Tras un paréntesis veraniego en el blog más
largo de lo esperado, regresaba por aquí con intención de haber comentado algo de
tono más amable, pero el correo de una muy buena amiga me ha devuelto a la
realidad del Palau de les Arts.
Estamos en plena campaña de renovación de
abonos y, como suele ser costumbre en esa casa, la cosa se vuelve a organizar
fatal. De entrada, como también viene siendo habitual, los plazos de renuncia
se hacen coincidir con el mes de agosto y primeros días de septiembre. No hay
que ser Hercules Poirot para entender que eso se hace así para conseguir que a muchos
posibles renunciantes se les pase el plazo mientras están de vacaciones.
Por otro lado, las solicitudes de cambio de
turno o localidad no se pueden presentar hasta que ha finalizado el plazo de renuncia,
con lo que si tu abono de la temporada pasada no te acopla por cualquier motivo
y quieres cambiarlo por otro, te arriesgas a que se renueve automáticamente y
luego no te acepten el cambio solicitado.
Esto en concreto es lo que le ha pasado a esta
amiga, que me ha autorizado a reproducir la comunicación que ha enviado a Les
Arts explicando los motivos de su renuncia:
“Mi abono actual no me interesa ni por
programación ni por fechas. Mi intención era cambiarme de turno y zona. Si este
cambio no es posible no me interesa seguir siendo abonada.
Acudí a las taquillas, ayer 3 de
septiembre, para comentar que el sistema previsto de solicitud de cambio de
turno me obligaba a perder mi derecho a la renuncia al abono en caso de que el
cambio solicitado no fuera factible, ya que el plazo de solicitud de dicho
cambio comienza justo tras finalizar el de renuncia.
La información recibida en taquillas fue
amable, pero inflexible y similar a la que se puede encontrar en la web, muy
alejada de lo que debe ser, a mi juicio, el trato a una abonada de varios años
y que, además del abono compra entradas para muchas otras funciones. No
pretendía un trato de favor, sino comentar la posibilidad de encontrar una
solución a mi situación. Simplemente pedí información acerca de si podía haber
problemas para que el cambio de turno que quería solicitar me fuese aceptado, a
la vista de la ocupación actual de dicho abono.
La única respuesta que encontré era la
repetición de las fechas de los diferentes plazos y que esa información no era
posible. Ante mi comentario de que, siendo así, no podía arriesgarme a ver
renovado automáticamente mi abono actual no deseado, no encontré la más mínima
alternativa, ni por el personal de taquillas ni por quien en su día me
informaron que era el jefe de taquillas, que por allí deambulaba sin acercarse
siquiera a ver qué ocurría.
Ya el año pasado encontré la misma
inflexibilidad ante mi solicitud de trasladar mi abono dentro de la misma zona
a butacas laterales, y se me informó que no estaban en abono porque su
visibilidad era peor, aunque se venden al mismo precio (lo cual no entiendo).
Insistí en que personalmente, se vea mejor o peor, me gustan más por la
proximidad a la orquesta, pero una vez más se fue inflexible.
Todo lo anterior ha motivado que este año,
pese a que por motivos sentimentales y por apostar por la continuidad de un
proyecto estable de ópera en nuestra ciudad, pretendía continuar como abonada,
tanto mi marido como yo solicitamos la renuncia a nuestros abonos, ya que no
podemos arriesgarnos a que se nos renueve automáticamente un abono que no
deseamos y además nos sentimos mal tratados, una vez más, por el Palau de les
Arts”.
Más allá del tema de fondo sobre los
absurdos plazos de renovaciones, renuncias y cambios, vuelve a ponerse de
manifiesto el inaceptable comportamiento de nuestro teatro de ópera en su
relación con los que, cada vez más, somos su principal razón de existir: el aficionado
que paga sus entradas para tener acceso a una manifestación cultural. Lo crean
algunos o no, el sentido de que este teatro siga perviviendo no es ensanchar
las posaderas de algún politiquillo de nuevo cuño, honrar a faraónicos dirigentes
o aumentar el ego de Intendentes déspotas y arquitectos sin vergüenza, sino
ofrecer arte y cultura al público que paga por ello y que tiene criterio para
decidir lo que le gusta y lo que no y lo que debe aceptar o no.
Las imbecilidades se suceden en la gestión
de Les Arts y el trato al abonado no mejora. Un año tras otro venimos denunciando
las mismas insensateces.
Lo de que las entradas laterales no entren
en abono es incomprensible, cuando cuestan lo mismo que otras de la misma
zona pero centradas que sí están en abono. Y la explicación que dan, diciendo
que es que ahí se pierde visibilidad, es inaceptable. Si es así, me estás estafando
porque me la estás vendiendo en taquilla al mismo precio que una con
visibilidad y sin advertirme de esa pérdida de visión.
Otro hecho que se repite todos los años es
que, en el periodo de compra preferente para abonados de los espectáculos que
no entran en tu abono, te cuentan siempre la milonga de que las entradas que
solicitas bien situadas no están disponibles, pero cuando llega el día de la
representación contemplas con estupefacción que las localidades que pediste
están vacías o se han vendido al 50%. Eso es habitual. Me ha pasado a mí ya varios
años y me lo han comentado otros abonados.
Seguimos también rellenando los abonos con
espectáculos no operísticos. Ya sé que esto también ocurre en otros teatros y
el mal de muchos no me consuela, pero lo que llega a indignar es que los
conciertos que te colocan con calzador en el abono siguen interpretándolos en
un recinto de acústica abominable y donde no te dejan elegir la zona, estando
vinculada al abono de ópera, cuando los criterios para elegir un abono de ópera
o uno de concierto pueden ser muy diferentes, sobre todo si éste se celebra en
un patatal con asientos.
La temporada anterior pasaron unas
encuestas a los abonados para que manifestásemos nuestra opinión sobre
diferentes aspectos de la gestión de Les Arts y solicitando propuestas. Doy fe
de que algunos rellenamos las nuestras con detalle, pero visto como van las
cosas me temo que con nuestras encuestas rellenadas lo que hicieron fue suplir
la carencia de papel higiénico que haya motivado la crisis.
Resulta evidente que a Helga Schmidt y sus
secuaces, y a CulturArts y los suyos, les importa un carajo que el abonado esté
contento o no. Ellos van a piñón fijo y al que no le guste que se pire. Así se
equivocan de pleno. A muchos de esos abonados, entre los que me incluyo, que
además de nuestro abono compramos entradas para casi todas las
representaciones, deberían llevarnos en bandeja de plata. Estoy seguro de que algunos
abonados mereceríamos tener nuestro nombre inscrito en el hall de Les Arts más que
algunos de esos sponsor y patrocinadores que salieron por patas a las primeras de
cambio en cuanto las cosas se pusieron feas y el imperio del faraón Camps se
tambaleó.
Que se pierdan abonados por culpa de la
crisis económica que a todos nos afecta, en un momento tan crítico como este
para el futuro del teatro, es muy triste; pero es mucho más lamentable e
imperdonable que esos buenos abonados se puedan estar perdiendo por culpa de la
mala gestión interna y por no saber tratar adecuadamente al público.
Allá ellos, si lo que buscan es que el
proyecto se hunda definitivamente lo están haciendo de maravilla.
ACTUALIZACIÓN A 15/09/2013: La amiga de la que hablaba al comienzo me ha comunicado que personal de Les Arts (Toni) se puso en contacto con ella y tras pedir disculpas por lo ocurrido le han solucionado su problema. Vuelve a ser abonada en el turno deseado.
Y yo me pregunto, ¿tan difícil es hacer bien las cosas a la primera?...
ACTUALIZACIÓN A 15/09/2013: La amiga de la que hablaba al comienzo me ha comunicado que personal de Les Arts (Toni) se puso en contacto con ella y tras pedir disculpas por lo ocurrido le han solucionado su problema. Vuelve a ser abonada en el turno deseado.
Y yo me pregunto, ¿tan difícil es hacer bien las cosas a la primera?...
Tienes toda la razón. Lo suscribo cien por cien. Todos estamos muy de acuerdo en que los recortes que preparan los políticos son un tremendo desastre, pero esto no nos debe impedir indignarnos cuando el sujeto amenazado de muerte, en este caso Les Arts, hace las cosas mal. Mirar hacia otro lado por aquello de "dejémoslo estar, lo importante es la supervivencia" no me parece una postura aceptable.
ResponderEliminarNo, no es aceptable. Por eso sigo denunciándolo aun a sabiendas de que pueda haber quien se aproveche de esto para esas otras guerras.
EliminarSupongo que no tiene sentido recordarle a los politicastros que los despidos en masa que preparan no solo no solucionarán estos problemas, sino que los multiplicarán por diez o por veinte. No sé cómo demonios pretenden que el chiringuito siga abierto en esas condiciones. ¿Y si se lo alquilan a José Luis Moreno?
EliminarNo des diabólicas ideas que a algun@ la propuesta le molará. Y no lo veo un futuro imposible como CulturArts meta las zarpas a fondo.
EliminarEvidentemente este tipo de medidas basadas sólo en el recorte para que salga la cuenta, sin pensar en qué es lo necesario para que el proyecto funcione como debe y tenga sentido, conlleva el fracaso en la gestión. Sobre todo si se deja que intervengan en la dirección artística quienes no tienen más experiencia que un concurso de playback fallero y tener dos cd de Bocelli
EliminarPersonalmente ni renovaría mi abono, ni sacaría una entrada. Mejor no ir, total cuando acabe el año habran despedido a mas de 90 trabajadores (la puja ha empezado en 120) y el criterio de la siega ya se vera... seguro que no queda casi nadie que sepa hacer algo... vamos como en Canal 9 o peor, si les dejan, al tiempo.
EliminarCoincido contigo en que esta política de recorte salvaje a lo único que puede conducir es a situaciones como la actual en RTVV, pero, hombre, si los aficionados a la ópera dejamos de comprar entradas, ya no es que se despidan 90, sino que no queda ni el de seguridad.
EliminarYo renovare mi abono y comprare entradas , porque coincidiendo con que la politica de recortes y despidos es el recurso de los mediocres si dejamos de ir y de comprar las entradas les estamos dando la razon y habran ganado ellos !!
ResponderEliminarPor supuesto. Hay que apoyar la actividad cultural y artística, y criticar y denunciar todo aquello que pueda ponerla en peligro, como los injustificables despidos y recortes salvajes.
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