Ayer, por fin, en una noche más fría de lo esperado, dio comienzo la temporada de ópera 2011-2012 en el Palau de les Arts de Valencia con el estreno de la obra de Modest Mussorgsky “Boris Godunov”, una de las composiciones emblemáticas del género operístico ruso.
Lamentablemente se vieron demasiados huecos en la sala principal de Les Arts para ser la función de inauguración de la temporada. Faranduleo de todo a cien, politiqueo y gorrones varios no faltaron, claro, con la presencia en el palco por vez primera del nuevo President de la Generalitat, Alberto Fabra, y una corte de carguitos y pelotas que le seguían permanentemente, entre ellos la consellera de Cultura Lola Johnson.
Pero, como decía antes, lo más preocupante fue ver más asientos vacíos de lo que es normal en un estreno de comienzo de la temporada, y esa es la peor noticia posible en la situación actual de incertidumbre sobre su futuro en que se encuentra el teatro valenciano. Y encima, en una obra que no es de las más fáciles y con tanto gorrón poco cultivado, tras el descanso los vacíos aumentaron.
Pero, como decía antes, lo más preocupante fue ver más asientos vacíos de lo que es normal en un estreno de comienzo de la temporada, y esa es la peor noticia posible en la situación actual de incertidumbre sobre su futuro en que se encuentra el teatro valenciano. Y encima, en una obra que no es de las más fáciles y con tanto gorrón poco cultivado, tras el descanso los vacíos aumentaron.
Pero bueno, entrando ya en lo importante, esta coproducción del Palau de les Arts con la Fondazione Lirico Sinfonica Petruzzelli e Teatri di Bari y con el Teatro Regio di Torino, inauguró precisamente también la pasada temporada en este último. La versión ofrecida en Les Arts, como ya sucediera en Torino, es la original concebida por Mussorgsky en 1869, omitiendo por tanto el bellísimo acto polaco introducido en 1872, aunque se ha añadido el cuadro del bosque de Kromy con el que finaliza esa versión de 1872, pero intercalada antes del cuadro de la muerte de Boris. En cualquier caso, para conocer más sobre las versiones de “Boris Godunov” y sobre la obra misma, os recomiendo pasar por el blog de maac, de quien también os recomiendo leer la estupenda crónica que ha hecho de este estreno y que podéis ver aquí.
La dirección escénica e iluminación han corrido a cargo del director de cine ruso Andréi Konchalovski. Se caracteriza su puesta en escena por una escenografía de Graziano Gregori muy escueta, apenas unas plataformas móviles inclinadas que consiguieron algunos efectos visuales interesantes, como la caída final del trono a la muerte de Boris o la salida de éste en la escena de la coronación, y tan sólo unos pocos objetos de mobiliario que servían para distinguir en medio de tal sobriedad escénica los distintos espacios físicos en que se desarrollan los cuadros de la obra. Se ha dejado que lo primordial sea la música, el canto y la expresión de las emociones, el mundo interior de los personajes, siendo el vestuario realista de Carla Teti el único vehículo que nos remite a la época y lugar en que se desenvuelve la acción, sirviendo también para marcar las diferencias sociales existentes en la población de la Rusia zarista.
La espléndida iluminación ayuda también a remarcar la carga emocional de las situaciones que viven los personajes y proporciona algunos sugerentes juegos de luces y sombras, como ese gran momento en que el trono de Boris proyecta su larga sombra sobre el escenario.
Todo eso es importante en una obra con una carga psicológica tan fuerte como es esta, pero requiere, además, de unos intérpretes sólidos en el aspecto expresivo, y sobre todo de una dirección de actores coherente y trabajada. Y precisamente en ese punto creo que es donde la propuesta de Konchalovsky convence definitivamente. Se aprecia un consistente trabajo actoral con los cantantes, que resulta especialmente significativo en los movimientos de las masas corales, habiéndose extraído toda la potencialidad teatral del coro, con la dificultad añadida en este caso de su abultado número de componentes y de tener que actuar entre plataformas móviles. Todas estas circunstancias están resueltas con maestría y posiblemente la experiencia cinematográfica del director ruso haya tenido mucho que ver en el innegable éxito que obtuvo ayer la dirección escénica.
Omer Wellber ha iniciado su primera temporada como titular de la dirección musical de Les Arts con una auténtica prueba de fuego como es “Boris Godunov”. El israelí cuenta con una baza importantísima a su favor como es la de tener bajo sus órdenes a una agrupación excepcional como la Orquestra de la Comunitat Valenciana y con una partitura como la de Mussorgsky llena de fuerza dramática de principio a fin, y es indudable que con esos mimbres el cesto no podía ser demasiado malo. Es verdad que dio la impresión el israelí de comenzar un poco perdido y su dirección me pareció por momentos más rutinaria que intensa, pero en conjunto creo que pasó la prueba con nota, sabiendo mantener la tensión dramática y con momentos en los que hizo brillar especialmente a la orquesta, como la escena de la coronación. Mantuvo en todo instante una impecable conexión entre foso y escena y yo le criticaría un cierto descontrol en el abuso de decibelios, que tapó a los solistas en no pocas ocasiones.
Los movimientos que ha habido en la Orquestra de la Comunitat Valenciana durante estos meses entre temporada y temporada, afortunadamente no parecen haber menguado la excelencia de la agrupación, que ayer volvió a maravillar con la exquisitez de su sonido, con una sección de cuerda que sigue estando en estado de gracia y donde quiero destacar a las violas que tuvieron un par de intervenciones de auténtico lujo. Igualmente merecen destacarse las actuaciones solistas del oboe de Christopher Bouwman y la flauta de Álvaro Octavio.
El nunca suficientemente alabado Cor de la Generalitat tenía aquí una obra propicia para el lucimiento, donde el pueblo ruso se convierte en el auténtico protagonista de la ópera, y lo consiguió con creces, y ello pese a que en esta ocasión la prueba se complicaba más, tanto por la complejidad del idioma, como por esa escenografía móvil que exigía una atención permanente al movimiento escénico. Un empaste impecable, con la rotundidad que exige la partitura, y una actuación teatral excelente fueron claves para que lograsen transmitir de forma idónea el lamento y la rabia de un pueblo ruso permanentemente oprimido.
Las mismas alabanzas las hago extensivas a los jóvenes integrantes de la Escolania de la Mare de Déu dels Desemparats y de Pequeños Cantores de Valencia, que llevaron a cabo una labor magnífica.
En una ópera como “Boris Godunov”, donde se incide tanto en lo más íntimo de la personalidad del personaje principal, se requiere un cantante que sea capaz de transmitir con su voz todas las emociones, sabiendo combinar la vertiente más humana del mandatario y su atormentado remordimiento, con su crueldad y ambición. El bajo Orlin Anastassov quizás sea demasiado joven para el papel, pero esa no es su principal carencia, lo cual además compensa con su impresionante envergadura física. Es verdad que el búlgaro tiene una voz realmente bonita, de acentos claramente eslavos, y es un estupendo cantante que hizo un notable trabajo para acentuar los matices del papel, pero su timbre es posiblemente más claro de lo deseable y le falta claramente rotundidad vocal, especialmente en la zona más grave, presentando problemas para proyectar adecuadamente, por lo que, lamentablemente, en muchos momentos se vio tapado por la orquesta y eso en un Boris es imperdonable. No obstante, su rendimiento fue bueno y, hoy por hoy, quitado René Pape, no se me ocurren muchos más nombres que pudieran mejorar el resultado.
El tenor austriaco Nikolai Schukoff, que ya me sorprendiese muy favorablemente como Narraboth en la “Salome” de hace dos temporadas, fue un Grigori (falso Dmitri) de muchos quilates. Su potente voz lírica, de gran belleza, corría con facilidad por la sala y se imponía a la orquesta. Fue una lástima la supresión del acto polaco, porque allí hubiera tenido territorio para lucirse mucho más.
El veterano Vladimir Matorin, con una voz ya no tan fresca como antaño, pero conservando sus resonancias de auténtico bajo ruso y un gran volumen, compuso un Vaarlam excepcional, ayudado además por una interpretación magnífica como actor.
Excelente también fue la actuación de Ilona Mataradze como Xenia, deleitándonos con una preciosa voz cristalina que adornó con unos soberbios matices. Somos ya muchos los que pensamos que esta cantante merece papeles de mayor envergadura.
Aunque las voces infantiles no son precisamente mi debilidad, agradecí en este caso que el papel de Fiódor fuese interpretado por un niño contralto, Iván Khudyakov, en lugar de por una cantante femenina travestida.
El resto de solistas, como el Pimen de Alexánder Morozov o la Posadera de Nadezhda Serdiuk se mantuvo en un buen nivel. Emilio Sánchez, como de costumbre, mejor como actor que como cantante; más flojete me pareció Andréi Zorin como el Idiota, pero al fin y al cabo, haciendo de idiota no desmerecía demasiado; y caso aparte fue Konstantín Plúzhnikov, un deplorable Shúyski, que me hizo dudar de si realmente era un tenor profesional o un payaso del circo instalado actualmente frente al Palau de les Arts que se había colado allí de rondón.
Fuertes ovaciones premiaron la actuación de todos los artistas, siendo especialmente reconocidos Matorin y Anastassov. Patética era la imagen que presentaba el patio de butacas cuando los escasos cinco minutos de aplausos estaban finalizando, pues apenas una veintena de personas quedaban en la platea.
Una de las primeras en salir a la carrera fue la concejala de cultura y presidenta del Palau de la Musica de Valencia, Mairen Beneyto, quien por cierto no dejo de juguetear con su teléfono móvil durante toda la función molestando con su luz, y las prisas en salir de allí desde luego no serían por encontrar un taxi, pues tenía su coche oficial esperando fuera, igual que el resto de carguetes, lo cual, aprovecho para decir, que me parece vergonzoso e irritante con la que está cayendo.
Una de las primeras en salir a la carrera fue la concejala de cultura y presidenta del Palau de la Musica de Valencia, Mairen Beneyto, quien por cierto no dejo de juguetear con su teléfono móvil durante toda la función molestando con su luz, y las prisas en salir de allí desde luego no serían por encontrar un taxi, pues tenía su coche oficial esperando fuera, igual que el resto de carguetes, lo cual, aprovecho para decir, que me parece vergonzoso e irritante con la que está cayendo.
Gracias por el enlace y por la crónica, estoy de acuerdo, sólo hay diferencias de matiz, sobre todo respecto a Wellber, que yo no lo encontré rutinario, le pone tanta pasión.
ResponderEliminarGracias por la crónica. Hace que me impaciente más por oírla y me alegro por el mantenimiento de este primerísimo nivel que sólo deseo que dure. En cuanto a los "huecos" creo que en mitad de una crisis tan profunda como ésta y mal que nos pese, no se puede programar una obra tan difícil para el público en general como ésta. Los históricos abonados están abandonando sus butacas en ambos palaus y por mucho tirón que tenga para nosotros, el patio de butacas hay que llenarlo sí o sí. Es una cuestión de buena gestión y no de hacer castillos en el aire. En fin, no seré yo quien deje de ir aunque me lo quite del bocata del sábado noche.
ResponderEliminarSaludos!!
Gracias Atticus por tu excelente crónica. Si ya me apetecía mucho este "Boris", ahora espero impaciente mi turno. Me alegra que el nivel no haya bajado, ya que lo temía, aunque Helga siempre ha dicho que por encima de todo hay que mantener la calidad.
ResponderEliminarYa te daré mi opinión cuando la escuche.
Me preocupa y mucho que hubiese tantos asientos vacíos. No nos hace ningún favor a los aficionados a la ópera en estos momentos de crisis donde algunos, a los que prefiero no calificar, están deseando cerrar nuestro Palau de Les Arts. Cierto es que el turno "A" es el más caro y en este momento tienes lo mismo cualquier otro día mucho más barato y más si vas acompañado, como es mi caso, ya que son dos entradas. También es un turno donde se abonaron muchos que sólo querían figurar socialmente, a los que no les gusta la ópera y que desertan enseguida en cuanto representan una obra extraordinaria, como esta, pero que requiere cierta cultura musical, por decirlo de alguna manera. También es el día que más entradas de protocolo se dan y mucha de esta gente, con títulos como este no van y dejan el asiento vacío, ya que son incapaces de dar la entrada a algún amigo que aprecie el espectáculo. Yo sólo espero que impere la cordura, el sentido común y que nuestras autoridades se den cuenta que la cultura educa a los ciudadanos, en todas sus manifestaciones, y que por tanto, sabiendo que siempre es deficitaria, aquí y en todo el mundo, sepan mantener unas subvenciones para que el Palau de Les Arts pueda seguir funcionando como este año, hasta que superada la crisis, se pueda programar con normalidad. El Liceo inaguró la temporada con una selección de "Faust" en versión concierto y con un 70% del aforo cubierto. ¿Alguien en Barcelona está pensando en cerrarlo? NO, SEGURO QUE NO. Los catalanes lo sienten como algo suyo, que se aprieta el cinturón como los demás por la crisis, pero no se cierra. ¿Por qué aquí además de apretarnos el cinturón hay gente empeñada en cerrar lo que los valencianos deberíamos sentir como "nuestro teatro de ópera"?. Siempre hemos de ser más papistas que el Papa. "Meninfots" como dicen en valenciano.
Perdona toda esta reflexión y espero, en cuanto la escuche, hablar sólo de "Boris Godunov".
¡Muchas gracias!
Un aficionado a la ópera.
Maac: Desde luego pasión gestual no le falta a Wellber, no...
ResponderEliminarMimenor: No creo que Boris sea una obra tan difícil como dices. Difícil es "La página en blanco" y marcianadas por el estilo, pero Boris aunque siga patrones diferentes de la ópera italiana tradicional, no creo que sea especialmente difícil. Más bien puede ser desconocida, pero ayer yo hablé con gente que no la había escuchado antes y que fue con miedo y salían encantados.
Dicho eso, por supuesto que la crisis puede afectar también a la ópera, pero si los huecos aumentan demasiado habrá quien esté deseando cogerlo como excusa para cerrar el chiringuito.
Lo que habrá que hacer será mejorar la gestión y pensar en fórmulas imaginativas para salir adelante.
Se te echó de menos en el after Boris.
Aficionado a la ópera: Tienes razón en todo cuanto dices del Turno A. Habrá que ver si en los otros turnos también se aprecia este bajón o no.
ResponderEliminarLo de que sea más caro por ser estreno, jamás lo he entendido. Debería ser más barato por tener que aguantar a los gorrones...
Espero tus impresiones sobre Boris cuando vayas en tu turno.
Es que Wellber podrá o no gustar pero rutinario precisamente y con lo joven que es...
ResponderEliminarHe escrito un comentario, le he dado a enviar y no lo veo, lo digo por si aparece después. Decía esto más o menos:
ResponderEliminarDa gusto leer tu crónica y ver la facilidad con la que desgranas toda la función, enhorabuena.
No quiero ser repetitivo, pero yo también pensé que era imperdonable que un Boris fuera tapado por la orquesta. Creo que Anastassov tiene un agudo fácil, pero el centro y el grave resultan opacos, con lo cual no llegó a transmitir toda la rotundidad que posee el personaje ni acertó a dibujar todos los registros de este complejo papel. Por eso salí con la sensación de que faltaba bastante, como si en Norma la soprano no fuera lo mejor del reparto o en Otello la Desdémona fuera mejor que el tenor. No sé si se me admite la comparación, ya que el coro es otro gran protagonista y esto sí que fue fabuloso.
En cuanto a Wellber, estoy de acuerdo con Maac en que la dirección fue siempre intensa y compacta. Ahora bien, eché de menor mayor crudeza a la hora de resaltar pasajes que musicalmente resultan ásperos y oscuros en esta partitura original. Bueno, es cuestión de matices como decís vosotros y la labor general de Wellber me gustó bastante, con un final sensacional.
(Cuando he leído René Pape he babeado cual perro de Paulov)
Atticus, enhorabuena por la crónica, tiene ese toque Finch que a mí siempre me hace reír muchísimo. Eso de los "gorrones poco cultivados" que son la causa de las deserciones en los descansos, es de nota.
ResponderEliminarEl balance es muy positivo pienso que merece la pena repetir la experiencia, como decía un email de un amigo que he recibido esta mañana "tengo mono de Boris" Pues sí, yo también, disfruté muchísimo sobre todo con los coros y con la orquesta que me parecieron lujosos. Solo por eso quedaría plenamente justifcada "una segunda taza", sin ningún género de duda. A ver si coincidimos de nuevo.
Qué lujo ver un buen Boris, Atticus. Qué pena de vacíos,ya nos podrían enviar algunas entraditas a los de Barcelona, que todavía no hemos visto una ópera en el Liceu este curso!
ResponderEliminarAl Schukoff lo vimos en un Gurrelieder fabuloso (mi hijo tocaba jeje) y nos encantó.
Querido Atticus,
ResponderEliminarSuelo leer tus crónicas y aunque a veces discrepo en ciertas cosas, suelo estar bastante de acuerdo con ellas, pero esta vez creo que no van a ser tantas las coincidencias....
La música de Boris me parece maravillosa, pero aunque se esté cultivado (y es el caso ya que soy músico profesional) también puedes caer en el deseo de querer salir corriendo tras el primer acto... El por qué, creo que para que esta obra te mantenga con la tensión y emoción necesaria para seguir el hilo, las voces solistas deben contribuir considerablemete en ello y sobre todo el papel principal y este no era el caso, ya que al Sr. Anastassov le quedaba muy grande el papel y no precisamente porque su centro y graves no fueran de la rotundidad necesaria sino porque también la parte aguda se ve con ciertos problemas, bastante engolada y sin nada de punta lo que provocaba que en los fortes junto con la orquesta no sobresaliera en absoluto, una lástima. Y queréis que sacrifiquen esos fortes maravillosos para que podamos escuchar al solista??? No creo que esa fuera la intención del compositor y en eso apoyo al joven pero muy prometedor Omer Wellber, el cual también se le debe criticar que haya llegado bastante justito al estreno de la ópera, ya que según me informan algunas fuentes, éste no se sabía muy bien la ópera entera, recibiendo incluso algunas reprimendas por ello, en ámbito privado, de los solistas rusos.
A cerca del resto del reparto estoy bastante de acuerdo, aunque según me contaron tras el estreno, al Sr K. Plúzhnikov tuvieron que atenderle de urgencias por un achuchón, esperemos que este sea el motivo de semejantes alaridos durante toda la ópera, aunque no lo voy a justificar. Y la Sra. Mataradze, creo que discrepo con tus halagos, ya que hay voces mucho mejores y valencianas con la mitad de oportunidades que ella, la cual peca de una emisión demasiado forzada y pendiente en cada momento de buscar nota por nota privándola de linea de canto.
En cuanto al coro, agradecía profundamente sus apariciones ya que eran como grandes dosis de oxígeno durante la representación, pero el empaste no era la nota dominante. Sí por ejemplo en la cuerda de tenores que se ve considerablemente mejorada con los refuerzos (creo que por primera vez es la cuerda que más me ha gustado con diferencia), pero no en el resto de cuerdas. Los bajos-barítonos tenían un problema con el empaste pudiéndo reconocer algunas voces de forma individual y una vez más a las mujeres les falta fuerza y un color más operístico, suenan demasiado a voces blancas, sin tener en cuenta las intervenciones junto con los niños, claro está.
Podría extenderme mucho más,pero creo que me quedaré con el resto de tu crónica.
Golaud: Es verdad que el Boris de Anastassov no fue todo lo redondo que hubiésemos deseado, pero a mí, en conjunto, me pareció que el resultado fue positivo.
ResponderEliminarGracias por dejar tu opinión que ya sabes que valoro enormemente.
Assai: Yo también tengo mono de Boris, así que seguro que tomaré una segunda taza, por lo que posiblemente volvamos a encontrarnos pronto.
Kalamar: Ya le digo yo a Helga que os mande unas cuantas entradas y vosotros a cambio nos mandáis a Beczala, aunque sea en versión concierto.
Kundry: Te doy la bienvenida al blog y te agradezco tus comentarios.
Tenemos apreciaciones diferentes sobre algunas cosas de lo que vimos el sábado. Desde luego yo no creo que las limitaciones que pueda tener Anastassov fuesen de tal calibre como para justificar que se abandonase la sala, sobre todo con el pedazo de orquesta y coro que había.
No es mi deseo tampoco que la orquesta tenga que limitar su potencial en los fortes para beneficiar a los cantantes, pero es que estos fueron tapados en más de una ocasión y no sólo en los fortes.
Siento lo que dices de Plúzhnikov, la verdad es que no era muy normal el catálogo de ruidos que nos despachó.
En cuanto a Mataradze, a mí me ha gustado las veces que la he escuchado, aunque me agradaría hacerlo en papeles de más enjundia para apreciar sus virtudes en mejor medida. Tienes razón en que hay muchas cantantes con grandes facultades que, por diferentes motivos, no han tenido las mismas oportunidades que Mataradze, pero no creo que por eso se haya de desacreditar a esta, que me parece una buena cantante, aunque tenga aspectos que deba mejorar.
También coincido en lo bien que estuvo la cuerda de tenores. Y es posible que hubiera algún desajuste en el Coro, pero después del extraordinario rendimiento que ofrecieron, como muy pocos coros pueden hacer hoy por hoy, yo no me considero con derecho a hacerles el más mínimo reproche.
Está claro que tenemos opiniones diferentes sobre el estreno de este Boris y, siendo tú músico profesional, es obvio que las tuyas son más dignas de tener en cuenta que las mías que no dejan de ser las impresiones de un mero aficionado.
Gracias de nuevo por tu intervención en el blog y espero contar con tus comentarios en futuras ocasiones.
Una crónica excelente, como siempre. ya tengo ganas de que llegue mi turno el 20-N (una frase que podría salir de boca de Rajoy).
ResponderEliminarHay algo que no entiendo, o que no he interpretado correctamente, y es cuando mencionas la poca entidad del papel del idiota. Para mí es un papel decisivo en la obra, comparte el pesar del pueblo (coro) y además se lo dice a Boris a la cara, amparado por su locura, o su santidad según la tradición rusa. Es un papel del que se debe sacar mucho jugo, no hay más que ver lo que era capaz de hacer Ivan Kozlovski con él.
Como se echa de menos a Maazel, al tal Wellber le viene grande la orquesta de la comunidad valenciana, mejor que se dedicase a dirigir una charanga.
ResponderEliminarTitus: No, no es que tú lo hayas entendido mal, el problema ha sido mío por querer hacer una gracia. Por supuesto que el papel del idiota, aun siendo corto, es relevante y da juego para que un buen cantante deje ver sus facultades.
ResponderEliminarAndréi Zorin no me gustó, y pretendí hacer una "grasieta" diciendo que, bueno, al ser idiota el que cantase como un idiota no desmerecía demasiado el drama.
Pero efectivamente no se entiende muy bien ni tiene mucha gracia, así que mejor decir: Andréi Zorin me pareció más malo que el sebo.
A ver si podemos vernos el 20.
Anónimo: Creo que a Maazel le echamos todos de menos y si esperamos su genialidad pocos directores actuales podrían estar al nivel. Pero de ahí a decir que Wellber sólo vale para dirigir charangas, creo que es exagerado.
En cualquier caso, gracias por dejar tu opinión en el blog.
Aunque el mensaje de Kundry vaya dirigido a Atticus, me gustaría realizar una corrección a mí mensaje anterior y un par de apuntes si Atticus me lo permite:
ResponderEliminarTe doy la razón en que Anastassov engolaba y su colocación no era buena, pero creo que en el agudo adquiría más presencia vocal, lo de "agudo fácil" que yo he escrito no es lo más correcto porque esto implica también una emisión liberada, que efectivamente no tenía, pero tenía más proyección que el resto de su registro.
Me ha llamado la atención lo de Mataradze porque a mí también me pareció una voz de calidad. Dejando esto a un lado la defensa que se ha hecho es irreprochable: ella no puede pagar la falta de oportunidades de otras cantantes.
Finalmente, creo que como público no se puede juzgar a Wellber porque llegue justo a la obra si el resultado es el que fue, hay buenos ejemplos de directores históricos que tenían prácticas en sus ensayos que muchos músicos no compartían pero ofrecían un resultado por el que ahora se les recuerda.
Esa crítica de llegar justo a la obra me suena que también se le hizo a Maazel y creo que fue con una que no había tocado nunca, no sé ahora mismo si sería Parsifal, y menudo Parsifal que hizo el tío, creo que los que lo escuchamos podemos considerarnos unos privilegiados, a mí me dejo extasiado, hasta el punto que ni el ovni me devolvió a la realidad, que ya es decir.
ResponderEliminarComo joven neófita en ópera, esta es la tercera a la que asisto. He de decir que me alegra que las percepciones que tuve fueron más o menos las mismas que los que sois entendidos del tema. Los coros me parecieron abrumadores, la hija del zar me emocionó muchísimo y la escenografía maravillosa.
ResponderEliminarMaac, pero Maazel podía llegar el mismo día. "Su" orquesta y "sus" músicos le entendían a la perfección. Además, no comparemos lo incomparable. Wellber no será nunca un maestro de ensueño. Y como dijeron algunos, no pasa de un maestro de rutina. Y la edad no tiene nada que ver. Hay ejemplos de jóvenes maestros que le dan mil vueltas de batuta al enchufado éste.
ResponderEliminarFui a la segunda función y me aburrí más que una ostra. Tampoco entiendo el entusiasmo que despierta en algunos la tal Mataratze. A mí me tocó en Nit a les Arts un dúo de l'Elisir d'amore con Dulcamara y voz y sobretodo su emisión era engolada, con problemas de entonación y unos agudos gritados. Si no mejora su técnica, mucho me temo que quedará en pequeños papeles. También la padecí en l'Italiana in Algeri, donde no hacía más que chillar en los concertati. Una pena.
Por cierto, tampoco me pareció nada de otro mundo la puesta en escena del cineasta (maldita manía de darles a cineastas la dirección de una ópera). Me pareció floja. Además de la plataforma estar más que vista, y casi siempre en puestas de Boris.
O sea, me encanta que la temporada valenciana haya arrancado, pero tampoco es para tirar cohetes. Y luego eligen como la peor puesta a 1984, que para mi fue lo mejor que ha pasado por les Arts.
Veremos lo que nos depara la vieja producción olvidada de Ronconi para la Cenerentola.
¿Crisis? ¿Quién ha dicho crisis?
Illicopresto no sé cómo has leído lo que escribí pero das por hecho cosas que yo no he escrito, es algo que me da mucha rabia: que se manipule.
ResponderEliminarPues imagínate, si se criticó a Maazel, que se lo podía permitir, el llegar tarde, qué no se le va a criticar a Wellber, mejor me lo pones.
Mataradze por el momento sólo despierta curiosidad en algunos, entre los que me encuentro. No la padecí en L'Italiana porque no fui a L'Italiana.
Que me corrija Atticus si me equivoco pero 1984 no fue elegida como la peor puesta sino como "lo peor", que es algo distinto.
La produción de Ronconi es vieja pero no tanto -comparada con los casi 200 años de La Cenerentola no es nada- y olvidada todavía no, digamos que es un clásico, no hace mucho se repuso en Pesaro. Otra cosa es que no te guste o que estés cansado de verla.
Golaud: Tienes razón. Si Wellber no se sabía la obra, el resultado obtenido, que a mí no me acabó de parecer redondo, tendría mucho más mérito su dirección.
ResponderEliminarMaac: Puede que lo que comentas fuese en Parsifal. Y menudo Parsifal nos largó el amigo Maazel... aunque a mí el Ovni me j**** enormemente el final cuando todo estaba saliendo casi perfecto.
Merxe: Bienvenida al blog. Me alegra enormemente leer que jóvenes neófitos se van introduciendo en el género. Y está muy bien que tu tercera ópera sea un Boris y te haya gustado. De verdad que me ha alegrado mucho leer tu comentario. Ánimo y a seguir con la afición y aquí tienes este blog para compartir tus impresiones.
Illicopresto: Wellber a mí todavía no me ha conquistado sin reservas en ninguna de las óperas que ha dirigido, sin que me haya disgustado. Pero creo que tus comentarios son exageradamente negativos.
Sobre Mataradze disentimos claramente. Yo no la vi en L'Italiana, pero en L'Elisir y en Boris sí me ha gustado y bastante.
A "1984" no se la ha elegido la peor puesta en escena, sino lo peor del año, como composición. La dirección de escena de Robert Lepage incluso estuvo entre las cinco finalistas a la mejor. A mí me gustó mucho.
La producción de Ronconi de La Cenerentola no está olvidada, aunque tiene ya unos años, el pasado 2010 si no me equivoco, se repuso en Pésaro.
Antes hice un comentario, intenté corregirlo y después no hubo manera de publicar, lo que quería decir, además de alguna cosa que ya ha contestado Atticus sobre 1984 y La Cenerentola, es que a mí ni se me ha pasado por la cabeza comparar a Wellber con Maazel, es más, los que me conocen y pudieron charlar conmigo tras el Boris saben que me hubiera gustado ver lo que hacía Maazel con esta ópera, claro que para eso tendría que haber querido dirigirla.
ResponderEliminarAnoche vi el Boris de Les Arts y bueno desde mi punto de vista de simple aficionada me parecio mas que decente . Los coros fantásticos como se movieron por escena siendo el pueblo ruso el verdadero protagonista
ResponderEliminarEn cuanto Anastassov yo creo que creo que tiene una voz preciosa y una gran capacidad escenica se desenvuelve muy bien en escena y no me parecio que lo tapara la orquesta quizá la voz sea demasiado clara pero ( siempre como aficionada a la música sin conocimientos técnicos ) pienso que no hay muchos bajos
A mi me gusto y fue una buena noche
Gracias como siempre por tu critica siempre es buena la polemica cuando estimula la inteligencia
Ah estoy absolutamente de acuerdo con lo que has comentado del Parsifal incluyendo lo del ovni
Gracias por dejar tus impresiones sobre Boris Godunov, María Dolores. Y estoy de acuerdo contigo, la polémica inteligente y respetuosa siempre es positiva.
ResponderEliminarAyer la última representación con P. Burchuladze en lugar de Anastassov. Gran entrada gracias a no menos de 300 regalos. Pero gracias a eso la media de edad bajó considerablemente.
ResponderEliminarUna duda, ¿en otras representaciones Boris le estampa la copa de vino a su hijo en la cara? Ayer el pobre Fiodor se quedó a cuadros mientras su padre le mancha toda la cabeza. Al final más de 10 minutos de aplausos. Coro y Orquesta FANTÁSTICOS.
Efectivamente, en las otras funciones también le estampa Boris la copa de vino a Fiodor en los morros. Estaba todo preparado.
ResponderEliminarGracias por dejarnos tu comentario.
He asistido a 3 representaciones de "Boris Godunov" con la suerte de ir a la última donde cantó el papel de "Boris" el extraordinario bajo armenio Paata Burchuladze, uno de los mejores bajos de estos tiempos y un referente en este papel que le ha dado grandes triunfos en los teatros más importantes.
ResponderEliminar90% de aforo en las tres noches, público muy correcto (nada de 300 entradas regaladas por noche), sin deserciones en el descanso (se reserva estas cosas para el turno "A" que paga más y puede hacer las extravagancias que le apetezca) y todos sentados hasta la bajada del telón final después de muchos, muchos aplausos, especialmente el Miércoles 23. Gran estreno de temporada con un extraordinario "Boris Godunov". Sensacional la orquesta, sobresaliente cum laude el Coro y muy bien Omer Wellber que cada día que pasa me parece mejor director. Especialmente emotiva su dirección en la última escena con la muerte de Boris. Anastassov ha sido un gran Boris. Voz preciosa, sólo superable en los graves. Burchuladze es BORIS, papel que parece haber sido escrito para él y que ha cantado extraordinariamente bien. Un auténtico lujo haber tenido la suerte de escucharle. Un plácer. Fantástico. Muy bien el resto del reparto, al haber sido sustituido el acabado Pluzhnikov (dos noches desastrosas) por un más que correcto Arnold Bezuyen, como Vasili Shuyski. Mención especial a Matorin, un "viejo lobo" al que sigue dando gusto oir cantar, ya que sus recursos y "trampillas" le permiten salir airoso de cualquier situación. No me voy a extender más ya que casi todo está dicho. Magnifico "Boris Godunov" que veremos si iguala el Teatro Real en la inaguración de la próxima temporada.
Títulos que suenan para el año que viene: "La Boheme" y "Rigoletto", aunque de aquí a allá, quien sabe lo que pasará. Pero como lo oí lo dejo escrito.
Un aficionado a la ópera.
Gracias, como siempre, por tu detallada crónica.
ResponderEliminarQuienes vieron el otro día el Boris de Brchuladze, coinciden en alabar al veterano bajo, a quien algunos ya dábamos por acabado después de haber escuchado su espeluznante Trovatore de Barcelona.
Que empiece a haber rumores de la programación de la próxima temporada es muy positivo, al menos parece que todavía se sigue pensando en que pueda seguir funcionando nuestro teatro de ópera.
Eso sí, los títulos que mencionas no son ahora mismo los que más puedan motivarme, y además en ambos se podrían acordar de traer de nuevo al infame Grigolo... Ufff...