El pasado mes de diciembre falleció en Moscú la soprano rusa Galina Vishnevskaya (1926-2012). Quienes sigáis este blog y me conozcáis, sabréis que es una cantante por la que siento especial devoción. Su canto y su fuerza expresiva siempre me han cautivado y considero que en el repertorio ruso hay pocas voces que le hagan sombra.
Mi admiración por ella aumentó todavía más cuando conocí un poco las vicisitudes de su vida personal. Y es que la vida de Vishnevskaya estuvo plagada de emociones, penurias y desgracias a las que la fama posiblemente jamás consiguiese dar suficiente compensación.
Nacida en 1926, la guerra y la pobreza estuvieron presentes en sus años de juventud y la marcaron para siempre. Sus padres la abandonaron siendo niña y fue a vivir con su abuela paterna, quien murió como consecuencia de las quemaduras sufridas en un incendio cuando, al quedarse dormida junto a la estufa, sus ropas se prendieron. Galina contaba apenas 15 años, quedando entonces sola y sumida en la pobreza.
En 1943, en pleno sitio alemán de su ciudad natal de Leningrado (actual San Petersburgo) entró a estudiar en el Conservatorio y un año después contrajo matrimonio con el joven oficial de Marina Georgi Vishnevsky, de quien tomaría para siempre el apellido. La unión apenas duró unos meses debido al alcoholismo de él y a su férrea oposición a que Galina pudiese embarcarse de lleno en una carrera musical o artística.
Tras la liberación de Leningrado y ser condecorada con una medalla por participar activamente en la defensa de la ciudad, se unió a una pequeña compañía de opereta que dirigía Mark Ilich Rubin, 22 años mayor que ella, con quien además de trabajar acabaría casándose. Poco tiempo después tuvieron un hijo, pero el pequeño contrajo una infección y falleció a los dos meses de edad, contando en sus memorias Vishnevskaya que ella y su marido fabricaron el ataúd con unas tablas que forraron con tela blanca y enterraron a su hijo abriendo una fosa con sus propias manos luchando contra la dura tierra congelada del cementerio.
Su preparación técnica y vocal junto a Vera Nikolayevna Garina fue decisiva para lograr un cierto equilibrio e ilusión en su vida personal y sobre todo para el futuro éxito de su carrera, aunque a punto estuvo también ésta de frustrarse para siempre cuando a Vishnevskaya le detectaron una tuberculosis que exigía la extirpación de parte de un pulmón. Sin embargo, pudo vencer la enfermedad sin necesidad de intervención quirúrgica gracias a una fuerte medicación que obtuvo en el mercado negro, sin que, afortunadamente, sus capacidades vocales resultasen afectadas.
En 1952 participó en un concurso de canto organizado por el Teatro Bolshoi para la captación de jóvenes voces, logrando alzarse con la victoria, siendo admitida al año siguiente para formar parte de la compañía del Bolshoi, donde permanecería hasta 1974. En cuanto empezó a despuntar, la KGB contactó con ella para intentar utilizarla como confidente y descubrir a los presuntos enemigos del régimen infiltrados en el mundo artístico, aunque progresivamente pudo irse desvinculando de esas prácticas. Lo que no pudo evitar fue el acoso del entonces jefe del estado soviético, Nikolái Bulganin, quien cortejó a la cantante con inusitada insistencia. Pero él no sería el elegido para convertirse en su nueva pareja.
En 1955 su matrimonio con Mark Rubin pasaba por horas bajas y fue entonces cuando conoció al violonchelista Mstislav Rostropóvich, surgiendo inmediatamente una atracción mutua que les llevó a casarse ese mismo año. A partir de ese instante la vida personal de Vishnevskaya dio un definitivo giro positivo y al fin encontró la felicidad al lado de un hombre junto al que tuvo dos hijas y que fue su pareja hasta el fallecimiento de Rostropóvich, en 2007, tras 52 años de matrimonio.
En lo profesional, la carrera de Galina estaba en auge. Era ya plenamente reconocida en su país y comenzaba a triunfar paseando su arte por todo el mundo, pese a las restricciones que el gobierno soviético tenía para las salidas de los artistas nacionales fuera de sus fronteras, salvo que fuesen de la relevancia de Vishnevskaya o Rostropóvich que eran en aquel momento una inmejorable propaganda de la excelencia de la cultura soviética.
Sin embargo, a comienzos de los años 70 las cosas volvieron a torcerse cuando Rostropóvich alojó en su casa de campo al disidente político Aleksandr Solzhenitsyn y le defendió públicamente. Las autoridades prohibieron a la pareja actuar fuera de la URSS, silenciaron el trabajo de ambos y Rostropóvich fue incluso expulsado del Bolshoi. En 1974 ya no soportaron más esa situación y tomaron la difícil decisión de abandonar el país junto a sus hijas y residir en el extranjero. Así lo hicieron y, tras su exilio, les sería revocada la nacionalidad soviética como represalia.
En 1990, ya con Gorbachov en el poder, se acordó restaurarles su condición de ciudadanos soviéticos, gesto al que correspondieron Mstislav y Galina en 1991 regresando de nuevo a vivir en su país. Actualmente, los cuerpos de ambos reposan para siempre en el cementerio moscovita de Novodevichy.
Bueno, pues hasta aquí la pequeña reseña que quería hacer de la vida de Galina Vishnevskaya, una mujer de la que, además de su bellísima voz, he admirado su capacidad de lucha y superación, su arrolladora personalidad, la firmeza de su carácter y su fuerza para hacer frente a las adversidades con optimismo, viendo siempre la cara positiva de las cosas. Por eso era capaz de declarar que, a pesar de todo, había tenido en la vida lo mejor que puede existir: “el mejor teatro, el mejor esposo y los mejores directores de orquesta y de escena”.
Aunque hoy no me he centrado en la parte musical, no quisiera acabar sin dejaros la oportunidad de escuchar a Vishnevskaya. Se trata además de una pequeña joya a la que de momento se puede acceder gracias a los amigos de Youtube. Es un recital íntegro dedicado a canciones de Tchaikovsky que la cantante ofreció en el Gran Salón del Conservatorio de Moscú en 1964 acompañada al piano por su esposo Mstislav Rostropóvich. Dura poco más de una hora y es toda una gozada.