jueves, 24 de septiembre de 2009

"LA BOHÈME". Giacomo Puccini. Ópera Estatal de Praga - 05/09/09


Praga es sin duda una de las ciudades más bonitas del mundo, y es otro de esos enclaves donde se vive la música en cada rincón de la ciudad. Todo tipo de música. Música clásica en decenas de auditorios e iglesias, multitud de clubes de jazz, músicos callejeros en cada palmo de calle… Y sobre todo la deliciosa música de las manadas de turistas: “Neenaaa, ponte aquí y echa otra footo”.

En el caso de la ópera, Praga cuenta con tres importantes recintos donde se representan obras de repertorio internacional casi a diario. El Teatro Nacional (el más relevante), el coqueto Teatro Estatal (dedicado casi por completo actualmente a la música de Mozart, donde éste estrenó “Don Giovanni” el 29 de octubre de 1787), y la Ópera Estatal de Praga, donde finalmente pude asistir en una fría noche de primeros de septiembre a una representación de “La Bohème” de Giacomo Puccini.

El teatro de la Ópera Estatal de Praga (Státní Opera Praha) se inauguró el 5 de enero de 1888, con “Die Meistersinger von Nürnberg” de Richard Wagner. Por este recinto han pasado músicos como Mahler, Zemlinsky o Richard Strauss y cantantes de la categoría de Caruso, Gigli, Kiepura o María Jeritza. Hasta 1945 se le denominó “Nuevo Teatro Alemán”, cambiando su nombre tras la II Guerra Mundial y la ocupación nazi, por obvias razones. A partir de ese momento vivió una época de cierta decadencia, renaciendo plenamente con su actual denominación en 1992, con una programación regular que incluye óperas, ballet y conciertos prácticamente todos los días del año.

El teatro es un edificio muy vistoso, con un interior muy recargado, con estucos dorados y grandes lámparas y espejos, todo muy rococó, pero que resulta ciertamente atractivo. El público asistente presentaba una media de edad bastante más joven de lo que suele ser habitual en otros recintos, con un importante número de foráneos. Conscientes de este hecho y de la dificultad de entendimiento del idioma checo, las funciones son sobretituladas en checo e inglés.

La representación se enmarcaba dentro de un llamado “Festival de Ópera Italiana” donde en un plazo de 20 días se representaron 9 óperas de Verdi, 7 de Puccini y 1 de Rossini. Cambiando los decorados a diario. Con la misma orquesta y casi los mismos repartos. Ahí es ná.

La puesta en escena presentada el día 5 era sumamente clásica, fiel al libreto, con unos decorados sencillos pero de máxima eficacia. Mediante una plataforma giratoria, en menos de un minuto pasábamos de la buhardilla de Rodolfo y sus compañeros al Café Momus lleno de gente. La escenografía no presentaba grandes alardes, innovaciones ni lecturas alternativas, simplemente clasicismo y eficacia con fidelidad al libreto. ¿Esto es criticable? La discusión puede no acabar nunca, pero yo siempre he dicho y sigo manteniendo que prefiero que no me aporte nada una propuesta clásica y fiel a lo escrito, aunque me aburra el montaje, a que me deje igual de aburrido una majadería pretenciosa como, por ejemplo, la del “Faust” de Viena que os comenté en el anterior post.

Eso sí, aquí también hubo lugar para algunas sandeces del regista dignas de museo de los horrores. A saber, tres: la obra empieza con el foso apagado, abriéndose el telón y apareciendo los ocupantes de la buhardilla hablando en italiano acerca de las creaciones artísticas que están haciendo, introduciendo unas frases que no existen en el libreto ni tienen ningún sentido, luego se cierra el telón y ya comienza la música y la obra como tal. No sé si será muy profundo su significado o sólo profundamente estúpido. La segunda mamarrachada fue el primer golpe de tos de Mimí, que fue emitido en una grabación por megafonía a un volumen tal que parecía que Godzilla se había despertado con resaca; y la tercera, absolutamente ridícula y sonrojante, fue al final del primer acto, donde, en lugar de finalizar cantando fuera de escena Rodolfo y Mimí, se quedan delante del telón, que se cierra y, mientras se cambia el decorado (apenas llegó a 30 segundos), se pusieron a hacer sombras chinescas en el telón, una mariposita por acá, un conejito por allá y un borriquito por acullá… Para borrico (con perdón de la cabaña equina) el genio que se inventó semejantes necedades sin más justificación que un excesivo consumo de Becherovka.

La Orquesta de la casa mostró sobrada profesionalidad en una ejecución sin sobresaltos ni salidas de tono. El tempo marcado por el director, Jiri Strunc, pecó de rapidez, lo que en algún momento vino bien a los cantantes para aligerar situaciones comprometidas. La dirección fue correcta, aunque plana, no llegando a aportar un plus de emoción a la emocionante de por sí partitura pucciniana.

El Coro tuvo una relevante actuación, especialmente el femenino en el acto II. No se esperaron a saludar al final de la representación, seguramente debido al trabajo a destajo que llevan, con funciones diarias.

Me sorprendió sobremanera el Marcello del cantante Martin Bárta, una bellísima y potentísima voz baritonal que me hizo hasta dudar de su amplificación, aunque enseguida comprobé que era natural. Flaqueó en su capacidad de movimiento interpretativo en escena, lo que originaba que en ocasiones pareciese más un maniquí de atrezzo que un actor.

Christina Vasileva, como Mimí, estuvo también espléndida. Se trata de una soprano de 39 años, hija de madre checa y padre búlgaro, que desde 2006 es solista de la Ópera Estatal de Praga. Mostró un gran nivel vocal y unas cualidades excepcionales. Un bello timbre de soprano lírica, de gran volumen, con una zona media rica y carnosa y unos agudos fáciles, limpios y redondos, sin flaquear tampoco en la zona grave. Le faltó una mayor capacidad de matización, sobre todo en el primer acto, donde puso el forte en el piloto automático y no lo soltó. Sin embargo, en el tercero estuvo magnífica, jugando con las dinámicas y logrando algunos momentos verdaderamente emotivos. Se movió muy bien en escena, y exhibió una dicción perfecta.

Tomas Cerny es uno de los tenores solistas invitados permanentes en la Ópera Estatal y en el Teatro Nacional. Fue un Rodolfo muy aceptable, que estuvo mucho mejor en los actos III y IV que en los dos anteriores. Mostró también un amplio volumen, moviéndose cómodo en la zona media y aguda, aunque en “che gelida manina”, alcanzó el sobreagudo de “speranza” recurriendo al falsete cuando ya estaba a punto de caer en inmenso gallo. En la zona grave se movió con bastantes dificultades en la emisión. Mostró buen movimiento escénico, y en cualquier caso ofreció un canto agradable y gran profesionalidad.

Ludmila Vernerová fue una digna Musetta, sin más, que alcanzaba los agudos requeridos, pero planos, faltos de brillo y mordiente, y que en lo actoral estuvo también un poco Pinocho, como su amado Marcello.

Ivo Hrachovec fue un discreto Colline que solventó bastante bien su “Vecchia Zimarra”.

Oldrich Kriz, como Schaunard, estuvo espléndido como actor, pero con una voz muy cascada, y más temblona que los antebrazos de Aramís Fuster.

En definitiva pudimos disfrutar de un espectáculo interesante, de mucho mejor nivel que esas producciones eslavas que solían visitar Valencia antes de Les Arts, e incluso que alguna del propio Palau de doña Helga. Y al final pasamos una agradable velada por apenas 14 euros.

Al salir, para redondear la noche, una preciosa luna llena brillaba sobre los tejados de la ciudad vieja de Praga. Ya nos lo había advertido Rodolfo: “per fortuna è una notte di luna, e qui la luna l'abbiamo vicina”.

Como ilustración musical os dejo el aria de Mimí del acto I, "Sí, mi chiamano Mimí", en la extraordinaria interpetación de Montserrat Caballé en un concierto en el Liceu en 1975:



video de Onegin65

6 comentarios:

  1. Muchas gracias!!! Estoy planeando un viaje a Praga y me has hecho tener aún más ganas de hacerlo. Me has descubierto además intérpretes que no conocía en absoluto...y me has hecho reír, lo de los "antebrazos de Aramis Fuster" se merece un premio, jajajaja!!!

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  2. Qué risa con lo de Godzilla, ni a Bieito se le habría ocurrido una Mimí-dinosauria. Estupenda crónica, as usual.

    Yo estuve hace unos años en el mismo teatro, en mi caso viendo una Butterfly con cantantes muy mediocres y con la famosa plataforma rotatoria que cambia el decorado en cuestión de segundos. En Butterfly en vez de unir los dos primeros actos como cuentas que hicieron con La Bohème decidieron unir el segundo y el tercero, sin siquiera bajar el telón, con lo que la noche de vigilia de la prota duró dos segundos y enseguida se hizo de día. Pero aún así me lo pasé muy bien. Eso sí, al día siguiente fuí a ver Le Nozze di Figaro en el Teatro de los Estados y disfruté aun más, y además el nivel canoro fue muy superior.

    Maria Teresa, si no has estado nunca en Praga prepárate, es la ciudad más maravillosa que conozco, además de la más musical. Y no dejes de ir al pub "U Fleku", muy comercial pero con una cerveza y una comida espectacular.

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  3. Otra gozada de crónica. gracias Atticus. Es cierto, María teresa que praga es una de las ciudades más bellas de Europa. Detrás del viejo ayuntamiento no sé si sigue estando Rott, una pastelería y restaurante económicos y con gran sabor imperial aunque con aderezos del viejo comunismo.
    ¿Cuál será la próxima, Atticus?

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  4. Mª Teresa: Si puedes no pierdas la ocasión de ir a Praga. Vale la pena. Lo único, si puedes, echa en la maleta un frasquito de loción antiturista. El 'U Fleku' que comenta Titus es visita obligada.

    Titus: Yo me quedé con ganas del Teatro de los Estados.

    Glòria: El próximo viaje, si no pasa nada, será el puente de octubre a Londres para hacer doblete con Tristán y Carmen.

    Gracias a todos por los comentarios.

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  5. ¡Cuantos recuerdos! la última vez que estuve en Praga también tuve la oasión de ver (por enésima vez) un "Don Giovanni" en el Teatro Estatal, y es cierto que Praga es una ciudad que, musicalmente no defrauda. Se siente el gran respeto y tradición hacia la música que tiene esa ciudad. Y como conjunto urbano tampoco defrauda, salvo una cosa: los chechos son increíblemente secos y maleducados, a pesar de saber que sin el turista no son mucho. Maria Teresa, planea ¡ya! esa escapada.
    Y para cenar, ve a Malá Strana.

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  6. De mayor quiero ser como vosotros. Que bonito relato! me alegro de que tuvierais "una notte di luna" a la salida del teatro, supongo que en una ciudad así habrá sido especialmente bonito. Yo también me he reído un montón con lo de la tos en playback, aquí o se tiene tisis o no se tiene, tonterías las justas.
    Nunca he estado en Praga pero cada vez me entran más ganas.

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