El jueves se produjo el estreno de la última
ópera de la temporada en la sala principal del Palau de les Arts. Aún queda el Narciso de Scarlatti que se subirá al escenario de la sala Martin i Soler el
próximo día 22, pero con Nabucco
finaliza oficialmente la más corta y convulsa temporada del teatro de ópera valenciano
hasta la fecha.
De la próxima nada se sabe oficialmente.
Todas las buenas palabras del nuevo Intendente, Davide Livermore, asegurando que este año se iba a anunciar la
programación a finales de marzo o primeros de abril, ha quedado en una nueva
tomadura de pelo de Les Arts. Ya estamos en mayo y únicamente se han lanzado
rumores de títulos, pero sin concretar fechas, lo que hace que, ni público,
ni músicos, ni coro, puedan programar sus agendas para el ejercicio próximo. Y,
lo que es peor, dadas las fechas en las que nos encontramos, con unas
elecciones a la vuelta de la esquina, en las que se auguran aires de renovación, o se anuncia rápidamente la programación o me temo que llegaremos de nuevo a
verano sin saber nada y con demasiadas incertidumbres sobre el futuro.
Esas próximas elecciones también puede que
sean el motivo de que ayer en Les Arts no se viese a ningún político valenciano
de primera línea, más allá del imputado y dimisionario vicealcalde Alfonso Grau. Eso no es malo. Estuvimos
todos más a gusto y olía mejor el patio de butacas, pero deja de manifiesto que
el interés por la cultura operística de los políticos valencianos es nulo.
La producción presentada de Nabucco, originaria de la Bayerische
Staatsoper, cuenta con la dirección escénica del griego Yannis Kokkos. Hubo quien asistió al ensayo general y me había
comentado que era de las peores cosas que había visto en Les Arts, así que iba
francamente atemorizado frente a lo que me podría encontrar. Y lo cierto es que
a mí no me desagradó, pese a algunos reproches que se le pueden hacer.
De Kokkos
yo conocía su buen trabajo en ese Les
Troyens referencial del Châtelet parisino, con Antonacci, Kunde y Graham. Y por esa línea van los tiros
de este Nabucco. Una propuesta
atemporal, con los judíos vestidos de negro y los babilonios de azul oscuro con
cascos y metralletas (por cierto, merece especial castigo y tortura las
horrorosas pelucas azules de las mujeres babilonias).
La escenografía está limitada a seis cubos
dorados y una escalinata para el templo de Salomón y un gran cubo para el
palacio de Babilonia. Paneles móviles y poco más. Tan sólo hay un gran cambio
escénico para la ejecución del celebérrimo Va
pensiero, donde el coro, representando al pueblo judío, se sitúa tras una
gigantesca alambrada, en una nada original alusión a los campos de
concentración. Quizás una referencia al muro que aísla Cisjordania de Israel,
señalando a los palestinos como nuevos oprimidos, hubiese sido una apuesta más
valiente, pero líbreme Alá de dar lecciones a los registas.
La propuesta es oscura, con estudiados
juegos de luces. Las alusiones al Dios judío son subrayadas por unos fogonazos
de luz sobre la platea muy molestos para los espectadores, aunque efectivos
para transmitir el poder de Jehová (siempre que digo Jehová no puedo evitar
acordarme de “qué bueno está el bacalao,
por Jehová”, de La vida de Brian).
Por su parte, la entrada de Nabucodonosor
a caballo en el templo de Salomón es sustituida por una aparición en una
plataforma móvil envuelta en una inmensa nube de humo, propia de Lluvia de Estrellas, aunque en este caso
Dimitri Platanias no se convierta en
Renato Bruson.
La dirección de actores no presenta tampoco
novedades ni se denota en ella un trabajo especialmente exhaustivo. En resumen, nos
encontramos con una labor de dirección escénica que no resulta rompedora ni aporta
nada nuevo, manteniéndose en una concepción básicamente clásica, pese a los
anacronismos que dotan de atemporalidad a la propuesta; pero el conjunto a mí
me resulta positivo y adecuado para el desarrollo de la historia.
A mi juicio, lo peor del trabajo escénico
estriba en las largas interrupciones entre los cuadros de las diferentes partes
o actos. Esas paradas a telón bajado hacen decaer completamente la tensión
dramática y lastran negativamente una propuesta que, por lo demás, no está mal.
En el foso de la sala principal de Les Arts
tomaba la batuta por primera vez el director italiano Nicola Luisotti, quien ya había estado al frente de la Orquestra de la Comunitat Valenciana en
Mefistófeles, de Boito, hace cuatro años, pero en el infecto Auditori.
El trabajo de Luisotti me pareció notable. La obertura fue electrizante,
combinando momentos de reposado lirismo, deleitándose casi en el alargamiento
de los compases, con otros llenos de garra, viveza, fuerza y expresividad,
sometiendo a la orquesta a un esfuerzo mayúsculo. Tanta fue la fuerza y el
ímpetu en la dirección, que antes del descanso ya había salido una batuta quebrada
volando, cayendo en el regazo de mi amigo Nibelungo.
Esa combinación de tempi reposados y enérgicos, siguió a lo largo de la función,
llegando en algún momento a dar la impresión de arbitrariedad en su elección;
aunque lo importante es que la tensión se mantenía y las emociones se
subrayaban adecuadamente. Yo le reprocharía quizás, como a tantas otras batutas
que han pasado por este foso, la tendencia a despacharse con decibelios a
cascoporro, llegando a tapar a las voces más de una vez, y eso que alguna de
ellas estaba sobrada de volumen. Se ve que se encuentran a los mandos de este
Ferrari que es la orquesta de Les Arts y no pueden evitar apretar el pedal a
fondo para hacerla brillar en toda su intensidad. Y esto desde luego se logró,
la orquesta brilló en plenitud, con unos sonidos extraordinarios. Incluso hasta
en el “momento banda de pueblo” de la marcha fúnebre, donde la banda interna sonó
estupendamente bien.
Entre los músicos debe destacarse la
magistral exhibición de la que volvió a hacer gala Álvaro Octavio a la flauta. Algunos piensan que exagero o que es
amiguete mío y por eso siempre le destaco, pero lo hago porque realmente cuando
él toca la flauta en el foso, se nota para bien. También es de justicia reseñar
las extraordinarias intervenciones de Rafal
Jezierski con el violoncello, así como a las arpistas y a Ana Rivera con lo que me pareció ser un
corno inglés.
También hay quien me cuestiona porque
siempre digo que el Cor de la
Generalitat ha estado muy bien. Pues nada, irse preparando a repetirlo,
porque en este Nabucco, donde el coro
tiene un papel protagonista, esta agrupación ofrece su mejor cara y se me queda
corto cualquier adjetivo que pueda buscar para alabar su fabuloso rendimiento
en el estreno. Es verdad que al comienzo hubo algunos desajustes en las
primeras intervenciones e incluso demasiada tensión y alguna destemplanza en
las voces graves masculinas, pero a lo largo de la velada fue yendo todo a
mejor, hasta alcanzar la excelencia.
Es de reconocer el enorme mérito que tuvo responder
a las exigencias de la casi permanente presencia en escena, ahora de judíos,
ahora de babilonios; así como aguantar los embates decibélicos de Luisotti, pese a que, al fin, parece
que hubo refuerzos masculinos. Posiblemente, esa exigencia de volumen impuesta
por la dirección musical vuelva a dar pie a la injustificada crítica de esas, cuya
sordera o ignorancia, les lleva a empeñarse en afirmar que este coro sólo sabe
cantar en forte. Porque desde luego
se empleó el forte, y mucho, pero con
una calidad mayúscula. Y únicamente la estulticia o la mala fe pueden
justificar una crítica negativa al trabajo del Cor de la Generalitat en Nabucco.
Todo el público esperaba la llegada del Va
pensiero y, pese a la ocurrencia escénica de meter al coro tras una verja y
retirados de la boca del escenario, no quedamos defraudados. Creo que es
complicado cantarlo mejor y solamente por escuchar la eterna nota final
mantenida en diminuendo vale la pena
chuparse los siete Nabucco. Por
cierto, aprovecho para pedir a los espectadores de próximas funciones que hagan
como en el estreno, y no se apresuren en aplaudir al coro para disfrutar de esa
maravillosa nota hasta su extinción.
Mientras esperamos a ver si finalmente se
confirma que el veterano Leo Nucci acude
a protagonizar las tres últimas funciones (días 10, 12 y 14 de mayo), el papel
de Nabucco fue asumido ayer por el
barítono griego Dimitri Platanias.
De entrada, Platanias, pobrecico mío, tiene más aspecto de
tractorista que de rey de Babilonia y, aunque tampoco hubo caballo en su
entrada en el templo, nadie se hubiera extrañado de verle irrumpir en escena en
una mula mecánica. El hombre tiene un importante exceso de peso que le
dificulta su movimiento escénico y le coloca en ocasiones al límite del
colapso. Daba penica verle congestionado
y sudando más que Catalá en un
examen de cultura general. Pero en lo vocal, que es lo fundamental, estuvo más
que correcto.
A mí me fue gustando más conforme avanzaba
la representación. Al principio me desagradaba un poco una emisión un tanto
forzada y tosca, así como su poco tacto para el matiz, pero tanto en el dúo con
Abigaille del tercer acto como en su
aria, estuvo francamente bien, permitiéndose incluso alguna regulación, aunque
sonase más a cantar bajito que a media voz pura, destacando sus acentos de puro
sabor verdiano. Porque es que, si algo realmente destacaría de Platanias, es que al escucharle se escuchaba
el sonido y los acentos del barítono verdiano.
Lo mejor de la noche junto con el Cor de la Generalitat, a mi juicio, fue
la espectacular Abigaille que ofreció
la italiana Anna Pirozzi, una
soprano de la que no tenía referencia alguna, pero a la que habré de seguir la
pista. Tiene la Pirozzi una
apariencia que impone, por envergadura. Como imponente resulta también su enorme
voz con tintes de spinto. Tiene densidad y cuerpo en la zona central y grave y se
maneja con insultante poderío por la parte alta de la tesitura, clavando unos
agudos y sobreagudos impactantes, aunque el del final del dúo lo chilló sin
paliativos.
Pero, ¿qué Abigaille no chilla y se descompone ante semejante papel infernal?
Siempre me ha llamado la atención que Giuseppina
Strepponi pudiese acabar enamorándose de Verdi después de haberle hecho éste pasar por la tortura de cantar
el personaje. Los diabólicos saltos interválicos escritos por el de Busseto, fueron
ejecutados por Pirozzi con una
solvencia magnífica. Bajadas al grave y subidas al agudo en una montaña rusa
sin tregua que Pirozzi supo domar con
maestría y belleza canora. Además, mostro una amplia gama de matices, con unas
regulaciones bellísimas y algún ataque en piano sobresaliente. En la coloratura
estuvo más justa, pero, en cualquier caso, estamos ante una espléndida Abigaille, sin duda alguna.
Más decepcionante fue el Zaccaria de Serguéi Artamonov a quien tuvimos la ocasión de escuchar muy
recientemente en el Oroveso de Norma. Le faltó contundencia vocal en
los graves que sonaron en demasiadas ocasiones eructados, y mostró tiranteces
en las subidas al agudo.
Varduhi Abrahamyan, reciente Adalgisa en Norma, volvió a encantar al público,
como Fenena, con su bello timbre,
llevando a cabo una buena actuación pese a su plana expresividad.
Mucho menos me gustó el Ismaele de Brian Jadge. Sonidos abiertos, destemplanzas y problemas
de afinación lastraron sus intervenciones, presentando también más limitaciones
en su comportamiento dramático y escénico que un actor de teleserie española.
Muy correctos el Abdallo de David Fruci y, sobre todo, la Anna
de Hyekyung Choi. No me gustó
nada Shi Zong como Sumo
Sacerdote, totalmente irrelevante y con una emisión que parecía provenir
del mismo ojete. Quiero pensar que estos tres cantantes serán alumnos del Centre de Perfeccionament, aunque no
aparezca así reseñado en la web de Les Arts.
El recinto de la sala principal presentaba
un aspecto magnífico, con muy pocos huecos, y es que este Nabucco parece que va a ser lo más vendido de la temporada. El
público estuvo bastante frío, no lanzándose a aplaudir con entusiasmo más que
el Va pensiero y al finalizar la
representación, donde fueron todos los intérpretes muy ovacionados, destacando,
con justicia, los bravos al coro y a Anna
Pirozzi. La dirección escénica fue acogida con tibios aplausos.
De nuevo me veo en la obligación de
denunciar el comportamiento de una de las personas que vigilan las puertas. Una
amiga me comentó que en el tercer piso se puso a hablar por el pinganillo a
mitad de representación, molestando a los espectadores, y cuando estos le
reprocharon su actitud, contestó que estaba solucionando un problema técnico.
Vamos a ver, si tienes un problema técnico que comentar, te sales fuera de la
sala, y no molestas al público.
Bueno, pues, lamentablemente, esta agitada
y breve temporada va llegando a su fin. Sólo nos quedan estas seis últimas
funciones de Nabucco, que recomiendo
que no os perdáis, y el Narciso que
se estrena el 22 de mayo. Este año nos quedamos sin Festival del Mediterrani.
No sé si el nuevo Intendente nos obsequiará con algún concierto o recital sorpresa.
De momento, la sorpresa que nos está ofreciendo es faltar a su palabra de que
anunciaría en marzo la temporada 2015/2016. Seguiremos esperando.
Hola. Lo primero: qué agradable ver que por lo menos continúas con las críticas. Lo segundo gracias por lo que dices de nosotros, creo que intentando ser objetiva (ejem) el coro está fantástico. La persona que nombras que siempre le molestan los decibelios puede alguna vez tener razón, lo que pasa es que es incapaz de decir algo agradable acerca de nosotros, siempre con el volumen..en fin..da igual (yo la leo para reírme). Siguiendo con tu crítica de acuerdo con la referencia a la VIDA DE BRIAN y, ahora en serio, de lo solistas la mejor Anna Pirozzi. Espero que sigas disfrutando de Nabucco. Y respecto al tema político, pues están en otras cosas, y ello no ayuda a la presentación de la nueva temporada. Estamos ya como en años anteriores. Espero, como tú, que por lo menos se presente antes de las elecciones. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias a vosotros, Dulce, por hacernos disfrutar como lo hacéis... Podéis estar muy orgullosos del resultado de vuestro esfuerzo y, aunque algunas os critiquen y otros os ignoren, sabed que el público de Les Arts os estará eternamente agradecidos por habernos permitido todos estos años, a pesar de las dificultades que pasáis, disfrutar de la máxima calidad.
EliminarEsta noche la segunda
Un beso
Gracias al público que cada vez nos respeta más. Y bueno, sé que no sólo fuiste jueves y sábado..hay más, y espero que estemos al mismo nivel todas las representaciones.
EliminarGracias Atticus por tus comentarios. Como ya de costumbre, tan acertados en mi humilde opinión. Al margen de Nabucco, me gustaría centrarme en el comentario al respecto de la ausencia de l anuncio de la próxima temporada. No voy a ser yo quien defienda a la Sra. Catala o al PP, mas bien lo contrario, pero es relativamente fácil responsabilizar a Cultura de todo aquello que no responde a las expectativas, y por contra agradecer a otros cuando las cosas salen bien. Hasta el día de hoy he concedido el beneficio de la duda al Sr. Livermore, quien si bien un experimentado director escénico, su experiencia como gestor es mínima, y desde luego no al nivel que requiere un "complicado" teatro de la opera. Anunciar una presentación de temporada para principios de abril y estar ya en mayo es , o una tomadura de pelo, o dicho de otra manera, un ejemplo mas de incapacidad. Un gestor experimentado o serio de cualquier teatro de la opera que se quiera hacer de respetar, bien podía haber medido mejor los tiempos y la situación, y actuar a la altura de sus propias declaraciones. O mucho me equivoco, o me temo que el Sr. Livermore tiene demasiadas ganas de demostrar que es la persona adecuada para estar al frente de Les Arts y no es consciente de sus limitaciones. Hablemos claro: si la 15/16 no ha sido presentada, es de cajón que no esta totalmente lista. Las orquestas sinfónicas en el resto del mundo trabajan de lleno en la 16/17 y en algunos casos ejemplares, en la 17/18. Ojo, en orquestas sinfónicas... En teatros de opera, los planes son realizados aun con mas tiempo de antelación . Echen cuentas, y nos daremos cuenta que el futuro no es alentador. Son muchísimos los directores y cantantes que simplemente no estarían disponibles para cuando recibieran la eventual llamada de Les Arts. Pero pongamos que el Sr. Livermore es un capacitadisimo gestor … también es buen conocedor de la realidad política en la Comunidad, por tanto, ante las dificultades, bien podía no haber firmado su contrato si veia que las opciones de una gestión seria eran prácticamente imposible. Pero me temo era una oportunidad única en su vida de 'ascender' , o de llevar a cabo una verdadera vocación , o de adquirir mayor poder, alimentar su 'ego' …quien sabe. Una cosa tengo clara, un teatro serio no nombra a un nuevo Intendente-Director Artístico (atención, en esta doble función) en apenas escasos días tras la previa destitución , y obvio el que el Sr. Livermore no se lo pensó mucho…Por que tantas prisas? El tiempo nos traera las respuestas…Buenas noches...
ResponderEliminarEnhorabuena por tu crónica, Atticus, creo que lo has dicho todo y no puedo añadir nada. Solo me queda decir que repetiré y que me siento entusiasmada, cada vez que voy a Les Arts, del extraordinario nivel del coro y de la orquesta.
ResponderEliminarRespecto del hecho que citas, tuve ocasión de comprobar como la acomodora hablaba por teléfono dentro de la sala y que, a pesar de que alguien del público protestó, continuó como si oyera llover. Espero que se trate de un hecho puntual y que la dirección de Les Arts dé las oportunas instrucciones para que no se vuelvan a repetir actuaciones así en el futuro. Si es necesario hablar por teléfono solo tiene que salir de sala, como lo haría cualquiera del público.
Discrepo del comentario anterior. La responsable de que la programación de Les Arts no esté todavía es la Consellera de Cultura. Si Livermore incumple sus compromisos le compete únicamente a la Sra. Català adoptar las decisiones oportunas para que se publique la programación de la próxima temporada y en su mano tiene muchos instrumentos para hacerlo. Creo que es un craso error del Consell actual el intentar diluir las responsabilidades en el personal técnico, además de ser una actuación mezquina e incompetente. Parece que se tiende a olvidar quién nombró a Livermore y quién es la máxima representante cultural en la C.V.
Espero sinceramente que pronto se anuncie la próxima temporada y que hayan muchas crónicas de funciones tan buenas como esta de Nabucco.
Gracias, Atticus.
Yo creo que hay culpas concurrentes en Conselleria y Livermore.
ResponderEliminarLa impresión que me da es que Livermore se las prometía muy felices y pecó de bocazas, y ahora se está encontrando con que las cosas no son como se imaginaba o le habían dicho. Por supuesto que midió mal los tiempos y el carguete se le subió a la testa provocándole más verborrea aún de la habitual.
Por otra parte, si es verdad que hubo una reunión del Patronato en la que se aprobó la programación de la temporada, no hay excusa alguna para no anunciarla.
Lo malo es que este Patronato es otra tomadura de pelo más. Un mero formalismo infestado de políticos sin operatividad de gestión ni criterio.
Y claro que Catalá tiene responsabilidad en todo esto. Pero si durante todos estos años ya ha sido una incapaz, ahora para lo que le queda de estar en el convento imagino que... no va a actuar con más diligencia y responsabilidad.
Gracias por vuestros comentarios. Mañana nos vemos en el tercer Nabucco, Assai.
Que comentario tan acertado el tuyo Atticus. Me parece sintetizas mis pensamientos con claridad. Pecar de bocazas y se le subió a la testa son términos que comparto…y esto es solamente el inicio…No sabría decir cual seria "la mejor de las posibilidades…" como decía el Candido de Voltaire...
ResponderEliminarGracias por tu crónica. Una pregunta: ¿Cuándo podremos disfrutar de este coro con Tannhäuser, Lohengrin o Holandés? Es una lástima que no podamos disfrutar de los grandes coros de Wagner. De momento me "conformaré" el domingo con Nabucco.
ResponderEliminarPues de momento mal veo el panorama wagneriano en Les Arts... ojalá me equivoque, pero los directores designados no parecen los más indicados para esperar la vuelta de Wagner a Les Arts... lamentablemente.
EliminarNo obstante, recordaremos siempre el Götterdämmerung y el magnífico concierto del XXV aniversario del Cor de la Generalitat.
No se si decir que es la mejor que he visto en Les Arts, pero desde luego una de las óperas que más me ha emocionado. Los pelos como escarpias. ¡Magistral!.
Eliminarhttps://www.youtube.com/watch?v=SaLwjba-jgg
Desde luego estamos ante una muy buena producción
EliminarGracias por comentar Vicente
Hola:
ResponderEliminarEstuve el Sabado pasado, y me gusto mucho sobre todo el coro ( gracias Dulce ) y de la orquesta.
Lo peor y coincido contigo los parones entre cambios d escenario y sobre todo el del famoso coro de esclavos, la gente no tiene paciencia a mi me tocaron a pares, mis "vecinitos" me dieron la noche no callaban ni bajo el agua y los otros comiendo patatas fritas en las interrupciones.
La verdad es que pierdes un poco el hilo y a mi personalmente me costo centrarme de nuevo.
De todas maneras sali encantado y espero disfrutar de nuevo el Domingo, esta vez con Leo Nucci
Gracias por tus comentarios.
A ver sí nos vemos por allí.
Gracias a ti por dejarnos tus impresiones.
EliminarLos parones entre cuadros son lo peor con diferencia de esta producción.
El coro y Pirozzi lo mejor
Acudí a la representación del jueves 7. El teatro presentaba un lleno completo prácticamente. La puesta en escena me gustó así como la iluminación. Se han visto cosas más extravagantes, y aunque la valla del tercer acto parecía más la de Melilla que las de Mauthausen o Auschwitz, tampoco esperaba un templo de Salomón con columnas salomónicas, valga la redundancia. Hubo algún desajuste en la cavatina del comienzo del primer acto entre foso y escenario. El maestro Luisotti tuvo cuidado en no tapar las voces en ningún momento. Hizo una dirección contrastada en matices y tuvo, para mi, el acierto de matizar el archiconocido y bastante monódico "Va, pensiero" para que no sonara rutinario. Me gustaron los staccati en las partes melismáticas y el tremendo morendo del final que sostuvo magníficamente el coro. Coro, al que por cierto fue de las mejores actuaciones que he escuchado. No sé si fue mi localidad en palco, pero no me resultó excesivo en decibelios en ningún momento. Respecto a las voces solistas, pues la verdad es que Atticus ya lo ha dicho todo. En general, las voces masculinas pasaron sin pena ni gloria, excepto el sumo sacerdote que fue de pena. Después de la magnífica Adalgisa que hizo Abrahamyan, su intervención en Fenena fue un poco decepcionante para mí, aunque reconozco que es una gran mezzo. Y claro, la malvada Abigaille de Pirozzi se llevó la palma. Muy bien en la primera escena del segundo acto con ese endiablado "Ben io t'invenni" que al final se precipita dos octavas. Más facilidad para subir al agudo, la nota de caída quedó algo falta de cuerpo, pero es que Verdi creó un personaje mata-sopranos. Buena representación en general. No es de mis óperas favoritas y menos con ese demencial libretto de Solera. Respecto al público, tengo que decir que fue bastante respetuoso, dejó acabar el famoso coro sin interrumpir e incluso hubo ¡¡unos segundos de silencio!! Increíble pero cierto.
ResponderEliminarUna lúcida crónica la tuya, Lluis, con la que coincido por completo.
EliminarGracias por compartir tus impresiones.
Gracias a ti, como siempre, por el estupendo blog.
EliminarUn saludo
En las ultimas 2 representaciones de Nabucco no tendremos ni a Nicola Luisotti ni a Leo Nucci...
ResponderEliminarLo de Nucci no esta nada claro. Parece que ni el 10 ni el 12, y veremos quien canta el 14.
EliminarEl virus Les Arts es peligrosiiiisimo
Lo de Nucci no esta nada claro. Parece que ni el 10 ni el 12, y veremos quien canta el 14.
EliminarEl virus Les Arts es peligrosiiiisimo
Peligrosisimo y muy extrano. Me temo Les Arts necesita no remiendos, sino una regeneración fuerte y replanteamiento de ciertas cosas. Y desde luego, menos "sacar pecho" y mas humildad y trabajo diario en casa (y no desde Torino o Genova). Hay desinformación constante hacia los trabajadores de Les Arts, y el publico. Es inaceptable.
ResponderEliminarJoerrrr, nosotros cambiamos el abono por el día 14 para ver a Nucci precisamente.
ResponderEliminarY ahora resulta que en la web del Palau no figura cantante para ese día!!
Nosotros esperamos al día 10 por lo mismo y nos quedamos con dos palmos de narices, no por ello dejamos de ver una gran función. Se ve que el agua de Valencia le sienta muy mal a muchos cantantes.
EliminarAusencias aparte, comentar que es una ópera donde puede lucirse el Coro, y no nos defraudó, disfrutamos como enanos.
La mayor carencia que vamos a tener éste año va a ser el Festival del Mediterrani, a ver si con el nuevo Gobierno que nos va a llegar lo recolocan de nuevo.
Tengo que confesar que fui uno de los que llegó tarde el domingo (con coartada y gran dolor de mi corazón) como era de esperar no pudimos entrar y nos pasaron a la sala para los tardones y descubrimos el castigo que nos tenían preparado: una tele mas pequeña que la de mi casa y un sonido penoso que se perdía entre el ruido del catering que estaban preparando en la sala, tampoco sería tan difícil ni caro mejorar un poco las condiciones de esta sala. Y encima ni director ni protagonista eran los previstos.
ResponderEliminarLa parte buena (Anna Pirozzi aparte) es que me reconcilié con el va pensiero después de llegar a aborrecerlo por sobreexposición.
Yo soy otro de los Nucci-afectados. Ilusionado por verlo por primera vez en directo, saqué las entradas para el día 12 y... ñas, coca. No se si será por la decepción... pero me esperaba mucho más de este Nabucco. Menos mal que siempre nos queda el Cor
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