Cuando se anunció oficialmente el contenido
de la programación de la temporada operística 2013/2014 en el Palau de les
Arts, hubo dos previsiones que me atrajeron especialmente. La primera fue la
esperada reposición de La Valquiria
con el maestro Mehta al frente. Y la
segunda, que me ilusionaba aún más si cabe, era el regreso de Riccardo Chailly a Valencia con la Messa da Requiem de Giuseppe Verdi, tras el éxito obtenido la temporada pasada con una Bohème y una Novena de Beethoven que
quedarán para siempre grabadas en nuestra memoria entre los mejores momentos
vividos en este teatro.
La desilusión vino cuando, apenas tres días
antes de la primera de las funciones previstas, se anunciaba oficialmente que Chailly cancelaba su participación debido
a una bronquitis aguda, comunicándose que su sustituto sería el también milanés
Carlo Rizzi (por cierto, si no me
equivoco, Carlo Rizzi era también el
nombre de uno de los personajes de El
Padrino, en concreto el marido de Connie).
A pesar del desencanto que nos produjo a
muchos el saber que no íbamos a poder disfrutar de la maestría de Riccardo Chailly, hay que reconocer que
la sustitución podría haber sido mucho peor y que se ha buscado a un director que
garantizaba unos mínimos de calidad.
Siempre nos quedará la duda de saber qué
hubiera pasado si hubiese dirigido Chailly.
Sospechamos, tras los resultados de la Novena
del pasado año, que el genio del milanés nos hubiese ofrecido una versión
personal, cargada de matices, tensión y contrastes, obteniendo unos
deslumbrantes sonidos de la orquesta. Pero no lo sabemos, y además sería
profundamente injusto pretender comparar a Rizzi
con lo que no ha sido.
Ayer tuvo lugar la primera de las dos
funciones previstas de este Requiem y
lo primero que me gustaría dejar claro es que, aunque quizás faltase esa chispa
de magia que surge de las grandes batutas, lo cierto es que, desde mi punto de
vista, Carlo Rizzi llevó a cabo un
trabajo excelente, absolutamente impecable, ejemplo de profesionalidad y buen
hacer, sobre todo teniendo en cuenta que, según él mismo confesó, hace escasos
días que le trasladaron el encargo de asumir la sustitución de Riccardo Chailly.
Tras el fiasco verdiano del pasado fin de
semana con La Traviata de La Scala,
ayer sí tuvimos una lectura de Verdi
que me sonó a Verdi. El maestro Rizzi ofreció acentos remarcados y unas
transiciones perfectamente hilvanadas. Hubo claridad de líneas, naturalidad en
la exposición y un uso ejemplar de las dinámicas, solventando con
pulcritud artesanal el equilibrio entre orquesta y voces.
En Lacrimosa
supo transmitir toda la belleza y emoción que requiere la página, pese a no
contar con un cuarteto de lujo pero sí eficiente. Las sucesivas apariciones del
Dies Irae estuvieron cargadas de
dinamismo y fuerza, ofreciendo además distintos matices en cada una de ellas. Me
resultó muy interesante también el subrayado de los timbales en el Confutatis. Todos estos detalles evidencian
una labor de dirección detrás, que dista mucho de ser un simple trámite para
atender un encargo de última hora. Hubo implicación y resultados eficaces.
La Orquesta
de la Comunitat Valenciana respondió con una entrega absoluta y un
magnífico rendimiento y todas las secciones tuvieron intervenciones destacadas.
Desde la expuesta prestación de las trompetas en el Tuba mirum que se resolvió con enorme solvencia, hasta las
brillantísimas ejecuciones de Pierre
Antoine Escoffier al oboe, las siempre acertadas apariciones de fagots,
flautas o clarinetes, o la celestial entrada de los violonchelos al comienzo
del Ofertorio.
El Cor
de la Generalitat, tal y como esperábamos, nos brindó otra de sus grandes
noches, pleno de intensidad expresiva, refinamiento y riqueza de matices, mostrándose
majestuoso, suplicante o delicado según los requerimientos de la partitura. Toda
una lección para los que siguen insistiendo en que este coro sólo sabe cantar
en forte. Ejemplar me resultó ayer su
articulación y dicción, y recordaré especialmente ese mágico y estremecedor
susurro del Libera Me, o la fuga
subsiguiente extraordinariamente regulada.
En cuanto a los solistas vocales, Verdi escribió con gran exigencia para
cuatro voces poderosas que además fuesen ejemplo de su estilo, requerimientos que
actualmente hacen muy difícil encontrar un cuarteto equilibrado. Si a esa
dificultad natural le añadimos las penurias económicas actuales, la empresa
parece casi imposible y nos contentamos con obtener unas dignas prestaciones. Y
ayer pienso que las obtuvimos.
Los retos de la parte de la soprano en esta
partitura son especialmente diabólicos. La soprano italiana Carmen Giannattasio no convenció a
muchos, pero yo creo que debe valorarse su esfuerzo. Mostró un timbre lírico,
esmaltado, en una voz grande y con cuerpo que, en la zona grave, aunque
resultase corta, alcanzaba casi resonancias de mezzosoprano, lo que, unido a
los cambios de color del instrumento en los diferentes registros, hacía
complicado a veces identificar en la distancia si cantaba ella o la mezzo. En la vertiente positiva
destacaría que, en todo momento, procuró dotar de variedad a su fraseo,
modulando y regulando, aunque en los pianísimos se pasease siempre al borde
mismo del quiebro de la voz. Tuvo alguna nota calada y las subidas al agudo no
siempre eran ortodoxas, pero ya digo que mi valoración general pese a todo es
positiva.
La mezzosoprano Verónica Simeoni cantó con una corrección casi matemática, pero su línea
me resulto plana, fría y a mí no llegó a transmitirme emoción en ningún
momento. La voz no parecía especialmente grande y sus graves fueron poco
sonoros.
Del tenor Giorgio Berrugi destacaría un timbre incisivo, color atractivo y
que sonaba muy italiano y ajustado en estilo. Fue una lástima ese agudo tan estrangulado
y una zona grave completamente desguarnecida.
El bajo chino Liang Li me causó una gratísima sorpresa en el Tristan e Isolda de 2012. Ayer estuvo correcto, como sus
compañeros, pero poco más. Faltó rotundidad en sus graves y fueron
problemáticas todas las subidas al agudo. Eché de menos una mayor modulación
del sonido y del color y una lectura algo menos tosca.
El público llenó prácticamente el infecto
Auditorio, posiblemente atraído en gran parte por el tirón del finalmente
ausente Riccardo Chailly, y, tras
sonar las últimas notas, prorrumpió en una fuerte ovación, dedicando los bravos
más entusiastas al Cor de la Generalitat,
si bien no se vivió la locura colectiva de otras noches, como, por ejemplo, la
de la última presencia de Chailly en
el podio. El comportamiento de los presentes, al menos en mis alrededores, no
fue muy ejemplar. Me costó bastante concentrarme en la representación gracias a
varios de mis vecinos. Desde el mastuerzo que pareció buscar el efecto trompeta
en sus toses durante los pianísimos orquestales del inicio, hasta la señora que
batió el record mundial de desenvoltura de caramelos a cámara lenta,
sobrepasando de largo los cinco minutos de manipulación, o la joven a la que no
sólo le sonó el móvil, sino que devolvió la llamada y se puso a hablar y, por
si no había bastante, continuó guasapeando
y comentándolo con su vecino desde el inicio del Kyrie hasta poco antes del Ingemisco,
momento en que alguno de sus colindantes no aguantó más y les llamó al orden.
Pese a la decepción inicial por la ausencia
del maestro Chailly y todas las
incidencias y carencias que haya puesto de manifiesto en esta crónica de
urgencia, la experiencia fue enormemente positiva. De hecho, yo ahora mismo me
voy a repetir y recomendaría a todo el
que todavía esté a tiempo que acuda a disfrutarlo.
Después de esto ya sólo nos queda esperar
hasta febrero a que se reanude la programación. Malos tiempos para la lírica.
Ayer salí muy contento de Les Arts aunque hoy me ha gustado más, quizás mi cambio de ubicación en la sala tiene algo que ver (ayer estaba en la "zona maldita"). El coro y la orquesta han estado espeluznantes, tanto en los ff como en los pppp (que se oían perfectamente, bravi!). No sabemos lo que hubiera hecho Chailly pero lo que hemos oído me ha parecido excelente (en cuanto a orquesta y coro). Lo de los solistas es otro cantar (nunca mejor dicho). Mención especial para el modelazo que lucía hoy la soprano. Como dice una amiga mía: el mal gusto no es sólo cuestión de gustos, realmente existe y hoy lo hemos podido comprobar. Personalmente ninguno de los solistas me ha parecido que estuvieran a la altura del resto, me han gustado mucho más la mezzo y el tenor que la soprano (modelitos al margen). El bajo me gustó cuando cantó en Les Arts el Rey Marke y creo que también me gustaría como Gran Inquisidor (tiene un imponente color oscuro) pero pienso que para el Requiem hace falta una voz más dúctil.
ResponderEliminarLos solistas estuvieron a un nivel muy inferior al de orquesta y coro.
EliminarMi experiencia en dos días consecutivos escuchando la misma obra en dos zonas distintas de ese establo bautizado como Auditori, fue completamente distinta.
En fallas deberían aprovechar y pegarle fuego.
A partir de hoy ya podemos ir desempolvando los dvds y los cds, se acabó la ópera en directo en Valencia (esperemos que temporalmente)
ResponderEliminar:-(
Alvaro ¿puedes explicar mejor este último comentario? ¿Se acabó la opera en directo?
ResponderEliminarAunque después de utilizar "espeluznante" como un adjetivo positivo no se yo... espero que se te erizaran los pelos pero de gustito...
Entiendo que Álvaro quiere decir que de aquí a febrero ya no hay ópera, y que, como tan mal están las cosas por Les Arts, espera que el parón no sea definitivo.
EliminarSi, a eso me refería.
EliminarCoincido prácticamente en todo lo comentado. La Orquesta y el coro estuvieron fabulosos y la dirección de lo más solvente y verdiana. No sabemos que hubiera sido con Chailly. Los solistas, pues eso, un poco por debajo. La soprano hizo un final forzado en la primera parte del Liberame bastante desagradable, por lo menos en la actuación del viernes 13 que es la que presencié. Una pena que Mª José Montiel no hubiera estado en el lugar de la mezzo, ya que está haciendo el Requiem con Chailly por otros lares. Me parece que Riccardo se nos puso malo cuando le nombraron director de La Scala para sustituir a Barenboim.
ResponderEliminarMuy justa la ovación para el coro, que encontré muy equilibrado en las cuatro voces, pero tendría que haberse repetido cuando hizo levantar a la orquesta. No fue nada justo.
María José Montiel podía haber cumplido excepcionalmente con la parte de la mezzo, aunque actualmente también está de baja por una lesión.
EliminarYo pienso que no ha tenido nada que ver el nombramiento de Chailly con su ausencia, pero cuando hablamos de Les Arts cualquier cosa puede ocurrir...
Estuve en las dos funciones y me pareció que Rizzi hizo una versión estupenda del Requiem, encontrando el equilibrio entre lo litúrgico y lo operístico que tiene la obra. Que Verdi estuviera presente ya me pareció todo un logro. Los solistas cumplieron, y lo que es más importante en este auditorio, se les pudo escuchar.
ResponderEliminarMe gustaría que aclaraseis las zonas buenas y malas que tiene este auditorio en el tema acústico...yo siempre he estado en la zona de anfiteatro (mi abono en esta sala es la fila 28).
Me pareció escuchar algún rumor sobre la posible negociación con Rizzi como próximo director musical...¿Sabes algo de esto?.
Cuanto más arriba y más lateral, peor es la acústica.
EliminarHacia la fila 10-15, centrado, es el lugar ideal. La percepción de estar en una zona a otra es radicalmente diferente.
Lo de la negociación con Rizzi pienso que no es cierto, pero... ojalá. Creo que no sería una mala opción, ni mucho menos.
Lo que sí es verdad es que hace años fue un muy firme candidato al lugar que ocupa hoy Yaron Traub al frente de la orquesta de Valencia y diferencias con la dirección del Palau de la Música frustraron la operación..
Yo solo te puedo decir que en el anterior Requiem que dirigió Maazel estuve en el fondo, casi en la última fila, y a René Pape no se le oía nada. Por cierto que la soprano y mezzo que trajo Maazel en aquella ocasión,tampoco me gustaron demasiado.
EliminarLas diferencias que tuvo Rizzi en el Palau de la Música no fueron con la dirección, sino con los músicos directamente.
ResponderEliminarVieron las orejas al lobo y enseguida lo descartaron como sustituto, ya que deciden los maestros de la orquesta, y no les apetecía mucho tener al frente a alguien exigente en cuanto a calidad y trabajo.
En cuanto a Rizzi en Les Arts, me parece a mi que no... el puesto está reservado a Plácido Domingo, lamentablemente.
Me jugaría una paella.
El problema con Plácido puede venir en el terreno económico. Hoy por hoy el teatro tiene muy complicado pagar un alto caché a ningún director, e imagino que traer a Domingo costará lo suyo.
EliminarIgnoro si las diferencias con Rizzi partieron de los músicos, desde luego lo que dices, conociendo el percal, tiene todo su sentido, pero me consta que hubo un enfrentamiento, posiblemente derivado de ese, con la dirección del palau.
Argh! Plácido no por favor: aunque parezca imposible me parece nefasto dirigiendo.
ResponderEliminarAtticus ¿tendremos reseña de L'Incoronazione di Dario? Yo estuve allí y me gustaría saber tu opinión.
Pues de momento no puedo hacer reseña de Dario porque no pude ir al estreno. Veremos si puedo acudir el jueves.
EliminarLes Arts cerrada por amenaza de ruina. Qué verguenza
ResponderEliminary lo peor está por llegar.... al tiempo y no falta mucho.
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