Anoche tuvo
lugar, al fin, el inicio oficial de la temporada operística 2016-2017 en el
Palau de les Arts, con el estreno de la ópera de Giuseppe Verdi I Vespri siciliani, un estreno que ha
llegado envuelto en cierta polémica, debido a los reiterados cambios anunciados
en los últimos siete días de la protagonista femenina prevista, lo cual no es
precisamente una cuestión baladí en una ópera que tiene uno de sus principales
atractivos en el complicadísimo papel de Elena.
El día 2 de
diciembre, el Intendente Livermore anunció que la excelente soprano Anna
Pirozzi cancelaba su participación por “prescripción
médica ante su estado de gestación”, comunicándose que las funciones de los
días 10, 16 y 18 de diciembre serían cantadas por la ucraniana Sofia Soloviy,
mientras que los días 13 y 21 de diciembre lo haría la jerezana Maribel
Ortega.
Como ya dije en
este mismo blog, considero una falta de respeto al espectador que se tardase
casi dos semanas en hacer público lo que ya se venía comentando en todas
partes, sobre todo cuando Soloviy se encontraba ya varios días en
Valencia ensayando y Pirozzi no había llegado a pisar el teatro.
Pero es que, en
un triple salto mortal de la incompetencia y la improvisación, el pasado
viernes, esto es, la misma víspera (valenciana) del estreno de estas Vísperas
Sicilianas, Les Arts comunica que cambian las fechas anunciadas de las
cantantes y así Maribel Ortega cantaría los días 10, 16 y 21 de
diciembre y Sofia Soloviy el 13 y el 18... Impresionante. Homérico, como
diría el bueno de Michaleen O'Flynn.
Hubo gente que tras el anuncio de la cancelación de Pirozzi compró
entrada para otras funciones para escuchar a las dos cantantes, y hay quien
ahora se encuentra con que esos días han cambiado y va a escuchar a la misma…
Es verdad que los
cantantes cancelan en todas partes, pero lo que ha pasado aquí no es normal.
Para empezar, una cancelación por “prescripción
médica ante su estado de gestación” no parece algo muy imprevisible o que a
nadie se le haya pasado por la cabeza que podía ocurrir, pero no voy a entrar
en eso; lo impresentable es que cuando todo el mundo sabía que Pirozzi
no venía, el teatro haya callado durante quince días hasta la rueda de prensa
de presentación de la ópera. Y luego, lo de Soloviy y Ortega o es
de record Guiness del mal fario o, lo
que es más probable, una consecuencia más de improvisar y gestionar a palpón. ¿Ha podido surgir un
imprevisto que provoque, como en cualquier teatro, que cambie la cantante del
estreno?, puede ser, pero aquí se han bailado todas las fechas que habían
anunciado hace apenas una semana. No es de recibo. No cuestiono que hayan
surgido problemas e imprevistos, pero estoy convencido de que gran parte de
estos movimientos tienen relación con no haberse hecho las cosas bien a la hora
de cerrar los acuerdos con los artistas.
El problema es
que las consecuencias de lo ocurrido no se han limitado a la anécdota de si
finalmente el día de tu entrada canta Anna, Sofía o Maribel,
sino que se ha inaugurado la temporada de Les Arts con una cantante de un nivel
impropio para la relevancia del acontecimiento y de la obra presentada. Y, lo
peor de todo, es que no fue lo único que no funcionó, ya que, lamentablemente, en
mi opinión, anoche vivimos un estreno de temporada de serie B.
La producción
elegida para la ocasión es una coproducción del Teatro Regio di Torino y
ABAO-OLBE que cuenta con la dirección escénica de un turinés que se llama Davide
Livermore, del que seguramente hayáis oído hablar. El polivalente
Intendente de Les Arts ideó esta puesta en escena para conmemorar en 2011 el
150 aniversario de la unidad italiana en el teatro de su ciudad natal. Livermore
traslada la acción a la Sicilia de 1992, en concreto al brutal asesinato por la
Mafia del juez Giovanni Falcone, su mujer y tres de sus escoltas, en lo
que se conoce como la masacre de Capaci. El tratamiento que la prensa dio a
aquellos hechos en Italia, lo utiliza Livermore para sustituir a los opresores
franceses del libreto original por mafiosos y unos medios de comunicación
manipulados por una clase política corrupta, que serían quienes actualmente
tiranizan a la sociedad.
Al comienzo de la
ópera, cuando un oficial francés obliga a Elena
a cantar y ella aprovecha para entonar un canto que eleve el valor del pueblo, Livermore
transpone la situación al momento que pudo verse en todas las televisiones del
mundo, en el que la viuda de uno de los escoltas de Falcone habló en el
funeral al dictado de un sacerdote y le apartaron el micrófono en cuanto se
salió del discurso oficial.
Después, al
comienzo del acto segundo, cuando Procida
regresa a Palermo y canta su famosísima aria Oh patria, Livermore nos presenta al personaje en la
oscuridad, entre brumas que poco a poco se van disipando, hasta transformarse
la escena en una reproducción de la imagen del atentado a Falcone, con
los coches en el socavón provocado en la autopista por el explosivo, en uno de
los mejores momentos escénicos de la producción.
Creo que todo ese
inicio de ópera y la idea en general de Livermore es buena, tiene
sentido y no es una mera ocurrencia para provocar o salir del paso. El problema
es que no basta sólo con que la idea sea buena y la situación a la que se
quiere adaptar el libreto mantenga relación con éste, sino que luego todo el texto
y el desarrollo dramático han de tener cierta coherencia; y en este punto
pienso que ya hubo más problemas, sobre todo a partir de esa entrada de Procida en escena, que como digo me
pareció impactante. Es como si, una vez pasados esos momentos de la ópera que
se ajustaban bien a lo que se quería contar, se hubieran acabado las ideas y el
resto hubiera que hacerlo casar a empujones. No se puede, por ejemplo, mantener
esa misma escenografía de los coches del atentado en la escena siguiente del
acto, con el coro Viva la guerra, viva el
amor, las novias sobre los coches y las bolsas de basura sobrevolando el
escenario de la masacre. Toda la poesía anterior se rompió, consciente o
inconscientemente, pero dando la impresión de que aquello ya no tenía mucho
sentido. Tampoco creo que se haya adaptado bien a la escena la contraposición
entre los coros de franceses y sicilianos del primer acto.
El baile de
máscaras se desarrollará en un hemiciclo parlamentario en el acto siguiente, el
cual finalizará con una proyección de imágenes de conocidos personajes de la
historia y la cultura italiana, desde Cavour a Dario Fo, Fausto
Coppi o Mastroianni, que acabarán fundiéndose con los colores de la
bandera italiana. Y el quinto acto se iniciará en un plató de televisión con Elena cantando el conocido Bolero junto
a unas Mama Chichos. La ópera
concluirá de nuevo en el hemiciclo con el pueblo ocupando los escaños y
arrancándose sus máscaras mientras aparece sobreimpresionado el artículo 1 de
la Constitución italiana proclamando que la soberanía reside en el pueblo.
Por otro lado, en
contra de lo que suele ser habitual en los trabajos del regista turinés, en esta ocasión pareció más descuidado el apartado
de construcción de personajes y comportamiento actoral de los cantantes que
muchas veces parecían dejados caer o colocados donde menos molestasen.
Ya digo que
considero que la propuesta de Livermore responde a una idea interesante,
con momentos bastante conseguidos, una buena iluminación e instantes atractivos
visualmente. Reconozco que me esperaba que la cosa funcionase bastante peor y
no es así, pero sentí que el conjunto, aunque a mi juicio funciona, presenta demasiados
altibajos, hay muchos detalles localistas que sólo los italianos captarán y
acaba destilando una cierta demagogia y bastante pretenciosidad.
Este año sí ha
sido uno de los directores musicales de la casa, Roberto Abbado, el
encargado de ocupar el foso de Les Arts en la apertura de temporada. El año
pasado fue el húngaro Henrik Nánási quien la abriera con un espectacular
Macbeth. Y, la verdad, es que, vistos
los resultados, hubiera preferido que también lo hubiera hecho en esta ocasión.
Es cierto que el pasaporte no otorga el estilo o la sabiduría musical, pero
resulta chocante que un húngaro consiguiese imprimir mucho más color verdiano
que un italiano.
Roberto Abbado se enfrentaba a una partitura nada sencilla y enormemente exigente en
cuanto a concertación. No sé si sería eso lo que le llevase a estar muy
pendiente de procurar concertar adecuadamente los conjuntos, no siempre con
éxito, o a llevar entre algodones a una soprano inadecuada, pero el caso es que
a Verdi no se le veía por ningún lado, la tensión decaía con frecuencia,
no se atisbaba apenas refinamiento alguno para destacar los múltiples
contrastes de la página verdiana, y había un exceso de chimpuneo que no podía suplir la, ayer ausente, pulsión dramática y
garra de la partitura. Eso no quita para que la orquesta tuviese grandes
momentos en que se desvelaba su enorme calidad, como el acompañamiento de las
cuerdas al aria de Monforte o en el
concertante del acto cuarto.
Ayer vi a un Abbado
que parecía más tenso de lo habitual y más serio. Quizás yo vea fantasmas donde
no los hay, pero eso unido a la entrevista que publicaba ayer el diario Levante, en la que manifestaba “creo que (en Les Arts) en el futuro debemos
trabajar todos más juntos”, me hizo pensar si se estará viviendo cierta
crisis entre la dirección musical y artística del teatro. Espero que no.
En medio de la
decepción vivida anoche, uno de los rayos de optimismo volvió a surgir del gran
Cor de la Generalitat, que también acometía una tarea increíblemente
complicada, en una obra donde el coro juega un papel protagonista, con un grado
de exigencia mayúsculo que supo superar, mostrándose a un nivel por encima del
resto de intervinientes en la función, y ello pese a que también se apreciaron
pequeñas descoordinaciones en momentos puntuales, pero como algo anecdótico
dentro de una majestuosa labor de conjunto.
Lo más
decepcionante de la velada fue, como ya he adelantado, la ausencia de una
soprano que ofreciese una calidad acorde a un estreno de temporada en un teatro
que pretende mantenerse en el primer nivel. No sé cuales habrán sido las
circunstancias que habrán conducido a que haya sido ella la encargada de asumir
finalmente en el estreno el papel de Elena,
pero el resultado obtenido fue, por ser suave, inadecuado. Maribel Ortega
podría haber encabezado una digna función del Centre de Perfeccionament o un segundo reparto de pretemporada,
pero nunca debió ser la protagonista del estreno de temporada del Palau de les
Arts. Siento ser tan duro, pero cuando a uno le colocan en primera línea está
ahí para lo bueno y para lo malo.
Ya dije a raíz de
su intervención en El gato montés,
cuando ni sospechar podía lo que me esperaba ayer, que percibía un
instrumento sin suficiente peso para afrontar papeles de mayor exigencia
dramática. Pienso que este papel no es para ella. La soprano jerezana tiene un
atractivo timbre lírico, pero carece totalmente de graves, su centro es inane y
sin cuerpo, cubriendo esas carencias con un feo entubamiento, y tan sólo brilla
puntualmente en el agudo, algunas veces chillado. Ayer durante los tres
primeros actos de la ópera estuvo completamente ausente dramáticamente e
inaudible. En los concertantes únicamente resaltaban sus subidas al agudo, el
resto era una película de Buster Keaton.
En la segunda parte, donde el personaje adquiere mayor protagonismo, tuvo que
implicarse algo más y ofreció algún fugaz destello, como un par de agudos
imponentes en el quinto acto, pero su Arrigo,
ah, parli a un core fue plano y con un final que no se sabía si aquello era
una escala descendente o el inicio de una saeta a Jesús del Gran Poder; y el Bolero, directamente lamentable, pese a
que fue cuidadísima por Abbado, a
quien sólo le faltó subir al escenario a dar las notas, trinos y adornos que
ella obviaba.
No fueron pocas las ocasiones en que iba a
destiempo, obligando al director a intentar reparar aquello, provocando daños
colaterales en el coro y orquesta. Y tampoco puedo entender su escasa
implicación dramática. No sé si sería la tensión del momento, pero estaba como
atenazada, sin personalidad escénica que supliese las carencias vocales y, al
menos anoche, su trabajo de actriz no hubiera superado un casting de telefilm
alemán de sobremesa. Es verdad que es una cantante joven y que el papel es
enormemente exigente, pero ayer estuvo lejísimos de lo que sería simplemente
aceptable.
Si complicado es
el papel de Elena, el de Arrigo es probablemente uno de los más
exigentes que Verdi escribiera para tenor, requiriendo al intérprete,
además de solidez dramática, moverse permanentemente por la zona del pasaje.
Que Gregory Kunde a estas alturas de su carrera se atreva a afrontar un
personaje que casi todos sus colegas esquivan, ya es de agradecer, pero además
es que cumplió nuevamente con solvencia, pese a que cada vez su voz muestra un
mayor desgaste, veladuras tímbricas y más colores que una chaquetilla de Chicote,
pero cantó con pasión, sentido dramático y un fraseo incisivo que brillaba en
el agudo. Culminó en falsete el addio, addio
de la segunda escena del quinto acto, con un efecto que acabó resultando más
chocante que elegante. Es verdad que, como dicen muchos, Kunde kundea, pero sigue mostrando una
autoridad vocal y escénica que cautiva al espectador, aunque le disfracen con
ridículas pelucas como fue el caso.
En el apartado
solista, junto a Kunde, para mí lo mejor de la noche estuvo en el Monforte que nos brindó Juan Jesús
Rodríguez. Sigue presentando el cantante onubense una voz de auténtico
barítono y cuidada línea de canto. En su aria In braccio alle dovizie mostró su dominio del fraseo verdiano con
un inspirado recitativo lleno de intención que desembocó en un aria bien
respirada y ligada, a la que tan sólo se le echó en falta un punto más de expresividad y variedad
dinámica.
El Procida del joven bajo ruso Alexánder
Vinogradov conquistó al público de Les Arts con su voz profunda, grande y
rotunda, de timbre atractivo que se expandía con facilidad por la sala de forma
imponente. En su aria Oh patria, que
es un regalo de Verdi para la cuerda de bajo, fue enormemente aplaudido,
pese a que su canto fue muy poco refinado, sin matices ni ligazón, y trabado a
base de arrastrar y empujar la voz.
Cumplieron más
que correctamente en papeles menores, Cristian Díaz y los alumnos del Centre de Perfeccionament Nozomi Kato,
Andrea Pellegrini, Moisés Marín, Andrés Sulbarán, Jorge
Álvarez y Fabián Lara.
La sala no se
encontraba llena, presentando numerosos huecos en los pisos superiores y platea
alta, con más presencia institucional de lo habitual, con el conseller de
Cultura, Vicent Marzà, la consellera de Justicia, Gabriela Bravo,
la consellera de Medio Ambiente, Elena Cebrián, o el concejal de
Mobilitat, el italiano Giuseppe Grezzi. También pudo verse a cantantes
como Raimon o Sole Giménez. El público aplaudió casi cada chimpún de la partitura y al finalizar
fueron Alexánder Vinogradov y Gregory Kunde los más braveados. La
dirección escénica fue bastante aplaudida con algún abucheo muy aislado. Todo
un símbolo de la situación vivida con la soprano es que se optara porque fuese Gregory
Kunde el último en salir a saludar, en lugar de la intérprete del papel de Elena, como suele ser lo habitual.
Os aseguro que,
aunque algunos piensan que disfruto y me relamo, chupando mis afilados colmillos,
cuando hago críticas negativas, nada me gustaría más que poder escribir
entusiasmado y animando a todo el mundo a disfrutar de una experiencia
inolvidable en nuestro teatro. Ojalá hubiese salido anoche tan emocionado de
Les Arts como lo hice el pasado día 7 del Liceu, tras asistir a una Elektra referencial e histórica. Pero no
fue así, y yo soy el primero en lamentarlo. No obstante, como digo siempre,
esto no es más que una opinión personal, subjetiva y posiblemente cargada de
ignorancia, por lo cual os animo a todos a que vayáis a Les Arts estos días a
disfrutar de una ópera interesantísima y que hay muy pocas oportunidades de
verla representada, y después saquéis vuestras propias conclusiones. La música
de Verdi siempre justifica el viaje.
Yo, como estaba en el cuarto piso, me perdí los vídeos, eso no sé si es bueno o malo. El día 21 me volveré a tragar a Ortega si Dios no lo remedia. Pensaba que vería a las dos sopranos pero ya ves que no.
ResponderEliminarAh, y la crónica fantástica, como siempre. Y más acertada que nunca.
EliminarCon los videos no te pierdes nada... Famosos personajes de la historia de Italia. Yo veré si puedo ir mañana a ver a Soloviy... Si no cancela...
EliminarEnhorabuena por tu acertada crónica, solo discrepo de tu opinión respecto de la puesta en escena y suscribo las palabras de Justo Romero que sintetizan muy bien: batiburillo político y déjà vu y yo añado de mi cosecha: infumable.
ResponderEliminarYo sigo pensando que la propuesta de Livermore tiene cosas buenas y malas, en conjunto me parece pretenciosa, pero no creo que funcione tan mal.
EliminarComo fui al estreno, no pude leer tu crónica antes, lo cual es una pena porque quizás hubiera entendido algo de lo que pasaba en la escena. Yo había leído el argumento y cuando ví la ópera no entendí absolutamente nada. Cuando un montaje necesita un libro de instrucciones, malo.
ResponderEliminarpor lo demás coincido con tu crónica. Yo estaba en la fila 5 (la primera) y en algunas ocasiones no lograba oir a la soprano y no porque la tapara la orquesta, al contrario. Y otras veces hubiera preferido no oirla.
Sólo añadiría que encontré bastante carencia de emociones, no sólo en Maribel Ortega sino también en Juan Jesús Rodriguez y algo también en Kunde.
Al final, entre el montaje indescifrable, los problemas vocales y orquestales que has mencionado y esa falta de emoción, yo salí bastante frío. Cosa que resulta imperdonable en una ópera.
Totalmente de acuerdo respecto al libro de instrucciones. Al tocar un tema muy localista, con trascendencia internacional si pero hace muchos años, si no lo explicas la gente puede perderse. Incluso explicándolo también.
EliminarLa falta de emocion en Juan Jesús al menos se suplía con una linea de canto excelente y acentos verdianos. Lo de Maribel es de traca y el que la haya engañado y animado merece prisión.
Gracias por dejarnos tu opinión.
Maaaadre! Yo quiero ir el día 18, que canta, si lo hace y no hay otra sorpresa, la Soloviy. Pero con lo que leo aquí, lo publicado por Rosa Solà en Valencia Plaza, y por Justo Romero, me dan ganas de quedarme en casa. Con matices personales, suelo estar bastante de acuerdo con Atticus en sus crónicas, y en ésta he echado en falta la ironía-sarcasmo que usa tan adecuadamente; he pensado que el desastre era tal que no le quedaban ganas ni de eso. En fin, ya contaré si al final voy, o me quedo en mi sofá y me veo a la misma hora la versión que tengo: Chris Merritt (Arrigo), Cheryl Stude (Elena), Ferruccio Furlanetto (Procida), Giorgio Zancanaro (Montfort),Riccardo Muti, Teatro alla Scala, 1989. En fin...
ResponderEliminarNoooo, por Dios, no te pongas la versión de Muti antes de escuchar la de Abbado... Si no, la cosa no tendrá remedio alguno...
EliminarLa verdad es que no me quedaron ganas de mucha broma. Me ha enfadado mucho la actuación del teatro en este asunto, primero por el cachondeo de los cambios de reparto, pero sobre todo porque se haya admitido que Maribel Ortega pueda cantar este papel en Les Arts aunque sea un solo dia... y no digamos endosarle un estreno de temporada.
Espero tus propias impresiones y ojalá la cosa vaya mejorando
Jaja, Atticus, aún puedo hacerlo peor, porque tengo otra con Nucci, Daniela Dessí, Fabio Armiliato, Giacomo Prescia, y dirigida por Zanetti en Parma. Es una maravilla, aunque no la tengo subtitulada.
EliminarPrefiero la de Muti. Esa direccion es difícilmente superable.
EliminarYa era hora que se alzasen voces críticas con lo que viene sucediendo en el Palau de Les Arts. La calidad de la que disfrutábamos antaño ha desaparecido por completo y el teatro camina hacia la más absoluta vulgaridad. ¿Responsable? Su Intendente Sr. Livermore, más preocupado en "colocarnos" sus producciones (¿compensa tenerle de Intendente a cambio de dos producciones suyas al año?) y por trabajar con teatros y artistas que le reporten beneficios como productor, que de dirigir el Palau de Les Arts. La cancelación por causas no debidamente explicadas de Anna Pirozzi ha resultado nefasta para esta ópera y ha traído las consecuencias que ha traído. Todo empieza el día que se decide (me gustaría saber por qué) que Maribel Ortega cante la función del día 21 de diciembre, en lo que es una tomadura de pelo a los abonados de ese turno que pagan igual que los demás (Pirozzi todas las funciones y Ortega la última). A partir de ahí, la lista de despropósitos es conocida. En vez de buscar una sustituta de garantía, el Sr. Livermore está ocupado "explicando" su producción (nota en la página web del teatro, rueda de prensa de presentación de la ópera, el Sr. Gener en su conferencia, artículo publicado en Levante y hasta en el programa de mano). Roberto Abbado se indigna al ver el nivel de las sustitutas y su relación con el Intendente se deteriora gravemente. Tras el ensayo general que canta Sofía Soloviy (lo de cantar es un decir porque no se le escucha, y cuando se le escucha lo que hace es desafinar) el Sr. Abbado se indigna. "I vespri siciliani" sin Elena es algo imposible. Abbado se olvida de dirigir y se dedica a intentar salvar el desastre (no le estoy salvando de su parte de culpa, que la tiene). Lo demás es conocido y está explicado en todas las críticas, más coincidentes que nunca. Todo esto tiene un responsable: el Sr. Livermore. ¿Hasta cuándo piensa seguir engañándonos y vendiendo humo?
ResponderEliminarAnónimo: estos detalles que expones al final, como que la Soloviy no daba la talla y fue sustituida a última hora, por el enfado de Abbado, ¿fueron así? Porque entonces significa que la ucraniana aún puede ser peor que la Ortega. He hablado con varias personas sobre este estreno, todos músicos, y cuando he comentado esto me han dicho que hacerlo peor era casi imposible.¿?
EliminarY sobre Livermore ¿qué decir? Se publicó que la intervención de la Generalitat decía que no podía compatibilizar su cargo de intendente con cobros extra por poner sus propias producciones. Después supimos que Livermore se estaba pensando qué hacer; y finalmente parece que ha habido algún acuerdo para que todo siga como lo dejó la anterior administración. No sé si los actuales responsables de cultura no tienen ni idea(cosa probable) de qué hacer, o es que no hay forma de encontrar a alguien más solvente, teniendo en cuenta los emolumentos que suelen cobrar estas figuras si ya tienen un cierto nombre, y las penurias económicas que sufrimos aquí, y sufriremos por bastante tiempo.
Estoy bastante de acuerdo con casi todo lo que dice el anonimo visitante, y esa teoria justificaria muchas cosas, pero despues de escuchar esta noche a Soloviy no creo que no cantase el estreno por su falta de calidad porque, sin ser la Callas desde luego, ha hecho un papel mucho mejor que Ortega. Bastante digno
EliminarEsto que dices me anima a ir el domingo que viene. La escuché en la Casta Diva(Youtube) en un recital y me pareció horrible.
EliminarTampoco eleves demasiado las expectativas. Si has visto antes a Ortega, Soloviy resulta bastante mejor en muchos aspectos, pero también tuvo problemas. La diferencia es que esta puede pasar como una digna cantante de segundo reparto o sustituta de urgencia; Ortega nunca debía haber sido una opción.
EliminarGracias Atticus por tus esclarecedores comentarios, como siempre. Únicamente me gustaría poner de manifiesto para la compresión de la escenografía, las charlas de los alumnos de la universidad, que son totalmente esclarecedoras. Una lástima que el público no asista en masa. Creo que se evitarían muchos comentarios. Ellos son el manual de instrucciones. Una cuasi tragedia la cancelación de Anna Pirozzi. Posiblemente ahora estaríamos escribiendo sobre otra realidad. Creo que para Maribel Ortega estos momentos deben ser muy complejos. Al menos me quedo con su profesionalidad, al afrontar un papel al que nadie ha sido capaz de enfrentarse en Les Arts, por su exigencia, el poco recorrido en otros teatros o la cercanía de las navidades (siempre es más agradable mostrar un árbol de Navidad en facebook que un pentagrama de difícil resolución, acompañado de un debut en el covent garden, etc...). Otro escenario hubiese significado la cancelación de la ópera y ese creo que si hubiese sido el peor de los inicios posibles. Yo al menos, dentro de la cuasinegatividad general, afirmo que disfrute y espero asistir a cuatro de las cinco representaciones.
ResponderEliminarComo los asistentes al Palau de Les Arts somos muy ignorantes y necesitamos asistir en masa a que nos expliquen las ideas del Sr. Productor lo mejor sería que las conferencias previas se dieran a la hora de la función en la Sala Principal y que la representación no empezara hasta que todo el mundo hubiera entendido el mensaje del Sr. Livermore. Para algo es el Intendente de un teatro público que debe de formar a la gente.
EliminarEn cuanto a la señora Ortega, si profesionalidad es cantar lo que uno sabe que no puede cantar y encima hemos de agradecérselo… Cuando uno en su trabajo hace lo que no sabe con resultado nefasto, es un gran profesional. Eso tiene otro nombre.
¿Negatividad general? Por lo visto uno sólo es bueno si aplaude como un borrego. Si tiene su propia opinión y dice lo que le parece mal, entonces es un negativo. Así nos va.
Me alegro que disfrutara mucho y que piense repetir varias veces. Yo con una he tenido bastante. Es su opinión y su gusto, tan respetable como el mío. Gracias por su comentario.
Yo defiendo sin reservas las charlas previas, de hecho cuando Les Arts no las hacia fuimos desde la asociacion Amics de l'òpera i de les Arts quienes propusimos a Helga introducir esa actividad. Ahora bien, la explicación de la propuesta de la producción no debe supeditarse a esas charlas, lo ideal es que se explique por si misma y la charla únicamente ayude a captar otros detalles y situar la ópera en un momento histórico y encuadrarla en un periodo creativo del compositor.
EliminarLa negatividad general no es producto de una actitud malintencionada o pesimista hacia el teatro, sino la consecuencia de un deficiente estreno.
A Maribel hay que reconocerle su voluntad, pero el resultado no tiene defensa posible y llevaria a aconsejarle abandonar al menos de momento este papel
Respecto del comentario anterior, el Sr Gener ya dedicó bastante tiempo de su inefable conferencia a explicarnos las bondades de la producción ¿de verdad cree que no es
ResponderEliminarsuficiente?¿Todavía necesitamos ir a las esclarecedoras charlas de los alumnos de la universidad para poder entenderla?
¿De verdad piensa que el público que asiste a Les Arts es tan lego y falto de criterio? Si es así, permítame que discrepe. Para muchos esta continua actividad de exégesis de la producción y esta insistencia en aleccionar al público están siendo ya muy cansinas.
Estimada Assai: en mi caso la formación siempre es bienvenida. De ahí mi agradecimiento a Atticus, las charlas de la universidad, los comentarios de Livermore, las antiguas charlas dels Amics, etc...nunca es suficente.Sobre el criterio de los demás, no puedo opinar. Al menos el mío, se encuentra falto de formación y la agradezco.
EliminarEntiendo que este comentario supone una rectificación respecto del anterior en el que -quizá sin intención- emitó un juicio sobre las necesidades del público en general, le reproduzco sus palabras:
ResponderEliminar"Una lástima que el público no asista en masa. Creo que se evitarían muchos comentarios."
Agradezco su rectificación y permítame que le diga que la crítica siempre es positiva, y más en arte. En ningún caso se debe intentar acallar y, además, parece que en el caso de esta producción es bastante unánime.
Esta inauguración no está al nivel que Les Arts nos tiene acostumbrados. Y esta afirmación es una realidad, guste o no guste. Y espero que sirva para mejorar en el futuro, porque con ese propósito la hacemos los que amamos la ópera, no con el ánimo de herir susceptibilidades.
Bastante de acuerdo contigo Assai, la charla previa quizas ayudaria a muchas personas a entender mejor la propuesta de Livermore, pero incluso despues de entenderla muchos pensariamos que hay algunas cosas en las que no acaba de encajar.
EliminarY me encanta eso que dices al final porque, aunque muchos no lo crean, estas críticas y comentarios que se desarrollan tras las funciones no tienen por objeto hacer sangre o ensañarse sin más, sino intentar aportar impresiones desde el público para colaborar en que se puedan hacer mejor las cosas.
Salutacions a tots i, en especial, a Atticus. Gràcies, com sempre, per les teues cròniques. No aní a l’estrena i, en contra del meu costum, vaig llegir crítiques i opinions abans d’anar a les Vespres Sicilianes del dia 13. De la lectura de tot plegat es desprenia que el panorama era prou negre. I que bonica és la ignorància perquè jo m’ho vaig passar fantàstic. Tot em sorprengué positivament. Als tres protagonistes masculins els trobí magnífics, amb el Kunde que més m’ha agradat des d’Otello. La soprano, sense produir-me emocions, donà el nivell justet per no desentonar en el conjunt. Es guanyà un aplaudiment al final i vaig observar que ella sí que s’emocionà. Després de la cancel•lació de Pirozzi i el canvi de l’estrena la cantant esperava, segurament, una censura. La direcció d’Abbado, potser perquè no entenc massa, em paregué correcta. No m’estranyaria que Atticus opine que Abbado estigué millor que el primer dia en no haver d’estar tan preocupat per la part vocal. L’escenografia i la iluminació molt bones. Ara bé, el que passava en escena tenia poc a veure amb el llibret, per moltes explicacions prèvies i conferències que vulguem fer-ne. Com que estava advertit, m’ho vaig prendre com qui veu els números d’un espectacle de varietés i procurava concentrar-me en la part musical. Per cert, no sé quantes vegades he vist ja el ballet, el cor i els figurants ballant com si estigueren en una discoteca, sempre amb els mateixos moviments de festeta, i fa riure. Al final, com em vaticinava Atticus, sempre és Verdi, i damunt interpretat pels nostres grans orquestra i cor. No m’importaria gens tornar a veure-la el dia 18.
Pues sí, pienso que Abbado mejoró resultados ayer especialmente en cuanto a concertación y un poco más de nervio en algunos momentos que opino que en el estreno estuvieron lastrados por la atención y cuidado que dedicó a la soprano. Pese a todo, para mi gusto sigue faltandole más tensión, atmósfera verdiana y refinamiento y equilibro orquestal.
EliminarPero como te dije ayer, al final Verdi se acaba imponiendo y consigue que disfrutemos hasta cuando no todo sale perfecto.
Un abrazo
Por lo leído, me siento algo afortunado por haber asistido a la segunda función con Soloviy cantando Elena. Repetiré el 16 y el 21 y si nadie lo remedia las dos con Ortega. Abbado debía estar más motivado ayer día 13, porque se debe sufrir mucho de impotencia (con la batuta) con lo que he leído de Maribel...
ResponderEliminarSigo sin comprender cuales han sido los criterios o las circunstancias que han dado pie a este desaguisado...
Yo que he ido a las dos te confirmo, fuiste afortunado...
EliminarNo sé si llegaremos a conocer la verdad de lo ocurrido, pero me gustaría saber quién propone a Ortega y por qué se acepta, y sobre todo por qué cambian todas las fechas la víspera del estreno...
Després de llegir la teua crònica i la de Ximo a In Fernem Land amb els comentaris dels respectius seguidors dels blogs, vaig anar a la sessió del divendres 16 esperant-me el pitjor dels panorames possibles, però he de dir que globalment vaig eixir satisfet (llevat del muntatge que al final no sabia per on agafar-ho). He eixit algunes vegades realment despagat de Les Arts, com per exemple en les darreres Don Pasquale i L'Italiana in Algeri, però no el divendres. Naturalment m'haguera agradat escoltar a Anna Pirozzi en el complicat paper d'Elena, però crec que Maribel Ortega, sense excel·lir, no ho va fer tan catastròfic com ho pinteu. Seria interessant conéixer la veritat de totes els canvis de dates del paper d'Elena.
ResponderEliminarGràcies pels teus comentaris, els quals sempre és un gust llegir.
Gracias a ti, Pepe, por pasar a dejarnos tus opiniones.
EliminarMe alegro un montón de que salieras contento a pesar de todo. Yo sigo pensando que el mérito principal de esas buenas sensaciones es de Verdi y de un coro y una orquesta que, hasta cuando no están especialmente bien conducidas, brillan.
soy lectora de este Blog ,hoy quiero compartir mi pensamiento
ResponderEliminarEs necesario recibir una charla previa para entender la puesta en escena ???la charla se baso en entender la relación con un hecho ocurrido y no con la opera en si....igualmente en muchas ocaciones estaba perdida
Mi abono esta vez fue el domingo ,llovia y llovia es posible que no tengan a disposición fundas para los paraguas ???? hasta el supermercado tiene !!!!
Gracias, Susana, por compartir tus inquietudes.
EliminarYo no he asistido a estas charlas previas, así que no puedo opinar, aunque defiendo que se hagan si ayudan al espectador a ofrecerle claves que hagan más disfrutable la experiencia. Eso sí, si una puesta en escena necesita explicarse, mala cosa. Lo ideal es que se explique por sí misma.
Lo de los paraguas es otra carencia impresentable de este teatro, y en este caso, obviamente, no por presupuesto, sino, como tantas otras veces, por no pensar.
Creo que habrá en el mundo pocos recintos operísticos menos acogedores para espectador y con menos detalles para que se encuentre cómodo (más allá de la butaca) que este.
Incidiendo en el comentario de Susana, yo sí estuve anoche en la charla previa y me pareció infumable. Una birria aburrida para hacer la pelota al todopoderoso Livermore.
EliminarMe senti defraudado por los Amics de les Arts de quien recordaba buenas presentaciones.
La puesta en escena de san livermore una patata que él sabrá qué quiso contar. Y los cantantes masculinos y coro estupendos. La soprano no estuvo mal. Abbado ruidoso pero la orquesta sonó muy bien.
Gracias atticus por tus crónicas divertidas y que son las únicas con cierta capacidad crítica.
Un saludo.
Joan Martí
Siento mucho, Joan, que te defraudase la charla, pero he de aclararte que este año ya no las hacemos desde Amics de l’Òpera i de Les Arts, puesto que el teatro decidió prescindir de nuestra colaboración gratuita, y que sean impartidas por alumnos del área de Didáctica de la Expresión Musical de la Facultat de Magisteri. Así que los méritos o defectos de las charlas, de ellos serán.
EliminarGracias por dejarnos tu opinión.
"I vespri siciliani" (21.12.2016)
ResponderEliminarMe preocupa y mucho cuanto está sucediendo en el Palau de Les Arts Reina Sofía. Este estreno de temporada, con muchas más sombras que luces, deja una situación preocupante. El teatro se ha convertido en la casa del Sr. Intendente, que hace y deshace a su antojo y a quien sólo le preocupa sus producciones y todo lo que las rodea. ¿Alguien se dio cuenta anoche del tremendo pateo del coro cuando saludaron al final los figurantes? Aquí se ha perdido la cabeza y se da un protagonismo injustificado a las "go-go" en detrimento de los cantantes y del propio coro. ¿Qué hacen los figurantes saludando como si fueran grandes estrellas de la lírica con el Coro sentado detrás de ellos? ¿Se valora a quien se contornea en escena y no se valora el tremendo esfuerzo que supone cantar una ópera? ¿Se valora la producción y no a quien canta? Si a esto añadimos lo seriamente deteriorada que ha quedado la relación entre el Intendente y Roberto Abbado en relación con el asunto Anna Pirozzi y su sustitución, la nave empieza a hacer agua por todos sitios. ¡Peligro!
No voy a entrar en la memez de la producción del Sr. Livermore, salva patrias adoctrinador y vendedor de humo (Hasta Haendel componía en clave política -vease web de les arts, nota "Isreal en Egipto"-). Ni en la falta de respeto al público, por no decir otra cosa más fuerte, que supone que "cante" (lo de "cantar" es un decir) Maribel Ortega. Ni en si Kunde estuvo bien, que no lo estuvo, etc. El fondo de toda esta cuestión es que el Sr. Livermore ha montado su numerito en detrimento de la calidad del teatro y tomándonos a todos por idiotas. ¿Hasta cuándo vamos a seguir permitiéndolo?.
FELICES FIESTAS A TODOS!
ResponderEliminarY que 2017 nos traiga alguna buena función de ópera.
Igualmente Juan.
EliminarJaja... Sí, con alguna que otra nos conformamos...