Die Jungfrau (La Virgen) – Gustav Klimt –1913 – Galería Nacional de Praga
Erich Wolgang Korngold nació en Brünn (entonces parte del Imperio Austrohúngaro, hoy Brno, República Checa), el 29 de Mayo de 1897. La familia se trasladó a Viena cuando el niño Erich apenas contaba 4 años. Un año después, ya recibía lecciones de piano y teoría musical, y dos años después compuso su primera obra.
En 1906 Korngold interpreta diversas obras compuestas por él ante Gustav Mahler, quien al escuchar la cantata “Gold”, queda maravillado por el niño prodigio que tiene delante y le recomienda para que vaya a estudiar como pupilo de su amigo, el también compositor y entonces director de la Volksoper de Viena, Alexander von Zemlinsky.
En 1913, Erich, con 16 años, comienza a escribir su primera ópera, una obra en un acto, en tono de comedia, llamada “Der Ring des Polykrates” (El Anillo de Polícrates), la cual finalizaría en marzo de 1914. Como la obra era demasiado corta para completar por sí sola una representación operística tradicional, y para evitar que se la emparejase con alguna creación que no estuviese a su altura, a propuesta de su padre, el influyente crítico musical Julius Korngold, Erich decide escribir una segunda ópera, “Violanta”, una tragedia en un acto, estrenándose ambas juntas dos años después, el 28 de marzo de 1916, en el Hoftheater de Munich, bajo la dirección de Bruno Walter, pasando un mes después a Viena, y cosechando en ambos casos un importante éxito de público. La soprano Selma Kurz y el tenor Alfred Piccaver serían los protagonistas de “Der Ring des Polykrates”; y María Jeritza de “Violanta”.
La ópera apenas suele ser representada actualmente, tan sólo su fragmento de la escena 4 “Er Kommt!” es interpretado ocasionalmente en recitales, y es el que os dejo a continuación, en la voz de la soprano Gundula Janowitz:
“Der Ring des Polykrates” se basa en una comedia de Heinrich Teweles, adaptada por Leo Feld y por el omnipresente padre del compositor, Julius. La trama no es nada del otro mundo: ambientada en el siglo XVIII cuenta la historia del director musical de la corte, Wilhem, quien vive felizmente casado con Laura. Un día aparece por allí Peter Vogel, un antiguo amigo de Wilhem y ex pretendiente de Laura, quien, envidioso del feliz hogar, comenta con Wilhem la balada de Schiller “El anillo de Polícrates” donde se cuenta la leyenda de ese rey cuya buena suerte provocaba la envidia de los dioses por lo que se veía obligado a realizar el sacrificio de algo muy querido para conservarla. Así, Peter pide a Wilhem que sacrifique algo querido e intenta provocar la desconfianza y los celos hacia el pasado de Laura. Finalmente, los ocupantes de la casa deciden que el mejor sacrificio que pueden realizar es echar de ella al cretino de Peter Vogel.
Esta sencilla historia no aporta ningún trascendente mensaje, pero sí se aprecian algunos rasgos que volverán a estar presentes en las óperas de Korngold, como la perdurabilidad del amor y la pasión.
Musicalmente es una composición sencilla, sobre todo si la comparamos con las obras más redondas de Korngold, como “Die Tote Stadt” (La Ciudad Muerta) o, sobre todo, “Das Wunder der Heliane” (El Milagro de Heliane), pero aún tratándose del trabajo de un muchacho de 16 años, resulta mucho más madura y menos clásica de lo que cabría esperar, y en ella desarrolla ya precozmente la elegancia y brillantez orquestal e intensidad melódica que apreciaremos después en sus posteriores obras.
En 1906 Korngold interpreta diversas obras compuestas por él ante Gustav Mahler, quien al escuchar la cantata “Gold”, queda maravillado por el niño prodigio que tiene delante y le recomienda para que vaya a estudiar como pupilo de su amigo, el también compositor y entonces director de la Volksoper de Viena, Alexander von Zemlinsky.
En 1913, Erich, con 16 años, comienza a escribir su primera ópera, una obra en un acto, en tono de comedia, llamada “Der Ring des Polykrates” (El Anillo de Polícrates), la cual finalizaría en marzo de 1914. Como la obra era demasiado corta para completar por sí sola una representación operística tradicional, y para evitar que se la emparejase con alguna creación que no estuviese a su altura, a propuesta de su padre, el influyente crítico musical Julius Korngold, Erich decide escribir una segunda ópera, “Violanta”, una tragedia en un acto, estrenándose ambas juntas dos años después, el 28 de marzo de 1916, en el Hoftheater de Munich, bajo la dirección de Bruno Walter, pasando un mes después a Viena, y cosechando en ambos casos un importante éxito de público. La soprano Selma Kurz y el tenor Alfred Piccaver serían los protagonistas de “Der Ring des Polykrates”; y María Jeritza de “Violanta”.
La ópera apenas suele ser representada actualmente, tan sólo su fragmento de la escena 4 “Er Kommt!” es interpretado ocasionalmente en recitales, y es el que os dejo a continuación, en la voz de la soprano Gundula Janowitz:
“Der Ring des Polykrates” se basa en una comedia de Heinrich Teweles, adaptada por Leo Feld y por el omnipresente padre del compositor, Julius. La trama no es nada del otro mundo: ambientada en el siglo XVIII cuenta la historia del director musical de la corte, Wilhem, quien vive felizmente casado con Laura. Un día aparece por allí Peter Vogel, un antiguo amigo de Wilhem y ex pretendiente de Laura, quien, envidioso del feliz hogar, comenta con Wilhem la balada de Schiller “El anillo de Polícrates” donde se cuenta la leyenda de ese rey cuya buena suerte provocaba la envidia de los dioses por lo que se veía obligado a realizar el sacrificio de algo muy querido para conservarla. Así, Peter pide a Wilhem que sacrifique algo querido e intenta provocar la desconfianza y los celos hacia el pasado de Laura. Finalmente, los ocupantes de la casa deciden que el mejor sacrificio que pueden realizar es echar de ella al cretino de Peter Vogel.
Esta sencilla historia no aporta ningún trascendente mensaje, pero sí se aprecian algunos rasgos que volverán a estar presentes en las óperas de Korngold, como la perdurabilidad del amor y la pasión.
Musicalmente es una composición sencilla, sobre todo si la comparamos con las obras más redondas de Korngold, como “Die Tote Stadt” (La Ciudad Muerta) o, sobre todo, “Das Wunder der Heliane” (El Milagro de Heliane), pero aún tratándose del trabajo de un muchacho de 16 años, resulta mucho más madura y menos clásica de lo que cabría esperar, y en ella desarrolla ya precozmente la elegancia y brillantez orquestal e intensidad melódica que apreciaremos después en sus posteriores obras.
Otro post adictivo, Atticus. He disfrutado mucho leyéndote y he sentido, de nuevo, que le debo muchas horas a Korngold de quien lo poco que conozco me entusiasma.
ResponderEliminarRebée Fleming canta una de sus canciones cuyo nombre no recuerdo. Es absolutamente sublime.
Y encimas decoras con Klimt y nos enseñas a Korngold niño así como la huella estrellada de su muerte.
Gracias.
Gracias por traernos esta ópera de la que, al menos yo, nunca había oído ni un sólo fragmento.
ResponderEliminarGracias, Glòria y María Teresa, por vuestros comentarios.
ResponderEliminarRealmente esta obra no es nada conocida y sólo los korngoldianos irremediables vamos por ahí husmeando qué encontramos.
Me parece que tan sólo existe una grabación en el mercado que es la que tengo y os he comentado.
Es una lástima porque, en mi opinión, Korngold, hasta en sus obras menores, es más interesante que muchas de las cosas que circulan ahora mismo por los recintos operísticos.
Glòria: en este mismo blog puedes ver los videos de Renée Fleming cantando la canción de Marietta, de "Die Tote Stadt", “Ich ging zu ihm” de "Das Wunder der Heliane", y "Ich soll ihn niemals, niemals mehr sehn" de Die Kathrin". Puedes verlos aquí:
http://elblogdeatticus.blogspot.com/2009/04/la-cancion-de-marietta.html
http://elblogdeatticus.blogspot.com/2009/06/erich-w-korngold-das-wunder-der-heliane.html
No conozco a nadie que, tras haber escuchado una ópera de Korngold, no se haya vuelto un korngoldiano irredento. Desgraciadamente los capitostes de las casas discográficas no se dan por aludidos.
ResponderEliminarMuchas gracias, Atticus. Me dejaré envolver por la maravillosa música de Korngold en la voz de Fleming.
ResponderEliminarUn saludo afectuoso.
Korngold es brillante, inspirado, melódico, atrevido, sugerente, explosivo, lírico, sensual, apabullante, íntimo, adictivo y genial, entre el millón de adjetivos que me gustaría utilizar para rendirle todos los honores que sean necesarios.
ResponderEliminarNo sólo las discográficas están sordas, también la mayoría de teatros de ópera que ahora más que nunca, prefieren llenar con una Traviata que atreverse a montar un Korngold, más allá de la fascinante Die Tote Stadt, aquellos que se atreven, claro.
Gracias Atticus por recordarme que este fin de semana es un buen momento para escuchar alguna de sus óperas. ¿Quizás su Ring?