Tras las intensas emociones vividas el día anterior con la Isolde de Nina Stemme, me dispuse a disfrutar una nueva velada en la Royal Opera House londinense, esta vez con una de las grandes óperas francesas, “Carmen” de Georges Bizet, en la producción de Francesca Zambello que se presentó en 2006 con Jonas Kaufmann y Anna Caterina Antonacci, siendo los protagonistas en esta ocasión mi admirada Elina Garanca y Roberto Alagna.
Gracias al amigo Álvaro tuve además la oportunidad de vivir la experiencia desde una nueva perspectiva que hasta ahora no había experimentado en la ROH, cual fue disfrutar de una localidad de las primeras filas del patio de butacas, lo que posiblemente también condicione algunos de los comentarios que vaya a hacer a continuación.
De entrada, la producción se caracteriza por ser visualmente apabullante. El polo opuesto del minimalismo en blanco y negro del "Tristán" de Christof Loy. La propuesta de Zambello es colorida, vistosa y con un excesivo abigarramiento escénico, con reminiscencias de la comedia musical. Loy no llegaba y Zambello se pasa. Hay una exagerada aglomeración en escena de figurantes, coros y cantantes, y por si eran pocos también aparecen fuentes, acróbatas, asnos y un caballo. Los diseños de Tanya McCallin contribuyen al colorido y realismo de esta puesta en escena de corte clásico, donde se presenta una Sevilla decimonónica y un tanto arquetípica, en tonos ocres, con sus gitanas, guardias civiles y hasta un absurdo paso de Semana Santa de la Virgen Macarena en procesión cerrando el desfile de los toreros.
He de reconocer que me resulta una propuesta atractiva y considero que la dirección de los figurantes y coros está muy trabajada, y toda esa masa se mueve con cierta soltura por el reducido espacio escénico. Otra cosa es la dirección de actores respecto a las voces solistas. También se aprecia que hay detrás un trabajo en ese sentido, aunque bastante simple, sin que se aporte ninguna lectura añadida a los rasgos y motivaciones de los personajes. Sí se agradeció que, por lo general, en los momentos musicalmente más intimistas se procurase vaciar el escenario de gran parte de la distracción visual, centrándose la acción en los cantantes.
La dirección musical corrió a cargo de Bertrand de Billy, a quien recientemente escuché en Viena dirigiendo con solvencia “Faust”. En esta ocasión el francés no brilló especialmente. La orquesta, como siempre, tocó de forma impecable, pero se apreciaron algunos desajustes entre el foso y la escena, y la lectura de De Billy no aportó ningún matiz especial, aparte de pura velocidad y apresuramiento, especialmente en la obertura.
El Coro, en una obra que permite su lucimiento, se mostró compacto y potente, destacando la cuerda de sopranos, y estuvo siempre muy pendiente de su movimiento escénico. Estuvo bastante más inspirado que el día anterior el masculino en “Tristán”, aunque la pronunciación francesa fue su punto flaco. Excepcional el coro infantil.
En cuanto a los intérpretes solistas, tener tan reciente el precedente de la pareja Antonacci-Kaufmann hacía un flaco favor a los actuales protagonistas, pues les colocaba el listón altísimo.
Elina Garanca hizo gala, una vez más, de una formidable técnica y de su prodigiosa voz, robusta, de amplio registro, que proyecta con contundencia y aparente facilidad. En esta ocasión, además, superó su caballo de batalla, moviéndose con autoridad en el registro grave manteniendo la homogeneidad de su canto. En los momentos de mayor lirismo supo jugar con las intensidades, añadiendo emoción a su fraseo. Se nota que ha trabajado su pronunciación francesa y tuvo menos problemas idiomáticos que en anteriores experiencias. Vocalmente creo que no se le puede efectuar reproche alguno. No perdió la intensidad dramática durante toda la representación, llevando a cabo un trabajo actoral sobresaliente. Bailó acompañando al cuadro flamenco, tocó la pandereta y hasta repiqueteó las nalgas de un soldado. A mi juicio, compuso una Carmen más que solvente, descarada y con desparpajo. Consiguió aparcar la frialdad letona metiéndose de lleno en los rasgos mediterráneos del personaje, aunque quizás le faltase una pizca de espontaneidad. La Carmen de Garanca desprendía sensualidad, con ese puntillo guarrindongo, sobre todo en el primer acto, de continuo roce y despatarre, que no creo que sea una aportación suya al personaje, sino de la dirección artística.
Roberto Alagna estuvo toda la noche pletórico, con muchas ganas, deseando hacer algo grande. Se le veía feliz (ignoro si por su reciente separación de Angelita). Exhibió una voz de enorme volumen, bastante fresca, atacando las notas por derecho y haciendo autentica ostentación de poderío vocal. Pese a todo, y sabiendo que discrepo de la mayoría del público, a mí, pese a encantarme su voz, no me gustó su canto. No le vi en ningún momento como Don José. Ese aire chulesco y proxenetil que caracteriza a Alagna le viene muy bien en los dos últimos actos, cuando el personaje da rienda suelta a su faceta “violencia de género”, pero en los anteriores, sobre todo en el segundo acto, eché en falta un trabajo actoral más creíble y una mínima regulación de intensidades en su voz, presentando una absoluta discordancia entre lo que decía y cómo lo decía. Alagna no supo dibujar la evolución del personaje, desde mi punto de vista, ni vocal ni dramáticamente, estando demasiado preocupado en todo momento por los fuegos de artificio, lanzando agudos a cascoporro, a un volumen desatado, alargándolos, primando el exhibicionismo sobre el buen gusto. Su aria de la flor me pareció pésima. Lució buenísima voz, pero debía pensar que la Garanca estaba sorda y no bajó del forte ni en una sola nota. Simple estridencia. Nada de matización. Nada de sentimiento. La antítesis de Kaufmann. Reconozco que en el último acto me gustó más. Su voz, que siguió sonando a todo volumen, mostró una juvenil resistencia y llegó fresquísima al final, se implicó dramáticamente mucho más en el papel y, aunque un pelín sobreactuado “a la Villazón”, consiguió transmitir toda la emoción que previamente no había logrado. Al menos conmigo, porque el público le jaleó con estruendo y a él se le veía exultante.
Ildebrando D’Arcangelo repetía de nuevo en esta producción en el papel de Escamillo que ya protagonizara en 2006. Dramáticamente estuvo entregado, aunque le faltaba ese puntito chulesco que le sobraba a Alagna. Su porte le acompaña para la composición del personaje, aunque vocalmente pienso que, pese a que cantó con enorme corrección, no es el papel más adecuado a sus características, presentando dificultades para mantener la homogeneidad de la emisión en las notas más graves, y su pronunciación fue más bien regular.
Liping Zhang como Micaëla mostró una voz agradable, bien proyectada, aunque tuvo alguna descoordinación en el dúo del primer acto con Alagna y estuvo bastante hierática en escena, transmitiendo cierta frialdad.
El papel de Frasquita estuvo encomendado a la japonesa Eri Nakamura, a quien le tengo especial aprecio desde que asistiese a su estreno en un papel protagonista el marzo pasado en este mismo recinto sustituyendo a Netrebko en “I Capuleti e i Montecchi”. Nakamura volvió a exhibir su facilidad desmesurada en el registro agudo y sobrado desparpajo en escena.
Al finalizar, el público, con un considerable número de fans Alagnistas venidos de Francia, ovacionó fuertemente a todos los participantes con especial intensidad para la pareja protagonista.
A pesar de los reparos que he hecho, la verdad es que pasé una noche estupenda de ópera disfrutando de la voz de Garanca en ese magnífico teatro, modelo de buena organización y atención al cliente. A modo de ejemplo: Nada más llegar a España recibo un email de la ROH Covent Garden donde me remiten una encuesta de satisfacción detallada sobre los servicios recibidos en mi visita al teatro, desde el proceso de reserva de entradas, la comodidad de las localidades, la facilidad de acceso y localización de las mismas, los consumos en los entreactos, la atención de todo el personal… Vamos, igualito que en Les Arts.
Os dejo con Garanca en Baden Baden el año pasado, dirigida por su marido Karel Mark Chichon, interpretando "Les tringles des sistres tintaient":
video de klassizismus
Gracias al amigo Álvaro tuve además la oportunidad de vivir la experiencia desde una nueva perspectiva que hasta ahora no había experimentado en la ROH, cual fue disfrutar de una localidad de las primeras filas del patio de butacas, lo que posiblemente también condicione algunos de los comentarios que vaya a hacer a continuación.
De entrada, la producción se caracteriza por ser visualmente apabullante. El polo opuesto del minimalismo en blanco y negro del "Tristán" de Christof Loy. La propuesta de Zambello es colorida, vistosa y con un excesivo abigarramiento escénico, con reminiscencias de la comedia musical. Loy no llegaba y Zambello se pasa. Hay una exagerada aglomeración en escena de figurantes, coros y cantantes, y por si eran pocos también aparecen fuentes, acróbatas, asnos y un caballo. Los diseños de Tanya McCallin contribuyen al colorido y realismo de esta puesta en escena de corte clásico, donde se presenta una Sevilla decimonónica y un tanto arquetípica, en tonos ocres, con sus gitanas, guardias civiles y hasta un absurdo paso de Semana Santa de la Virgen Macarena en procesión cerrando el desfile de los toreros.
He de reconocer que me resulta una propuesta atractiva y considero que la dirección de los figurantes y coros está muy trabajada, y toda esa masa se mueve con cierta soltura por el reducido espacio escénico. Otra cosa es la dirección de actores respecto a las voces solistas. También se aprecia que hay detrás un trabajo en ese sentido, aunque bastante simple, sin que se aporte ninguna lectura añadida a los rasgos y motivaciones de los personajes. Sí se agradeció que, por lo general, en los momentos musicalmente más intimistas se procurase vaciar el escenario de gran parte de la distracción visual, centrándose la acción en los cantantes.
La dirección musical corrió a cargo de Bertrand de Billy, a quien recientemente escuché en Viena dirigiendo con solvencia “Faust”. En esta ocasión el francés no brilló especialmente. La orquesta, como siempre, tocó de forma impecable, pero se apreciaron algunos desajustes entre el foso y la escena, y la lectura de De Billy no aportó ningún matiz especial, aparte de pura velocidad y apresuramiento, especialmente en la obertura.
El Coro, en una obra que permite su lucimiento, se mostró compacto y potente, destacando la cuerda de sopranos, y estuvo siempre muy pendiente de su movimiento escénico. Estuvo bastante más inspirado que el día anterior el masculino en “Tristán”, aunque la pronunciación francesa fue su punto flaco. Excepcional el coro infantil.
En cuanto a los intérpretes solistas, tener tan reciente el precedente de la pareja Antonacci-Kaufmann hacía un flaco favor a los actuales protagonistas, pues les colocaba el listón altísimo.
Elina Garanca hizo gala, una vez más, de una formidable técnica y de su prodigiosa voz, robusta, de amplio registro, que proyecta con contundencia y aparente facilidad. En esta ocasión, además, superó su caballo de batalla, moviéndose con autoridad en el registro grave manteniendo la homogeneidad de su canto. En los momentos de mayor lirismo supo jugar con las intensidades, añadiendo emoción a su fraseo. Se nota que ha trabajado su pronunciación francesa y tuvo menos problemas idiomáticos que en anteriores experiencias. Vocalmente creo que no se le puede efectuar reproche alguno. No perdió la intensidad dramática durante toda la representación, llevando a cabo un trabajo actoral sobresaliente. Bailó acompañando al cuadro flamenco, tocó la pandereta y hasta repiqueteó las nalgas de un soldado. A mi juicio, compuso una Carmen más que solvente, descarada y con desparpajo. Consiguió aparcar la frialdad letona metiéndose de lleno en los rasgos mediterráneos del personaje, aunque quizás le faltase una pizca de espontaneidad. La Carmen de Garanca desprendía sensualidad, con ese puntillo guarrindongo, sobre todo en el primer acto, de continuo roce y despatarre, que no creo que sea una aportación suya al personaje, sino de la dirección artística.
Roberto Alagna estuvo toda la noche pletórico, con muchas ganas, deseando hacer algo grande. Se le veía feliz (ignoro si por su reciente separación de Angelita). Exhibió una voz de enorme volumen, bastante fresca, atacando las notas por derecho y haciendo autentica ostentación de poderío vocal. Pese a todo, y sabiendo que discrepo de la mayoría del público, a mí, pese a encantarme su voz, no me gustó su canto. No le vi en ningún momento como Don José. Ese aire chulesco y proxenetil que caracteriza a Alagna le viene muy bien en los dos últimos actos, cuando el personaje da rienda suelta a su faceta “violencia de género”, pero en los anteriores, sobre todo en el segundo acto, eché en falta un trabajo actoral más creíble y una mínima regulación de intensidades en su voz, presentando una absoluta discordancia entre lo que decía y cómo lo decía. Alagna no supo dibujar la evolución del personaje, desde mi punto de vista, ni vocal ni dramáticamente, estando demasiado preocupado en todo momento por los fuegos de artificio, lanzando agudos a cascoporro, a un volumen desatado, alargándolos, primando el exhibicionismo sobre el buen gusto. Su aria de la flor me pareció pésima. Lució buenísima voz, pero debía pensar que la Garanca estaba sorda y no bajó del forte ni en una sola nota. Simple estridencia. Nada de matización. Nada de sentimiento. La antítesis de Kaufmann. Reconozco que en el último acto me gustó más. Su voz, que siguió sonando a todo volumen, mostró una juvenil resistencia y llegó fresquísima al final, se implicó dramáticamente mucho más en el papel y, aunque un pelín sobreactuado “a la Villazón”, consiguió transmitir toda la emoción que previamente no había logrado. Al menos conmigo, porque el público le jaleó con estruendo y a él se le veía exultante.
Ildebrando D’Arcangelo repetía de nuevo en esta producción en el papel de Escamillo que ya protagonizara en 2006. Dramáticamente estuvo entregado, aunque le faltaba ese puntito chulesco que le sobraba a Alagna. Su porte le acompaña para la composición del personaje, aunque vocalmente pienso que, pese a que cantó con enorme corrección, no es el papel más adecuado a sus características, presentando dificultades para mantener la homogeneidad de la emisión en las notas más graves, y su pronunciación fue más bien regular.
Liping Zhang como Micaëla mostró una voz agradable, bien proyectada, aunque tuvo alguna descoordinación en el dúo del primer acto con Alagna y estuvo bastante hierática en escena, transmitiendo cierta frialdad.
El papel de Frasquita estuvo encomendado a la japonesa Eri Nakamura, a quien le tengo especial aprecio desde que asistiese a su estreno en un papel protagonista el marzo pasado en este mismo recinto sustituyendo a Netrebko en “I Capuleti e i Montecchi”. Nakamura volvió a exhibir su facilidad desmesurada en el registro agudo y sobrado desparpajo en escena.
Al finalizar, el público, con un considerable número de fans Alagnistas venidos de Francia, ovacionó fuertemente a todos los participantes con especial intensidad para la pareja protagonista.
A pesar de los reparos que he hecho, la verdad es que pasé una noche estupenda de ópera disfrutando de la voz de Garanca en ese magnífico teatro, modelo de buena organización y atención al cliente. A modo de ejemplo: Nada más llegar a España recibo un email de la ROH Covent Garden donde me remiten una encuesta de satisfacción detallada sobre los servicios recibidos en mi visita al teatro, desde el proceso de reserva de entradas, la comodidad de las localidades, la facilidad de acceso y localización de las mismas, los consumos en los entreactos, la atención de todo el personal… Vamos, igualito que en Les Arts.
Os dejo con Garanca en Baden Baden el año pasado, dirigida por su marido Karel Mark Chichon, interpretando "Les tringles des sistres tintaient":
video de klassizismus
Me hubiera encantado ver a la Garanca, porque me encanta y aunque Carmen no es mi personaje preferido,me gustaría haberla visto a ella. Pero me temo que no va a haber DVD. Habiendo hecho el otro, no lo creo.
ResponderEliminarGracias por esta nueva crónica.
No, de esta producción de ROH no, pero seguro saldrá la nueva del MET con la Garanca (gracias a la Gheorghiu)y Alagna, que es la que haran en los cines.
ResponderEliminarMe alegro que lo pasaras bien en Londres, Atticus :)
Y si, lo de la encuesta es igualito , igualito que en Les Arts...sobre todo, porque las leen ;)
Este año verás a Garanca otra vez como Carmen, ¿no? Y además con un Don José más en forma, según dicen.
ResponderEliminarQué diferencia entre el trato de la ROH y el de chez Helga. Ya podía habérsele pegado algo tras su paso por allí.
María Teresa, seguro que no sale en DVD. Como dice Kenderina es más que probable que la que sí saquen sea la del MET prevista inicialmente para la parejita Alagna-Gheoghiu, pero que después de su separación ahora protagonizarán Garanca-Alagna unas funciones y Gheorghiu-Kaufmann otras. Yo me quedaría con Garanca-Kaufmann, pero...
ResponderEliminarPues sí, Titus, parece que al Festival del Medterrani está prevista una Carmen y se rumorea que con Garanca y Marcelo Alvarez. Buena pareja. Aunque como sabes luego igual nos saca a Voulgaridou y Francisco.
A Helga lo único que se le pegó en Londres fueron las sábanas.
Atticus:
ResponderEliminarExcepto en lo que a Alagna respecta y a una percepción distinta por mi parte de Garanca, coincidimos en muchas cosas de lo cual me alegro.
Yo también llegué a casa y encontré una carta de agradecimiento de la ROH que , días antes, me había escrito para recordarme que tenía cita con éllos los dias 9 y 10. ¿Como en Les Arts? También el Liceu y el Auditori de Música de Barcelona brillan por su absentismo en lo que a trato al cliente se refiere. Alagna siempre me ha parecido un poco "macquereau" pero me cae bien y me pregunto cómo es tan desigual. A veces da la nota y otras acierta.En realidad es sólo un buen tenor, lo que no es poco, pero quiero decir que es muy coyuntural, nada sublime. Tal vez por perdonarle ese aire chulesco disfruté el domingo de su diáfana y potente voz.
Saludos afectuosos y, una vez más, felicidades por tu excelente crónica.
Garanca-Kaufmann en Munich a finales de mayo-principios de Junio ;) Pero de eso tampoco habrá DVD, que es una de las producciones de Carmen mas antiguas que hay...sino la mas.
ResponderEliminarGracias por la información, Kenderina. Me gustaría ver a Kaufmann en este papel en directo (y en cualquiera, qué carajo), pero serían demasiadas Carmen en un año...
ResponderEliminarGloria, gracias por tu comentario. Alagna es tremendamente irregular y reconozco que me cae más bien gordo, aunque te aseguro que fui predispuesto a dejarme cautivar por su voz, pero no pudo ser.
Efectivamente un trato como el de ROH al cliente hay pocos, pero como el de Les Arts, en el polo opuesto, también.
Atticus:
ResponderEliminarLa próxima vez nos ponemos de acuerdo y compartimos un "tea" en la cafetería de la ROH. Conste que eché varios vistazos pero no vi a Gregory Peck...
Me encantará compartir ese tea mientras discrepamos (o no) sobre Alagna.
ResponderEliminarLa verdad es que había mucha gente por allí y era difícil encontrarme. A mí me pasó lo mismo, no pude localizar a la Judith de Klimt.
Me gusta mucho Alagna y creo que en una buena función su canto siempre transmite una gran seguridad pero en contrapartida a nivel interpretativo no resulta excesivamente sincero.La Garanca por voz,fraseo,agilidades y temperamento una gran Carmen.
ResponderEliminarMe gusta mucho Alagna y creo que en una buena función su canto siempre transmite una gran seguridad pero en contrapartida a nivel interpretativo no resulta excesivamente sincero.La Garanca por voz,fraseo,agilidades y temperamento una gran Carmen.
ResponderEliminarMe alegra leerte por aquí, amigo Dandini.
ResponderEliminarReconozco que cuando Alagna está bien, está muy bien, aunque a mi casi nunca me gusten sus interpretaciones y poses.
Anímate, a ver si podemos coincidir en Troyens el 31
Como si la hubiéramos disfrutado in situ. Gracias, como siempre. Tampoco me entraba Alagna por las grabaciones que había oído, incluso el punto chulito me molestaba, pero a medida que he podido apreciarlo en directo lo he ido valorando cada vez más. Ese timbre es envidiable. No me cabe duda que Garanca hará un esfuerzo importante por bordar el papel... y ¿qué he leído por ahí, Garanca-Alvarez? Os aseguro que Marcelo estuvo sublime en la Tosca del MET. Un Plácido redivivo pletórico de voz y energía, con una voz bellísima. Casi casi lo único que estuvo al nivel que cabe esperar de esa sala. Ojala se cumpla y Francisco deje de estudiar canto lírico de una vez por todas. Por cierto, el MET me mima, yo mimo al MET. Me mandan todo tipo de información de eventos y no se olvidan de esta pobre turista que se atrevió a entrar en su platea. Como si mañana y al otro pudiera volver a repetir la experiencia. Igual que en Les Arts, vamos.
ResponderEliminarUna delicia de crónica Atticus, gracias!! yo también me he enamorado del ROH, de los avisos previos que te envían por email, de la encuesta posterior, de lo amables que son, de cómo hacen cola los ingleses para pedir un café en el entreacto en comparación con el codazo y tentetieso de Les Arts (aunque de esto, la verdad, no tiene la culpa Helga). No sabía que había trabajado allí, la verdad es que no ha copiado ni una sola de sus ideas, lástima. Bueno, el primer año nos mandaron un cuestionario de satisfacción de la temporada y seguramente no debió gustarle mucho lo que leyó porque . . . nunca mais ha vuelto a enviar ninguno. Me alegro de que te gustaran las localidades ;-)
ResponderEliminar¿Cuanto te mima el MET, Mime?. Más que en Les Arts miman hasta en Guantánamo.
ResponderEliminarMarcelo Álvarez es sin duda uno de los grandes tenores actuales, sobre todo verdiano. Ojala le tengamos por aquí otra vez, aunque sea con Bizet.