Tras la crónica
que hice del estreno de Simón Boccanegra
el pasado día 27 de marzo, y después de haber asistido a dos representaciones
más, aunque haga ya un tiempo de ello, me gustaría realizar algunas
observaciones como balance final de estas funciones que, en general, me han
dejado un sabor agridulce, habiendo destacado ante todo la inmensa clase y
personalidad artística de Plácido Domingo.
Respecto a la
dirección de escena concebida por Lluis Pasqual y adaptada para la
ocasión por Leo Castaldi, según he ido viendo más la obra menos me ha
gustado su propuesta. Es verdad que la oscuridad le iba muy bien a la trama,
pero llegaba a resultar excesiva y agobiante. De todas formas, el mayor lastre
de este trabajo no es tanto su fealdad como la ausencia de ideas en cuanto al
movimiento de actores y a la concepción del drama escénico. Tras el estreno le
di una calificación global positiva, pero ahora no sería tan benévolo.
En cuanto a las
voces, Domingo fue mejorando en las sucesivas representaciones,
asentándose más en el papel vocalmente y derrochando un poderío escénico sin
parangón, dominando como ningún otro de los intérpretes el fraseo verdiano,
pese a las limitaciones que pueda presentar su voz, ofreciéndonos algunos
momentos realmente sublimes.
Del resto de
cantantes, aunque hubo intentos por parte de Ivan Magrì y Guanqun Yu
de matizar algo más, sigo manteniendo mis impresiones del estreno. Sí
destacaría el buen legato de Vitali
Kovaliov, quien, no obstante, me siguió pareciendo carente de la fuerza
vocal que requiere el personaje de Fiesco.
Y no puedo dejar de mostrar mi estupefacción, aunque respeto que haya gustos
para todo, por el club de fans que parecía enloquecer todas las funciones con Ivan
Magrì al que braveaban exageradamente como si fuese Caruso redivivo.
Por lo que se
refiere a la dirección musical, Evelino Pidò ofreció en las
representaciones siguientes al estruendoso estreno algunos matices más y un
mejor acople entre foso y escena, pero su lectura me continuó resultando plana,
aburrida y sin espíritu.
En cuanto a Jordi
Bernàcer, había una gran expectación el pasado día 9 por su presencia al
frente de la Orquestra de la Comunitat Valenciana. Ante todo quiero
dejar claro que me gustó bastante más su labor que la de Pidò. El joven
director alcoyano dotó de más alma al conjunto, ofreció unas mejores
prestaciones en la dirección de las voces, tanto del coro como solistas, y jugó
de forma interesante con tempi y
dinámicas, aunque con resultados irregulares. Así, en el mismo Prólogo hubo
momentos donde la tensión decayó en exceso y otros, como el dúo Fiesco-Simón, que fueron un ejemplo de progresión y fuerza dramática.
Como digo, en
general creo que ofreció bastantes más matices la batuta de Bernàcer que
la de Pidò, y estimo que se le debe felicitar por una labor que augura
un porvenir muy prometedor.
Dejando sentado
lo anterior, y aunque sé que habrá quien me malinterprete, con mejor o peor
intención, no me resisto a dejar aquí mi opinión personal acerca de la
interesada rumorología que insiste en apuntar a Jordi Bernàcer como posible
sucesor de Omer Wellber en la dirección musical titular de la Orquestra
de la Comunitat Valenciana. Ya digo que es mi particular opinión, pero creo
que ese traje todavía le viene algo grande, a la par que garantizaría la
continuación del éxodo de muchos de los principales atriles de la orquesta, no
por culpa de Bernàcer, sino por la ausencia de un maestro consolidado de
relieve internacional.
La presencia el
día 9 en el palco de Les Arts del President Fabra, acompañado de la
Secretaría Autonómica Esther Pastor, la Consellera Catalá y el
Conseller de Sanidad, entre otros carguitos autonómicos, reflejaba, a mi
juicio, la utilización política que se pretende hacer desde esas instancias de
la presencia de Jordi Bernàcer en el foso, dentro de la pugna que se
mantiene entre la Generalitat Valenciana y la Intendencia de Les Arts respecto
al proyecto de futuro de nuestro teatro de ópera.
Pero que nadie se
equivoque. El apoyo de la Consellera a Bernàcer, y en general a los que
ella denomina “jóvenes directores valencianos”, no pretende defender “lo
valenciano” ni promocionar jóvenes valores, sino únicamente comprar barato,
aunque sea a costa de echar a perder la mejor orquesta de foso de España.
Es su proyecto,
respetable, pero que yo desde luego no comparto porque no es lo que deseo ni lo
que considero más adecuado para el futuro de la cultura en nuestra ciudad.
Gracias Atticus por tu comentario, totalmente de acuerdo, todo lo que no sea traer a un director de primera fila será cargarse la mejor orquesta de España pero de estos políticos es lo menos que podemos esperar.... Confiemos en no se que.......
ResponderEliminarPerdón; soy Eduardo.
EliminarConfiemos... por eso que no quede. Aunque los Fabra, Catalá, y Culturarts, han perdido ya todo el poco crédito que podían tener.
EliminarY no puede tenerse a Bernàcer como Director y que dirija 2 ó 3 óperas al año, tener a Metha para el Festival del Mediterráneo y alguna ópera más (como este año) y traer a algún especialista más?
ResponderEliminarCreo que esto sería coherente, práctico y económico.
Posiblemente, Sergi, fuese una solución económica, pero creo que ni coherente ni práctica si lo que se pretende es mantener la calidad de nuestra orquesta.
EliminarEs mi opinión.
"El futuro de la cultura en nuestra ciudad"...no pasa por ésto, Atticus
ResponderEliminarLa pérdida de un referente cultural internacional de este calibre yo sí creo que condiciona ese futuro.
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