboe y corno inglés marcándose un acompañamiento bellísimo a D’amour l’ardente flamme.
Del Cor de la Generalitat ya he adelantado antes que fueron los grandes protagonistas de la velada. La calidad del sonido obtenida ayer fue espectacular. El empaste impecable y todas las cuerdas se escuchaban con un equilibrio extraordinario. Creo que habrá pocos coros fuera de nuestras fronteras que puedan garantizar hoy un rendimiento mucho mejor ante una obra tan enormemente exigente como esta. Todas sus intervenciones fueron, incluso pese a algún puntual desajuste, de poner los pelos de punta, pero destacaría la belleza obtenida en el coro de gnomos y sílfides del sueño de Faust y, por supuesto, en el maravilloso coro final. La colocación del coro estático y arriba por la propuesta escénica, ha motivado que el director musical haya decidido que algunos de sus miembros se ubiquen en el foso junto a la orquesta, posiblemente temeroso de que no tuviesen sus voces la relevancia adecuada. Yo creo que no hubiera pasado nada por situar a todo el coro arriba y quizás se evitarían problemas de puntuales desequilibrios entre el coro de foso y el del escenario, pero no voy a dar yo consejos al director. Más allá de haber conseguido Abbado o no su objetivo, lo que quedó claro es que músicos y cantantes estuvieron en el foso como sardinillas en lata. Y que todos los miembros de Cor, en foso y escena, demostraron que la retención urinaria la llevan bastante bien.
Buena fue también la participación final de los niños y niñas de la Escola Coral Veus Juntes de Quart de Poblet y la Escolania de la Mare de Déu dels Desemparats.
En el reparto vocal se ha contado con un trío protagonista íntegramente hispano, con el tenor Celso Albelo como Faust, Silvia Tro Santafé como Marguerite y Rubén Amoretti como Méphistophélès.
Gran mérito el de Celso Albelo ante un papel mucho más difícil de lo que parece a primera vista y que, si no me equivoco, debutaba. Además de eso tuvo que afrontar unas exigencias escénicas muy importantes y de todo ello salió con unos muy buenos resultados, yendo, a mi juicio, de menos a más, administrando perfectamente sus recursos. Su voz y fraseo ofrecen belleza y una técnica depurada, con una zona aguda muy solvente, brillante y potente. Hubo algún desliz de afinación y una cierta frialdad general, pero el resultado fue positivo.
También creo que se debe valorar como meritorio el desempeño de Silvia Tro Santafé componiendo una buena Marguerite pese a que creo que no es el papel que mejor se ajusta a sus características vocales. Quizás le faltase un poquito más de refinamiento, de control de volumen e intensidades, pero insisto en considerar positivos sus resultados, teniendo también que hacer frente a diversas exigencias escénicas de lo más variopinto, como el tener que cantar echándose vasos de agua por encima…
Aunque si ayer hubo un artista digno de reconocimiento por su comportamiento escénico, ese fue el bajo burgalés Rubén Amoretti. Sensacional toda la noche, con un trabajo actoral exhaustivo que además iba acompañado de numerosos primeros planos que sostuvo con sobresaliente. Impecable en lo dramático y muy destacado también en lo vocal, sabiendo transmitir toda la malvada ironía del personaje.
Correcto el Brander del alumno del Centre Plácido Domingo Jorge Eleazar Álvarez en la canción de la rata, uno de los instantes que más rechazo parece que provocó en el público por la ocurrencia de Michieletto de ilustrarlo con un gigantesco roedor en escena.
Especial reconocimiento merece también en esta obra el numeroso plantel de figuración que lleva a cabo un trabajazo monumental.
La sala principal de Les Arts presentó, lamentablemente, bastantes huecos. Parece que al público valenciano le siga costando animarse a asistir a óperas menos habituales, lo que es muy triste, pero si además le metemos un partido de Ejpaña, pues para qué queremos más. Aunque lo verdaderamente triste y lamentable de ayer no fue tanto el comportamiento del público que se quedó en casa como el de quienes asistieron a la función. Conté no menos de ocho deserciones durante la representación, con taconeo, portazo y cuchicheo incluido. Y lo mejor estaba por llegar. Al final, nada más apagarse la luz, bajarse el telón y cuando Abbado aun no se había bajado del atril, ocurrió esto:
Una estampida de proporciones dantescas en una de las mayores faltas de respeto a los artistas que yo he vivido en este teatro, y mira que he asistido a situaciones parecidas, pero lo de ayer era digno de un simulacro anti incendios con previa inserción de guindillas en el ano. No sé a qué narices se debió. El partido de fútbol ya había acabado y era una hora más que razonable… Los que se quedaron brindaron fuertes ovaciones para todos, y eso que durante la representación no hubo ni un solo aplauso pese a alguna que otra paradita estratégica de Abbado. Especialmente jaleados fueron el coro y la orquesta y también muy aplaudidos los solistas vocales. La salida del equipo escénico fue recibida con bastantes aplausos a los que se unieron algunos abucheos que no me dio la impresión que llegasen a ser mayoritarios.
Bueno, pues hasta aquí mi crónica de esta última ópera de la temporada en la sala principal. No puedo por menos que animaros a haceros con alguna de las numerosas entradas que hay disponibles para los próximos días. La belleza de la música de Berlioz lo merece. La calidad de nuestra orquesta y coro, más. Y la oportunidad de asistir a un espectáculo diferente siempre vale la pena. Los más reacios y clásicos haced un esfuerzo... el año que viene ya os hartaréis de Rigoletto, Lucia, Turandot y cosas de esas bonitas…
Una aberració escènica. Jo sóc dels que diuen que el rei està nu i no dels qui van vore que una patotxada té valor artístic.
ResponderEliminarAnem a pams. El Cor de la C.V. va estar sublim, com de costum. Francesc Perales ja va anys que el posà a un nivell molt alt. Esperem que les noves autoritats no el llancen a perdre perquè seria imperdonable. Molt bona l'orquestra amb Abbado i malgrat la fugida general de músic amb motiu de la crisi.
Els solistes em semblaren de tercera categoria, sense projecció vocal sense saber ni poder servir els seus rols com cal.
La regidora una estafadora, tipus Bieito, que no ens donà l'obra anunciada sinó una elucubració mental seua irrespectuosa. Comença amb un adolescent que li fan la punyeta i vol suïcidar-se. Ja s'ha cagat aquesta dona l'obra completa perquè, com tots sabem, Faus és un vell que ha acumulat coneiximent i no ha viscut. Necessitaria un altra vida. Ací apareix el dimoni i li compra l'ànima, et,. etc. No sé què collons pintava un ós pard, millor unes rates del Lohengrin de Bayreuth. El tio de la càmera no feia més que emprenyar: tres nivells, que són escena, filmacions ad nauseam i llegir els títol. Una pallassada com un altra qualsevol solament superada per l'aigua que Margarita es tira al cap, i la repugnant tinta amb què els tres afònics protagonistes es tiren una a altres. Tenia algo d'escatològic este tema perquè van convertir una obra amb una música bonica en quelcom que olora a merda. Pren nota de la listorra de torn per no assistir mai a res on ella haja defecat primer. Almenys va traure tres xiques nues. El problema és que tenien poques mamelles per al meu gust. Una representació pot ser moderna sempre que respecte l'original i no l'òmpliga de caca com la llebre podrida que tirava merda i sang a Bayreuth i ens regalava una projecció de cucs menjan-se-la.
Ho sent, Atticus, però no et puc creure si em dius que et paregué molt bé la part escènica. És una trola que es conta per fer veure l'alçada intelectual que té el que comparteix aquestes estupideces
Querido sóc quisóc, aunque quizá te parezca increíble a mí también me gustó. Es cierto que la historia se la inventan. No es una cosa que me agrade mucho que no se respete la historia, pero ocurre muy a menudo. No obstante, personalmente disfruté mucho. La historia es buena, creo que funciona, con efectos muy buenos como los recuerdos de Faust, y la inclusión de los niños me pareció muy interesante, así como el acto del cuadro.
EliminarA pesar de que no me gustan los vídeos, creo que esta vez estaban justificados, consiguiendo escenas muy buenas como el beso entre Mefistóteles y Faust. Sí que es verdad que hay cosas que no acabé de entender, como por qué Margarita se tira encima el diluvio universal, qué representa la escena del hospital cuando se supone que están ene el río Elba, o un par de cosas más, pero en general me parece muy buena la producción.
Más allá de que te guste o no lo que viste, creo que tildar de mierda es llegar demasiado lejos, sobretodo cuando hay ideas y dirección de actores (lo cual es bastante raro hoy en día), que te pueden gustar más o menos, pero habiendo trabajo, entiendo que no te guste, pero no que consideres que es una mierda.
Que fue rompedora, lo fue, que hubo desnudos, los hubo, pero es que no creo que fuese poner desnudos por poner desnudos. Creo que había una idea detrás y, sinceramente no entiendo tanto puritanismo.
Musicalmente, no creo que los cantantes fuesen de tercera. Hay que tener en cuenta que era el debut de Faust y Margarita. Es verdad que al principio Celso parecía frío y distante, aunque fue mejorando, y lo mismo con Silvia, empezando con un vibrato un poco descontrolado pero que mejoró claramente. Amoretti me gustó mucho en la parte actoral, no tanto en la vocal. Creo que le falta un poco de volumen y potencia para el personaje, aunque vistas las imposiciones escénicas, creo que hizo un buen trabajo.
La orquesta estuvo estupenda, igual que el coro. Sí que es verdad que noté algún desajuste puntual pero nada importante. Solamente en el terceto en la escena del cuadro me pareció que cayó la tensión y que los cantantes iban un poco a su bola (aunque esto es más bien una impresión mía que me gustaría contrastar con alguien).
Lo del público de ayer no tuvo nombre. Y venga a levantarse, venga a levantarse, por no hablar de los 4 imbéciles que tenía delante de mí, que estuvieron hablando toda la obra y con el móvil para que después los viese saludar como responsables de la producción. En fin...
En cualquier caso yo quedé encantado. Espero volver el viernes. Un saludo y Enhorabuena por la crónica, Atticus
Gracias Diego, comparto totalmente lo que dices.
EliminarSentarse cerca de los responsables escénicos, en el 99% de las ocasiones te garantiza que te van a dar la noche... Yo recuerdo un día detrás de Livermore que parecía que tuviera lombrices y no paraba de hablar...
Un saludo
M'alegre que t'agradara. Jo seguisc pensant el mateix. Va ser una presa de cabells i no és que jo siga ultraconservador, però és que conec l'obra i el que van fer és quasi "pecaminós", embrutar una música tan bella, especialment el finale. En cines han fet esta temporada un Lohengrin preciós amn la novençana Netrbko que és altament recomanable. El tenor també debutaba en el p<aper. Me'l comprí en DVD. Això és el que ha de fer un regidor: servirl'obra i no al contrari. Segur que apareixerà algú dien que el Lohengrin de les rates repugnants és molt millor però no a qui no li agrada és que no comprén. I no és això en absolut. L'Anell de la Fura, ben modern, sí que va agradar-me perquè no desbarra, té una lògica interna i segueix el llibret a la seua manera. En canvi la mateixa Fura té un Faust de Salzburg qwue desfà l'obra i que igual aprofita per a esta obra que per a la que siga perquè és Fura-Fura i Berlioz és l'excusa per fer acrobàcies. Sé que molt han dit que és Déu fet home, però crec que ho fan mentint. Possiblement són crítics o algú relacionat amb l'òpera que tenen por que la Fura els fulmine perquè vivim en la dictadura del director d'escena.
ResponderEliminarUn factor que ajuda l'aparició d'aquestes posades ridícules és que el públic és conservador i sempre vol veure el mateix, turandots, traviattas,etc. i clar, no van a fer sempre la mateixa posada en escena. El Bieito de torn s'inventa el que vol i diu que eixa és la seua lectura, com si ell fora algú davant Verdi, Puccini o Wagner.Sembla com si a l'òpera solament hi anara gent amb pasta i temps lliure per a "fer-se vore" i que per no dormir-se necessita que els cantants es llavedn els cabells o es taquen de pintura. A la Turandot de las propera temporada anirà son pare. Ja l'han feta diverses vegades quan la major part del repertori és inèdit. Ja m'agradaria vore Soldaten o l'Emperador d'Atlantis d'Ullmann, però em tem que el públic habitual es quedaria a casa. Fan com els xiquets quan veuen una peli cula de Disney, que la volen vore mil vegades i sempre la mateixa. Haurien de fer abonaments per a 50 Trovatores
o Madama Butterfly.
Una abraçada
No voy a entrar a una polémica que no conduce a ningún lado. Evidentemente tenemos visiones distintas del papel de la dirección escénica y de sus posibles límites. Y no son más que eso, visiones distintas, pero no creo que ninguna de ellas tenga que ser la Verdad absoluta.
EliminarA partir de ahí sí que hay cosas que me gustaría puntualizar sin pretender convencer a nadie.
Lo primero que he de decirte, sóc quisóc, es que sí es verdad que me gustó la puesta en escena, y si has leído alguna otra crónica anterior en este blog te habrás dado cuenta de que cuando no es así lo digo claramente y me importa bastante poco a quién le pueda gustar o no lo que digo. Nunca he dicho que algo me gustase o no me gustase pensando en lo que quedaría bien decir, sino respondiendo únicamente a mi propio criterio, que no tiene más valor que ser el mío y que puede estar muy equivocado. No pretendo alardear de una altura intelectual que no tengo diciendo que me gustan cosas que no me gusten, igual que tampoco se me ocurriría calificar de incultos a aquellos a los que no les guste.
Por cierto, el Lohengrin de las ratas no me gusta nada, pero considero que sí tiene un trabajo meritorio detrás, aunque yo rechazo el resultado.
No me parece, en absoluto, que la puesta en escena de esta Damnation no tenga valor artístico. Podrá discutirse si está acertada, si gusta, si es un atentado a las esencias berliozanas... pero no creo que sea justo decir que no tiene valor artístico, cuando hay tanto trabajo escénico y dramático detrás. Tomaduras de pelo, por ejemplo, fueron la Carmen de Saura o el Don Giovanni de Miller. Porque eso fue venir a llevarse la pasta y dejar que saliera la gente a cantar sin más.
Tienes razón en algunas de las críticas que comentas, pero eso no considero que conlleve una descalificación tan rotunda del conjunto, pero bueno, es tu respetable opinión.
Eso sí, para ser justos creo que tu crítica no se debe centrar en Eleanora Gravagnola que no es más que la encargada de dirigir en València esta producción creada por Damiano Michieletto, responsable para bien y para mal de lo que se ofrece en escena.
Un abrazo y gracias por dejarnos tu opinión.
Pues está claro que diferemis. Yo lo digo con sinceridad y sin ánimo de ofender. Por ser breves, ratas aparte, el final con la pintura que se tiran o restgriegasn unos a otros es sencillamente rídículo e hilkarante porque no tiene nada que ver con la obra cuyo libreto he leído ya que me gusta mucho >Berflioz. Por eso digo que no me lo puedo creer. Como las cagadas de Bieito en un Ballo o el empatre que hizo en el Liceu hace unos años.
EliminarEsto no lo digo por ti, pedro te puedo asegurar que en el mundo de la crítica operística o plástica los que has hacen reciben órdenes de arriba y si quieren conservar el trabajo, a obedecer. Eso hacía en Valèdncia Consuelo Císcar, especialmente con si hijo, todco perfecto. En Santander coincidí con el desaparecido Pérez de Arteaga a ver un semi-anillo pòrque fue tan horrible q lo pararon. Pueds bien los dioses eran gentelmen británicos deportista. LiteraLMEDNTE, Donner llevaba un martillo olímpico para lanzar, el plumilla de turno llegó a calificarlo de "genial hallazgo", GENIAL. Desde luego a Pérez de Arteaga le pareció "vomitivo" en sus propias palabras. Fue el quien me comentó como funcionaban las coas de la crítica.
Por otra parte, JUsto Romero, a quien conozco hace años, en su crítica en Levante no fue tan duro com o yo - porque tiene que comer - y no se fue mucho de lo que comenté.
Pues nada más, espero no haber molestado a nadie. Cuando acabó la rfepresentación y el rebaño aplaudía como si hubiera estado ante algo genial yo chillé "¡ascercaos que tengo más pintura para tiraros sobre vuestros cuerpos!", lamentablamente solo se enteraron 4 ´0 5 personas que igual creían que la pintura fue concebida por Berlioz. Si hubiera ido un Samuedl Ramey a cartar el demoniaco papel, me hubiera ido contento, pero es que el demon io q nos pusieron parecia un angelito.
Perdón por los fallos. Teclado estropeado. Cuando me refería a las cagadas de Bieito en el Liceu era en Don Giovanni. Fue mi primer y úlyimo Bieito. Por su culpa me pierdo Die Soldaten, una obra que no se representa massa.
EliminarUn abrazo
Yo pienso que acabada la obra y habiendo mantenido un escrupuloso silencio durante toda ella, el público puede hacer lo que le dé la gana, aplaudir, abuchear, permanecer o pirarse.
ResponderEliminarObviamente. También pueden pegarse un tiro en la sien si se sienten deprimidos en ese momento, pero queda feo.
EliminarClaro que pueden irse, pero el espectáculo de salir a la carrera todos mientras los artistas están en escena a mí me seguirá pareciendo peor que quedarse y abuchear si no te ha gustado nada de nada.
Cuando te vas, además, molestas a la gente que todavía está en su asiento y decide permanecer hasta que se baje el telón.
No se discute que puedan hacerlo y que sea legítimo que lo hagan, sino que es un gesto bastante feo que da una imagen pésima del público.
Irse es una opción. Que moleste a los demás es indiferente en ese momento. A mi a veces me molesta que abucheen (al parecer se hace siempre desde el respeto a los artistas), otras que aplaudan y braveen sin ton ni son, o que se pongan de pie y me tapen el escenario obligándome a levantarme para ver. Y si se pegan un tiro, también muy bien pero, por favor, que no salpique.
EliminarHola.
ResponderEliminarIba a tratar de añadir algo a la crónica de Atticus, con la que estoy básicamente de acuerdo; pero me conozco y seguro que me enredo con "esos comentarios"...así que, mejor no, que aquí suele haber paz
No hay problema en que te enredes Juan, siempre que se guarde respeto a las opiniones de los demás...
EliminarMe gusto la representación, creo que los solistas estuvieron fenomenal en especial Mefistófeles y Albelo que me parece uno de los mejores tenores que ha pisado el Palau. El Coro Descomunal.
ResponderEliminarEduardo.
Te recomiendo que eschuches al "demoniaco" Samuel Ramey, solo hablando que más demonio que el eque vino:
Eliminarhttps://www.youtube.com/watch?v=ST_NBgJqlyA
Me parece que "soc quisoc" es el mismo que ha hecho una crítica demoledora a este fantástico espectáculo como crítico del periódico Levante el pasado viernes 22 de junio. A veces los críticos son artistas frustrados que no pueden reprimir la envidia ante el trabajo bien hecho de buenos profesionales a los que menosprecian de forma injusta... Quizás (sólo quizás) estemos ante uno de estos personajes que se descalifican a ellos mismos al expresar estas opiniones. Lo malo es que éstas aparecen en los medios de comunicación y pueden contribuir a espantar a algún espectador despistado que no se informa en blogs como éste.
ResponderEliminarVengo ahora de ver la representación (viernes 29) y estoy completamente de acuerdo con la crónica de Atticus (no siempre coincido tanto , pero esta vez, si). El público ha estado fantástico, ningún abucheo, ninguna tos, solo una deserción (a lo mejor de tipo fisiológico) y ninguna estampida al final y sí grandes aplausos y reconocimiento. Estamos en el siglo XXI y la ópera tiene que ser un espectáculo de este siglo y este tipo de montajes son los que lo pueden conseguir.
Fin de la temporada de forma digna y a esperar la próxima con la ilusión de seguir disfrutando de grandes momentos de arte y emoción.