“El bohemio (Erik Satie en su estudio de Montmartre)” - 1891 – Santiago Rusiñol
Durante bastantes años el compositor francés Erik Satie intentó sobrevivir a su pobreza trabajando de pianista en distintos locales, especialmente en el cabaret parisino “Le Chat Noir”. En la entrada de este mítico recinto de Montmartre había un cartel que decía algo así como: “¡Paseante, detente!. Este edificio fue consagrado por voluntad del destino a las Musas y a la Alegría bajo los auspicios del Gato Negro. ¡Paseante, sé moderno!”.
Y es que, en aquellos años, “Le Chat Noir” era el paradigma de la modernidad y centro de reunión de la sociedad parisina en su animada vida nocturna. Pero también era el lugar al que acudían jóvenes artistas con el propósito de conseguir algún día leer sus versos, cantar sus canciones, vender sus dibujos o simplemente para dejarse ver con aire bohemio e intelectual en aquel templo de la modernidad.
Uno de esos jóvenes fue Satie. Con apenas 20 años, tras dar por finalizado su servicio militar con alguna que otra argucia (parece que se provocó una bronquitis para ser licenciado), se instaló en el barrio parisino de Montmartre y entró en contacto con el mundo bohemio de la capital, apareciendo un buen día por “Le Chat Noir”, donde se presentó como “Erik Satie, Gimnopedista”, y al poco tiempo era uno de los pianistas habituales del cabaret.
Su actividad en el mundo del music-hall no se limitó a “Le Chat Noir” y estuvo presente en otros locales emblemáticos de París, como “Le Divan Japonais”, inmortalizado por los carteles de Toulouse-Lautrec, o “L´Auberge du Clou”, donde conoció a Claude Debussy.
Durante las casi dos décadas en las que se ganó la vida como músico de cabaret o café-concert, Satie realizó arreglos de más de un centenar de canciones populares y además compuso algunas propias, muy alejadas del estilo de música que le consagraría definitivamente como uno de los más relevantes (y extravagantes) compositores de principios del siglo XX.
Satie siempre renegó de estas composiciones de cabaret, que consideraba decadentes y puramente alimenticias, pero no pudo evitar que esa música tuviera cierto reflejo en obras suyas posteriores y, en cualquier caso, aun constituyendo obras menores dentro de su producción, son atractivas, cadenciosas y pegadizas melodías que nos transportan inmediatamente al ambiente de las noches parisinas de comienzos del siglo XX.
Posiblemente las obras más conocidas sean “Tendrement”, “La Diva de l’Empire” y “Je te veux”. Al igual que otras muchas de las canciones de Satie de este periodo, fueron compuestas para Paulette Darty una cantante francesa que era conocida como “la reine de la valse lente”. Darty llegó a ser muy popular en el ámbito del cabaret y el music-hall, llegando a cantar en La Scala… bueno, en la otra Scala, un afamado music-hall parisino homónimo del teatro milanés.
“Tendrement”, con texto de Vincent Hyspa, es un ejemplo de esos “valses chantées” que popularizara Paulette Darty en los últimos años del siglo XIX. Aquí podemos escuchar esta pieza, en su versión para piano solo, interpretada por Jean-Yves Thibaudet:
Video de newFranzFerencLiszt
“La Diva de l’Empire” fue compuesta originariamente para voz y piano, con letra de Dominique Bonnaud y Numa Blès, aunque curiosamente se popularizaría en su versión para piano solo. No llega a ser un típico “valse chantée”, sino que suele asociarse más a los ritmos del cakewalk o el ragtime. He traído hoy la versión de la soprano británica Felicity Lott, acompañada al piano por el gran Malcolm Martineau, tal y como la interpretaron en el Liceu en la temporada 2002-2003:
Video de LiceuOperaBarcelona
“Je te veux”, con letra de Henry Pacory, fue estrenada en 1903 en La Scala (el cabaret) y es un prototipo de chanson de café concert con un bello aire de vals. La versión que de ella hace Jessye Norman, acompañada al piano por Elisabeth Cooper, me parece el mejor cierre posible para este post de hoy:
Video de PakoChile
Y es que, en aquellos años, “Le Chat Noir” era el paradigma de la modernidad y centro de reunión de la sociedad parisina en su animada vida nocturna. Pero también era el lugar al que acudían jóvenes artistas con el propósito de conseguir algún día leer sus versos, cantar sus canciones, vender sus dibujos o simplemente para dejarse ver con aire bohemio e intelectual en aquel templo de la modernidad.
Uno de esos jóvenes fue Satie. Con apenas 20 años, tras dar por finalizado su servicio militar con alguna que otra argucia (parece que se provocó una bronquitis para ser licenciado), se instaló en el barrio parisino de Montmartre y entró en contacto con el mundo bohemio de la capital, apareciendo un buen día por “Le Chat Noir”, donde se presentó como “Erik Satie, Gimnopedista”, y al poco tiempo era uno de los pianistas habituales del cabaret.
Su actividad en el mundo del music-hall no se limitó a “Le Chat Noir” y estuvo presente en otros locales emblemáticos de París, como “Le Divan Japonais”, inmortalizado por los carteles de Toulouse-Lautrec, o “L´Auberge du Clou”, donde conoció a Claude Debussy.
Durante las casi dos décadas en las que se ganó la vida como músico de cabaret o café-concert, Satie realizó arreglos de más de un centenar de canciones populares y además compuso algunas propias, muy alejadas del estilo de música que le consagraría definitivamente como uno de los más relevantes (y extravagantes) compositores de principios del siglo XX.
Satie siempre renegó de estas composiciones de cabaret, que consideraba decadentes y puramente alimenticias, pero no pudo evitar que esa música tuviera cierto reflejo en obras suyas posteriores y, en cualquier caso, aun constituyendo obras menores dentro de su producción, son atractivas, cadenciosas y pegadizas melodías que nos transportan inmediatamente al ambiente de las noches parisinas de comienzos del siglo XX.
Posiblemente las obras más conocidas sean “Tendrement”, “La Diva de l’Empire” y “Je te veux”. Al igual que otras muchas de las canciones de Satie de este periodo, fueron compuestas para Paulette Darty una cantante francesa que era conocida como “la reine de la valse lente”. Darty llegó a ser muy popular en el ámbito del cabaret y el music-hall, llegando a cantar en La Scala… bueno, en la otra Scala, un afamado music-hall parisino homónimo del teatro milanés.
“Tendrement”, con texto de Vincent Hyspa, es un ejemplo de esos “valses chantées” que popularizara Paulette Darty en los últimos años del siglo XIX. Aquí podemos escuchar esta pieza, en su versión para piano solo, interpretada por Jean-Yves Thibaudet:
Video de newFranzFerencLiszt
“La Diva de l’Empire” fue compuesta originariamente para voz y piano, con letra de Dominique Bonnaud y Numa Blès, aunque curiosamente se popularizaría en su versión para piano solo. No llega a ser un típico “valse chantée”, sino que suele asociarse más a los ritmos del cakewalk o el ragtime. He traído hoy la versión de la soprano británica Felicity Lott, acompañada al piano por el gran Malcolm Martineau, tal y como la interpretaron en el Liceu en la temporada 2002-2003:
Video de LiceuOperaBarcelona
“Je te veux”, con letra de Henry Pacory, fue estrenada en 1903 en La Scala (el cabaret) y es un prototipo de chanson de café concert con un bello aire de vals. La versión que de ella hace Jessye Norman, acompañada al piano por Elisabeth Cooper, me parece el mejor cierre posible para este post de hoy:
Video de PakoChile