A veces la vida
te sorprende con lo mejor de forma inesperada. Eso me ocurrió a mí la primera
vez que escuché a Carmen Avivar en el Palau de la Música cantar La Traviata. Me dejó absolutamente
conmocionado porque hacía mucho tiempo que no asistía yo a una interpretación
del papel de Violetta Valery tan rica
musicalmente, sentida y emocionante como la que ofreció ella. Desde entonces he procurado no dejar de acudir cada vez que puedo a las escogidas actuaciones que
ofrece como solista esta magnífica soprano valenciana miembro del Cor de la
Generalitat.
Por eso, tras el
decepcionante inicio de pretemporada vivido el pasado miércoles día 17 en Les
Arts, con esa Turandot de gran
producción, cantantes de renombre internacional y muy pobre resultado, de la
que ya os hablé aquí, ayer decidí no perderme la inauguración del ciclo Concerts
a la Fundació de este año, organizado por la Fundación Bancaja con
la colaboración de la Fundación Eutherpe, consistente en un recital
lírico en homenaje a Montserrat Caballé, a cargo de Carmen Avivar
acompañada al piano por Francesc Hervàs. Evento gratuito que, pese a las
inclemencias climatológicas que estamos padeciendo en València, llenó el salón
de actos de la Fundación Bancaja con gente haciendo cola en la puerta
desde más de una hora antes del evento y con las entradas agotadas desde el
miércoles a las pocas horas de comenzar su puesta a disposición del público.
Lo de homenaje a Montserrat Caballé es algo que
da cierto miedito. Parece que desde el fallecimiento de la soprano catalana todo
lo relacionado con el mundo de la lírica tenga que dedicarse a su memoria, con
mayor o menor acierto. Sin ir más lejos, en el ya mencionado estreno de Turandot en Les Arts nos encontramos en
el programa de mano con que esas funciones están dedicadas a la Caballé,
inmortal intérprete de los papeles de Liú
y Turandot. Pero vamos, si la Caballé
hubiera abierto un ojillo y visto lo que allí se estaba fraguando, creo que
hubiera convocado a Las Furias y lo de la gota fría hubiera sido un chiste.
Sin embargo, lo
vivido ayer en la Fundación Bancaja fue un dignísimo homenaje a la
figura de Caballé, recordando algunas de las arias y óperas más
emblemáticas de su carrera; y la voz, la técnica, la expresividad y el amor que
puso en su interpretación Carmen Avivar, honraron la memoria de la
catalana y demostraron al público que llenaba la sala que no era una
exageración lo que dijo en la presentación Álvaro López Jamar, Gerente y
Coordinador General de la Fundación Eutherpe, cuando anunció a la Avivar
como una de las mejores sopranos españolas de la actualidad.
Extraordinario el
recital de principio a fin, con una Carmen Avivar pletórica, entregadísima
y generosa, arriesgando sin miedo y dándolo todo. Podría haberse limitado a
unas cuantas arias poco comprometidas y de fácil aplauso para pasar el trámite
de un concierto gratuito; pero no, ofreció lo mejor de ella misma con una
selección de piezas muy exigentes y complicadas que acabó resolviendo con matrícula
de honor y un éxito apoteósico.
La bellísima voz
lírica de la cantante valenciana enamoró al público desde el primer instante.
Comenzó Carmen Avivar con un recuerdo a La Bohème, aunque no como Mimí,
rol señero de la Caballé, sino con el vals de Musetta que interpretó bajando al patio de butacas y seduciendo al
respetable como manda el papel. Desde ahí hasta el final del concierto la
conexión entre el público y la cantante fue absoluta.
Prosiguió con una
muy exigente "Ebben ne andró
lontana" de La Wally, de Catalani, donde
comenzó ya la exhibición de legato y
de manejo de la respiración presentes toda la noche, con una asombrosa
combinación en este fragmento de fuerza y delicadeza, todo en su justa medida.
Después abordó el “Signore ascolta”
de Turandot con una sensibilidad
mayúscula, como debe ser, con un magnífico control del aire y una sucesión de
filados, medias voces y pianísimos de exquisita factura. No pocos de los
presentes que habíamos acudido dos días antes al estreno de la Turandot de Les Arts nos preguntábamos
cómo era posible que esta mujer esté interviniendo en esas funciones en el coro
y con una brevísima intervención como doncella, en lugar de cómo la mejor Liú que hubiera pisado nuestro teatro. Y
finalizó la primera parte con otra preciosa pagina pucciniana, "Chi’l bel sogno di Doretta" de
La Rondine, un fragmento mucho más
complicado de lo que aparenta y en el que volvió a maravillarnos con su
técnica, su fraseo ligado, unos agudos timbradísimos y esos filados marca Avivar.
Debe reseñarse
también el excelente acompañamiento toda la noche al piano de Francesc
Hervàs, quien además también pudo lucirse en solitario abordando el Intermezzo de Cavalleria Rusticana en la primera parte y el Preludio de La Traviata
en la segunda.
Tras el descanso
otro dificilísimo reto, el “Ave Maria”,
del Otello de Verdi, con Avivar
de nuevo desbordando sensibilidad, jugando con la media voz y los pianísimos y
completamente metida en el papel de esa Desdémona
que sabe que va a morir, emocionándonos sin remisión. Pero eso no era nada para
lo que estaba por venir. En mi opinión lo mejor de la noche fue una memorable “Io son l’umile ancella”, de Adriana Lecouvreur de Cilea.
Inmensa la Avivar, perfecta. Desplegó todos sus recursos canoros para
brindarnos toda una clase de canto, con un fantástico control del fiato y de los recursos expresivos para
enhebrar un delicioso fraseo, con poderío y sentimiento; una explosión de
emoción que a buen seguro hubiera recibido el reconocimiento de las mismas Caballé
u Olivero.
Quiso Carmen
Avivar finalizar el recital a lo grande, abordando el “È strano…Ah, fors'è lui…Sempre libera” de La
Traviata, recorriéndose el pequeño escenario como si fuera el salón de la Valery y mostrando toda su fuerza
interpretativa, resolviendo la coloratura con suficiencia y permitiéndose
finalizar yéndose al esperado Mi bemol no escrito por Verdi. La sala
para entonces ya era un puro delirio, con todo el público en pie enloquecido,
ante lo que ofreció dos bises la cantante: el “Je veux vivre”, del Romeo y
Julieta de Gounod; y el celebérrimo “O mio babbino caro” de Gianni
Schicchi, que cuando fue anunciado provocó unos grititos de aprobación por
parte de unas mujeres de avanzada edad que yo juraría que incluso llegaron al
clímax. Aunque cuando deberían haber llegado fue cuando cerró el concierto Carmen
Avivar marcándose una messa di voce
espectacular.
Ya sabéis que
últimamente no suelo escribir en el blog sobre eventos musicales más allá de
los estrenos de Les Arts, pero en esta ocasión me he sentido en la obligación
de hacerlo. Me parecía casi una traición a lo muchísimo que me hizo disfrutar
ayer Carmen Avivar y al esfuerzo de organización de Álvaro López
Jamar y la Fundación Eutherpe, no dejar hoy al menos una pequeña y
humilde reseña que, a pesar de lo exagerado que suelo ser para lo bueno y lo
malo, lamentablemente no se acerca ni de lejos a expresar las sensaciones
vividas en este magnífico concierto.
Aunque una cosa
sí tengo clara. Si anoche la Caballé, desde allá donde esté, hubiera
escuchado un poquito a Carmen Avivar, seguro, seguro, que se hubiera
sentido agradecida por el homenaje y muy orgullosa de que las lecciones que nos
brindó con su inmenso arte tengan una digna sucesora.
Molt d’acord. Quant a l’Adriana, Cilea la va escriure per ella.
ResponderEliminarGracias por tu reseña. Es una pena que se esté desaprovechando un talento que, según tú, tendría tantas posibilidades.
ResponderEliminarLo que más que llama la atención es la variedad de arias que has mencionado,yendo desde algunas arias para líricas-ligeras hasta algunas de papeles dramáticos.
Me alegra que te animaras con esta crónica. También me habría gustado una del concierto de Mariella Devia. Un saludo.
Pues sí, es una pena para nosotros que esta mujer no se haya centrado más en su carrera solista porque calidad hay y mucha.
EliminarObviamente al tratarse de un recital con arias sueltas se pueden abordar papeles que no se asumirían en una ópera entera. Su voz es de lírica pura, pero no se resiente en papeles más ligeros e incluso en algunos más spinto.
El recital de Devia fue una cita importantísima para despedir como corresponde a una auténtica diosa del belcanto que hasta cuando va a abandonar su carrera lo va a hacer con una dignidad enorme. Ojalá tuviera yo tiempo y fuerzas para comentar todas esas cosas.
Un saludo y gracias por tu comentario
Quina ràbia em fa no haver pogut anar-hi. Estava fora. Jo no sé com ho fa Atticus, però no se li escapa ni un esdeveniment líric de València. Segur que va poc al cine... Voldria afegir el que Atticus, per la rigorositat del comentari, no podia dir. Carmen Avivar, en les relacions humanes, és l'anti-diva. Ho fa tot amb la naturalitat de qui no vol donar importància al seu meritori treball. La seua alegre simpatia és aclaparadora i contagiosa. Quan aneu al Palau de les Arts, amb tant de vestuari i maquillatge no la podreu conéixer sobre l'escenari. Però és molt senzill: en els apladiments finals mireu la membre del cor que està rient. Ella és Carmen Avivar.
ResponderEliminarQue va, que va... se me escapan muchos eventos, ya quisiera yo; pero este en cuanto me enteré me lancé en plancha.
EliminarY, por supuesto, comparto lo que es un hecho constatado por todos los que hemos tenido la suerte de conocer a Carmen fuera del escenario. Es un ser humano con un corazón más grande que su arte y, como dices, una simpatía y alegría contagiosas.