Ayer miércoles tuvo lugar en el Teatro Principal de Valencia el estreno de “Marina”, de Emilio Arrieta, dentro del primer Festival de Zarzuela de la Comunidad Valenciana (ZAR Valencia) del que ya os hablé en un post anterior.
El festival propiamente dicho comenzó el martes con un estupendo recital de fragmentos de zarzuelas a cargo de la soprano valenciana Isabel Rey, acompañada del Orfeó Valencià Navarro Reverter y L´Ensemble Orchestral de Valencia, bajo la dirección de Vicente Martínez Alpuente, donde la cantante conquistó al patio de butacas con su expresividad lírica y absoluta adecuación estilística, destacando especialmente en una maravillosa interpretación de las carceleras de “Las Hijas del Zebedeo” de Chapí.
Entrando ya en el comentario de esta versión operística de “Marina” estrenada ayer, lo primero que quiero destacar es la dirección de escena, que corrió a cargo de Alexander Herold, quien presenta una interesante propuesta inspirada en la obra pictórica de Joaquín Sorolla. La producción no deja de ser tremendamente clásica, pero estéticamente resulta atractiva, creándose unas llamativas estampas visuales, sobre todo en el tercer acto, gracias fundamentalmente al gran trabajo de iluminación de Juanjo Llorens y una escenografía de Luis Crespo que, pese a la excesiva evidencia del cartón piedra del primer acto, crea el ambiente adecuado, facilitando al mismo tiempo el fluir de la acción.
La dirección de actores, sin ninguna aportación más allá de lo que exige el natural desarrollo de una trama sencilla como la de esta obra, se ha trabajado especialmente con los miembros del Orfeó Valencià Navarro Reverter, un coro amateur que ofreció un excelente rendimiento en el movimiento escénico, asumiendo incluso los bailes, con desparpajo y soltura.
Me pareció muy positiva la decisión de colocar al coro distribuido entre el patio de butacas y los palcos altos al comienzo del acto primero, logrando un efecto sonoro interesante y evitando un abigarramiento en el escenario que hubiera perjudicado el intimismo del momento.
Por el contrario, no sé si Herold será el responsable de que en el libreto se haya cambiado “playa la de Lloret” por “playa la del Saler” en la celebérrima entrada de Jorge, pero no me pareció nada acertado.
El director valenciano Vicente Martínez Alpuente al frente de L´Ensemble Orchestral de Valencia demostró veteranía pese a su juventud, con conocimiento y dominio del género, ofreciendo una lectura en la que se dejaban ver con claridad las connotaciones belcantistas de la partitura, no descuidando tampoco en ningún momento lo que ocurría sobre el escenario, marcando todas las entradas de coro y solistas, a los que mimó especialmente, regulando siempre el volumen de la agrupación orquestal.
La ostensible pifia del trompa solista en el Preludio fue compensada sobradamente en el Interludio previo al tercer acto, donde el mismo músico pudo resarcirse en la ejecución de un fragmento complicado que solventó con maestría. La prestación de la orquesta, aunque se apreciaron algunos desajustes en el primer acto, fue yendo a mejor y acabó siendo más que correcta y todo apunta a que en sucesivas funciones puede mejorar aún más. Además de la trompa, los solistas de flauta y arpa tuvieron también ocasión para lucirse.
“Marina” es una obra en la que si el coro cojea, todo el armazón musical puede venirse abajo estrepitosamente. En esta ocasión se contaba también con el riesgo añadido de tratarse, como ya he dicho antes, de un coro amateur, el Orfeó Valencià Navarro Reverter dirigido por Josep Lluis Valldecabres, cuyos componentes, además de no ser profesionales del canto, no han cobrado ni un euro por estas funciones ni por los meses de trabajo previo que hayan requerido. Pues bien, el coro no sólo no falló sino que se convirtió en la columna vertebral de la obra, constituyendo a mi juicio lo más destacable de la noche.
Se mostró muy afinado, equilibrado, sólido y empastado, especialmente el masculino, y con una perfecta dicción. Su comportamiento escénico, como ya he comentado, fue espectacular y la gran ovación recibida al caer el telón fue justa recompensa a un trabajo muy meritorio.
Aquí podemos escuchar y medio-ver un video con un breve fragmento de una de las intervenciones del coro al comienzo del segundo acto en la función de estreno de ayer de esta “Marina”:
video de MrRobuso
video de MrRobuso
Entre los solistas, yo destacaría el Roque que compuso el barítono alicantino Arturo Pastor, cantando con intención y muchísimo gusto, luciendo buena técnica y culminando con una Habanera magnífica.
El papel protagonista de Marina recayó en esta primera función en la guapa soprano María Rey-Joly que defendió aceptablemente bien su exigente papel con implicación dramática, voz de gran volumen y seguridad en la zona aguda, aunque allí el instrumento se mostrase demasiado oscilante. Su técnica respiratoria debería mejorar para no afear tanto el fraseo con sonoras inspiraciones.
El tenor ilicitano Javier Agulló fue un Jorge irregular. Presentó facilidad para el agudo, terreno en el que se mueve con más potencia, brillo y claridad que en su centro. Posiblemente ayer tuviese además algún problema de salud, ya que en su entrada “Costa la de Levante” directamente desafinó y se le quebró la voz de forma preocupante. Sin embargo, en el segundo acto estuvo muy seguro y alcanzó algunos agudos muy meritorios.
Gran dominio de la escena y profesionalidad se apreciaron en Miguel Sola, como Pascual y María José Martos como Teresa, ambos con mucha complicidad con los miembros del coro. Correcto estuvo también Vicente Antequera en su pequeño papel de Capitán.
Aunque el teatro presentaba una buena entrada, no llegó a llenarse. Posiblemente influyera el hecho de que a la misma hora el equipo de fútbol local se enfrentase contra el Chelsea en partido de Champions.
El público estuvo algo frío durante la representación, sobre todo en el patio de butacas. Desde luego bastante más de lo que el rendimiento artístico merecía, aunque al final si se tributaron calurosas ovaciones a todo el elenco, destacando en su premio al coro, a Rey-Joly y Arturo Pastor.
El partido de fútbol no fue el único evento social del día que afectó a la representación. En la puerta del Banco de España, en la acera de enfrente del teatro, se desarrolló una ruidosa manifestación de trabajadores de banca provistos de sirenas y bocinas varias, cuyas desacompasadas notas se percibieron demasiado claramente en el interior de la sala durante parte del primer acto, pero afortunadamente no duró demasiado la cosa.
Como ya manifesté en este mismo blog, considero que ZAR Valencia constituye una iniciativa muy valiente y loable que espero que pueda tener continuidad en los próximos años y podamos hablar pronto de un festival de zarzuela consolidado en nuestra ciudad, que ayude a dignificar y extender la afición por un género que merece, al menos, propuestas tan serias como esta “Marina” que está desarrollándose actualmente en Valencia, y animo desde aquí a todo el que no la haya visto para que procure acercarse y disfrutar de la bella partitura de Arrieta.
No quisiera acabar sin compartir una tontería. Siempre que escucho “Marina” me acabo acordando del personaje, creado por el entrañable Josep Escobar, don Pantuflo Zapatilla, padre de Zipi y Zape, catedrático de filatelia y colombofilia y aficionado a la zarzuela y especialmente a esta composición de Arrieta que aparecía en muchas de sus historietas. Ayer, entre el ruido de la calle, el fútbol y “Marina” recordé una de ellas y, mira por donde, la he encontrado por la red. Así que por si a alguien le puede interesar aquí la dejo. Si pincháis se ampliarán las imágenes: