La mezzosoprano búlgara Vesselina Kasarova ofreció el pasado miércoles 24 un recital dedicado a arias de Rossini en el Palau de la Música de Valencia, acompañada por la Orquesta de Cámara de Basilea (Kammerorchesterbasel) dirigida por Giovanni Antonini, quienes en la segunda parte del concierto interpretaron la Séptima Sinfonía de Beethoven.
Lo primero a comentar es una decepción. A pesar de la política de precios de doña Mairen, de la consabida crisis y de la escasa publicidad que últimamente acompaña las representaciones musicales en esta ciudad, no me esperaba ver la sala principal del Palau con huecos. Es verdad que no eran excesivos, pero sí más de los que considero que merecía la primera actuación de Vesselina Kasarova en Valencia.
El concierto comenzó con la Orquesta de Cámara de Basilea afrontando la conocida Obertura de “La Italiana en Argel”, de Gioacchino Rossini. Una pieza que se inicia con el pizzicato de las cuerdas y la reposada melodía de los oboes, para enseguida entrar de lleno, con viveza y alegría, en territorio puramente rossiniano, con algunas pinceladas alusivas a la música oriental remarcadas en esta ocasión por la presencia entre la percusión de un campanil turco. Las progresiones en los tiempos y dinámicas fueron muy bien marcadas por Antonini, quien demostró una perfecta compenetración con la masa orquestal y ser un gran conocedor del repertorio rossiniano. Tanto el director como los músicos, durante toda la noche dieron además la impresión de estar sumamente relajados y disfrutando de su trabajo.
Seguidamente podemos escuchar la obertura de "La Italiana en Argel" interpretada por la Philharmonia Orchestra dirigida por Carlo Maria Giulini:
Tras la obertura salió a escena Vesselina Kasarova, quien comenzó su actuación con dos arias también de “La Italiana en Argel”: “Per lui che adoro” y “Amici, in ogni evento… Pensa alla Patria”. No tuvo la búlgara en su encarnación de la Isabella de la partitura rossiniana sus mejores momentos de la noche. Le faltó trasladar esa chispa y picardía que requiere el personaje. Vocalmente mostró desde el principio las virtudes y defectos que seguirían repitiéndose durante la velada y que son, en definitiva, los que caracterizan a esta cantante.
Tiene una voz grande, de inmenso volumen, bellísimo timbre oscuro, y con una zona grave cavernosa. Es en este territorio donde su instrumento resulta privilegiado, exhibiendo unos graves de auténtico lujo, y sólo por eso ya vale la pena escucharla. En el registro alto se movió también con solvencia, consiguiendo unos agudos fieros y potentísimos. Es en la zona media donde su canto presenta las mayores carencias, con demasiadas notas veladas y una emisión irregular, que originan una notable falta de homogeneidad entre registros. En las muy exigentes coloraturas escritas por Rossini hubo un poco de todo, desde correctas ejecuciones, a momentos donde pasó mayores apuros tendiendo a comerse notas.
Tras los fragmentos de “La Italiana en Argel” completó Kasarova su actuación con “Eccomi nal fine in Babilonia… Ah! Quell giorno ognor rammento”, de Semiramide, y “Perche turbar la calma di questo cor” de Tancredi. En ambos fragmentos me gustó más que al principio del recital, especialmente en Tancredi, donde presentó un canto más rico en matices y se aventuró por terrenos abisales consiguiendo algunos graves imposibles.
Al finalizar su actuación, la cantante fue largamente aplaudida y se vio forzada a ofrecer un bis que no debía llevar preparado, pues, tras una pequeña charla con Antonini y la orquesta, decidieron volver a interpretar el “Perche turbar la calma di questo cor” de Tancredi.
He de decir que disfruté mucho escuchándola y lo pasé realmente bien, pese a los defectos ya apuntados, compensándome con creces la posibilidad de escuchar en directo una voz como la de la búlgara, con esos graves que, desgraciadamente, hoy por hoy no son nada habituales.
A continuación podemos escuchar a Vesselina Kasarova cantando "Ah! Quell giorno ognor rammento”, de Semiramide:
La Orquesta de Cámara de Basilea, con Antonini al frente, ofreció en la segunda parte del concierto una ejecución de la Sinfonía nº 7 de Beethoven muy interesante. Si durante la primera parte dedicada a Rossini vimos a un Antonini dominador de la situación, dirigiendo la agrupación apenas con pequeños gestos, con la partitura de Beethoven se le vio mucho más desbordado, dando la impresión de que en cualquier momento la situación se le iba a ir de las manos e iba a acabar cada músico tocando a su aire. Pero afortunadamente no fue así. Impuso el italiano unos tempi velocísimos, quizás demasiado, pero el brío, fuerza y frescura que consiguió imprimir, así como un inteligente manejo de las dinámicas que propició una considerable riqueza cromática, de múltiples acentos, condujeron a un resultado final muy satisfactorio. Eso sí, convendría recomendarle a Antonini que, para futuras representaciones, intente controlar un poco su ímpetu y emoción al dirigir que le lleva a acompañar prácticamente toda la obra con su propia voz con unos “tchaaas, tchaaan” demasiado audibles.
El tema de conversación a la salida en todos los corrillos era la noticia, conocida esa misma mañana, de que el joven y prácticamente desconocido director de orquesta israelí Omer Meir Wellber será el sucesor de Lorin Maazel como director musical del Palau de Les Arts a partir de la temporada 2011-2012. Ya habrá tiempo de comentar largo y tendido sobre el tema y hacer todo tipo de elucubraciones y predicciones con mayor o menor fundamento. De momento, no me parece una buena noticia para los aficionados, aunque pone en evidencia la inteligencia de la Intendente de Les Arts (y no lo digo con segundas). Una vez descartadas, por diferentes motivos, las opciones de Muti, Chailly o Gergiev para sustituir a Maazel, la alternativa de Helga era contratar a alguien de segundo rango y esperar las críticas por no mantener el primer nivel, o apostar por un joven desconocido y presentarle como gran promesa. Con esta segunda opción se baja igualmente el nivel, pero si la cosa sale bien se habrá ahorrado una pasta importante y encima quedará como sabia visionaria, y si sale mal siempre se podrá decir que el chico es joven y necesita acoplarse, que los músicos son unos elitistas y no colaboran, etc., y seguirá ahorrándose una pasta. No, si lista es un rato… En fin, ya veremos.
Para finalizar os dejo con Vesselina Kasarova interpretando "Pensa a la patria" de "La Italiana en Argel":
Lo primero a comentar es una decepción. A pesar de la política de precios de doña Mairen, de la consabida crisis y de la escasa publicidad que últimamente acompaña las representaciones musicales en esta ciudad, no me esperaba ver la sala principal del Palau con huecos. Es verdad que no eran excesivos, pero sí más de los que considero que merecía la primera actuación de Vesselina Kasarova en Valencia.
El concierto comenzó con la Orquesta de Cámara de Basilea afrontando la conocida Obertura de “La Italiana en Argel”, de Gioacchino Rossini. Una pieza que se inicia con el pizzicato de las cuerdas y la reposada melodía de los oboes, para enseguida entrar de lleno, con viveza y alegría, en territorio puramente rossiniano, con algunas pinceladas alusivas a la música oriental remarcadas en esta ocasión por la presencia entre la percusión de un campanil turco. Las progresiones en los tiempos y dinámicas fueron muy bien marcadas por Antonini, quien demostró una perfecta compenetración con la masa orquestal y ser un gran conocedor del repertorio rossiniano. Tanto el director como los músicos, durante toda la noche dieron además la impresión de estar sumamente relajados y disfrutando de su trabajo.
Seguidamente podemos escuchar la obertura de "La Italiana en Argel" interpretada por la Philharmonia Orchestra dirigida por Carlo Maria Giulini:
Tras la obertura salió a escena Vesselina Kasarova, quien comenzó su actuación con dos arias también de “La Italiana en Argel”: “Per lui che adoro” y “Amici, in ogni evento… Pensa alla Patria”. No tuvo la búlgara en su encarnación de la Isabella de la partitura rossiniana sus mejores momentos de la noche. Le faltó trasladar esa chispa y picardía que requiere el personaje. Vocalmente mostró desde el principio las virtudes y defectos que seguirían repitiéndose durante la velada y que son, en definitiva, los que caracterizan a esta cantante.
Tiene una voz grande, de inmenso volumen, bellísimo timbre oscuro, y con una zona grave cavernosa. Es en este territorio donde su instrumento resulta privilegiado, exhibiendo unos graves de auténtico lujo, y sólo por eso ya vale la pena escucharla. En el registro alto se movió también con solvencia, consiguiendo unos agudos fieros y potentísimos. Es en la zona media donde su canto presenta las mayores carencias, con demasiadas notas veladas y una emisión irregular, que originan una notable falta de homogeneidad entre registros. En las muy exigentes coloraturas escritas por Rossini hubo un poco de todo, desde correctas ejecuciones, a momentos donde pasó mayores apuros tendiendo a comerse notas.
Tras los fragmentos de “La Italiana en Argel” completó Kasarova su actuación con “Eccomi nal fine in Babilonia… Ah! Quell giorno ognor rammento”, de Semiramide, y “Perche turbar la calma di questo cor” de Tancredi. En ambos fragmentos me gustó más que al principio del recital, especialmente en Tancredi, donde presentó un canto más rico en matices y se aventuró por terrenos abisales consiguiendo algunos graves imposibles.
Al finalizar su actuación, la cantante fue largamente aplaudida y se vio forzada a ofrecer un bis que no debía llevar preparado, pues, tras una pequeña charla con Antonini y la orquesta, decidieron volver a interpretar el “Perche turbar la calma di questo cor” de Tancredi.
He de decir que disfruté mucho escuchándola y lo pasé realmente bien, pese a los defectos ya apuntados, compensándome con creces la posibilidad de escuchar en directo una voz como la de la búlgara, con esos graves que, desgraciadamente, hoy por hoy no son nada habituales.
A continuación podemos escuchar a Vesselina Kasarova cantando "Ah! Quell giorno ognor rammento”, de Semiramide:
La Orquesta de Cámara de Basilea, con Antonini al frente, ofreció en la segunda parte del concierto una ejecución de la Sinfonía nº 7 de Beethoven muy interesante. Si durante la primera parte dedicada a Rossini vimos a un Antonini dominador de la situación, dirigiendo la agrupación apenas con pequeños gestos, con la partitura de Beethoven se le vio mucho más desbordado, dando la impresión de que en cualquier momento la situación se le iba a ir de las manos e iba a acabar cada músico tocando a su aire. Pero afortunadamente no fue así. Impuso el italiano unos tempi velocísimos, quizás demasiado, pero el brío, fuerza y frescura que consiguió imprimir, así como un inteligente manejo de las dinámicas que propició una considerable riqueza cromática, de múltiples acentos, condujeron a un resultado final muy satisfactorio. Eso sí, convendría recomendarle a Antonini que, para futuras representaciones, intente controlar un poco su ímpetu y emoción al dirigir que le lleva a acompañar prácticamente toda la obra con su propia voz con unos “tchaaas, tchaaan” demasiado audibles.
El tema de conversación a la salida en todos los corrillos era la noticia, conocida esa misma mañana, de que el joven y prácticamente desconocido director de orquesta israelí Omer Meir Wellber será el sucesor de Lorin Maazel como director musical del Palau de Les Arts a partir de la temporada 2011-2012. Ya habrá tiempo de comentar largo y tendido sobre el tema y hacer todo tipo de elucubraciones y predicciones con mayor o menor fundamento. De momento, no me parece una buena noticia para los aficionados, aunque pone en evidencia la inteligencia de la Intendente de Les Arts (y no lo digo con segundas). Una vez descartadas, por diferentes motivos, las opciones de Muti, Chailly o Gergiev para sustituir a Maazel, la alternativa de Helga era contratar a alguien de segundo rango y esperar las críticas por no mantener el primer nivel, o apostar por un joven desconocido y presentarle como gran promesa. Con esta segunda opción se baja igualmente el nivel, pero si la cosa sale bien se habrá ahorrado una pasta importante y encima quedará como sabia visionaria, y si sale mal siempre se podrá decir que el chico es joven y necesita acoplarse, que los músicos son unos elitistas y no colaboran, etc., y seguirá ahorrándose una pasta. No, si lista es un rato… En fin, ya veremos.
Para finalizar os dejo con Vesselina Kasarova interpretando "Pensa a la patria" de "La Italiana en Argel":