Como ya os anuncié cuando todavía tenía las vacaciones por delante (¡qué días aquellos!), al final pude hacer una escapadita rápida a Praga y Viena. Siempre es un placer visitar ciudades donde la cultura en general, y muy especialmente la música, está presente en cada rincón y se mantiene como algo profundamente arraigado en sus habitantes, que la sienten como algo consustancial a su vida diaria.
En Viena pude asistir a un estupendo concierto en Musikverein y admirar la dorada sala donde hordas de japoneses adinerados celebran la llegada del nuevo año palmeando frenéticamente con sonrisa aborregada los compases de la Marcha Radetzky. No había comenzado aún la temporada en el Konzerthaus, así que me quedé con las ganas de hacer triplete, pero sí que lo acababa de hacer la de la Staatsoper, donde pude disfrutar en su bellísimo recinto de un estupendo “Faust” de Charles Gounod, que es de lo que os quería hablar hoy.
Se trata de la misma producción que se presentó ya el pasado año en este mismo recinto, entonces con la parejita Alagna-Gheorghiu en los papeles protagonistas junto al coreano Kwangchul Youn. Curiosamente, la pareja del segundo reparto de entonces, Piotr Beczala y Soile Isokoski, fueron ahora los protagonistas, acompañados de nuevo por el coreano como Mefistófeles.
La concepción escénica de Nicolás Joel y Stéphane Roche y la escenografía de Andreas Reinhardt me parecieron deplorables. Un minimalismo extremo, donde tan sólo unos enormes paneles movibles iban configurando los distintos ambientes escénicos con el apoyo de mínimos detalles: un órgano en la escena de la iglesia, un banco y unas flores eran el jardín de Marguerite... En fin, una mamarrachada carente de cualquier interés, con pretensiones de modernidad y, lo peor de todo, profundamente fea.
Este minimalismo se extendió también a la dirección de actores, brillando por su ausencia. No se aportó absolutamente nada en este apartado y los cantantes en algún momento parecieron incluso perdidos en escena, costando a veces seguir la acción (como en el primer encuentro entre Faust y Marguerite).
Por el contrario, la dirección musical de Bertrand de Billy fue impecable. El parisino domina el repertorio francés y extrajo las mejores prestaciones de la estupenda orquesta vienesa, donde destacaron especialmente las maderas. Sólo trompas y trombones mostraron algún despiste en un par de entradas. Ofreció De Billy una lectura pasional y sensible de la partitura, con incisiva expresividad y multitud de matices, contribuyendo la maravillosa acústica de la sala a dotar de mayor calidez y empaste al conjunto.
Sensacional estuvo también el Coro de la Staatsoper, que se mostró en todo momento cohesionado y brillante, desenvolviéndose en escena con eficacia pese a la nula dirección artística de Joel y Roche.
El bajo coreano Kwangchul Youn, actualmente convertido en wagneriano de pro y habitual de Bayreuth, demostró un importante poderío vocal muy adecuado al personaje, si bien su escueta envergadura física y su gestualidad un tanto limitada, restaron enteros a la malignidad del rol. Exhibió una buena línea de canto y una voz de bello timbre y amplio registro, con mayor brillantez en la zona media y alta y cierta tendencia al vibrato en la más grave, aunque alcanzó con contundencia las zonas abisales de la partitura sin despeinarse. Estuvo espléndido en “Le Veau d’or” trazando hábilmente con su voz los rasgos más maliciosos. Sin embargo, en el "Vous qui faites l’endormie" adoptó un aire exageradamente burlesco y de mofa. Fue vocalmente un excelente Mefistófeles, pero a mi juicio pecó de potenciar en exceso los matices cómicos y sarcásticos dejando un poco oculta la diabólica maldad.
La finlandesa Soile Isokoski es una cantante que siempre me ha gustado y a la que tengo un enorme respeto, cuya interpretación de los cuatro últimos lieder de Richard Strauss, me parece referencial. Isokoski afrontó el papel de la joven Marguerite con 52 años a sus espaldas, y (por Dios, espero que no lea esto) con apariencia de tener bastantes más. Realmente sólo se lleva 9 años de diferencia con Beczala, pero parecían 29, y resultaba poco creíble que el doctor Fausto hubiese aceptado vender su alma al diablo por esta Marguerite, salvo afectado de una gerontofilia incurable. Isokoski cantó con elegancia y buen gusto y presentó una voz nítida y cálida que mantiene una considerable frescura y una musicalidad y línea de canto más que notable. Afrontó el aria de las joyas con valentía, sin florituras exhibicionistas, pero con una corrección extrema en las coloraturas y un fraseo expresivo y sentido, alcanzando los agudos marcados en la partitura con aparente facilidad. En la bellísima aria del acto IV “Il ne revient pas”, se vivió probablemente el momento más emocionante de la velada, luciéndose la finlandesa en un derroche de canto emocionado, dramático y sensible que puso los pelos de punta. Llegó además Isokoski al exigente trío final con la voz incólume y se marcó unos agudos potentes y claros. Su actuación interpretativa estuvo lastrada, como todas, por una dirección artística ausente y en su caso además por la limitada movilidad de una señora avanzada en edad.
Aquí podemos ver a Isokoski hace 8 años como Marguerite, interpretando la archifamosa aria de las joyas:
video de coloraturafan
Adrian Eröd, cantante de la casa, fue un magnifico Valentín. Hizo auténtica ostentación de una verdadera voz baritonal, con brillo y volumen, que conjugó con una expresividad fabulosa. En el aria “Avant de quitter ces lieux” estuvo deslumbrante, pero mejor aún al final del acto IV, donde su “Ecoute-moi bien, Marguerite (…) Marguerite, sois maudite” fue realmente estremecedor y dramáticamente soberbio.
La joven y simpatiquísima mezzosoprano austriaca Michaela Selinger estuvo más que correcta en el papel de Siébel brillando especialmente en “Faites-lui mes aveux”, y Zoryana Kushpler cumplió como Marthe en lo vocal y supo aportar en lo interpretativo el matiz cómico del personaje.
No me gustó Hans Peter Kammerer en el breve papel de Wagner, estando demasiado impostado, con una voz fea y fuera de tono.
He dejado para el final al auténtico protagonista de la noche, que fue el extraordinario tenor polaco Piotr Beczala, posiblemente el mejor tenor lírico del panorama actual. El papel de Faust es actualmente parte fundamental de su repertorio, desde que lo cantase con enorme éxito en el ROH londinense, y es evidente que a Beczala este repertorio francés le va como anillo al dedo. Su exquisita línea de canto y la sublime elegancia y pulcritud en el fraseo se manifestaron con plenitud, acompañadas de unos agudos firmes, seguros, largos y bien atacados. Mostró igualmente sobrado volumen y una perfecta dicción. Es indudable que Beczala tiene unas facultades canoras naturales importantes que sabe explotar con una técnica irreprochable que le hace rozar la perfección, pero, en contra de lo que algunos opinan, ese perfeccionismo vocal en absoluto implica frialdad interpretativa. Todo lo contrario, Beczala derrochó un lirismo mayúsculo y una extrema sensibilidad durante toda su actuación. Consiguió enhebrar algunos pianissimi excelentes y supo jugar con los filati y la mezza voce, cuando era preciso. Su aria “Salut demeure chaste et pure” fue absolutamente antológica, alcanzando el terrible do de “la présence” con cristalinidad, sin respiraciones que interrumpieran la frase y marcándose un calderón infinito. Desde el maestro Alfredo Kraus no había escuchado yo una interpretación tan redonda. Llegó a la escena final sin aparentes signos de desgaste vocal y en plenitud de facultades. Tuvo en general un buen comportamiento escénico pese a la ya repetida ausencia de dirección que hacía que pareciese que cada uno iba un poco a la suya, y a tener que mostrar pasión en el cortejo a esa encantadora damisela que cantaba de lujo, pero parecía su abuela.
Hace tiempo que Beczala se reconoció públicamente un admirador incondicional del desaparecido tenor aleman Fritz Wunderlich, y es realmente sorprendente y casi mágico lo que recuerda la voz del polaco al gran Wunderlich.
Al final de la noche tuve la fortuna de coincidir con Beczala a la salida, quien tuvo la deferencia de charlar unos minutos conmigo, hablando de su amiga la soprano valenciana Isabel Rey y anunciándome su próxima actuación en Bilbao con “Faust” en noviembre, “y unos meses después” en Barcelona, lo cual me sorprendió bastante pues no tenía noticia de esa visita barcelonesa. De hecho en la página del tenor nada se dice de ello, así que no sé si realmente me dio una información relevante o es que estaba aún más despistado que yo.
Para finalizar os dejo tres videos de Beczala, no en su papel de Faust, sino interpretando tres arias de operetas del austriaco Franz Lehár. En primer lugar, le escuchamos en "Wie eine Rosenknospe" de "La Viuda Alegre":
video de sdmachado
En Viena pude asistir a un estupendo concierto en Musikverein y admirar la dorada sala donde hordas de japoneses adinerados celebran la llegada del nuevo año palmeando frenéticamente con sonrisa aborregada los compases de la Marcha Radetzky. No había comenzado aún la temporada en el Konzerthaus, así que me quedé con las ganas de hacer triplete, pero sí que lo acababa de hacer la de la Staatsoper, donde pude disfrutar en su bellísimo recinto de un estupendo “Faust” de Charles Gounod, que es de lo que os quería hablar hoy.
Se trata de la misma producción que se presentó ya el pasado año en este mismo recinto, entonces con la parejita Alagna-Gheorghiu en los papeles protagonistas junto al coreano Kwangchul Youn. Curiosamente, la pareja del segundo reparto de entonces, Piotr Beczala y Soile Isokoski, fueron ahora los protagonistas, acompañados de nuevo por el coreano como Mefistófeles.
La concepción escénica de Nicolás Joel y Stéphane Roche y la escenografía de Andreas Reinhardt me parecieron deplorables. Un minimalismo extremo, donde tan sólo unos enormes paneles movibles iban configurando los distintos ambientes escénicos con el apoyo de mínimos detalles: un órgano en la escena de la iglesia, un banco y unas flores eran el jardín de Marguerite... En fin, una mamarrachada carente de cualquier interés, con pretensiones de modernidad y, lo peor de todo, profundamente fea.
Este minimalismo se extendió también a la dirección de actores, brillando por su ausencia. No se aportó absolutamente nada en este apartado y los cantantes en algún momento parecieron incluso perdidos en escena, costando a veces seguir la acción (como en el primer encuentro entre Faust y Marguerite).
Por el contrario, la dirección musical de Bertrand de Billy fue impecable. El parisino domina el repertorio francés y extrajo las mejores prestaciones de la estupenda orquesta vienesa, donde destacaron especialmente las maderas. Sólo trompas y trombones mostraron algún despiste en un par de entradas. Ofreció De Billy una lectura pasional y sensible de la partitura, con incisiva expresividad y multitud de matices, contribuyendo la maravillosa acústica de la sala a dotar de mayor calidez y empaste al conjunto.
Sensacional estuvo también el Coro de la Staatsoper, que se mostró en todo momento cohesionado y brillante, desenvolviéndose en escena con eficacia pese a la nula dirección artística de Joel y Roche.
El bajo coreano Kwangchul Youn, actualmente convertido en wagneriano de pro y habitual de Bayreuth, demostró un importante poderío vocal muy adecuado al personaje, si bien su escueta envergadura física y su gestualidad un tanto limitada, restaron enteros a la malignidad del rol. Exhibió una buena línea de canto y una voz de bello timbre y amplio registro, con mayor brillantez en la zona media y alta y cierta tendencia al vibrato en la más grave, aunque alcanzó con contundencia las zonas abisales de la partitura sin despeinarse. Estuvo espléndido en “Le Veau d’or” trazando hábilmente con su voz los rasgos más maliciosos. Sin embargo, en el "Vous qui faites l’endormie" adoptó un aire exageradamente burlesco y de mofa. Fue vocalmente un excelente Mefistófeles, pero a mi juicio pecó de potenciar en exceso los matices cómicos y sarcásticos dejando un poco oculta la diabólica maldad.
La finlandesa Soile Isokoski es una cantante que siempre me ha gustado y a la que tengo un enorme respeto, cuya interpretación de los cuatro últimos lieder de Richard Strauss, me parece referencial. Isokoski afrontó el papel de la joven Marguerite con 52 años a sus espaldas, y (por Dios, espero que no lea esto) con apariencia de tener bastantes más. Realmente sólo se lleva 9 años de diferencia con Beczala, pero parecían 29, y resultaba poco creíble que el doctor Fausto hubiese aceptado vender su alma al diablo por esta Marguerite, salvo afectado de una gerontofilia incurable. Isokoski cantó con elegancia y buen gusto y presentó una voz nítida y cálida que mantiene una considerable frescura y una musicalidad y línea de canto más que notable. Afrontó el aria de las joyas con valentía, sin florituras exhibicionistas, pero con una corrección extrema en las coloraturas y un fraseo expresivo y sentido, alcanzando los agudos marcados en la partitura con aparente facilidad. En la bellísima aria del acto IV “Il ne revient pas”, se vivió probablemente el momento más emocionante de la velada, luciéndose la finlandesa en un derroche de canto emocionado, dramático y sensible que puso los pelos de punta. Llegó además Isokoski al exigente trío final con la voz incólume y se marcó unos agudos potentes y claros. Su actuación interpretativa estuvo lastrada, como todas, por una dirección artística ausente y en su caso además por la limitada movilidad de una señora avanzada en edad.
Aquí podemos ver a Isokoski hace 8 años como Marguerite, interpretando la archifamosa aria de las joyas:
video de coloraturafan
Adrian Eröd, cantante de la casa, fue un magnifico Valentín. Hizo auténtica ostentación de una verdadera voz baritonal, con brillo y volumen, que conjugó con una expresividad fabulosa. En el aria “Avant de quitter ces lieux” estuvo deslumbrante, pero mejor aún al final del acto IV, donde su “Ecoute-moi bien, Marguerite (…) Marguerite, sois maudite” fue realmente estremecedor y dramáticamente soberbio.
La joven y simpatiquísima mezzosoprano austriaca Michaela Selinger estuvo más que correcta en el papel de Siébel brillando especialmente en “Faites-lui mes aveux”, y Zoryana Kushpler cumplió como Marthe en lo vocal y supo aportar en lo interpretativo el matiz cómico del personaje.
No me gustó Hans Peter Kammerer en el breve papel de Wagner, estando demasiado impostado, con una voz fea y fuera de tono.
He dejado para el final al auténtico protagonista de la noche, que fue el extraordinario tenor polaco Piotr Beczala, posiblemente el mejor tenor lírico del panorama actual. El papel de Faust es actualmente parte fundamental de su repertorio, desde que lo cantase con enorme éxito en el ROH londinense, y es evidente que a Beczala este repertorio francés le va como anillo al dedo. Su exquisita línea de canto y la sublime elegancia y pulcritud en el fraseo se manifestaron con plenitud, acompañadas de unos agudos firmes, seguros, largos y bien atacados. Mostró igualmente sobrado volumen y una perfecta dicción. Es indudable que Beczala tiene unas facultades canoras naturales importantes que sabe explotar con una técnica irreprochable que le hace rozar la perfección, pero, en contra de lo que algunos opinan, ese perfeccionismo vocal en absoluto implica frialdad interpretativa. Todo lo contrario, Beczala derrochó un lirismo mayúsculo y una extrema sensibilidad durante toda su actuación. Consiguió enhebrar algunos pianissimi excelentes y supo jugar con los filati y la mezza voce, cuando era preciso. Su aria “Salut demeure chaste et pure” fue absolutamente antológica, alcanzando el terrible do de “la présence” con cristalinidad, sin respiraciones que interrumpieran la frase y marcándose un calderón infinito. Desde el maestro Alfredo Kraus no había escuchado yo una interpretación tan redonda. Llegó a la escena final sin aparentes signos de desgaste vocal y en plenitud de facultades. Tuvo en general un buen comportamiento escénico pese a la ya repetida ausencia de dirección que hacía que pareciese que cada uno iba un poco a la suya, y a tener que mostrar pasión en el cortejo a esa encantadora damisela que cantaba de lujo, pero parecía su abuela.
Hace tiempo que Beczala se reconoció públicamente un admirador incondicional del desaparecido tenor aleman Fritz Wunderlich, y es realmente sorprendente y casi mágico lo que recuerda la voz del polaco al gran Wunderlich.
Al final de la noche tuve la fortuna de coincidir con Beczala a la salida, quien tuvo la deferencia de charlar unos minutos conmigo, hablando de su amiga la soprano valenciana Isabel Rey y anunciándome su próxima actuación en Bilbao con “Faust” en noviembre, “y unos meses después” en Barcelona, lo cual me sorprendió bastante pues no tenía noticia de esa visita barcelonesa. De hecho en la página del tenor nada se dice de ello, así que no sé si realmente me dio una información relevante o es que estaba aún más despistado que yo.
Para finalizar os dejo tres videos de Beczala, no en su papel de Faust, sino interpretando tres arias de operetas del austriaco Franz Lehár. En primer lugar, le escuchamos en "Wie eine Rosenknospe" de "La Viuda Alegre":
video de sdmachado
A continuación, le vemos en "Dein ist mein ganzes Herz" de "La Tierra de las sonrisas":
video de sdmachado
video de sdmachado
Y por último podemos verle interpretar "Freunde, das Leben, Ist Lebenswert!" de "Giuditta":
video de orfnos
video de orfnos
Enhorabuena por esta estupenda crónica. No sabes cuánto se agradecen esos toques acidocáusticos que a una la hacen reir de lo lindo, son sin duda tu sello personal. Y en días como el de hoy, reir es lo mejor que se puede hacer; I don't like Monday ... -but working of course- Gracias Atticus.
ResponderEliminarBienvenido!
Ay, que ganas de volver a la ópera. Tengo la mona, como decía el abuelo de Makinavaja, y encima con tu crónica, tan buena como de costumbre, me estás poniendo los dientes largos.
ResponderEliminarDe lo que me alegro es de lo que cuentas de Beczala. Es un tenor que me gusta mucho (en disco y DVD, nunca lo he escuchado en vivo) y si tú dices que te gustó tanto es que las esperanzas que tenía puestas en él no eran infundadas.
...Pues al Liceo esta póxima temporada no viene, como no sea la siguiente..
ResponderEliminarGracias por la crónica y los videos.
(¿Señora de avanzada edad?, jolín que depresión!!!!)
Al fin estás de vuelta con tus estupendas crónicas. Se te echaba de menos.
ResponderEliminarQué suerte haber podido estar en la ópera de Viena y encima escuchar a Beczala. A mi me encanta. Esperemos que no se eche a perder como otros, aunque éste me parece que cuida mejor su repertorio.
No tenía ni idea de que iba a ir a Barcelona. Hace tiempo se anunció un Fausto con Beczala en el Liceu para febrero de 2010, pero luego parece que cayó de la programación.
Veremos.
Me alegra leerte de nuevo con tu peculiar humor, aunque creo que has sido un poquito cruel con Isokoski, jo, no es tan mayor...
Gracias por tu post.
Fantástico Atticus.
ResponderEliminarMe alegre doblemente el triunfo de este Faust. Con el gran Beczala a la cabeza y luego, efectivamente, viene al Liceu con el Faust la temporada 2010-2011.
A este señor le deben ir las maduritas, ya que creo que la Margueritte del Liceu será la Fleming, aunque.....
Lo que conozco de Beczala en DVD es magnífico, y esta estupenda crónica no hace sino aumentar mi entusiasmo. A ver si no se jode y tenemos tenor lírico pa' rato.
ResponderEliminarPues si esto es volver perezoso, cuando empieces a entusiasmarte, veremos....
ResponderEliminarMe encantan tus cronicas y tus videos.Se aprende muchisimo.
Gracias a todos por vuestros comentarios.
ResponderEliminarYo a Beczala le conocía también de grabación y me parecía magnífico, pero realmente cuando conoces a un artista es cuando le escuchas en directo, y él no sólo no me defraudó sino que superó mis expectativas, sobre todo en lo que se refiere a volumen y capacidad de matización... ah, y en simpatía.
María Teresa y Lidia: Creo que me he explicado un poco mal respecto a Isokoski. La mujer no es mayor, pero su aspecto era de mucho mayor de lo que realmente es, y sus movimientos en escena eran más los de una señora de setenta y tantos que los de una mujer de 52 (declarados). Igual tenía algún problema.
Joaquim: Me alegra leer que vendrá a Barcelona Beczala con Faust. Eso es lo que él dijo, desde luego, pero en su web no vi ninguna referencia porque sólo viene el calendario de la temporada 2009/2010 y me despistó. Intentaremos ir. ¿Con Fleming?. Bien. Pero ya le podrían poner alguna Marguerite de su quinta. A este paso hace pareja hasta con Renata Scotto. Si viene a Valencia ya sabe que la tendrá joven pero Voulgaridou.
Yo también tengo la mona, Titus, no te creas...
Hello Atticus!
ResponderEliminar¡Cómo he disfrutado con tu crónica! Has vuelto mimetizado de austrrrohungarrro y ya me han entrado ganas de ponerme a Beczala. Yo sí tuve la suerte de verle en directo: Una Lucia y una Damnation de Faust esta última en el Real con su trascendente esposa. En Lucia tuvo algunos problemas de respiración que ya he olvidado y pese a que se le aclamó, no abandonó el semblante grave. En la Damnation recibió los bravos y ovaciones con la misma simpatía que tu le atribuyes.
Los artistas no tienen edad. Eso dijo Josep Maria Flotats el día de su aniversario.
Saludos!
Hola Glòria. Gracias por tus comentarios. Pues sí, Beczala estuvo extremadamente simpático al acabar la función y estuvo charlando conmigo muy distendido, y se le veía contento. También al reibir las tremendas ovaciones que recibió lo hizo con la sonrisa en la cara y emocionado.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo en que los artistas no tienen edad, pero es evidente que les condiciona para hacer según qué cosas.
Enhorabuena por haber podido disfrutar de estos días en Praga y Viena y por la estupenda crónica que has escrito.
ResponderEliminarGracias Carlos por seguir pasando por aquí, y enhorabuena a tí por tu estupendo blog.
ResponderEliminarHola Atticus, perdona por un comentario tardío, sólo para meteros un poco de venenillo en el cuerpo . . . Beczala será Rodolfo en la Boheme del ROH este invierno. Yo sé que vosotros sois formales y no hacéis locuras pero si se os ocurriera . . . me pegáis un toque!
ResponderEliminarEl veneno ya estaba metido. Así que ten abiertas las líneas...
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