Hemos asistido estos días a un importantísimo hito en la historia musical de esta ciudad. No se trata ya del simple hecho de que sea la primera producción por un teatro español de la tetralogía wagneriana completa y que se represente repetida en dos ciclos en un mismo año. Sobre todo, la importancia de lo vivido reside en el soberbio nivel musical que se ha ofrecido, digno de los mejores teatros de ópera del mundo, Bayreuth incluido. Y quien me conoce puede dar fe de que no peco precisamente de chauvinista.
Una producción tan cuidada, aunque pueda ser discutible, con una orquesta sonando así de bien, con unas voces tan idóneas, rindiendo todos al límite mismo de la perfección, obliga a retrotraernos muchos años atrás, a famosas producciones que no voy a mencionar expresamente para evitar ser tildado de exagerado, para encontrar algo semejante.
Esa misma opinión ha sido prácticamente unánime tanto en la prensa nacional e internacional, como en los distintos foros y blogs operísticos de la red, y, sobre todo, ese ha sido el veredicto del numeroso público que ha asistido a las representaciones, en número creciente según iba avanzando el ciclo y aumentaba el rumor de lo que se estaba cociendo en el coliseo valenciano. Habituales de Bayreuth, asociaciones wagnerianas y melómanos en general del mundo entero, han encontrado en este “II Festival del Mediterrani” un punto de referencia que esperemos pueda consolidarse en futuras temporadas y festivales, y sea tan sólo el principio del paciente, pero inexorable, avance del Palau de Les Arts para colocarse por derecho propio entre los principales teatros de ópera del mundo.
Pero ello exige que se hagan las cosas bien. Que lo vivido estos días no se vea convertido dentro de poco en un espejismo que haga pensar en que ha sido más bien producto de la confluencia favorable de los astros, que de un trabajo concienzudo y serio. Yo sinceramente pienso que el éxito de este “Anillo del Nibelungo” no ha sido fruto de la casualidad. Creo que se ha llevado a cabo una gestión ejemplar desde Les Arts y que el empeño de personas como el propio Zubin Mehta, Carlus Padrissa, Justo Romero y, por supuesto, la otras veces por mí denostada Helga Schmidt, han llevado el barco a buen puerto, mereciendo en esta ocasión, sin reparos, nuestro más sincero aplauso y nuestros ánimos para continuar por este camino.
Sin embargo, de momento no parece que, en lo que a la temporada próxima se refiere, se esté empezando con buen pie cuando, metidos ya en julio, aun no se ha hecho público su contenido, con el consecuente trastorno para músicos, cantantes y coros que no pueden programar todavía sus fechas, y para un público que quizás opte por planificar su asistencia a otros recintos en los que sí se ha informado hace tiempo de la programación. No sabemos a que se debe ese injustificable retraso. Quizás el problema sea Maazel, especialista en trastocar agendas, y que tras su “ahora me voy, ahora me quedo” puede haber contribuido a demorar el cierre de la programación. Pero lo que es evidente es que no ha existido una gestión mínimamente previsora y la imagen que se está dando al exterior no es buena. Muchos asistentes a las funciones de estos días me preguntaban por los espectáculos previstos para el año que viene, manifestando su deseo de programar futuras visitas. Se podía haber aprovechado el éxito de público del Festival del Mediterrani, sobre todo foráneo, para que se hubieran podido marchar de la ciudad conociendo ya la programación de la próxima temporada. Pero no ha podido ser.
No obstante, quiero dejar claro que prefiero un cierto retraso en el anuncio de la temporada próxima que el patético baile de repartos y la desinformación que padecimos la pasada.
Para consolidarse como un teatro de nivel no sólo hay que tener una buena programación. Hay que demostrar madurez en la gestión y respeto al público en general y al abonado en particular. Y de momento, en ese terreno Les Arts ha flaqueado bastante.
En cualquier caso, hoy me había propuesto hablar de lo bueno. Del espléndido Festival del Mediterrani que hemos vivido.
Tampoco quiero reincidir demasiado acerca de lo ya comentado cuando escribí sobre el estreno de “Der Götterdämmerung” o las dos funciones de “Die Walküre”. Tan sólo esbozar algunos rasgos generales.
Respecto a la puesta en escena de Carlus Padrissa y La Fura dels Baus ha variado poco en estos ciclos completos respecto a las anteriores entregas anuales. Tan sólo algunos pequeños detalles, por lo general a mejor, pero que no varían el enjuiciamiento que pueda hacerse de su concepción escénica. Ya he venido diciendo que a mi, en conjunto, me gusta y me parece acertada, aún reconociendo que se prima en exceso lo puramente visual sobre lo escénico y que esa propuesta visual a veces es excesiva, especialmente en las dos últimas entregas, con demasiadas proyecciones, gente en escena, movimientos de decorado y ruidos que acaban distrayendo al espectador de lo realmente importante que es la música y el canto. La espectacularidad escénica es innegable y su adecuación y respeto a la obra wagneriana muy importante, aunque haya detalles que no me gustan (la boda y el pistoletazo del Ocaso, el bailarín de breakdance de "Siegfried"...). El último día agradecí especialmente en “Der Götterdämmerung” que se decidiese suprimir, no sé si voluntaria o involuntariamente, el momento gratuito en que Siegfried (Lance Ryan) tenía que cantar colgado boca abajo cual jamón de Jabugo.
La Orquesta de la Comunitat Valenciana ha rendido nuevamente estos días a un nivel máximo. No es cuestión de seguir exagerando, pero es evidente que en cuanto adquiera un poquito más de madurez, y con la renovación de Maazel es fácil que así ocurra, puede ser toda una referencia en el panorama internacional. A mí me siguen maravillando los infinitos matices que despliega una sección de cuerda espectacular.
La dirección de Zubin Mehta ha resultado controvertida. Yo me reafirmo en que me ha gustado. En su lectura de la partitura wagneriana ha primado lo lírico y se ha desenvuelto con especial comodidad en los fragmentos orquestales donde ha desarrollado toda su brillantez. Quizás ha resultado algo plana, pero no me ha parecido aburrida o desprovista de sentimiento, y me parece un lujo que hayamos podido contar con una batuta de esta categoría.
El Coro apenas tiene ocasión de lucirse en la tetralogía, pero en la última jornada el masculino lo hizo con creces, mostrando un empaste y una potencia asombrosos.
Sobre los solistas vocales, lo primero que hay que resaltar es el grandísimo nivel de la práctica totalidad de los intervinientes, algo casi insólito hoy en día, y que posiblemente constituya el principal motivo del éxito de este “Anillo”.
Como vengo repitiendo hasta hacerme pesado, mi gran descubrimiento de estos días ha sido Eva-Maria Westbroek que ofreció en las dos representaciones de “Die Walküre” una Sieglinde majestuosa, desbordante de expresividad, con una voz y una presencia escénica de las que es imposible no enamorarse.
Del milagro de Plácido Domingo ya hablé sobradamente. Tan sólo cabe volver a agradecerle su profesionalidad y la lección de musicalidad y fuerza dramática que exhibió, especialmente en el segundo acto.
Jennifer Wilson ha creado también una Brünnhilde sin parangón en el panorama actual. Su dominio de los agudos no tiene rival, pero este año ha mostrado además una singular delicadeza y matización cuando era preciso (inolvidables sus últimos actos de la primera “Die Walküre”, el segundo “Siegfried” y el último “Götterdämmerung”). Aunque sé que hay divergencias al respecto, a mí me ha emocionado esta mujer y he visto cómo evolucionaba a mejor durante estos días. Dada su juventud, estoy seguro de que estamos ante una cantante con un importante futuro por delante.
El veterano Matti Salminen ha asombrado a propios y extraños con la frescura vocal que conserva, su profunda voz sigue inundando la sala y su dominio de las tablas y su capacidad dramática han contribuido a que hayamos presenciado unos excelsos Hagen, Hunding, Fasolt y Fafner.
Otro finlandés, Juha Uusitalo, ha creado un Wotan con poderío, habiendo mejorado muchísimo respecto a años anteriores. Sus “Die Walküre” han sido soberbias, exhibiendo una gran resistencia y un fraseo intencionado y sentido de gran calado emocional. Me ha gustado menos como “Caminante”, pero me ha parecido un grandísimo Wotan.
Lance Ryan me disgustó bastante en el “Götterdämmerung” del 30 de mayo, pero ha ido mejorando notablemente. Su timbre y nasalidad siguen afeando su canto, eso sí, pero alcanza con facilidad los agudos, aunque tiende a abrir las vocales, y se ha mostrado sobrado de volumen y resistencia. Ha sabido dosificar perfectamente sus fuerzas en las funciones y su “Siegfried” fue sencillamente muy bueno, yendo de menos a más para acabar en un acto tercero descomunal, mostrando además una capacidad interpretativa notable. Sus Ocasos han sido más flojos, pero en conjunto hemos tenido un Sigfrido más que aceptable.
Franz-Joseff Kapellmann fue un Alberich sobresaliente en “Das Rheingold”, y notable en “Siegfried” y “Götterdämmerung”.
El resto de los intérpretes ha brillado también a un gran nivel: Anna Larsson, Catherine Wyn-Rogers, Daniela Denschlag, John Daszak, Silvia Vázquez, Gerhard Siegel...
Como decía antes, hemos vivido un “Anillo del Nibelungo” digno de Bayreuth. Esperemos que podamos disfrutar de experiencias igual de satisfactorias antes de que dentro de 4 años vuelva esta tetralogía a Valencia.
Anoche mientras Mehta suspendía en el aire la batuta suavemente y la orquesta acometía la nota final de “Götterdämmerung”, que se iba extinguiendo progresivamente, un nudo se hizo en nuestras gargantas y una profunda emoción por lo visto y escuchado estos días se mezclaba con la tristeza por pensar que ya había terminado este momento mágico que hemos tenido la suerte de disfrutar aquí, al sur del Rhin.
Una producción tan cuidada, aunque pueda ser discutible, con una orquesta sonando así de bien, con unas voces tan idóneas, rindiendo todos al límite mismo de la perfección, obliga a retrotraernos muchos años atrás, a famosas producciones que no voy a mencionar expresamente para evitar ser tildado de exagerado, para encontrar algo semejante.
Esa misma opinión ha sido prácticamente unánime tanto en la prensa nacional e internacional, como en los distintos foros y blogs operísticos de la red, y, sobre todo, ese ha sido el veredicto del numeroso público que ha asistido a las representaciones, en número creciente según iba avanzando el ciclo y aumentaba el rumor de lo que se estaba cociendo en el coliseo valenciano. Habituales de Bayreuth, asociaciones wagnerianas y melómanos en general del mundo entero, han encontrado en este “II Festival del Mediterrani” un punto de referencia que esperemos pueda consolidarse en futuras temporadas y festivales, y sea tan sólo el principio del paciente, pero inexorable, avance del Palau de Les Arts para colocarse por derecho propio entre los principales teatros de ópera del mundo.
Pero ello exige que se hagan las cosas bien. Que lo vivido estos días no se vea convertido dentro de poco en un espejismo que haga pensar en que ha sido más bien producto de la confluencia favorable de los astros, que de un trabajo concienzudo y serio. Yo sinceramente pienso que el éxito de este “Anillo del Nibelungo” no ha sido fruto de la casualidad. Creo que se ha llevado a cabo una gestión ejemplar desde Les Arts y que el empeño de personas como el propio Zubin Mehta, Carlus Padrissa, Justo Romero y, por supuesto, la otras veces por mí denostada Helga Schmidt, han llevado el barco a buen puerto, mereciendo en esta ocasión, sin reparos, nuestro más sincero aplauso y nuestros ánimos para continuar por este camino.
Sin embargo, de momento no parece que, en lo que a la temporada próxima se refiere, se esté empezando con buen pie cuando, metidos ya en julio, aun no se ha hecho público su contenido, con el consecuente trastorno para músicos, cantantes y coros que no pueden programar todavía sus fechas, y para un público que quizás opte por planificar su asistencia a otros recintos en los que sí se ha informado hace tiempo de la programación. No sabemos a que se debe ese injustificable retraso. Quizás el problema sea Maazel, especialista en trastocar agendas, y que tras su “ahora me voy, ahora me quedo” puede haber contribuido a demorar el cierre de la programación. Pero lo que es evidente es que no ha existido una gestión mínimamente previsora y la imagen que se está dando al exterior no es buena. Muchos asistentes a las funciones de estos días me preguntaban por los espectáculos previstos para el año que viene, manifestando su deseo de programar futuras visitas. Se podía haber aprovechado el éxito de público del Festival del Mediterrani, sobre todo foráneo, para que se hubieran podido marchar de la ciudad conociendo ya la programación de la próxima temporada. Pero no ha podido ser.
No obstante, quiero dejar claro que prefiero un cierto retraso en el anuncio de la temporada próxima que el patético baile de repartos y la desinformación que padecimos la pasada.
Para consolidarse como un teatro de nivel no sólo hay que tener una buena programación. Hay que demostrar madurez en la gestión y respeto al público en general y al abonado en particular. Y de momento, en ese terreno Les Arts ha flaqueado bastante.
En cualquier caso, hoy me había propuesto hablar de lo bueno. Del espléndido Festival del Mediterrani que hemos vivido.
Tampoco quiero reincidir demasiado acerca de lo ya comentado cuando escribí sobre el estreno de “Der Götterdämmerung” o las dos funciones de “Die Walküre”. Tan sólo esbozar algunos rasgos generales.
Respecto a la puesta en escena de Carlus Padrissa y La Fura dels Baus ha variado poco en estos ciclos completos respecto a las anteriores entregas anuales. Tan sólo algunos pequeños detalles, por lo general a mejor, pero que no varían el enjuiciamiento que pueda hacerse de su concepción escénica. Ya he venido diciendo que a mi, en conjunto, me gusta y me parece acertada, aún reconociendo que se prima en exceso lo puramente visual sobre lo escénico y que esa propuesta visual a veces es excesiva, especialmente en las dos últimas entregas, con demasiadas proyecciones, gente en escena, movimientos de decorado y ruidos que acaban distrayendo al espectador de lo realmente importante que es la música y el canto. La espectacularidad escénica es innegable y su adecuación y respeto a la obra wagneriana muy importante, aunque haya detalles que no me gustan (la boda y el pistoletazo del Ocaso, el bailarín de breakdance de "Siegfried"...). El último día agradecí especialmente en “Der Götterdämmerung” que se decidiese suprimir, no sé si voluntaria o involuntariamente, el momento gratuito en que Siegfried (Lance Ryan) tenía que cantar colgado boca abajo cual jamón de Jabugo.
La Orquesta de la Comunitat Valenciana ha rendido nuevamente estos días a un nivel máximo. No es cuestión de seguir exagerando, pero es evidente que en cuanto adquiera un poquito más de madurez, y con la renovación de Maazel es fácil que así ocurra, puede ser toda una referencia en el panorama internacional. A mí me siguen maravillando los infinitos matices que despliega una sección de cuerda espectacular.
La dirección de Zubin Mehta ha resultado controvertida. Yo me reafirmo en que me ha gustado. En su lectura de la partitura wagneriana ha primado lo lírico y se ha desenvuelto con especial comodidad en los fragmentos orquestales donde ha desarrollado toda su brillantez. Quizás ha resultado algo plana, pero no me ha parecido aburrida o desprovista de sentimiento, y me parece un lujo que hayamos podido contar con una batuta de esta categoría.
El Coro apenas tiene ocasión de lucirse en la tetralogía, pero en la última jornada el masculino lo hizo con creces, mostrando un empaste y una potencia asombrosos.
Sobre los solistas vocales, lo primero que hay que resaltar es el grandísimo nivel de la práctica totalidad de los intervinientes, algo casi insólito hoy en día, y que posiblemente constituya el principal motivo del éxito de este “Anillo”.
Como vengo repitiendo hasta hacerme pesado, mi gran descubrimiento de estos días ha sido Eva-Maria Westbroek que ofreció en las dos representaciones de “Die Walküre” una Sieglinde majestuosa, desbordante de expresividad, con una voz y una presencia escénica de las que es imposible no enamorarse.
Del milagro de Plácido Domingo ya hablé sobradamente. Tan sólo cabe volver a agradecerle su profesionalidad y la lección de musicalidad y fuerza dramática que exhibió, especialmente en el segundo acto.
Jennifer Wilson ha creado también una Brünnhilde sin parangón en el panorama actual. Su dominio de los agudos no tiene rival, pero este año ha mostrado además una singular delicadeza y matización cuando era preciso (inolvidables sus últimos actos de la primera “Die Walküre”, el segundo “Siegfried” y el último “Götterdämmerung”). Aunque sé que hay divergencias al respecto, a mí me ha emocionado esta mujer y he visto cómo evolucionaba a mejor durante estos días. Dada su juventud, estoy seguro de que estamos ante una cantante con un importante futuro por delante.
El veterano Matti Salminen ha asombrado a propios y extraños con la frescura vocal que conserva, su profunda voz sigue inundando la sala y su dominio de las tablas y su capacidad dramática han contribuido a que hayamos presenciado unos excelsos Hagen, Hunding, Fasolt y Fafner.
Otro finlandés, Juha Uusitalo, ha creado un Wotan con poderío, habiendo mejorado muchísimo respecto a años anteriores. Sus “Die Walküre” han sido soberbias, exhibiendo una gran resistencia y un fraseo intencionado y sentido de gran calado emocional. Me ha gustado menos como “Caminante”, pero me ha parecido un grandísimo Wotan.
Lance Ryan me disgustó bastante en el “Götterdämmerung” del 30 de mayo, pero ha ido mejorando notablemente. Su timbre y nasalidad siguen afeando su canto, eso sí, pero alcanza con facilidad los agudos, aunque tiende a abrir las vocales, y se ha mostrado sobrado de volumen y resistencia. Ha sabido dosificar perfectamente sus fuerzas en las funciones y su “Siegfried” fue sencillamente muy bueno, yendo de menos a más para acabar en un acto tercero descomunal, mostrando además una capacidad interpretativa notable. Sus Ocasos han sido más flojos, pero en conjunto hemos tenido un Sigfrido más que aceptable.
Franz-Joseff Kapellmann fue un Alberich sobresaliente en “Das Rheingold”, y notable en “Siegfried” y “Götterdämmerung”.
El resto de los intérpretes ha brillado también a un gran nivel: Anna Larsson, Catherine Wyn-Rogers, Daniela Denschlag, John Daszak, Silvia Vázquez, Gerhard Siegel...
Como decía antes, hemos vivido un “Anillo del Nibelungo” digno de Bayreuth. Esperemos que podamos disfrutar de experiencias igual de satisfactorias antes de que dentro de 4 años vuelva esta tetralogía a Valencia.
Anoche mientras Mehta suspendía en el aire la batuta suavemente y la orquesta acometía la nota final de “Götterdämmerung”, que se iba extinguiendo progresivamente, un nudo se hizo en nuestras gargantas y una profunda emoción por lo visto y escuchado estos días se mezclaba con la tristeza por pensar que ya había terminado este momento mágico que hemos tenido la suerte de disfrutar aquí, al sur del Rhin.
Para finalizar podemos escuchar el final de "Der Götterdämmerung", con Kirsten Flagstad en una grabación en directo en La Scala bajo la dirección de Wilhelm Furtwängler:
video de maxlorenz24
De acuerdo contigo en todo, tanto en lo que dices de la próxima temporada como en el análisis pormenorizado de los cantantes. Ya verás como, dentro de unos años, recordaremos esto y podremos decir "Yo estuve allí".
ResponderEliminarYo fui a la segunda Walküre por Plácido, y después de lo que vi y oí la pasada noche, y lo expuesto en varias crónicas, me arrepiento enormemente de no haber disfrutado de una tetralogía completa. Me gusta Wagner, pero nunca pensé que tanto como para asistir varios días seguidos a varias de sus óperas. Pero cuando una orquesta suena tan bien y cuando todos los interpretes son de una calidad tan extraordinaria, una sola ópera sabe a poco y te quedas con las ganas de volver y disfrutar más y más. Mi deseo es que en Valencia se repitiera este Anillo año tras año, creando un segundo Bayreut, y que esta temporada no fuera un fugaz sueño. Sé que el Festival del Mediterráneo no tiene esta función, pero ¿por qué no podría derivar en ello?. Hemos disfrutado todos y espero que no sea la última vez.
ResponderEliminarAtticus, fantástico resumen de un hito que hacía mucho tiempo que no se vivía en España.
ResponderEliminarLes Arts, estoy seguro de ello, no dejará en saco roto los éxitos conseguidos y la repercusión que ello ha tenido.
Hay una voluntad política clara de situar el teatro en la primera órbita. Si en las primeras temporadas ha habido sus sombras y sus luces, creo que ha sido por lo ambicioso del proyecto, sin tener el rodaje suficiente que requiere una infraestructura como esta.
En cualquier caso hay un factor decisivo que ha cuidar. Un teatro de ópera ha de ser el orgullo de la ciudad, pero para uso y disfrute de la gente de la ciudad y de la comunidad. Si lo que se está haciendo allí, no llama suficientemente la atención a los valencianos, algo está pasando. El dinero que cuesta una institución como esta y que pagáis todos, no puede ser utilizado como escaparate.
Valencia será sin duda un referente operístico en el mundo, pero sobretodo cuando sean los valencianos los que agoten las localidades y nos lo pongan difícil a los foráneos para asistir a sus magníficos espectáculos. Lo que no puede ser es que una propuesta de este interés, no llene el aforo y tengan que "regalar" entradas a última hora.
Sin duda, hay material para la reflexión y también para el goce y el recuerdo de la experiencia vivida.
Gracias por tu capacidad para contar de modo magistral el torrente de sensaciones que hemos vivido estos días.
ResponderEliminarHa sido la mejor experiencia operística de mi vida.
Pensé acudir al 2º ciclo del anillo y acabé viendo 7 funciones.
¡Qué gozada!
Respecto a Les Arts, un desastre.
Los que hicimos cola el último día para el 50% tuvimos que pasar 2 horas a pleno sol porque se reytrasó la qpertura de la taquilla hora y media más de lo previsto y las señoritas adjuntas a Doña Helga se negaron que nos pusiéramos a la sombra.
Luego en el Palau, para que nadie molestase a la Reina, nos tuvieron a todo el público dando vueltas y llevándonos como ganado.
Qué pena de pueblerinismo de Les Arts y qué grandes espectáculos hemos vivido.
Un beso,
Fantástica, cuidada, detallada y emotiva crónica. Felicidades, Aticus.
ResponderEliminarComo decía hace poco Gonzalo Alonso en su web, últimamente son mucho más interesantes las crónicas de algunos blogs que las "críticas" oficiales. Enhorabuena.
ResponderEliminarAhhh, por cierto, ¿nadie dice nada de los charlatanes que estuvieron hablando en voz alta durante el último acto de Ocaso? Sus nombres: Francisco Camps, Rita Barberá y Doña Sofía de Grecia.
Pues con lo suave y delicada que es la voz de Rita, Wilson seguramente tuvo que hacer un esfuerzo para ser audible.
ResponderEliminarTitus: Yo también estoy convencido de que recordaremos estos días durante mucho, mucho tiempo.
ResponderEliminarFedora: Fue una lástima que nos privaras de tu presencia el resto de días. Si Doña Helga no se echa atrás parece que en 4 ó 5 años volverá a Valencia. Entonces no puedes fallar.
Joaquim: Todos los días nos acordábamos de vosotros y os echábamos de menos. Confío que Les Arts sepa aprender de su éxito y no se duerma en los laureles. Estoy completamente de acuerdo en que lo primero que tiene que hacer es consolidar su público local y tratar bien al abonado y no centrarse en fotos con testas coronadas o protagonistas del papel couché porque eso no sostiene una temporada.
Lidia: Doy fe que lo que cuentas de la cola al sol al límite de la lipotimia y el desprecio de las señoritas de Les Arts es cierto. Mi cogote colorado lo atestigua.
Carlos: Gracias por tus elogios.
Fernando: Ha sido un placer conocerte, espero que coincidamos en más ocasiones. No me di cuenta de que fueran los ilustres palquistas los que molestaban. Los charlatanes son esos que van de pueblo en pueblo vendiendo a voces su falsa mercancía con palabrería hueca, ¿verdad?.
Gracias a todos por vuestros comentarios
No quiero dejar pasar este hilo como colofón del magnífico Anillo al que hemos podido asistir. Todo sacrificio de tiempo y dinero extras nos ha vuelto en forma de música y de obra de arte total. Nunca sentí tanta satisfacción musical. Atticus, gracias por expresar todo lo que estos días hemos vivido y repetido. Poco más se puede añadir. Las satisfacciones y las emociones han sido muchas. Las horas compartidas en nuestro espacio de verano, también. Estos días hemos tomado posiciones, cada uno escogimos nuestro artista, escena o momento musical preferido. Creo que así seguiremos durante muchos años rememorándolos. Sí me gustaría apuntar que tanto la/s pareja protagonista/s como el maestro Mehta me han convencido y emocionado, sobre todo en las dos últimas jornadas, cuando ya no podía pedir más. Hasta el Anell de Llum resultó atractivo como contrapunto a lo que se cocía dentro del edificio. Vuestra compañía, comentarios y visitas han hecho más especial si cabe el evento.
ResponderEliminarDurante todos los días estuve observando que las deserciones eran mínimas, el espectáculo enganchaba a cualquiera. Se basaba en el trabajo bien hecho.
Atticus, me encanta la foto de los 3 magníficos, pero... ¿no falta alguien? no sé...
Hasta pronto amigos. Ya tenemos la programación sobre la mesa. Nuevos espectáculos y nuevos motivos para seguir en contacto.
Saludos.