domingo, 29 de mayo de 2011

"TOSCA" (Giacomo Puccini) - Palau de les Arts - 28/05/11

Se dio ayer el pistoletazo de salida a una nueva edición del Festival del Mediterrani, la cuarta, con el estreno de una ópera emblemática del repertorio como es “Tosca” de Giacomo Puccini.

A pesar de la coincidencia con final futbolera de Champions, hubo lleno absoluto en el Palau de les Arts, con presencia de los fieles aficionados de siempre, mucho novato, bastante público extranjero y, por supuesto, faranduleo y politiqueo, aunque en menor medida que en otros estrenos pese a la popularidad del título, posiblemente debido al fútbol y a que ya habían pasado las elecciones y algunos imputados ya no necesitaban disimular fingiéndose cultos para arañar votos.

Esta “Tosca” estrenada ayer es una nueva coproducción de Les Arts con la Fundación del Festival Puccini de Torre del Lago, la Ópera de Montecarlo y el Teatro Regio de Turín, que ha contado con la dirección escénica de Jean-Louis Grinda y musical de Zubin Mehta.

Jean-Louis Grinda ha declarado con motivo del estreno que su intención era presentar la historia que vive Floria Tosca “como la de un ángel caído que se plantea la pregunta ¿cómo he podido llegar a esto?”. Para ello, introduce la historia con unas imágenes proyectadas donde se ve a Tosca saltando al vacío desde el Castel Sant’Angelo y en su caída, a modo de flashback, va recordando todo lo ocurrido para haber llegado a ese punto, comenzando en ese momento la ópera. La misma proyección cerrará la función con los últimos compases de la partitura.

Estéticamente estas imágenes resultaban atractivas e impactantes y facilitaban la resolución del momento del suicidio, aunque el planteamiento de la trama como un flashback no creo que aporte absolutamente nada, además de que narrativamente sería un flashback tramposo al no respetar el punto de vista, mostrándose escenas que Tosca no podría recordar por no estar presente.

La propuesta de Jean-Louis Grinda, en general, me pareció fallida. Es enormemente clásica en cuanto a su concepción, vestuario y desarrollo, pero parece que se le haya querido dar un barniz de ‘modernidad’ con una escenografía caracterizada por un extremo minimalismo. Pero en este caso, más que minimalismo conceptual, daba la impresión de ser minimalismo ahorrativo, porque allí profundidad de concepto o introspección psicológica no había por ningún lado.

Escenográficamente cercana al todo a cien, me pareció nefasto el primer acto, casi digno de Carlos Saura; no me desagrado del todo el segundo, gustándome la proyección del lienzo de Tintoretto “Tarquino y Lucrecia” (según me apuntó un amigo) en el momento en que Scarpia se va poniendo más calentorrete; y del tercero sólo salvaría el interesante efecto de la sombra del ángel que culmina Sant’Angelo.

En cuanto a la dirección de actores, fue tremendamente elemental y previsible. Aquí se contó con la ventaja de tener a un gran animal escénico como es Bryn Terfel, que él solo se come el escenario. Aunque se compensaba con una sosa Dyka y un Marcelo Álvarez que, siendo benévolos, diremos que no es precisamente Marlon Brando el hombre, con lo que, excepto a Terfel, la verdad es que a la mayoría de intérpretes se les veía un tanto perdidos por la escena.

Tan sólo hubo algunos detalles aislados ‘innovadores’ en la propuesta de Grinda, pero sin que aportasen nada al drama, como que al final del segundo acto el manto se quede enganchado en la mesa, lo cual provocaba risas y cuchicheos en un momento especialmente dramático, por dar la apariencia de que pudiera ser un accidente escénico fortuito. Tampoco me gustó el detalle pandilleril de que Scarpia le meta un golpe con la frente a Cavaradossi después del grito “Vittoria, Vittoria” del segundo acto. Sí me pareció acertado sin embargo que Scarpia finalice el primer acto arrodillándose y besando la mano del Cardenal; pero que inmediatamente después acabe arrojando las flores de Tosca al aire, lo considero una majadería imperdonable, completamente contraria al personaje. Ya sólo faltaba que le hubieran vestido de Locomía.

La iluminación de Roberto Venturi tampoco aportó nada a una dirección escénica que pretende ser moderna, pero que se quedó en previsible y anodina.

En lo musical, la dirección del maestro Zubin Mehta suscitó comentarios para todos los gustos. A mí me gustó bastante. Como suele ser habitual en el director indio, no hizo una lectura especialmente genial o innovadora, pero sí muy correcta y con algunos detalles de muy buen gusto. Condujo Mehta la orquesta con batuta firme, manteniendo una pulsión dramática muy destacable, sobre todo en un segundo acto estupendo. Mimó a los cantantes con especial cuidado, pero sin que en ningún momento mermase la tensión requerida por la partitura.

Es cierto que hubo algunos desajustes en la Orquestra de la Comunitat Valenciana, como ya viene siendo habitual los días de estreno, pero yo no percibí que fuesen de tanta envergadura como algunos amigos me comentaban a la salida. En sus intervenciones solistas destacaron clarinete y concertino; y me pareció que tuvieron una noche especialmente inspirada los metales.

El Cor de la Generalitat Valenciana estuvo soberbio en su pequeña pero crucial participación, e igualmente positiva fue la intervención de los niños de la Escolanía de la Mare de Déu dels Desamparats.

Entre los solistas vocales hubo un poco de todo.

Marcelo Álvarez no sólo no nos regaló una de sus temidas espantás de divo caprichoso, sino que para mí fue el gran triunfador de la noche. De entrada el argentino sorprendió favorablemente por su imagen, habiendo perdido bastante peso desde aquel Don José orondísimo y charcutero del año pasado. Vocalmente su Cavaradossi estuvo plagado de matices y lucimiento canoro, llevando a cabo todo un recital de pianissimos y filados, casi excesivos, haciendo que por momentos yo me acordase del gran Miguel Fleta (admítase la herejía), aunque es cierto que pecaban de poco volumen. Su dicción fue perfecta y el fraseo bellísimo y estilísticamente impecable. Se mostró segurísimo toda la noche en la zona aguda, aunque en ocasiones tendiese a irse la voz un tanto atrás, y nos obsequió con unos “Vittoria, Vittoria” ajustados y larguísimos, y un ‘E lucevan le stelle…’ francamente emocionante.

El galés Bryn Terfel dibujó un Scarpia estupendo. Siniestro, rijoso y malvado hasta el tuétano. Gran parte de su éxito se basa en su enorme talento escénico que, incluso con direcciones escénicas tan planas como la de Grinda, le permite llevar a cabo actuaciones dramáticas memorables. Su voz flexible, de centro bellísimo y poderoso, brilló más en el segundo acto que en el primero, donde pareció comenzar un poco frío, con algún problema de proyección y con demasiados empujones de la voz, como si le costase encontrar el apoyo natural de la misma. El mejor momento del galés fue el monólogo “Non mi vendo a prezzo di moneta”, donde su cuidado e intencionado fraseo y la fuerza dramática de su interpretación hizo que la emoción se adueñase definitivamente de la sala.

La soprano Oksana Dyka, que nos sorprendió muy favorablemente a todos el año pasado en “Madama Butterfly”, no me convenció nada como Tosca. Ya desde su primer “Mario, Mario” me dio la impresión, que se mantendría toda la noche, de que estábamos escuchando a Cio-Cio-San cantando "Tosca". Y también supe que, pese a que a mí no me estaba gustando, sería muy aplaudida al final. Y es que la ucraniana tiene una voz muy rica en armónicos, de agradable timbre y enorme volumen, que se mueve además con solvencia por la zona aguda, todo lo cual suele ser en Les Arts sinónimo de éxito garantizado.

Pero por el contrario, Dyka fue una Tosca, permítaseme el fácil chiste, muy tosca. Su fraseo fue duro, totalmente exento de legato y muy plano. Tuvo una nula capacidad de matización y de acento dramático, y la frialdad y la brusquedad fueron características de su interpretación. En la escena de la tortura dio un importante recital de gritos y el momento siempre esperado del “Vissi d’arte” resultó gélido y falto de elegancia, delicadeza y emoción, no siendo capaz ni de intentar un solo piano, así que, en lugar de transmitirnos el pesar y frustración de la protagonista, parecía que estuviera haciendo el pedido a la cocina del Burger King. Y su “Questo è il bacio di Tosca!” fue, además de inaudible, tan rutinario como un “Chicas, que ha llegado el afilador”.

Todos los comprimarios estuvieron en un nivel más que correcto, gustándome especialmente el Sacristán que compuso el barítono veneciano Fabio Previati.

Al final hubo fuertes aplausos para todos, incluida la dirección de escena, aunque aquí se escucharon tres o cuatro tímidos intentos muy aislados de abucheo. La anécdota de la noche la firmó Zubin Mehta al hacer callar al público durante la ovación final para anunciar el resultado del partido de fútbol, originando el desconsuelo de Bryn Terfel, supporter declarado del Man United, y el alborozo de uno de los miembros de la orquesta (creo que un fagot) que ondeó jubiloso una camiseta del Barça.

Ese es el poder del fútbol, seguro que a la inversa no ocurrirá nunca. La megafonía del Camp Nou anunciando: “Atención: En el Liceu, gallo de Vittorio Grigolo en ‘Che gelida manina’, abucheos a la escena y bravos para Netrebko”.

Os recomiendo leer también las crónicas de los amigos Maac y FLV-M.

ACTUALIZACIÓN A 05/06/11:
Anoche estuve viendo de nuevo esta "Tosca" y hubo algunas cosas que me gustaría comentar.

Lo primero que me llamó la atención fue que dos de las cosas que yo había criticado de la puesta en escena se han cambiado. Afortunadamente, Scarpia ya no finaliza el primer acto tirando las flores al aire con un amaneramiento impropio del personaje, sino que ahora las arroja hacia un lado, con rabia, quedándose con una en la mano que simboliza a esa Tosca a la que piensa hacer suya. Lo que podéis ver en este video del final del primer acto grabado en la función del día 31:


video de MrsTLeighton


La otra variación, también para mejor, es que al final del segundo acto ya no se queda el manto enganchado en la mesa, sino atrapado bajo el cadáver de Scarpia.

En el apartado musical, la orquesta estuvo excelente, mucho mejor acoplada que en el estreno; Marcelo Álvarez me gustó menos, sobre todo en el primer acto, con pianos inaudibles y corriéndole poco la voz; Oksana Dyka estuvo mejor que en el estreno aunque su "Vissi d'Arte" me siguió pareciendo muy flojo; y Bryn Terfel, sensacional de principio a fin. 

miércoles, 25 de mayo de 2011

UNA EXPOSICIÓN Y UN VALIOSO HALLAZGO

"La mujer de rosa" - Giovanni Boldini - 1916 - Museo Giovanni Boldini (Ferrara) 

Ayer asistí a la exposición que está desarrollándose en Valencia, en el Centro del Carmen, y que lleva por título “Retratos de la Belle Epoque”. Una interesante muestra que se vende como “un repaso por la historia del arte de finales del siglo XIX y principios del XX a través del retrato”. La exposición nace de un convenio de colaboración suscrito entre el Consorcio de Museos de la Comunitat Valenciana y la Obra Social "la Caixa", y podrá verse también en Barcelona a partir del 19 de julio.

La muestra es irregular, alternándose obras de indudable valor con otras más discutibles, donde parece que haya pesado más el nombre del pintor (Sorolla, por ejemplo) que su calidad artística. Además se han incluido algunas obras que difícilmente pueden encuadrarse dentro del género del retrato y se echa de menos la presencia de algunos pintores o corrientes pictóricas que hubieran dado una visión más fiel de la evolución del arte del retrato en esos años. Pero en cualquier caso se trata de una cita cultural de gran interés y que merece sin duda una detenida visita.

Junto al ya mencionado Sorolla, podemos encontrar trabajos de gente tan destacada como Toulouse-Lautrec, Klimt, Zuloaga, Munch o Sargent; y alguna agradable sorpresa, como lo fue para mí el descubrimiento de una pintora noruega, Asta Norregaard, de la que confieso que nunca había oído hablar, y de la que se muestran dos retratos francamente bellísimos.

Otro de los pintores presentes en la exposición es el italiano Giovanni Boldini, un artista por el que reconozco que tengo cierta predilección, autor del retrato más conocido de Giuseppe Verdi, y del que se han incluido en la muestra 4 ó 5 trabajos bastante notables, entre ellos un precioso retrato de la bailarina belga Cléo de Mérode que, inteligentemente, ha sido ubicado junto a otro de la misma Cléo, pintado por el valenciano Manuel Benedito, no menos interesante.

Si queréis saber más acerca de la vida y obra de Boldini, os recomiendo pasar por el blog de Assur que recientemente le dedicó un post completísimo.

Hace aproximadamente un año, Giovanni Boldini fue noticia en los medios de comunicación de todo el mundo a raíz de un curioso suceso.

Una mujer nonagenaria había fallecido en el sur de Francia y entre sus bienes se encontraba un piso en París que se había visto obligada a abandonar poco antes de la Segunda Guerra Mundial y que no se había vuelto a abrir desde entonces, pero del que la fallecida seguía pagando los gastos. Un representante de la casa de subastas Drouot abrió el inmueble y manifestó que la experiencia fue “como si entrase en el castillo de la Bella Durmiente, donde el tiempo se había detenido”. El apartamento se encontraba tal cual se había quedado hacía 70 años. Muebles, telas, porcelanas, juguetes, pinturas y otras obras de arte se amontonaban cubiertas de polvo. Entre estos objetos le llamó la atención especialmente un cuadro que había encima de la chimenea y que representaba a una joven vestida con un elegante traje de noche de color rosa.

Tras analizar detenidamente los enseres y documentación existentes en el piso, especialmente unas cartas de amor que se hallaron atadas con una cinta, se descubrió que la joven del cuadro era una actriz francesa de finales del siglo XIX llamada Marthe de Florian, quien parece ser que contaba con un amplio catálogo de amantes, entre los que se encontraban el Primer Ministro Clemencau o el pintor italiano Giovanni Boldini. Éste último se confirmó finalmente como el autor del lienzo, del que se desconocía su existencia, y que había  regalado a su amada Marthe, que en realidad era la abuela de la fallecida.

El cuadro de Boldini salió a subasta por 300.000 euros y acabó vendiéndose por más de dos millones, el valor más alto pagado hasta ahora por una obra del pintor italiano.

La exposición “Retratos de la Belle Epoque” puede verse en Valencia, en el Centro del Carmen (c/ Museo, 2) hasta el 26 de junio; y en CaixaForum de Barcelona del 19 de julio al 25 de septiembre.

viernes, 20 de mayo de 2011

GRAN EXCLUSIVA DE LA TELEVISIÓN VALENCIANA

La televisión pública valenciana, sostenida con el dinero público de todos los valencianos, dio el pasado martes 17 la noticia de la rueda de prensa de Helga Schmidt y Zubin Mehta en la que presentaron la programación del IV Festival del Mediterrani que se llevará a cabo en el Palau de les Arts a partir del próximo 28 de mayo.

Podéis ver el video AQUÍ (mientras no lo censuren).

Nada más comenzar el relato de lo ocurrido, la televisión valenciana aprovecha para hacer un alarde más de su amor por la cultura, y su vocación formativa y de servicio público, lanzando una enorme exclusiva: las óperas “Fidelio” y “Tosca” no fueron compuestas, como inocentemente se creía, por Beethoven y Puccini, sino por un tal Gustav Maggler (*).

No hay que confundir al gran Gustav Maggler, con Gustav Mahler, un compositor menor de bandas sonoras de Visconti, ni con Makkler, otro ignoto gran músico de quien, según informó la propia emisora valenciana en el reportaje, se podrá escuchar también en el IV Festival del Mediterrani un concierto dirigido por un señor llamado Chubinmeta.

Igualmente se anunció el estreno en Valencia de la “Trilogía Romana”, sin que digan de quién es la obra, que para eso los espectadores de la cadena son cultísimos y saben que es de Respighi, pero para dar una pista para retrasadillos, ponen imágenes de la Tetralogía del Anillo, de Wagner.

Lo único extraño es que en todo el video no salgan las jetas de Camps ni de Rita, ni siquiera fugazmente, hecho hasta ahora insólito en toda la programación de Canal 9 (dibujos animados incluidos), por lo que imagino que, a pesar del enorme valor cultural e informativo del reportaje, su autor pueda verse cesado en breve.



(*) Yo he estado buscando en libros, bases de datos y wikipedias varias y todas hacen gala de una ignorancia supina, callando incluso la existencia misma del gran Maggler, pero un amigo del bibliotecario del colegio donde estudió la prima de una cuñada del redactor jefe de cultura de Canal 9, me ha facilitado el borrador con los apuntes de la preparación del reportaje que contiene algunos datos sorprendentes.

Parece que Gustav Maggler nació en 1778 en la población de Molinicos (Albacete) con el nombre de Gustavo Magro González-Lerma. Ya desde muy chico destacó por sus aptitudes musicales, siendo un virtuoso del rasque de botella de anís con tenedor. A los 9 años contrajo unas malignas fiebres de malta, al confundir unos excrementos de oveja con olivas negras de cuquillo, y a punto estuvo de fenecer, pero su padre, que era conductor de coche de caballos, se cruzó media Europa y se llevó al zagal a Viena donde vivía un tío suyo, Juan Magro, que era veterinario.

Allí el pequeño Gustavo consiguió recuperarse a base de zampar strudel como un descosido, pero como estaba todavía demasiado débil para regresar a España, el padre decidió dejarle en Viena viviendo con el tío. Éste ingresó al chiquillo interno en el conservatorio de la capital, no tanto por admirar su capacidad para la música, cuanto por dejar de oír los conciertos de botella de anís con que le obsequiaba el plasta de Gustavo todas las tardes.

Gracias a esta iniciativa, Gustavo Magro pudo estudiar música, especializándose en la composición de óperas, comentándose que llegó a escribir más de 50, con el seudónimo de Gustav Maggler, que quedaba más germánico.

Se dice que entre las composiciones de Maggler, además de “Fidelio” y “Tosca”, estarían títulos tan conocidos como “Cavallería Rusticana” (dedicada a su padre), “Don Giovanni” (dedicada a su tío) o "Simon Boccanegra" (dedicada a un compañero del conservatorio que era algo guarrete).

Una noche, entre alucinaciones provocadas por un empacho de strudel, se escribió de una sentada una ópera surrealista que tituló “1984”. A la mañana siguiente, cuando despertó y releyó lo compuesto, le entró un ataque de risa hasta orinarse y ocultó la partitura debajo de un ladrillo por temor a ser condenado por invocar al diablo.

Su carácter insociable, timidez enfermiza y su temprana muerte a los 21 años, al trepanarse involuntariamente el cerebro mientras se hurgaba la oreja con la pluma de ganso que usaba para escribir, le llevaron a no publicar en vida ninguna de sus composiciones, todas las cuales quedaron guardadas en un misterioso arcón negro que fue donado al Museo de Artes Aplicadas de Viena, donde se ve que metió mano más de uno.

martes, 17 de mayo de 2011

¿JONAS KAUFMANN EN LES ARTS?

Eso es lo que dice hoy la web del Palau de les Arts. De forma sorprendente y sin previo aviso, como suele hacer Helga las cosas, a primera hora de esta tarde se ha incluido en la información referida a la ópera de Beethoven “Fidelio” que se representará el próximo mes en Les Arts dentro del IV Festival del Mediterrani, que el tenor alemán Jonas Kaufmann asumirá el papel de Florestan en la función del 22 de junio.

Con nuestra amiga Schmidt uno nunca puede saber si la cosa va en serio o luego nos traerá a Toni Genil, pero de momento eso es lo que hay escrito. Lo curioso es que esta mañana ha tenido lugar una rueda de prensa en el Palau de les Arts, donde nuestra Intendente favorita, acompañada por Zubin Mehta, ha presentado oficialmente la programación del IV Festival del Mediterrani que tendrá lugar en el recinto valenciano a partir del próximo día 28 de mayo, y, al menos en las informaciones de agencias que han trascendido hasta ahora, nada parece haberse dicho sobre Kaufmann. Y en la web del tenor, por el momento, tampoco aparece anunciado. Figura que canta el 18 de junio "Don Carlo" en Tokio y el 7 de julio "Fidelio" en Munich.

En cuanto a lo que se ha informado, parece que este año el certamen llevará por título “Amor és llibertat” y su Presidente, Zubin Mehta, ha manifestado que irá dedicado a los acontecimientos que están viviéndose actualmente en el Mediterráneo y a “los pueblos que han iniciado la batalla contra los regímenes dictatoriales”, sin que se refiriese a esta Comunidad, claro.

El Festival cuenta como principales eventos con las dos óperas que ya se anunciaron al principio de temporada, “Tosca” de Giacomo Puccini, y la ya citada “Fidelio” de Beethoven.

La “Tosca” que se estrenará el día 28 es una nueva coproducción de Les Arts, la Fundación del Festival Puccini de Torre del Lago, la Ópera de Montecarlo y el Teatro Regio de Turín. Cuenta con dirección escénica de Jean-Louis Grinda y musical de Zubin Mehta, y un reparto en el que figuran el galés Bryn Terfel como Scarpia, Oksana Dyka como Floria Tosca y de momento siguen anunciando a Marcelo Álvarez como Cavaradossi para todas las funciones, excepto la última, el 13 de junio, donde será el tinerfeño Jorge de León quien asuma el rol. Precisamente esa función del 13 de junio será retransmitida en directo a diversas capitales europeas y se proyectará en pantallas gigantes en algunos puntos de la capital valenciana, dentro de la iniciativa “Viva Europa 2011”.

La producción prevista de “Fidelio” es la que inauguró la actividad operística de Les Arts hace casi 5 años (cómo pasa el tiempo), y que está editada en Dvd, con dirección escénica de Pier'Alli y musical de Zubin Mehta. Entre los intérpretes, aparte del anuncio sorpresa de Kaufmann, destacan la soprano norteamericana Jennifer Wilson como Leonora, quien tendrá el difícil reto de que no nos acordemos demasiado de Waltraud Meier que fue quien intervino en su estreno en 2006; y alternándose en el papel de Florestan, Jonas Kaufmann (22 de junio), el gran Peter Seiffert (5, 8 y 11 de junio) y Lance Ryan (26 de junio).

El infecto Auditorio de Les Arts tendrá un lamentable (por demasiado destacado) protagonismo, albergando dos interesantes conciertos.

Por una parte, Zubin Mehta al frente de la Orquestra de la Comunitat Valenciana, dirigirá el 12 de junio, en conmemoración del centenario del fallecimiento de Gustav Mahler, su Sinfonía nº 3, con la presencia de la mezzosoprano holandesa Christianne Stotijn.

Y otro director legendario, el francés Georges Prêtre, tomará la batuta para dirigir (¡a punto de cumplir 87 lúcidos años!) a la Orquestra de la Comunitat Valenciana en la Trilogía Romana (“Feste Romane”, “Fontane di Roma” y “Pini di Roma”) de Ottorino Respighi, en lo que se denomina “concierto-espectáculo” (temblando estoy) con la colaboración de Carlus Padrissa y La Fura dels Baus, los días 17, 18 y 19 de junio.

“Liszt - Annees de Pelerinage” es el título de los tres recitales de piano que tendrán lugar los días 20, 21 y 23 de junio en la Sala Martín i Soler, donde se interpretarán, por músicos valencianos o vinculados a Valencia, las obras de Franz Liszt que conforman los tres volúmenes del compositor titulados “Años de Peregrinación”.

También en la Martín i Soler se llevará a cabo el 15 de junio “Palabra es Música”, con la interpretación de “obras para piano inspiradas en poemas” y en el Aula Magistral, el 31 de mayo, la lectura dramatizada de “La Tosca”, el drama concebido por el escritor francés Victorien Sardou en el que se basa el libreto de la ópera de Puccini.

De la próxima temporada 2011-2012 nada se ha dicho. Tan sólo Mehta ha comentado que volverá a Valencia en enero-febrero para dirigir “Don Giovanni”, intuyo que con la reposición de la producción, con dirección escénica de Jonathan Millar, que pudo verse en 2007 y cuya puesta en escena se vio limitada por la inundación que sufrió el monstruo de Calatrava.

A estas alturas, en que los principales teatros del mundo ya hace meses que han concretado repertorio, fechas e intérpretes, en casa Helga se sigue guardando silencio, con su habitual desprecio por músicos, cantantes y público. Luego se quejarán de que no puedan traer a los artistas deseados o de que cada vez reciban menos visitantes de fuera de la capital, pero no parecen ser conscientes de que el mundo de la ópera funciona a medio-largo plazo. Los artistas tienen que programar sus agendas y el aficionado dispuesto a desplazarse posiblemente ya haya optado por planificar sus viajes a otros escenarios cuando salga la información de Les Arts. Y es que funcionar a un buen nivel suele ser incompatible con trabajar a golpe de improvisación. Aunque a veces (las menos) puedan salir las cosas bien. Como en esta ocasión si, finalmente, acaba viniendo Jonas Kaufmann a Valencia.

Cruzaremos los dedos para que esta vez Helga no nos vuelva a tomar el pelo.

viernes, 13 de mayo de 2011

VIVAN LOS NOVIOS


Decía yo el otro día medio en broma, en el post sobre “Mefistofele”, que habría que ir buscando usos alternativos al infame Auditorio inaudible del Palau de les Arts. Pero hete aquí que su ilustre Intendente Helga, a la que siempre le gusta hacer todo a lo grande, se ha puesto manos a la obra y no sólo ha buscado nuevos destinos para el Auditorio, sino para todo el recinto calatravil.

Esta semana los principales medios de prensa han recogido la noticia de que el Palau de les Arts ha decidido alquilar sus espacios para la celebración de bodas. Y parece ser que la inauguración de esta nueva actividad tendrá lugar ya el próximo 17 de junio, día en que acogerá el banquete del enlace matrimonial del futbolista valenciano del Real Madrid Raúl Albiol.

En principio, todo lo que sea rentabilizar estas instalaciones culturales, especialmente en los momentos de crisis que vivimos que hacen peligrar su propia supervivencia, a mí no me parece mal, y no es este el único teatro de ópera que lo hace. Pero hay que reconocer que el tema suena a chiste.

Me consta que, no hace muchos meses, el recinto valenciano se ha negado a alquilar sus espacios a actividades parecidas de índole privada e incluso se han puesto múltiples problemas para la cesión remunerada de sus salas para actuaciones musicales; y ahora que la cosa aprieta lo único que se les ocurre es convertir el teatro de ópera de la ciudad en los Salones Kataoria. Lo cual en sí no es malo, si luego limpian el arroz y los jirones de corbatas, pero sería deseable que sus gestores y los faraónicos ideólogos de la construcción del monstruo hiciesen gala de una mayor imaginación para darle un uso cultural rentable a un edificio concebido a tal fin y que se nutre de fondos públicos.

Llevamos comentando desde hace mucho tiempo que no se entiende cómo Les Arts no incluye en su gestión algunas aportaciones que existen en cualquier recinto operístico de medio pelo y que le permitiría ofrecer un mejor servicio a sus visitantes y obtener algunos ingresos adicionales, aunque sean pequeños, pero directamente relacionados con su actividad, como por ejemplo aumentar el número de puestos de cafetería y catering o instalar una tienda donde vender su merchandising y sus propias producciones editadas en Cd o Dvd y que se pueden encontrar en cualquier establecimiento comercial de Europa, pero no en Casa Helga.

Me llama también la atención que se opte por este recinto para ofrecer banquetes, cuando siempre ha habido coincidencia en que una de las características de Les Arts es lo inhóspitos y poco acogedores que son sus espacios. Porque supongo que no les meterán en la sala principal con una bandeja tipo avión para cada uno con su menú, mientras siguen la letra de “La Conga de Jalisco” en las pantallas para subtítulos… pero en fin, eso ya es algo que tendrán que valorar los contrayentes, además de estar dispuestos a soltar los 10.000 euros del ala que dicen que van a cobrarles por el alquiler.

Y, ojo, que como la “Sección Bodas” de Les Arts funcione con la misma formalidad y precisión que la que gestiona los espectáculos operísticos, apañados van los novios, cuando en vez del cremoso de foie les den una lata de Apis y en lugar del Château Latour del 82 les saquen un Don Simón picao.

En cualquier caso, ya digo que no me parece mal todo lo que sea generar ingresos que permitan la subsistencia de la ópera en nuestra ciudad. Cosa distinta será lo que piensen los empresarios hosteleros dedicados a estos menesteres acerca de que un recinto cultural financiado con dinero público les haga la competencia.

Eso sí, esperemos que por lo menos no acabe la estupenda Orquestra de la Comunitat Valenciana, o lo que quede de ella a fin de temporada, subsistiendo a base de amenizar los casorios, con Wellber al frente, tocando “Paquito el Chocolatero” o “El Tiburón”.

Que se besen los padrinos.

miércoles, 11 de mayo de 2011

EL MÁGICO JARDÍN DE KLINGSOR

Jardines de Villa Rufolo – Ravello - Italia

“El mágico jardín de Klingsor ha sido encontrado”. Esa fue la frase que escribió Richard Wagner el 28 de mayo de 1880 en el libro de registro de visitantes ilustres de Villa Rufolo, en Ravello, una pequeña población de la región italiana de Campania a la que había acudido acompañado de Paul von Joukowsky, un pintor amigo de un hijo de Goethe, que había conocido al compositor pocos meses antes en Nápoles y que acabaría siendo quien diseñaría los decorados para el estreno de “Parsifal”.

Hay distintas versiones acerca de la auténtica influencia que la visión de los jardines de Villa Rufolo tuvo en la versión final de la genial ópera wagneriana. Encontramos desde quien sostiene que la belleza del lugar inspiró directamente al compositor la creación misma de todo el acto II, que se desarrolla en el castillo y jardines encantados de Klingsor; hasta quien afirma que la obra ya estaba prácticamente ultimada y que la frase escrita por Wagner no pasaba de ser más que una cortés muestra de lo mucho que le había gustado ese enclave.


Lo cierto es que Wagner comenzó la composición de “Parsifal”, en la residencia que le había sido cedida en Zurich por Otto von Wesendonck, en abril de 1857 (el día de Viernes Santo si nos atenemos a lo escrito por el propio compositor en su autobiografía “Mein Leben”). Wagner interrumpiría y retomaría la composición en varias ocasiones, hasta que en 1877 se dedicó ya de lleno a ella hasta su estreno en 1882.

Todo indica que cuando Wagner llegó a Ravello el diseño de “Parsifal” difería poco de su versión definitiva, al menos en lo esencial, por lo que no resulta muy creíble que el impresionante acto II se reescribiese a partir de la visión de Villa Rufolo. No es descartable que algún elemento concreto de la obra pudiera retocarse como consecuencia de esa visita, pero lo más razonable parece ser que la influencia del lugar se limitase en su caso al diseño de la escenografía de ese acto II. De hecho, se dice que fueron los dibujos de los jardines que hizo Paul von Joukowsky mientras visitaba Villa Rufolo junto a Wagner, los que llevaron a éste a encargarle el diseño del vestuario y decorados de su ópera.

Así que no sé cuál sería la trascendencia real que tuvo Ravello en Wagner para la creación de su “Parsifal”, pero lo que sí es indiscutible es la influencia que esa historia ha tenido sobre la localidad: calles con el nombre del compositor, establecimientos de lo más variopinto (bares, librerías, hoteles, agencias turísticas) que se llaman Klingsor, Wagner o Parsifal, un festival de música que se celebra todos los años en los jardines de Villa Rufolo en una terraza sobre el acantilado y referencias a la visita wagneriana en todo folleto turístico que se precie.


131 años después de que el genio de Leipzig llegase a Ravello, quise aprovechar mi escapada a la Costa Amalfitana para acercarme yo también a Villa Rufolo. Y la verdad es que la visita valió la pena, aunque nadie me pidiese firmar en el libro de ilustres visitantes ni me surgiese la inspiración para dedicarle a Helga un mísero pasodoble. Pero la experiencia de pasear por ese recinto en un momento en que estaba casi vacío, disfrutando de las increíbles vistas de la costa que se tienen desde los jardines, con la inmensidad del mar al frente, escuchando en mi Ipod el segundo acto de "Parsifal", mientras una fina lluvia comenzaba a caer, fue una vivencia inolvidable y, con o sin la intervención de Klingsor, realmente mágica.



Para finalizar, como no podía ser de otra forma, os dejo con la escena de las muchachas-flor del segundo acto de “Parsifal” de Richard Wagner, en la interpretación de la Orquesta del Festival de Bayreuth dirigida por el legendario Hans Knappertsbusch en 1962, con el tenor americano Jess Thomas como Parsifal y unas muchachas-flor de lujo: Gundula Janowitz, Anja Silja, Else-Margrete Gardelli, Dorothea Siebert, Rita Bartos y Sona Cervená:


video de thehappymonkey

martes, 3 de mayo de 2011

SURTIDO NAPOLITANO


Si blogger se porta como es debido, este post se habrá publicado automáticamente mientras yo paso unos días de vacaciones por tierras napolitanas y sorrentinas. Así que para compartirlo de algún modo con vosotros, os dejo en compañía de un ramillete bastante apañado de tenores interpretando canciones napolitanas. Espero que os guste.

Empezamos con un ilustre napolitano, Enrico Caruso, cantando “Fenesta che lucive”, una canción que parece atribuirse a Vincenzo Bellini:


video de tomfroekjaer

Ahora es Beniamino Gigli quien canta “Ti voglio tanto bene”, de Ernesto de Curtis:


video de OldMusic44

También de Ernesto de Curtis es esta “Non ti scordar di me”, que podemos escuchar en la interpretación de Carlo Bergonzi, en un recital en Tokio cuando contaba 62 añitos:


video de masacian

Y, una vez más, Ernesto de Curtis es el autor de “Tu ca nun chiagne”, que nos canta, en un playback muy discretito, el siempre excesivo Mario del Monaco:


video de Oneguin65

Es ahora Giuseppe di Stefano quien canta “Tutta pe’mme” de Lama y Fiore:


video de alfonsorama1

Luciano Pavarotti, acompañado al piano por James Levine, nos ofrece su versión de “Marechiare” de Tosti:


video de uncjim

Y finalizo con mi admirado Tito Schipa cantando “Torna a Surriento” de Ernesto y Gian Battista De Curtis:


video de macciboma