martes, 31 de marzo de 2009

MAURICE JARRE. ADIOS AL MAESTRO


El pasado sábado falleció en Los Ángeles uno de los grandes nombres de la música cinematográfica, Maurice Jarre. El Festival de Berlín tuvo tiempo, el mes de febrero pasado, de entregarle un Oso de Oro por el conjunto de su carrera, momento al que pertenece la fotografía que encabeza este post.

Maurice-Alexis Jarre nació en Lyon (Francia), pero se instaló a mediados de los sesenta en Estados Unidos y se nacionalizó norteamericano. Cursó estudios musicales desde muy joven, surgiendo su vocación, según contó él mismo, tras escuchar una grabación de la Segunda Rapsodia Húngara de Liszt por Léopold Stokowski.

Sus inicios en la música los hizo como percusionista y en 1946 formó un dúo con el compositor Pierre Boulez para una compañía teatral.

Un día el joven director francés Georges Franju asistió a uno de sus conciertos y le propuso poner música a su documental “Hôtel des Invalides”. Así se introdujo Maurice en el mundo del cine, componiendo diversas partituras, más alimenticias que brillantes.

En 1961 cambiaría su vida para siempre cuando el productor Sam Spiegel le propuso escribir la banda sonora para la película “Lawrence de Arabia” que dirigía David Lean. Según cuenta el propio Jarre, la idea inicial de Spiegel era que dos compositores clásicos de peso llevaran la parte central del score, Aram Khatchaturian, se encargaría de las melodías árabes y Benjamín Britten lo haría de las británicas, dejando para Jarre la coordinación y engarce del conjunto. Spiegel comentó con gran pesar a Jarre que, finalmente, ni Khatchaturian ni Britten podrían colaborar, para regocijo de Maurice que consiguió hacerse con la totalidad del encargo, y asombrar a David Lean con su propuesta musical que incluía el uso del Ondas Martenot, un artilugio precursor del sintetizador, formado por un teclado, un altavoz y un generador de baja frecuencia, que dotaba a su composición de unos sonidos muy peculiares.

Le dieron 6 escasas semanas de plazo para componer más de dos horas de música, por lo que Jarre tuvo que administrar su tiempo esas seis semanas descansando 15 minutos cada 5 horas, pero el resultado final valió la pena, Maurice Jarre logró una extraordinaria partitura que ha pasado a los anales de la historia de la música cinematográfica y que le valdría su primer Oscar, compitiendo, curiosamente, con el score de Elmer Bernstein para “Matar a un ruiseñor”.

Su colaboración con David Lean sería realmente fructífera, escribiendo las bandas sonoras de las cuatro últimas películas del director británico, y obteniendo el Oscar por tres de ellas, “Lawrence de Arabia” (1962), “Doctor Zhivago” (1965) y “Pasaje a la India” (1984), tan sólo quedó sin recompensa su también excelente trabajo para “La hija de Ryan” (1970).

Aquí os dejo el Tema de Adela de “Pasaje a la India”, su último Oscar:



Y aquí los archiconocidos acordes de "Doctor Zhivago":



Su prolífica carrera, donde firmó más de 160 trabajos para el cine, está repleta de melodías realmente inolvidables.

Por ejemplo, el conocido Vals de la banda de “Arde París?” (1966):



O la espléndida música que complementa a la perfección esa maravilla construida por John Huston llamada “El Hombre que pudo Reinar” (1975), donde Jarre añadió a la Sinfónica de Londres la presencia de 6 músicos indios con instrumentos propios:



Otros conocidas y exitosas partituras de Jarre han sido: “El día más largo “ (1962), “El Tren” (1964), “La caída de los dioses” (1969), “Topaz” (1969), “Jesús de Nazareth” (1977), “El tambor de hojalata” (1979), “El león del desierto” (1981), “Sin Salida” (1987), “Atracción Fatal” (1987), “Gorilas en la niebla” (1988) , “Ghost” (1990) o “Un paseo por las nubes” (1994).

Sus detractores le critican su fácil tendencia al empalago, su gusto por la orquesta a todo volumen y, sobre todo a partir de los años 80, la introducción del uso del sintetizador en sus obras, entre ellas en cuatro colaboraciones con el director australiano Peter Weir: “El año que vivimos peligrosamente” (1982), “Único Testigo” (1985), “La costa de los mosquitos” (1986) y “El club de los poetas muertos” (1989). En cualquier caso, estamos hablando de unos trabajos de una calidad incuestionable, gustos aparte.

A continuación podemos escuchar el tema Kwan’s Sacrifice de la banda sonora de “El año que vivimos peligrosamente”:



En los últimos años volvió a cánones más clásicos, por ejemplo en “La escalera de Jacob”, un score que no es de los más conocidos de Jarre, pero que me ha parecido siempre interesante, con ese piano con reminiscencias a Satie y sus Gnossiennes, desarrollando a lo largo de la banda sonora unos temas que transmiten la inquietud y angustia de los protagonistas con unas orquestaciones poderosas:


video de bobbengan

Para finalizar este humilde homenaje, os dejo con la música de su primer gran éxito, “Lawrence de Arabia”, en un video en el que es el propio Maurice Jarre quien dirige la orquesta, con motivo de un homenaje a David Lean. Es una perfecta muestra de su concepto de la música épica, que ha conseguido traspasar la pantalla y que quedará para siempre asociada a la fuerza física del inmenso desierto.


video de freeasabirdd


sábado, 28 de marzo de 2009

EL GRAN CIRCO DE LES ARTS

En julio del año pasado Helga Schmidt se ocupó de anunciar a bombo y platillo en rueda de prensa y en la propia página web de Les Arts que "la temporada 2009-2010 se abrirá con Les Troyens de Berlioz, bajo la dirección musical de Valery Gergiev y con la dirección de escena de La Fura dels Baus".

Ahora, como ya informó Titus en su blog, según ha adelantado la prensa, y han confirmado fuentes del propio Palau de Les Arts, parece que se ha desechado el proyecto y vendrá La Fura con Berlioz, pero en "La Damnation de Faust", con una producción que ya tiene unos años.

Independientemente de la calidad de la propuesta, es una nueva muestra del poco respeto que le tiene la institución a su público, al que le anuncia sin rubor producciones, músicos y cantantes que luego, sin explicación alguna, modifica una y otra vez a su antojo.

A estas alturas, mientras los teatros de ópera serios hace tiempo que ya han publicado con todo detalle su programación para la próxima temporada, Helga, en su circo, guarda irrespetuoso silencio, y ni siquiera se sabe todavía quien será el sustituto de Lorin Maazel como director musical.

Y luego está lo de Turandot, que eso sí que ha alcanzado ya cotas de sainete de Arniches. Cuando yo compré mi abono los cantantes que me vendieron eran Guleghina, Berti, Tsymbalyuk y Gallardo-Domâs, pues bien, a día de hoy (porque esto cambia más que la cotización en Bolsa), para la representación del 25 de abril no queda ni uno sólo de los 4, hoy se anuncian Matos, Wong Lee, Anastassov y, la novedad del día, Katie Van Kooten, aunque hace dos días se decía que sería Kovalevska quien sustituiría a Gallardo.

Esto es una inmensa tomadura de pelo a los abonados, y como Helga siga gestionando de igual forma este teatro, que ella parece haberse creído que es su cortijo, no sólo se va a quedar sin patrocinadores y aportaciones públicas, como parece que ya le va ocurriendo, sino sin público.

Bueno, hoy como ilustración musical pondré a Plácido Domingo cantando "Vesti la Giubba" de Pagliacci, que no sé por qué me ha venido a la cabeza:



video de Planytv


miércoles, 25 de marzo de 2009

MATAR A UN RUISEÑOR. ELMER BERNSTEIN

Como podéis suponer, dado el personaje que da título a mi blog, “Matar a un Ruiseñor” (To Kill a Mockingbird) es una película muy especial para mí. Por muchos motivos. El principal y más sencillo es que me parece una de las obras cinematográficas más entrañables y auténticas que se han hecho jamás. Lográndose una conjunción perfecta entre el guión, la dirección, la interpretación y la música. No pretendo hablar hoy aquí del film como tal, y no creo que lo haga en un futuro, salvo que me aventurase a abrir varios capítulos sobre el tema, porque habría demasiado que decir.

Hoy quería trazar tan sólo unas pinceladas acerca de la extraordinaria banda sonora compuesta para la ocasión por uno de los más grandes compositores de música para el cine, Elmer Bernstein, al cual, posiblemente, sí le dedique un día un post monográfico, dada su prolífica y notable producción (Los Diez Mandamientos, Los Siete Magníficos, El Hombre de Alcatraz, La Gran Evasión, Millie una chica moderna, La Edad de la Inocencia… ).

Es innegable que el score de Bernstein constituye una pieza esencial en la construcción de esta obra maestra cinematográfica, y contribuye de manera capital a dotar a la película del ambiente requerido en cada fotograma.

El tema principal, que se apunta ya en los maravillosos títulos de crédito con que se inicia el film, refleja el mundo infantil a través de cuyos ojos se desarrolla toda la trama. Toda la película está prodigiosamente narrada desde el punto de vista de los niños. Y ese punto de vista se traslada también a la partitura, donde Bernstein evoca la pequeña ciudad sureña del condado de Maycomb y la percepción de los conflictos del mundo real de los adultos a través de la mirada infantil.

El tema principal comienza con el solo de piano y las flautas, recordando a veces el sonido de una caja de música o el de un niño tocando el piano con un solo dedo, para trasladarnos a ese mundo infantil. El piano introduce posteriormente un ritmo de vals, volviendo a entrar la flauta y el arpa marcando el tema principal y luego toda la orquesta, para finalizar el piano solo de nuevo en ese leit motiv bellísimo, que describe el entorno de los niños, inocentes, aún no contaminados por la cruel realidad adulta, y que se irá introduciendo en los diferentes temas de la banda sonora cada vez que se quiera remarcar la inocencia infantil.




En “Atticus Accepts the Case - Roll in the fire”, la orquesta dibuja un tema donde se apunta el optimismo y vitalidad de la tranquila vida de una pequeña población, con reminiscencias a otras obras de Bernstein (Los Siete Magníficos), que se mezcla con el oscuro sonido de metales y cellos que representan el conflicto y temores escondidos a punto de estallar.




Pero no sólo son las notas compuestas por Bernstein, y su estudiada ubicación, las que apoyan y acompañan la acción, a veces lo fundamental es su no existencia. El silencio juega también un papel esencial. A este respecto cabe destacar las escenas del juicio, donde la banda sonora se ausenta de la pantalla, dejando a Atticus Finch solo, defendiendo a su cliente frente a los prejuicios de una sociedad racista, con la única fuerza y poder de su palabra, a través de un estupendo guíon y con la magistral interpretación de Gregory Peck, pero sin condicionar en modo alguno al espectador mediante motivos musicales que pudieran predisponerle. No se emplean melodías amables cuando testifica el injustamente acusado Tom Robinson, u oscuras cuando lo hace el feroz Bob Ewell. Se deja que el espectador, a modo de jurado imparcial, valore sin condicionamientos la defensa verbal que lleva a cabo Atticus Finch. Ni siquiera se aventura el sentido del veredicto mediante frases musicales que pudiesen ir preparando el estado anímico del espectador, con lo que el impacto final es mucho mayor, y es ahí cuando ya sí entra Bernstein, con toda su fuerza, desarrollando el sensacional tema “Guilty Verdict”, cargado de emotividad y lirismo, fiel reflejo del abatimiento de Finch al comienzo, y descriptivo de su nobleza, con esos cellos que al final se acaban uniendo con el piano marcando el tema principal, siempre indicativo de la mirada infantil, y aquí además del respeto hacia el padre, mientras vemos esa inolvidable imagen de la sala vacía, salvo la parte superior donde se encuentran los niños junto al público de color, y que se pone en pie a la salida de Finch.



Uno de los más bellos temas de la banda sonora es a mi juicio “Boo Who?”, donde tras el momento de peligro vivido por los niños y tras haber resultado herido uno de ellos, vuelve la calma al hogar, descubriéndose la identidad de Boo Radley, el misterioso vecino discapacitado, origen de los peores temores de los niños al comienzo de la historia cuando todavía mantenían la ignorancia propia de su inocencia infantil, y que ahora deviene en el salvador de sus vidas (en una clara alegoría de la historia para poner de relieve los peligros e injusticias de los prejuicios). El violín, cello, acordeón, arpa y maderas construyen poco a poco junto a toda la orquesta un tema de maravilloso lirismo.



La banda sonora finaliza con el impresionante "End Title", donde se entremezclan el tema de los niños y el de Boo Radley, que acaba en el porche junto a Scout, volviendo la música al tema principal en un simbólico regreso a la inocencia y al optimismo, aunque en un tempo algo más pausado, indicativo de una cierta madurez adquirida.

Para finalizar dejo este video con un montaje de fotografías de la película y el tema musical que cierra el film.



video de jlrial61

jueves, 19 de marzo de 2009

LOS ENIGMAS DE TURANDOT


¡Pueblo de Valencia!.
Esta es la ley: Helga, la Pura, presentará su dimisión si un abonado resuelve los tres enigmas que ella le propondrá. Pero el que afronte la prueba y resulte vencido será relegado al horno del 4º piso, en entrada sin visibilidad, junto a la señora que tararea y el tosedor Valery, y para segundos repartos.



video de parsifalito

Así reza el edicto impuesto por la princesa de hielo, Helga Schmidt, y que ha llevado al gallinero a decenas de aspirantes a su dimisión.
Pero el príncipe Atticus, cegado por el magnífico premio ofrecido, decide tentar su suerte y someterse a las preguntas de Helga.

Esta es la escena:

MULTITUD:
Al abonado Atticus
somete a prueba,
¡oh, Helga! ¡Helga!

HELGA:
Abooonaaaadoooo, ascoooltaaa:
“Cuando salieron los abonos, para el papel de Turandot se anunció a María Guleghina.
Una vez los hube vendido, dije que sólo cantaría unos días, pero otros
lo haría Elisabete Matos.
Ahora he anunciado que Guleghina ya no cantará ni un solo día que pide mucha pasta, y solo he dejado a la Matos.
Pero cuando llegue el día del estreno, ¿quién cantará el papel de Turandoooot?”

ATTICUS:
Conociéndote ya como si te hubiera parido,
Helga querida, se que la Matos no cantará tampoco.
Guardarás la sorpresa hasta última hora,
alegando enfermedad imprevista,
y Turandot será: “Voulgariiidoooouuuuuu”.

SABIOS:
(abriendo el primer rollo)
¡Voulgaridou! ¡Voulgaridou!
¡Voulgaridou!

HELGA:
¡Síííí!
¡La Voulgaridou que defrauda siempre!

(abriendo el segundo rollo)
“Cuando salieron los abonos para Turandot se anunció que Calaf sería Marco Berti.
Una vez los hube vendido, dije que le sustituían Jon Villars y Jeong Wong Lee.
Después dije que esos tampoco, que no sabía quien cantaría Calaf.
Ahora he anunciado que Marco Berti hará el papel un día,
Francesco Hong, tres días; y Jeong Won Lee, dos días más.
Pero cuando llegue el día del estreno, ¿quién cantará el papel de Calaaaaaf?”.

PRESIDENT:
¡No te pierdas, abonado!

MULTITUD:
¡Te va el abono en ello! ¡Habla!
¡No te pierdas, abonado! ¡Habla!
¡Habla! ¡Habla! ¡Habla!

ATTICUS:
Sí, Principessa,
Tus tretas ya no me engañan.
Muchas lunas pasaron desde que perdí la inocencia en tu caluroso gallinero,
Helga querida,
se que Berti no cantará,
ni el americano,
ni los coreanos tampoco.
Guardarás la sorpresa hasta última hora,
alegando virus malísimos de la muerte,
muy contagiosos,
y Calaf será: “Voulgariiidoooouuuuuu”.

SABIOS:
¡Voulgaridou! ¡Voulgaridou!
¡Voulgaridou!

MULTITUD:
¡Coraggio, descifrador de enigmas!

HELGA:
¡Golpead a esos infames!

(abre el tercer rollo)
“Cuando salieron los abonos para "Turandot" se anunció que Timur sería Alexánder Tsymbalyuk.
Una vez los hube vendido, aunque hacía cambios en el resto del reparto, dejé inamovible la previsión sobre Timur.
Ahora he anunciado que Alexánder Tsymbalyuk hará el papel cuatro días,
pero de los otros dos días no digo nada.
Cuando llegue el día del estreno, ¿quién cantará el papel de Timuuuuur?”.

ATTICUS:
¡Ahora mi victoria
hace que seas mía!
¡¡Esa me la sé!!.
Mi sabiduría te hará dimitir, Helga:
Timur será: “Voulgariiidoooouuuuuu”.

SABIOS:
¡Voulgaridou! ¡Voulgaridou!
¡Voulgaridou!

MULTITUD:
¡Voulgaridou! ¡Voulgaridou!
¡Gloria, gloria, vencedor!
¡Te sonríe la vida!
¡Te sonríe el abono!
¡A platea! ¡A platea!
¡Helga dimisión!
¡Helga dimisión!

HELGA:
¡Papito President!
¡No! ¡No eches a tu Helgita
a la cola del paro!

PRESIDENT:
¡El juramento es sagrado!

HELGA:
¡Papito President, ¿qué milongas me cuentas?!
¡Díselo a tu sastre,
la sagrada es Helgita!
No puedes hacerme dimitir como una esclava.
Déjame una preguntita más, pooorfaaaa….

PRESIDENT:
¡Bueeeno, vaaaa!. Una más, Helgita, chata.

ATTICUS:
¡Así no es el libreto, tramposos!.
El que hace la pregunta tengo que ser yo!.

HELGA:
¡Calla, miserable abonado, al gallinero por siempre irás,
con la tarareadora de L'Eixample y el tosedor Valery!

“Cuando salieron los abonos para "Turandot" se anunció que Cristina Gallardo-Domâs sería Liú.
Pese a todos los cambios que he hecho en los repartos, no he tocado a Liú y sigue siendo Gallardo la prevista.
Pero ten en cuenta, abonado, que Gallardo siempre cancela en Les Arts, y que siempre la sustituye Voulgaridou, así que:
Cuando llegue el día del estreno, ¿quién cantará el papel de Liúúúú?”.

Nessun Dorma.

Hay que averiguarlo.

Perdonad el dislate.

Helga, te quiero.

Aquí os dejo a Elisabete Matos, presunta Turandot en Abril, por ahora, afrontando en concierto el "In Questa Reggia":




video de berganzita

Y aquí, la misma aria por Guleghina, quien ya parece seguro que no cantará ni un sólo día:




video de onegin65

lunes, 16 de marzo de 2009

COSÌ FAN TUTTE (W.A.Mozart) - Palau de Les Arts - 14/03/09


Tras la emocionante e intensa experiencia vivida la semana pasada con “I Capuleti” en Covent Garden, y ante los comentarios de algunos asistentes a anteriores funciones del “Così fan Tutte” presentado ahora en el Palau de Les Arts, mis expectativas ante la función del sábado eran francamente mínimas. Pero al final, como suele ocurrir en las ocasiones en que poco esperas de un espectáculo, salí con buen sabor de boca, pese a los muchos reparos que se le pueden poner a lo visto y oído.


La producción presentada del Festival de Glyndebourne, con dirección escénica de Nicholas Hytner adaptada para la ocasión por Bruno Ravella, es clásica y destaca por su luminosidad mediterránea y sus amplios espacios, con unos decorados y vestuario de Vicki Mortimer acordes a esa concepción, lográndose un conjunto al que se le puede achacar su falta de originalidad, pero que resulta sumamente eficaz como soporte de la trama.

Personalmente, desde luego, prefiero la poca originalidad eficaz que el onanismo mental disfrazado de presunta creatividad que invade tantos escenarios, dificultando los movimientos de los artistas, el seguimiento de la trama o la coherencia de la obra, sin aportar nada más que la autocomplacencia arrogante del regista de turno. Pero, en fin, esto es otro tema.

Eso sí, me rechinó profundamente ese absurdo final escénico con Jaima, vajilla bereber y lámpara colgante de cristales, sobre todo cuando se les enganchó uno de los extremos de la tela sin que pudieran izarla del todo produciéndose una situación ridículamente patética al tener los cantantes que finalizar cantando medio encorvados para no acabar tapados por la Jaima, como sí le ocurrió al coro.


La dirección musical del checo Tomáš Netopil siguió, lamentablemente, las pautas que ya marcó en “Le Nozze di Figaro” del pasado año. Sosería a raudales. Y mira que es difícil hacer soso a Mozart, pues Netopil es un artista en conseguirlo. Es incapaz de dotar a la música de la chispa que necesita una obra como ésta, e intentó compensar esa falta de mordiente con un exceso de volumen, en algún pasaje, de forma gratuita.

La Orquestra de la Comunitat Valenciana estuvo como siempre impecable en su ejecución, con oboes y trompas excelentes, y, pese a la monotonía de la lectura impuesta por el Maestro, no llegó a dormirse ninguno, lo que tiene su mérito.

El Coro de la Generalitat Valenciana, aunque sin el protagonismo de otras obras, volvió a mostrarse compacto y poderoso, aguantando con dignidad su canto del “Benedetti i doppi coniugi” tapado bajo ridícula Jaima.


En el terreno solista, la mayor curiosidad estribaba en calibrar el rendimiento que pudiese ofrecer Alexandra Deshorties como Fiordiligi, sustituyendo a Bárbara Frittoli por cortesía de Helga Schmidt. La canadiense mostró un nivel claramente superior a otras sustitutas de la casa (sí, esa), pero no consiguió hacer olvidar a la Frittoli, ni mucho menos. No me resultó agradable el timbre de Deshorties que acusaba además una clara descompensación entre registros, con una clara tendencia al chillido. Su “Come Scoglio” no hubiese pasado los octavos de final de la liguilla de Maac, pero lo solventó con más dignidad de lo que yo imaginaba, a pesar de que dejó constancia que las agilidades no son su fuerte. Mostró buen volumen y control del fiato y, pese a todas las carencias señaladas, superó mis expectativas, para tratarse de uno de los regalitos fuera de abono de Helga.

La Dorabella de Nino Surguladze, sin embargo, me decepcionó mucho. No se puede decir que cantase mal, pese a que su voz tendía a abrirse con un feo vibrato y presentaba apuros en la zona baja, pero no aportó la frescura interpretativa y vocal que requiere el personaje. Por el contrario, me gustó su tratamiento de los recitativos.

También me decepcionó el veterano Natale De Carolis, esposo de la Frittoli, como Don Alfonso. No supo dotar de la presencia vocal y escénica que requiere el rol de quien es el auténtico conductor de la trama.

Joan Martín-Royo fue un Guglielmo correcto, sin más, que pareció contagiarse de la sosería de Netopil y tuvo una actuación vocal aceptable, pero muy plana, y con excesivo engolamiento, aunque su interpretación actoral fue la más sentida y buffa de todos.

Bastante bien estuvo la jovencísima Eleonora Buratto como Despina, quien sí supo extraer la chispa de frescura y picardía del personaje, con temperamento y soltura, mostrando una voz limpia y muy mozartiana.

Mi gran sorpresa positiva de la noche fue el Ferrando que compuso Joel Prieto. Al hispano-puertorriqueño tuvimos ocasión de verle en “L’Arbore di Diana” y no destacó en absoluto. El sábado, sin embargo, fue lo mejor de la noche. Su bello timbre se adaptó perfectamente a la partitura mozartiana y lució altas cotas de musicalidad en una buena línea de canto con un fraseo muy bien ligado. Su “Un aura amorosa” fue de lo mejor de la noche, pese a hacer dueto con el espontáneo tosedor que tachonó rítmicamente de cof, cofs toda el aria.


Pese a la mediocridad vocal del conjunto y la falta de garra de Netopil, salí satisfecho de la casita de Helga... Y es que Mozart, siempre es Mozart.

Os recomiendo al respecto las excelentes crónicas de Alfredo y Titus.

Como postre os dejo dos videos de lujo.

En el primero escuchamos a Christa Ludwig, Gundula Janowitz y Walther Berry en el trío “Soave sia il vento”, dirigidos por Karl Böhm. La estética es viejuna pero la calidad musical tremenda:


video de madamemauve

Finalmente, en este otro video podemos disfrutar de “Doña Perfecta” Elisabeth Schwarzkopf en un “Per Pietà” de antología.


video de ClassicalRelated89

martes, 10 de marzo de 2009

"I CAPULETI E I MONTECCHI" (Vincenzo Bellini) - Royal Opera House - Londres 07/03/09


Al fin llegó el día en que iba a ver juntas en directo a Anna Netrebko y Elīna Garanča. O eso creía yo...

Al llegar al Royal Opera House Covent Garden, unos carteles anuncian que Anna Netrebko “ha decidido retirarse de la función” porque tras el nacimiento de su hijo en septiembre aún no se ha recuperado en plenitud para mantener su resistencia ante el apretado calendario al que se comprometió antes de su embarazo, por lo que el papel de Giulietta sería cantado por la soprano japonesa Eri Nakamura, que debutaba en ese rol.

Pues vaya –pienso- y de todo ese calendario apretado, el día elegido para cancelar tenía que ser precisamente el día que voy yo… (Papá, ¿por qué somos del Atleti?).

Importante decepción que, en un principio, aminora la enorme emoción que siempre supone acudir a una representación en el ROH. La verdad es que sólo por vivir ese ambiente que se crea alrededor de las funciones en estos recintos operísticos de primer nivel, vale la pena el viaje. Allí consigues olvidarte de las Helgas Schmidt que infectan otros teatros y parece que lo normal es que todo funcione correctamente.

Pese a la noche fría y ventosa de Londres, observé, como ya hice en anteriores visitas, que la acumulación de animales muertos con mangas era notoriamente inferior a la que se produce en las representaciones de Les Arts, donde las señoronas suelen acreditar su distinción con una variada fauna cadavérica sobre sus hombros. Eso sí, la vecina del asiento de detrás abrigaba sus famélicas carnes con la piel de lo que debió ser un juvenil leopardo allá por el Pleistoceno, dada la provecta edad de la dama, y el abriguito lo debía tener guardado en el armario desde la coronación de la Reina Victoria (siglo arriba - siglo abajo), a juzgar por la intensidad del pestuzo a naftalina que me acompañó durante toda la representación.

El público asistente era, en general, bastante mayor. Bueno, digamos, para precisar algo más, que la media de edad sería similar a la de los protagonistas de la sección de esquelas del ABC. Los primeros en llegar fueron tomando posiciones en la barra del bar para endilgarse la primera copichuela antes de la función y encargar las sucesivas para el entreacto.

Poco a poco, el teatro se va llenando. Los músicos afinan sus instrumentos. Se atenúan las luces. Todo parece listo para comenzar. Pero… hete aquí que aparece una desconocida mujer en el escenario, con un papelito en la mano, y procede a leerlo. Confirma lo que ya anunciaban los carteles del Hall: Netrebko será sustituida por Eri Nakamura. Se escuchan murmullos entre el público y alguna muestra de reprobación, silbido hispano incluido. Alguien incluso grita que no debe ser el mismo precio (a ese le contrataba yo para que viniera a Valencia y se lo gritara a Helga cuando saque a la Voulgaridou).

La salida de Mark Elder al podio, torna los murmullos en encendidos aplausos que progresivamente se van apagando hasta, y esto sí es inaudito, lograr el silencio absoluto. Ni una sola tos, estornudo, carraspeo, o sonido gutural interrumpió la interpretación de la Obertura, que fue además aplaudida a su final viéndose forzado Elder a saludar. Bien es cierto que tras el intermedio reaparecieron los habituales virtuosos del concierto para bronquio y caramelito en cof, cof mayor.

La producción de Pier Luigi Pizzi, adaptada para la ocasión por Massimo Gasparon, data de 1984, habiéndose estrenado precisamente en este mismo recinto con las sensacionales Agnes Baltsa y Edita Gruberova, dirigidas por Ricardo Mutti. Los años se le notan al planteamiento escénico que destila una cierta ranciedad, si bien el resultado final es positivo. Puesta en escena clásica y sencilla, pero eficaz. Apenas unas columnas, una cama, un balcón, constituyen toda la escenografía, pero bastan para enmarcar la acción y, gracias a una buena disposición y movimientos de los intérpretes, se compensa su planteamiento minimalista. Los juegos de luces, especialmente en el acto II, resultan efectistas, realzando la escenografía, dando profundidad al escenario y trazando planos diferentes, con sentido y buen gusto.


El vestuario también se presentó clásico, dominando el tono negro, tan sólo con las notas de color de las capas rojas de los Capuletos y azules de los Montescos, para que nadie se confundiese de bando. Destacó en esa negritud la blancura refulgente del vestido de Giuletta, que, posiblemente por lo imprevisto de la sustitución, le venía claramente grande a Nakamura.

Mark Elder dirigió a la Orquesta del ROH con maestría y elegancia. Esta orquesta suena bien casi siempre, ayudada por la acústica fantástica de la sala, pero el otro día, además, supo adaptar en todo momento sus volúmenes a los intérpretes, sin absurdas exhibiciones, y sin que se resintiese la brillantez orquestal. En el terreno solista la partitura ofrecía lucimiento especial al arpa, clarinete y trompa, cumpliendo sus titulares con sobresaliente.

El Coro masculino, pese a un leve desajuste al comienzo, se mostró en todo momento empastado y muy potente, ofreciendo una musicalidad extraordinaria el femenino en su breve aparición con el cadáver de Giuletta.

Las coreografías de las luchas a espada dirigidas por Mike Loades no pudieron dejar indiferente a nadie. Desde luego no vimos los ridículos choques de armas propios de función de fin de curso, al contrario, en algún momento llegué a temer por la integridad física de alguno de los intérpretes dada la fogosidad que le estaban echando al tema. Quizás sobrase tanto amago chulesco tipo “a que te meto”.

En cuanto a los solistas vocales he de empezar por la debutante. Eri Nakamura, una japonesa de apenas 30 años, que se encontró con la oportunidad de su vida. La sustitución de Netrebko, de un día para otro, sin haber llegado a hacer ni un solo ensayo con orquesta (como luego me confirmaron), con el teatro a reventar, teniendo que hacer olvidar a la rusa, con una compañera de reparto como Elīna Garanča, y teniendo que empezar a pelo con un aria como el “Oh! quante volte”, constituía un hueso bien duro de roer. Pero desde luego la nipona no desaprovechó la ocasión y se impuso a las dificultades con soltura y desparpajo.
Comenzó algo nerviosa en el recitativo “Eccomi in lieta vesta...”, pero enseguida acopló su voz y afronto el aría con seguridad y dominio de los agudos, mostrando un buen volumen y una fácil emisión. En la escena final se notó que acusaba ya un poco el cansancio vocal, y yo le eché en falta en toda su actuación un mejor juego de las intensidades (¡ay… esos matices sublimes que ofrece la Netrebko!…). Pero no hay nada que reprochar. Su actuación fue fantástica y su acople con Garanča impecable, gracias también a la ayuda de la letona que se entregó en cuerpo y alma a no hacérselo difícil. Pero insisto, es muy meritorio lo que hizo Nakamura, y ya quisiéramos que cualquier sustituta de esos teatros que frecuentamos (léase Voulgaridou) o incluso titulares (léase Voulgaridou otra vez) tuvieran la mitad de calidad, arrojo y dignidad que exhibió Nakamura el día 7. Al caer el telón obtuvo una merecida y cerradísima ovación cuajada de Bravos, muy emocionante, en lo que sin duda fue una noche que no olvidará jamás.

De Elīna Garanča me cuesta realmente escribir porque me siento impotente de trasladar a palabras todo lo que me hizo sentir esta mujer, que con 32 años escasos muestra una insólita madurez vocal e interpretativa. Puedo asegurar que ha sido la voz que he escuchado en directo que más me ha emocionado. Y he oído ya unas cuantas. Su "Ascolta… Se Romeo t’uccise" fue antológico, y el aria “Deh! tu, bell'anima, che al ciel ascendi” absolutamente estremecedora. Ante todo asombra su volumen y las inusitadas proyecciones estratosféricas de esa voz poderosa y contundente, de bellísimo timbre oscuro, que mueve por todo el registro con homogeneidad y emite con insultante facilidad. Una técnica perfecta. Línea de canto excelente. Coloraturas eficaces y expresivas, eludiendo el lucimiento puramente canoro. El fraseo depuradísimo y la expresividad de sus múltiples matices consiguen emocionar hasta el éxtasis, pasando con credibilidad del romántico mozalbete enamorado envuelto en exultante lirismo, al varonil Montesco dispuesto a combatir al enemigo con crueldad. Y todo ello con una calidad dramática e interpretativa y una presencia escénica inconmensurables, muy alejada de algunas marimachos travestidas que han pisado las tablas en más de una ocasión y se hacían increíbles de puro ridículas. Al final el público la ovacionó y jaleó con tanta fuerza que el mismísimo Nelson tuvo que agarrarse a su columna de Trafalgar Square para no caer.

El argentino Darío Schmunck salió a escena pese a arrastrar una incomoda bronquitis que afectó algo a su emisión. Su perfecta dicción, su credibilidad dramática y la elegancia y gusto de su fraseo compensaron con creces sus problemas físicos y cumplió más que dignamente con su difícil papel de rival de la galáctica Garanča, viniéndose notablemente arriba en el último acto. Confieso que me he quedado con ganas de escuchar a Schmunck en plenitud de facultades.

El norteamericano Clive Owens compuso un Capellio con poderío escénico y volumen, pero su acusado vibrato afeaba notablemente su línea de canto.
Giovanni Battista Parodi estuvo bien en lo actoral y proyecto su voz con fuerza, pero le faltó riqueza de matices.

En definitiva, pese al desencanto inicial por la “espantá” de Netrebko, el Arte con mayúsculas que se nos ofreció esa noche generó una densa emoción que traspasó la frontera de la platea, envolviéndolo todo, poniendo los pelos de punta hasta al leopardo de mi vecina.


Y eso no era todo.

Gracias a la amable gestión realizada por Darío Schmunck, un tipo grande donde los haya, tuve la oportunidad de acceder a los camerinos del ROH tras la función. Allí pude conversar brevemente con el argentino, que estaba molesto porque su bronquitis no le hubiese permitido estar al cien por cien, y deseando tomarse unos días de descanso en Buenos Aires. Al menos pude felicitarle por su trabajo y agradecerle que me hubiese permitido conocerle a él y a las protagonistas.

Pude llegar después hasta el camerino de Elīna Garanča, en cuya puerta se hallaba esperando una Eri Nakamura que no cabía en sí de felicidad, como una auténtica adolescente (más o menos como estaba yo en esos momentos).
Cuando salió Elīna Garanča, guapísima por cierto, se fundió en un emocionado abrazo con Nakamura, quien no dejaba de agradecerle su apoyo. Ambas amabilísimas, pese al cansancio por el tremendo esfuerzo derrochado, accedieron a charlar conmigo y pude felicitar a la japonesa por su exitoso debut y transmitir a la letona mi agradecimiento por la emoción sin parangón que había conseguido generar con su canto.


Finalmente se marchó de allí del brazo de su marido, el director de orquesta gibraltareño Karel Mark Chichon, no sin antes atender a todo el público que se agolpaba en el exterior de la Stage Door esperando su salida.

Una noche intensísima. De las que no se olvidan. Y eso que no estuvo Anna Netrebko

Para finalizar os dejo tres videos de Elīna Garanča. En el primero precisamente interpreta el "Ascolta… Se Romeo t’uccise" de "I Capuleti e i Montecchi":



video de primohomme

En este otro video podemos verla dirigida por su marido, K.M.Chichon, interpretando la "Seguidille" de "Carmen" de Bizet:



video de Onegin65

Por último la escuchamos cantar "Al pensar en el dueño de mis amores" (Carceleras) de "Las hijas de Zebedeo" del alicantino Ruperto Chapí:



video de Pablojvayon

... Nosotros sí que sentimos mareos encantadores al escucharte, Elīna.

jueves, 5 de marzo de 2009

MARNI NIXON. LA VOZ DE LAS ESTRELLAS

El nombre de Margaret McEathron posiblemente no diga nada a casi nadie. Si decimos que era el auténtico nombre de Marni Nixon, quizás ya haya un buen número de aficionados que sepan de qué hablamos, pero seguro que si la escuchamos cantar la mayoría habrá identificado la voz de Eliza Dolittle (“My Fair Lady”), Maria (“West Side Story”) o Anna Leonowens (“El Rey y Yo”), aunque la imagen que nos venga a la memoria sean los rostros de Audrey Hepburn, Natalie Wood o Deborah Kerr.

Margaret McEathron nació en Altadena (California) el 22 de febrero de 1930. Comenzó en el canto desde muy joven, y a los 14 años ya formaba parte del Coro Juvenil Roger Wagner, donde coincidió con una también adolescente Marilyn Horne.

Ha trabajado en numerosos musicales y en televisión, y ha llegado a cantar como soprano en teatros de ópera norteamericanos papeles como los de Violetta (La Traviata), Zerbinetta (Ariadne auf Naxos) o Susanna (Las Bodas de Fígaro), pero sin duda su fama le viene por haber sido “la voz” que dobló las canciones de tres estrellas cinematográficas en tres películas míticas del género musical.

Para la versión cinematográfica del musical de Broadway “El Rey y Yo” (1956) se eligió a la actriz Deborah Kerr para el papel de Anna Leonowens, pero fue Marni Nixon la contratada para poner su voz a las canciones. Nixon llegaba al estudio cada vez que la Kerr rodaba alguna escena en la que tenía que cantar. Se situaba a su lado y la seguía por el set, cantando y bailando ambas, fijándose Nixon en cada gesto y vocalización de Deborah Kerr para adaptar su voz lo más posible a la actuación de la estrella, trabajando juntas el fraseo y la entonación para ajustar sus voces.

Al año siguiente, Nixon cedería nuevamente su voz a Deborah Kerr en una canción de “An affair to remember” (Tú y Yo).

Aquí os dejo el video del número musical "Shall we dance" donde podemos disfrutar de la voz de Marni Nixon, y del baile de Deborah Kerr y el genial Yul Brynner.




“West Side Story” (1961) fue la segunda gran intervención anónima de Marni NixonNatalie Wood no era en principio la elegida para el papel de Maria, y su participación en el film fue casi fortuita. Wood se encontraba por aquellas fechas flirteando con su partenaire en “Esplendor en la Hierba”, Warren Beatty, quien se presentó al casting para elegir a Tony, el protagonista masculino. Natalie Wood se ofreció a ensayar con Beatty algunas escenas y darle la réplica como María para que éste aprendiese su papel, con el resultado de que Warren Beatty no fue el elegido, contratándose finalmente a Richard Beymer.

Beatty fracasó, pero su acompañante, Natalie Wood, se ve que gustó a los productores, quienes le ofrecieron el papel de María. Para la voz, una vez más, se decidió contratar a Marni Nixon quien, de nuevo desde el anonimato del estudio de grabación, ofreció su voz, esta vez a Natalie Wood, quien muy molesta con la decisón de ser doblada se negó a colaborar con Nixon.

Cuando se editó la banda sonora, Marni Nixon, que ya debía estar un poquito harta de que otras se llevasen el éxito, decidió que, al menos, quería participar en los beneficios que por su canto se pudieran obtener, exigiendo un porcentaje de los royalties de la banda sonora por haber prestado su voz, y, ante la negativa de la productora, dicen que fue el propio Leonard Bernstein, autor de la maravillosa música, quien le cedió generosamente parte de sus beneficios.

A continuación podemos escuchar a Marni Nixon como Maria y Jim Bryant como Tony, cantando "Tonight", mientras Natalie Wood y Richard Beymer ponen caritas.




El caso de “My Fair Lady” (1964) fue realmente suculento.

Cuando la Warner adquirió los derechos para llevar a las pantallas el musical que ya triunfaba en Broadway interpretado en sus principales papeles por Rex Harrison y Julie Andrews, ésta daba por descontado que ella iba a ser la que encarnaría el papel de la florista Eliza Doolittle. Pero el todopoderoso productor Jack Warner deseaba un nombre famoso para encabezar la cartelera, y Andrews, además de no ser muy conocida, carecía del glamour necesario, según Warner, por lo que el papel acabó en manos de Audrey Hepburn que acababa de protagonizar “Charada”.


Hepburn preparó a conciencia su interpretación y trabajó especialmente su voz para poder cantar dignamente, aunque asumía que quizás sus notas más altas pudieran ser dobladas. Pero, finalmente, se decidió que fuera Marni Nixon quien doblase íntegramente las canciones de Eliza Doolittle, ante el disgusto de Hepburn, quien, además y para mayor escarnio, vio como en la ceremonia de los Oscar de ese año, el premio a la mejor actriz iba a parar a manos de Julie Andrews por “Mary Poppins”.

Aquí tenemos un par de videos. En el primero podemos escuchar a Julie Andrews interpretando a Eliza Doolittle en Broadway, y en el segundo a Audrey Hepburn doblada por Marni Nixon.





Precisamente con Julie Andrews coincidió Marni Nixon en “The Sound Of Music” (Sonrisas y Lágrimas), abandonando por fin su anonimato en la gran pantalla, interpretando a la Hermana Sofía. Nixon estaba preocupada por cómo se tomaría Julie Andrews su participación en el film trayéndole a la memoria todo lo ocurrido con "My Fair Lady", pero Andrews, lejos de molestarse se acercó a Nixon, le estrechó la mano con energía y le dijo: "me encanta su trabajo".

Este pequeño papel de Nixon en la película ha servido para que podamos tener el recuerdo, visual y sonoro a la vez, de una magnífica cantante que siempre estuvo dando lo mejor de sí sin llegar a aparecer en los créditos, y que muchos años después, cuando casi todas las estrellas a las que dobló estaban criando malvas, ella siguió dando clases de canto e incluso cantando, eso sí, ya con su propio nombre.

domingo, 1 de marzo de 2009

DAVID ROCABERTI. 'INSTANTES'


Hoy voy a cambiar completamente de tema porque, sinceramente, la ocasión lo merece.

El día 2 de marzo se inaugura en Valencia (Sala de exposiciones de la Junta Municipal de Ciutat Vella. C/ Micalet nº 1) una exposición del fotógrafo madrileño David Rocaberti, que permanecerá hasta el 15 de marzo, y que considero que es una ocasión que no debe perderse cualquier amante de la fotografía, las artes plásticas o, sencillamente, del buen gusto.

David Rocaberti (Madrid, 1973), licenciado en ciencias políticas, comenzó en la fotografía por pura afición y de forma autodidacta. La realización de un Master Internacional en Fotografía Documental en EFTI le permite perfeccionarse en todos los campos y aprender con gente de la talla de David Alan Harvey, Mary Ellen Mark, Cristina García Rodero o Carlos de Andrés.

Ha trabajado como fotógrafo en prensa diaria y ha colaborado en distintas publicaciones, tanto en España como en otros países tales como Estados Unidos o China.



“Instantes” es el título de la muestra de la obra de Rocaberti presentada ahora en Valencia, en la que es su primera exposición individual, tras haber participado en diversas colectivas.

El nombre, “Instantes”, hace clara referencia y rinde tributo al maestro de maestros de la fotografía callejera, Henri Cartier-Bresson, y a su concepto del “instante decisivo” (sus famosas "images a la sauvette").

Se trata de fotografías que han sido tomadas en el momento justo, bien por la luz o bien por la disposición de todos los factores que aparecen en ellas, sin que se esté posando, ni se conozca a los personajes fotografiados. Todo lo que ocurre es siempre casual.

Es el fruto de su trabajo estos últimos años, desarrollado en lugares tan diversos y remotos como China, Japón, Costa Rica, Argentina, Kenia, EEUU, México, Cuba, India, Marruecos, etc., o en sitos tan corrientes y cercanos como la vuelta de la esquina de su casa.



La exposición está dividida en 2 bloques:

- 8 imágenes a modo de prólogo, donde la intención es contraponer la presencia y la ausencia del ser humano en espacios abiertos, intentando narrar las dificultades que ha tenido en su tarea de adaptarse al medio y conquistarlo.



- 16 imágenes como desarrollo y conclusión, en las cuales la victoria del hombre con respecto al medio ya se ha producido, siendo el máximo exponente de ese triunfo la ciudad. El autor juega de nuevo con los clásicos conceptos del arte de ausencia-presencia, donde la ausencia del ser humano deja entrever la frialdad de la ciudad en sí, dando a entender que ésta no es nada sin sus habitantes, y que su presencia, por mínima que sea, implica calidez.


Decía Julio Cortázar en uno de sus cuentos que: «entre las muchas maneras de combatir la nada, una de las mejores es sacar fotografías».

La cámara fotográfica tiene la virtud de mantener intactos una serie de momentos que pasan fugaces por nuestros ojos, captando y aprisionando para siempre la poesía que, en forma de imagen, puede aparecer imprevisiblemente ante nosotros en cualquier lugar.

Los acontecimientos concluyen pero quedan las fotografías, y con el paso del tiempo no sabemos si esos lugares y esos instantes eran relevantes por sí mismos o se han vuelto memorables precisamente por haber sido fotografiados.

Belleza y pura poesía es lo que desprenden las fotografías de Rocaberti. Instantes fugaces únicos captados por su cámara y convertidos en pequeñas obras de arte visuales que perdurarán para siempre.


El día 2 de marzo se inaugura a las 19 horas en Valencia esta exposición, con presencia del propio autor, en la Sala de Exposiciones de la Junta Municipal de Ciutat Vella. C/ Micalet nº 1.


Ver mapa más grande


Podéis echar un vistazo a la obra de Rocaberti en su web http://www.davidrocaberti.com/.


Y si queréis contactar directamente con el autor:
Rocaberti en acción